~~Chapter 27~~


Choosing Sides:

Laxus y Gajeel


El cielo nocturno era bastante oscuro, no había ni una sola estrella adornándolo, aunque extraño, eso generaba en ciertas personas paz y tranquilidad; unos iban y venían de sus trabajos, pocos simplemente daban un pequeño paseo nocturno.

Las carretas circulaban por las calles tranquilamente, y una de ellas cruzó la calle y dobló la siguiente esquina con tranquilidad; esta carreta era completamente negra, incluido el caballo y las ropas del chófer que lo guiaban. Era una carreta bastante curiosa, tenía un símbolo de una águila en pleno vuelo dirigiéndose hacia una estrella solitaria. Una vez que llegó a su destino, un edificio alto, se detuvo y los pasajeros bajaron uno tras otro, dos hombres ayudaron a bajar a un tercero, quien tenía un costal cubriendo su rostro, con rudeza.

—¡Apresúrate, maldita sea! —exclamó uno de ellos, de cabello rubio y facciones afiladas—. ¡El jefe ya debe estar muy molesto!

—¡Déja de gritarle! —reclamó el segundo hombre, el cual era calvo y unas gafas negras cubrían sus ojos; volteó hacia el hombre en el saco y lo golpeó con fuerza en el abdomen—. Así es más fácil.

Ambos rieron a carcajadas. Otro de los pasajeros, que usaba un sombrero formal, los fulminó con la mirada y exclamó.

—¡Déjen de hacer estupideces y apresúrense!

—¡Sí, señor! —afirmaron aquellos sujetos recobrando la compostura. Entonces todos entraron al edificio.

Su destino era el último piso, la habitación de lujo, así que usaron el elevador; al llegar, obligaron al hombre en el saco a caminar frente a ellos, por poco y se tropieza con sus propios pies; todos detrás de él se soltaron a reír. El hombre en el saco chocó contra la puerta, el sujeto del sombrero lo agarró de la cabeza y golpeó la puerta repetidas veces con él. Hubo carcajadas de todos.

—¡Cállense! —ordenó volteando sobre su hombro izquierdo hacia sus hombres, luego se volvió a la puerta, la cual se escuchó el seguro moverse. Se abrió.

—¿Lo tienen? —preguntó una mujer de cabellera rosada. El hombre del sombrero, ligeramente ruborizado, asintió.

—Fue difícil, pero lo tenemos.

—Entonces pasen —dijo y abrió completamente la puerta, se hizo a un lado para que todos pasaran y cerró una vez todos estaban adentro.

El hombre del sombrero guió al sujeto del saco por un amplio, pero corto, pasillo de paredes color vino con pinturas abstractas adornándolas; siguieron de frente hasta llegar a la sala, donde ya los esperaba un hombre de mediana edad sentado en un robusto sillón para una persona. El hombre, con el cabello ya encanecido, dibujó media sonrisa al ver a sus hombres trayendo casi a arrastras a su más reciente dolor de cabeza.

—¡Ah, finalmente! —vociferó al mismo tiempo que se levantaba del sillón y abría los brazos a los lados—. ¿Hubo complicaciones, Señor Cromwell? —le preguntó el hombre del sombrero.

—Ninguna, lord Nightingale —confirmó el ahora nombrado Cromwell—. De hecho fue demasiado fácil; personalmente me siento decepcionado, sabiendo qué clase de reputación tiene este idiota.

—Suele pasar, señor Cromwell —Nightingale se acercó al hombre del saco. Cromwell lo golpeó en los ángulos de sus rodillas y lo obligó a arrodillarse—. Sobre todo cuando se trata con esta clase de basura —Nightingale se inclinó frente al hombre del saco y se lo quitó de un tirón, revelando una larga cabellera negra y un rostro con perforaciones—. ¿Verdad, "Hiero Negro" Gajeel?

El Dragon Slayer del metal levantó la mirada e hizo una mueca de desagrado.

—¡Ugh! ¡Vuelve a ponerme el saco, te apesta el hosico a pescado!

Nightingale rió, luego golpeó a Gajeel en el estómago, éste se dejó caer en el suelo tratando de aguantar el dolor. Nightingale sintió humedad en sus nudillos, echó un vistazo y notó manchas de sangre sobre su piel.

—¿Qué le hicieron? —le preguntó a Cromwell.

—Strickland lo apuñaló en el costado para someterlo —comentó señalando al más viejo de sus hombres—; "Hierro Negro" es joven, pero pelea como cincuenta hombres.

—¡¡Strickland!! —lo llamó Nightingale alzando de golpe la voz. Un hombre avejentado, vistiendo un traje azul marino, se abrió paso entre los demás y se paró al frente.

—¡Sí, señor!

—Tómese el resto de la noche —dijo al señalarlo con el dedo índice—. Buen trabajo.

—¡Gracias, señor! —dijo, y salió de la habitación.

Nightingale le dio la espalda a Gajeel, caminó hasta su sillón y tomó asiento; lo miraba detenidamente de arriba a abajo, tratando de deducir cómo una "Bestia" como "Hierro Negro" Gajeel yacía frente a él todo golpeado y sometido a su voluntad. Se echó a reír.

—Creo que es mucho ruido y pocas nueces —comentó. Gajeel dibujó media sonrisa.

—Tengo muchas nueces.

—Debiste perderlas cuando mis hombres te dejaron como animal apaleado, ¡Jajajajajaja! —Nightingale chasqueó los dedos y un mayordomo apareció desde el lado derecho de la habitación—. Llama al "Ragging Bolt" —le ordenó, y el mayordomo obedeció; caminó hasta una Enigma de comunicación y sobre el escritorio de su jefe y la encendió.

—¿A qué viene tanta estupidez de su parte? —preguntó Gajeel. Nightingale lo miraba fijamente desde su sillón—. ¿Para qué traerme aquí?

—Bueno, "Hierro Negro"... —

—¡Deja de llamarme así, con un demonio! —exclamó Gajeel—. Ese apodo es una idiotez, ni siquiera mi hierro es negro.

—¿Entonces a quién se le ocurrió llamarte de esa forma?

—¡Y yo qué carajos voy a saber! Cuando me di cuenta ya todos me llamaban así, ya era muy tarde para cambiarlo.

—De acuerdo, Gajeel —Nightingale se levantó de su asiento y caminó lentamente en dirección a un armario de considerable tamaño: Dos metros exactos—. Sabemos a qué viniste.

—¿A pasar un buen rato en la ciudad? —preguntó irónicamente Gajeel sin quitarle la vista de encima a Nightingale.

