Capítulo 31- Las cartas.

Habían pasado cinco días desde que Todomatsu y Atsushi habían ido a la casa Matsuno. No había sido mucho tiempo, sin embargo se sentían más serenos.

Pese a que Matsuzo rechazó la relación de ambos sin dudarlo, ya no temían a nada y no se sentían para nada incompletos o intimidados. Era como si finalmente hubieran alcanzado la libertad que habían estado buscando. Después de todo, conseguir la aceptación de todo el mundo era imposible, ¿no?

Bastaba con que algunas personas los quisieran tal y como eran, solamente eso.

Un día cuando Atsushi estaba trabajando, los hermanos Matsuno habían ido a visitar a Todomatsu a casa del mayor cuando ya había salido éste temprano del trabajo. Estaban en la sala principal viendo televisión mientras charlaban, sentados en el sofá. Jyushimatsu estaba cruzado de piernas sentado en el suelo, sobre la alfombra esponjosa que estaba cerca de la mesa de vidrio frente al televisor.

—Totty, ¡menos mal que fuiste a casa! ¡Estaba tan angustiado! —exclamó Jyushimatsu mientras después bebía de la taza de té que le había servido su hermano menor.

—¿En serio? —Todomatsu rió. —Gracias a todos por estar ahí conmigo y por preocuparse por mí... Estoy totalmente tranquilo ahora, así que ustedes también deberían de estarlo.

—Lo estamos —dijo Ichimatsu con una leve sonrisa.

—¡Ah! Sería genial que mamá pudiera venir a ver esta casa algún día. Es como un sueño —dijo Osomatsu mientras suspiraba y estiraba sus manos hacia arriba, como si quisiera alcanzar el techo.

—Tendría que idear un buen plan para escapar de papá —Todomatsu soltó una risilla. —Qué pena...

—Sabe perfectamente que tiene las puertas abiertas, de todas formas —comentó Choromatsu encogiéndose de hombros.

Hubo un breve momento de silencio en el que sólo se quedaron viendo la televisión.

—Por cierto, brother, ¿Atsushi-san sabe tocar ese instrumento? —preguntó Karamatsu señalando al piano de la sala.

—Oh, sí. Sabe hacerlo —respondió.

Amazing boy!

—¿Por qué no le pides que nos toque algo? —comentó Osomatsu. —Nunca he visto a alguien tocar un instrumento así...

—Tal vez él no quiera hacerlo. Atsushi-kun está aburrido del piano, a más no poder... —respondió el menor.

—Ugh... Qué mal. Que nos toque una pieza sería el precio por ayudar a mover semejante monstruosidad —rió.

—Oh, hace mucho pensé sobre ello pero no estaba seguro... —dijo Jyushimatsu muy quedito.

—¿Qué cosa? —dijeron todos al unísono.

—Mm... —el quinto prosiguió. —Osomatsu nii-san, me parece que aunque no lo hayamos visto, ya habíamos escuchado a alguien tocar el piano una vez... Oh, no —se corrigió. —Varias veces.

Nadie dijo nada por un rato.

—¿Qué? ¿Cuándo? —preguntó el mayor.

—Durante la preparatoria —interrumpió Choromatsu.

—¡Sí! Hermano, ¿tú también lo recuerdas? —Jyushimatsu sonrió más.

Choromatsu asintió con una sonrisa tierna.

—Ahora que lo dicen, yo también lo recuerdo. De hecho, se lo comenté a Atsushi-kun. Alguien tocaba el piano en las clases extracurriculares...

—Ah, ¿sí? No lo recuerdo —comentó Osomatsu casi sin interés.

—¡Eso es porque te ibas de la escuela antes que todos nosotros! Ni siquiera mirabas atrás —exclamó Choromatsu.

—Yo... tampoco lo recuerdo —comentó Ichimatsu muy apenado.

—Ah... En esos días estabamos todos muy separados. Ja, ja... —rió Todomatsu meneando la cabeza. —No tenemos los mismos recuerdos después de todo.

—Como sea, yo tampoco lo recuerdo, brothers. Don't worry... —Karamatsu suspiró la última frase.

—Hum, entonces somos mitad y mitad —caviló Osomatsu. —Como sea, ¿y qué con eso, Jyushimatsu?

—Bueno, no creo que lo recuerden porque lo comenté alrededor de casi dos años... Cuando Totty se fue de casa —aclaró el quinto. —Pero me parecía que ya habíamos visto todos a Atsushi-san en la preparatoria...

—¿Qué? —exclamaron todos muy sorprendidos. Jyushimatsu se ganó inmediatamente la atención de los cinco.

—No recuerdo que lo hayas dicho —dijo Ichimatsu. —¿En serio?

—Es que... Bueno, no lo sé. Aquella vez en la que lo vimos por primera vez en el hospital me pareció conocido. Su nombre y su rostro... No lo sé. ¿No será que él tocaba el piano en nuestra escuela?

—¿Qué? ¿Alguien como él en la misma escuela que nosotros? —dijo Osomatsu. —Imposible.

—Por eso decía yo... —siguió Jyushimatsu. —Que él era un alumno "estrella".

—Hm, no lo sé —Choromatsu se rascó la nuca. —Hay montones de chicos con el mismo nombre...

