ALUCINACIONES DE VENGANZA
Capítulo XXXIII- Alternativo
¡Hola, chicos, espero se encuentren bien! Perdonen la tardanza, he conseguido trabajo y apenas tengo tiempo para respirar :C pero bueno, todo sea para poder graduarme pronto de la universidad. Seguiré subiendo capítulos, intentaré no demorarme tanto, además estamos muy cerca del final, así que no se preocupen que no voy a abandonar esta historia que tanto me ha ayudado a crecer y que amo intensamente.
Estoy muy contenta porque hace algunos días este fic llegó a las 10,000 vistas y eso me llena de orgullo, se siente bien bonito saber que uno de los fics con los que empecé en este mundo de la escritura llegue a esos números y que haya personitas que les sigue gustando. Gracias a todos, a lectores que están desde los primeros capítulos, a los nuevos lectores e incluso a los fantasmitas; a ti quien está leyendo, te agradezco de todo corazón que te hayas tomado el tiempo de entrar a leer y espero que sigas disfrutando de la historia. Los quiero mucho.
Teen Titans no me pertenece, yo sólo utilizo a sus personajes para crear esta historia sin ningún fin lucrativo.
Capítulo XXXIII- Alternativo
(POV Nathan)
—¡Resguárdense en aquel edificio! —la rubia nos señaló unas oficinas cerca de nosotros y no lo pensamos dos veces para correr hacia allá arrastrando como podíamos a la de cabello cobrizo. Detrás de nosotros unos tres monstruos se abalanzaron hacia nuestra protectora pero ella los detuvo con algunas piedras mientras movía sus manos encendidas en una luz amarillenta.
Las rocas volaban cerca de nosotros y aunque ella parecía estar muy ocupada con los zombies que la rodeaban, intentaba protegernos atrapando los pies de algunas de esas cosas con grilletes de piedra antes de que nos lastimaran. Ella nos miró con preocupación debido a que la chica golpeada seguía sin despertar y pronto sus ojos se iluminaron también en amarillo provocando que un pequeño temblor nos sacudiera. El pavimento comenzó a resquebrajarse y se dobló hacia nuestra dirección haciendo una especie de cápsula que sólo nos permitía escuchar muy poco de lo que se desencadenaba afuera.
Ethan seguía asustado aferrándose a mi cuello mientras lo cargaba, por lo que intenté calmarlo a pesar de la oscuridad en la que nos habían encerrado. Oímos algunos golpes y después de unos minutos de incertidumbre, apareció un agujero en el pavimento que nos cubría y permitió la entrada de aquella luz rojiza del cielo.
—¡Ya pueden salir! —la escuchamos decir con una voz cansada y en cuanto salimos la vimos de rodillas respirando con dificultad. Los zombies habían desaparecido, o al menos ella los había encerrado en una cápsula igual a la de nosotros, por lo que la calle volvía a estar tranquila.
—¿Alex? —cuestionó la morena desconcertada observándola con incredulidad a la vez que se acercaba a ella.
—¡Alisson, me alegra haberlas encontrado! —mencionó aliviada la rubia poniéndose de pie inmediatamente y después de correr un poco abrazó a la pelinegra mientras ésta todavía seguía en shock. —¡Ven, ayúdame a levantar a Cadie, tenemos que llevarla al refugio para que la revisen!
—¿Cómo es que tienes poderes? —lo mismo le hubiese preguntado si no fuera porque tenía ya cierta sospecha sobre quién era esa chica.
—Es una larga historia, lo importante es salir de aquí antes de que vengan más de esos monstruos —expresó ansiosa dándonos la espalda. Movió las manos con la misma luz amarillenta y del suelo levantó una enorme roca que enseguida acercó a nosotros. —Suban —ordenó ayudándonos a recostar a la joven inconsciente en nuestro nuevo vehículo.
—¿Eres Terra, cierto? —pregunté una vez estuve arriba con Ethan, justo cuando recordé su nombre en algunas noticias viejas donde salía junto a los otros Titanes.
—Parece que muchos no me han olvidado —dijo intentando sonreír—. ¡Vamos, hay que darnos prisa, los transportaré al nuevo refugio en las afuera de la ciudad!
