Disclaimer: Los personajes de Digimon Tamers no me pertenecen sino a su creador.

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Amor prohibido

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Universo alterno

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Esta historia es una precuela de "Dulce espera"

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Rika miraba incrédula el resultado de la prueba de embarazo.

Positivo.

Imposible murmuró sentándose en el borde de la cama.

Aquella palabra de ocho letras retumbaba una y otra vez en su cabeza.

Positivo

Positivo

Positivo

¿Que iba a hacer con un bebé a su edad? Contaba con dieciocho años, no tenía experiencia ni mucho menos paciencia para encargarse de uno. Además, recién ingresó a la universidad y un hijo en esa etapa de su vida no era muy conveniente.

Respiró hondo tirando la prueba al cesto de basura, de nada servía rezongar, enojarse o llorar; lo hecho, hecho está y ya no había vuelta atrás. Se echó a la cama cubriéndose los ojos con el brazo, meditando las consecuencias de sus actos. Todo esto fue su culpa, cedió a los encantos de ese maravilloso hombre y se enamoró perdidamente, sin importar los doce años de diferencia que los separaban. En un segundo, una sonrisa adornó sus delicadas facciones ¿Enamorarse de alguien mucho mayor? solo a ella le acontecían estas cosas, no obstante lo amaba, en verdad lo amaba y no se arrepentía de nada.

Se volteó de lado, admirando el atardecer a través de la ventana, dejando que su mente volara justo el día que lo conoció. Ella cursaba el segundo año de preparatoria cuando Ryo Akiyama vino a sustituir al maestro de informática, aún podía escuchar el escandaloso grito de sus compañeras, ella ni se inmutó siquiera. En un principio no le tomó demasiada importancia, total era otro simple docente aburrido como todos los demás; sin embargo, con el pasar del tiempo lo llegó a detestar, no solamente porque odiaba esa materia, sino por esa forma de ser tan... tan relajada. Eso la exasperaba y no lo soportaba. Inclusive, llegó a comportarse de manera grosera e indiferente; aunque de nada le sirvió, a cambio él se mostró paciente pero también firme e inquebrantable, haciéndola rabiar en más de una ocasión por su mala conducta, Akiyama nunca se intimidó por su actitud y eso le molestaba a Rika sobremanera.

Fueron meses largos, con interminables dolores de cabeza, castigos, rabietas... por fortuna, su papá lograba calmar esa furia.

"Pobre del profesor Akiyama" le decía siempre su progenitor divertido porque Ryo tenía que lidiar con el fuerte carácter que se cargaba. Ella simplemente ladeaba la cabeza molesta de tener que escuchar el nombre de su verdugo.

Una lagrima traicionera resbaló por su mejilla, Rika jamás auguró el día que su vida cambiaría, dando un giro de 360 grados al recibir la fatídica noticia de que su padre había muerto trágicamente en un accidente automovilístico.

Flash back

Rika corría sin rumbo, las heladas gotas de lluvia azotaban sin piedad su cuerpo y se confundían con el torrente río de lágrimas que fluían de sus ojos violetas.

¿Porque? ¿Porque la vida era tan cruel... tan injusta?

Todo su mundo se desmoronó en un segundo y sucedió tan repentinamente que no se dio cuenta a que hora huyó de casa sin saber a donde ir. Todavía tenía presente el grito de dolor de Rumiko y la sensación del enorme vacío en su ser a pesar de estar en los maternales brazos de su abuela quien no dejaba de apretarla contra su pecho.

Su padre, alguien a quien ella consideraba un gran ejemplo y a quien admiraba mucho, partió de este mundo dejándola huérfana y sin sus sabios consejos.

No supo cuanto tiempo vagó entre calles y edificios. La lluvia había mermado y no le importaba que la vieran como a una loca sucia, desorientada y empapada de la cabeza hasta los pies. Cojeaba levemente después de sufrir una caída mientras corría, por eso su aspecto dejaba mucho que desear, se abrazó a si misma al sentir el aire gélido del ambiente ocasionando que sus ojos se empaparan nuevamente. No fue sino hasta que sintió una presencia a su lado y un paraguas sobre ella, volteó confundida encontrándose con la mirada azulada y preocupada del hombre que menos quería ver.

– ¿Estás bien?

Rika no le contestó, agachó la cabeza mirando los charcos de agua en el asfalto que parecían lo más interesante del mundo y se distorsionaban debido a las gotitas que todavía caían.

Pescarás un resfriado si no te cambias de ropa, Makino. Mi departamento no queda lejos, es más, está justo en frente de nosotros.

