La tomé en brazos, desesperado, un terror, como nunca antes, se apoderó de mí, el corazón me latía a mil por hora, la sujetaba con fuerza, temblando, no quería ni imaginarme, qué pasaría si la perdiera, ahora que la conseguí, con lo difícil que fue ganarme su amor y cariño.
Tapé la herida, con la mano, pero seguía sangrando.
- ¡¡Mimzy!! - ¡¡Trae un trapo, para tapar la herida, y algo de alcohol fuerte!!-
- ¡¡Ya mismo, ya mismo!!- Mimzy trajo un par de paños, y una botella de alcohol, le limpié la herida, y apreté, pero seguía perdiendo sangre, iba a morir en mis brazos.
- No, por favor, no por favor…no…- Balbuceaba sin sentido, asustado.
Charlie vino asustada, y puso su mano, sobre Evelyn.
- Vamos, Evy, otros no pueden, pero tú sí, vamos, vamos…
Puso sus manos, apretando, y con su magia, la curó, al menos en parte, porque la sangre dejó de manar, pero la herida seguía abierta.
- ¿¿Por qué no puedo curarla del todo??- Gritó desesperada.
- ¡Vamos a palacio, tu padre sabrá que hacer! ¡Mimzy, cierra todo, y no toques nada hasta que te avise! ¿ok?
- ¡Vale! - Mimzy echó cierre del Avernus, quedándose con los guardias.
Nos transportamos a palacio, al Hall principal, sostuve a Evelyn, mientras Charlie llamaba desesperada a sus padres, que aparecieron, el rey, al transportarse, se quedó más pálido, como nunca vi jamás en nadie, esa expresión de terror juro que no la olvidaré nunca.
- Charlie, querida, ¿A qué vienen esos gritos…? ¡¡ QUÉ DEMONIOS!! ¿¿QUÉ HA PASADO AQUÍ??
Corrió a abrazar a Evelyn, me la sacó de los brazos, la sujetó contra su pecho, acariciando su cara.
- ¡¡ Evelyn, hija mía!! ¿¿qué te han hecho??
- ¿¿CÓMO HA PASADO ESTO, SEVIATHAN, TE DEJO A MI HIJA SANA Y ME LA TRAES MUERTA??
Sus ojos brillaban con rabia, y su aura se volvió negra, sus uñas se afilaron, me dio miedo, era Satanás en estado puro, la reina llegó, y al ver el shock, se llevó a Charlie aparte.
- ¡¡UN ÁNGEL EXTERMINADOR NOS ATACÓ EN EL AVERNUS!! ¡ELLA NOS DEFENDIÓ, ¡NOS PROTEGIÓ, COMO JURÓ HACER! - Exclamé llorando - ¡ADEMÁS NO ESTÁ MUERTA, AYÚDENOS A CURARLA!
Satanás puso la mano sobre Evy.
-Aún vive, lucha por su vida…pero se está apagando.
Satanás chasqueó los dedos, y llevó a Evelyn a un cuarto, con una cámara especial, donde la metió.
- Aquí sanará, sólo hay que esperar cómo evoluciona.
Besó la frente de su hija, mientras lloraba. Satanás llorando, sí, es posible, todo en el infierno es posible.
- Cúrate, mi niña.
Me hizo una seña, para que me despidiera de ella.
- Recupérate, cielo, eres más que fuerte. Te quiero- La besé en los labios, y me marché.
En el gran salón, estaban La reina, Charlie, Satanás, y Alastor entró, abriendo las puertas de par en par.
- ¡¿Dónde está mi alumna?! ¿¿Dónde está Evelyn??- Gritó desesperado, sin esa sonrisa que le caracteriza, por primera vez.
Tomó a Charlie en brazos, palpando su vientre.
- ¿Estás bien, cariño? -
- Si, Alastor, tranquilo, cielo. Estamos todos bien- Lo tomó de la mano.