—¡Espera, aún hay otras personas que se quedaron atrás luchando contra los zombies! —mencioné antes de que nos elevara, señalándole el callejón en donde habíamos visto por última vez a los dos hombres y a la mujer que nos dieron la oportunidad de huir.
—No te preocupes, los otros Titanes están encargándose de eso —mencionó tranquila y sin más que decir salimos disparados por los aires sobrevolando la ciudad. No pude evitar mirar los alrededores, estábamos subiendo cada vez más y desde mi perspectiva los edificios se veían tan pequeños. Traté de mantenerme sereno pues le temía a las alturas, además este método de viaje no parecía ser tan seguro, cualquier movimiento en falso podría arrojarnos a una muerte segura; aunque para el pequeño de cabello rizado era todo lo contrario, estaba maravillado con volar sobre una roca y mirar las nubes rojizas de cerca.
Palidecí al percatarme que debajo de nosotros había una horda de cien- o quizás más- ciudadanos convertidos en aquellas cosas violentas esparcidos por las avenidas y haciendo destrozos mientras gritaban frenéticamente. El escenario era escalofriante y no pude evitar temblar de sólo pensar que podría haberme convertido en uno más de ellos.
—¿Eres amiga de Starfire? —cuestionó el pequeño con curiosidad, sacándome de mi nerviosismo, mejorando la pronunciación del nombre de la Titán que lo cuidó. La rubia salió de su concentración y le sonrió: —Sí, ella y yo somos amigas.
—¿Sabes si encontró a mi mamá? —. Ella se puso nerviosa ante la mirada de Ethan, parecía que se estaba aguantando las ganas de llorar al preguntar sobre su madre, y no era de sorprender pues llevaba días sin verla y cada vez estaba más triste por eso.
—De hecho también estoy buscando a Starfire, pero en cuanto la vea la ayudaré a buscar a tu madre —intentó tranquilizarlo con una sonrisa y él asintió un poco desanimado.
Los siguientes minutos estuvimos en silencio alejándonos del centro, íbamos en dirección a la zona montañosa que nos separaba de la otra ciudad, al parecer en ese punto era donde se ubicaba el refugio del que hablaba Terra. Entre más cerca estábamos de nuestro destino veíamos con asombro los centenares de personas que transitaban el gran puente rojo, tanto a pie como dentro de camiones, y sentimos alivio de que la policía estuviese guiando a la gente de una manera calmada.
Por lo que podía verse desde la altura, habían muchas más personas a salvo que las que había en la ciudad haciendo destrozos, y aunque debería estar contento de esto, la ansiedad me carcomía por dentro y sólo podía pensar que era cuestión de tiempo para que nos atacaran las mismas sombras que en el gimnasio.
…
—¡Vengan, examinaremos sus heridas! —nos dijo amablemente una enfermera cuando llegamos al lugar en medio de la carretera, justo en la falda de una montaña. El sitio estaba rodeado por decenas de toldos extensos en los que acomodaban a la gente que iba llegando. Bajamos con cuidado de la roca y un par de hombres nos apoyaron para llevar a la chica inconsciente hacia la carpa improvisada que pretendía ser una enfermería. La otra joven se quedó hablando con Terra -o Alex, como ella la nombraba- y por sus expresiones entendía que eran amigas.
Entramos a la tienda y había mucho movimiento de enfermeros y doctores, cada uno revisando a los que entraban, intentando agilizar cada chequeo pues era demasiada gente la que seguía afuera. Nos examinaron y cuando vieron que estábamos bien y sólo se trataba de algunos rasguños, nos mandaron al niño y a mí a otra de las carpas en donde estaban repartiendo comida. Ethan apretó mi mano al ver a tantas personas concentradas en un solo lugar y yo trataba de encontrar algún rostro conocido para no sentirme tan solitario en esta situación. No ubicaba a ninguno de mis vecinos, y aún no traían a los dos hombres y a la mujer que nos defendieron en la ciudad.
—¡Ven, tienes que comer! —le pedí dirigiéndonos a donde habían algunas mesas y personas entregando platos de comida. Nos dieron un sándwich, una botella de agua y unas galletas para cada uno, y nos alejamos del bullicio para comer con más tranquilidad.
