Para Bella, con amor
Esta historia es una adaptación, no me pertenece
Nombre original de la historia, To Professor, With Love de Linda Kage
Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer
Capítulo 32
Epilogo
"No llores porque ya terminó, sonríe porque sucedió."
Dr. Seuss
POV Bella
—Comenzaremos con Matar un Ruiseñor el lunes, que de hecho es uno de mis libros favoritos, así que, si alguien quiere impresionarme, es mejor que haga un buen esfuerzo con esta historia. ¿Entendido?
Cuando media clase gimió, negué con la cabeza y sonreí. Siempre habría opositores, pero por lo general encontraba a una o dos personas que amaban la literatura tanto como yo. Y ese era el por qué seguía enseñando, el por qué seguía viniendo cada día, emocionada por compartir mi apreciación con ellos. Me deleitaba al conocer estudiantes como la chica en la esquina trasera, que se sentaba en una silla de ruedas mientras escuchaba ansiosamente todas mis opiniones sobre la última historia que leímos.
Abrí la boca para decirle a mi clase de segundo año cómo lamentaba que no estuvieran tan entusiasmados por empezar la historia como yo, pero sonó la campana, interrumpiéndome. Aún saltaba cada vez que pasaba. Era una de las pocas cosas que extrañaba de enseñar en la universidad. Pero aparte de eso, me sentía bastante feliz aquí.
—Qué tengan un buen fin de semana —dije por encima del estruendo de mis estudiantes reuniendo sus cosas y haciendo planes con sus amigos.
Por una vez, me sentía feliz de que estuvieran impacientes por irse, porque yo también lo estaba. Esta era mi última clase por el día, y me sentía ansiosa por encontrarme con Edward para ver cómo estuvo su día.
Comencé a coger todo lo que quería llevar a casa conmigo cuando vi a alguien acercándose a mi escritorio por la esquina de mi ojo.
Poniendo las manos en sus caderas y frunciendo el ceño por encima de un familiar par de ojos color azules, siseó—: No puedo creer que me pusieras una C en ese trabajo. ¿Qué diablos, Bella?
Suspiré. —Félix…
—Es decir, sé que dijiste que no ibas a mostrar favoritismo si tomaba tu clase, pero, ¿en serio? ¿Una C? En realidad me esforcé por hacer un buen trabajo.
Sabía que no debería hacerlo porque lucía genuinamente molesto, pero sonreí cariñosamente ante el recuerdo que me trajo esta conversación. —Y aun así, perdiste totalmente el objetivo del trabajo —le dije.
Abrió la boca para responderme. Era demasiado parecido a su hermano como para no replicar. Pero un par de chicas que se reían al pasar llamaron nuestra atención.
—Oh, Dios mío, ¿viste al nuevo profesor de economía? Es tan ardiente.
Félix gimió mientras la otra chica se acercaba a su amiga y cogía su brazo. —Lo sé. Me pregunto cuál es su nombre, porque quiero estar en esa clase.
—Diablos, sí. He oído que también es el nuevo entrenador de fútbol.
—Sí —dijo Félix finalmente, sorprendiéndolas al interrumpir su sesión de chismorreo. Cuando levantaron sus rostros y descubrieron que era Félix Masen quien les hablaba, se detuvieron de golpe y abrieron la boca.
Oí a una chica llamar a mi cuñado el bombón de segundo año la semana pasada, así que suponía que las chicas debían haberse detenido con asombro al encontrarse a sí mismas bajo la atención del bombón.
Les dio una conocedora sonrisa. —Y su nombre es Masen. —Hizo una pausa dramática, esperando a que entendieran, y las chicas jadearon al darse cuenta antes de que añadiera—: Es mi hermano.
Sus miradas se desplazaron rápidamente hacia mí. Todos en la secundaria East Ellamore sabían de mi relación con Félix. Sus caras se sonrojaron, y las chicas comenzaron a hablar al unísono.
—Lo sentimos, señora Masen —comenzaron, hablando por encima de la otra—. No queríamos faltarle el respeto.
Negué con la cabeza e hice que se callaran. —No se preocupen por ello. No puedo evitar estar de acuerdo con ustedes. —Les guiñé un ojo—. Es bastante ardiente.