—Pero, estoy casi seguro que era él —insistió Jyushimatsu. —Aunque su cabello parecía ser más oscuro que ahora, y era un poco más bajo.

—Ahí hay muchas características que no coinciden. Estás confundiendo —dijo Choromatsu. —Por eso digo que...

—No —Todomatsu interrumpió. —Jyushimatsu nii-san tiene razón. Ahora que lo recuerdo, Atsushi-kun tiene algunas fotos suyas de él cuando era más joven, pero no puedo recordarlo bien. Las vi mientras limpiábamos el sótano, no había mucha luz —sus ojos se abrieron mucho. —Cielos, no lo había pensado.

—¡Tendrás que comprobarlo! Ya me dejaron la intriga —bufó Osomatsu.

—¡Lo había mencionado yo hace mucho! —exclamó Jyushimatsu sacudiendo sus manos en lo alto como si tratara de captar la atención de todo el mundo.

—Es que con esa energía tuya no se sabe qué tomar en serio y qué no, brother...

Jyushimatsu no le hizo caso al segundo.

—¡Hay que comprobarlo! —dijo Osomatsu poniéndose de pie con entusiasmo.

—¡Hey! —Todomatsu se puso de pie también. —¡Quédate en tu lugar!

—¡Esta también es tu casa! ¿No? Hay que comprobar que este Atsushi es "ese" Atsushi —puso una completa cara de travieso.

—Osomatsu, siéntate —ordenó Choromatsu con molestia.

—Aunque a mí también me gustaría saber, husmear no es lo correcto —opinó Karamatsu con una sonrisa. —Come here, Osomatsu.

—Osomatsu —lo llamó Ichimatsu, a modo de sentencia.

Todomatsu lo miraba muy fijamente.

—¡Ugh, está bien! ¡Está bien! Olvídenlo, sólo estaba jugando... Vaya, ustedes son una bola de aburridos —meneó la cabeza.

—Mhm —suspiró Jyushimatsu. —O tal vez sólo lo estoy imaginando... Debe de haber una forma de saberlo, además de su físico.

Todomatsu asintió repetidas veces.

—Sí, la hay —afirmó Choromatsu. —Aunque, si se deshizo de eso...

—"¿Eso?" —susurró Todomatsu.

—Oh, no, nada —meneó la cabeza muchas veces, como también hacían los otros.

—Déjenlo como un misterio —habló Ichimatsu.

Hubo un breve silencio.

—Por cierto, Totty —siguió hablando Osomatsu sin preocupación. —¿Atsushi y tú ya...?

—¡Shhh! —Choromatsu tapó de inmediato la boca de Osomatsu con sus manos. Tenía las mejillas completamente rojas.

Ichimatsu y Karamatsu abrieron mucho los ojos; ambos con sus mejillas de un vivo color rosa y Jyushimatsu rió casi de puro nerviosismo.

—¿Eh? —Todomatsu ladeó la cabeza. —¿Nosotros qué, hermano?

"¿¡No lo entiendes!? Totty, tú no eras así", pensó Choromatsu. Estaba sorprendido por la inocencia de su hermano menor.

—¡No le hagas caso a lo que dice este tipo! —exclamó Choromatsu. Levantó bastante su voz.

Osomatsu se rió, aún con la boca cubierta por las pálidas manos del tercero. Lo sujetó con fuerza.

Aquel día después de que sus cinco hermanos se fueran a casa, Todomatsu se preparó una cena rápida y se fue a acostar. Esta vez no le importó respetar el lugar de Atsushi, pues se durmió en medio de la cama. Se dejó llevar por el sueño.

12:40 am.

Atsushi llegó a casa. Pese a que era tarde, se duchó primero antes de dormir. Estaba harto del traje, los zapatos y la corbata.

Cuando llegó a la habitación resopló, y al ver a Todomatsu completamente estirado (y dormido) en medio de la cama, se rió para sus adentros.

Se sentó en un borde de la cama y se acercó al menor para pellizcar con cariño sus cálidas mejillas. Al no ver ninguna reacción en éste, se recostó apenas en la orilla del colchón y lo abrazó.

Todomatsu seguía boca arriba y con los brazos y piernas extendidos. Parecía que de verdad era un sueño pesado. Atsushi lo abrazaba apenas por el torso.

De manera juguetona Atsushi empezó a besar a Todomatsu en todo el rostro; no le importaba despertarlo. Se acercó demasiado para que pudiese sentir su respiración.

—Mhm... —se quejó. —Atsushi-kun, ya volviste...

—Así es, Totty —sonrió en medio de la oscuridad.

—Oh, hice la cena —dijo todavía adormilado. —Está en...

—No, gracias. No tengo hambre —sonrió.

—Ah, tú siempre igual —rió.

—En serio, me siento bien. Pero gracias, lo tomaré mañana como desayuno.

—Está bien —se giró hacia Atsushi y lo abrazó, hundiendo su rostro en el pecho de él. —Hueles a jabón. ¿Tomaste ya un baño?

—Así es. Aunque al principio no quería despertarte, pero debí avisar cuando llegué... —lo abrazó también. —Pude haberte asustado.