Nos acercamos a la sombra de uno de los muchos árboles que ahí había y nos sentamos en el césped para consumir lo que nos habían dado. El clima era cálido, quizás estábamos a unas horas de que anocheciera y casi no había viento, sino fuera por el cielo rojizo y el pánico de la gente a nuestro alrededor juraría que era otro día más. Vi de reojo a Ethan, comenzó a comer las galletas con desánimo y mantenía la mirada en dirección a nuestra ciudad, que desde esta vista lucía normal. —En cuanto nos terminemos esto buscaremos a tu mamá aquí, quizás también te esté buscando —lo alenté tomándole el hombro y él trató de sonreír.
—La extraño mucho, no quiero que le pase nada malo —comentó asustado.
—No te preocupes, todo esto se arreglará, todos estaremos bien —le sonreí y le di una mordida a mi sándwich, la verdad es que moría de hambre, y aunque las emociones que había experimentado hoy me habían desconcentrado de esa ansiedad, en este momento sólo quería disfrutar esta comida como si fuese la última.
(POV Robin)
Su cuerpo seguía cálido, pero por más que la abrazaba no percibía sus respiraciones. Me aferré a Starfire con tanta fuerza, como si esto sirviera para que no se fuera, sin embargo hacía minutos que se había ido. Estaba temblando, tenía mucho miedo y no dejaba de llorar, volvía a sentir aquel hueco que experimenté de niño y la abracé con más fuerza mientras mi corazón volvía a romperse. Dolía como si me quemaran, como si una fuerza me estrujara el pecho hasta no poder más y estuviera a punto de morir yo también.
Acaricié su cabello manchando de sangre parte de él, susurré su nombre rogando que despertara, que no me dejara solo; pero nada de eso servía para calmarme, se me dificultaba respirar y no quería soltarla nunca más. No quería ver sus ojos sin vida, no estaba preparado para aceptarlo, deseaba que fuera una alucinación o que fuese otro engaño de Slade, incluso deseé por un momento, egoístamente, que la sangre y el cuerpo que sostenía fuesen de alguien más, pero no de mi Star.
Un mar de emociones me invadía y me arrepentía de tantas cosas, de haberla dejado sola, de haberla perdido de vista. Quería luchar junto a ella, salvar a este mundo de Trigon y vivir todo lo que me faltaba experimentar a su lado. No quería luchar sin ella, la necesitábamos, incluso si íbamos a morir lo haríamos intentando proteger hasta el final nuestro hogar.
Me quedé en todo momento aferrándome a ella, asimilando lo que acababa de ocurrir, recordando su mirada y el terror que tenía de morir. Volví a romperme y el llanto no me dejaba respirar, no podía contra eso, sentía tanta impotencia y hubiese deseado intercambiar de lugar. De repente escuché un sonido de impresión y me congelé cuando comenzó a inhalar y exhalar con violencia, ella me empujó con fuerza y terminé cayendo al suelo. Lucía desorientada y asustada, tomaba bocanadas de aire como si no pudiera respirar bien y con una mirada ansiosa buscaba algo en la habitación. Yo estaba sin palabras, impresionado por cómo seguía con vida y cuando miré hacia su herida ésta estaba cerrándose lentamente.
—¿Dónde está Roy? —preguntó con desesperación mirándome, después se puso de pie mientras temblaba y veía sus manos como si no creyera que fuesen reales. Pensé que me pediría explicaciones de por qué sus palmas estaban ensangrentadas, no obstante ignoró ese hecho.
—¡¿Dónde está Roy?! —volvió a cuestionarme esta vez con enojo y me tomó del cuello de la camiseta levantándome con facilidad. Yo estaba mudo, mi cabeza no procesaba lo que había pasado, mucho menos su reacción. Ella me miró fijamente con desprecio sin embargo vi en sus ojos una chispa de reconocimiento y su mirada se suavizó.
—¿Robin? —susurró con voz quebrada y sus ojos se pusieron cristalinos. —¿Realmente eres tú?
Yo seguía en shock y ella no parecía entender por qué estaba así. Starfire me bajó con cuidado y tan pronto me enderecé ella me abrazó con tanta fuerza que solté un alarido por las heridas en mi espalda.
