Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.


Capítulo 32

En la mañana, hay un mensaje de algún momento de la noche. Edward pudo hablar con su madre después de todo, porque logró conseguir un vuelo temprano. Mucho más temprano. Echo un vistazo a la hora; probablemente aterrice en la próxima media hora.

Él no verá mi respuesta hasta que aterrice, pero le envío un mensaje de todas maneras.

Estaré en la acera. Espérame.

Charlie está despierta ya, dando vueltas en pijamas por su cuarto.

—Oye, cariño. Escucha... no iremos a la escuela hoy, ¿sí? Iremos a recoger a Edward del aeropuerto.

—De acuerdo, mamá. —Ella se estira, volviéndose a recostar sobre su cama.

Aprovechando su consentimiento soñoliento, le coloco las zapatillas y tomo un abrigo por si acaso.

—Iremos a desayunar a McDonald's luego, ¿sí?

—¡Sí! —Ella se levanta de un salto, impulsada por la promesa de una comida grasosa.

No hay tiempo para una ducha. Me peino el cabello, cambio mi pantalón de chándal por unos jeans, y coloco una sudadera sobre mi camiseta.

—¿Lista, Charlie?

Ella es increíblemente cooperativa cuando se trata de comida chatarra.

Una fina lluvia nos saluda cuando salimos. Tomo a Charlie en mis brazos y troto hacia el coche, ubicándonos en nuestros asientos para salir tan rápido como sea posible. Trato de explicarle lo mejor que puedo que el papá de Edward está enfermo, y que todos iremos a verlo hoy.

El tráfico está congestionado debido a un pequeño accidente en la interestatal. Nos movemos lentamente hasta pasarlo, y luego acelero—un poco; no tengo intenciones de tener yo un accidente. Para cuando llegamos a arribos, Edward ya se encuentra en la acera, hablando con un par de sus compañeros de equipo. Me detengo, bajo la ventana justo cuando me ve. Mi corazón se saltea un latido como siempre que hacemos contacto visual.

—Hola.

—Hola. —Su rostro forma una pequeña sonrisa, y mira hacia sus compañeros—. Los veré pronto.

Ellos le dan una palmadas en la espalda, ofreciendo frases de apoyo mientras él mete su bolso en el maletero y sube al coche.

—Podría haber tomado un taxi —dice de inmediato, presionando un beso en mi boca.

Comienzo a protestar, a explicarme, pero por supuesto que Charlie interrumpe, agitando sus piernas.

—¡Hola, Edward!

—Hola, Chuck. —Él se gira, jalando de su pie—. ¿Qué haces despierta tan temprano?

—Estoy en el aeropuerto.

Al no tener respuesta para eso, Edward resopla, mayormente divertido.

—Imagina si fuéramos así. Nada de mentiras, es lo que es.

Riendo, sacudo la cabeza.

—Sí, estoy muy segura que solo los niños pueden salirse con la suya así.

Lleva su mano a mi muslo y da un apretón.

—Bueno... como decía. No tenían que venir. No tan temprano.

—No... Quería estar aquí. Quería venir.

Él me observa por un momento; lo siento, aunque mantengo mis ojos en la carretera.

—Gracias.

—Claro. —Descanso mi mano sobre la suya—. ¿Estás bien?

—Sí. Considerando todo. Aunque no sé qué esperar cuando lo vea. Él nunca ha estado enfermo. Nunca.

No hablamos mucho después de eso, pero es un silencio cómodo. Él sabe que estoy aquí, y que quiero estarlo. De eso se trata esto.

~tbts~

En el hospital, Carlisle ha sido trasladado a otro cuarto mientras terminan de hacerle el resto de sus análisis. Permanezco en la sala de espera con Charlie, tratando de mantenerla entretenida con revistas y aplicaciones de teléfono silenciosas. Ahora que estamos en Harborview, ella tiene preguntas. ¿Qué pasó con el papá de Edward? ¿Por qué, mamá? ¿Él está bien?

—Parece que se quedará otra noche —dice Edward, apareciendo más pronto de lo que esperaba—. Podemos, eh... irnos.

—¿Estás seguro? Podemos esperar. O puedo volver por ti...

—No, de hecho, él está algo perdido. —Frunce el ceño, uniendo sus manos por detrás de su cabeza—. No perdido. Simplemente muy cansado.

—Probablemente estuvo despierto toda la noche siendo pinchado y observado. Nadie descansa en el hospital.