Todomatsu sonrió y no dijo nada. El sueño le estaba ganando, no podía mantener sus ojos abiertos.

—Todomatsu —siguió hablando Atsushi —, mañana hay que salir a alguna parte, tú y yo.

—¿Mañana? —habló bajito. —¿Tienes el día libre, Atsushi-kun?

—No, pero da igual. Hay que salir a alguna parte.

—Mm... Mañana debo trabajar. Saldré un poco más tarde de lo normal —pensó en voz alta.

—Aunque es tarde para ti, es temprano para mí. Podemos encontrarnos casi a la misma hora. Saldré unas horas antes mañana.

—Atsushi-kun.

—Oh, ¿no quieres? Entiendo si te sientes cansado o si ya tienes planes con tus hermanos, pero...

—No, no es eso —lo interrumpió. —Es sólo que últimamente has estado muy ocupado en tu trabajo y que de repente digas esto fue repentino. ¡Claro que quiero salir contigo! —sonrió.

—Me alegra que digas eso —suspiró.

—Ja... —rió. —¿Qué pasa? Luces nervioso; como un niño.

—Bueno, pensé que a pesar de que somos muy unidos, no lo estamos físicamente. Estoy comenzando a resentirlo... Me siento un poco solo. Quiero estar más tiempo contigo aunque mi horario no me lo permita y aunque esté cansado. Y bueno, hace tiempo que no salimos sólo a divertirnos.

—Oh, ahora que lo dices, es verdad. Ya tiene tiempo.

—Mm... ¿está bien si paso por ti mañana a la cafetería? Te enviaré un mensaje de texto.

—Claro, te estaré esperando —asintió. —¿Y a dónde deberíamos ir? ¿Al billar? ¿Al cine?

Atsushi guardó silencio un momento y se hundió en las cobijas.

Ahora que lo mencionas, ir al cine suena bien. Es que... —hizo una pausa y vio de reojo a Todomatsu entre la oscuridad con algo de pena —yo nunca he ido al cine.

Todomatsu abrió mucho más los ojos y se reincorporó de un salto. Miró a Atsushi un momento, el cual estaba todavía acostado con las mantas hasta los hombros.

—¿Qué? —se sorprendió. —Atsushi-kun, ¿es en serio? —habló en un tono distinto; parecía que lo estaba regañando.

—Bueno, no acostumbro a ir a ese tipo de lugares con mis compañeros de trabajo y además, ¿no es ese el tipo de lugares que les gusta a las chicas? Hace mucho tiempo yo...

—¡No puede ser! —lo interrumpió. —¡Entonces vamos! Creí que conocías absolutamente todo sobre la ciudad, cada lugar, cada calle... Quiero decir, que alguien como tú no haya ido al cine nunca... ja, ja —no pudo seguir hablando. Comenzó a reír mucho.

—¿Cuál es la gracia de eso? —dijo con algo de molestia y un poco avergonzado.

Todomatsu seguía riendo.

—Es que no lo sabría. Nadie se habría imaginado eso al verte —hablaba entre risitas. —Ya sabes, pareces del tipo de gente que ama esos lugares.

—Mmm... —su cara se puso roja.

—¡Está bien! Vamos al cine, hace muchísimo tiempo que yo no voy. Y... —el sueño le estaba ganando —escojamos una buena película —bostezó.

Atsushi soltó una risita.

—Duerme, lamento haberte despertado —acarició la mejilla del menor y lo tomó de un brazo para recostarlo de nuevo. —Buenas noches —lo cubrió con las cobijas. Era una noche fría.

De nuevo Todomatsu se abrazó a Atsushi y ambos durmieron.

A la mañana siguiente, Atsushi salió temprano de casa y el menor salió un poco más tarde; antes de irse se aseguró de que Atsushi haya comido la comida de la cena del día anterior, a lo cual sólo suspiró de resignación, pues apenas la había picado un poco. Ambos acordaron encontrarse en la noche para salir juntos, así que Todomatsu no tenía problemas con durar más en el trabajo aquella tarde.

El día transcurrió de manera rápida, a diferencia de otros días en los que Todomatsu se encontraba terriblemente cansado o aburrido de la cotidianidad.

6:00 pm.

Ya habían pasado unas cuantas horas, el día estaba más cerca de terminarse. Oscurecía pronto.

En medio de aquel rato hubo tan sólo un momento en el que todo quedó sereno. No había clientes dentro de la cafetería y no se miraba a muchas personas deambulando alrededor a través de las puertas y ventanas de cristal.

—¡Fuh! —exhaló Sacchi. —Cada vez está más aburrido por aquí. ¿No quieren jugar a las cartas o algo?

—Ya casi cerramos, espera sólo un rato más —decía Aida entre risitas.

—Aunque es cierto que faltan sólo 2 horas —recordó Todomatsu.

—¡Dos horas! —exclamó Sacchi. —Ah... Es mucho.

—Relájate. ¿Que acaso no es esto lo que haces todos los días? —comentó la chica de cabello ondulado.

—Precisamente por eso no puedo soportarlo más —respondió Sacchi.

Aida suspiró.

