DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XXXI
— Apoyo incondicional —
— Por siempre tomados de la mano así,
sigamos adelante firmemente.
La nieve cayendo y acumulándose con las huellas blancas.
Las dibujaremos caminando juntos, por siempre.
Silenciosamente tratamos de estar cerca.
Un poco más lento, vayamos a casa juntos. —
— Yuki no ashiato; L'Arc~en~Ciel —
Miró el cielo nublado, soltando un suspiro seguro de que una nevada se aproximaba, a juzgar por el frío que le calaba los huesos. Bebió un poco del té que había pedido mientras esperaba a quien lo había citado ahí, un tanto ensimismado al repasar los hechos de los días previos.
Su yerno se había marchado un par de días atrás, volviendo a Tōkyō para seguir haciéndose cargo de la estación de policía, pero se había preocupado de contactar ya a un abogado para iniciar los trámites del divorcio con su hija, quien parecía mucho más tranquila al haber enfrentado los hechos y que las cosas quedaran claras entre ellos. Kohaku también se veía aliviado de que su hermana ya no cargara con ese peso, y el ambiente en su casa era mucho más ameno de lo que había sido en mucho tiempo. Los amigos de la castaña también se habían ido el día anterior, aunque estuvo seguro de que Kagome deseaba quedarse, Sango le había dicho que no debía preocuparse, ya que todo estaba solucionándose de a poco, brindándole una serenidad que casi había olvidado. Y con todos esos cambios, él había recordado lo confortante que era ver a su familia feliz. Sonrió, eso era algo que no quería volver a perder.
—Buenas tardes, señor Shirō
Levantó la mirada al escuchar la voz grave de quien había pedido que se encontraran, viéndolo de pie frente a él, su semblante tan inflexible que parecía no tener sentimientos. Le hizo un gesto amable, mostrándole la silla que estaba frente a él.
—Buenas tardes, señor Osamu —lo saludó con una sonrisa —. Tome asiento, ¿quiere servirse algo?
—Pediré un café, gracias. —Respondió, haciéndole señas a la mesera para que tomara su orden y luego volvió a mirar fijamente al señor Kuwashima, entrecerrando las cejas. —Supongo que sabe por qué le pedí que nos reuniéramos hoy.
—Bueno, tengo una idea, sí —hizo la reflexión de forma casual, como si fuese algo sin mucha importancia —. Y, si es lo que estoy pensando, creo que pierde su tiempo.
—¿Por qué lo dice? Es necesario que hablemos sobre el inapropiado comportamiento de su hija —informó casi de golpe, demostrando algo de molestia al notar que su compañero no mostraba la misma preocupación que él —. No sólo está deshonrando a mi familia, sino a la suya también. ¿Acaso se lo va a permitir?
—Ya he intervenido lo suficiente en su vida, y sólo logré hacerla infeliz —reveló, bebiendo tranquilamente su té —. No quiero volver a verla llorar por algo que yo causé.
—¿Realmente cree que va a ser feliz con ese sujeto? —Hizo un gesto despectivo, evidentemente en desacuerdo con la relación de Sango y Miroku. —Él ya ha demostrado no ser suficiente para ella, y eso sin mencionar la incompatibilidad profesional que tienen. Creo recordar que Kuranosuke nos había comentado lo mujeriego y vividor que era incluso cuando iba a la Universidad…
—Lo era, sí —sonrió nuevamente con calma, no iba a mentir sobre el pasado de Miroku —. Fue una de las razones por las que no me agradaba que Sango estuviera con él, debo admitirlo. Pero cambió, durante su noviazgo con ella, su conducta no fue impropia.
—Sí, supongo que por eso ella lo dejó… ¿no?
—Las razones por las que ellos terminaron separándose hace años fueron muchas, y me arrepiento de haber estado involucrado en ellas, al punto de empujarlos a alejarse de esa forma. No quiero volver a cometer el mismo error.
El señor Takeda negó con un gesto mientras recibía su café, bebiendo un poco antes de agregar algo más, se notaba que no iba a dejar el tema tan fácilmente.
—No creo que sea un error buscar lo mejor para nuestros hijos —dijo por fin, su mirada aún severa —. Y, en ese momento, usted sabía que ese tipo no la haría feliz, que sólo le traería problemas. ¿Por qué las cosas serían diferentes ahora? Se suponía que tenían una relación firme, y aún así, no fueron capaces de superar los conflictos que tuvieron y que desencadenaron su quiebre.
—Antes, no contaban con mi apoyo. Sé que uno de los conflictos que existía, era que yo no lo aprobaba. Eso ya no es así, porque sé cuánto ama Miroku a mi hija…
—Si realmente la amara, no la habría difamado de esta forma.
—No conoce todo el contexto, y creo que tampoco es necesario que lo sepa. Sólo diré que fue una decisión que ambos tomaron a consciencia.
El hombre soltó un suspiro cansino, volviendo a beber café y sopesando sus opciones, parecía que estaba analizando qué decir a continuación. Luego de unos segundos, volvió a negar con un gesto, hablando de nuevo.
