Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es completamente mía, queda prohibida cualquier adaptación. Todos los medios de contacto se encuentran en mi perfil.


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Duncan Laurence – Arcade

Cerré la puerta a mis espaldas.

En mi estómago, se asentó un sentimiento de opresión. Viejos recuerdos venían a mi mente. Sin embargo, no era momento de ahondar en ellos.

Mire a Kate.

Kate me regreso la mirada soñolienta.

Sus largas pestañas caídas apenas me dejaban ver sus ojos celestes.

Bella sostenía su mano derecha entre las suyas.

Avance hacia su cama y tome la otra. Bese sus nudillos y le mire por encima del dorso de su mano.

Su sonrisa, aun que intentaba ser tranquilizadora, fue todo lo contrario. Una lágrima se le escapo y resbalo por su mejilla.

—Gracias por lo que hiciste por mí. Me has salvado la vida.

—No tienes nada que agradecer, cariño. —refute— ¿Cómo te sientes?

—¿Francamente? —saco su mano de entre las mías para quitar el cabello que se hacía nudillos sobre su cuello. Bella se levantó y le ayudo gentilmente, palmeando sus manos para que dejara de esforzarse. Debía guardar reposo lo más posible. Su cabello quedo extendido sobre la almohada, creando un abanico de cabello rubio— Un poco destruida.

—Kate…

Esbozo una sonrisa triste.

—Mi bebé, yo lo mate. Mi cuerpo no funciona y yo lo sabía, pero creí que esta vez…

Bella la interrumpió.

—Tu cuerpo es perfecto, nena. La doctora Smith lo explico, estas cosas pasan. No es tu culpa.

Kate frunció el ceño, posando ambas manos sobre su vientre.

—No debí seguir con el embarazo.

No me contuve de preguntar.

—¿Por qué?

Bella me lanzo una mirada furiosa.

Inmediatamente me arrepentí de haber preguntado.

—Porque quería ser madre. Escuche su corazón latir y no podía pensar en otra cosa que en esforzarme por preservar su vida. Iba contra todo pronóstico. Fue contra todo, incluso mi relación con Irina.

—No tienes que hablar de esto. —Bella le dijo.

—De todos modos, ella y yo terminamos. Cuatro años tirados a la basura por los prejuicios de su familia. —se removió incomoda— No pueden aceptar que su hija sea homosexual.

—Son una basura.

—¿Y Irina?¿Sabe que estas aquí?

—Probablemente no, y no quiero que lo sepa hasta que esté lista. Necesito poner orden en mi vida…

—No puedes ocultárselo, Kate. —aunque no quería agobiarla, me vi en la necesidad de recordarle. Aquí estaba yo, el vivo retrato de lo que mentir y guardar secretos nos hacía a las personas.

—Y no lo hare, solo ocupo tiempo. —cambio de tema rápidamente, enviándonos la orden silenciosa de ya no decir nada más— ¿Puedo tener un poco de agua? Siento la boca como si trajera diez kilos de tierra.

Arrugo la nariz.

Escanee la habitación en busca de agua. Había una jarra sobre una mesita de madera. Me puse de pie, serví un poco dentro de un vaso y tome una pajita. La metí dentro del vaso y camine de regreso hacia la cama de hospital. Kate se inclinó sobre su costado y se apoyó en un codo.

Le ofrecí el vaso, dispuesto a darle de beber yo mismo, pero me rechazo con un simple gesto. Tomo el vaso entre sus manos y comenzó a tomar agua.

Bella acaricio su espalda para reconfortarla.

Después de terminar con el agua, me regreso el vaso y se dejó caer en la cama.

—Estoy exhausta y me duele horrores la cirugía.

Deje el vaso vacío en un mueblecillo al costado de mi asiento.

—¿Quieres que llamemos a alguna enfermera? —pregunte preocupado.

—No. —cerro los ojos, cabeceando— Creo que los medicamentos vuelven a hacer efecto, si caigo dormida y ronco, les doy mis disculpas de ante mano.

Bella dejo salir una risita, en el fondo, algo rota.

Kate cerró los ojos, pero aun así siguió hablando.

—Texas fue un asco, juro que no quiero volver a ese asqueroso lugar nunca. La familia de Irina me odia. Fiel y profundamente. —se encogió de hombros levemente— El sentimiento es reciprocro.

—Calma. —volví a sentarme al lado de su cama— No volverás a estar cerca de ellos.

—Gracias a Dios por eso.