—Por cierto, Totty —siguió diciendo Sacchi—, ¿no has estado muy tranquilo hoy? Normalmente te quejas con nosotras sobre estar aquí todo el día también —sonrió; era una expresión tranquila.

—Oh, hoy no me siento así. Voy a salir con alguien después de estar aquí —respondió el mencionado.

—¿Salir? ¿Con quién? —preguntó Sacchi. —¿No será que me puedes llevar contigo? Me muero del aburrimiento.

—Oh, lo siento —el chico apenas se sonrojó. —Esta no es ese tipo de salidas. Quiero decir...

—Oh, ya sé —Aida se metió a la conversación. —Irás con el muchacho que viene a veces a hablar contigo, ¿no? —lo decía como si pensara en voz alta. —¿Cómo se llamaba? ¿Atsu...?

—Atsushi-kun, sí —afirmó Todomatsu. —Saldré con él.

—Oh, sí —habló Sacchi. —Lo he visto por aquí algunas veces. Ustedes son muy unidos, ¿no?

—Bueno... Chicas, supongo que ya se han dado cuenta. Que Atsushi-kun y yo somos muy unidos. —hizo una pausa. —Ahora me lamento de no haberlo dicho antes, no sé por qué no lo hice. Lo olvidé o no creí necesario mencionarlo... De todas maneras tiene bastante tiempo ya que dejó de ser un secreto, ja, ja...

Las chicas guardaron silencio.

—Atsushi-kun y yo estamos saliendo —dijo. —Somos pareja —añadió.

No dijeron nada. Ni Sacchi ni Aida.

—Disculpen, por no habérselos dicho antes. Lo olvidé —siguió diciendo Todomatsu. —Ya tiene bastante tiempo, demasiado. Pero en aquel entonces no me sentía para nada seguro al hablar de esto. Creo que por eso lo omití, no quería que nadie supiera... Pero, bueno, sólo quería que lo supieran. Pueden pensar lo que quieran de mí.

Aida carraspeó un poco.

—Ja... No me lo creo —exclamó Sacchi. —Quiero decir, no puedo creer que no me haya dado cuenta. Que tú estés saliendo con alguien... —rió. —Ya decía yo, tu mirada estaba llena de brillo los últimos días.

—Gracias por decirlo, Totty —dijo Aida. —En realidad, lo sospeché. Sólo un poco —sonrió con ternura.

Todomatsu sonrió.

—¡Ah! ¡Pero...! ¡Qué pena! Estuve prácticamente coqueteando con ese muchacho —Sacchi de inmediato se puso muy nerviosa. —¡Lo siento! ¡Lo siento, Totty! —hizo varias reverencias exageradas mientras juntaba sus dos manos. —¿Por qué no dijiste nada? Lo siento...

—Ja, ja... Ahora entiendo porque no podíamos simplemente ir a una cita en grupo —rió Aida.

—No, discúlpenme ustedes. Es que no sabía que podían pensar de mí, chicas —esbozó una sonrisa torcida.

—¡Está bien! ¡No hay nada de malo con eso —se apuró a decir Aida.

—Sí, ¡definitivamente todo es igual que siempre! Tú eres igual que siempre. Más bien me aterra pensar que lo que dijeran los otros no te dejaba vivir en paz. Lo siento una vez más —Sacchi volvió a hacer una reverencia.

—Po... ¡Por favor levanta la cabeza! Está bien. Sólo no quería tener más secretos —rió el muchacho.

—Uh... Está bien. Parece que después de todo no puedo pedirte que me lleves con ustedes —Sacchi rió mientras se rascaba la nuca, resignada.

—Puedes venir a mi casa si quieres, Sacchi —dijo Aida. —Te desaburrirás un poco.

Todomatsu rió.

Estaba feliz de que sus amigas fuesen capaces de entender su situación y cómo se sentía. No estaba triste por estar enamorado, sino por no poder hablar nunca más junto a las muchachas durante el trabajo en caso de que lo tomaran mal o le pusieran una etiqueta de mala gana. Afortunadamente, aquello no pasó.
No había más secretos que guardar ni nada a que temer; se sintió incluso mucho más ligero que antes. Estaba comenzando a vivir como él.

Pasó el tiempo y finalmente llegó su hora de salida de aquel día.

8:15 pm.

Recibió un mensaje de Atsushi en el cuál le decía que ya iba para allá.

Justo cuando las chicas vieron al mayor llegar lo saludaron y él a ellas. Todomatsu subió al automóvil y se fueron.

Hacía frío. Todomatsu se puso un abrigo que tenía guardado en la parte trasera del auto de Atsushi.

—¡Eso fue rápido! No esperaba que llegaras justo a tiempo. ¿Tu horario estaba exacto? —preguntó Todomatsu.

—Eso o tal vez yo soy muy exacto —sonrió.

—Y, Atsushi-kun, ¿por qué no te comiste el desayuno que preparé? Bueno, era la cena.

—Oh, lo siento, Totty, era tarde. Apenas tuve tiempo de probarlo.

—Hmm... —infló las mejillas.

—Y, bueno, ¿iremos al cine?

—No —dijo. —Iremos a comer algo primero. Me muero de hambre, y además, creo que has perdido peso.

—¿No te gusto así?