Mientras Félix resoplaba, las chicas se rieron con alivio y se apresuraron hacia la salida, solo para casi chocar con el tema de nuestra conversación cuando apareció en la puerta.
—Lo lamento, señoritas. —Se hizo a un lado con gracia e hizo un gesto con la mano para que pasaran primero.
Soltaron unas risitas y cantaron—: Hola, señor Masen —mientras huían.
Félix y yo intercambiamos una mirada, y rodamos los ojos al mismo tiempo.
—No creo que haya sido llamado señor Masen por tantas personas en un solo día antes. Como que me molesta —admitió Edward, sin enterarse de todo lo que acababa de suceder.
Alargó una mano y despeinó el cabello de Félix mientras pasaba a su hermano. Pero sus ojos se encontraban centrados en mí.
—Hola. —Su voz descendió hasta un tono ronco mientras se inclinaba para besarme.
—Hola. —Las puntas de mis pies se curvaron en mis sandalias mientras sus labios se frotaban contra los míos. Estiré una mano y tiré de la corbata que usaba, alucinada por cuán admisible era besarlo tan abiertamente dentro de la escuela. Pero mucho había cambiado en los tres años que llevábamos juntos. Cuando se alejó, pasando su lengua por su labio inferior como para disfrutar el sabor restante de mí en él, algo revoloteó profundamente en mi estómago.
Era la mujer más afortunada en la tierra al estar casada con este hombre.
—Edward —la dura voz de Félix nos sacó de nuestro momento—, Bella me puso una jodida C en mi trabajo.
En lugar de fruncirme el ceño con irritación, mi esposo se rió. Me guiñó un ojo antes de decirle a su hermano—: Bueno, ella me dio dos D, así que no siento lástima por ti.
Desde la parte trasera de la habitación, se escuchó lo que sonaba como una pila de libros cayendo al suelo. Los tres nos giramos para encontrar a una estudiante luchando para salir de la clase. Cuando uno de los rayos en su silla de ruedas se quedó atrapado en un escritorio por el que pasaba, se las arregló para tirar la pila de libros en su regazo.
Edward y yo nos movimos para ayudarla, pero mi cuñado de dieciséis años se nos adelantó.
—Déjame recogerlos por ti, Sarah. —Se arrodilló y los recogió con un solo movimiento.
Sarah retrocedió con sorpresa y se lo comió con los ojos por un momento antes de que bajara la cabeza, dejando que su oscuro cabello cayera hacia adelante y cubriera sus ardientes mejillas.
—Gracias —dijo en su tímida y baja voz. Alargó los brazos para recuperar sus cosas; sus dedos temblaban ligeramente en el proceso.
Pero Félix los puso bajo su brazo en lugar de entregárselos. —Yo los llevaré. ¿Vas a tu casillero?
Su cabeza se levantó de golpe, sus ojos ampliándose. —Yo… —Cuando abrió la boca y unos cuantos incoherentes sonidos se le escaparon, apretó los dientes y se sonrojó incluso más—. Sí —respondió finalmente.
Félix le dio una sonrisa amistosa. —Caminaré contigo. Mi casillero está a solo un par del tuyo. Oh, espera. —Estiró una mano rápidamente y empujó a un lado el escritorio que se había enganchado a su silla de ruedas, dándole más que suficiente espacio para pasar.
Con el rostro brillante, Sarah le sonrió mientras pasaba a su lado, una vez más agradeciéndole por su consideración.
—Así que, ¿cómo te fue en el trabajo? —Continuó sonriéndole. La respuesta de Sarah sonó amortiguada mientras salían juntos al pasillo.
Edward y yo intercambiamos una mirada. Sus cejas se alzaron. —Soy solo yo, ¿o parece que la hermana menor de Jasper tiene un enamoramiento por mi hermano?
Me reí. —Bueno, la mitad de las chicas en esta escuela tienen algo por él, así que, diría que es posible.
Gimió. —¿En serio? ¿Es popular aquí? Eso no es justo. —Su ceño era adorable.
Me alcé de puntillas para darle un rápido beso. —Encaja aquí perfectamente.
Edward suspiró como si estuviera disgustado. —Supongo que es eso mejor a que estuviera en una banda como la que había estado en ese lugar al que preferiría no nombrar.
