Capítulo 32- Un paso más.

"La segunda melodía que escuché antier por la tarde me pareció preciosa. Nunca había escuchado a alguien tocar de esa manera jamás. Lamento ser tan vergonzoso y no poder entregarle esta carta en la mano".

Después de leer aquel fragmento, Todomatsu soltó una risita.

"Hace días que las melodías que usted toca me parecen de lo más preciosas y realmente me gustaría decirle que le admiro mucho. Me pregunto, ¿no es algo solitario tocar por las tardes en una habitación tan oscura? Me gusta quedarme por las tardes sólo gracias a usted, este lugar ya no se siente tanto como una cárcel. Una soledad de dos personas duele un poco menos, o eso creo por el momento. Le escucho desde el otro lado de la puerta".

—Recuerdo —dijo Atsushi haciendo una pausa con la lectura— que después de leer esto toqué por un tiempo con la puerta abierta de aquella habitación... Esperaba que alguien entrara.

—Sería algo vergonzoso para mi hermano, quizá —supuso. —Y ciertamente las clases se sentían como una cárcel —rió.

Atsushi continuó:

"Aunque sea por un momento puedo sentirme en otro mundo, como parte de otro mundo. Fue desde que le escuché tocar que pensé que quizá yo no pertenecía aquí. Lamento no dar la cara y hacerle compañía esta tarde".

"Hoy mi hermano participará en un partido de béisbol. Persona que tocas por las tardes, ¿cuál es tu nombre? Podría haber escrito formalmente una invitación para el partido de hoy. Ni siquiera pude llegar temprano por la mañana para esperarte aquí en la última habitación, ¿no vendrás hoy? He oído rumores sobre las melodías que se oyen al atardecer, tal vez por eso te escribo".

"Incluso si no eres tú quien toca el piano, ¿quién eres? Hace una semana oí que nadie está aquí por las tardes, y que es el fantasma de alguien que murió aquí quien lo hace. Pero yo ya no soy una criatura y no puedo creer eso. ¿A dónde van estas letras y quién las lee? Me da curiosidad, no tengo nada que hacer y esto es como vivir en un cuento. Me pregunto si esta vez habrá respuesta".

"¿Estás recibiendo esto? ¿Lo estás leyendo? No importa ya si no es así. Escribir me ha levantado el ánimo estos últimos días, y quizá tocar le ha ayudado a tu corazón, ¿no es así? Sería bueno si pudiera saber quién eres, hoy me han prohibido subir a las últimas aulas".

—Vaya, son bastantes. Debo admitir que algunas de estas cosas no las recuerdo —dijo Atsushi.

Y así, continuaron leyendo el resto de las cartas. Habían sido como un tesoro para Atsushi. Un tesoro que por primera vez había sido revelado a otro.

La noche se alargó y se fueron a dormir, aquel día había sido totalmente alegre y entretenido para ambos.

Tras un buen rato de silencio, Todomatsu preguntó en medio de la oscuridad:

—¿Volverás mañana al trabajo? ¿En el mismo horario de siempre?

—Sí.

—Estás saliendo muy tarde últimamente.

—Siempre ha sido así —dijo. Y al no recibir respuesta por parte de Todomatsu, siguió diciendo: —Pronto sabrás por qué estoy esforzándome tanto.

—No me digas que te estás endeudando con algo.

Atsushi soltó una carcajada; siguió riendo por un rato mientras el menor permaneció en silencio.

—¡Claro que no! Sería terrible hacer eso —negó con la cabeza muchas veces. —Te lo diré después, es hora de dormir.

Después del "buenas noches" de ambos, se quedaron completamente dormidos y el día terminó.

Pasados tres días, Todomatsu pudo confirmar con firmeza a sus hermanos que en efecto Jyushimatsu tenía razón, y que Atsushi era el mismo "Atsushi" del que hablaban todos la tarde de hace días atrás. Aquella persona que Choromatsu recordaba era realmente él.

Cuando Todomatsu le mencionó a su tercer hermano sobre las cartas, éste se sonrojó gravemente. No esperaba que realmente Atsushi las hubiera guardado, y su corazón seguía tan apenado y emocionado tras escuchar a Todomatsu decir frases como: "significan mucho para él", "lo atesora con mucho cariño", y demás.