—Sí. —Él asiente, bajando sus manos—. Simplemente necesitaba verlo. Asegurarme de que esté bien.

Tomando sus manos, lo jalo hacia mí para abrazarlo.

—Lo sé.

Después de un rato, Charlie se escabulle entre nosotros. Estoy por reprenderla —ahora mismo se trata de Edward— pero él solo afianza su abrazo por un segundo y me suelta, agachándose para tomarla en sus brazos. Nuestros ojos se encuentran por sobre el hombro de ella. No sé qué ve él en los míos, pero en los suyos, veo mucho cariño. Por mí, pero en realidad... por Charlie.

Me pregunto cómo ocurren estas cosas, si son graduales o una serie de momentos. O ambos, quizás.

—Como sea. Tengo hambre.

—Mama dijo McDonald's, Edward.

Edward hace una cara.

—Snob de la comida —articulo.

—¿Tu papá se siente mejor ahora? —pregunta Charlie—. ¿Se siente feliz?

—Eso creo —dice Edward, sonriéndole débilmente.

Le dejo conducir. Desayunamos en el McDonald's más cercano —avena para él, por supuesto— y luego nos lleva a su casa.

—¿Vienen? —pregunta, tomando sus bolsos del maletero.

Sacudo la cabeza, llevando mi cabello por detrás de mis orejas.

—No. Nos fuimos algo rápido... así que... tengo cosas que hacer.

Él asiente, comprendiendo.

—¿Chuck irá a lo de Em?

—No, de hecho, planeaba tenerla en casa conmigo.

—De acuerdo. —Me besa suavemente, descansando una mano detrás de mi cuello, cálida contra mi piel—. Bueno. —Otro beso—. Gracias por venir.

—No es problema. —Le devuelvo el beso, no tan suavemente.

~tbts~

Alrededor de las cinco, él llama.

Apagando la pava cuando comienza a hervir, tomo mi teléfono de la encimera.

—¿Hola?

—Hola. ¿Qué haces?

—Solo doblo la ropa. Hago té —digo—. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

—¿Quieres salir a cenar? Podemos volver al parque...

Sigue habiendo luz afuera. Por capricho, sin mencionar un profundo deseo por no cocinar, acepto.

Después de pasarnos a buscar, Edward nos lleva a un delivery al que nunca he ido. Él jura por su pan, dice que es hecho fresco todos los días. Encontramos un parque y nos ubicamos sobre el césped para comer mientras él sol se pone.

Charlie come la mitad de su sándwich gourmet de mantequilla de maní y jalea y sus papas fritas, luego comienza a correr alrededor, dejando sus zapatillas a mi lado. La miro por un rato, admirando su bronceado de niña, la forma en que el sol se filtra por los mechones de su cabello.

—Mi mamá estaba hecha un desastre anoche —dice Edward.

—Oh, no. ¿En serio?

Él asiente.

—Estuvo completamente calmada cuando hablé con ella —digo, recordando.

—Estaba conteniéndose. Así es cómo es ella. La llamé ni bien escuché sus mensajes... y eso fue todo. Comenzó a llorar. —Restriega su rostro con sus manos—. Simplemente estaba muy preocupada.

Los padres de Edward son muy cercanos, siempre lo han sido. Solo puedo imaginar lo aterrada que Esme debió haber estado, preguntándose si Carlisle iba a sobrevivir. Sé que su infarto fue considerado como leve, pero algunas cosas son graves simplemente al ocurrir.

—Odio sentirme así de inútil, ¿sabes? Pero fue una llamada de atención.

—¿Para... tu papá? —pregunto—. ¿Para cuidarse?

—Bueno, sí. Pero quise decir para mí. He estado lejos por años. Lejos. Y ahora estoy de vuelta, y apenas veo a mis padres. Solíamos ser muy cercanos.

—Siguen siéndolo —digo—. Pero sé lo que quieres decir.

Suspirando, él lleva su atención a Charlie.

—Esto... —La señala—, pasa tan rápido. La vida pasa rápido. No quiero concentrarme en las cosas equivocadas. No quiero perdérmelo.

Lo acerco a mí, y él accede, descansando su cabeza en mi regazo. Por un momento, permanecemos así, en el suave silencio, contemplando las palabras que él acaba de decir.


Lo que le pasó a Carlisle está haciendo replantar todo en la cabeza de nuestro Edward. Veremos qué hace ;)

¡Qué tengan buen comienzo de semana!