No volvió a hablar y, en cambio, su respiración se fue haciendo más baja y pasiva. Su pecho bajaba y subía lentamente. La notaba más delgada, su rostro marcado por el filo de sus pómulos sobresalientes. Un frágil cascarón. Me pregunte cuanto tardaría en romperse. Porque entre más intentaba aparentar que se sentía bien, menos le creía yo.

Jale la manta sobre sus piernas y la cubrí hasta los hombros.

Note la mirada de Bella sobre mí, pero ambos nos mantuvimos callados. El silencio nunca fue malo entre nosotros cuando decidíamos hacer uso de el, ella sabía que necesitaba espacio, yo sabía que ella lo necesitaba. Era momento de estar y apoyar a Kate, nosotros quedábamos de lado.

Unos toques en la puerta nos sacó de nuestro cómodo silencio.

Emmett entro entre tropezones, intentando mantener en pie los cafés que traía entre manos.

Bella se giró y le hizo un gesto sobre sus labios.

—¡Emmett! Shhhh…

—Lo lamento. —susurro por lo bajo, dando cortos pasos para acercarse a nosotros— Traje algo de café. Creo que ninguno de ustedes ha probado bocado desde ayer.

Cierto. Seguramente Bella estaría destruida. La vi tomar entre sus manos el vaso de café que Emmett le ofrecía y soplar sobre la tapa donde salía un poco de vapor.

Me ofreció uno a mí y aunque lo acepte, lo deje de lado para que se enfriara. Odiaba las cosas demasiado calientes.

—Bella. ¿Quieres ir a comer algo con Emmett? Yo puedo quedarme con Kate.

Me lanzo una mirada suspicaz.

—¿Quieres que me marche?

—No es lo que estoy diciendo. —le respondí. Demonios, ¿es que no podía hacer nada bien? De alguna u otra forma, siempre la terminaba disgustando— Solo pensé… que… olvídalo.

—No. No. Lo lamento, estoy siendo grosera. Debe ser el cansancio y la falta de comida. —bajo la mirada y súbitamente se puso de pie— Te tomare la palabra. ¿Emmett?

Mi hermano se acercó a mi costado, golpeando con su codo mi hombro.

—¡Emmett! —me queje.

¿Es que no tenía sentido de la orientación?

Me ignoro y le respondió a Bella.

—Lo lamento cariño, pero Esme y Alice me trajeron algo de la cafetería. Pero… ¿Edward? ¿Por qué no vas con ella?

Bella lo miro interrogante. Mi hermano no era la discreción encarnada. Era evidente que trataba de que quien fuera con Bella. Esquive su codo antes de que volviera a golpearme.

—No tengo hambre. —mentí.

La verdad si tenía, y mucha, pero podía aguantar un par de horas y luego ir en busca de algo. Tenía la leve sensación de que debía darle su espacio a Bella.

Evite mirarla, sin embargo note que un leve rubor le subía del cuello a las mejillas.

—Puedes venir. Aprovechare y le hare una video llamada a Thomas. Podrías ver.

Mi corazón dio un salto dentro de mi pecho. Ver a Thomas por medio de una video llamada sonaba fantástico. No lo había visto desde que Bella regreso por él en medio de la madrugada el día anterior. En ese momento, preferí mantenerme en mi habitación y no hacer las cosas más dolorosas. Pero vi todo por la ventana de mi habitación y dolió como el infierno. Ver como Emmett le entregaba a los brazos de James a mi hijo.

—Ya ve de una vez. —dijo Emmett, prácticamente empujándome fuera de mi asiento.

Como dije antes, nada de discreción.

Bella paso su peso de un pie a otro antes de preguntarme:

—¿Vienes?

—Vamos.

Le pedí a Emmett que cualquier cosa me llamara y que si Kate despertaba, le avisara que no tardaríamos en volver.

Al salir de la habitación, no pude evitar hacer un comentario sobre mis últimos pensamientos.

—Ayer te llevaste a Thomas sobre la madrugada. Creí que lo dejarías un poco más en casa.

—Lo hubiera hecho. —coincidió ella, acariciando sus brazos de arriba abajo. Me pregunte si tendría frio. Lamente no tener una chaqueta a mano— Pero Thomas estaba asustado, supuse que despertar lejos de mí y aunque sabe que es la casa de la abuela Esme, un lugar que no era casa después de lo que paso, podría ser estresante para él.

Comprendí su punto.

—Aún es muy pequeño para entender muchas cosas.