Los demás no tardaron en reírse y medio burlarse de él, sin embargo Choromatsu mantuvo su sonrisa y sus rosadas mejillas se mantuvieron. El mundo era realmente pequeño.

Después de lidiar con los "¿escribiste cartas a Atsushi-san?" de sus hermanos, siguió como siempre y comía sin preocupaciones.
Comían en un restaurante de sushi tranquilamente.

—¡Si Jyushimatsu no dice nada entonces nadie se entera de nada! —exclamó Osomatsu.

—Al menos recordaba algo, brother.

—Me sorprende de tú, Karamatsu, no recuerdes nada. En aquella época te quedabas hasta tarde en el instituto, eras tranquilo y algo... lindo —Choromatsu dijo la última palabra con una media sonrisa.

—No lo emociones —dijo Ichimatsu.

—¡Ah! Pásame ese plato, Choromatsu —pidió Osomatsu. Llevaba ya un rato esperando a que la barra del sushi se desplazara para poder tomar un plato que le gustara. Llevaba ya varios platitos acumulados a un lado suyo.

—¡Al menos se cerró el caso! —Todomatsu dio un aplauso. —¿Saben? Últimamente Atsushi-kun llega muy pronto a casa y otras veces muy tarde; tal vez se trama algo.

—Con su trabajo es muy normal que eso pase, ¿no? —dijo Jyushimatsu.

—Eso creo —comentó Ichimatsu. —Mmm... Quizá ya deberías volver. Es muy tarde también para nosotros.

Y dicho aquello, cada quien se fue por su rumbo.

Todomatsu pagó la cuenta. Apenas revisó su billetera después de entregar el dinero y dio un largo y pesado suspiro. Podía hasta jurar que Osomatsu se había aprovechado de él una vez más.

Camino a casa decidió dar antes un paseo por el centro comercial. Quizá Atsushi no llegaría de inmediato a casa y aprovecharía para comprar ingredientes para la cena de aquella noche.

Caminaba tranquilamente; el cielo estaba ya de un tenue color rosa. Sin embargo el sol seguía bañando con su luz la ciudad.

Caminó y se compró algunas cosas, y algunas otras sólo las veía. Había aprendido poco a poco a vivir consigo mismo en los últimos meses. Disfrutaba su caminata por las tardes y sonreía para él mismo mientras pensaba qué cocinaría más tarde.

Mientras seguía en su rumbo se topó con algo que llamó su atención: una tienda de mascotas.

Pensó unos instantes y después de esbozar apenas una sonrisa, entró.

El camino a casa fue mucho más complicado que el de ida al restaurante. Estaba cargando con bolsas de tela y de papel; estaban llenas de hortalizas, huevos y pan. Además en una de sus manos llevaba un regalo para Atsushi, y en su mochila algo aún más pesado. Sentía que apenas podía mantener su espalda erguida.

Al llegar a la vivienda se quitó los zapatos y dejó todo en la mesa rápidamente ya que no soportaba mucho el peso, provocando que algunas de las verduras se cayeran al suelo de la cocina.

Guardó los huevos y acomodó el pan en su sitio con dedicación.

Luego dedicó algo de su tiempo para arreglar algo que había comprado para el mayor y volvió a la cocina muy contento. Comenzó a preparar la comida.

6:00 pm.

En aquel momento, pudo oír cómo la puerta principal se abría.

—¡Estoy en casa! —exclamó Atsushi. —Ah, qué cansancio... Este horario no me agrada mucho.

—¡Bienvenido, Atsushi-kun! ¿Qué tal tu día? —dijo desde la cocina.

—Fue un buen día —contestó mientras se quitaba los zapatos y entraba. Se asomó por la puerta de la cocina y vio a Todomatsu.

—¿Por qué no te das un baño? Aún no está listo —sugirió. —Qué bueno verte tan temprano —sonrió.

Atsushi se dirigió al baño para seguir la sugerencia del menor después de dirigirle una sonrisa en forma de contestación, sin embargo al pasar por la sala abrió bastante sus ojos.

—Todomatsu, ¿qué es eso?

