El sonido de las ramas chocando contra el tímido viento ocasional que refrescaba a los transeúntes se repetía de vez en cuando, haciendo que las flores perdieran sus pétalos y lograran que una cortina rosa cayera sobre la persona lo suficientemente afortunada como para pasar en ese mismo instante.

Los últimos retazos de la primavera se desvanecían con ese olor tan particular al verano, con su olor a pasto fresco y los rayos del sol acariciando suavemente la piel expuesta.

Pero todos estos pensamientos pasaban por la mente de una persona muy romántica, caso contrario a Izuku.

El joven se apresuraba a salir rápido de la escuela entre la multitud, para pasar lo más desapercibido posible. Hoy, particularmente, no quería que nadie lo molestara, ya que ese día vería a su nueva persona favorita número 5, después de sus padres y sus abuelos; Su sexta persona favorita, si contaba antes a la amiga de su madre que suele llevarles galletas, pero no iba a decirle eso a él.

Llegó rápido ya que no se detuvo en ningún lugar, ni para tratar de sacar algo en el gashapon* de la estación o para tan siquiera comer algo.

Esta vez tenía la estrategia perfecta para asustarlo, parte de un juego que habían desarrollado con el paso del tiempo sin saber bien por qué.

Izuku, habiendo descubierto la parte trasera del edificio donde estaban las gradas de emergencia, sabía que era un plan más bien simple. A la hora del almuerzo, él saldría a regar la planta que tenía en el balcón, así que debía esconderse en un punto ciego, y, por lo tanto, llegar lo más rápido posible para hacerlo.

Sin embargo, lo que no tomó en cuenta era que las gradas de emergencia no estaban a una altura que un niño de 13 años pudiese alcanzar, cosa que pensó resolver con una pequeña piedra y una cuerda para jalarla, pero cuando lo pensó dos veces, se dio cuenta que eso haría mucho ruido.

– ¡Joven Midoriya!

El grito lo hizo saltar cual gato, sintiendo la piel de su nuca erizándose al verse atrapado. Volteó a ver hacia arriba para encontrarse al hombre, efectivamente, regando la planta.

De igual forma, no pudo contener su felicidad al verlo y agitó su mano con fuerza para saludarlo. Se apresuró a entrar al edificio, saludando al recepcionista de forma rápida, ya sabiendo de sobras el camino.

– ¡All Might! –gritó ni bien entró al consultorio.

– Toshinori. –le corrigió con gracia.

– ¡No, no, no! ¿¡Cómo podría llamarte por tu nombre!? –entró en modo crisis, sacando su libreta y leyendo las mil y una razones por las que le llamaba igual al héroe de su serie favorita. Le tomó unos 5 minutos darse cuenta que estaba solo en la habitación– ¿Dónde estás?

Al no obtener respuesta, Izuku decidió avanzar dentro del lugar, ya que podría tener amigos imaginarios, pero no escuchaba voces de personas que no estaban ahí.

– ¡Ah! –gritó de pronto, siendo sorprendido por el hombre al cruzar por el umbral de la puerta– ¡No! –se quejó al instante de recomponerse, sabiéndose perdedor por vez 24.

– Debes seguir practicando, joven Midoriya.

– ¡Eso fue trampa!

– ¿No lo esperabas?

– ¡Es que estaba hablando de All Might! –se refirió esta vez al personaje.

– Está bien, esta no cuenta. –le sonrió, revolviendo su cabello un poco.

– ¿Terminaste de regar la planta?

– Ven. –caminó de nuevo al balcón, donde tenía la pequeña regadera– Hoy te toca a ti, ¿recuerdas?

Izuku asintió tomándola y con gusto haciendo su tarea, bajo la mirada aprobatoria del hombre.

– ¿De verdad conseguiste una habichuela mágica?

– La bolsa decía helecho. –su risa resonó, y al poco tiempo, la acompañó la risa quedita de Izuku.

– Le he hablado todos los días como me dijiste, ¿de verdad crecerá así?

– Eso espero. –respondió todavía con la sonrisa en la cara– ¿Ya comiste? –Izuku negó– Tienes buena suerte, hoy iremos con mi maestra a almorzar.

El niño al instante estaba que no cabía de felicidad– ¿Le dijiste a mamá? ¡Por favor di que le avisaste! Sí quiero ir, quiero ir, quiero ir, ¡quiero ir!

La risa del hombre volvió a surgir– Todo está bien, ya le avisé. Deja tus cosas aquí, ¿ok?