—Bien, no necesito los detalles en realidad. Es suficiente con saber la deshonra que sufrimos, tanto ustedes como nosotros. Pero creo que debemos evitar más problemas, la vergüenza que significa para Sango que esto se sepa…
—Es algo con lo que ella está dispuesta a lidiar, y tiene mi apoyo.
—Shirō —esta vez no usó honoríficos, el nombre a secas logró que el aludido pusiera toda su atención a él, porque era demasiado inusual que le hablara de esa forma —. Este no es un juego infantil, y tú eres el responsable de mantener el honor, prestigio y decencia de tu familia, el legado de tu apellido. ¿Vas a permitir que sea éste? ¿Que, cuando se hable de la hija mayor de los Kuwashima, los rumores sobre su indecencia y descaro sean los que la identifiquen? ¿Que sus hijas sean reconocidas como bastardas, que se la enjuicie en un divorcio por su infidelidad? Perderán el respeto que tiene tu familia, además de la propiedad en la que actualmente viven, porque no tiene el derecho de pedirla… ¿Acaso es esto lo que hubiesen querido tus padres?
El señor Kuwashima apretó los puños, sintiendo el veneno en las palabras, su interlocutor quería tocar las fibras sensibles en su intento por hacerlo reaccionar, y lo había hecho, porque no era ajeno a lo que podía ocurrir con el paso de los meses, los rumores y el desprecio que podía sufrir su familia no era algo que ignorara.
—Mis padres siempre quisieron que sus nietos fuesen felices —declaró, sonriendo con nostalgia al recordarlos y bebiendo de un sorbo lo que le quedaba a su taza —. Fue algo que aprendieron tarde, pero lo hicieron. Y sabemos todo lo que viene por delante, no es una sorpresa en realidad. Será difícil, pero no tanto como lo era ver la infelicidad y frustración en los ojos de Sango. Con el tiempo iremos viendo cómo enfrentar las situaciones que se vayan presentando, y sé que las superaremos, porque lo haremos juntos. Mi hija tiene todo mi apoyo, y es ella quien va a decidir sobre su vida de ahora en adelante. Ni tú, Osamu, ni yo, ni nadie le dirá qué hacer. Y espero que esto te quede claro, no deberías entrometerte más en sus vidas, porque te recuerdo que esta decisión no fue sólo de ella, Kuranosuke también está de acuerdo y quiere dejar de vivir esta farsa. Tu deber como padre es apoyarlo, en lugar de tratar de boicotear sus planes. Ahora, si no tienes algún otro tema distinto que tratar, debo irme. Adiós.
No esperó respuesta, despidiéndose con otra sonrisa y marchándose del lugar luego de dejar el dinero de su pedido más la propina encima de la mesa, porque no eran necesarias más palabras sobre lo errado que estaba al apoyar de esa forma a su hija, él sabía que esta vez estaba haciendo lo correcto y nada de lo que le dijeran iba a hacerlo cambiar de opinión, no volvería a fallarle a su familia.
Las risas infantiles inundaban el lugar, las gemelas jugaban con bloques construyendo una especie de fuerte en el que querían esconder a sus guardianes, muñecos que tenían la tarea de defender su creación de una malvada araña gigante, otro peluche que formaba parte de su colección. Kohaku y Miroku eran partícipes de sus planes, mientras Sango aprovechaba su disposición para cuidar de las niñas y estudiaba en un rincón de la sala; pronto se llevarían a cabo los exámenes de promoción y ella había perdido la oportunidad anterior de rendirlos, debido al cambio de prefectura. Sin embargo, su jefe le había informado que este año podría hacerlo y eso la emocionaba bastante, pero también le generaba algo de nervios lograrlo, junto con toda la situación que estaban viviendo. Habían decidido no bajar la guardia, manteniendo las visitas de Miroku y los encuentros entre ellos casi al mismo ritmo de antes, exceptuando los fines de semana, que habían acordado que él iría a la mansión cuando la castaña no estuviese de guardia, para que, de a poco, las gemelas se fuesen acostumbrando a su presencia, sin causar un cambio demasiado repentino en su rutina e intentando mantener un perfil bajo. La idea había surgido por la sugerencia del padre de la muchacha, quien la dio para evitar aún más problemas, y ellos le agradecieron la preocupación, tomando el consejo.
Luego de algunos minutos de intenso juego, la llegada del señor Kuwashima lo interrumpió, logrando que las niñas revolotearan alrededor suyo con entusiasmo, él las recibió gustoso y las entretuvo por un rato, hasta que decidió ir a preparar la cena, dejándolas nuevamente en manos de los otros dos varones presentes.
Pronto estuvieron comiendo, acompañados de una charla casual y animada, impregnada con una calma que a todos les reconfortaba. Al poco rato, la conversación se centró en las preparaciones para la celebración de las festividades de fin de año, ya que no querían dejar las cosas a última hora.
—InuYasha dijo que su padre le había ofrecido su casa para Año Nuevo —comentó Miroku la información dada por su amigo —. Como será difícil que pueda pedir permiso nuevamente…
—Es cierto, Kagome también me lo había dicho, como los departamentos son algo pequeños para todos… —Lo secundó Sango, meditándolo un segundo. —De todas formas, aún no estoy segura de ir. Se lo comenté a Kuranosuke, por si quería acompañar a las niñas, pero piensa que lo mejor es que lo pase con su familia. Sus padres aún siguen muy molestos…
—Bueno, los Takeda son conocidos por ser algo rencorosos y orgullosos —el abogado hizo una mueca, eso era algo sabido.