—¿Te gusta? Los compré para ti —dijo desde la cocina. Se lavó las manos y fue a la sala donde estaba Atsushi. —Sé que son de buena suerte, y bueno... No sé qué clase de planes tengas en el futuro o qué estás haciendo justo ahora, pero, deseo que te vaya muy bien —tomó una de las frías manos de Atsushi y depositó un beso en ella.

Atsushi estaba anonadado. Inspeccionó su rostro y después sonrió.

—Te deseo lo mismo, Todomatsu.

Y entonces, observaron el regalo.

Era una pequeña pecera con tres peces dorados, adornada con piedritas azules y púrpuras.

—¿Qué tal? No tienes idea de lo que pesa esta pecera aunque es pequeña.

—Es lindísima —Atsushi sonrió mientras la observaba. —¿Así que los peces dorados son de buena suerte?

—Escuché eso en una plática de Sacchi y Aida, y entonces...

Atsushi se rió.

—Entiendo. Los cuidaré mucho... Espero no hacerles daño.

—Espero lo mismo, nunca he tenido ni un solo pez. ¿Pero qué tan difícil puede ser? —sonrió.

—¿Ni uno? ¿Ni siquiera tuviste uno después de ir a un festival?

—Ni uno solo. Papá y mamá no podían llevarnos a todos a esa clase de eventos o haríamos un desastre. ¿Qué hay de ti?

—Papá me regaló un pez cuando yo tenía unos ocho años, más o menos. Pero lo descuidé mucho —sonrió. Era una mueca torcida. —Es una pena.

—¡No te preocupes! —palmeó su hombro. —¡Estos peces estarán muy bien! Son para tu buena suerte.

—Para nuestra buena suerte.

—Oh, ¡sí por favor! Necesito buena suerte, me estoy quedando sin dinero —hizo un mohín.

Y ambos rieron mucho.
Atsushi tomó una ducha y Todomatsu terminó de preparar la cena.

Se tomaron su tiempo para comer. Todomatsu preparó té y también hizo varios platitos con distintas cosas difetentes. Había conseguido bastante tiempo para hacer la cena, ya que había aprendido en los últimos días a administrar mejor su tiempo. Estaba llevando a cabo por fin su propia felicidad, y Atsushi era parte de ella.

Tenía pensado que debía construir algo o llegar a una situación para poder ser feliz, y no se estaba dando cuenta de que la felicidad estaba escondida en las pequeñas cosas de su día a día. El placer de cocinar algo con dedicación y poder saborearlo después, el olor de las verduras y la tierra mojada, la calidez que lo acogía dentro de su hogar, el aire en sus pulmones, el poder escuchar buena música, sentir el agua caliente en la ducha, disfrutar el camino hacia su trabajo, mirar por la ventana y poder leer buenos libros...

La felicidad estaba ahí, pero él la había estado buscando en otras partes.

Suspiró.

Le gustaba mirar discretamente cómo Atsushi comía; le parecía tierno de contemplar. Y le agradaba la idea de que estuviera deseoso por llegar a cenar a casa, a diferencia de semanas y meses atrás que era todo lo contrario.

Una vez que acabaron, se acostaron juntos en el sofá mientras miraban una película. Aquella noche no era tan fría como las anteriores.

—Todomatsu, ¿qué pasa si de repente no pudiéramos seguir aquí? ¿Seguirías conmigo?

—¿Eh? Tonto. ¡Claro que sí! Sólo tengo una respuesta para ti y es sí. ¿Qué pasa?

—Sólo me preguntaba si te gustaba este lugar... Es algo oscuro y apartado del mundo, ya sabes. No se oye ni un solo ruido; ni siquiera el canto de los pájaros.

—Me gusta este lugar, y si te vas a otro sitio también me gustará. Puedo adaptarme rápido siempre y cuando estemos apoyándonos el uno al otro.

—Entiendo —dijo mientras se recargaba en Todomatsu.

El menor apenas lo observó un instante.

—Me parece perfecto que hayas hallado por fin un buen horario. ¡Mira tu rostro! Luces menos cansado. Además, me parece que últimamente estás de muy buen humor... —rió.