Se detuvieron. El semáforo estaba de color rojo.

—No es eso —meneó la cabeza. —Trabajas mucho, debes comer bien.

—De acuerdo, vayamos a comer a algún lugar. Después de eso puedes decidir a dónde ir —sonrió.

—¡Iremos al cine, ya te lo he dicho! Aunque no sé qué película estará buena —se quedó pensativo.

—Yo no sé nada de eso.

El semáforo cambió a verde (azul).

—¡Ah! Quiero comer hamburguesas, por aquí hay un buen sitio.

—Daré la vuelta justo aquí, ¿de acuerdo?

Atsushi estacionó el auto justo afuera de un pequeño restaurante y entraron. Pidieron la comida y ya que finalmente la tenían en la mesa, comenzaron a comer.

—¡Buen provecho! —exclamó Todomatsu para después morder su hamburguesa. Al ver que Atsushi apenas tocaba la comida, se apresuró a decir: —Oh, ¡pedí las cosas sin preguntarte nada antes! Lo siento... ¿Sí es eso lo que te gusta? Quizá me equivoqué y...

—No —interrumpió y se rió. —Si no me gustara, te lo diría. Está bien así... Sólo pensaba que hacía tiempo de no comer juntos así. Aunque fueran días, semanas o meses, se siente como una eternidad.

—Sí, tienes razón —asintió. Agarró una de las papas fritas y la dirigió a la boca de Atsushi. —Ten, come. Después de esto podremos hacer también cualquier otra cosa que te guste —sonrió.

Atsushi comió la papa y después dio una mordida a su hamburguesa.

—Hmm... No me acostumbro a la comida americana, pero es realmente mejor de lo que recordaba.

—¡Claro que lo es! Debes estar harto de la comida casera.

—Todo lo contrario. En realidad no me molesta la comida que cocinas a diario —sonrió. —En caso de que te lo preguntes, bueno, no he estado comiendo muy bien por cuestiones del trabajo. ¡Pero prometo que eso cambiará! Definitivamente. Últimamente me he estado levantando más tarde y no me alcanza el tiempo para desayunar, ya no soy tan estricto conmigo mismo en cuanto a cuestiones de tiempo. Ja, ja... ¡Pero...!

—¿Qué pasa? —rió. —Que te pongas tan energético es algo inusual. Entiendo, sólo digo que has bajado de peso, es todo. Te sigues viendo muy bien.

Atsushi sonrió y desvió la vista.

Todomatsu vio a Atsushi sonrojarse un poco, aunque creyó que había sido tan sólo un efecto de la luz.

—Todomatsu, ¿lo recuerdas? Te dije que estaba haciendo algo importante en el trabajo.

—¿Eh? Ah, sí. Lo recuerdo. Dijiste que me lo dirías cuando ya estuviera hecho.

—Sí, sobre eso... Bueno, no sé cómo decirlo.

—¿Acaso... es algo grave?

—No, no. Nada de eso. Es sólo que me pregunto qué debería hacer —se quedó en silencio por un rato y después meneó la cabeza. —Olvídalo, tenía razón. Te lo diré después.

Todomatsu suspiró.

—Eres todo un caso —rió. —Justo como un libro que nadie ha terminado de leer.

—¡No digas eso! Soy una persona más ordinaria de lo que parece, en serio.

Ambos rieron.

—Y bueno —continuó Atsushi—, ¿cómo te ha ido en el trabajo? Lo siento... Últimamente ya no he pasado a verte.

—¡Realmente bien! No te preocupes. Aunque las chicas habían estado preguntando por ti —rió. —Que por cierto, estaba tan distraído que había olvidado un detalle; no les había dicho sobre nuestra relación.

—¿Qué? Pero si esto ya tiene tiempo —se sorprendió.

—¡Lo sé! Pero yo tampoco lo entiendo. Sólo lo olvidé y ya —se rascó la nuca con nerviosismo. —Me había distraído... Hasta había olvidado las recetas de los cafés.

—Y... ¿qué pasó?

—No me despreciaron ni a ti tampoco. ¡Pero mejor para ti! ¿No? —rió. — Ya no te van a coquetear más. Be cool! —tras soltar la última frase se quedó paralizado un momento e hizo una leve mueca de repulsión. —Ugh, ¿qué me pasa? Soné como Karamatsu nii-san.

—Ja, ja. Son hermanos, después de todo.

—"¿Después de todo?" —se rió. —Los seis tenemos la misma cara. No lo dudes.

Ambos siguieron platicando y finalmente terminaron de comer. Se decidieron por finalmente ir al cine como acordaron, y una vez estando adentro tuvieron que elegir la película.

—Mm... Realmente no sé qué elegir. No estoy muy al día con estas cosas —dijo Atsushi con un tono preocupado.

—¡Hay que elegir al azar! —rió. —Ya que, bueno, yo tampoco me he fijado en estas cosas. Mm... Pero, sigo sin saber cuál elegir. Atsushi-kun, ¿acaso te gustan las películas románticas? —sonrió pícaramente, casi como Osomatsu.

—Bueno, he leído libros así pero...

—¡Entremos a ver una de esas! —se rió al ver la cara color rosa de Atsushi. —Ya veremos qué hacer si no te gusta.