—Sí… También le pregunté si consideraba mejor que me quedara en su casa, como aún no han salido los papeles del divorcio… me dijo que no, prefiere evitar que tenga otro encuentro con ellos, porque está seguro de que seguirán insistiendo con lo mismo… —La castaña soltó un suspiro, parecía algo desanimada con la situación.
—Es verdad, hay que tratar de evitar otra discusión —el ojiazul le acarició la mano en una señal de apoyo —. Tendrás que quedarte en tu departamento, ¿no?
—Sí, es la mejor opción.
El señor Kuwashima y Kohaku los observaban con atención, el semblante pensativo y, en el caso del mayor, algo serio, de seguro estaba analizando la situación al ver que todo eso lograba que su hija se sintiera abatida. Negó levemente con un gesto, llamando la atención de todos, quienes se quedaron mirándolo con extrañeza.
—Ustedes sabían lo difícil que iba a ser esto, ¿no? —Preguntó, el semblante reservado reflejando la seriedad de sus palabras. —Tal como dijo Miroku, los Takeda son conocidos por ser rencorosos, no olvidan ni perdonan. Lo sé porque lo he visto. Y ahora están muy molestos porque esto es algo demasiado personal, no van a dejar el tema de lado hasta que sientan que pagamos el precio de nuestras acciones. No estoy preocupado por mí, porque es probable que los golpes más fuertes los reciban ustedes. ¿Están preparados para eso?
Miroku y Sango apretaron los puños, ella desvió la mirada de la de su padre, él en cambio, la mantuvo fija en sus ojos, en una muestra de decisión y entereza porque conocía las posibles consecuencias de sus actos.
—Por mi parte, no me arrepiento de esto y sé todo lo que puede pasar. Estoy dispuesto a enfrentarlo, fue una decisión que tomé cuando acepté ser el amante de Sango, no voy a dudar ahora.
—Miroku tiene razón… ambos éramos conscientes de las repercusiones que podía traer nuestra relación y aún con todo lo malo que podía ocurrir cuando se supiera la verdad, nos mantuvimos firmes. Debemos aceptar lo que venga —ella apoyó las palabras del abogado, volviendo a mirar a los ojos al mayor.
—De acuerdo, si son conscientes del alcance de sus actos y las secuelas que pueden sufrir, sólo puedo seguir a su lado sin vacilar —sonrió levemente, sabía que iban a necesitar todo el apoyo que pudieran tener de ahora en adelante.
—Muchas gracias, papá. Esto sería mucho más difícil si no contáramos contigo… Y a ti también, Kohaku. Gracias a los dos por comprender la situación, no juzgarnos y apoyarnos…
—No es nada, hermana. Sólo queremos que sean felices —el menor les sonrió con cariño, gesto que ambos devolvieron.
—Para nosotros es mucho.
—Lo sabemos, descuida —respondió el señor Kuwashima al ojiazul, también con una sonrisa.
Siguieron cenando en ese ambiente familiar, con la tranquilidad que la sinceridad les daba, porque ya no había mentiras ni máscaras, ahora podían sentirse libres de mostrar sus sentimientos, aún con todo lo que eso podía significar, era preferible a vivir la tormentosa mentira que experimentaban antes.
Abrió la puerta e ingresó al interior del inmueble, la oscuridad ocasionada por las ventanas y persianas cerradas causó que tardara un par de segundos en acostumbrarse para poder ver el interior, pero dibujó una sonrisa de medio lado al observar los muebles cubiertos por tela para su protección, el polvo acumulado en las superficies era la prueba de que hacía mucho tiempo que nadie había estado allí. Le hizo un gesto a su hermano para que esperara mientras ella abría las persianas, dejando que la luz del día iluminara la sala antes de que Kohaku ingresara, mirando el interior con algo de nostalgia, al igual que ella.
—No pensé que fuera a estar tan polvoriento —comentó, negando con un gesto —. Sé que no se ve muy acogedor ahora, tendré que trabajar en eso, pero pronto lucirá de nuevo como mi hogar.
—Puedo ayudarte en eso, así seguro Mao y Mei se sienten a gusto cuando lleguen —propuso el universitario, sonriendo alegre —. ¿Qué dices, nos ponemos manos a la obra?
—Por supuesto que sí.
Con una sonrisa, ambos comenzaron a acomodar el lugar, aprovechando el tiempo que tenían mientras su padre iba por provisiones junto con las gemelas, pues no tenían nada en la despensa. Ellos limpiaron el polvo y descubrieron los muebles, guardando las fundas y ordenando el departamento, hasta que decidieron tomar un descanso un par de horas después, sentándose a servirse una merienda en uno de los sofás cuando sólo faltaba ocuparse de las habitaciones.
—Vaya, hace tiempo no venías, ¿verdad? —Preguntó de forma casual él, observando la sala con más melancolía que antes, ya que ahora le traía más recuerdos.