Izuku asintió muy feliz. Dejaron el edificio a los minutos, los cuales el pecoso aprovechó para contarle todo lo sucedido en su día al mayor.

– ¡ ...El librero se cayó y la maestra terminó por castigarlos! –terminó de contar el niño emocionado. – ¿All Might? –notó que el mayor estaba perdido en sus pensamientos.

– ¿Hm? –volteó a verlo– Oh, ¿y qué pasó después?

– ¿En qué piensas?

El hombre le sonrió– Trato de recordar el menú del día.

– No... –pero un movimiento repentino le hizo callarse al instante, sin saber qué pasaba.

De pronto Izuku se notó más alto que antes, mucho más alto. Tampoco sentía el suelo, cosa que le pareció rara, por lo cual volteó a ver hacia abajo y al instante recogió sus extremidades aún más si era posible.

La vista de los grandes ojos negros de un perro fue lo que lo hizo reaccionar y voltear a ver hacia el hombre que lo sostenía en lo alto, cual simba en el Rey León, quedándose muy quieto sin saber qué hacer.

Luego de un largo momento de disculpas protagonizadas por el dueño del perro, quien aseguraba que su mascota solo estaba jugando, es que Izuku se permitió respirar.

– ¿Estás bien? –Hizo amago de bajarlo, pero el niño por el movimiento repentino de caída se sujetó más fuerte a la camisa del mayor– Solo voy a bajarte al suelo, ¿ok?

– ¡Espera! –Izuku lo volteó a ver algo tímido– ¡Mira, ahora soy alto!

Fue como un mundo nuevo para el chico, a pesar de ser un poco mayor para ser cargado. Esto debido a que su padre era muy frágil para sostenerlo por mucho tiempo, debido a su enfermedad.

– ¿Quieres ir así hasta el restaurante? –Preguntó, aunque sabía que la respuesta era más que obvia. Izuku asintió feliz.

– ¿All Might?

– ¿Hm?

– ¿Qué ibas a decir? ¿Algo malo?

– ¿Por qué piensas eso?

Izuku lo pensó un momento sin saber cómo explicarlo, con un presentimiento raro – ¿Me dirías si te pasara algo malo?

– ¿Algo malo?

– Si te pones mal, una gripe muy fea o... ¡O si te muerde un perro gigante! ¿Me lo dirías?

– ¿Tú me dirías si te pasa algo malo? –le devolvió la pregunta, sonriendo de medio lado.

– ¡Siempre!

– ¿Y si pasa algo bueno?

– ¿Cómo que sale una nueva película donde All Might al fin derrotará al One for All?

– Lo que te haga feliz. –sonrió por el ejemplo del pequeño.

– ¡Por supuesto!

– Entonces es una promesa.

De pronto, Izuku volvió a ver hacia adelante, donde la silueta de una mujer pelinegra se vería distorsionada y por más que tratara de ir hacia ella, el camino se volvía largo, larguísimo, hasta que no vio nada más que luz.

Y... ¿Ese sonido eran cigarras?

El reflejo sobre sus ojos le dificultaba la vista, ocasionándole un dolor de cabeza casi al instante. No tenía fuerza para mover sus extremidades, las cuales podía sentir dormidas por el hormigueo que provenía de ellas.

Al cabo de unos minutos, consiguió mover sus dedos con normalidad, despertándose aún más por el movimiento. Luego de paladear unos segundos tratando de normalizar su garganta seca, es que pudo entreabrir los párpados.

Techo blanco, paredes blancas, pitidos extraños, barullo ininteligible. No hacía falta ser un genio para notar que estaba en un hospital.

Lo que le sorprendió fue encontrar una cabellera rubia al lado de su cama. Una figura demasiado concentrada en mantener la nariz entre las páginas de un libro como para darse cuenta de la mirada intensa del pecoso sobre él.

Izuku tosió.

– Al fin. –la voz enojada de Katsuki se escuchó como un regaño a medias.

– Agua. –pidió sin hacerle caso al tono. El rubio le acomodó en la cama, dándole un vaso con sus labios hechos una línea, pero sin comentar nada.

– ¿Algo más, su majestad?

– ¿Sí? –dudó antes de preguntar– ¿Quién eres?

– ¿Qué?

– ¿Enfermero? Aunque no te ves como uno...

– Deku, no es gracioso.

– Deku. –repitió inseguro– ¿Ese es mi nombre?