—Me alegra estar así, naturalmente —sonrió. Entonces se volvió hacia Todomatsu y depositó un beso en su mejilla, en su frente y otro en su cuello. Poco a poco acariciaba el cabello de éste con ternura, mientras la otra mano la mantenía en la mejilla contraria, y pegó su frente a la de Todomatsu. Pero Todomatsu no dijo nada, por lo que siguió con el tacto. Acariciaba sus manos, sus hombros y poco a poco fue metiendo sus manos por debajo de la ropa hasta tocar su espalda y su abdomen con dedicación.

Entonces Todomatsu recordó aquella vez en la que, cuando recién se conocían, estaban en el auto de Atsushi dejándose llevar también de aquella manera. Mediante besos, roces y caricias. Y aunque en aquella ocasión estaba algo borracho, lo recordaba muy bien, pues nadie nunca lo había tocado así.

Todomatsu apenas suspiró. Atsushi desabotonó la camisa del contrario con cuidado, con lentitud, y llenó de besos su pecho. Besó su abdomen y después volvió al rostro de Todomatsu para besar sus mejillas con mucho cariño.

Atsushi rió para sus adentros al percatarse de cómo el rostro de Todomatsu se había pintado furiosamente de un color carmín y cómo su respiración se había agitado poco a poco. Éste recibía gustoso los besos del mayor.

Todomatsu apenas atinaba a acariciar el rostro de Atsushi; el tacto lo estaba enloqueciendo.

—Atsushi-kun...

—Dime —susurró en su oído mientras seguía dando besos en su cuello. No hubo respuesta por parte del más joven, por lo que Atsushi atinó a sonreír abiertamente. —¿Qué? ¿Tienes vergüenza?

Todomatsu suspiró.

—No es eso... Es que... —la verdad es que no tenía ni idea de qué decir, pero ir más allá con Atsushi le causaba un poco de miedo, aunque no lo quisiera.

Atsushi se rió cerca de su oído, lo que le causó escalofríos.

—Te entiendo, la verdad es que yo tampoco estoy seguro de hacerlo ahora —Atsushi sonrió con ternura —si tú no quieres todavía —agregó. —Pero... eso no es excusa para que no te metas a la bañera conmigo.

Todomatsu abrió enormemente sus ojos y cubrió su rostro con pena sin poder decir nada. Tan sólo sonrió como un niño travieso.

Atsushi rió ante su reacción y abotonó su camisa de nuevo con una sonrisa pintada en el rostro. Ya llegaría el momento.

—Oye, Atsushi-kun... —dijo, y con esa mención se ganó la atención del mayor. —Se oye raro porque uno nunca lo dice en voz alta —decía—, pero no es que yo no quiera hacerlo —comentó con un tono de voz bajo. Estaba sonrojado pero seguro de lo que decía. —Sino que, ya sabes, es algo nuevo para mí y...

Atsushi abrió bastante sus ojos y sonrió.

—En su momento sabré cómo cuidarte —respondió.

—¡Ay, Atsushi-kun! Siempre dices cosas de ese tipo. Te oyes tan... —pensó buscando la palabra y agregó—: tierno.

—A mí me parece que el tierno es otro —se rió. Se acercó a Todomatsu y pegó su mejilla a la de él.

—¿Qué haces? —le causó gracia.

—Me gusta sentirte así. Tu rostro es tan cálido... —acarició su mejilla tiernamente.

Todomatsu disfrutó del tacto.

—Y dime —dijo Todomatsu al cabo de un rato mientras seguía acostado, viendo hacia arriba—, ¿cómo fue?

—"¿Cómo fue?" ¿El qué?

—¿Cómo que "qué"? ¡Sabes lo que digo! —sonrió.

—Eh —Atsushi pensó un rato y dio al clavo, pero lo negó juguetonamente. —No, no sé de qué hablas —se rió.

—¡Cuéntamelo! —se enderezó y se cruzó de piernas. —¿Cómo fue tu primera vez?

—¡Agh! No puedo creer que en verdad lo hayas preguntado —rió. —Tú y yo estamos saliendo. ¿No te parece raro hablar de eso?

—¿Eh? No. Digo, ya está en el pasado y ahora nosotros estamos juntos, ¿no es así? Me da curiosidad.