Lo tomó de la mano y caminaron juntos a conseguir las entradas. Todomatsu se encargó de conseguir las palomitas de maíz y le pidió a Atsushi que entrara él primero a buscar los asientos. El menor lo alcanzaría después con la comida consigo.

Cuando ya casi acababan los comerciales Todomatsu llegó y se sentó a un lado de Atsushi. La película empezó.

Estuvieron viéndola durante cuarenta minutos. La trama en sí no era necesariamente cliché, sin embargo era terriblemente lenta y predecible. A Todomatsu comenzó a darle sueño, sin embargo, cuando estaba a punto de quejarse con Atsushi, pudo ver a éste último bastante concentrado en la pantalla. Ni siquiera estaba comiendo de las palomitas, las cuales Todomatsu ya se había terminado hace veinte minutos atrás.

En realidad Todomatsu había pensado en sugerirle abandonar aquella sala y entrar a una distinta. Pero se detuvo; Atsushi estaba disfrutando de aquella película que personalmente a él le parecía muy aburrida. Suspiró y se cruzó de brazos mientras se recargaba en el hombro de Atsushi.

Al final terminó comiéndose las palomitas que Atsushi ya ni siquiera tocaba.

Por fortuna para Todomatsu, la película acabó pronto. O tal vez le había parecido que acabó pronto porque se había quedado dormido unos minutos sin querer.

—¿Eh? ¿Ya acabó? —habló Atsushi en un tono bajo.

Las luces se encendieron y las pocas personas de la sala fueron levantándose y saliendo. Todomatsu bostezó y se estiró.

—Duró bastante —comentó Todomatsu mientras se levantaba también de la butaca. Salieron del cine y caminaron por la plaza antes de llegar al estacionamiento. Se tomaron de la mano; ambos tenían las manos heladas. —¿Qué te pareció, Atsushi-kun?

—Estuvo muy entretenido, me gustó —sonrió. —No esperaba que fuese tan cómodo ir a un cine.

—¡Seguro que con alguna película de acción te gustará más!

—Me gustó así —rió. —Gracias por aguantar, sé que te quedaste dormido como quince minutos.

—¡¿Eh?! —se puso colorado. —¿Me viste? Pe... Perdón, yo sólo...

—No tienes por qué explicar nada —rió. —Sabía que ya no lo soportabas pero no dije nada, esta vez quise hacerte sufrir un poquito.

—No sufrí nada porque estaba contigo...

Atsushi sacó la lengua de manera juguetona y sonrió.

Subieron al auto una vez que llegaron a el.

—¿Quieres ir a algún lado? —preguntó Atsushi.

—Vamos a casa por hoy, Atsushi-kun. Ya es algo tarde. Y tu trabajo...

—Olvídalo por un momento, olvida mi trabajo; ha estado echando todo a perder... Olvídalo sólo por un instante, por favor.

—Bueno —suspiró—, incluso así, quiero ir a casa. Últimamente hace mucho frío. Ah, y quiero platicarte de algo también.

—¿Platicarme de algo? ¿Qué?

—Ah, no es nada serio, tranquilo —sonrió. —Toma una ducha cuando llegues y relájate... Aunque, diciendo esto me siento extraño porque últimamente sí te ves más tranquilo.

Cuando llegaron a casa se pusieron cómodos. Había pasado apenas un rato; el aire era frío pero no les molestaba pues ya estaban muy bien abrigados. Todomatsu había preparado té caliente para ambos, el sabor a miel con canela era delicioso. Miraban por el ventanal con apenas una tenue luz ámbar iluminándolos por la espalda. El cielo se veía muy claro aquella noche.

Estaban envueltos en cobijas muy calientitas, encima de la alfombra. A veces simplemente les daban ganas de sentarse en el suelo, parecía una pijamada de sólo dos personas. No tenían ánimos de ir a la cama de inmediato.

Pusieron música, "Sukiyaki" de Kyu Sakamoto sonaba al fondo.

—¿Sabes algo? Siento últimamente que poco a poco he podido encontrarme conmigo mismo.

—¿Qué quieres decir?

—Todomatsu sonrió con curiosidad.

—Quiero decir que estar solo en el trabajo no es tan malo cuando tienes una motivación para estar ahí, o para volver de ahí. Creo que todo lo que necesitaba era conocerte —soltó la última frase con un tono más bajo. —Gracias —balbuceó.

Todomatsu lo miró un momento sin poder comprenderlo del todo y sonrió después de asentir ligeramente.

—¿Eso es encontrarte contigo?

—En parte. Creo que comienzo a saber quién soy y qué quiero... Supongo que es por este sentimiento de libertad que no me deja en paz desde hace meses. Es como si algún lugar me estuviera hablando... para volver a mi hogar —se quedó en silencio. —Es gracioso, nunca había pensado cosas así. Me sentí tan poca cosa de repente... De repente comienzo a creer que nunca aprendí a dejar el nido.

—¡Te equivocas!

—Lo sé —sonrió. —Aún conociendo tus virtudes no puedes evitar que algún pensamiento vago que no deseas se cruce por tu mente. Lo sé...