—¡No sabes lo feliz que estoy de volver a verte! —exclamó sollozando y mi confusión creció más, si sólo habían pasado algunos minutos desde la última vez que me vio. —¿Dick, estás bien? ¿Por qué estabas llorando? —me separó de ella con preocupación, seguramente por mi falta de habla y no corresponder su abrazo, y con sus manos intentó limpiar mis lágrimas. —¡Responde, Dick! ¡Me estás asustando!
—¿Cómo lo hiciste? —logré decir con voz ahogada y ella me miró con confusión.
—¿De qué me hablas, Robin?
—¡Estabas muerta! —grité histérico, dando algunos pasos hacia atrás ante el asombro de verla como si no le hubiese pasado nada. —¡No tenías pulso, tu herida era grave y tu corazón estuvo minutos sin latir! ¡¿Cómo es posible que hayas vuelto?!
—¿Morí? —se cuestionó perdiendo el color del rostro y sentándose mortificada ante la noticia. —¿Entonces era real lo que sentía? Creí que moriría ¿pero si lo hice por qué sigo viva? —habló consigo misma, estaba igual de confundida que yo y eso me preocupaba aún más. —A menos que… —se detuvo y de repente abrió los ojos con sorpresa—, ¡regresé!
—¡Claro que regresaste, acabas de resucitar! —mencioné con ironía elevando la voz ante algo que debía ser imposible. Lo que estaba sucediendo era tan difícil de comprender que la cabeza estaba a punto de explotarme y los mareos me obligaron a recargarme en una pared.
—¡No, no lo entiendes, Dick! ¡Regresé, volví a la normalidad! ¡Escapé de aquel planeta y de Psimon! —el alivio con que lo dijo y la sonrisa que puso me dieron a entender que acababa de suceder algo muy bueno. Me quedé en silencio con un montón de preguntas corriendo por mi mente, intentando enlazarse con la poca información que tenía.
¿Regresar a la normalidad y escapar de Psimon? Está bien, eso lo entendía, la Starfire genocida había desaparecido, la Star que conocía estaba de vuelta y Psimon ya no la controlaba, pero no encontraba la respuesta de cómo su propia muerte la liberó de eso. ¿Y escapar de un planeta? Ni siquiera podía armar mi propia teoría con algo que fuese lógico para eso. Me quedé estupefacto intentando resolver yo mismo cada duda.
—¡Richard, ven, siéntate! —volví a la realidad al escuchar su orden. Su expresión era de extrema preocupación, no sé si producto de mi palidez o la evidente disputa mental que tenía. Se había levantado sin que me diera cuenta y tomando mis brazos me guio hacia la cama de concreto en la que se había sentado antes.
Una vez tomé asiento, ella se arrodilló ante mí y atrapó mis manos con las suyas como un intento de calmarme. —Sé que estás confundido, también lo estoy pero quiero que te tranquilices y hables conmigo. Trataré de responder tus dudas, al menos lo que yo sé, por favor pregunta lo que quieras.
—¿Cómo es que reviviste? —cuestioné inmediatamente y ella se quedó callada algunos segundos.
—No estoy segura, teníamos la teoría de que habíamos intercambiado de cuerpo con las versiones malvadas que Psimon extrajo de nosotros. Creímos que existía una conexión con esos alter egos y cuando los lastimaban en el mundo real, las heridas también nos afectaban a nosotros, y viceversa. Suponíamos que si nos herían, nuestras versiones aquí saldrían perjudicadas, sin embargo no esperaba que morir allá significaría regresar a mi cuerpo.
—¿Tenían, creían, de quiénes hablas? ¿Y allá, a qué lugar te refieres?
—Hablo de Roy y los demás: Kole, Gnarrk, Argenta y Jericho —mencionó y me sorprendí de aquellos nombres porque eran justo las personas que Psimon controlaba. —Y sobre el lugar, no sé realmente qué era. Al principio pensamos que se trataba de una prisión creada por Psimon, pero después de escapar de una Torre falsa las cosas cambiaron como si fuese un portal y estoy segura de que estábamos en otro planeta.
—Dame un minuto, necesito procesarlo —dije zafando una de mis manos de su agarre para sobarme con ella la sien. Me estaba hablando de dos realidades, de un intercambio de cuerpos, de otro planeta, y junto al hecho de que había muerto y después resucitado no pude evitar creer que me encontraba bajo los efectos de alguna droga y esta situación no era real.