La chica alzó la vista distinguiendo el imponente edificio de varios pisos al otro lado de la carretera. Ryo no esperó a que le contestara y la tomó del codo guiándola silenciosamente a su piso. Ella no protestó, estaba tan destrozada como para reclamarle tal osadía.

El joven profesor ingresó a su morada junto a su acompañante. No era correcto, lo sabía, además de ser muy mal visto que una estudiante estuviera a solas con su profesor y encima en su casa; no obstante la ocasión lo ameritaba. Presuroso, se encaminó al cuarto de baño seguido por la joven quien parecía un zombie andante y abrió el grifo llenando la tina de agua caliente.

– Toma un baño, lo necesitas. Puedes poner la ropa húmeda en aquella cesta y me la dejas afuera. Te daré algo seco en seguida.

Rika oyó el sonido de la puerta cerrarse tras de si, quedándose completamente sola, tiritó y estornudó. Mecánicamente, se dio a la tarea de desvestirse, ni siquiera sabía porque lo hacía en un lugar ajeno, solo quería deshacerse del peso extra generado por la lluvia. Luego, procedió a internarse en el agua deseando que todo ese líquido borrara aquel amargo dolor atorado en su garganta. Abrazó sus rodillas y sin poder evitarlo sollozó silenciosamente.

Ryo buscaba y rebuscaba alguna prenda que le pudiera quedar a su alumna, nada, así que optó en prestarle una camiseta negra que ya no usaba pero que aún guardaba. Agarró una bata de baño y se dirigió a donde ella.

Tocó varias veces sin recibir respuesta, abrió la puerta y con cuidado de no incomodarla, colocó la muda seca en el interior visualizando enseguida el montículo de ropa mojada, no tardó en echarla a la secadora. Pronto se fue a preparar algo caliente, el clima se tornaba cada vez más frío.

La joven pelirroja a duras penas escuchó el murmullo de una voz masculina desde algún lugar, totalmente absorta en su mundo de inmensa tristeza y sufrimiento, pensaba en sumergirse y no salir nunca... suspiró desechando esa idea al instante, su madre y su abuela la esperaban y seguramente muy preocupadas por su paradero, no podía dejarlas solas.

Se incorporó lentamente dejando que el agua escurriera por todo su cuerpo desnudo, corrió la cortina de baño, salió con cuidado de la tina advirtiendo la muda de ropa seca dispuesta en un rincón de la habitación. Se secó cansina y se puso la camiseta, le quedaba enorme y desprendía ese olor característico del profesor Akiyama, frunció el ceño cayendo en cuenta que se encontraba en el departamento de su maestro. No tuvo más remedio que ponerse la bata afelpada de baño y salió sin importar nada.

– Hey, Makino – habló el moreno en cuanto la vio salir – Que bien que ya has terminado, toma una taza de chocolate caliente en lo que se seca tu ropa. Es para que entres en calor.

– ¿Porque se toma tantas molestias? – le dijo cortante sin moverse de su lugar.

– ¿Disculpa?

– Ni siquiera me conoce.

– Claro que te conozco, eres mi alumna y una muy caprichosa.

– Eso, soy su alumna. No su hija, ni su amiga, ni mucho menos su novia. Usted no tiene porque entrometerse en mi vida.

El castaño contó hasta tres cansado de las rabietas de la joven.

– Escucha, yo no podía dejarte así como así, sobre todo en esas condiciones. Si está en mis posibilidades, es mi deber estar al pendiente de todos ustedes y aunque no lo creas, lo hago con todo gusto. No puedo abandonarlos a su suerte cuando me necesitan... Me preocupan – susurró él.

La chica se le descompuso el rostro y no aguantó más. Rompió a llorar hincándose en el suelo, dejando salir todo el cúmulo de emociones que trataba inútilmente de contener.

– Mi padre... mi padre está muerto – soltó al fin, intensificando su llanto y en consecuencia Akiyama abrió desmesuradamente los ojos.

Su voz entrecortada y el temblar en su cuerpo eran tan notorios. Ryo no se lo pensó, se acercó a ella y con toda la delicadeza del mundo la abrazó mostrándole con ese gesto un poco de consuelo y apoyo en esos momentos de dolor para la chica. No dijo nada, simplemente dejó que su alumna llorara en su pecho y ella sin pensarlo se acurrucó aún más a él.

Fin del flash back.

Despertando de sus memorias, la pelirroja abrió los ojos, hace tanto tiempo de aquel acontecimiento. Se acordó que después de llorar un buen rato, esa misma tarde, Ryo la acompañó hasta su casa y estuvo con ella y su familia toda la noche velando el cuerpo de su padre, ni se diga de los días posteriores al funeral. Desde esa vez comenzó a verlo de diferente manera, no en un sentido amoroso, sino que empezó a respetarlo como persona y profesor. Ya con el pasar de los días, se animó a poner mayor atención a sus clases y para sorpresa del moreno, se atrevió a pedirle una que otra asesoría, la informática nunca fue su fuerte pero deseaba aprobar esa materia.