—¡Jaja! No. Sabemos que no eres de la ciudad, tampoco de un gremio oscuro como nos habían dicho; en cambio provienes de Magnolia, y eres miembro de Fairy Tail —Gajeel amplió los ojos. Nightingale, siendo consciente de que todo eso aparentemente era verdad, tomó la perilla del armario y la abrió de golpe—, también sabemos que estás aquí por ella.

Del interior del armario se desplomó una chica veinteañera; de cabello largo y púrpura, facciones dulces y gentiles, una figura delgada y esbelta, pero con cierta musculatura. Sin embargo esas descripciones no eran las únicas, su piel era adornada por algunos moretones, tenía sangre en una comisura del labio inferior y un ojo morado. Gajeel rechinó los dientes a verla de esa manera.

—¡Malnacido! ¡¿Qué fue lo que le hiciste?! —exclamó. Nightingale rió a carcajadas.

—¿A caso importa? —preguntó irónicamente—. Fue necesario para mantenerla callada y dócil. No sé porqué te pones así, Gajeel ¿A caso tú no hiciste algo así en el pasado?

Los recuerdos de aquella época cuando Gajeel se creía invencible, y dueño del mundo, aparecieron en su mente: El ataque a Fairy Tail, la golpiza que le dio al equipo Shadow Gear...a Levy, y el maltrato a Lucy cuando fue capturada. Aún lo torturaban cada vez que lo recordaba, como una piedra en el zapato o la picadura de un insecto; siempre presente, causando una molestia en su persona.

Gajeel ya se había reivindicado; los chicos de Fairy Tail lo perdonaron y aceptaron como uno de ellos, incluso mantenía una amistosa relación con Levy, que podría convertirse en algo más. Aún así, ahí estaba una vez más, arrepintiéndose de su pasado.

Gajeel agachó la mirada, y al notarlo, Nightingale sonrió triunfante.

—Aún puedes recordarlo. Eres un idiota sin remedio —la puerta de la habitación se abrió lentamente y un musculoso hombre en un traje negro, con camisa y corbata del mismo color, cruzó el umbral; además era rubio, y tenía una cicatriz, que se parecía a un relámpago, cruzándole el ojo—. ¡Ah! ¡Me alegra que hayas llegado, "Ragging Bolt", ¿O debería decir Laxus Dreyar?

Gajeel amplió los ojos y volteó sobre su hombro con incredulidad, efectivamente ahí estaba el hombre que era mejor conocido como "El hombre más fuerte del gremio"; miró a Gajeel a lo lejos mientras caminaba con aire de superioridad hacia Nightingale, quien lo estaba recibiendo con los brazos abiertos.

—Amigo —dijo, luego él y Laxus se abrazaron amistosamente, ambos se apartaron y se volvieron hacia Gajeel—. Antes creía que este hombre de aquí era así como tú: Un maldito espía que quería rescatar a la criaja que está en el suelo, pero luego hizo algo que se ganó toda mi confianza: Advertirme de tu llegada.

Gajeel frunció el ceño y apretó con fuerza los dientes.

—Al principio no le creí, pensé que trataba de verme la cara de idiota y engañarme, luego nos mostró quién eras, de dónde provenías, dónde te hospedabas, cuál era tu misión; y al final todo resultó ser cierto. Le estoy agradecido.

—Mierda... —masculló Gajeel.

—¡Mierda es la que vas a comer el resto de tu miserable vida, Gajeel! ¡¡Jajajajajaja!! —Nightingale se acercó a Laxus, más precisamente a su oído izquierdo—. Es hora de probar tu lealtad, "Ragging Bolt". Hazle honor a tu apodo y electrocútalo hasta morir.

Laxus no dijo nada, simplemente asintió y caminó hacia Gajeel; se inclinó frente a él y con ambas manos sujetó su cabeza. Ambos se miraban fijamente, como una especie de reto, un desafío. Laxus tensó los dedos y su magia se manifestó, la electricidad envolvió el cuerpo de Gajeel de pies a cabeza, haciéndolo gritar y sacudirse de dolor; después de quince segundos completos, Laxus se detuvo y Gajeel cayó al suelo en un golpe sordo. Unos aplausos se escucharon en la habitación, era Nightingale, quien celebraba lo que acababa de ocurrir.

—Perfecto. ¡Esto es más que perfecto! Uno de los actuales miembros de Fairy Tail ahora está muerto en mi habitación gracias a ti, Laxus —señaló, se acercó a él y lo rodeó con su brazo izquierdo sobre los hombros—. Hay que enviarles el cuerpo, así les demostraremos que podemos acabar con ellos sin problemas. ¡¡ENTONCES COMENZARÁN A TEMERNOS!! ¡Jajajajajaja!

Una detonación en el exterior interrumpió el momento, haciendo que todos los presentes voltearan en aquella dirección. Nightingale levantó una ceja y se acercó a la ventana para echar un vistazo, no encontró nada, la calle estaba tranquila; se volvió hacia sus subordinados.

—No hay nada. La calle está... —el costado del edificio explotó, llevándose a Nightingale con él. Todos se echaron a cubierta, detrás de cualquier cosa, menos Laxus.

El rubio se acercó al inmenso hoyo en la pared y se asomó, esperando encontrar al culpable de la explosión; y deseó no haberlo hecho. Flotando en el aire, preparando dos enormes bolas de fuego negro en ambas manos, se encontraba Natsu. Laxus amplió los ojos como platos y su boca se abrió levemente, estaba anonadado.

—¿Qué mierda cree que está haciendo Natsu? —susurró para sí mismo. Alguien lo agarró del hombro y lo hizo voltear. Era Cromwell.

—¡¿Dónde está el jefe?! —quiso saber.

—Está muerto —respondió Laxus sin rodeos.

Cromwell abrió la boca de la sorpresa, volteó hacia la chica por un segundo y regresó hacia Laxus.

—Hay que llevárnosla —dijo, dio un paso y antes de que pudiera dar otro, Laxus lo sujetó de la mano encima de su hombro. Cromwell frunció el ceño—. ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —exclamó.

Laxus no respondió, tensó su mano y Cromwell fue electrocutado hasta caer inconsciente; los demás hombres lo notaron y fulminaron a Laxus con la mirada. Todos se abalanzaron para atacarlo. Laxus levantó a un inconsciente Cromwell por encima de su cabeza y lo arrojó a los dos hombres frente a él, ellos cayeron, y ahora se encargaría de los otros dos que se estaban acercando.

—No tengo tiempo para esto —dijo Laxus.

Levantó ambas manos y dos relámpagos golpearon en el pecho a los dos hombres, empujándolos hacia atrás y terminar en el suelo; los últimos tres se estaban acercando, Laxus se puso a la defensiva, y de la nada una enorme masa de hierro con espinas los golpeó a los tres por el costado. Gajeel ya estaba de pie, y se acercó a Laxus.