—Sé que es demasiado difícil de entender pero necesito volver para ayudar a los otros. Ellos se quedaron allá y necesito salvarlos antes de que los otros Titanes o los habitantes de ese lugar los lastimen.
—¡Starfire, dame un momento! —volví a pedir en forma de ruego, se quedó callada y pude espabilarme.
Tenía muchas dudas acerca de las dos realidades y quería preguntarle más detalles pero por sus expresiones entendía que estaba igual de perdida que yo. Me enfoqué simplemente en ella, en lo que experimentaba al volver a verla, justo como lo había deseado momentos atrás, y me sentía tan estúpido por reaccionar como un robot.
Me detuve a mirarla con más precisión, sintiendo que mi corazón volvía a latir apresuradamente, y un enorme alivio se instaló en mis hombros. Su cabello tenía un color tan vibrante y sus enormes ojos verdes me veían con esa preocupación que tanto la caracterizaba, efectivamente ella estaba frente a mí sana y salva.
—¿Realmente estás aquí, Star? —cuestioné con temor mientras se me nublaban los ojos y acariciaba su mejilla.
—¡Lo estoy, Robin! ¡Estoy de vuelta! —exclamó aliviada tomando mi mano a la par que nuestras lágrimas comenzaron a aparecer.
—¡Creí que te había perdido! —grité con dolor y me lancé a sus brazos como lo hice la última vez, aferrándome a su cuerpo, atemorizado de que volviese a irse. —¡Vi que te desplomaste y tu corazón dejó de latir! ¡No sé qué sucedió pero estoy feliz de que estés de regreso! ¡Me alegra volver a verte, linda! —no podía dejar de llorar y por los espasmos de su cuerpo sé que ella estaba en la misma situación.
—Lamento que hayas pasado por esto, Dick. No hubiese querido que vivieras algo así de nuevo.
—Prométeme que no te irás esta vez, prométeme que lucharás junto a mí —pedí recordando a la Starfire que prefería rendirse ante Trigon.
—Lo prometo —se separó de mí y con un casto beso cerró el trato.
Nos quedamos un momento más abrazados, yo estaba fascinado por su calor y quería olvidar por un momento todo el desastre que estaba pasando afuera.
—Robin, tenemos que irnos, hay que ayudar a Roy y a los otros a salir de ahí —dijo separándose de mí acariciando mi rostro. Se veía más calmada que yo, incluso mejor que días anteriores y yo no entendía por qué. Todo lo que nos rodeaba eran problemas que aumentaban de dificultad y ella parecía la más fuerte de todos.
—Tenemos un problema mayor que Psimon —comenté acongojado mirándola de manera seria y tomándola por sus brazos.
—¿La Hermandad del Mal controlada por él? —preguntó con nerviosismo.
—No, Psimon es el menor de nuestros problemas y la mayor parte de la Hermandad del Mal ha desaparecido —dije con temor a herirla ya que, como ella me había confesado una noche atrás, la energía a la que la sometieron terminó por calcinarlos y la culpa le carcomía el alma.
—¿Qué puede ser peor que un lunático controlando a los ciudadanos, a héroes y a villanos con superpoderes? —cuestionó con temor.
—Trigon.
—¡¿Trigon?! —vi cómo palideció y estuvo a punto de caer por la impresión pero la sostuve. Al parecer no tenía ninguna sospecha de lo que había pasado cuando fue absorbida por aquel portal que ocasionó la aparición del demonio. —¿Cómo es que él regresó? —indagó tomando asiento debido a que su cuerpo comenzaba a temblar.
—No lo sabemos con certeza, y no he tenido oportunidad de hablar con Raven sobre esto. Estamos igual de atónitos que tú.
—¡Por X'hal! ¡Raven! ¡Trigon debe estar buscándola para vengarse por haberlo derrotado! —exclamó con preocupación.
—Espero por todo lo que existe que ella aún esté a salvo, quizás Raven sea la única que pueda detenerlo.