—Sí, desde que me casé —se formó un nudo en su garganta, recordando todos los momentos vividos allí, tanto alegres y dulces, como amargos y tristes. Soltó un suspiro —. La madre de Kuranosuke incluso me había aconsejado venderlo…
—¿En serio? Nunca lo comentaste…
—No, porque nunca fue una opción. Le dije que no iba a vender un regalo de papá, además podría heredárselo a las gemelas a futuro… —Sonrió al recordar que su padre le había regalado el lugar cuando se graduó de la escuela secundaria superior y manifestó su deseo de unirse a la policía y formarse en la prefectura de Tōkyō, hacía bastantes años ya, y en compensación al hecho de que Kohaku heredaría la propiedad familiar que estaba en las afueras de Kyōto.
—Y, de cualquier forma, es tu decisión. Por lo menos ya no tendrás que soportar más sus intromisiones no deseadas…
Sango sonrió, su hermano tenía razón y por sí sola la idea era reconfortante, le quitaba un peso de encima bastante grande.
—Bueno, es verdad —respondió, luego miró la hora e hizo una mueca —. Por cierto, papá debería haber llegado ya, ¿no? No tendría que tardar tanto con las compras…
—Ya sabes cómo es papá, a veces no logra decidirse entre una cosa u otra —Kohaku se encogió de hombros, restándole importancia a la preocupación de su hermana.
—Tienes razón, pero las gemelas no deberían estar fuera tanto tiempo… —Soltó un suspiro, quizá estaba exagerando, aunque prefería ser precavida. Estaba pensando en llamar a su padre, cuando su móvil comenzó a sonar con una llamada entrante de su mejor amiga. Le hizo un gesto a su compañero antes de contestar —. ¿Si, Kagome?
—¡Sango! ¿Cómo están? ¿Llegaron bien? ¿Todo en orden? —Las preguntas fueron como una avalancha, sacándole una sonrisa a la castaña.
—Estamos bien, y sí, todo en orden. Sólo esperamos a papá, se iba a encargar de las provisiones pero aún no ha llegado… —Respondió, volviendo a mostrarse algo impaciente por eso.
—Oh, seguro no tarda. Podrías enviarle un mensaje o llamarlo, quizá tuvo algún problema…
—Sí, lo llamaré para quedarme más tranquila…
—Yo lo hago, para no interrumpir tu charla —Kohaku le hizo un gesto mostrando su móvil mientras se ponía de pie —. Y aprovecharé de ordenar mi habitación.
—De acuerdo, gracias —le respondió a su hermano, antes de volver a dirigirse a su amiga —. Kohaku le hablará. ¿Cómo están ustedes?
—Bien, aunque InuYasha parece estresado de tener que organizar la celebración de Año Nuevo —comentó, soltando un suspiro —. Le dije que podíamos hacerlo su madre y yo, pero insistió en participar…
—Tal vez quiere demostrarte que él también puede ser de ayuda —Sango lo pensó un momento, InuYasha a veces parecía molestarse cuando no podía participar de todo lo que hacía su esposa —. Aunque, si quieres, puedo intentar colaborar con él, para que no se frustre más de la cuenta.
—¿De verdad podrías hacerlo? No quiere que yo me involucre, dice que ya tengo suficiente que hacer con organizar la cena…
—Claro, no tengo problema, yo me hago cargo.
—Gracias, eres la mejor —la azabache se mostró notoriamente aliviada con la propuesta de su amiga, lo que le sacó una sonrisa a Sango —. Por cierto, ¿cuándo llega Miroku?
—En dos días más, tiene algunas reuniones y no pudo postergarlas —hizo una mueca de abatimiento, aunque comprendía las responsabilidades del abogado, no podía negar que hubiese preferido que viajara con ellos.
—¿El mismo día de Año Nuevo? Oh, qué mal…
—Sí, pero no se puede hacer mucho. Sólo espero que todo vaya bien y no tenga que quedarse allá por algún imprevisto…
—Es cierto, esperemos que no —Kagome cruzó los dedos, deseando lo mismo que la castaña —. ¿Y cómo va el tema del divorcio? ¿Los Takeda no han vuelto a molestarte?
—Ayer me llamó el abogado que se está haciendo cargo del proceso, comentándome que había algunas irregularidades en unos papeles del matrimonio —Sango se mordió el labio, eso la tenía algo preocupada —. No entendí mucho, me pidió que nos reuniéramos mañana para verlo.
—¿Y Kuranosuke lo sabe? No estoy segura, pero creo que deberían estar los dos presentes, ¿no?
—Sí, es lo mismo que me dijo Miroku. Le pregunté a Kuranosuke, pero a él no le informó nada fuera de lo normal, así que me acompañará a la reunión para que lo veamos —suspiró, esperando que eso no fuese nada grave o que pudiese perjudicarlos de alguna forma.
—Me alegra. Es maravilloso que cuentes con el apoyo de él ahora, eso facilita mucho las cosas —su amiga parecía animada con ese cambio, se le podía notar en la voz.
—Sí, me quita un gran peso de encima —sonrió nuevamente, aliviada con esa situación —. Sólo espero que sus padres no intenten entrometerse o hacer cualquier cosa para perjudicarnos…
—Cruzo los dedos para que sea así —Kagome suspiró levemente, tras lo cual se escuchó a su esposo de fondo, soltando algún reclamo que Sango no logró comprender —. Bueno, llegó InuYasha y al parecer, no tuvo un buen día, así que iré a verlo. ¿Nos vemos mañana?