—Ese pequeño choque eléctrico sí lo sentí —bromeó—. Vaya que te contuviste. ¿Qué está sucediendo? —preguntó al tratar de acomodarse el hombro derecho—. ¿Qué ocasionó esa explosión?

—Fue Natsu —respondió Laxus seriamente. Gajeel estaba confundido.

—¿Salamander está aquí?

—Lo vi allá afuera, estaba...estaba volando —ni siquiera ellos dos comprendían muy bien esa última parte, ni Laxus, quien lo había dicho, ni Gajeel al escucharlo.

—¿Volando? Salamander no puede volar.

—Pues ahora sí —señaló Laxus, levantó a la chica del suelo y se la entregó a Gajeel—. Tienes que entregar a la hija del Ministro sana y salva, es nuestra prioridad en la misión.

—¿Y tú qué piensas hacer? —interrogó Gajeel al aceptar a la chica en brazos.

—Yo iré a ver qué sucede con Natsu.

Gajeel no estaba de acuerdo, Laxus lo notaba en su expresión, pero asintió y salió de la habitación. Laxus volteó hacia el hoyo en la pared e inspiró hondo; no es que le tuviera miedo a Natsu, ya había luchado con él antes, más bien era porque sin importar lo que sucediera, Natsu nunca cambiaría al perder el control en sus batallas.

Laxus saltó por el hoyo lo más alto que pudo hasta que aterrizó en el techo del edificio contiguo, buscó a su alrededor alguna señal de Natsu, y como por arte de magia ocurrió otra explosión a unos metros a su derecha. Esta fue más intensa.

—Maldita sea, Natsu —masculló. Saltó por otros tres tejados hasta quedar lo más cerca posible; ahí en la orilla vio a Natsu mirando hacia abajo con una bola de fuego negro en la mano izquierda—. ¿Desde cuando puedes usar fuego negro?

Ahora que lo recordaba, al principio también lo vio usar ese mismo fuego, y le pareció muy extraño; Natsu no sabía usar otra clase de fuego mas que el que siempre usaba, ni siquiera cuando Macao le daba clases para cambiar las características de sus flamas. Eso confundió a Laxus, y sólo pensó en una cosa...

—Algo no está bien con él —se disponía a llamar su atención con un grito cuando vio que algo se acercaba a una gran velocidad. ¿Cómo lo sabía? Porque eso brillaba con una potente luz amarilla y emitía un silbido—. ¿Esa es...?

Conforme se acercaba, la figura de esa luz se notaba mejor; no era una cosa, era una persona, y no cualquier persona: Era Erza usando su Armadura de Velocidad. La pelirroja desenfundó su espada y se preparó para atacar a Natsu.

—¿Está pensado en luchar contra el? —se preguntó Laxus.

Erza aminoró su velocidad; Natsu estaba distraído, así que no había mejor oportunidad. Un segundo objeto apareció detrás de Erza, acercándose igual de rápido; este no emitía luz propia, pero sí se notaba un tono azulado conforme se acercaba. Era Happy, y a quien cargaba sorprendió más a Laxus: Lucy. La maga estelar le dijo algo a Happy, éste asintió y la soltó sin nada más, Lucy giró sobre sí misma y extendió la pierna derecha para golpear a Erza en el costado y hacerla caer a tierra.

Laxus estaba sorprendido, impactado; no podía creer lo que ocurrió en frente de sus ojos.

—¿Lucy...Lucy acaba de derribar a Erza? —antes de que pudiera tocar el suelo, Lucy fue atrapada por Happy, y ambos volaron hasta donde cayó Erza—. Tengo que ir para allá.

—¡Laxus! —alguien lo llamó; el rubio volteó y se encontró con Gajeel.

—¿Qué pasó con la chica? —quiso saber.

—La llevé con el Ministro, están a salvo los dos en un refugio subterráneo. ¿Dónde está Salamander?

—¡Sígueme! —le pidió, sin esperar respuesta saltó del techo en la dirección donde Erza cayó, seguido muy de cerca por un confundido Gajeel.

(Mientras tanto, en el área donde cayó Erza.)

La maga de la armadura se frotaba la zona de su espalda baja donde recibió el impacto al caer con una expresión de dolor; estaba confundida, ella se encontraba llegando al pueblo para encarar a Natsu una vez más y de pronto algo apareció detrás de ella y la derribó de un solo golpe. ¿Cómo pudo ser tan descuidada? Cuando el dolor aminiró, se levantó y echó un vistazo a su alrededor por dos razones: Saber el paradero de Natsu, y encontrar al responsable que la golpeó.

Al levantar la mirada notó una silueta acercarse volando lentamente hacia ella, invocó una espada, preparada para cualquier ataque que llegara, y esperó; la silueta tomó una mejor definición conforme se acercaba, y Erza descubrió que no era una, si no dos personas, a las que ya conocía. Lucy y Happy aterrizaron frente a ella, una vez que la rubia plantó firmemente sus pies en la tierra tomó a un agotado Happy entre sus brazos, lo acunó para que pudiera descansar, y se acercó a Erza; la pelirroja se alegró al verlos, pero algo en la expresión de Lucy le hizo sentir que algo no estaba bien. Lucy se veía tensa, enfadada y molesta; lo extraño era que ella no era así, siempre se mostraba alegre y serena. Ahora parecía otra persona. Erza decidió hablarle.

—¡Lucy, hola! —vociferó Erza sacudiendo su mano en lo alto—. Me alegra verlos, pero...¿Qué están haciendo aquí?

—¡Estamos aquí por Natsu! —respondió seriamente. Erza levantó una ceja.

—¿Por Natsu? —cuestionó. Lucy ni se inmutó—, pero esto es peligroso. ¡Ustedes pueden salir heridos! ¡Algo no anda bien con la magia Mata Dragones de Natsu, algo acaba de derribarme del cielo y...!

—¡Yo te derribé! —interrumpió Lucy levantando la voz. Erza enmudeció ante el comentario de su compañera—. ¡Yo lo hice!

—¿...qué? —musitó Erza, sacudió rápidamente la cabeza para salir de su ensimismamiento—. ¡¿Porqué hiciste eso?!

—¡¡PORQUE YO LO SÉ TODO!! —exclamó. La expresión molesta de Erza se fue desvaneciendo hasta quedar sorprendida y boquiabierta, luego, después de que una idea apareciera fugazmente en su cabeza, palideció—. Yo. Lo. Sé. Todo.

—Lucy... —masculló.