—¡Entonces salgamos, hay que encontrar a nuestros amigos e idear un plan para atacarlo! ¡No podemos dejar que se apodere de la Tierra, ni de ningún otro planeta! —se levantó decidida y me extendió una mano, yo me quedé embelesado mirando a Starfire y sonreí al reconocer a aquella chica que tanto amaba; sabía que ella no le daría la espalda al mundo, y a pesar de que su otra versión era una parte distorsionada de ella, entendía que su valentía y el coraje de guerrera vencían a aquella entidad negativa que quería unirse al ejército de Trigon.
—¿Qué sucede? —cuestionó inquieta al verme con los ojos vidriosos.
—¡Es sólo que me alegra que vuelvas a ser tú! —grité lanzándome a abrazarla y ella se sobresaltó un poco, quizás pensaba que estaba siendo demasiado cariñoso pero es que Star no entendía lo impactante que había sido verla determinada a rendirse ante un demonio, y después que falleciera en mis brazos. Tantas cosas sucedieron el último día y necesitaba aferrarme a ella, decirle cuánto la amaba antes de que fuese tarde, porque el mundo estaba de cabeza y estábamos en peligro, y quizás sería la última vez que pelearía a su lado; no quería desaprovechar ni un segundo para demostrarle lo importante que era para mí.
—¡Te amo, nunca lo olvides! ¡Te voy a amar hasta el final y lucharé con todo para salvar a este mundo! —mencioné separándome y dándole un beso en la frente.
—¡Yo también daré mi mayor esfuerzo! ¡No permitiré que destruyan mi hogar ni a mi familia! ¡Te protegeré hasta el final! —sonrió uniendo sus labios con los míos y tan pronto terminó el beso nos tomamos de la mano y decididos nos dirigimos hacia la puerta.
…
—¿Estás bien? —le pregunté poniéndome de nuevo la camiseta y la capa, observando de reojo el vendaje improvisado que ella me había hecho después de intentar sacar todos los trozos de vidrio incrustados en mi espalda. Sostenía un trapo mojado en su mano que había estado usando para limpiar la sangre de su cara y de su ropa, pero justo cuando llegó a su vientre se detuvo atónita observando la zona.
—Sólo hay una marca roja, ni siquiera una cicatriz. No puedo creer que morí y mi cuerpo se haya regenerado de tal manera —mencionó incrédula limpiando la sangre en su abdomen, y en efecto, sólo quedaba una pequeña línea fantasma de aquella cortada fatal.
—No sé cómo sobreviviste, pero lo importante es que estás bien —respondí acercándome y posándome frente de ella, ayudando a limpiar lo que podía de su uniforme. —¿Estás lista? Es hora de irnos.
Asintió y salimos con cautela de aquel baño común al que habíamos llegado después de salir de la celda. Mi espalda ya estaba mejor, aunque debido a que sólo habíamos encontrado un mísero botiquín, los vidrios más pequeños seguían dentro de mi piel y me molestaban conforme me movía.
Posé mis manos hacia atrás como si estuviera esposado y Starfire lucía seria detrás de mí, era parte de nuestra pinta para no ser descubiertos, la cual estaba funcionando perfectamente con los zombies que Psimon había dejado como guardias en algunos pasillos.
—Ojala tuviéramos unos planos —susurré decidiendo hacia cuál pasillo seguir y es que aunque al principio creí que se trataba del mismo manicomio de la Hermandad, conforme recorríamos el piso la estructura era diferente y había menos cuartos.
—Hubiera sido genial si tuviera los recuerdos de mi otra yo, al menos sabríamos a dónde ir —se lamentó en voz baja.
—Créeme, es mejor que no los tengas —mencioné sin pensarlo mucho y ella de inmediato se sobresaltó.
—¿Qué fue lo… —cuestionó con horror en la voz pero fue interrumpida por una explosión y el sonido de un cristal haciéndose añicos a unos 20 metros a nuestra izquierda. No dudamos en correr hacia aquella dirección.
—¡¿Cy?! —gritamos al unísono al reconocer los alaridos de nuestro amigo y Starfire voló con más velocidad usando su fuerza para derribar la puerta de dónde provenían los lamentos de Cyborg. Ella entró primero y cuando logré alcanzarla miré con asombro una lluvia de destellos en aquel cuarto. Argenta y Abeja estaban arrojándose rayos mientras volaban sobre el campo de batalla en el que luchaban Terra, Jinx y Kid Flash contra Veloz, Jericho, Gnarrk y Kole.