—Claro, ahí nos ponemos de acuerdo. Ahora, ve a atender a InuYasha, antes de que se desquite con el refrigerador —le dio ánimos, aunque causó lo contrario.
—¡Ay, no, tengo un pedido importante ahí! ¡InuYasha, aléjate de la cocina! —Su exclamación fue respondida por un bufido bastante audible del aludido, exasperando más a la muchacha. —Me tengo que ir, te quiero, adiós.
—Suerte con tu pedido, también te quiero. Adiós.
La comunicación se cortó justo en el momento en el que su padre abría la puerta y entraba empujando el cochecito llevando a las gemelas, y los brazos cargados con bolsas llenas de las provisiones que había ido a comprar. Sango se apresuró en ayudarlo, llamando a Kohaku para que se uniera a la tarea, quien llegó rápidamente para que, entre todos, entraran a las niñas y dejaran las compras en la cocina.
—Te tardaste bastante, estaba algo preocupada —ella no pudo evitar hacerle el comentario, viendo la sonrisa que atravesaba los labios del mayor ante sus palabras.
—Lo lamento, no era mi intención. Sólo me encontré con un par de conocidos y no me di cuenta de la hora —explicó, encogiéndose de hombros —. Debí llamarlos…
—Está bien, lo importante es que no les pasó nada y ya llegaron —la muchacha le sonrió mientras miraba de reojo a las niñas, que parecían algo temerosas ante el nuevo escenario que veían ahora.
—Sí, si Kohaku no me hubiese llamado, quizá aún estaría platicando con ellos —soltó una carcajada ligera antes de seguir hablando —. Veo que han ordenado todo el departamento en mi ausencia…
—No todo, aún faltan tu habitación y la de mi hermana —respondió el menor, mientras guardaba algunas cosas en el refrigerador.
—Oh, me encargaré de lo mío antes de preparar la cena. ¿O prefieren que pidamos algo…?
—Por mí, cualquiera de las dos opciones está bien —Kohaku hizo un gesto dando a entender que no le molestaba la decisión que se tomara.
—Por mí también, así que es tu decisión —Sango apoyó a su hermano, sonriéndole a su padre.
—Bueno, hoy quiero mimarlos un poco, así que les prepararé algo especial —el señor Kuwashima sonrió animado, cocinar era una de sus actividades favoritas.
—Y nosotros estaremos encantados de que lo hagas —la muchacha lo abrazó fugazmente —. Ahora, iré a ordenar mi cuarto. Kohaku, ¿podrías ver a las niñas mientras tanto? Creo que aún no se sienten en confianza aquí.
—De acuerdo, jugaremos a algo en la sala para que se acostumbren —el menor les hizo un gesto a las pequeñas para que se acercaran a él, tomándolas de las manos para caminar a su destino —. ¿Quieren que sus tigres descubran un lugar desconocido? Hay unas enormes montañas ahí para que las exploren…
—¿Montañas? ¿No asustan a tigues?
—Hay que averiguarlo, pero ellos son valientes, ¿no?
—¡Shí, como mamá!
Los tres salieron entusiasmados de la cocina, Sango le agradeció con un gesto antes de hacer lo mismo e ir hasta su habitación para acomodarla, sintiéndose extrañamente en calma y feliz en esos momentos, porque había vuelto a tener la paz que tanto anhelaba y, a pesar de que el miedo a alguna represalia por parte de la familia Takeda aún permanecía latente en su interior, sentía que tenía todo el apoyo que necesitaba en esos momentos para superar cualquier problema que se presentara en el futuro, porque ya no estaba sola, y no volvería a estarlo.
Inhaló profundo mientras guardaba los exámenes que había estado revisando en la carpeta correspondiente y miraba la hora, algo nervioso. El decano de su facultad lo había citado a una reunión de carácter urgente e impostergable y, además, contaría con la presencia del rector de la Universidad, algo que sólo podía anticiparle lo serio del asunto a tratar.
Negó con un movimiento lento, intentando mantener la ansiedad a raya y decidiendo que era momento de dirigirse a la oficina en cuestión, la hora acordada ya estaba acercándose y no quería llegar tarde.
Caminó ensimismado en sus pensamientos hasta su destino, analizando las razones por las que lo citarían y sintiendo un nudo en el estómago al llegar a la conclusión de cuál era la más probable, porque él sabía las consecuencias de sus acciones y los alcances que podían tener.
Llegó al lugar, saludando a la secretaria del decano para luego indicarle el motivo de su presencia ahí. La muchacha informó de su llegada a quienes lo esperaban y pronto lo hizo pasar a la oficina, en donde lo recibieron ambos hombres mirándolo con el semblante serio, pudo ver en sus ojos que el tema a tratar no era de su agrado. Lo saludaron educadamente antes de pedirle que tomara asiento para comenzar la charla sin retrasos.
—Bueno, señor Tsujitani, debo informarle que he recibido muy buenos comentarios sobre usted, además de la excelente evaluación que tuvo tanto por parte del alumnado como de sus pares —comenzó el decano, sin dejar de observarlo con detenimiento —. Ha tenido un gran desempeño hasta la fecha.