—¡¿Porqué no me lo dijiste?! —reclamó golpeando con fuerza el suelo con su pie derecho, Happy seguía dormido.

—Lucy, yo... —

—¡Y luego tratas de matar a Natsu! —gritó con todas sus fuerzas. Erza podía soportar varias cosas, pero de lo que la estaba acusando Lucy fue la gota que derramó el vaso.

—¡¿A CASO ESTÁS LOCA?! —exclamó hecha una fiera, incluso Lucy retrocedió un paso y flanqueó su expresión—. ¡¿CÓMO PUEDES ACUSARME DE SEMEJANTE ESTUPIDEZ?! ¡¡YO NO QUIERO MATAR A NATSU!! ¡¡QUIERO AYUDARLO!!

—¡Eso no es lo que me pareció al verlos pelear en el pueblo! —repuso la rubia frunciendo el ceño. Erza se sorprendió.

—¡¿Qué?! ¡¿Nos viste en el pueblo?!

—¡Vi cómo tratabas de someter a Natsu! ¿Y luego qué ibas a hacer, eh? ¡¡Dímelo!!

—¡Quería llevarlo al gremio para ayudarlo! ¡Natsu no...!

—¡¡MIENTES!!

—¡Oigan ustedes dos! —vociferó una voz masculina a la derecha de Lucy y a la izquierda de Erza, ambas voltearon y encontraron a Laxus y a Gajeel abriéndose paso entre los escombros para acercarse a ellas—. ¿Qué demonios está pasando aquí? —les preguntó el rubio. Ambas intercambiaron miradas.

—¿Porqué Salamander está destruyendo todo? —ahora fue Gajeel quien las cuestionó. Erza dio un paso al frente para hablar.

—Algo está mal con Natsu —respondió seriamente.

—Eso es seguro, Erza —dijo Laxus cruzándose de brazos—. Lo que quiero saber es porqué está atacando a diestra y siniestra todo lo que se le cruza en frente.

—No lo sabemos.

—Yo sí sé una cosa —comentó Lucy acercándose a ellos, sorpresivamente Happy seguía dormido entre sus brazos—: Natsu atacó a Juvia y a Morgan... —

—¡¿Qué fue lo que dijiste, Coneja?! —interrogó Gajeel acercándose a Lucy hasta quedar frente a frente—. ¿Salamander atacó a Juvia?

—Sí, y a Morgan —rectificó Lucy.

—Ese tipo me importa un bledo, ¿Cómo está Juvia? ¿Está muy herida? ¿Es grave? —podía ser un bruto, un cabeza dura, y una máquina de combate sin remedio; pero con el tiempo Gajeel comenzó a apreciar a todos sus compañeros del gremio, especialmente a quien lo acompañó tantos años como Juvia. Ella era como una hermana para él—. ¡Responde!

—Ella está bien, Gajeel —contestó finalmente Lucy en tono calmado—. Mirajane y Lisanna la atendieron lo mejor que pudieron y ahora está mejor.

—Tengo que ir a verla —dijo, dio media vuelta y comenzó a alejarse de ellos; Laxus lo sujetó del cuello de su chaqueta con fuerza, impidiéndole moverse—. ¡¿Qué te pasa, Laxus?! ¡Déjame ir!

—¡No hasta que resolvamos esto!

—¡Ustedes tres pueden encargarse de Salamander! —señaló sin siquiera mirarlos—, son más que suficientes.

—Lo dudo mucho —masculló el rubio. Gajeel dejó de moverse, no podía creer lo que había escuchado—. Erza... —la llamó.

—¿Sí?

—Ya luchaste contra él, ¿Verdad? —la maga de la armadura cambió su seria expresión a una decaída y agachó la mirada.

—Sí, ya luché contra él —respondió con mucho pesar en su corazón.

—Y supongo que no terminó bien —concluyó Laxus. Erza asintió en respuesta—. Así como yo lo veo...debemos encargarnos todos juntos de Natsu antes de que cause más daño a personas inocentes, y para eso los necesito a ustedes tres.

—¿A qué te refieres con "Encargarnos"? —quiso saber Lucy. Laxus rodó los ojos.

—Hay que incapacitarlo; asegurarnos de noquearlo el tiempo suficiente para llevarlo al gremio y buscar una solución a su problema.

Con esa afirmación, tanto Lucy como Erza respiraron aliviadas; al final, lo que Erza quería se iba a cumplir. Laxus los reunió a todos para trazar un plan de ataque, obviamente haciendo incapie en que no deben atacar con la intención de lastimar o herir a Natsu, sin importar qué clase de actitud tenga él seguía siendo un miembro de Fairy Tail.

Erza fue la primera en ofrecerse como la distracción, no quería que nadie más se le acercara a Natsu; no era que dudara de sus compañeros, más bien porque sentía que le debía eso a Natsu: Si alguien tenía que ponerlo de regreso en el buen camino, ella quería hacerlo. Y Lucy, aunque no perdía detalle del plan que estaba realizando Laxus, no dejaba de mirar de reojo a Erza, con un dejo de enfado y molestia.

El plan ya estaba trazado, ahora sólo debían ejecutarlo.

Natsu caminaba por el borde del techo de un edificio mirando hacia abajo, como si estuviera buscando algo; si no lo encontraba, cambiaba de edificio y seguía con su camino. Así iba por uno, dos, hasta cinco edificios diferentes, y por su tensa expresión parecía que aquello que estaba buscando no se encontraba en el área. Se irguió e inspiró hondo, su ojo derecho tuvo un ligero tic y sonrió engreídamente.

Tenía el presentimiento de que vendrías —dijo, dio media vuelta y se encontró con Erza a unos metros frente a él, mirándolo con mucha tristeza. Natsu se confundió—. ¿No vienes a pelear?

—Quiero hablar contigo —aclaró. No muy lejos de ahí Laxus, Gajeel, y Lucy, se estaban escondiendo entre los escombros de los demás edificios con el nivel de su magia al mínimo para que Natsu no pudiera sentirlos—. NECESITO hablar contigo.

¿Quieres apelar a mi lado bueno? —preguntó irónicamente—. Eso es muy predecible y muy decepcionante de tu parte.

—Quiero decirte que me arrepiento mucho de no haber ido contigo —el Dragon Slayer levantó ambas cejas, estaba sorprendido—, cuando me dijiste que irías a buscar a Morgan; dijiste que llegarías lo más pronto que pudieras, lo prometiste.

Natsu rió por lo bajo. A Erza no le importó ese gesto y dio un paso al frente con mucha cautela.

Hiciste mal en hacerme caso.

—Lo hice porque confiaba en ti —afirmó siguiendo caminando—, y aún lo sigo haciendo.

