Capítulo 30: Heridas del pasado

Aborreció cada instante en el cual su cuerpo se arrodilló contra su propia voluntad. Observó el semblante de Valerie Deanoff y la maldijo, ya que sabía que la odiaba con cada poro de su piel.

—¡Alabada sea la reina! —bramo Ileana, apoyó una de sus rodillas en el suelo e inclinó su cabeza—. Vuelvo a jurar mi lealtad, mi espíritu y entrega por toda la eternidad. Será un honor volver a servirle, mi reina.

Crina contuvo el bramido de ira que quiso salir de sus labios. ¿Cómo podía su hermana volver a jurarle lealtad a alguien como ella? ¿Por qué estaba dispuesta a servirle?

La vampira estiró el cuello hacia ambos lados mientras sus heridas terminaban de cerrarse. Observó los rastros de sangre seca que habían arruinado su capa y gruñió molesta.

—¡Alabada sea la reina!

Gritos y vítores explotaron de parte de los vampiros, seguido de fuertes y entusiasmados aplausos.

Crina apretó los puños, furiosa. "Hipócritas. Ahora alaban a alguien que nunca estuvo". Sin embargo, su atención se desvió nuevamente a Valerie cuando su cuerpo perdió fuerza y cayó. Antes de que se desplomara contra el suelo, Vladimir la sostuvo y la cargó en sus brazos con delicadeza.

¿Se podía llegar a odiar tanto a otra persona? No lo sabía, pero Valerie parecía romper los limites de su propio desprecio. Ahogada en sus propios pensamientos y con el deseo de causarle daño a la reina no lo pensó dos veces y se lanzó contra el grupo de humanos que parecían distraidos con el repentino desmayo de su amiga.

Su ataque fue, inesperadamente, frustrado cuando ante sus ojos Razvan la detuvo, la tomó del cuello y dejó sus pies colgando en el aire. Magos y brujas observaron la escena estupefactos ya que habían sido tomados por sorpresa.

—Ni siquiera lo vuelvas a intentar —le amenazó el vampiro pelirrojo.

—Suelta..me —jadeó Crina intentando sacarse la mano que oprimía su cuello.

—¿Para qué? —una sonrisa perversa cruzó la boca de Razvan—. Tengo la excusa perfecta para destruirte y la verdad hace siglos que muero por hacerlo—. La vampira volvió a jadear, desesperada, cuando le apretó aun más su cuello.

—¡Becali!

Ileana apareció frente a él en un parpadeo.

—Dejala ir.

Razvan hizo caso omiso a sus palabras.

—Becali…—la general suspiró y posó una mano en el hombro del vampiro—. Sabes que no vale la pena.

Razvan chasqueó la lengua, disgustado y la soltó. Crina cayó de rodillas al suelo, se llevó las manos al cuello y tosió exasperada.

—Si vuelvo a verte cerca de los invitados de la reina, te mataré —murmuró Razvan con desprecio.

—Crina, deberías retirarte —añadió su hermana.

La vampira carraspeó, se puso de pie y contempló a su hermana con desdén.

—Eres patética. ¿Realmente vas a proteger a estos humanos? ¿Desde cuando dejamos que una especie inferior ingrese a nuestro castillo?

—Son invitados de la reina y no eres nadie para cuestionar su decisión —replicó Ileana sin inmutarse.

—Y así de fácil vuelves a ella, como un perro con la cola entre las piernas. ¿Qué tan bajo puedes caer?

La general alzó el rostro con fastidio.

—Te ordeno que te retires Petran, tu presencia acá no es necesaria.

Crina apretó los labios y frunció la nariz, furiosa.

—Se que el iruo y todo lo ocurrido lo hiciste a propósito ¿no es así?

—He dicho que te retires.

—Como ordene, mi general —murmuró con rencor Crina y les lanzó a ambos una mirada amenazadora.

Ileana y Razvan clavaron sus ojos en la espalda de la vampira hasta que abandonó el salón.

