"Horas antes del accidente, Kudo me llamó pidiéndome que tuviésemos un hijo." Confesó cabizbaja.

Shiho alzó la mirada sorprendida. Muy sorprendida. "¿Sabes qué?" Preguntó suspirando a la vez que apoyaba la cadera en la mesa del comedor. "Estoy cansada. Estoy cansada de poder con todo, de estar sola. De no tener prejuicios, ni de echar culpas a nadie como un aspersor." Intentó bromear. "Esto es como vivir encima de un iceberg. Y la verdad es que necesito un poquito de estabilidad, aunque solo sea eso. Sólo un poco."

Ran se quedó callada mientras escuchaba. El dolor que había curando en ella con la vuelta de Shinichi, solo empeoraba para la pelirroja.

"Llevo los últimos seis años, viviendo una vida a medias. Y ya no puedo más."


Kudo paseó por su casa, medio desconocida por su condición actual, intentando recordar todas las memorias que se habían creado en ella. Pero prácticamente todo era nuevo para él. Reconocía su casa, sí, podía caminar tranquilamente sin perderse, pero no sentía ese vínculo como hogar. Era sólo una casa a su propiedad.

Abrió la puerta de su despacho, mucho más desordenado que el resto de habitaciones. Con cajas por los suelos, las estanterías llenas de libros y una pila de documentos mínimamente ordenados sobre su escritorio.

Casos antiguos y más casos antiguos. Nada le decía nada.

Se sentó en su butaca y suspiró lentamente con los ojos cerrados, intentando forzar algún recuerdo inútilmente.

Ran, su mujer, era muy cuidadosa con los temas de conversación que sacaba e intentaba a toda costa evadir los temas sobre su trabajo o similares. Todos le trataban como un niño, estaba cansado de sentirse en el interior de una burbuja.

"Cariño, tenemos cita de revisión en el hospital en una hora, no te olvides." Le recordó la morena mientras se preparaba el desayuno en la cocina.

"Vale." Respondió balanceando su su butaca, alcanzando un libro de misterio que había sobre el escritorio.

Sherlock Holmes.

Recordaba todas esas cosas que tanto le gustaban. Su pasión por los misterios e incluso recordaba que había sido policía, pero cuando profundizaba en eso, todo lo demás era borroso.

Dejó el libro a un lado y se puso a rebuscar en los cajones, pero estaban prácticamente vacíos. Ran era demasiado cuidadosa.

Pero él era demasiado curioso.

Se levantó y ojeó la habitación con el dedo indice apoyado en la barbilla. Era inútil buscar algo en ese cuarto, si Ran no quería que él indagase, no se lo podría a simple vista, así que solo perdería el tiempo en esa habitación.

Salió del salón y caminó por el pasillo hasta volver a su habitación. "Voy a acabar de prepararme." Se excusó mientras entraba.

Estudió el dormitorio principal detenidamente, con una extraña sensación constante en el pecho. Caminó lentamente acariciando la tela de las cortinas que se balanceaba con el viento. La habitación estaba bien decorada, pero apenas tenía un armario y un par de mesitas de noche, a parte del tocador de Ran que estaba cómodamente colocado en un rincón de la habitación.

Se sentó en la cama y abrió su mesita de noche. Tampoco había gran cosa, un libro de bolsillo, un paquete de pañuelos y unas pastillas para el dolor de cabeza. Cerró el cajón y se dirigió a la mesita de su mujer. Su mesita de noche, casi parecía un cajón de su oficina. Tenía una pequeña carpeta con varios documentos y copias de cosas que hasta él desconocía. Hojeó los papeles con muy poco interés hasta toparse con la última hoja, la cual cogió sin pensar antes de volver a salir de la habitación.

Esta vez, se había llevado una sorpresa.

Volvió a la cocina, donde Ran justo acababa de tomarse el desayuno y dejaba el plato vació el la pica a la vez que tarareaba.

"¿Ya estás listo?" Le preguntó su mujer con una sonrisa.

Kudo le miró fijamente sin contestarle, dejando la hoja que llevaba en la mano sobre la mesa para que la morena pudiese verla. "¿Me querías pedir el divorcio?" Le preguntó confuso.


Heiji apareció con Akai en casa de Shiho al día siguiente. Ambos con la cara más seria de lo normal. La pelirroja apenas conocía a Shuichi, pero sabía que estaba entre en el círculo íntimo de Kudo.

"Buenos días, Shiho."Le saludó Hattori amablemente mientras entraban a la casa.

"Buenos días." Contestó observándoles de arriba abajo.

"No sé si te imaginarás el motivo por el que hemos venido tan pronto." Le comentó Heiji mirando de reojo a su nuevo compañero.

"Imagino que no habéis venido para tomar un café."

"La verdad es que no. Hemos venido por algo que me comentó ayer Ran que encontraste."