Sólo dices puros disparates.

—A pesar de lo que estás haciendo ahora, yo sigo confiando en ti; y como te dije antes: Tu forma de actuar no es como la del Natsu que conozco. Sé que algo anda mal en ti, no sé si se trata de tu magia o algo así, no estoy segura; pero de lo que sí estoy segura es de lo mucho que me preocupas.

Erza ya estaba a tan sólo unos pasos de Natsu, y él no parecía tensarse ni ponerse a la defensiva, simplemente se quedaba ahí parado; y eso alegraba mucho a la pelirroja. Quería decir que en verdad la estaba escuchando, que de verdad le interesaba. Finalmente quedaron frente a frente, y Erza trató de alcanzar la mano derecha del Dragon Slayer con la suya; del otro lado Lucy seguía toda la escena desde el comienzo sin haber despegado el ojo de encima de ellos, captando cada movimiento, cada reacción, y no le gustaba para nada lo que estaba viendo, frunció el ceño completamente y comenzaba a murmurar entre dientes.

—Desde niños siempre me preocupabas, por eso trataba de ayudarte en cualquier cosa que necesitarás. Lo que sea. Y lo seguiría haciendo sin importar lo que suceda en el futuro; yo te ayudaré, yo te cuidaré, yo te protegeré —Erza cambió de parecer, y en lugar de alcanzar la mano de Natsu mejor decidió colocar su mano derecha sobre el pecho de él, para sentir su corazón. Lucy seguía mirando—. Yo te amaré, Natsu.

Después de decir aquella frase, hubo varias reacciones por parte de los tres: Erza sintió una sensación de electricidad que nació de su nuca y recorrió toda su espalda, como si estuviera lidiando con un poderoso sentimiento, pero que ahora comprendía del todo; Natsu estaba muy confundido, no sabía qué estaba diciendo la pelirroja frente a ella, pero dentro de él, a pesar de ser un mago de fuego, sintió algo cálido en su interior, lo que confundió más su mente; Lucy...Lucy estaba eufórica, molesta, desbordaba rabia y cólera de sus ojos, tanta que apretó los puños y sus uñas se clavaron en las almohadillas de su palma.

—Te amo y siempre te amaré, por sobre todas las cosas —declaró Erza. Lucy rechinó los dientes, y en sus mejillas se deslizaban un par de lágrimas.

—Ya tuve suficiente —siseó y salió de su escondite. Laxus se percató de aquello y trató de detenerla.

—¡Lucy, no! —pero fue en vano, no logró alcanzarla.

Lucy desenfundó su "Látigo de estrellas" y lo lanzó hacia arriba, se enredó en un tubo de cañería y se elevó por los aires, columpiándose hasta llegar a una buena altura; tomó una de sus llaves doradas e invocó a su espíritu con más fuerza bruta.

—¡Ábrete, puerta del toro dorado! ¡¡TAURUS!! —exclamó, y el inmenso espíritu estelar apareció frente a ella—. ¡¡Ataca a Natsu con tu hacha usando toda la fuerza que tengas!! —le ordenó.

—¡Muuuy bien! —confirmó el espíritu. Levantó su hacha por encima de su cabeza y se preparó para dejarla caer con toda la fuerza que sus poderosos brazos se lo permitieran.

Erza notó la presencia de Taurus y levantó la mirada, se volvió hacia Natsu con una expresión indecisa; era parte del plan atacarlo sorpresivamente para dejarlo inconsciente y llevárselo al gremio, pero también quería advertirle para que lo esquivara y no recibiera ningún daño. Había conflicto, duda; sin embargo las circunstancias no lo favorecían. Natsu provocó demasiado daño al pueblo y a miles de personas inocentes por nada en especial. A Erza no le quedó de otra mas que ceder; dio un paso hacia atrás pero fue atrapada por su antebrazo con un agarre de Natsu.

—Natsu... —musitó incrédula.

—¡¡Hazlo Taurus!! —exclamó Lucy.

La imponente hacha de Taurus estaba a tan sólo unos centímetros de la cabeza de Natsu cuando éste levantó la mirada y sonrió; alzó la mano derecha y detuvo el ataque del espíritu estelar por completo, y sin siquiera moverse de su lugar. Todos estaban impactados, literalmente todos.

—Mierda... —masculló Gajeel.

—No puedo creerlo —susurró Laxus.

—Detuvo el ataque de Taurus como si lo golpeara con un simple palo —dijo Lucy palideciendo al verlo frente a ella.

Erza no se había movido, aún estaba siendo sujetada por el Dragon Slayer; lo miró a los ojos y notó que ahora eran completamente negros, no había pupilas, no había iris. Era la nada absoluta, mas sin embargo en ese pequeño lapso de tiempo percibió un cambio repentino; Natsu sufría pequeños tics nerviosos en su ojo derecho, frunció levemente en ceño y miró a Erza con...¿Miedo?

—Erza... —susurró.

—Natsu —dijo la pelirroja con un pequeño ápice de esperanza; entonces Natsu gesticuló algo con sus labios. Erza se dio cuenta y logró entender qué era lo que trataba de decirle, y fue ese mismo gesto lo que hizo que recobrara la determinación; frunció el ceño, apretó los puños, e invocó sus ropas de origen japonés—. ¡¡Ahora!!

Erza giró su muñeca y ahora era ella quien sujetaba a Natsu, invocó su katana y lo atacó con ella; el Dragon Slayer se inclinó hacia adelante, esquivando el ataque; Erza no se detuvo ahí y siguió atacándolo con la espada más veces, una tras otra.

Laxus intercambió miradas con Gajeel y ambos asintieron; el rubio concentró toda su magia hasta su punto límite, lo que hizo crecer su cuerpo considerablemente, así como aquella vez que lucharon en la catedral, y expulsar relámpagos blancos de su cuerpo; en cambio Gajeel cubrió todo su cuerpo con las escamas metálicas que aumentaban su resistencia y defensa y se despojó de su chaqueta.

—No tengo tanta fuerza como Laxus —pensaba Gajeel mirando fijamente a Natsu, quien seguía esquivando los ataques de Erza—, pero con un demonio que le daré pelea a Salamander.

—¡¡Ábrete, puerta del carnero!! —exclamó Lucy sacando una segunda llave dorada—, ¡¡Aries!!

—¡Lo siento mucho! —chilló la chica espíritu con su clásico atuendo de lana rosada cubriendo su cuerpo.

—¡Aries, lanza tus bombas de lana! —le ordenó Lucy.

—¡Sí, perdón por eso! —Aries obedeció y la orden y bombardeó a Natsu con una bomba tras otra de esponjosa lana rosada.