- Dime qué ha pasado, querida…- Estaba temblando.
- Pues, estábamos celebrándolo en el Avernus…y la gente gritó que había un ángel exterminador, ella nos puso a salvo, nos bloqueó, y lo mató, fue extraño…
Satanás daba vueltas en círculo por el salón, nervioso.
- ¿Extraño? - Respondió Alastor.
- Si, porque ella dijo, que no iba a repetirse otra vez, que su linaje iba a acabar la tarea, que regaría el mundo con su sangre…
Satanás se giró, sorprendido.
-Espera, espera, Charlie, manzanita mía, repite eso, ¿Qué dijo exactamente?
Charlie repitió, temerosa.
- Que no permitiría que se repitiera otra vez…ah, y lo llamó "Perro de Dios" también le dijo algo antes de matarlo…algo de redención.
- "No hay redención de la mano de un Magne"
- ¡Exacto, padre! - Exclamó Charlie.
- ¿Tenía una marca en la cara?
-Sí, papá, ¿Cómo lo sabías?
Satanás meditó por unos momentos, con la mano en el mentón, y la otra en su cetro.
- ¡Alastor! ¡Trae el cuerpo de ese exterminador, su arma, todo! ¡AHORA MISMO! - Ordeno con severidad.
- Como desee su alteza-
Con una reverencia, Alastor desapareció, y vino a los pocos minutos, con el cadáver, e hizo aparecer sus cosas con un chasquido de dedos.
Satanás se dirigió al cuerpo del exterminador, y, tras unos segundos de silencio, lo tomó en peso con una mano, y se acercó a la cara del fallecido exterminador.
- Ya te dijo mi hermano, que caerías por mano de su linaje, y que regaría el mundo con tu sangre, bastardo asqueroso- Apretó la cara del exterminador, lanzándolo al suelo.
- ¡Amenadiel, hermano! ¡Tu muerte fue vengada, la deuda de sangre se ha saldado!
Se dejó caer sobre el trono, que hizo aparecer tras de sí.
- Ahora queda, que mi hija se reponga, y nos cuente cómo ha ido…
- Lilith se acercó, pues nadie más sabía que pasaba. Miró al cadáver, y lo examinó, entre sus manos, palpando su cara, la señal.
- ¿Esta es la marca que le hizo Amenadiel?
- Ajá- Respondió Satanás.
- Impresionante. Para haber matado a alguien tan fuerte como Miguel, con sus propias manos, y salir viva, ha debido ser una lucha tremenda, querido- Dijo la reina.
Todos nos quedamos blancos, mirándonos entre nosotros.
- ¿Qué? ¿¿Miguel?? ¿¿El guardián del cielo??- ME quedé en shock.
- Así es. Él tenía una cuenta pendiente con los Magne, y Evelyn la ha saldado, ahora sólo queda saber por qué este bastardo- Se levantó y propinó una sonora patada al cadáver- Ha ido al mundo de los vivos, para atacar no sólo a Evelyn, si no a mi hija Charlie.
- Querido, pastel de manzana, mi amor, ¿Qué pasará con Evy ahora? Ha matado a Miguel.
- Bueno, las cosas no son fáciles para ella, primero se debe curar, pero diremos, que ella ha cumplido con su juramento, como se le mandó. Espero que se cure…- Satanás se pasó la mano por el rostro.
De repente, una brisa inundó el palacio, poniéndonos a todos en alerta, y ante nosotros, se presentó un ser, alto, alado, con una túnica y capucha de color negro cual noche cerrada, no se le veía la cara, era enorme, sus alas eran negras, parecían las de un cuervo.
- Hola, hermano Lucifer.
Satanás se levantó.
- Hola, hermano Azrael, bienvenido a mi palacio, aún en horas sombrías, pues la muerte se cierne sobre nosotros- Pareció calmarse ante la presencia de ese ser.
