Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.


Capítulo 33

Edward está indeciso. Puedo verlo ahora. Entre las visitas a su padre y entrenar con los Sounders, él siente que está siendo jalado en direcciones opuestas. Puedo entender cómo se siente, pero supongo que simplemente estoy acostumbrada a hacer muchas cosas al mismo tiempo al extremo. Ser una madre —una soltera— así como trabajar a tiempo completo lleva a una chica al límite.

Aún así, tener un padre enfermo asusta, sin importar la edad que tengas o lo ocupado que estés. La noche en que Carlisle vuelve a casa, Edward pasa la noche en lo de sus padres. Y un par de noches después de eso, Charlie y yo vamos a cenar allí.

Esme y Carlisle han visto a Charlie un par de veces, y siempre han parecido estar encantados con ella. Carlisle especialmente, que literalmente se agacha a su altura y tiene todo tipo de conversaciones extravagantes. Es como escuchar al Dr. Seuss.

—¿Está todo bien, Charlie? —pregunta Esme durante la comida—. ¿Necesitas más jugo?

—Oh, está bien, Esme —interrumpo, cubriendo el vaso de Charlie. Lo último que ella necesita es más crack de niños a esta hora de la noche—. Gracias.

—Me gusta el jugo —dice Charlie, limpiando su boca... con una servilleta, gracias a Dios.

—Sí, pero... aún tienes que terminar. —Pincho un pedazo de brócoli con su tenedor y lo acerco a su boca. Ella comió todo su pollo asado y puré de papas, pero los vegetales en su plato permanecen casi intactos.

—Chuck.

Charlie mira a Edward, sonriendo brillantemente cuando él para todo su brócoli sobre sus papas, creando un pequeño bosque.

Poniendo los ojos en blanco, pero sin fingir que no me encanta, echo un vistazo a Esme, que los mira con total adoración. Ha sido así toda la noche. Tengo una (gran) impresión que ella se encuentra en modo abuela, y está más que lista para que Edward haga realidad sus fantasías de familia feliz.

Charlie comienza a copiar a Edward, colocando su brócoli sobre sus papas.

Le doy una palmadita.

—Prométeme que lo comerás ni bien termines. ¿De acuerdo? No juegues con ello toda la noche.

—Está bien, mamá.

Para su favor, ella lo come ni bien lo derriba.

—Bueno, ¿puedo tomar más jugo ahora, por favor? ¿Por favor? ¿Mamá?

—Creo que has tomado suficiente.

Ella me muestra sus ojos de perro mojado para rogar.

—¿Por favor, mamá? Un poco. Solo un poquito.

—Puedo darle leche —ofrece Esme.

Negando con la cabeza, cedo.

—Está bien.

Esme se pone de pie, ofreciendo su mano a mi hija.

—¿Por qué no vienes conmigo y elegimos un vaso especial?

Ella es tan mala como Sue. Suspirando, vuelvo mi atención hacia Edward y Carlisle, cuya conversación parece haberse puesto tensa. Decir que estoy sorprendida es quedarse corta. Típicamente, Carlisle es tan jovial así como Edward es relajado.

—...y no lo harás. No echarás todo por la borda. —Carlisle casi espeta, frunciendo el ceño.

—No lo estoy tirando. Esta es mi vida —dice Edward, apretando la mandíbula—. Las cosas cambian.

—Ese es un gran cambio —responde Carlisle.

Incómoda al escuchar su discusión ahora que Esme y Charlie se encuentran en la cocina, tomo mi plato y el de Charlie. Los ojos de Edward giran hacia los míos, llenos de disculpa, pero simplemente le doy lo que espero que sea una sonrisa tranquilizante y me voy. No sé si esto ha estado pasando desde que Carlisle estaba en el hospital, pero Edward ha estado... diferente últimamente. Odio decir que no ha sido él mismo, porque todos tenemos distintas capas y facetas, pero la tranquilidad que normalmente enfatiza su personalidad ya no está.

En la cocina, Esme le está dando a Charlie un pequeño vaso de cristal rosa lleno de leche. Mentalmente cruzando los dedos para que no lo rompa, coloco los platos a un lado del fregadero.

—¿Han estado peleando mucho sobre esto? —suelto.

Esme suspira pesadamente, cruzando la habitación para escuchar en la puerta. Ella sacude la cabeza después de un momento, sonriendo sin humor.