—Tu hermana tiene razón en cierta forma —señaló Razvan tras unos segundos e Ileana giró el rostro para quedar frente a él—. Fue una maniobra osada y arriesgada intentar atacar al rey.

La general inclinó el rostro hacia el lado y sonrió con orgullo.

—Era necesario, necesitaba probar su lealtad.

—Lo sé —Razvan le regaló una mueca tentadora—.Porque ambos sabemos que con ese pobre ataque jamás le habrías hecho daño.

Ileana le dedicó una sonrisa cautivadora, inclinó la cabeza y sin decir más le dio la espalda para dejar el lugar.

Razvan vio de reojo que Ron se le acercó con una sonrisa tensa en los labios. El joven mago, que solía decir cosas sin pensar cuando estaba nervioso, no pudo evitar las palabras que escaparon de su boca.

—Noto cierta tensión entre ustedes dos. Aunque si me lo preguntas amigo…Digo señor Becali —se corrigió con rapidez—, yo creo que le gustas.

El vampiro alzó ceja y estudió al joven que abrió los ojos como platos al percatarse de lo que había dicho.

Ron abrió la boca para excusarse, pero Razvan sonrió y añadió —Puede ser… Sin embargo, me inclino más por los pelirrojos.

El joven parpadeó confuso varias veces, giró el rostro hacia su hermana que no estaba al tanto de la conversación y volvió a mirar al vampiro que le dedicó una mueca maliciosa y le guiñó el ojo.

—Tu..tu..tu —tartamudeó Ron con el rostro rojo como un tomate y tragó en seco, nervioso.

La fuerte carcajada de Razvan resonó en el salón.


Aquella bruja tenía agallas, no lo iba a negar.

Una sonrisa maliciosa cruzó los labios de Azriel, sin embargo Walburga mantuvo sus facciones controladas sin mostrar signos de temor.

—Diría que es un placer volver a verte, pero a estas alturas de mi vida ya no estoy para elaborar mentiras.

—Me siento ofendido —replicó Azriel con sarcasmo sin dejar de deleitarse—. Pensé que nos podríamos llevar bien.

—Nuestro último encuentro no fue de lo más agradable —Walburga se cruzó de brazos sin inmutarse—. Al fin y al cabo terminé en San Mungo por tu culpa.

—Debía entregar un mensaje —el vampiro se encogió de hombros y caminó unos pasos hacia ella—. Y por lo que veo lograste salir ilesa de ello.

La bruja chasqueó la lengua, fastidiada.

—Dicen que soy un hueso duro de roer.

—Reafirmo ese comentario.

Las facciones de Walburga se contrajeron y dejó en evidencia su desagrado.

—Dame un buen motivo por el cual no deba alzar mi varita contra ti.

—¿Debería? —Azriel caminó entre los muebles, acechandola —. La verdadera pregunta tal vez sea ¿por qué es que no me haz atacado hasta ahora?

Ella puso los ojos en blanco.

—Eres un vampiro. Si hubieras querido matarme lo podrías haber hecho casi sin que me percatara.

—A veces es entretenido jugar con la presa —señaló con malicia Azriel, sin embargo para su asombro la bruja dejó escapar una suave carcajada.

—No soy tu presa y ambos lo sabemos. Soy un mero peón en un tablero de ajedrez mucho más grande del que quisiera.

El vampiro suspiró y se rascó el mentón de manera pensativa.

—Y aun así podrías llegar a ser mucho más que un simple peón.

Walburga frunció el ceño, extrañada. "¿Qué es lo que quiere decir?".

—Te haré una oferta, Black, pero es algo que no se volverá a repetir ¿quedó claro?

—Me siento honrada.

Azriel notó la ironía en su tono, pero prefirió ignorarla.

—Eres una bruja inteligente, tal vez demasiado inteligente.

—No eres el primero en decírmelo —le interrumpió ella con una mueca altivaa.

Sorprendida, vio como la punta de los labios de Azriel se alzaron en una pequeña sonrisa.