- Azrael… ¿El ángel de la muerte? - Susurró Charlie.
- Así es, hija de Lucifer. Vengo por deseo expreso de padre, Lucifer. Necesito recuperar el alma de Miguel de tu reino, y llevar su cuerpo, para recolocarle su esencia y resucitarlo.
Lucifer se cruzó de brazos.
- Querido hermano, ¿Crees que no sé lo que pasó? ¿Crees que soy idiota? Miguel murió, en el mundo de los vivos, saltándose las normas, del exterminio, atacando a mi familia. ¿Desde cuándo un ser de luz ataca a una joven embarazada? Lo siento, pero su alma se quedará en uno de los círculos del infierno, y adivina en cual…
El ser se acercó a Lucifer.
- Miguel no merece ese trato vejatorio, hermano, nuestro padre te lo pide por favor, entrega el alma y el cuerpo de su hijo, o…
- ¿¿O QUÉ?? ¿¿VA A HACER QUE GABRIEL TOQUE LA TROMPETA, ¿EH?? ¡BIEN, ¡QUE LO HAGA, ¡POR QUE TE ASEGURO QUE YO MISMO SOLTARÉ A LA BESTIA DEL APOCALIPSIS, ¡YO ROMPERÉ EL SÉPTIMO SELLO, ¡Y LOS JINETES SERÁN JUEGO DE NIÑOS EN COMPARACIÓN CON LO QUE HARÉ, SI ALGUIEN INTENTA SALTARSE LAS NORMAS PARA ATACAR A MI FAMILIA UNA SOLA VEZ MÁS!!
La voz de Satanás, Lucifer, ambas, se unieron, en una voz ronca, de ultratumba, que hizo temblar en palacio, y la figura pequeña de Lucifer, proyectó una enorme sombra en la pared, en la que se apreciaban alas, enormes, y unos cuernos afilados y picudos.
Azrael, guardó silencio, y dio unos pasos, pensativo.
- Sabes, Lucifer, de todos nuestros hermanos, tú fuiste el único, que siempre me apoyó, nunca me miró con repugnancia, desprecio, asco, ni hostilidad. Tú fuiste de los pocos, en recibirme siempre con los brazos abiertos en tu reino. Sé que tú respetas mi cometido, y que siempre me protegiste de padre, y de las afiladas lenguas de los demás hermanos- Se giró hacia Miguel. Bajó la cabeza.
-Padre me habla, a través de él, su voz es la mía.
- Está bien- Añadió Lucifer.
- Padre entiende, que lo que ha hecho Miguel, es pecado mortal, primero, desobedeció la orden de no interferir en tu reino, porque ya lo hizo una vez, y llevó la marca como castigo.
- Y aun así yo perdí a un hermano, que le había servido, lo mató a traición.
- En efecto. Padre no quiso que muriera tu hermano, por eso su alma, nunca bajó al infierno, Lucifer, ni está en el Limbo…
- ¿Entonces dónde está? - Lucifer lo miró descompuesto.
- Padre la ha conservado, con cuidado, esperando a la ocasión de encontrarle un cuerpo a su medida, pero no lo hay, es un alma rebelde, y no puede ser un ángel.
- ¿Y qué tiene que ver eso ahora con Miguel? – el rey se hartaba.
- Padre no puede perdonar los actos de Miguel, por su soberbia, rebeldía, y actos infringiendo las normas, por segunda vez, pero está dispuesto, a perdonar a la Nefilim.
- No necesita el perdón de Dios, ya que ella no ha hecho nada malo, que se guarde sus sermones misericordiosos, ve al grano, hermano- Se apoyó en su cetro.
- Padre, está dispuesto, a darte el alma de tu hermano Amenadiel, a cambio del cuerpo de Miguel, para poner un alma digna en él, sabes que el cielo no puede quedarse sin guardián, hermano.
Lucifer, dio unos golpecitos con el cetro en el suelo.