—Muchas gracias —respondió, aunque supo de inmediato que ese no era el motivo de que lo llamaran, pues él, como cualquiera en la institución, tenía acceso a los resultados de las evaluaciones hechas por la comunidad —. Pero supongo que no estoy aquí por eso, ¿verdad?
—Para ser sinceros, no —el hombre negó con un gesto, parecía decepcionado —. Cuando me dieron la oportunidad de reclutar a un abogado joven, la idea de contar con la presencia de alguien que ha logrado tanto en tan poco tiempo como usted, fue emocionante. Y, hasta ayer, me alegraba haberle ofrecido el puesto.
Miroku soltó un suspiro, seguro de lo que significaban esas palabras. Sin embargo, mantuvo su mirada fija en ambos hombres, porque enfrentaría los hechos como correspondía.
—Ayer, me enteré de una situación que, de ser cierta, es bastante compleja y seria —el rector fue quien habló ahora, sosteniéndole la mirada —. Y, lamentablemente, aún con todas las cosas positivas que nos ha aportado, no podemos hacer la vista gorda. Lo hablamos largamente y decidimos que lo mejor era preguntarle directamente, después de todo, es un abogado bastante correcto, ¿no?
—Intentó serlo lo más que puedo —respondió, sonriendo de medio lado.
—Bien, entonces... ¿tiene una relación extramarital con la señora Takeda Sango?
El ojiazul volvió a inhalar profundo, consciente de todo lo que iba a venir después de su respuesta, pero dispuesto a darle cara sin vacilar.
—Debo admitir que las circunstancias son muy complejas, la historia es complicada desde el principio, pero siendo sincero... sí, la tengo —reveló, sin mostrar una pizca de arrepentimiento en su semblante.
—¿Aún siendo abogado, proyectando esa imagen tan correcta y enseñando sobre ética y moral, decidió hacerlo? No tiene sentido —quien era el encargado de su facultad negó visiblemente contrariado.
—Como dije, es bastante complicado de explicar…
—¿Es esa la causa del divorcio de los Takeda? —El rector lo interrumpió, sin borrar la severidad de su rostro.
—No es la única, pero sí una bastante importante —fue sincero, no tenía sentido ocultar las cosas ahora.
—¿Y mantenía esta relación desde antes de comenzar a ser parte de nuestro plantel? —El decano se veía algo irritado, Miroku supuso que la información dada no se había limitado sólo a la infidelidad de Sango. —Nos comentaron que las pequeñas no serían hijas de…
—Por favor, le voy a pedir que no involucre a las niñas en esto —lo interrumpió lo más educadamente que pudo, pero evidentemente molesto con lo que estaba expresando su superior —. Ellas no tienen la culpa de lo que ocurre y todo lo relacionado a su paternidad se está tratando como corresponde.
—De acuerdo, comprendo… entonces, debo suponer que esta relación lleva bastante tiempo… —Su gesto se volvió aún más severo, algo que no extrañó a Miroku en absoluto.
—No en realidad. Ya admití que son circunstancias difíciles y no pido que lo comprendan, pero puedo esperar que me crean: esta situación comenzó hace casi un año.
Los dos hombres que estaban con él intercambiaron una mirada demostrando su confusión, al parecer la información que habían recibido no concordaba con sus palabras.
—Disculpe, señor Tsujitani, pero nuestra fuente nos dijo que todo el matrimonio…
—Lo siento, eso no es así —interrumpió al rector, quien se mostró aún más extrañado con sus palabras.
—Pero si la paternidad de esas pequeñas está en cuestionamiento…
—Como dije, es una historia complicada y creo que no es necesario entrar en detalles que no son relevantes para ustedes —nuevamente intentó explicarse, porque había cosas que no podía dejar pasar —, pero les aseguro que su fuente está equivocada y esto no ocurrió así desde el principio.
—¿Podemos confiar en su palabra? Después de este precedente…
Miroku negó con un gesto antes de volver a hablar, sabía que su desconfianza era más que justa, pero él estaba siendo sincero y asumiendo las repercusiones de sus actos.
—Lo sé, si fui capaz de llevar una relación clandestina, ¿cómo podrían creerme ahora? —Suspiró, sentía que tenía todo en contra en esos momentos. —Sin embargo, si quisiera mentirles, habría comenzado negando toda la situación en lugar de admitirla sin excusas, ¿no creen? —Les sostuvo la mirada, la suya reflejando que era consciente de lo que eso significaba. —Soy responsable de mis acciones y aceptaré las consecuencias.
—De acuerdo, y agradecemos su sinceridad —el rector sonrió de medio lado, aceptando sus palabras —. De todas formas, no podemos permitir este tipo de comportamiento en los miembros de la Universidad, por lo que todas sus funciones cesarán luego de las festividades de Año Nuevo. Podrá entregar las evaluaciones que tenga pendientes vía correo electrónico hasta la primera semana de enero, y luego de eso, oficialmente ya no formará parte de nuestra comunidad.
Él inhaló profundo y luego asintió levemente, no podía hacer nada más que acatar la decisión tomada por su superior.
—De acuerdo, comprendo.