Katsuki lo miró unos segundos fijamente, antes de fruncir el ceño y darse la vuelta, dispuesto a llamar a quien sea que le pudiera explicar qué mierda estaba pasando.

– ¡Espera! –Lo tomó de la mano para evitar que se fuera– Dime quién eres, por favor.

– Debo avisarle a alguien. –trató de soltarse, aunque no muy fuerte.

– No te vayas. –se mordió el labio.

– Un minuto. –le puso la mano contraria sobre el brazo que sostenía Izuku para apartarlo lo menos tosco que pudo.

El rubio se apresuró a la puerta, tratando de mantener la mente en blanco, aunque de manera infructuosa.

– ¡Espera! –volvió a gritar el pecoso– Era una broma, Kacchan, ¡vuelve!

Él se detuvo ipso facto– Qué.

Izuku cerró de nuevo sus ojos como esperando por fin la muerte.

– ¿Kacchan? –se atrevió a preguntar, barriendo cuidadosamente la habitación en busca del rubio. Suspiró cuando no lo vio, pensando que estaba a salvo.

– Eres un idiota.

Fue el turno del pecoso para dar un salto mortal triple del susto. Imaginariamente, claro.

– ¡¿Estás intentando matarme?! –gritó de la pura adrenalina.

– ¡Eso debería decirlo yo! –Dijo saliendo del lado contrario a la puerta, detrás de la cama del pecoso– ¿Qué coño te pasa?

– Pensé que sería gracioso. –sonrió apenado.

– Imbécil.

– Lo siento.

– ¿Y bien? –se sentó a la altura de la cadera de Izuku en la cama, con los brazos cruzados.

– Pensé que dirías algo bonito... –dijo con la voz bajita.

– Eso no.

– ¿Qué, sino? –El rubio señaló el ambiente en general– Ahm... ¿creerías si digo que no lo recuerdo?

– Inventa algo lo suficientemente creíble.

– Creo que estaba sobre una escalera o algo así, recuerdo sentir el impacto. –se tocó la cabeza.

– Dijeron que era normal si no recordabas al momento. –suspiró.

– ¿Qué fecha es hoy? ¿Es algo importante?

Katsuki negó, notando que Izuku se estaba asustando.

– Estamos esperando los resultados de un examen, luego podremos irnos. –le explicó.

– Tengo hambre.

– Que molesto. –alcanzó un pequeño bote de yogurt y se lo tendió al pecoso– La cena será grande, así que espera un poco.

– Eso significa que es una fecha especial. –dedujo, lamiendo la parte de adentro de la tapa.

– Adivina.

– ¿Gané un Premio Nobel?

– ¿Por?

– ¿Conseguir que no mates a nadie? –se sobresaltó con la cara del rubio– Es broma, tal vez todavía no. Hm... ¿Ganamos la lotería?

– ¿Por qué el premio es logro tuyo y la lotería es de los dos? –bufó.

– Me estoy quedando sin ideas. Dame una pista.

– No quiero.

– ¡Ah! –notó de pronto la vestimenta de Katsuki, formal– ¡Hoy es nuestra boda!

– Vaya ilusiones...

– Qué malo. –hizo un puchero, terminando su yogurt y dejándolo de nuevo en la mesa.

– Así que eso querrías, huh. –se acercó un poco más, limpiándole las mejillas con los dedos, por el desastre que hizo comiendo.

– Se vale soñar. –le dejó hacer, acercándose también en reflejo.

– No vale nada sin el esfuerzo necesario.

– Podría pedírtelo ahora mismo.

– Estás muy optimista para ser alguien que sobrevivió a la muerte. –dejó las manos sobre las mejillas del pecoso, acercándose aún más.

– Por eso mismo. Me ha dado una nueva perspectiva de la vida. –Izuku puso sus manos sobre los antebrazos del otro al sentirlo cada vez más cerca.

– Más te vale no repetirlo. –Dijo ya sobre sus labios, apenas articulando la frase.

– ¡Izuku! –la puerta de la habitación se abrió de pronto, asimismo como se cerró – ¡Lo siento!

– ¿Uraraka?

– ¿Están visibles? –se abrió a penas una rendija de la puerta, y un ojo curioso se asomó.

– Ah... No te preocupes. –tosió, recobrando la compostura. Aunque sin alejar demasiado al rubio.

– ¡Bien, porque nunca más volveré a hacerlo! –entró de nuevo con toda la energía que se guardó de momentos antes– ¡Casi me da algo cuando escuché que estabas en el hospital!