- La primera vez, en mi existencia, y en los milenios, siglos, de creación, que padre es justo en parte. Dime una cosa, hermano Azrael, ¿Cómo Miguel atacó en el mundo de los vivos a través de un portal del Infierno? ¿Por qué no a través del vuestro?
Azrael, con su oscura inmensa estatura, se acercó a Lucifer. Era impresionante, para un ser de luz era atroz, terrorífico, pero para un ser de oscuridad, era hermoso.
- Por qué no hubiera podido, las órdenes de padre son claras, nadie debe acceder al mundo de los vivos en exterminio, sólo los que él decide, vienen aquí. Alguien de dentro le ayudó. Tienes un traidor, que quiere ver a la Centinela muerta. Pero ella, cumplió su juramento, y yo debo llevarme el cuerpo del Guardián del Cielo, para que su nuevo ser nazca, y cumpla su cometido con el mismo énfasis con el que tu Centinela ha desempeñado el suyo.
- Un traidor…- susurró Alastor- Su sonrisa se torció, y apretó sus puños.
Lucifer sopesaba, la decisión, mientras Lilith se acercó a Azrael.
- Lilith, señora del infierno, por muchos siglos y milenios que pasen, tu belleza se mantiene pura, es un honor volverte a ver- Se inclinó brevemente.
- Azrael, ángel de la Muerte, me agrada tenerte aquí, aunque sea por motivos tan aciagos.
- Sin duda, mi señora Lilith. Espero que mi hermano pueda llegar a un acuerdo con nosotros.
- Igual pienso, querido Azrael. Siempre eres bienvenido aquí.
- Gracias, alteza, gracias a mi hermano, puedo descender a lo más profundo de su reino, a rescatar almas, y últimamente bajo más de la cuenta- Miró a Charlie- Gracias a su hija, enviamos muchas almas de vuelta al reino de mi padre.
- Me alegra saber eso- Respondió Charlie con una sonrisa.
El golpe del cetro, en el suelo, nos asustó a todos, y miramos al rey al unísono.
- Bien, querido hermano, el rey, acepta el trato. Ahora, llévate el cadáver de ese imbécil, antes de que apeste mi palacio. Pero quiero ver el alma de mi hermano, AHORA.
-Lo prometido es deuda, hermano- Un frasco, con un contenido brillante, apareció en la mano, de Azrael, que lo entregó al rey.
-Bien, hermano, gracias por tu visita, Azrael, llévate a ese idiota de mi vista, por favor.
- Hasta más ver, hermano- Azrael tomó el cuerpo de Miguel, y desapareció, abriendo sus enormes alas negras.
Lucifer se retiró, con el alma de su hermano en el frasco de cristal.
- ¿Qué vas a hacer con ella, querido?
- Pues, La liberaré bajo conjuro, para que se encuentre, en otro cuerpo, digno de ella, pero primero, hagamos que nuestro centinela, se recupere pronto, lo antes posible. ¡ALASTOR, SEVIATHAN!
Nos pusimos de pie, firmes, tanto la orden.
- Buscadme a ese traidor, lo quiero vivo… Lilith, mi pastel de manzana, ¿Podrías acompañar a Charlie? No quiero que mi manzanita esté sola esta noche.
- Claro, mi pastel de manzana- Lucifer besó la mano de su esposa, la amaba tanto como a su vida.
- ¿Qué pasará con Evelyn? - Tenía que saberlo, me preocupaba.
- Tranquilo, Seviathán, yo cuidare de mi Centinela, me aseguraré de que se cure.
El rey se retiró, a la cámara donde descansaba Evelyn.
- Alastor, ¿Tienes sospechas de alguien?
- Sí que las tengo, sí, pero para eso, necesitaremos ayuda.
Chasqueó los dedos, e innumerables sombras, llenaron la estancia.
- Bueno, chicos. Buscadlo.