—¡Erza, sal de ahí! —le gritó Lucy.

La pelirroja soltó a Natsu, dio un par de volteretas hacia atrás para alejarse. Las bombas golpearon a Natsu antes de que pudiera hacer un movimiento y lo atraparon entre tanta esponjosidad. Erza volteó sobre su hombro hacia Laxus.

—¡Te toca, Laxus!

—¡Lo sé!

El Dragon Slayer del relámpago tomó impulso y saltó lo más alto que pudo, levantó ambas manos sobre su cabeza mientras se elevaba en los aires, las unió, y se preparó para el descenso; los relámpagos de su cuerpo se concentraron en ambas manos, tantos como pudieron, incrementando la fuerza de su siguiente ataque.

—¡¡Mordisco del dragón del rayo!! —exclamó.

Natsu emergió de entre toda esa rosada y esponjosa lana y salió disparado por los aires; contrajo el puño derecho y lo cubrió con sus flamas negras.

¡¡Impacto demoníaco!! —gritó.

Los ataques de ambos chocaron y una potente explosión cubrió los cielos como si se tratara de un fuego artificial a la décima potencia; todos los demás en tierra desviaron la mirada y se cubrieron los ojos de la potente luz amarilla que partía el cielo nocturno a la mitad. Una vez que se apagó, buscaron en los aires a alguno de ellos y encontraron a Laxus cayendo de cabeza, inconsciente. Lucy fue la primera en actuar.

—¡Aries, sálvalo! —le pidió. Aries extendió ambas manos y creó un colchón de lana para amortiguar la caída de Laxus—. Gracias al cielo.

Natsu miraba desde las alturas cómo el rubio había sido noqueado por su ataque y se sintió muy complacido y orgulloso; Gajeel apareció detrás de él, inclinó la espalda hacia atrás al mismo tiempo que inhalaba una gran bocanada de aire.

—¡¡Rugido del dragón de metal!!

Natsu recibió de lleno el ataque en su espalda, salió disparado en diagonal hacia abajo con gran rapidez; Erza ya lo esperaba en aquella dirección, saltó y preparó otro ataque con su espada.

—Perdóname, Natsu —musitó.

El pelirrosado abrió los ojos y vio a Erza dirigiéndose hacia él, la pelirroja contrajo su katana y lanzó su ataque; Natsu extendió la mano derecha y agarró la espada por su hoja, deteniendo por completo el ataque. Erza chasqueó la lengua. Gajeel ya se esperaba eso, aprovechó la velocidad de su descenso para atacar una segunda vez, colocó su puño derecho en posición y golpeó a Natsu en el rostro; la piel cubierta de escamas metálicas, mas la velocidad, convirtieron un simple puñetazo en una bala de cañón.

—¡No te desharás de mí tan fácilmente, Salamander!! —exclamó Gajeel, levantó el puño izquierdo y golpeó otra vez a Natsu, haciéndolo volar por los aires hasta impactarse contra el suelo—¡¡Laxus!! —lo llamó.

El rubio usó la cama que Aries hizo para él como un trampolín para volver a saltar por los aires, giró varias veces mientras se elevaba, y cuando comenzó a bajar extendió la pierna derecha—. ¡¡Gillotina del dragón del rayo!! —gritó y cayó encima de Natsu, provocando otra explosión que hizo añicos el área a kilómetros a la redonda.

—¡¡Ahora!! —exclamó Erza cambiando a su Armadura de Nakagami—, ¡Antes de que se recupere!

Laxus se reincorporó, agarró a Natsu del cuello de su chaleco y lo obligó a levantarse; lo golpeó un par de veces en el rostro y terminó con un potente puñetazo en el abdomen, que dejó aturdido y sin aliento al Dragon Slayer del fuego. El rubio saltó hacia atrás para reunirse con los demás y tomar sus posiciones que ya habían trazado en el plan: Los cuatro rodearon a Natsu tomando la formación de un cuadrado, uno en cada esquina, y prepararon su más poderoso ataque a distancia. Erza señaló a Natsu con su imponente lanza y toda su energía mágica fue concentrada poco a poco en la punta; Lucy invocó al espíritu celestial Scorpio para que usara su "Cañón de Arena"; mientras, Laxus y Gajeel cargaban sus respectivos rugidos de dragón de su elemento propio.

—Esto tiene que servir —musitó Erza tratando de controlar su magia en la punta de la lanza, era muy inestable—; si esto sale mal, no tendremos poder mágico para defendernos.

Natsu sacudió su cabeza en un intento de ahuyentar su aturdimiento, todos tomaron esa como una señal de que se les estaba acabando el tiempo.

—¡¡Es ahora o nunca, chicos!! —gritó la pelirroja—. ¡¡Disparen con todo lo que tengan!! —la magia de Erza dejó de fluir, y con un potente retroceso el rayo de poder mágico salió disparado de la lanza de Nakagami.

—¡Ahora, Scorpio! —le ordenó Lucy al espíritu celestial.

—¡Cañón de Arena! —la cola metálica tomó posición y expulsó un torrente de arena.

—¡Rugido del Dragón del relámpago!

—¡Rugido del Dragón de metal!

Laxus y Gajeel dispararon sus respectivos rugidos.

Todas esas cuatro potencias se dirigían hacia Natsu a una increíble velocidad y poder; el suelo vibraba violentamente bajo sus pies, el ambiente se había vuelto más pesado, y los flujos mágicos estaban enloquecidos. Nada los podría detener.

Natsu recuperó la consciencia, pero ya era demasiado tarde, las cuatro potencias impactaron su cuerpo agresivamente y la madre de todas las explosiones hizo acto de presencia; tal fue la magnitud que la onda expansiva los golpeó a todos como si hubieran chocado de cara contra una pared, y los derribó, dejándolos inconscientes.

Erza trató de abrir los ojos, pero le era demasiado difícil: apenas tenía sensación alguna en su rostro, y sus párpados no eran la excepción. Apenas entreabiertos, y con la visión un poco nublada, se arrastró por la tierra hasta que su cuerpo se acostumbró al esfuerzo y a duras penas nas pudo ponerse de pie; sus piernas temblaban cuál ciervo recién nacido, aún así logró dar varios pasos hasta llegar a una inconsciente rubia acostada boca arriba.

—Lucy... —tenía la voz queda y algo ronca, no lograba decir frases completas—...iba...arriba. Lucy...

La rubia reaccionó con un quejido, luego se retorció un poco e hizo un esfuerzo por levantar la cara.

—¿Dónde...dónde estoy? —los recuerdos regresaron a su mente y reaccionó—. Natsu. ¿Dónde está, Natsu?