—La curiosidad mató al gato.

—¡No soy un gato! —se rió. —Creo que esto se lo dije ya una vez a Ichimatsu nii-san —pensó en voz alta. —Y... ¿entonces?

Atsushi frunció el entrecejo y sonrió. Todomatsu advirtió que las mejillas de éste se inflaron, haciendo que pareciera un niño regañado haciendo pucheros.

—¿Preguntas porque te da curiosidad o para ganar experiencia mientras te lo imaginas todo?

—Ambas, ¿por qué no? Y también para saber más de ti. ¿De qué manera lo recuerdas todo? ¿Fue lindo?

Atsushi se encogió de hombros con una sonrisa dibujada en su rostro.

—¿Fue lindo? —se preguntó a sí mismo. —Sí, supongo que sí. Fue algo agridulce.

—Me pregunto cómo se vive esa situación agridulce —dijo mientras se abrazaba a un cojín al reincorporarse y acomodarse bien en el sofá.

—¿Recuerdas que te dije una vez que... papá quería que yo tuviese una novia?

—Oh, creo que dijiste que apresuró las cosas.

—Sí, eso hizo. La verdad es que no fue muy difícil porque había algunas chicas que querían salir conmigo.

—Uy, ¿cómo lo sabes? —hizo una cara parecida a la de Osomatsu, como una sonrisa burlona.

—Sólo lo sabía —se rió. —¿Qué clase de cosas son las que te hacen saberlo? Quizá porque estuviera donde estuviera, ella siempre me seguía. Era como una especie de procuración.

—¡Ya entiendo! ¿Pero acaso no era eso con todas?

—No puedo estar confiado en que era así. Como sea, esta chica era diferente para mí. No sé si debería decir esto pero, a decir verdad yo la encontraba muy atractiva. Y de cualquier modo, no perdía nada con pedirle que salieramos —hizo una pausa. Se quedó viendo a Todomatsu un rato, éste estaba muy atento. Miró a los lados. Se relamió los labios sin decir nada y sonrió al ver una vez más la cara del otro. —Insisto, hablar de esto es algo extraño. Porque estamos saliendo —se rió. —Pero sigo: ella era una buena compañera, no creo que pudiera llamarle de otro modo. En fin, después de salir por un tiempo creo que me dejé llevar y... lo hicimos. Tendría diecisiete años entonces.

—Antes de la graduación —Todomatsu abrió bastante los ojos. —¿Y?

—No lo sé. Tú sabes... por lo que te he dicho. No estaba muy conforme con mi vida así que supuse que no pasaba nada si simplemente me acostaba con ella sólo una noche. Estaba como ido, y tenía miedo. No sabía qué sucedería después. Tenía miedo de lastimarla y de volver a casa sin saber qué hacer de nuevo, ¿sabes? Creo que muy en el fondo sabía que ese sentimiento no era lo que yo sentía por ella, por eso estaba nervioso —se pasó una mano por la mejilla con nerviosismo. —Todo empeoró cuando ella se alejó de mí después de eso, nada malo pasó pero... no volvimos a estar juntos. Creo que ella no estaba del todo interesada en mí y yo no podía convencerme a mí mismo de que yo sentía algo por ella.

—Ahora que lo explicas así, parece confuso —dijo Todomatsu.

—Todo comenzó porque papá quería que me distrajera con algo y pensó que tener novia a mi edad era de lo más normal y eso sugirió —dijo Atsushi, por no decir al final "exigió". —Pero todo se salió de control y al final hacía las cosas que yo quería. Mi vida, como cada quién con la suya, estaba en mis manos. Creí que estaba bien si yo había usado a aquella chica sólo para convivir unos meses y ella a mí. Quiero decir, ella no se quejó ni yo tampoco pero no podía sentir que hacer aquello estuviera del todo bien. Y bueno, me acosté con varias chicas más —admitió, sin embargo no fue sorpresa para Todomatsu pues ya lo suponía. —Pero, no era como si me hubiese comprometido a estar siempre con ellas. Antes de pasar una noche juntos, por supuesto ellas sabían que no era una relación, pero siempre accedían a hacerlo. ¿No te parece extraño? Cada quién buscaba algo a cambio, pero a pesar de todo yo no lograba sentirme mejor conmigo. ¿Cuánto duro eso? —se preguntó a sí mismo. —Creo que unos tres o cuatro años. Yo sencillamente no podía estar con alguien demasiado tiempo porque tenía miedo de dar una decepción.