—Como decía, eres una bruja ágil de mente y muy inteligente, aquellas cualidades no son faciles de encontrar y es una caracteristica que escasea entre mis filas… Me es imposible ignorar y desperdiciar tanto talento cuando lo tengo ante mis ojos…

—A pesar de que me gusta escuchar tus elogios —le cortó la bruja—. ¿Cuál es tu punto?

El vampiro la estudió complacido e inhaló aire para continuar.

—Se bien que haz descubierto algo bastante relevante, sin embargo no puedo dejar que esa información vague entre mis enemigos y llegue a… cierto vampiro.

—¿Quieres matarlo, no es así? Quieres matar a Vladimir.

Azriel rió.

—¿Matarlo? —negó con la cabeza—. O eso es lo de menos en estos momentos. No solo quiero matarlo, sino que destruiré todo lo que es y representa. Será el fin de una era… Y aquellos cimientos que parecieron ser forjados en piedra caerán, pues no eran más que rocas sobre arena —su mirada vagó por la habitación como si su meta se reprodujera en su mente hasta que volvió a fijar sus ojos sobre la bruja—. Pero… No puedo dejar que él sepa que artefacto usaré para lograrlo.

Ella alzó una ceja.

—¿Y te parece prudente decirme todo esto, por que…?

—No me haz dejado explicar cuál es mi oferta —replicó el vampiro con una mueca divertida.

Walburga se masajeó los ojos.

—Por favor no me digas que estás aquí para intentar convencerme de que me pase a tu bando —el silencio de Azriel y la forma en que sus labios se alzaron le dieron la respuesta—. ¿Enserio? Y yo que pensé que los vampiros serían más originales que los propios humanos. ¿Qué te hace pensar, realmente, que estaría dispuesta a traicionar a mi familia y amigos?

Azriel inclinó el rostro hacia un lado.

—Puedo curar tu enfermedad, Black. Aquí y ahora, solo debes jurarme lealtad.

Ella rodó los ojos.

—Puedo olerlo desde aquí… La muerte te persigue, está a tu lado acechando, sabes bien que no te queda mucho tiempo.

—Te equivocas, la muerte no me acecha, hace tiempo que hice las paces con ella. Ahora no somo más que viejas amigas que pronto nos encontraremos —. El vampiro la estudió con incredulidad—. Llevo mucho tiempo preparándome para esto porque se que voy a morir, pero no tengo nada de lo que arrepentirme, ya que cuando ocurra me encontraré con mi hijo y todos aquellos a quienes he perdido en el camino.

Azriel la contempló con atención por varios segundos en silencio.

—Asombroso —murmuró—. En todos los años que llevo vagando por la tierra, nunca había conocido a alguien que viera a la muerte como una vieja amiga… Aun que realmente me hubiera gustado que cambiaras de opinión.

El crujido de la madera alertó a la bruja y captó que en el umbral de la habitación aparecieron dos figuras más.

Con parte del rostro desfigurado y su labio del lado izquierdo casi eliminado apareció Donovan. Detrás de el, una silueta más menuda se abrió paso, con sus orbes rojas clavadas en la bruja y sus facciones tensas por la ira, Basilea emergió de entre las sombras dejando ver la parte del cuerpo que le faltaba, su brazo izquierdo.


Ingresar cargándola en sus brazos, semi inconsciente y llena de heridas no era la forma que hubiera elegido para volver a lo que alguna vez fue el lecho que compartieron.

Vladimir recostó el cuerpo de Valerie sobre la amplía cama matrimonial cubierta por un alto y largo dosel negro. El rostro de la vampira se tensó levemente y dejó escapar un gemido de dolor ante el tacto contra la fina tela, mientras él tomó asiento a su lado.

El vampiro notó como los cortes más pequeños comenzaron a cerrarse, sin embargo la herida donde la espada de Ileana había perforado su pulmón no parecía tener intenciones de curarse. Estudió sus facciones con detenimiento, porque por más que las conociera de memoria jamás dejaría de apreciarlas.