—Eso trato de averiguar —aclaró Erza. Echó un rápido vistazo a su alrededor en busca de sus amigos, luego se volvió a Lucy—. Ayúdame a encontrar a los demás... —Erza dejó incompleta la frase, pues frente a ella caminaba una persona.

Una sombra se dirigía hacia ellas, caminando lentamente; Erza inmediatamente se puso en guardia para evitar cualquier ataque. Si se trataba de Natsu, no sería capaz de defenderse como ella quisiera, como al principio predijo: Su poder mágico era casi nulo, y se imaginó que también el de Lucy, quien ya había invocado a tres espíritus celestiales seguidos.

No encontraba a Laxus ni a Gajeel por ningún lado, con ellos tal vez tendrían una mínima oportunidad ; pero uno nunca sabe qué clase de jugarreta podría hacerles el destino. La sombra tomaba mejor forma, y Erza la vio un tanto extraña; era un hombre, de eso no había duda, pero su lado izquierdo era más voluminoso que el otro, como si el brazo entero sufrió una mutación para multiplicar su tamaño. Finalmente el banco de tierra se disipaba poco a poco, y la sombra adquirió más contraste; tanto Erza como Lucy sintieron un vuelco en el corazón.

—No puede ser... —masculló Erza. La persona que caminaba hacia ellas era Laxus, y sobre su hombro izquierdo cargaba a un inconsciente Natsu.

—Lo logramos —aclaró el Dragon Slayer del relámpago.

(Una hora después)

Mientras Erza y Lucy buscaban a Gajeel, Laxus colocó unas esposas supresoras de magia a Natsu con una gruesa soga para inmovilizarlo por completo; trataron sus heridas, ayudaron a aquellos que quedaron atrapados en el primer ataque de Natsu al pueblo, y partieron discretamente en una carreta en dirección a Magnolia.

Todos estaban muy cansados, ni siquiera podían mantenerse despiertos por cinco minutos, así que optaron por descansar en una posada en medio del bosque; alguien debía vigilar a Natsu, quien sorpresivamente seguía inconsciente, para evitar que hiciera alguna movida. Los cuatro eligieron turnos, y la penúltima fue Erza.

Ahora, la pelirroja caminaba a la cocina, que era donde vigilaban a Natsu, de la habitación para relevar a Lucy de su turno, descubrió que la rubia se había quedado dormida, y agradeció que ni Gajeel ni Laxus la encontraran así; la sacudió levemente de su hombro hasta que ella reaccionó.

—Lucy, es mi turno —susurró Erza. La rubia gruñó levemente, levantó la mirada y cuando se encontró con la de Erza dejó salir un bufido.

—Vete, yo me quedo —dijo en voz grave. Erza insistió.

—No tienes que hacerlo —comentó amablemente—, debes descansar. Yo me quedo con él.

—Es lo último que quiero, que te quedes con él.

Erza miró a Lucy con extrañeza, se irguió sin despegar la mirada de ella.

—¿A qué te refieres?

—Tú sabes a qué me refiero —declaró levantando la mirada y fulminando a la pelirroja ella—, no trates de hacerte la idiota conmigo.

—¡Lucy! —exclamó Erza ligeramente ofendida. La rubia se levantó del suelo de un salto y encaró a Erza señalandola de forma amenazante con el dedo índice.

—¡Tú lo sabías! —girtó Lucy presa de la ira—. ¡Sabías que yo amaba a Natsu más que a nada en el mundo y aún así hiciste lo que hiciste! ¡Me lo quitaste!

—Yo no sabía que tú lo amabas —aclaró Erza levantando ambas manos en señal de calma. Lucy rodó los ojos.

—¡Ay, por favor! ¡Eso ni tú te la crees! ¡Todos en el gremio saben que yo lo amo, Mirajane me dijo que se notaba en mi forma actuar con él! ¡Y si ella se dio cuenta, entonces todos debían hacerlo, incluso tú!

—¡Pero yo no te quité a nadie, ni siquiera hice algo para hacer que Natsu se enamorara de mí! —finalmente Erza se defendía, y no podía hacerlo de otra forma mas que diciendo la verdad; a ella no le gustaba mentir—. ¡Sí, me moría de celos al verte junto a él, tan cariñosos y afectuosos! ¡Pero me quedé en silencio, lo acepté! ¡Sí, en enloquecí cuando Annie lo besó y dijo que lo amaba, pero me controlé y actué de forma madura y calmada!

—¡¡LO SABÍA!! —exclamó Lucy. Erza dio un paso al frente.

—¡¡PERO TÚ TAMPOCO HICISTE ALGO!! —señaló. Lucy enmudeció—. No hiciste nada para enamorarlo, despertar esa atracción; sólo permaneciste callada todo el tiempo. ¡¿Qué era lo que esperabas?! ¡¿Que Natsu mágicamente se enamorara de ti y te confesara su amor?! ¡¡Las cosas no funcionan así, Lucy!!

—Qu-quería esperar el momento adecuado —dijo con un hilo de voz.

—¡¿Y cuándo sería?! ¿Un mes, un año? ¡¡Tú no lo hiciste!!

—¡Cállate, Erza! —gritó Lucy con voz entrecortada.

—¡Yo tampoco hice nada porque no estaba segura de lo que estaba sintiendo, pero después de todo lo que Natsu hizo por mí, y lo que vivimos, tomé la decisión de confesarle mis sentimientos!

—¡¡Cállate!!

—¡Pero cuando decidí hacerlo ya era demasiado tarde, fue Natsu quien decidió dar el primer paso! ¡¡ÉL SE CONFESÓ PRIMERO, NO YO!!

—¡¡CÁLLATE!! —chilló Lucy, cerró con fuerza ambos párpados y abofeteó a Erza con todas sus fuerzas. La pelirroja retrocedió unos pasos por la fuerza, resbaló, y calló encima de una pequeña mesa de madera, que se quebró como si estuviera hecha de papel—. Eres...tú eres... —gimoteaba Lucy con los ojos inyectados en lágrimas. Erza la miraba estupefacta desde el suelo—. Tú eras mi amiga.

Lucy rompió a llorar y salió corriendo de ahí, chocando en el umbral con Laxus y Gajeel quienes se levantaron rápidamente para saber qué estaba pasando.

—¿Lucy? —preguntó. La rubia sacudió la cabeza y lo empujó para evitarlo y salir de la habitación, luego se volvió hacia Erza.

—Tuvimos una pelea —aclaró deduciendo la mirada de incógnita que Laxus le estaba dando. El rubio asintió en respuesta.

—Iré a ver cómo está —dijo y salió de la habitación.

Gajeel se rascó la nuca mientras negaba con la cabeza.