Starfire se unió a la pelea bloqueando con su fuerza a Gnarrk quien estaba a punto de golpear a Jinx. Algunos de nuestros amigos exclamaron con sorpresa el nombre de mi novia cuando se dieron cuenta de su presencia, seguramente porque la última vez ella no estaba en el mismo bando, sin embargo Star simplemente contestó "¡Estoy de vuelta!" y ellos lo aceptaron.
Por mi parte seguí corriendo por el salón hasta donde se encontraba Cyborg pues él continuaba gritando. Estaba en una especie de cuarto sellado que lo separaba de la habitación, y lo que antes era una ventana y una sección con equipo de cómputo alrededor de éste, ahora eran sólo un montón de piezas destruidas o incendiándose. Entré al pequeño espacio y encontré a Cy acostado en el suelo sujetándose la cabeza como si le doliera mucho, me acerqué para auxiliarlo pero él no respondía, continuaba desgarrándose la voz ante el dolor y yo no sabía cómo calmarlo.
Todo era un caos, el sonido de golpes inundaba el lugar y un montón de luces de colores iluminaban la sala. Volteé hacia los demás por ayuda pero estaban muy ocupados con los otros Titanes manipulados, además también estaban preocupados por romper las cadenas que mantenían cautivos y sujetos a la pared a los debilitados Chico Bestia, Aqualad y Phanta.
—¡Cyborg, despierta! —exclamé moviéndole uno de los hombros puesto que esta situación me recordaba a los ataques que tenía mi novia por culpa del gas al que Madame Rouge la expuso, y cuando recordé lo que dijo la otra Starfire sobre que Roy estaría haciendo un ejército para Psimon, mi amigo dejó de gritar. Con un salto hacia atrás esquivé el puñetazo con el que Cyborg tenía planeado noquearme y haciendo varias acrobacias eludí sus rayos sónicos.
Me detuve un momento a tomar aire y observé con preocupación a mi amigo. Él se veía como mis otros compañeros infectados, con la piel grisácea, las venas negras marcadas y los ojos completamente iluminados en color violeta neón. Sabía que era inútil intentar hacerlo entrar en razón así que comencé a atacarlo al menos hasta que mis amigos pudieran apoyarme con él.
—¡Robin, cuidado! —me advirtió Abeja por lo que rápidamente reaccioné ante una de las flechas que estaba lanzando Veloz. —¡Hay que reagruparnos! —continuó y nosotros obedecimos dándonos la espalda y formando un círculo para defendernos mejor.
—¡Hay que liberar a los otros! —mencioné bloqueando otro de los ataques de Roy con mi capa.
—¡Estamos en eso! —dijo mi mejor amigo y pronto una ráfaga de viento pasó a un costado de nosotros y en un segundo los otros Titanes ya estaban libres de los grilletes. —¡Bien hecho, chicos! —exclamó Chico Flash cuando Más y Menos detuvieron su carrera y ayudaron a Phanta y a Chico Bestia a ponerse de pie. Aqualad se veía en mejor estado, por lo que sin problemas se levantó y se acercó a nosotros mientras dejaba caer un collar de metal al suelo; lo mismo sucedió con mis otros dos compañeros unos segundos después, al parecer aquel artefacto los mantenía débiles o inhabilitada sus poderes.
—¿Dónde está Raven? —cuestionó preocupada Star recordándome lo importante que era encontrarla.
—¿Si, Roy, dónde está Raven? —preguntó Chico Bestia mientras le cambiaba el semblante a uno furioso.
—¡Sabes que es demasiado tarde para ella! —mencionó el pelirrojo con diversión. Chico Bestia resopló de ira pero cuando estaba a punto de abalanzarse a él, Starfire lo detuvo.
—¡Siguen siendo los cuerpos de nuestros amigos, no debemos lastimarlos! —ella gritó para informar a los demás.
—Starfire tiene razón, entre más daño recibamos peor es el dolor para sus amigos —comenzó Argenta descendiendo hacia nosotros, amenazándonos con uno de sus rayos rojos—. ¡Es mejor que se rindan!
—¿Rendirse? ¡Yo no me rindo! —habló Phanta separándose de uno de los gemelos, irguiéndose con firmeza a pesar de que estuviese débil, haciéndole frente a la gótica que en ningún momento dejó de iluminar sus manos.