Salió de la cama, encaminándose a la cómoda donde descansaba el retrato de ellos dos juntos en el parque, justo el día que inició la universidad y ya no tenían que esconder su relación, una relación que floreció debido a la mutua compañía y que comenzó a finales de su ultimo año de preparatoria. Acarició su vientre plano y rememoró el día en que sus sentimientos por él los fue descubriendo poco a poco.

Flash back.

Rika guardaba a regañadientes toda su ropa regada en el tatami, su madre y la insistencia de tener ordenada su habitación. Rodó los ojos y no le quedó de otra que seguir recogiendo todo ese reguero acumulado. Al estar acomodando, alzó inconscientemente la vista encontrándose con el retrato de ella y su padre, sonreían felices a la camara. Lo extrañaba, extrañaba esos días en su grata compañía... solo quedaban sus recuerdos. Suspiró nostálgica apartando la vista, todavía la herida seguía reciente como si hubiera sido ayer pero ella era fuerte.

Continuando con su labor, notó entre su ropa una camiseta negra que reconoció en un santiamén. La sostuvo entre sus manos evocando lo sucedido hace casi un año, cuando el profesor Akiyama la encontró en un deplorable estado y la acogió en su hogar. Nunca imaginó que en consecuencia a la muerte de su padre, ella tuviera una especie de amistad con su profesor. Ryo Akiyama fue el único aparte de su madre, su abuela y su querida amiga Juri, que la ayudó poco a poco a salir de aquel hoyo depresivo. Rozó la tela negra con sus dedos y sonrió, jamás olvidaría su noble acción.


– ¿Makino?

– Vengo a entregarle esto, disculpe la tardanza y las molestias ocasionadas aquella vez.

Ryo sonrió apenado, la verdad ni se acordaba de esa camiseta negra.

– No hay necesidad que me la entregues, puedes quedártela.

– ¿Está loco o que? Akiyama ensanchó su sonrisa.

– ¿Tienes idea de cuantas veces me has llamado loco? Creo que de todas las estudiantes, tu eres la única que usa esos apelativos conmigo. Que cruel eres – mencionó con fingida tristeza Y no, no estoy loco, es solo que ya no hago uso de ella. Puedes regalarla si quieres.

– Si que es raro, no se porque perdí mi tiempo en venir hasta acá.

Rika se dio la vuelta ofendida y ella que venía en son de paz. Aunque su relación de alumna profesor haya mejorado, a veces el muy cretino la sacaba de sus casillas.

– ¡Espera! – la detuvo él y la joven obedeció sin saber porque ¿Como estás?

La chica entendió a que se refería, aquella pregunta la agarró con la guardia baja. Cerró lo ojos y dirigiéndose hacia el hombre, sonrió triste pero decidida.

– Pueden pasar años y aún así nunca olvidaré a mi padre. Lo extraño y creo que jamas dejaré de hacerlo... Usted ha sido una gran ayuda todo este tiempo para conmigo y en verdad le estoy muy agradecida por todo su apoyo... Gracias.

Hizo una ligera reverencia y Ryo de inmediato se sonrojó, alzó la mano a la altura de su cabeza sonriendo nerviosamente.

Rika levantó la mirada e igualmente se ruborizó. Últimamente le ocurría a menudo sonrojarse y ponerse nerviosa ante la presencia de su maestro y esa tarde no fue la excepción. Esa sonrisa y verlo tan informal, con la camisa arremangada hasta los codos, su corbata a medio hacer, su cabello castaño rebelde alborotado y esos anteojos le daban un aire de sabelotodo muy sensual. Carraspeó para volverse a inclinar e irse rápidamente dejando a un anonadado castaño en la entrada de su departamento.

Lo maldijo mil y una veces apresurando el paso ¿Porque de repente su corazón dio un vuelco? Es cierto que todas sus compañeras suspiraban y soñaban con ese apuesto profesor y nunca logró comprender porque tanto alboroto cuando el hacía acto de presencia. Por muy ruda que fuera, ella no lo veía como si fuera un objeto, un dulce o algún trofeo porque vaya que todas esas chicas de su clase y de casi todo el instituto se peleaban por él y hasta cartas de amor le llegaban. Pobre. No comprendía del todo que le sucedía o tal vez si y no lo quería admitir, ella empezaba a sentir maripositas cada que él le impartía asesorías y esas maripositas se acrecentaban al contemplarlo tan cerca explicándole detalladamente cada cosa que no entendía... Ese día, con tan solo verlo fue inevitable sentir una especie de calorcito en su corazón.

