Nuevo experimento.
El fuerte palpitar en el pecho del detective se había extendido en todo su cuerpo. Así que esa era la intención del amo del crimen: hacerlo acelerar o retrasar el proceso.
Siendo el caso, aceptaría la invitación disfrazada de desafío.
Tenía opciones, Liam se las había dado: podría retroceder y esperar un momento más propicio o bien, ya que el rastro seguía fresco, forzar la exposición.
Su elección lo llevó a tratar de robar los labios de su amado más agresivamente que en otras ocasiones, sin embargo, deteniéndose en los últimos milímetros, tendiendo la trampa que le permitiría atrapar al amo del crimen en el acto.
Para ello, había colocado una mano detrás de su nuca y otra en su espalda, para mantenerlo cerca. Dándole así la falsa percepción de que lo besaría, permitiendo que fuese el rubio quien diera ese último paso para completar el contacto.
Cuando lo hizo, recibió los labios pálidos con los suyos, con una premura inesperada para sí mismo. Más temprano que tarde, infiltró su mano debajo de la camisa y comenzó a acariciar aquella espalda marfilada, mientras sus abdómenes chocaban piel con piel.
¿Piel con piel? No se dio cuenta siquiera, cuando su propia camisa había sido desabrochada. Esa era la prueba que necesitaba. Pero ya no estaba seguro de querer reclamar su victoria en ese momento.
Como no sintió resistencia por parte de su pareja, le llevó a enredar una pierna en la del rubio y empujarlo para hacerle caer en la cama detrás de él. Era la primera vez que haría algo como eso.
Devoró de nuevo sus labios. Se sentía nervioso y notó lo mismo en su contraparte. Después de todo, sería un nuevo experimento.