—Lo es.

Bella suspiro.

—No quiero que pienses que quiero seguir alejándolo de ti. Lamento si te di esa imagen. Pensé en llamarte pero supuse que estarías dormido.

—Lo intente, pero no pude dormir mucho durante la noche.

Bella apunto a una señal que decía "cafetería" en letras formales y giramos en la dirección que señalaba.

—Yo tampoco. Renne se marchó por la mañana.

Detuve mi caminar en seco.

—¿Llevaste de nuevo a Thomas con ella?

—¿Qué? —se desconcertó, parando su andar también— ¡No! ¡Claro que no!

No quería a esa mujer cerca de mi hijo. Su porquería no lo volvería a tocar.

Se lo dije.

—No la quiero cerca de Thomas.

—Edward. —abrió los brazos— Es mi madre.

—Y no la conoces. ¿No te dice algo lo que te conté?

—Me dice mucho, pero tenía que hablar con ella.

—No cerca de mi hijo. —hable por lo bajo.

Abrí y cerré mis manos.

Bella me miro de una manera significativa, pero sin decir nada.

—¿Qué? —le pregunte mordazmente.

Trate de modular mis emociones. No quería dar marcha atrás a este acercamiento que habíamos logrado tener en las últimas horas.

La necesitaba cerca, no lejos por mis cambios de humor.

—Es la primera vez que te escucho referirte a Thomas así.

Fruncí el ceño confundido.

—Estoy seguro que no es la primera vez. Es mi hijo también, Bella. Y le quiero.

—Lo sé. —se encogió de hombros, desviando la mirada— Quizás sea solo yo. Estoy muy susceptible. —cerro los ojos y tallo su rostro— ¿Estaría bien para ti si hablamos después de comer? De verdad necesito poner algo de comida en mi sistema y quiero llamarle a Thomas. Apenas me vio esta mañana antes de que lo llevara de vuelta a la casa de tus padres.

Acepte y le hice una seña para seguir caminando. Casi sin darnos cuenta nos habíamos detenido en medio de un pasillo atestado de médicos, enfermeras y gente paseando. Seguimos avanzando a través del pasillo, hasta girar a una puerta.

A lo lejos, pude divisar una cabellera rubia rojiza.

Tanya hablaba con una enfermera, la que nos guio hasta su consultorio. En un momento, algo dijo la chica de aspecto bajo y muy morena, que Tanya rompió en carcajadas.

Debió sentir que alguien la observaba. Se topó con mis ojos y me sonrió amigablemente.

—Edward… —Bella me llamo ya adentro de la habitación que conformaba una pequeña cafetería— Date prisa.

Se giró y fue hacia el mostrador,

Tanya se despidió con un gesto de adiós con la mano y partió con la enfermera. Ella le dijo algo y Tanya negó.

Otro minuto paso antes de que entrara a la cafetería.

Encontré a Bella sentada en una mesa. Escudriñaba algo entre sus manos, pronto me di cuenta que era un menú. Repase toda la estancia. Grandes ventanales, piso de madera oscuro y pantallas de plasma en la parte superior del mostrador, la pared de tras de un color amarillo chillante.

Era un lugar acogedor.

Tome asiento frente a Bella en la mesa.

—No hay mucho de donde elegir. —me paso el folleto— Pero creo que las ensaladas están bastante bien.

No me moleste en buscar algo para mí. Cualquier cosa valía.

—Comeré lo mismo. —deje el folleto de lado.

Mi teléfono vibro dentro de mi pants, me disculpe con Bella y lo saque de mis pantalones flojos. Era un mensaje de Emmett.

"Iré a casa para poder tomar un baño. Esme y Alice acaban de llagar, Esme se quedara con Kate y Alice vendrá a casa conmigo" —E.C.

Escribí de regreso:

"Comeré algo con Bella y luego pasare de nuevo con Kate para que Esme y Bella puedan ir a casa a descansar un poco" —E.C.

Él respondió inmediatamente.

"Está bien, volveré al anochecer para relevarte" —E.C.

Rodé los ojos.

"No es necesario" —E.C.

Me envió el sticker de un bebé enojado.

"Quizás Max no piense igual" —E.C.

Estuve de acuerdo y ya no le respondí. Últimamente no pasaba mucho tiempo con Max y eso me tenía consternado. Tal vez era un bebé pero se merecía tener un padre presente. No tenía una madre presente y yo necesitaba ocupar ese espacio en la medida de lo posible.