Por su parte, Ryo se encontraba confundido, él ya estaba acostumbrado el asedio de todas esas chiquillas empalagosas y que por obvias razones las ignoraba pero con Rika Makino era diferente. En un principio, su actitud ruda y desafiante le sacaron canas verdes; sin embargo sabía lidiar con ese tipo de situaciones, no se iba a dejar amedrentar por una niña caprichosa. Ahora, esa niña lo tenía a su merced, aunque niña no tenía nada, no sabía que le sucedía pero cada día que pasaba la encontraba más bonita... Negó varias veces con la cabeza ¿En que diablos estaba pensando? ¿Porque de repente se comportaba como un adolescente? ¿Como podía gustarle una chica de preparatoria? él era un hombre hecho y derecho, mucho mayor, vaya... su maestro.

Aunque siendo honesto, se sentía muy bien a su lado, no quería sonar un pervertido ni nada pero de entre todas las mujeres con las que había salido y conocido, Rika en verdad le atraía, poseía una belleza sin igual y no era como las demás jovencitas. Tampoco podía sacarse de la cabeza esa mirada misteriosa e hipnotizante, las asesorías eran una muy buena excusa para admirarla, se sorprendía lo mucho que ella se concentraba si se lo proponía y esos ojos de ese hermoso e inusual color amatista le cautivaban sobremanera. Estaba perdido. Ryo Akiyama no sabía que hacer.

Con el pasar del tiempo, su amistad fue fortaleciéndose, así como los sentimientos que los dos trataban de ocultar iban en aumento; esos pequeños detalles, las largas conversaciones, los encuentros fortuitos... hasta que se convirtieron en un amor puro y prohibido. Ambos callaban, la atracción entre ellos se notaba a leguas, incluso Rika le propuso que la llamara por su nombre, a lo que él sin pensarlo aceptó, a la pelirroja le importaba un comino el que dirán, así que no se le hizo extraño tener esa confianza con él.

Hubo una ocasión, donde Rika desde la ventana de su salón lo sorprendió durmiendo en una banca en el patio. Ella simplemente se le quedó viendo deslumbrada por su apacible sueño, parecía un niño soñando después de jugar divertido con sus amigos. Observó entonces un libro que descansaba en su pecho, sabía de antemano que él gustaba de la lectura, ya que de vez en cuando les recomendaba leer algún autor o libro favorito. La presencia de un pajarillo posándose en la cabeza del moreno y empezando a acicalar sus cabellos castaños le sacaron una sonrisa y enseguida su corazón saltó al verlo frotarse los ojos. Se escondió rápidamente y sonrió divertida y porque no, intrigada de como sería verlo despertar todas las mañanas a su lado. Se abofeteó mentalmente ante tal pensamiento.


¿Una cena dice?

No se haga del rogar, profesor Akiyama y no acepto un no por respuesta, lo esperamos en casa. Con su permiso... ¡Nos vemos mas tarde, Rika chan!

La joven se sintió avergonzada. Rumiko dejó el aula contenta luego de invitar a cenar al joven y guapo profesor de su hija. Estaba feliz porque Rika iba bien en la escuela y todo gracias a su maestro, por eso en agradecimiento decidió prepararle un rico festín en su casa.

Disculpa a mi madre, a veces suele comportarse demasiado infantil.

– Descuida, Rika chan.

– Aish, eres un tonto.

Ryo estalló en carcajadas y Rika paró en seco volviendo a sentir ese vuelco en su corazón. Ya auguraba que iba a ser una noche larga.

Ese mismo día, después de la escuela, los dos se dirigían en silencio a la residencia Makino, de vez en cuando intercambiaban palabras, hablando de todo y de nada. El corazón de Rika martilleaba por lo que estaba a punto de hacer, se dio animo, ella no era una cobarde. Entonces sucedió lo impensado. La noche era cálida, los grillos cantaban, el parque se hallaba solitario, el lugar perfecto para una escena inesperadamente perfecta.

Rika no resistió y lo besó.

Continuará...


Tengo una debilidad por este tipo de tramas de alumna profesor, sonará muy cliché y todo pero lo decidí hacer. Espero les guste.

La escena donde Rika ve a Ryo dormir en una banca la saque del dorama japones SENSEI. No lo he visto, solo por partes pero esa escena me pareció graciosa y quise incluirla aquí omitiendo la parte donde le avienta el libro :3

Gracias por leer.

P.D. Espero no se confundan con los saltos de tiempo.