– Qué exageración. –gruñó Katsuki por lo bajo, como si él no hubiera reaccionado más o menos igual.

Izuku se disculpó lo mejor que pudo, entre los abrazos de Ochako, su cabello y sus lágrimas.

– Oye, –el pecoso susurró después de un momento– ¿había algo especial hoy?

– Lo había hasta que decidiste abrirte la cabeza. –se rio ella– ¿No lo recuerdas?

El pecoso negó. Ochako sonrió sin decir nada, puesto que consideró que era mejor para Katsuki decirlo.

Unos momentos más tarde, llegó el especialista para explicar todas las radiografías con muchas palabras largas y complicadas que solo lograron un dolor de cabeza para Izuku, pero que, en pocas palabras, significaba que todo se encontraba bien y que solo necesitaba descanso.

– ¿Puedes pararte? –preguntó la castaña cuando ya todo quedó resuelto y solo faltaba que el pecoso se pusiera su ropa normal.

– Estoy bien. –dijo él, deslizándose fuera de la cama bajo la atenta mirada de los otros dos. Caminó con la normalidad de quién camina un poco anestesiado, pero nada fuera de lo normal.

– Bueno, entonces los espero afuera, tendré que decirles a todos en la sala de espera lo que pasó. –avisó la chica antes de salir.

...


...

Luego de un rato de Izuku haciendo un hoyo en el suelo del baño de tanto dar vueltas en el mismo lugar pensando qué es lo que se le olvidaba, Katsuki tocó la puerta.

– Llevas 20 minutos ahí.

La puerta se abrió en seguida– ¿Por qué no me dices qué pasa?

– ¿Ya se te zafó un tornillo?

– Kacchan.

– Deku.

Izuku frunció el ceño y en un movimiento rápido jaló del brazo al rubio adentro del baño. Claramente, sin encontrar resistencia, ni ante eso, ni cuando lo puso contra la puerta cerrada.

– ¿Se murió alguien? –dijo lo primero que temía, aguantando las ganas de pensar en quién podría ser.

– Tú. –la mano de Katsuki fue a dar al cabello de Izuku, dando unas cuantas repasadas a los mechones para acomodarlos.

– Esto no es divertido.

– Para mí sí.

– No es algo malo, ¿verdad?

– Si lo escuchas en el baño de un hospital puede que no sea tu mejor momento.

– Eso lo decidiré luego de escucharte.

– Sal conmigo.

– ¿A dónde?

– ¿Cómo que "a dónde"?

– ¿Eh?

– ...Eres un idiota.

– ¿Eh? –repitió– ¿Te refieres a… como pareja?

– Esos resultados mentían después de todo. –se refirió a los que le dieron hace un rato, mientras le daba un sape pequeño en la frente.

– P-Pero... ¿qué? ¿por qué? Pensé que nosotros ya...

– Convenientemente también se te olvida cómo evitas el tema siempre.

– No entiendo.

Katsuki le dio un pequeño empujón para alejarlo, rascándose la cabeza de pura frustración.

– De todas las veces, tuvo que ser hoy.

– ¿Kacchan? –Izuku tragó saliva.

– Olvídalo. –se dio la vuelta para tratar de salir, a lo que Izuku no pudo hacer más que abrazarlo antes de que pudiera moverse.

– Lo siento. –dijo, sintiendo como de pronto su corazón se aceleraba al sentir el ritmo de los latidos de Katsuki a través de sus manos, que estaban aferradas al pecho de este– Dímelo de nuevo.

– Solo hagámoslo bien esta vez. –dijo con voz contenida, pero perfectamente clara.

Izuku asintió, soltando al rubio para que se diera la vuelta.

– Sabes, antes de despertar tuve un sueño que más bien era un recuerdo. –dijo el pecoso sin que viniera a cuento, abrazándolo de vuelta con el cambio de posición– Creo que era una premonición a cosas buenas.

– Yo no diría eso en el hospital.

– No lo harías ni bajo amenaza.

– Probablemente.

– También me gustas, Kacchan. Salgamos.

– Podemos salir de este puto baño antes de eso.

– Espera.

– ¿No puede ser afuera?

– Se me irá la idea. –se rascó la frente pensando durante unos buenos cinco minutos, los cuales el rubio se armó con toda la paciencia del mundo.

– Deku...

