Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.
Link del blog: https (dos puntos) / / caranofiction (punto) wordpress (punto) com
Capítulo 31
EPOV
No me sorprende demasiado cuando Bella se une a mí un rato después en la entrada, el monitor de Emilia en mano.
—¿Puedo sentarme contigo? —pregunta con timidez.
Asiento bajando mi barbilla y sacudo unas cenizas de mi tercer cigarrillo.
—Vas a tener frío —mascullo, mirando hacia la calle. Ella solo tiene puesto mi sudadera, y aunque le llega a la mitad de sus muslos, no es suficiente para octubre. Ni siquiera cuando levanta sus rodillas y cubre sus piernas con la tela.
—Tenemos que hablar de esto —ruega suavemente.
—No hay nada de qué hablar —discuto—. No... —Mierda. Lamo mis labios y doy una calada al cigarrillo, luego exhalo el humo en el aire—. No cuenta. —Eso podrá haber sonado infantil, pero así es como me siento, diablos—. Él no me hubiera contactado si no fuera por ti. Es por ti.
—Edward. —Me dedica una mirada—. Déjame preguntarte una cosa.
—Adelante —respondo con sequedad.
—Estamos hablando de tu papá, y... —Ella resopla y pasa sus dedos por su cabello—. ¿Puede alguien hacer que Ed haga algo? —La ceja está arqueada y cargada.
Parpadeo, procesando.
Ella tiene sentido, hombre.
Hago una mueca.
Regla Masen Número Uno: Nunca cedas o te rindas.
Regla Masen Número Trece: No te dejes pisotear.
Regla Masen Número Veintiuno: Vence a los matones.
Mi papá no cede ni se rinde. Él no se deja pisotear. Y... echo un vistazo a mi esposa; bueno, ella no ha vuelto a casa con un ojo morado, así que dudo que lo haya intimidado para que hiciera algo.
Aunque creo que él inventó la regla número veintiuno cuando Alec era un niño y vino a casa con un ojo morado. O sea, le dio permiso a Alec para que golpeara al niño que lo atemorizaba. Así que no estoy seguro de que esa regla venga sin condiciones.
—Sabes que tengo razón, cariño —masculla Bella, trepándose sobre mi regazo—. Definitivamente lo he influenciado, le he hablado y he intentado hacer que te contacte, pero...
Lo entiendo. Al final, solo él puede acercarse o lo que sea. Y solo lo haría si él lo quisiera.
—Aún así —gruño.
—Tan terco. —Ella suspira suavemente y toca mi mejilla.
Aparto mi cabeza de su toque y la fulmino con la mirada.
—Sigo jodidamente furioso, Bella.