—Y trate de seguir manteniendo un perfil bajo hasta que esta situación se esclarezca —el decano sonrió levemente —. Quizá en un futuro, cuando todo esto se haya aclarado y quede en el olvido, podría volver.
—No se preocupen, haremos las cosas de forma correcta de ahora en adelante —también sonrió, recordando los consejos del señor Kuwashima —. Y estaría muy agradecido de una nueva oportunidad, si se dan las circunstancias en un futuro.
—Claro, es algo que debe irse evaluando —el rector asintió levemente antes de proseguir —. Por mi parte, esto sería todo. ¿Tiene alguna duda?
—No, entiendo la situación y agradezco que decidieran hablarlo de esta forma conmigo primero.
—Es lo que corresponde. Creo que entonces, hemos terminado. Que tenga una feliz celebración de Año Nuevo, a pesar de esto.
—Gracias, igualmente ustedes.
Miroku se puso de pie, realizando una respetuosa reverencia para luego salir de la oficina y dirigirse hasta la que pronto dejaría de ser la suya, pensando que lo mejor sería comenzar a desocuparla ese mismo día, ya que tenía la tarde libre y así no se retrasaba, después de todo, aún tenía cosas por organizar y, con este repentino pero no sorpresivo cambio, también tendría que apresurarse con las evaluaciones que tenía pendiente. Entró en su despacho y comenzó a ordenar sus pertenencias, analizando lo ocurrido y sintiéndose algo preocupado, sospechaba que Sango no iba a reaccionar de la mejor forma cuando se enterara de su despido, porque la culpa y el miedo a que él saliera perjudicado a causa de su romance serían aún más fuertes con lo ocurrido. De seguro intentaría remediar la situación de alguna forma, aún sabiendo que no había vuelta atrás. ¿Qué debería hacer? No podía ocultarle que lo habían despedido de la Universidad, tampoco podía mentir sobre la razón de que tomaran esa decisión, no había motivo para hacerlo. Soltó un suspiro, mirando las carpetas llenas con los exámenes que aún le quedaban por corregir y el montón apilado de informes que había a su lado, que también debía revisar. Decidió que lo mejor era irse a casa, el horario que tenía asignado para atención de dudas ya se había cumplido y sentía que necesitaba una ducha para ordenar sus ideas. Tomó los documentos que tenía pendientes y, junto a algunos otros papeles, los guardó en su maletín y se marchó a su hogar.
Una vez allí, tomó la ducha que tanto necesitaba y, tras pensarlo un rato, concluyó que no podía salir de ese dilema por sí mismo, por lo que sacó su móvil y tecleó un mensaje.
"Hola, ¿cómo estás? Disculpa que te moleste, pero necesito consejo. ¿Sango no está contigo?"
Envió el texto y esperó sólo un par de segundos por la respuesta, su amiga al parecer notó la urgencia en sus palabras.
"No, ya se fue a su departamento. Dame unos minutos, cierro el local y te llamo."
Sonrió ante la rápida respuesta, enviando otro texto de agradecimiento antes de aprovechar esos momentos de espera para sacar los papeles de su maletín, guardar los que correspondía y dejar sobre la mesa los que debía evaluar, aunque no alcanzó a comenzar esa tarea, porque su móvil le indicó que tenía una llamada entrante.
—Hola, Kagome —saludó con una sonrisa —. Gracias por llamarme, ¿cómo estás?
—Hola, Miroku… No agradezcas, creo que es algo importante. Yo estoy bien, ¿qué tal tú? —Por su voz, supo de inmediato que se había preocupado por él.
—No puedo decir que bien del todo, pero es algo que sabía que pasaría…
—¿Qué ocurre?
—Bueno, el rector de la Universidad y el decano de la facultad supieron sobre mi relación con Sango —reveló, sintiendo la aflicción en la azabache al escuchar esas palabras.
—Espera, ¿cómo…? ¿Acaso la familia de Kuranosuke…?
—Es lo más probable, pero no quise preguntar. Sólo admití la verdad y traté de aclarar un poco la situación, porque pensaban que esto venía ocurriendo durante todo el matrimonio de Sango. Incluso preguntaron por la paternidad de las gemelas… —Hizo una mueca, más que cualquier otra cosa le molestaba que involucraran a las niñas en ese asunto.
—Oh, eso es algo mucho más grave… ¿Y te creyeron? ¿Qué les dijiste?
—La verdad, que no es tanto tiempo, que sólo llevamos casi un año y que el tema de las gemelas lo estamos tratando como corresponde…
—¿En serio? Sango no me ha dicho nada de las niñas…
—Porque no lo sabe. Kuranosuke me pidió que no se lo dijera, no quería que pudiesen enterarse sus padres y hacer algo para impedir el proceso —contó parte de lo que habían tratado aquella mañana que el castaño había ido para aclarar las cosas entre ellos, sonriendo al recordar el sincero arrepentimiento no sólo en su rostro, sino en sus acciones.
—Vaya, de verdad debe sentirse muy culpable para hacer algo así. Pensé que tendría una actitud diferente con todo esto… —Kagome demostró su sorpresa, porque el esposo de su amiga siempre se había mostrado más severo.