Rastros de sangre seca manchaban sus hermosos labios, y ante la cercanía de su cuerpo y el llamativo color rojo de su sangre, Vladimir no pudo controlar la sesión de placer que recorrió su pecho y bajó hasta su estomago.

Exhaló aire con pesar e intentó despejar su mente que comenzó a nublarse. Resignado, acercó su muñeca a su boca, pero repentinamente la mano de Valerie lo sujetó, deteniéndolo.

—No —murmuró ella levantando su espalda y se apoyó contra los lisos y suaves cojines de la cama.

Vladimir arrugó la nariz.

—Pequeña, te guste o no necesitas de mi sangre —la vampira abrió la boca para decir algo, pero Vladimir le interrumpió—. Por más que quieras negarlo, sabes que no puedes seguir en estas condiciones, no serás capaz de enfrentarte ni siquiera contra un nosferatu.

Se inclinó hacia ella, le sujetó el mentón con suavidad y con su pulgar acarició su piel.

—Te daré de mi sangre por mi propia voluntad y tu podrás beber de ella sin darme nada a cambio.

Valerie desvió la vista ante esas orbes rojas que la observaron con tanta vehemencia, se alejó levemente de él y negó con la cabeza.

—Pequeña… —el tono de Vladimir dejó notar la leve advertencia presente en su voz.

—No puedo. Sabes que si bebo de ti, querrás hacer lo mismo.

Vladimir se mordió los labios, cansado y ofuscado.

—Los dos sabemos que necesitamos de la sangre del otro para sobrevivir.

—Y ambos sabemos que si bebemos del otro no es solo a la sangre a lo que tenemos acceso.

—Es parte de lo que nos une, pero si tanto deseas evitar eso entonces dejaré que bebas de mi y yo no de ti.

Valerie frunció el ceño y lo miró incrédula.

—¿Por que te negarías a mi sangre? —le preguntó desconfiada.

—Porque si logro que con ello tomes de la mía me basta.

—¿Por qué harías eso si…?

—¡Mira el estado en que estás! —bramó el vampiro—. ¿Acaso crees que me gusta verte así? ¿Piensas que disfruto en contemplar a mi mujer sin las energías necesarias para poder defenderse? ¿Qué clase de rey dejaría desamparada a su reina?

Valerie tragó en seco, sin embargo intentó que sus palabras no le afectaran. Mantuvo el semblante serio sin dejarse llevar por el tornado de emociones que la embriagaron.

—Agradezco tu oferta —la vampira no quiso seguir con esa conversación—, pero he de negarme.

—Pequeña… No me hagas forzar algo que no debería.

Ella le dedicó una mirada irritada.

—No puedes obligarme —le refutó.

—¡Entonces no lo hagas por mi, hazlo por ti! —exclamó Vladimir—. Ten un poco de instinto de supervivencia por lo menos y deja tu orgullo de lado.

—¡No es mi maldito orgullo lo que me impide hacerlo!

—¡Eres tan terca! ¿Qué es entonces? —el vampiro la sujetó de los hombros con fuerza—. Sabes que no te quedan las energías para poder, si quiera, sanar una herida como esa —apuntó con su cabeza a su pecho.

Valerie apretó los dientes, furiosa.

—¡No quiero beber de tu sangre, Vladimir, por la mierda! —gritó ella y golpeó sus brazos para que la soltara.

El rey de los vampiros se levantó.

—¿Por qué no? ¿POR QUÉ NO? —bramó exasperado—. ¡Dime la maldita razón de por qué no!

—Por que no puedo —la voz de Valerie se quebró y bajó el rostro incapaz de continuar mirándolo a los ojos—. Me niego a que veas lo que siento, lo que viví y el tormento de emociones que me carcomen por dentro.

Vladimir gruñió.

—¿Crees que me voy a burlar de lo que sientes?

—No le tengo miedo a tu burla.

—¿A qué le temes entonces? —le preguntó él con la voz tensa.

Ella levantó el rostro y le dedicó una mirada perturbada.