Mi pequeño y Thomas se merecían todo de mí.

—Te quedaste muy pensativo.

Sacudí mi cabeza.

—Lo lamento, me quede pensando en Max… en Thomas… —recargue mi cuerpo contra la mesa y pase una mano por mi cuello.

—Han sido muchas emociones en estos días. Ayer me excedí. —carraspeo— Te golpe, te grite, te maldije… dije muchas cosas que…

Me deje caer hacia atrás.

—Que sientes, Bella. Me odias y lo merezco.

Bajo la mirada y paseo sus dedos por líneas invisibles en la mesa.

—No te odio. No voy a negar que lo intente con todas mis fuerzas, lo que Clarie y tú hicieron…

Intente hablar, pero levanto una mano y me interrumpió.

—No importa. Realmente no importa, te casaste con ella. Pero el pasado es pasado y yo también cometí errores. Ocultarte la existencia de Thomas, pedirle a tu familia que me ayudase, es imperdonable. Me deje llevar por mi temperamento y por lo que vi ese día y no es ninguna excusa, pero estaba muy lastimada.

Escucharlo de su propia voz, me rompió el corazón.

—Sé que te lastime mucho, Bella. Toda la vida no me va a ajustar para pagártelo, puedo empezar con nuestro hijo. Quiero ser su padre, quiero que sepa que puede contar conmigo… llevarlo a su primer día de preescolar y que me cuente sobre sus travesuras, ayudarlo a limpiar sus rodillas cuando se caiga o recoger sus lágrimas cuando tenga pesadillas. Se merece todas las oportunidades que un Cullen tiene también.

Bella dejo caer su cabeza y cabizbaja, sus hombros comenzaron a temblar. Verla llorar me destrozaba.

—Cariño… —no pude evitar que la palabra escapara de mis labios.

—Te culpe. —limpio sus mejillas— Te culpe por todo lo que paso, era más fácil. Pero también fui mi culpa. Te deje cuando más me necesitabas, y no lo sabía, porque estaba demasiado ocupada regodeándome en mi dolor. Te hice sentir que tenías que cargar con lo que yo no podía cargar, nuestra relación iba en picada y no fui lo suficientemente fuerte para admitirlo. Me aterraba perderte, y sin embargo fue justo lo que sucedió. Cuando te fuiste, sentí que me moría, Edward. Aquí… —toco su pecho— Todo murió. Pero logre sobrevivir gracias a nuestro pequeño pedacito de cielo. Thomas fue mi luz entre tanta oscuridad. Nació tan pequeño, tan indefenso, pero a la misma vez tan fuerte. Él fue mi fortaleza. Y sé, dentro de mí, aunque estos últimos cinco años me he resistido…. que la tuya fue Clarie.

—Lo fue. —no sería justo si no hablaba con la verdad, así como ella— Fue una gran compañera, en mis días de mayor oscuridad, ella fue mi luz.

Sonrió llorosa.

—¿La amaste?

Mire mis manos, avergonzado de la respuesta.

—Puedes decírmelo. —acerco sus manos a las mías— No me vas a lastimar, Edward. Necesito escucharlo.

—La ame. —me esforcé por mirarle. Sus ojos chocolates me miraban tristes, entre lágrimas. Sus mejillas sonrojadas por el llanto— La ame de una manera diferente. Nos amamos como amigos, como compañeros, como marido y mujer. Perderla… ha sido lo más doloroso que he tenido que pasar después de perderte a ti. La gente de este pueblo… probablemente tenga la idea morbosa de que me case con ella porque era idéntica a ti, Bella. No merece que hablen así de ella, que se refieran a ella de esa forma. Ella merecía más, pero eligió quedarse a mi lado y darme un hijo. Quisiera decirte que no la ame, pero te estaría mintiendo y eso tampoco es justo para ti.

—A veces creo que nunca termine de conocerla. Creo que siempre la vi como una chica problemática, salvaje, drogadicta… permití que los demás influyeran en mi manera de tratarla. Cuando éramos niñas, la abuela Marie fue cruel con ella en muchas ocasiones, nunca la defendí. Para cuando intente ayudarle, ya era demasiado tarde, la brecha que había entre nosotras fue demasiado grande.

—Te amo. Mucho, Bella. Nunca fue su intensión lastimarte… ella…

Bella completo la frase por mí.

—Se enamoró de ti.

—Su amor siempre fue desinteresado, callado, calmo. El día de nuestra boda… —me detuve súbitamente.