—Bueno, Sango me contó que todo esto no sólo la había ayudado a ella a ser sincera, sino que él también se dio cuenta de que no era feliz manteniendo apariencias falsas. Al parecer, llegó a un punto que realmente no quería y reaccionó.
—Me alegra que haya sido así, porque es un peso menos para ustedes —el alivio en la voz de Kagome fue evidente —. Entonces, ¿en la universidad te creyeron…?
—Sí, pero de todas formas, me despidieron —reveló, haciendo una mueca —. Era de esperarse, con el prestigio y la imagen que tienen, es demasiado vergonzoso que uno de sus académicos esté involucrado en un problema así…
—Oh… lo lamento mucho, Miroku —su pesar fue sincero, él pudo sentirlo aún a través del teléfono —. Sólo espero que esto no vaya más lejos…
—La verdad, veo muy difícil que no sea de ese modo. La familia Takeda no se va a resignar así como así —volvió a negar abatido, era deprimente pensar en esa realidad —. Pero yo lo sabía y aún así, tomé esta decisión consciente de lo que podía ocurrir. No voy a arrepentirme y asumiré mi responsabilidad.
—Es bueno que tengas las cosas claras. Aunque creo que Sango no se lo va a tomar de la misma forma…
—Lo sé —soltó un sonoro suspiro, acto que sólo aumentó la ansiedad de su amiga —. Ella va a sentirse culpable de que yo salga perjudicado, va a creer que esto, de una u otra forma, es por sus errores…
—Es cierto, no creo que acepte tan bien que tu carrera se vea afectada, quizá quiera buscar alguna forma de solucionarlo…
—¿Y existe una solución? No quiero preocuparla o agobiarla más de la cuenta, ya lleva bastante sobre sus hombros, pero tampoco voy a mentirle.
—Y no es algo que puedan tratar por teléfono, así que no puedes decírselo ahora…
—Además, no quisiera que pasara Año Nuevo sintiéndose mal por esto…
Ambos suspiraron, quedando en silencio unos segundos mientras analizaban la situación, porque sabían que la castaña no iba a aceptar eso tan fácilmente. Kagome negó con un gesto, ella también pensaba que no era buena idea comentárselo antes de la celebración, porque podía arruinar todo el ánimo de las fiestas y una discusión o el sentimiento de pesadumbre no era lo que esperaban tener, menos en la primera noche de Año Nuevo que pasarían con los padres de InuYasha.
—Sango es demasiado bondadosa a veces, olvida lo malvadas que pueden ser las personas, en especial cuando quieren vengarse —comentó, desanimada —. Y, en estos momentos, quiere lo mejor para ti, y cuando sepa lo que pasó, sentirá que es su culpa porque la familia Takeda quiere castigarla a ella por sus faltas. Supongo que tienes que dejarle claro que no es así, que tú también eres responsable de lo que está pasando y que tiene que entender que ambos tomaron la decisión, no sólo ella.
—Sí, sólo espero que no sea tan obstinada en esto, porque realmente no quiero que siga sintiéndose así.
—Espero lo mismo. Creo que lo mejor es que esperes a que vuelvan a Kyōto, luego de Año Nuevo. No queda tanto, y así se relajan y disfrutan la celebración con nosotros sin preocupaciones —propuso, intentando animar a su amigo pese al problema que tenía entre manos.
—Es la mejor opción que tengo, muchas gracias —sonrió agradecido, hablar con Kagome le había ayudado a disminuir la angustia —. Tendré que decirle a Kohaku entonces que, si le llega alguna información de la Universidad, no le diga nada a ella.
—Seguro entiende tus razones, Kohaku es muy comprensivo.
—Es verdad —sonrió, sintiéndose algo aliviado —. Ya no te quito más tiempo, supongo que tienes cosas que hacer y yo también. Nos vemos pronto.
—Nos vemos, cuídate.
—Por supuesto, ustedes también. Adiós.
—Adiós.
La comunicación se cortó, dejando a Miroku un poco más tranquilo pese a todo, porque contar con el apoyo de sus amigos y el consejo de Kagome para enfrentar esa situación lo reconfortaba, ya que sabía que lo que venía a continuación sería aún más difícil y necesitaría de ese apoyo incondicional más que nunca para seguir.
¡Hola! Ha sido un tiempo desde la última actualización de este fic, pero he tenido algunos percances personales, lamento la tardanza. Ya vamos llegando a la recta final, y lejos de terminar con el divorcio, las cosas pueden complicarse gracias al rencor de la familia Takeda. ¿Seguirán perjudicándolos aún más? Eso sólo podremos saberlo en los siguientes capítulos, lo único que puedo adelantar es que aún faltan algunos para que el fic termine.
Como saludo especial, quiero dedicar este capítulo a AmyGianela, quien si no me equivoco, estuvo de cumpleaños hace poco. Linda, mi intención era publicar ese mismo día, pero entre todo lo que he tenido que hacer, no tuve tiempo hasta ahora. Lo lamento, pero es con cariño para ti (L)
También agradecer a Nuez, por su siempre apañador e incondicional apoyo, lejos la mejor amiga y beta de la vida :3
Por ahora me retiro, estaré atenta a sus comentarios. Un abrazo desde Chile~
Yumi~