El ambiente era tenso, y por lo que Starfire había dicho, mis amigos no sabían cómo proceder ante las marionetas de Psimon. Si peleaban contra ellas estarían lastimando a nuestros compañeros, además incluso aunque nos defendiéramos ellos atacaban con todo su poder. Miré disimuladamente a Wally y cambiando la dirección de mi vista señalé los collares que Chico Bestia, Aqualad y Phanta habían dejado cerca de la pared en la que estaban aprisionados. Él asintió y en menos de un segundo, y sin que pudiéramos ver su acción, se movió, los tomó y se los colocó a Kole, Argenta y Jericho. Rogué porque esos collares fueran inhibidores de poderes en general, y cuando observé que las manos de la pelirroja habían dejado de brillar, no me contuve de gritar: —¡Titanes, ataquen!
Los otros estaban aturdidos puesto que Chico Flash los tomó por sorpresa, y aunque sólo había tres collares, Wally hizo una buena elección de Titanes. Jericho y Kole fueron aprisionados por los grilletes de roca hechos por Terra dejándolos fuera de combate inmediatamente; Phanta atrapó a Argenta con sus brazos y con una de las cadenas con las que la tenían cautiva la apresó y la dejó en el suelo.
—¿Creen que podrán detener a Trigon capturándonos? —habló Cyborg con sarcasmo mientras nos disparaba con sus cañones, pronto Chico Bestia se le lanzó encima convertido en una serpiente y Abeja salió volando hacia su dirección. —¡Lo siento, Chispita, pero necesito mantenerte desconectado por un momento! —dijo con pesar proporcionándole una descarga en los circuitos de su espalda haciendo que su sistema se apagara.
Gnarrk seguía peleando contra Starfire y se le unió Aqualad que con ayuda de las tuberías del lugar, lo encerró en una de sus burbujas de agua hasta que quedó inconsciente. Jinx y yo combatimos a Veloz, que en cuanto vio caer a sus compañeros, intentó escapar del lugar pero para su mala suerte Más y Menos lo alcanzaron y utilizando una cuerda, que quién sabe de dónde sacaron, lo envolvieron de los pies hasta el cuello.
—¡Creo que hoy no es tu día! —mencionó Jinx con diversión cuando Veloz nos vio con rabia.
(POV Raven)
El cuerpo me dolía, tenía frío y el lugar estaba tan oscuro y silencioso como si se tratara de una cueva. Acababa de despertar y me sentía tan mareada como si hubiese dado tantas vueltas. Estaba tirada en un suelo gélido y rasposo, y en mis manos podía sentir el helado metal rodeando mis muñecas. Lo último que recordaba era haber visto a Phanta siendo atacada por Argenta y cuando me acerqué a ayudarla Jericho utilizó sus poderes conmigo y todo se volvió negro como si me desmayara, aun así pude sentir algunos golpes y los lejanos gritos de mis compañeros siendo heridos. Después simplemente me desconecté de todo y había aparecido en este sitio.
Intenté moverme a ciegas pero por las cadenas no podía alejarme mucho y la oscuridad no me permitía distinguir en dónde estaba. Tenía un poco de miedo, sabía que Psimon nos había capturado y hasta quizás me había convertido en su sirviente, y la incertidumbre que sentía en este momento me estaba comenzando a poner ansiosa. —¿Chico Bestia? —pregunté esperanzada de que estuviera cerca, puesto que era posible que nos hubiesen aprisionado a todos. —¿Chicos? —cuestioné nuevamente, esta vez a quien fuera.
—¡Sigues siendo tan ingenua! ¡No deberías preocuparte por ninguno de esos seres mediocres! —escuché una voz ronca y mi cuerpo se paralizó. El temor aumentó en mí y se me hizo imposible respirar. Unas llamaradas rojas que iluminaron tenuemente mi alrededor aparecieron y cuando vi sus enormes pares de ojos rojos sentí que el alma salió de mi cuerpo. Me sentí de nuevo pequeña, con un enorme hueco en el estómago y la sensación de que moriría en ese instante. Mi padre sólo sonrió de manera escalofriante ante mi miedo y no pude evitar soltar algunas lágrimas. Era el fin. Todo había terminado.