Todo se llenó de símbolos vudú, sus astas crecieron, y todo era estática de radio y ruido blanco.
Las sombras se fueron, y me quedé con él, de nuevo a solas.
- Bueno, querido Barón, vayamos a por ese cretino. Venga al hotel conmigo, es lugar seguro.
Nos transportamos al hotel, donde Vaggie me preguntó, preocupada, y le dijimos lo que había pasado, no pudo evitar llorar, pero Angel Dust la consoló.
- ¡Mi rellenita! ¡Santa mierda! ¡Espero que se cure! - Angel lloraba en silencio. Husk me miraba en silencio, y se giró a la barra.
- Mierda. La puta que me parió-
Había huéspedes preocupados, pues ya estaban casi en redención.
- ¿Qué pasó? ¿A la centinela? No jodas…
La sala se llenó de murmullos, y sollozos. Era increíble, como un ser, tan menudo, y llegado hace poco al infierno, había despertado tanto apreció en todos. Husk llegó con un trago para mí.
- ¿Husk? - Lo miré con asombro.
- No me malinterpretes, pero no quiero que le pase nada a Evelyn, es la única con sentido común en esta mierda. Espero que encontréis a ese cabrón.
- Claro que lo haremos, querido Husk. Estamos en ello, pero ahora, debemos calmarnos, así actuaremos con más decisión. Relájese, Barón, no podrá hacer nada nervioso. Recuerde las palabras del rey. Lo quiere Vivo.
Alastor tenía razón. Si yo metía la pata, me lo cargaría, y no era ese el plan. Me senté en la barra, y me tomé el trago que me dio Husk, respirando hondo.
Estuve un rato allí, sentado, en silencio, con la mente en blanco. ¿Saldría Evy de esta?
Me quedé callado, hasta que una de las sombras llegó con noticias.
- Bien, querido Barón, está todo listo, vamos.
Me transportó a uno de los barrios, donde esperamos a las afueras de una casa.
- ¿Qué hacemos aquí, Alastor?
-Espere…
Empezó a decir unas palabras en vudú, en voz baja, y lo sacó, amarrado, por unos de sus tentáculos.
- ¿A quién tenemos aquí? – Las astas de Alastor volvieron a crecer, sus ojos se tornaron negros como el carbón, y sus dientes afilados, clavó sus garras, en el cuello de Vox.
- ¡¡VOX! ¡¡FUISTE TÚ, CABRÓN!!- De un sonoro puñetazo, lo tumbé al suelo.
Iba a matarlo, pero Alastor me frenó.
- Calma, Barón, vamos a hacer que pague, pero con todas las de la ley.
- ¡Tú trajiste a Miguel! ¡Evy está herida por tu culpa, cabrón! - Lo miré con odio.
- ¡Me alegro! ¡Ella me quitó lo que más quería, por mí, como si muere!
No pude más, y le di un golpe tan fuerte, que cayó k.o.
- Barón, ya se desahogó, ahora pare, y llevémoselo al rey, Este bastardo, pedirá porque lo matemos, vaya si lo pedirá- Sonrió abiertamente.
- Sí, vámonos- Dije harto.
En palacio, soltamos a Vox, atado por un conjuro, a los pies del rey.
- Y Judas vendió a su maestro, por treinta monedas de plata, ¿Por cuánto vendiste tú a tú rey? - Lucifer puso su pie sobre el pecho de Vox.
- ¡No quiero nada! ¡Sólo verla sufrir, como yo he sufrido! - Gritó lleno de rabia.
- Eres peor, que Judas Iscariote, peor que Cayo, peor que Bruto, peor que Caín, pues tú has intentado traicionar al rey del infierno, y al rey del cielo, por lo tanto, eres el peor traidor que pudo haber.
Lucifer se acercó a la cara de Vox. ¿Sabes lo que te espera en el último círculo? Te espera una eternidad, rogando por tu muerte, pero esta no llegará jamás, pero antes- Lucifer tocó, levemente la pantalla de Vox, y éste volvió a su forma humana.