—En realidad, no... es tan malo como suena. Ellos son muy parecidos, así que concuerdan en muchas cosas. Pero así mismo ambos son muy tercos. Edward es más tranquilo que su padre, pero igual de apasionado, así que cuando ambos chocan en algo...

—Es importante.

—Sí. Lo es. Es una gran decisión para Edward. A él siempre le ha encantado el juego, y ha dedicado mucho de su vida para ello. Y estamos orgullosos de eso. No quiero verlo desperdiciar esto por una sensación errónea de responsabilidad para Carlisle y yo. —Asiente hacia la puerta—. Esa conversación ya se venía.

Asiento, asimilando sus palabras.

—Entiendo lo que dices. Pero... también entiendo a Edward. Quizás las cosas han sido rápidas para él, por mucho tiempo, y se está dando cuenta que quiere bajar el ritmo. —Eso es lo que he comprendido, de todas formas, al hablar con él.

—Quizás.

—¿Qué es lo que esperas?

—¿Para Edward? Solo que sea feliz haciendo lo que ama. Lo que sea que eso sea.

Mientras que es un muy buen concepto, es vago... diplomático. Quiero que Esme sienta que pueda ser real conmigo, pero también entiendo que necesitamos llegar a ese momento. De repente, el deseo de Edward para pasar más tiempo con sus padres tiene un mayor importancia para mí. Quiero eso para él, pero también lo quiero para mí. Así como quiero que él y mi padre sean cercanos.

—Es verdad —digo con cuidado, observándola—. Pero...

—¿Pero sabes lo que quiero realmente? —Ella se encoje de hombros—. Lo quiero en casa. Pero más que eso, quiero que aproveche al máximo su carrera. Carlisle y yo sentimos que él toma decisiones basadas en lo que es mejor para él... y ahora tú. No lo que quieren sus padres. Las expectativas así no pueden ser justas.

Asiento, pensando en Charlie. Él siempre ha apoyado mis decisiones, incluso cuando me han llevado lejos de casa.

De repente, la puerta de la cocina se abre. Edward entra, Carlisle pisando sus talones, sorprendiéndonos.

—¿Listas para irnos? —pregunta Edward, tanteando sus llaves.

—¿Ahora? —pregunto. Quiero decir, obviamente ahora, pero realmente no quiero irme así.

—Él acaba de volver al juego —masculla Carlisle—. No creo que él deba tomar decisiones tan emocionales.

—¿Hay algún otro tipo, papá?

Toco el brazo de Charlie.

—Oye, ¿terminaste?

—¿No se pueden quedar para el postre? —pregunta Esme, señalando hacia el pastel de chocolate sobre la encimera. Los ojos de Charlie se abren de par en par, y tengo que admitir que los míos también.

Edward resopla cuando ve nuestros rostros, y la tensión de la habitación se disuelve.

—Ahora veo de dónde Charlie saca su diente goloso. —Él se inclina contra la encimera a mi lado, deslizando su brazo alrededor de mi cintura.

Carlisle me guiña el ojo, colocando pequeños platos junto al pastel.

Me inclino hacia Edward.

—Y ahora veo de dónde sacaste ese guiño.

~tbts~

En la cama, más tarde, Edward viene a mí en silencio. Puedo ver que tiene mucho en su mente, puedo leer la atención dividida en su rostro, escucharla en su voz. Hacemos el amor lentamente, sin emitir palabra, besando y besando.

Luego, de costado frente al otro, tomados de la mano, hablamos hasta quedarnos dormidos. Él me dice lo que ya sé: que está indeciso, que su corazón quiere demasiadas cosas y que tiene decisiones por tomar. Él no me pregunta lo que pienso, no aún, y no le digo. Él probablemente tema preguntar así como yo temo contarle.

Aunque, hay algo que ha estado en mi mente. Una cosa que sí sé.

—Creo... —comienzo, parpadeando en la oscuridad—, que deberíamos adelantar la boda. Del verano a la primavera.

—O el invierno. En enero.

—Hará frío.

—Y lluvia, pero eso pasa en todo momento.

—Febrero.

—Marzo —dice él.

Así que, primavera. Sonrío.

—Marzo.

—Hecho.


Para las que preguntan por la boda ;)

¡Qué tengan buen día y hasta el próximo!