—Me alegra que esa soledad ya no te moleste, en serio. Lo digo de corazón —sonrió y se quedó viendo por el ventanal. Miró el cielo con dedicación, las extrellas se multiplicaban a la vista conforme iba inspeccionando cada rincón. —¡Ah! —abrió mucho los ojos y apuntó con su dedo lo más rápido que pudo. —¡Mira!

—¿Qué? —Atsushi alzó la vista.

—Una estrella fugaz —dijo. Su voz era de asombro y a la vez no denotaba sentimiento alguno. Cerró los ojos. Era una mezcla de alegría y tristeza. —¿No la viste también?

—Uh, no —meneó la cabeza negativamente.

—¡Agh! —suspiró y se movió, derramó un poco de té en la manta. —¡Me parece que es la primera vez que veo una!

—¿En serio? Creo que las he visto antes, pero...

—¡No te preocupes! Pedí un deseo por ti.

—¿Y tú también pediste algo para ti?

—¡No! —rió. —Fue tan rápido que no pensé en eso. Te dedico mi primer deseo, Atsushi-kun. Espero que se cumpla...

—Ay, Todomatsu —sonrió y se sonrojó. —Hacer algo así... por mí...

—¡Está bien! —sonrió y se terminó la taza de té de un solo trago más.

Se quedaron en silencio un rato más. Se siguieron reproduciendo canciones de rock n' roll y jazz.

—¿Y bien? Totty, ¿qué querías decirme? —sonreía tranquilamente con la taza de té entre las manos.

—Ah, eso... —lo miró. —Bueno, estuve revisando las fotos que tenías en tu habitación en el sótano. Antes de que te tiñeras el cabello, tu cabello era oscuro y más largo, ¿no?

—Sí —Atsushi frunció el ceño sin entender. —¿Qué pasa con eso? ¿Crees que se veía raro? —sonrió.

—No es eso. Hace tiempo que mis hermanos estuvieron aquí les comenté algo sobre el piano y... Jyushimatsu nii-san dijo algo sobre ti. En pocas palabras, él cree que ya te habíamos conocido todos antes. ¿Es eso verdad? ¿Lo habíamos hecho?

—Qué pregunta tan difícil de contestar —dijo y sonrió. —¿Hay alguna base para esto? Quiero decir... No hay manera de saberlo.

—La hay. Jyushimatsu nii-san insistió con lo del color de tu cabello y también tu estatura. Atsushi-kun, ¿tú eras bajito? —preguntó y se interrumpió: —Es decir, todo comenzó porque Choromatsu nii-san y Jyushimatsu nii-san afirmaron haber visto a alguien en la escuela tocando el piano y cumplía con características tuyas. Yo no recuerdo haberte visto, pero... no lo sé.

—¿Era la preparatoria Akatsuka? Al norte de la ciudad...

—¿Eh? Sí, sí —asintió varias veces. —Atsushi-kun, ¿eras tú?

—Tocaba el piano de vez en cuando, alejado de todos para liberar mi mente. En ese momento, yo estaba tan perdido... A mí realmente me gustaba usar mi tiempo de esa forma. Todomatsu, es casi seguro que era yo. Estuve en esa escuela un tiempo. Pero... pudo haber más personas que tocaban el piano además de mí. A quien escuchaste probablemente era alguien más. Aunque... —abrió mucho los ojos.

—¿Qué pasa?

—Ven conmigo —se terminó el té y se levantó. Extendió la mano hacia Todomatsu para que lo acompañara. Caminaron hacia el sótano que ahora estaba totalmente limpio. —Hay algo que tengo. Con esto lo sabremos.

—¿Qué es eso? —preguntó al ver cómo Atsushi cargaba una pequeña caja hacia la puerta. Seguía envuelto en la manta.

—Ya lo verás —volvieron a la sala; no le tomó mucho tiempo buscar. Una vez que ambos estaban frente a frente en el suelo, Atsushi abrió la caja. —Lo guardé por mucho tiempo.

—Esto es...

Efectivamente, lo que aquella caja tenía eran varios sobres. Al parecer eran montones de cartas.

—Había algunas personas que les gustaba lo que hacía, así que me escribían. Estuve guardando esto por un tiempo. No son dirigidas a mi nombre pero... son para mí.

—¿Cómo lo sabes?

—Revísalas —lo animó.

Todomatsu buscó entre la caja para sacar cada una de las cartas. Casi todas se veían iguales, quizá estaban escritas por la misma persona. Al parecer le escribían para decirle qué tan bonito tocaba el piano y cuánto le admiraban. En efecto, todas las cartas eran de la misma persona; era la misma letra, una y otra vez.

—Atsushi-kun, ¿qué quiere decir esto? ¿Acaso estás diciendo que yo...? —en ese momento Todomatsu no pudo acabar la frase, recordó algo desde sus profundidades.

—¿Conoces algo de esto? —preguntó con sinceridad. Estaba buscando alguna pieza para completar el "rompecabezas".

—Entonces esto es a lo que se refería cuando dijo "eso" —habló para sí mismo. —Atsushi-kun, realmente eras tú. El chico que tocaba el piano en la escuela... Ahora lo recuerdo.

—Dime por favor qué es lo que recuerdas.