- Debería despedazarte yo mismo, pedazo de mierda- Era sorprendente verlo tan enojado, y diciendo palabrotas.
Sacó una daga.
- Cuando a Jesús lo crucificaron, lo apuñaló un soldado, para ver si seguía vivo, ¿Sabes?
Apuñaló con saña en el costado a Vox, que se retorció de dolor.
- Eso por mi hija.
Lanzó la Daga a Alastor.
- Alastor, hazme el favor, corta unos pedazos para noche, y sírvete tú mismo, no lo mates, ¿ok?
- Con sumo gusto, alteza- Alastor sonrió lamiendo la sangre de vox, de la daga.
- ¡NO, ¡NO, NO! ¡ESPERA, ESPERA! ¿¿QUÉ VAS A HACER?? ¡DETENTE, MALDITA SEA!! – Vox se retorcía, se resistía, pero era inútil, Alastor era un sádico del infierno en toda regla.
- Querido Barón, sé que quieres, despedazarlo, pero no te ensucies las manos, deja que Alastor se encargue, ahora, vuelve a casa, descansa con tu familia, y mañana, al rayar el alba, vuelve. Evelyn se despertará, más fuerte que nunca.
- ¿Cómo estáis tan seguro, alteza?
- Porque soy el rey. Ella es mi sangre. Buen trabajo, Barón.
- A sus órdenes, majestad- Me incliné ante él. Volví a casa, y me dejé caer sobre el enorme sofá. Mi padre corrió al escucharme.
- ¡Harold! ¡Por Satanás! ¡Estás bien! - Me abrazó, aliviado, mi madre entró corriendo.
- ¡Harold, mi niño! - Me besó en la cara, asustada, llorando.
- Tranquila mamá, estoy bien…
- ¿Y Evy? ¿¿Cómo está?? ¡Oí que os atacaron!
- Si, así fue, pero estoy bien, Charlie igual, pero ella…la hirieron… ¡No pude protegerla mamá! - No pude más, y me derrumbé, llorando, ante mi madre, que me abrazó, con cariño, y me consoló.
- Tranquilo, Harold, cielo, dime cómo ha pasado.
Le conté todo a mi madre, lo del hechizo que nos bloqueó, lo de Charlie, y lo de Miguel.
Mi padre se sentó en su sillón, y Helsa, que llegó, me miraba en silencio.
- Miguel… ¿Dices que lo mató con sus propias manos?
- Si, padre, le rompió el cuello.
- Extraordinario. No hay ser que le hiciera Sombra a Miguel en el mundo de los vivos ni en el cielo, era la derecha de Dios.
- ¿Pero de qué me vale si ella no vuelve, padre? - Dije sollozando.
- ¡Harold eres imbécil! - Chillo Helsa desde su sitio- ¿Cómo piensas eso de Evelyn? ¡Eres idiota! ¡La conoces bien, ella es fuerte, y a la mínima, te hundes con el miedo, eres tonto, Harold Von Eldritch!
- Helsa…- susurré asombrado.
- ¡Se ha cargado a ese imbécil ella solita, así que ella solita se repondrá, pero para ya, no me gusta verte así!
- Tienes razón, hermanita…sólo que temo no volver a verla…la herida era tan fea…y me pedía que no la dejara sola…
- ¿¿Y qué haces aquí entonces, payaso?? ¡¡Ve con ella!!- Se irritó aún más.
- El rey no me lo permite.
- ¡A la mierda el rey, a la mierda las normas, a la mierda todo! ¡Ve y quédate con tu mujer, quédate con ella, tonto! ¿Qué estás esperando?
Reí suavemente, me levanté, me puse el sombrero, la chaqueta, y me despedí de mis padres.
- Voy a traer a Evelyn sana y salva. Gracias Helsa.