—Las mujeres y sus problemas —dijo irónicamente—. Yo me largo a dormir —y se fue.

Erza se levantó del suelo y frotó cuidadosamente su mejilla derecha, donde recibió la cachetada; no dijo nada, su mente estaba en blanco, así que sólo se dedicó a levantar la madera rota del suelo. Algo cayó sobre el suelo cuando se agachó por tercera vez, era una especie de líquido transparente, levantó la vista al techo pero no encontró fugas de cualquier tipo; sintió algo deslizarse sobre su pómulo derecho y llevó sus dedos ahí. Era ella, no una especie de líquido...eran lágrimas. Erza estaba llorando. Ella no sabía que enamorarse de alguien podía ocasionar tantos problemas, y menos que perdiera a sus amigos por ello; entonces se cuestionó si en realidad el amor valía la pena.

—¿Erza? —escuchó una voz familiar llamándola. Levantó la mirada y vio que Natsu ya estaba despierto; se escuchaba como el Natsu real, y se sentía igual, así que debía serlo—. ¿Erza, estás bien?

—Natsu —Erza dejó caer la madera en sus manos y se abalanzó sobre el Dragon Slayer, lo abrazó con todas sus fuerzas—, me alegra que seas tú de nuevo.

—¿"Yo de nuevo"? —le cuestionó. Erza se apartó de él—. ¿A qué te refieres?

—¿Qué?

—¿Dónde estamos? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo está Juvia? —el pelirrosado la bombardeaba de preguntas, y ella no sabía si responder a todas ellas. Trató de calmarlo.

—Tranquilo, tranquilo, Natsu —decía moviendo ambas manos de arriba hacia abajo, luego las colocó sobre los hombros de Natsu—. Primero que nada: Juvia está bien —el alivio llenó completo el rostro del pelirrosado—. Segundo...no estamos en Magnolia, estamos en un pueblo que tú atacaste.

—¿Que yo qué? —Natsu estaba confundido; a Erza se le encogía el corazón decirle lo que sucedió, todo aquello, pero debía hacerlo.

—Fuiste controlado por una fuerza desconocida, Natsu; atacaste varios pueblos sin razón alguna y...mucha gente salió herida.

—Eso...no es cierto —Natsu se negaba a creerlo. Erza agachó la mirada.

—Es verdad.

—No...¡No! ¡No puede ser verdad!

—Natsu... —

—¡Erza, yo no haría nada de eso, tú lo sabes!

—Desde luego que lo sé —confirmó Erza acercándose más al pelirrosado—, por eso primero quiero llevarte al gremio; ahí encontraremos una solución.

—¡¡No, Erza!! —suplicó Natsu retorciéndose como una lombriz—. ¡No me lleves al gremio!

—¿Qué, porqué?

—Porque tal vez me lleven al consejo y ellos me encerrarán. ¡No quiero eso! —Erza estaba sorprendida; bajo su agarre, Natsu estaba temblando, al igual que su voz. Natsu...¿Tenía miedo? Eso no podría ser posible, y menos si le temía al consejo o peor aún: Temerle a sus propios compañeros de gremio. Natsu la miró con sus ojos cristalizados—. Por favor.

—Natsu… —musitó Erza, para volverlo a abrazar y susurrarle en el oído—. No dejaré que te lleven, primero tendrán que pasar sobre mi cadáver.

—Entonces vámonos —sugirió Natsu. Erza amplió los ojos.

—¿Irnos? —cuestionó—. ¿A dónde?

—Eso no importa mientras estemos los dos juntos —Erza se apartó una vez más de Natsu con el rostro enrojecido; su corazón se aceleró y palpitaba como el de un caballo de carreras—. Podemos escapar, vivir en un lugar lejano de todo esto, tener familia... —

—¡¡NATSU, QUÉ COSAS ESTÁS DICIENDO!! —exclamó Erza hecha un mar de nerviosismo, aunque debía admitir que le gustaba esa idea. Natsu dibujó media sonrisa.

—Lo digo en serio —reiteró—. Lo único que quiero es tener un futuro contigo.

Erza estaba conmovida, y su mente era un revoltijo de ideas y pensamientos. ¿Escapar juntos? ¿Tener familia? ¿Envejecer uno al lado de otro? Esas eran ideas que toda chica joven deseaba, aunque era porque estaban enamoradas de la idea del amor; todo eso lleva tiempo, planificación y esfuerzo, no se logra de la noche a la mañana. Ahora, con lo que Erza sentía por el Dragon Slayer, eso no sonaba tan descabellado; miró de reojo al pelirrosado y notó que la miraba fijamente, con ojos llenos de ilusión, volvió a ruborizarse.

—¿Entonces qué dices? —preguntó Natsu. Erza desvió la mirada por unos segundos, luego se volvió hacia el Dragon Slayer y asintió.

—De acuerdo.

—Me alegra escucharlo —dijo con una sonrisa—. ¿Puedes desatarme? Quiero abrazarte lo más fuerte que pueda.

Erza se colocó detrás de Natsu, desató los nudos que había hecho Laxus y le quitó las esposas; una vez liberado, Natsu se frotó ambas muñecas, una por una, para mitigar el ardor que sentía, se giró hacia Erza y extendió ambos brazos. La pelirroja hizo lo mismo y se entregó a los brazos del Dragon Slayer, fundiéndose en un cálido y amoroso abrazo, lo que la hizo sentirse protegida; luego de varios segundos así, se apartaron. Natsu miraba fijamente a Erza y ella a él, entonces Natsu sonrió y golpeó con gran fuerza el estómago de Erza, dejándola inconsciente y tirada en el suelo.

El amor es bonito —dijo con su voz demoníaca, mirando a Erza completamente satisfecho—, pero puede usarse como un arma también. Adiós, Erza.

Y Natsu salió de la habitación, dejándola ahí tirada con una lágrima deslizándose por su mejilla.

Continuará...


Carajo, chicos, carajo. No me agrada lo que está sucediendo en la historia, pero es algo que debe pasar para qur nuestros protas maduren y tomen el camino que quiero que tomen. Bueno... La historia seguirá sí o sí, que de eso me encargo yo.Erza Ps: Hola, mi querida aprendiz; lamento no haberte dedicado un mensaje en el cap anterior, estaba apresurado y lo publiqué sin perder tiempo. Yo sé que no te gusta, pero reitero: Esas cosas deben pasar, ya verás más adelante. Y no te preocupes, en Wattpad me encuentras como @HolyBlueLabel ahí tengo historias exclusivas, así que puedes darte una vuelta por allá.Sin nada más qué agregar, me despido. HolyBlue fuera.