—Continua. De verdad, quiero escuchar.

—El día de nuestra boda lo arruine. El cáncer todavía no se iba del todo. Vomite en su vestido de novia. ¿Y sabes que hizo ella?

Bella se rio.

—Seguramente algo increíble.

—Se cambió con ropa de deporte por un chándal y una blusa sport que decía. "Nunca sabes lo mal que sale tu boda hasta que tu esposo te vomita en el vestido de novia" Lo escribió con rotulador.

Lanzo una carcajada.

—Esa era mi hermana. —la diversión desapareció de su rostro— Y la perdí. Nos hicimos tanto daño. Visite su tumba, ¿sabes? El día del funeral.

El recuerdo de una chica en medio de la lluvia, dejando flores sobre la tumba de Clarie, me inundo.

—¿Eras la chica del chaquetón largo?

Asintió.

—Le lleve rosas rojas. Sus favoritas.

—Te vi. Mande a que rodearan su tumba de rosales de rosas rojas antes de venir a Forks. —una lágrima escapo de mis ojos, bajando por mi rostro hasta caer—Le hubiera encantado vernos así. Hablando. Siempre se sintió culpable.

—¿Algún día podremos volver a ser felices? —se abrazó a si misma— ¿Algún día podremos librarnos de nuestros malas decisiones?¿De los secretos y mentiras que nos rodean?¿Encontrar el perdón?

Pensé sobre ello.

—Creo en ello. Ya hemos dado el primer paso.

—Cuando se asienten las cosas, quiero decirle a Thomas que eres su padre, y si así lo quieres, podemos comenzar con los trámites para que tenga tu apellido.

Le agradecí internamente.

Estire mi mano, poniendo la palma boca arriba.

Ella estiro titubeante su mano. Sus dedos se posicionaron contra los míos, palma con palma. Nuestras manos embonando como un perfecto puzzle. Nuestros ojos conectaron, chocolate contra verde, reforzando la unión de nuestros cuerpos. Todo a nuestro alrededor desapareció.

Nos quedamos en nuestra burbuja.

Y entonces me hice una pregunta interna.

¿Cómo podría dejarla ir de nuevo?

Verla casarse, tener más hijos, darle su amor a otro hombre. Sí, yo era un mundano, un hombre que se había dejado llevar por sus instintos de supervivencia más básicos, había errado, me equivoque de las maneras más crueles, lastime a la persona que más he amado en mi vida, me aferre a las manos equivocadas y en un intento por protegerla al amor de mi vida, había cortado sus alas. Todos dicen amar, pero no es hasta que te destruyes a ti mismo con tal de no destruir al objeto de tu afecto que sabes lo que realmente significa. Ahora lo veía, nadie más que Bella era capaz de quebrantar mi alma.

Ella era y siempre seria mi vida misma. Y estaría dispuesto a arder en el más oscuro de los infiernos, si con ello podía garantizar su felicidad.

Y si ella era feliz con James, yo lo aceptaría.

En cambio, yo la velaría. Velaría su felicidad. Ese sería mi castigo.

Pero siempre tendría incrustado en mi corazón el recuerdo de nuestro amor. El se aferraba a mi alma, viviendo en lo más profundo de mí ser. Pelee una guerra y salí perdedor, pero me aseguraría que ella saliera ganadora.

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"He desperdiciado todo el amor que guarde. Siempre hemos sido un juego perdido. Soy un chico de pueblo en un gran arcade y me volví adicto a un juego prohibido. Todo lo que sé, todo lo que sé. Es que amarte es un juego perdido"

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Un punto importantísimo para que Bella y Edward puedan superar el pasado es este capítulo. Muchas lo esperaban, otras tantas no. Al fin abrieron sus corazones y dijeron la verdad, hablaron sin tapujos, todo para llegar a un equilibrio que les permita criar al hijo de ambos. Si de algo pueden estar seguras es que Edward y Bella aman muchísimo a Thomas, por eso Bella está dispuesta a dar un paso adelante y superar el pasado de una vez por todas. Edward desea lo mismo, aunque esta consiente que recuperar a Bella es prácticamente imposible y sobre todo, está dispuesto a no interferir en su camino para ser feliz con James. ¿Pero realmente Bella es feliz del todo? O como Edward, simplemente se tuvo que sobreponer a como pudiera por la pérdida del amor de su vida.

Las leo en sus reviews siempre y no lo olviden: #DejarUnReviewNoCuestaNada.

Ariam. R.


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