—Esta letra, estas cartas, estos sobres... Los recuerdo. Todo esto lo escribió Choromatsu nii-san para ti —habló suavemente—, hace casi siete años.

—En... ¿En serio? —al oír esas palabras comenzó a buscar entre todos los sobres rápidamente. —Su nombre tiene que estar en alguna de las cartas... Debo encontrarlo.

—Él decía que escribía para la persona que tocaba el piano. Lo vi hacerlo de vez en cuando en nuestra habitación, pero no sabía exactamente para quién era. Él no sabía si era para un chico o una chica, o siquiera si era un estudiante de ahí... Escribió cartas incluso pensando que eran para algún profesor. Entonces eras tú —dijo la última frase con una sonrisa. Miró al techo sin saber qué más decir.

—Aquí está. Está escrito en el interior del sobre —le mostró el nombre escrito con kanjis. —Mira.

Se podía leer perfectamente "Matsuno" con una caligrafía bastante bonita.

Todomatsu tomó el sobre y lo desdobló para poder verlo mejor.

—Sí es... Esto lo escribió Choromatsu nii-san. Recuerdo que fue Jyushimatsu nii-san quien lo animó a hacerlo. Lo había olvidado hasta que ellos lo mencionaron hace poco. Sólo nosotros tres lo recordamos —sonrió. —¡Atsushi-kun, tú y yo ya nos habíamos cruzado antes! En algún momento tuvimos que habernos visto. Te escuché tocar el piano también. ¡Sentí que te había visto en algún lado pero no puedo recordarlo! Eso no puedo recordarlo... ni siquiera viendo tu fotografía.

—Poco después de esos días me fui a otro instituto. Quise buscar a la persona que me enviaba las cartas pero cuando pregunté por "Matsuno" los profesores decían que no sabían a quién me refería. No me acordaba del apellido hasta ahora que veo todo esto de nuevo —rió. —Todomatsu Matsuno... Debí haber creído que eras tú.

—¡No! Choromatsu nii-san te admiraba. Aunque él no podía verte, pero te escuchaba todo el tiempo después de clases.

—Era él entonces —soltó una risita. —Siempre me pregunté por qué su nombre completo no estaba escrito.

—Era muy tímido. De hecho él lo sigue siendo bastante —dijo. —Por cierto, ¿cómo es que te daba esto si nunca se conocieron?

—Ah, recuerdo que algunas las encontré justo encima del piano. Parece que se metió a dejarlas ahí. Otras las encontraba en el suelo, creo que las deslizó por debajo de la puerta mientras tocaba o después; quizá incluso antes de que entrara al salón. Sólo estaban allí cuando yo recién llegaba —contestó haciendo memoria. —Confieso que creía en aquellos días que estas cartas eran de una chica...

—¡Ja, ja, ja! ¡Choromatsu no es ninguna chica! Pero, es verdad, escribe de una manera especial. Parece como...

—¿Una confesión?

—Algo así —se rió. —Quiero decir, usualmente los chicos tienen letra fea o no sé si sólo es idea mía. Pero Choromatsu nii-san siempre ha tenido caligrafía bonita. ¡En fin! Olvida la confesión, él no sabía para quién escribía, de todos modos.

Atsushi rió y meneó la cabeza.

—Lo guardé todo con mucho cuidado —dijo mientras mostraba con una sonrisa todo lo que estaba en la caja. Eran aproximádamente unas veinte cartas, algunas sin sobre. —No sabía de quién eran, pero siempre significaron mucho para mí... Dejó una cada semana. Quería esperar para ver de quién eran pero nunca lo logré. Debí mostrarte esto antes.

—Creo que por esto Choromatsu nii-san estaba tan avergonzado. Cuando Jyushimatsu nii-san le recordó todo esto él se sonrojó un poco —se rió al recordar la cara de su hermano. —Tal vez le dio pena pensar que tenías todo esto aún, o miedo de saber que quizá lo habías tirado ya a la basura.

—¿De qué hablas? Esto era lo único que recibía de cariño en aquellos días. Lo esperaba inconscientemente cada día; nunca sabía cuándo llegaría esto o si simplemente dejaría de recibirlas. Era aterrador de cierta forma, pero lo amaba.

—Me pregunto qué clase de cosas están escritas aquí. Las cursilerías de mis hermanos son aterradoras o eso pienso ahora.

Ambos rieron.

—Guardé estas cartas por mucho tiempo y las cuidé mucho. El mundo es muy pequeño... —dijo con melancolía. —¿Quieres que las lea para ti? En realidad hace muchísimo que no las abro.

—Me encantaría, muero de curiosidad. Cuando mis hermanos se enteren de esto se volverán locos —dijo con emoción.

—Ven, acurrúcate conmigo.

Todomatsu enseguida se acostó junto a Atsushi y esperó a que éste comenzara a leer. Tenía una cara sonriente sin poder evitarlo, estaba curioso y emocionado por saber qué clase de cosas escribía su hermano a sus dieciséis años. Eran de la misma edad, sin embargo, sentía que Choromatsu estaba de cierta forma más "despierto" que él.

Atsushi apenas se humedeció un poco los labios; extendió uno de los sobres para sacar la hoja y comenzó a leer.