—¡Tu deberías odiarme! Odiarme por dejarte, por abandonarte, por dejar el trono…

—Pequeña…

—Y eso es lo que no me deja tranquila, pensar que estás jugando conmigo, creer que te preocupas por mi, cuando en realidad solo quieres que sufra por las decisiones que tomé.

Vladimir tensó todo su cuerpo e, inesperadamente, golpeó uno de los baúles que decoraba la habitación destruyéndolo al instante.

—¡SUFICIENTE! —Valerie pegó un salto, asustada—. ¿Por qué siempre piensas mal de mi y que voy a actuar de la peor forma contigo? ¿Cuándo he sido así?

La vampira lo observó con frialdad.

—¿Qué más voy a esperar de ti? Todo este tiempo me haz hecho daño y continuas haciéndolo.

—¡Yo no…!

Fue en ese momento en que Valerie ya no dio más. ¿Qué más daba escupirle la verdad? ¿Para qué continuar cargando con toda aquella ira que la venía consumiendo hace siglos? Sin siquiera dudarlo de sus labios brotaron las palabras que tanto daño le hacían.

—¡TUVE LA PUTA ESPERANZA DE ALGUNA VEZ ME BUSCARÍAS! PERO NUNCA LO HICISTE Y… —la vampira tosió e inhaló exageradamente mientras Vladimir parpadeó varias veces, pasmado y confundido.

Valerie dejó caer los hombros y su voz se apagó.

—Tuve la esperanza de que… Creí que… A pesar de haberte dejado intentarías encontrarme. Creí que me buscarías para que volviera a ti o por lo menos para exigir la explicación que nunca te di. Sin embargo, los años pasaron y jamás apareciste. Día tras día comencé a sentir menos tu presencia, a perder tu esencia y nuestra vida juntos se volvieron recuerdos que quedaron en algún lejano rincón en mi memoria—. Respiró agobiada y clavó sus orbes sobre Vladimir dedicándole una mirada cargada en pena—. Llegue incluso a aceptar la opción de que me encontrarías solo para dejarme en claro la mala decisión que había tomado… —una fría carcajada escapó de sus labios—. Por tanto tiempo, albergué la ilusión de que me buscarías ¿sabes por qué? Porque si hubieras sido tu el que me hubiera abandonado habría recorrido el mismísimo infierno buscándote para intentar recuperarte, sin embargo nunca más volví a verte.

Vladimir cayó de rodillas frente a ella abatido y con el rostro descompuesto.

—Fueron siglos sin ti, una vida tortuosa de la cual no sé cómo sobreviví… Pero tras tanto sufrimiento admití que era momento de aceptar la decisión que había tomado y vivir acorde. Fue entonces que decidí olvidarte, de aliviar mi existencia aceptando la verdad: que jamás irías por mi, que todas aquellas promesas que alguna vez me hiciste fueron meras mentiras que salieron de tus labios. Acepté que yo no fui nada más que la marioneta perfecta, una simple muñeca que debía simular estar a tu lado sentada en el otro trono.

Valerie tragó seco y tomó sus manos, apretándolas con fuerza. Apartó la mirada de Vladimir para esconder el dolor en sus ojos. Bufó y sonrió con pesar, intentando controlar las lágrimas de sangre que quisieron traicionarla y se sintió patética, pero al final ¿qué más daba? Ella ya estaba lo suficientemente expuesta en aquellos momentos como para que algo más pudiera hacerle daño.

—Intentar olvidarte fue lo más difícil que he hecho en mi vida… Por más que quise, por más que intenté en odiarte no pude… Porque te amaba… Así que decidí que si iba a vivir con tu recuerdo por toda la eternidad solo recordaría las cosas malas que habíamos vivido y todo lo que alguna vez fue bueno lo borraría de mi mente. Al final, la lejanía y el hecho de no volver a beber me debilitaron a un nivel que nunca creí posible, lo que permitió que mi rechazo por ti fuera más fácil de crear y manejar—. Clavó sus orbes en Vladimir y una lágrima rodó por su mejilla—. Porque la única forma de poder salir adelante fue erguir una mentira alrededor de tu imagen.