– Perdona si suena cursi, lo más probable es que te den ganas de vomitar. –sonrió un poco con pena– Aun así, quiero decir que me gustas, Kacchan, desde hace muchísimo tiempo. Y no puedo dejar de pensar en ti, siento que me vuelvo loco. Estoy enamorado y este sentimiento no pudo desaparecer por más que lo intenté. Te admiro, te aprecio, te estimo de una manera que ni te imaginas; la cual, aunque pensé en todo este tiempo que estuvimos separados que era lo mejor para ambos, no pude deshacerme de estos sentimientos. Siempre hubo algo que nunca pude dejar ir y eso fue este deseo que me hacía sentir como si quisiera romper todo y avanzar, no hacia cualquier lado, sino hacia a ti. No dudo de querer tenerte en mi hoy, como no duraré de seguir haciéndolo en el futuro.

– Te perdono por cursi. –bromeó con un tono suave, de nuevo apretando al pecoso entre sus brazos.

– ¿Sabes qué más siempre he querido hacer?

– ¿Qué?
Los vellos en la espalda del rubio se erizaron al instante después de sentir como las manos pecosas tomaron las solapas de su pantalón y jaló la tela hasta sus caderas que es dónde debían estar, agarrándole un muslo de paso.
– Bastardo. – lo empujó sonrojado hasta las orejas, saliendo del baño de una buena vez por todas.

– Oye, ¿eso era lo importante hoy? –le preguntó a gritos a la puerta cerrada.

– Hoy me gradué, imbécil.

...


...

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Como discurso final solo puedo decir queee escribir este fic me ha hecho muy feliz, nunca creí que podría escribir algo que le gustara a tantas personas, estoy muy muy muyyyyy agradecida con las personas que me leen, tanto a las fantasmas como a las que dejan sus comentarios, porque me dieron las fuerzas para seguir y no dejar abandonado este proyecto que me traía felicidad desde que lo empecé hasta que lo terminé.

Es raro porque ha pasado tanto tiempo, y terminar el fic se siente como un sueño. Espero de todo corazón que se llevaran algo bueno con ustedes, ya sea una sonrisa, una lágrima, o hasta un momento de confusión jaja.

También estaría muy feliz si pudieran comentar qué les pareció todooo, desde la trama hasta la portada. (Y de paso, agradezco inmensamente a todos los comentarios constructivos, perdón si no terminé de cumplir por completo las expectativas, pero no duden que trataré de seguir mejorando día con día).

Por cierto, recordé que tenía escritas unas cosas en mi antiguo celular que se guardaron en google keep, pero no las agregué al fic porque se me fueron o ya era muy tarde. Son ideas sueltas, así que perdón si no tienen mucho sentido, pero me dieron risa al leerlas de nuevo. Acá van:

(Esto se supone que lo dice Kaminari en algún momento)

Todo es tu culpa, de la venida de los extraterrestres, que Japón tenga forma de caballito de mar, de la subida de impuestos, pero lo último quizá y solo quizá, sí fue mi culpa.

(Del capítulo en que Kacchan, Kiri y Kaminari van a un bar)

– Apuesto a que Midoriya es una buena vista desde arriba.
– Ustedes bastardos tienen mucho tiempo libre para pensar en esas cosas.
– Ay. – Kirishima se va a algún lado.
Katsuki sin mirar a nadie más que a su bebida suelta – Hacia arriba se ve mejor.
– ¿Qué? – Denki se ahogó con su bebida – ¿Quién?
– Deku.
– ¿¡Eh!? ¿¡Hablas en serio!?
Katsuki bufó tapándose el oído más cercano a Denki – El imbécil tiene fuerza.
– E-Espera, ¿¡Kacchan!? ¿¡Estás bien!? ¿Por qué me cuentas esto?
– Qué mierda importa, no iba a dejar que ninguno de esos dos cabezas huecas ganara dinero a costa mía. No es como si alguien fuese a creerte con la pajarera que tienes por cabeza.
– ¿Es así?

(Y esto es de cuando consideré escribir lemon en algún lado)

– V-Ve más lento... Más, más suave... Ah, lo estás haciendo de verdad.
– ¡Ah! ¡Ah, Kacchan! ¡Era broma, era broma! ¡Lo lamento, lo lamento así que hazlo más despacio! ¡Ngh!

Por última vez los invito a ver las ilustraciones que hice para el fic en Wattpad bajo el mismo nombre del fic y el mismo usuario uwu.

Y nada, muchas gracias por leer hasta aquí.

Los quiero.

Gabuvvu.