Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.


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Capítulo 33

EPOV

Ella hace sus bragas a un lado y se hunde en mí.

—Mierda —mascullo, levantando la cabeza para buscar su boca. La beso profundamente y desabrocho su sudadera, luego deslizo mis manos para aferrar sus tetas. Ella se estremece y gira sus caderas, efectivamente tomándome más profundo. Mientras tanto, ella sigue susurrando disculpas—. Detente. —Gimo en su boca y acaricio sus pezones entre mis dedos—. Deja... de hablar. —No quiero sus disculpas.

Pasan un par de coches...

—Te amo —jadea ella—. Y lo siento...

—Cállate. —Reclamo su boca con otro beso.

Ella me folla lento y profundo.

Pero eventualmente, nos desespera.

Aferrando sus caderas, la llevo hacia mí con fuerza. Mi polla está completamente cubierta en su humedad, y gruño ante la sensación.

—Odio cuando estás molesto conmigo. —Ella posa besos mariposa por todo mi rostro—. Lo odio, lo odio, lo odio.

Me río, sin aliento, y muerdo su hombro.

—Lidia con ello, mujer.

—Lo siento.

—Lo sé. —Sí. Solo necesito tiempo para superarlo—. ¿Te arrepientes? —La miro a los ojos mientras comienzo a frotar su clítoris. Ella se sigue moviendo, la sigo moviendo, nos seguimos moviendo. Palmeo su delicioso trasero debajo de la sudadera y le digo que me conteste.

—No puedo. —Descansa su frente contra la mía—. No puedo arrepentirme, Edward.

Asiento, indeciso. Si ella se arrepintiera, su mentira hubiera sido por nada, y eso hubiera dolido aún más. Aún así, que ella me mintiera... a su puto marido. Eso duele.

—Estoy jodidamente... —La embisto hacia mí, apretando los dientes—, furioso contigo. —Sacudo la cabeza—. Pero... —Pero hice lo mismo con ella una vez, y tampoco me arrepiento.

Un carro toca bocina, pero lo ignoramos.

—Te amo —vuelve a decir.

—Eso también lo sé. —Levanto una mano para secar su mejilla—. Mierda, no llores, cariño. —Odio cuando ella llora. Su labio inferior tiembla, así que lo beso, lo mordisqueo, lo succiono en mi boca y lo muerdo—. Sabes que también te amo.

—Yo... —Gime mientras muevo su aro contra mi pulgar—. Oh, Dios. Quiero... Quiero hacerte sonreír.

Acariciando su garganta con la nariz, me pregunto por qué está tan desesperada para estar bien de nuevo. Las peleas ocurren. Ella sabe que lo superaré. Así que, no entiendo por qué ella simplemente no puede relajarse. Pero entonces comienza a tararear esa maldita canción, y... no puedo evitar sonreír. Santo cielo, esta mujer.

—Realmente no te gusta que esté molesto contigo, ¿eh? —Me río con un gruñido cuando ella se tensa a mi alrededor. Ella sacude la cabeza y me besa en los labios—. Mi sexy y ruda Mustang Sally. —Muerdo su nariz.

Uno de los días más graciosos de mi vida. Fue en Nueva York. Y escuché por primera vez a Bella reírse. No una risita disimulada o pequeña. Sino una puta risa real —una risa liberadora— que incluía chillidos y puños en el aire.

Ella sonríe pícaramente.

Fuimos tremendos ese día, ¿o no?

Lo fuimos, sí. Pero no fui el que se robó ese coche. Ella fue, y quizás fue el día en que me enamoré de ella. Podría ser.

—Hazme venir —gruño, sintiendo mis bolas tensarse—. Mierda.

—De acuerdo, cariño —jadea. Inclinándose hacia adelante, ella se vuelve loca, haciendo cosas que solo ella puede. Mientras trabaja en mi polla, tensando sus músculos a mi alrededor, me besa ferozmente, juega con los aros en mis pezones, y mece sus caderas un poco más rápido, un poco más fuerte.

Mi perdición es cuando desliza un dedo en su coño y lo lleva a mi boca.

Con un gruñido, llevo mi cabeza hacia atrás y estallo dentro de ella. Apenas logro traerla conmigo, pero lo hago mientras termino, mi polla pulsa dentro de su coño contraído. Sus gemidos cerca de mi oído me hacen tensar aún más, y ella me quita otro pequeño chorro de semen de mí.

—Mierda —jadea.

—Sí... —Descanso mi frente sobre su hombro e intento recuperar el aliento.

—Eh. —Besa mi mejilla—. ¿Quieres que duerma en el sofá esta noche?

Pongo los ojo en blanco y la enfrento.

—No seas estúpida. —Luego, lo pienso por un segundo y añado—, pero me debes una eternidad de mamadas.

Ella me da una mirada de nuevo.

—¿Sabes? Te estás volviendo algo arrogante. Primero, darte una mamada no es justamente duro... bueno. —Se ríe de su doble sentido. Tengo que sonreírle a mi loca—. Eh, segundo... tengo el presentimiento que me lo vas a agradecer pronto.

—¿Agradecerte? —Me río con incredulidad—. ¿Por qué mierda yo...?

Ella sonríe.

—Porque cuando tú y tu padre se abracen y hagan las paces...

—Te estás adelantando, ¿o no? —Vuelvo a poner los ojos en blanco.

Sinceramente, dudo que papá me llame. Quizás Bella lo tenga comiendo de su mano, pero yo no soy tan importante para él.

—Deja de fruncir el ceño, esposo. —Ella alisa mi frente—. Debes tener fe. —Asiente, frunciendo sus labios—. Él te ama mucho.

—Sí, sí. Como sea.


Bueno, todo perdonado al parecer... veremos qué hace el viejo :)

¡Buen sábado!