—¿Y entonces por qué conmigo fue diferente? ¿No estabas asustado también?

—No, no lo estaba. Había prometido hacerle caso a mis sentimientos tiempo atrás, y eso hice.

Todomatsu suspiró. No supo qué decir después de esa respuesta y sólo se abrazó más al cojín en completo silencio esperando a que Atsushi dijese otra cosa, sin embargo no parecía querer decir nada más.

—Y bueno —continuó Atsushi sin más opciones—, preguntaste que cómo había sido. Te diré: no puedo recordar con exactitud porque no sabía lo que hacía, es una pena. Y ni siquiera recuerdo bien sus nombres. Pero, fue cálido, sin dudas. Sólo sé que así fue, pero mi corazón no podía calmarse y no lo entiendo. Yo tenía mucho miedo pero no sabía exactamente de qué. ¿Quizá de que todo siguiera igual después de eso? Da igual, fue la primera vez que me sentí amado, aunque tan sólo fuese un sentimiento pasajero para ambos.

Después de un rato Todomatsu le preguntó a Atsushi con cuántas chicas había estado y éste le respondió que no lo recordaba.

—Oh —susurró Todomatsu. —Así que esto es eso agridulce.

—Sí, lo es —sonrió. —No podía dejar de temblar —admitió riendo. No dio más detalles.

—Entonces...

—¡Entonces nada! —Atsushi abrazó a Todomatsu, se dejó caer hacia él y el menor una vez más quedó boca arriba, siendo aplastado por Atsushi. —Quédate un rato así —bromeó.

—Agh... Me estoy ahogando —se quejó Todomatsu con una sonrisa torcida. —¡Levántate!

—Un ratito más.

Y entonces Todomatsu dejó de luchar por oxígeno. Simplemente aflojó su cuerpo y no hizo nada más, hasta que Atsushi se enderezó y se alejó un poco de él.

—Ni siquiera estás viendo la película —dijo Atsushi.

—¡Tú tampoco! —se rió. —Atsushi-kun, por cierto, ¿has hablado con Futsuumaru?

—No recientemente —caviló. —La última vez que tuvimos contacto fue mediante un mensaje de texto. ¿Qué sucede con él?

—Me pregunto si estará muy ocupado. Pensaba que quizá podríamos salir los tres juntos un día de estos.

—Uh, buena idea. Me gustaría andar a pie.

—Eso suena bien, ¿tienes un día libre?

—Costará conseguir uno, pero puedo hacerlo —sonrió. —Me da curiosidad andar de paseo por Shibuya durante el día.

—Las calles están repletas por el gentío. Paso a pie casi diario —dijo casi a modo de queja, lo que le hizo gracia al otro. —Mejor me paso por la línea Yamanote. ¡Eres afortunado de tener un auto!

Atsushi rió.

Al final terminó la película y verdaderamente ninguno de los dos le prestó atención pues se entretuvieron hablando y jugueteando.

Al día siguiente más o menos a la misma hora Todomatsu llamó a Futsuumaru para invitarlo a salir y éste accedió. Su amigo estaba algo ocupado debido a la universidad, sin embargo nunca era problema para él organizarse y salir con sus queridos amigos de vez en cuando. No había pasado mucho tiempo desde la última conversación que tuvieron, y de hecho, Futsuumaru había seguido en contacto con el resto de los sextillizos después de algunas reuniones en las que se vio obligado a convivir con ellos. Habían simpatizado muy bien, lo cual dio gusto a Todomatsu.

Si llamaba de repente a Futsuumaru nunca había problema, siempre andaba de buen humor. "¡A saber cómo le hace!", pensaba Todomatsu con tan sólo oír hablar a su amigo tan energéticamente. Además, era realmente bueno conversando y jamás era un mal tercio. Era un perfecto acompañante para toda clase de situaciones.