"No sé de que me hablas." Contestó poco interesada.

"Yo creo que lo sabes muy bien." Añadió Akai, más serio que su compañero.

"No tengo nada que entregaros porque no he encontrado nada." Siguió negándose.

"Shiho, si no cooperas, estarás entrometiéndote en una investigación policial." Le advirtió el moreno. "¿A que viene esta cambio de actitud?"

Ella rió. "Creo que tenéis mejor trabajo que venir a mi casa a reclamarme nada."

Hattori resopló. "No puedes ir por tu cuenta con esto. No sabes la magnitud que tiene todo esto."

"Estáis perdiendo el tiempo, Ran se confundió cuando te dijo que lo había encontrado. Supongo que está cegada en acabar con todo esto y se pensó que me refería al cuaderno." Mintió para que la dejasen en paz.

Heiji resopló decepcionado. Ese cuaderno era relevante en la investigación, aseguraba la cárcel de decenas de criminales y traficantes, pero tampoco creía que la pelirroja fuese a mentirle hasta ese punto, ella también quería acabar con todo esto.

"Está bien." Contestó al ver que no conseguiría nada. "De todas maneras, si lo encuentras o te percatas de cualquier detalle sospechoso. Llámame."

"Claro. Ran sigue viniendo a pesar de todo…No entiendo porque sigue forzando este vínculo, es agradable tenerla cerca…pero no creo que todo esto se vuelva menos doloroso con el tiempo."

"Mantente alejado de Ran, ¿me oyes?" Intervino Akai, apretado los puños y dando un paso adelante para ponerse justo en frente de la pelirroja y señalarle con el dedo. "Aléjate de ella. Porque eres tóxica, eres veneno. Ni se te ocurra hacerle lo que le hiciste a Shinichi. Porque si estamos aquí, es porque él perdió su trabajo por echar cuarto polvos contigo, ¡Joder!"

"Akai, ya es suficiente." Le frenó el moreno.

Shiho entrecerró los ojos y frunció el ceño ante sus amenazas. "Vete de aquí."

"Todavía no logro entender como es que Kudo pudo dudar entre Ran y tú, ni siquiera un segundo."

"Yo nunca le pedí que eligiera. Jamás se lo pedí." Contestó enfrentándole a centímetros de su cara.

"Por supuesto que no. Porque si hubiese podido elegir, te seguro que hubiese elegido a Ran. Lo que pasa es que tú eres una manipuladora y te gusta tener a los hombres cogidos por las bolas."

"¡Te he dicho que te vayas!" Le chilló empujándole lejos de ella. "No vuelvas a venir a mi casa."

Akai se marchó dando un portazo y Heiji se quedó decaído por como había ido la visita. "Lo siento, la situación nos tiene un poco nerviosos." Se disculpó.

"Vete, vete tú también." Le exigió señalando hacia la puerta, sin levantar la mirada.


"¿Quieres añadir algo más, Ran?" le preguntó amablemente la doctora de terapia.

Ran tragó saliva y pensó en todos los acontecimientos que habían pasado esos últimos meses.

"Estoy mintiendo. A todos, incluso a mi misma. La primera mentira, me costó, pero…empiezo acostúmbrame a mentir. Vivo en una especie de tobogán de euforia, saltando de una casa a la otra, de los brazos de mi marido a la sensación de libertad que logro sentir con su amante. Y ha llegado un momento donde empiezo a mezclarlo todo. La ex, la amante el antes, el después, las mentiras y las verdades…No sé, empiezo a sentirme un poco confusa. Tanto, que creo que mi cerebro ha dejado de prestar atención y… no me doy cuenta de lo que realmente está pasando. A veces creo que Kudo se enamoró de otra mujer porque yo soy demasiado normal."

"Nos comentaste anteriormente, que tu marido, a pesar de recuperar la conciencia, había perdido gran parte de la memoria por el disparo. ¿Crees que el hecho de que haya podido recordar algo de vuestra relación, a diferencia de la que tuvo con su amante, tiene algo que ver con como te sientes?" Le preguntó la terapeuta.

"Puede ser, o no." Contestó intentando encontrar una respuesta. "Kudo ha descubierto los trámites que puse en marcha para divorciarnos. La situación se ha vuelto más confusa para él, que solo es capaz de recordar la maravillosa relación que yo creía tener con él. Es como si Shiho no hubiese existido nunca para Shinichi. Y no sé porque me duele tanto." Frunció el ceño. "Estoy feliz y a la vez triste. Mi mente sigue queriendo tramitar ese divorcio y hacerme a un lado, pero mi corazón, por otro lado, me dice que lo vuelva a intentar."

Esa era la definición de como de encontraba exactamente. Había dejado de saber realmente quién era y que se había convertido en una de esas mariposas que cuando agitan las alas en a otra parte del mundo, provocan un terremoto.

Y eso esa lo que estaba a punto de suceder.