La vampira se mordió los labios para ocultar su temblor y un silencio sepulcral los envolvió.

—Y cuando… cuando… —titubeó ella retomando la palabra—. Cuando creí que por fin había podido superarte, conocí a Riddle y fue la primera vez que me replanté dejar entrar a alguien en mi vida nuevamente. Durante tantos siglos no lo había hecho, pero pensé en intentarlo… Ambos sabemos como resultaron las cosas —chasqueó la lengua, angustiada—. Sin embargo, tras tanto tiempo tuviste el descaro de volver a aparecer en mi vida como si nada hubiera ocurrido junto al hombre que hace poco me había enamorado…— levantó el mentón y trató de mostrar cierta fortaleza pese a las lágrimas que corrían de sus ojos—. ¿Qué más quieres de mi? ¿No te parece suficiente con todo el sufrimiento que vivido por tanto tiempo?

—Pequeña…

—¡NADA DE PEQUEÑA! —bramó con un grito quebrado—. ¿Por qué Vladimir? ¿Por qué nunca me buscaste? ¿O acaso ahora solo me necesitas para acabar con Azriel? Dime la verdad de una vez por todas porque ya no puedo seguir con esta carga… ¡Dimelo!—con brusquedad y desesperación se quitó las lágrimas del rostro y gruñió—. ¡DIMELO A LA CARA! ¡DIME QUE SIMPLEMENTE SOY TU MARIONETA Y DEJA DE ATORMENTARME! DEJA DE DECIR QUE TE IMPORTO, QUE TE PREOCUPAS POR MI Y QUE ME QUIERES DE REGRESO A TU LADO. ¡DIME LA PUTA VERDAD!

Vladimir, que seguía de rodillas en el suelo, no pudo mirarla a la cara y murmuró —Porque tenía miedo.

El siguiente gritó murió en los labios de la vampira al escucharlo. Verlo con el rostro destrozado y tan débil fue algo que jamás imaginó presenciar.

—Decidiste abandonarme sin darme una razón… Y yo no pude tolerar la idea de ir por ti y que me rechazaras. En mi cabeza nada me hacía sentido. No podía comprender como, después de todo el amor que te había entregado habías decidido dejarme. Creí que, si no te habías molestado en darme una razón, significaba que jamás habías sentido lo mismo por mi… No podía vivir una existencia eterna aceptando la idea de que jamás volverías y fue ese mismo miedo el que evitó que te buscara. Fui un cobarde… —Vladimir se sujetó el rostro con ambas manos—. Preferí culpar tu decisión que armarme de valor. Porque una parte de mi creyó que, en algún momento, volverías. Que recordarías lo que ambos sentíamos por el otro y regresarías a mi…

Dejó caer sus abrazos contra su costado, abatido.

—Pero con el pasar de los años eso no ocurrió y mi miedo se convirtió en mi peor pesadilla. Te convertiste en un vacío que nadie podía llenar. Cada día lejos de ti hizo que perdiera nuestra conexión, comencé a olvidar tu esencia, tu sabor y tu ser se volvió un recuerdo borroso. Creí que perdería la cordura si en algún momento llegaba a olvidar tu rostro, hasta que fuiste atacada por el basilisco—. Apoyó las manos sobre sus muslos para sostenerse—. Cuando eso ocurrió te sentí… Supe que todavía estábamos conectados y fue como si volviera a la vida, porque eso me permitió dar contigo… Pero, cuando estuve a los pies de tu tumba, no tuve el valor… No tuve el valor de esperar tu regreso y aceptar la posibilidad que pudieras rechazarme, por lo que me limité en ayudarte a sobrevivir. Y ahora… —levantó la vista—. Ahora que vuelvo a tenerte frente a mi, me doy cuenta que todo este sufrimiento lo podría haber evitado hace tanto tiempo.