De vez en cuando Todomatsu se abatía al recordar el suceso de hace casi tres años atrás, en donde Futsuumaru había sido su más fuerte apoyo; para su buena suerte, su amigo jamás tocó el tema de nuevo y se limitaba a regalar sonrisas a todo el mundo. El pena se disipaba y podía levantar la cara plenamente una vez más hacia él, sin olvidar lo sucedido pero viviendo como si nada hubiera pasado.

Se fijó un día, un lugar y una hora acorde a la conveniencia de Atsushi. Tuvieron que pasar casi cuatro días para que éste pudiera hacer ajustes a su horario semanal y poder ponerse de acuerdo. Era una mala semana para ello.

5:00 pm.

—Atsushi-kun... ¿Te parece si vamos a algún bar o algo así?

—De acuerdo. Después hay que ir al billar, y después —hizo una pausa y lo pensó—, a algún lugar que le guste a Futsuumaru-kun.

—¿No crees que lo estoy molestando?

—¡Claro que no, Todomatsu! Estará encantado de verte otra vez. Está ocupado con sus estudios, ¿pero cuándo no es así?

—Tienes razón —asintió varias veces mientras acariciaba su mentón ansiosamente.

Aquel día Atsushi había salido de su trabajo antes de lo normal; todo estaba terriblemente desajustado.

—Compré esto antes de venir, ¿quieres? —dijo mientras abría una bolsa de bombones de chocolate.

—¡Atsushi-kun! ¡Qué vicioso eres para esto! —se burló de él mientras aceptaba un bombón. —Se va tu seriedad —rió.

—Yo creí que quizá te parecería lindo —hizo una mueca aparentando una lindura exagerada.

—¡Ay, siempre lo mismo! —rió mientras meneaba la cabeza a los lados, le hizo mucha gracia. Se acercó a él y le alborotó el cabello a modo de juego.

—¿Notas que tienen licor? Están buenísimos —dijo sin importarle su cabello revuelto.

—Lo están pero —decía digustando— ya no más. Se me picarán las muelas.

—¡Es que no tienes que morderlo!

—Ah.

Ambos rieron. Se quedaron viendo los peces un rato mientras charlaban y después se pusieron a leer un libro juntos.

Fue cuando iban en el segundo capítulo del libro cuando de repente se escuchó el timbre de la casa; alguien lo había tocado.

—¿Uh? ¿Eso fue aquí?

—Tuvo que serlo, la televisión no está encendida —respondió Atsushi. —Qué raro... Iré a ver. No recuerdo haberle dicho a Futsuumaru-kun que viniese.

—Seguro lo hizo, ya sabes cómo es —se rió. —Te acompaño —dijo mientras se ponía un abrigo y las pantuflas.

Atsushi bajó estando flojo, pero decidido. Si era Futsuumaru, algún compañero de oficina, o Sacchi y Aida, daba igual. Abriría de todas maneras... No se le pasó por la cabeza arreglarse un poco el cuello de la camisa o ponerse las pantuflas antes de ir a la entrada.

Cuando intentó abrir la puerta ésta se trabó, el picaporte simplemente no daba la media vuelta; ya había cerrado con anterioridad. Tomó la llave y la encajó para darle la vuelta y finalmente abrir, pero no lo lograba.

Lo intentó varias veces pero no lo lograba.

—Ey, tienes un pequeño problema, ¿eh? —se acercó Todomatsu por detrás. —Deja que te ayude —dijo mientras tomaba la llave de las manos del otro para ahora él insertarla en la cerradura. Tan rápido como giró la mano, ésta se abrió. —¿Lo ves? Fácil —sonrió.

Atsushi resopló.

—Será mejor que no hagas esperar a quien sea que esté allí afuera —comentó con media sonrisa y sus ojos serenos. —¡Un momento, por favor!

Todomatsu obedeció y abrió la puerta enseguida, esperando ver a Futsuumaru. Sin embargo no se trataba de él. Cuando Atsushi vio finalmente más allá del marco de la puerta abrió bastante sus ojos y exhaló instintivamente.

Todomatsu sonrió, pero se quedó totalmente estático por unos segundos y apenas dijo:

—¿Mamá?