Todos sus hermanos se adaptaron bastante bien a Ellamore. Ni siquiera lucieron molestos cuando su madre le entregó sus custodias a Edward sin siquiera una protesta. Rosalie, Alex y Félix sinceramente habían florecido bajo el cuidado de Edward, incluso aunque le tomó un buen año a Alex llevarse bien con nosotros.
—Así que, ¿cómo le fue en su primer día enseñando, señor Masen?
Me había sentido estresada todo el día al pensar en que se arrepintiera de haber tomado el puesto de maestro aquí. Después de que se rompiera la clavícula en su último año en la universidad durante un juego y hubiera perdido su oportunidad de jugar para la NFL, me preocupó el que eventualmente odiara la nueva vida que tuvo que hacer. Y que se resintiera conmigo por obligarlo a cambiar su carrera por una para enseñar y entrenar.
—La verdad es que fue algo excitante —dijo—. Al momento en que noté que las personas me prestaban atención cuando hablaba, casi me sentí como si fuera capaz de hacer una diferencia en la vida de algún chico.
Podría haberle dicho que ya había hecho una diferencia en la vida de tres chicos muy importantes. Pero lucía emocionado por la conclusión a la que acababa de llegar.
—Me siento ansioso por comenzar las prácticas de fútbol y ver qué tipo de equipo voy a tener esta temporada.
Lo que me recordó qué hora era. —¿No comienza en tres minutos? —Arqueé una ceja, preguntándole silenciosamente qué hacía en mi sala.
Sus azulados ojos se nublaron. —Sí, es verdad. Pero saber que te encontrabas aquí era demasiada tentación como para resistirme. Verte en tu "traje de profesora" siempre me recuerda a los días en que nos conocimos. —Pasó los dedos cariñosamente por la solapa de mi chaqueta.
—Pero ahora no tenemos nada que esconder.
—Sí. —Se inclinó para besarme de nuevo—. Y aún se siente demasiado bien como para ser verdad. Sigo esperando que alguien entre aquí y nos diga que no podemos estar juntos. —Sus brazos se envolvieron posesivamente alrededor de mi cintura—. Este tiempo contigo ha sido lo mejor de mi vida. No puedo agradecerte lo suficiente por encontrarme, por ser mi esposa.
Descansé la cabeza en su corazón. —Tú también me has dado los mejores tres años de mi vida. —Palmeé sus abdominales de acero y besé su barbilla—. Ahora será mejor que te vayas, entrenador, antes de que decidan reemplazarte en tu primer día.
—Te veré en la casa. Te amo, cariño. —Me besó una vez más antes de retroceder. Extrañé inmediatamente sus brazos a mi alrededor.
—Yo también te amo. No seas duro con Félix durante la práctica.
Edward sonrió. —Oh, si cree que tú no le mostraste ningún favoritismo, solo espera a que descubra cuán duro voy a hacerlo entrenar.
Movió las cejas y me sopló un último beso antes de salir de la habitación.
Dejé escapar un complacido suspiro y me hundí en la silla de mi escritorio. Cuando comencé a trabajar en la universidad de Ellamore ese fatídico semestre, no tenía idea de que mi vida terminaría aquí. Pero me sentía emocionada por ello. ¿Quién iba a pensar que estaría locamente feliz trabajando en una secundaria mientras estaba casada con el entrenador de fútbol? ¿O que el ayudarle a criar a dos de sus hermanos más jóvenes, y a su hermana, una estudiante de primer año en la universidad, me haría sentir tan completa? Pero aquí me encontraba, más contenta de lo que alguna vez me sentí, y no cambiaría mi vida por nada en el mundo. Todo lo que alguna vez quise fue encontrar el amor y ser amada en respuesta. Pero esto lo había superado totalmente. Me sentía completamente consumada.
. . . . . .
"Lo que me noquea, es un buen libro que, cuando estas por terminarlo, deseas que el autor que lo escribió fuese un excelente amigo tuyo y pudieras llamarlo cuando quieras."
J.D. Salinger, El guardián entre el centeno
Y llegamos al final de esta hermosa historia :´) espero la hayan disfrutado tanto cómo yo.
Díganme que les gustaría ver próximamente.
BLOG: malys infinity place . wordpress . com (Subo reseñas de libros chidos ;) denle una miradita)
Grupo en facebook: Maly's Infinity Place