Valerie trago con dificultad y contuvo las nuevas lágrimas que intentaron escapar de sus ojos. Porque por más que intentara negarlo, sabía que Vladimir le había hablado con la completa y absoluta verdad, pues jamás había visto al rey de los vampiros tan vulnerable.

—Deberías odiarme… Por dejarte, por lo que ocurrió con Riddle. Deberías… —tartamudeó ella en un susurro sin querer aceptar lo que acaba de escuchar.

—La que debería odiar a alguien eres tu y creo que ya lo haces. Con tus palabras me quedó claro que cometí un error irreparable —Vladimir tragó en seco, alzó el mentón e intentó dejar sus facciones lo más serias posible—. Solo quiero que bebas de mi sangre para que puedas sanar tus…

—Nunca fui capaz de odiarte, Vlad… —le interrumpió Valerie.

La respiración del vampiro se aceleró.

—Mi pequeña… Yo tampoco, jamas podría —. Todavía de rodillas se acercó a ella y le sujetó el rostro con ambas manos —. Porque eres tu. Joder, solo tu. Ya no se cómo más decirlo. Tu eres la única a la que siempre amaré. Te pertenezco solo a ti. Tu eres mi hogar, porque cada vez que te miro, de alguna forma nos puedo ver toda la eternidad juntos en cualquier lugar del mundo. Y es que te necesito, solo a ti, eres lo único que me importa, porque eres mi mundo.

Juntó sus frentes y cerró los ojos.

—Pequeña… Te lo ruego…

Valerie separó levemente sus rostros y lo observó, aquellas orbes rojas que la estudiaron con tantas emociones juntas. Repentinamente su mirada comenzó a nublarse y respiró con dificultad. Sintió como su propio cuerpo la traicionaba, esta vez de manera definitiva.

—Vlad… Te necesitó —susurró ella ahogándose con su propia voz.

Vladimir sin dudarlo se sentó a su lado con rapidez, de un tirón rompió su capa exponiendo la piel de su pecho y con sus propias uñas se hizo un corte cerca de su clavícula. Tomó la cabeza de Valerie y la acercó a él. Su débil respiración chocó contra su frío pecho y un escalofrío recorrió su espalda, mientras los labios de la vampira rozaron su piel y notó como estos se abrieron de a poco.

Empujó su nuca más contra su clavícula y de pronto la punta de la lengua de Valerie lo tocó e inevitablemente un gruñido escapó de sus labios.

En ese momento, Valerie pegó su boca contra él y clavó sus colmillos, perforando su piel.

Un gemido ahogado de placer brotó de los labios de Vladimir y la pegó aun más contra él, hundiendo su rostro contra su cabello. Quitó el pelo que cubría el rostro de la vampira y con su boca recorrió su mejilla para luego dirigirse a su oreja.

—Bebé todo de mi, mi pequeña —le susurró excitado y Valerie hundió aun más sus colmillos.

Un gruñido de placer y desesperación resonó nuevamente en la garganta del vampiro. Volvió a recorrer el cuello de la vampira con su nariz de manera desesperada y posó sus labios en la cicatriz de su cuello, ya que por más que lo quiso la necesidad de sentirla fue más poderosa de lo que jamás creyó posible. Completado segado por el placer y la necesidad que comprimió a su cuerpo no dudo en clavar sus propios colmillos en la piel de la vampira y por fin, probar de su sangre.

Cuando él bebió de ella, un gemido ahogado escapó de Valerie y fuertes llamas brotaron del suelo rodeándolos por completo, sumiéndolos en el calor de la pasión que los embriagó.


¡Es domingo y hay capítulo! Y las cosas parece que no solo están ardientes sino también peligrosas. ¿Qué les pareció? Como siempre espero ansiosa sus comentarios!

En esta ocasión dejo un saludo especial a laprincesadelmal quien me ha apoyado en los últimos capítulos con sus constante ánimo, comentarios y sobre todo su incondicional apoyo. Se te quiere muchisimo!

Nos veremos entonces el próximo domingo con nuevo capítulo.

Que tengan buena semana,

Los quiere,

Florence!