- Dile a esa idiota de Evelyn que como se deje intentar matar lo haré yo misma la próxima vez.
- Se lo diré.
Aparecí en palacio.
Me dirigí a la habitación, donde dos guardias, me impidieron el paso.
- Voy a entrar a ver a mi mujer. Quitaros del medio, ya.
- Por orden del rey, nadie debe pasar.
- Vosotros mismos.
Con un golpe tumbé a uno, y al otro, lo dejé inmovilizado con los tentáculos, vinieron más, y no me paré, a mirar a cuantos derrumbé, dieron la alarma, ante la imposibilidad de no poder conmigo, esquivé una lanza, y ensarté a uno, a otro, lo estrellé con la pared, de tal forma que sus sesos se quedaron pegados, a otro, le rompí el cuello, y tomé otra de las lanzas, para tenerlos a raya, no quería un baño de sangre más grande aún en palacio.
- ¡Pero bueno, Harold! ¿Qué coño haces montando este jaleo en mi palacio? - El rey estaba tenso, la noche fue muy larga para todos.
- ¡Mi esposa me pidió que no la dejara sola, y eso haré, aunque tenga que matarme con todos! - Esgrimí mi lanza contra los guardas.
- Retiraos, todos. ¡YA!
Los guardias se fueron corriendo. Me quedé a solas con Lucifer.
- Bueno, Barón. Es obvio, que amas tanto a mi hija, como yo a mi manzana. De eso no hay duda. Entiendo que quieras estar con ella, pero…
- ¿Pero ¿qué? ¿Acaso no cayó su majestad junto con Lilith? ¿Y me pide dejar sola a Evelyn en la hora más oscura? – Estaba indignado.
Satanás sonrió con sarcasmo, se subió el sombrero, y me miró con soberbia.
- Cierto es, te daré el beneficio de quedarte con ella, pero tendrás que esperar un momento.
Lucifer entró, y salió a los pocos minutos, con la botella vacía.
- ¿Pero ¿qué ha hecho? - Mi mandíbula caía al suelo.
- Oh, ¿Esto? Tranquilo Harold, sólo he dado a mi hermano un cuerpo digno. Aunque no lo parezca, sé muy bien que en el interior de mi hija Evelyn se está gestando una vida, y el alma de mi hermano necesitaba un cuerpo. No te preocupes, no afectará a Evy, y su nuevo interior creciente, heredará el alma de Amenadiel, que no recordará nada de su vida anterior, pero sí su personalidad y sus poderes.
- ¿Enserio? Eso quiere decir…- Me quedé sin palabras, me quedé mudo.
- En efecto. Felicidades. Ve planeando la boda. Fíjate con Charlie, si no nos damos prisa su tripa se notaría.
Sonreí, sin palabras.
- Entendido. Gracias, majestad.
- Ve ahora con ella, y no la dejes sola.
El rey se fue, tarareando, y me metí a la cámara.
Allí estaba ella, en silencio, hermosa, con una expresión de paz, que nunca vi antes en su rostro.
Tomé su mano, con suavidad.
- Evelyn mía…despierta cuanto antes, cielo, te quiero más que a mi vida misma…- Besé su mano, delicadamente.
Me quedé dormido junto a ella, debido al estrés y al cansancio de la noche. Soñé con un hombre, bajito, pelo castaño, recogido, con barba con perilla, mejillas sonrosadas, ojos negros y amarillos con toque anaranjados, expresión amable, y ropajes parecidos al de Evy.
- Hola, joven Von Eldritch.
- ¿Quién eres? - Dije extrañado.
- Oh, soy tu suegro, jovencito.
- Oh, usted es…
- En efecto. Soy Amenadiel. Te quería pedir, que ahora que mi alma está en buenas manos, descanso en paz, y puedo estar feliz. Sólo cuida de mi pequeña Evelyn, y del cabrón de mi hermano, es demasiado orgulloso para aceptarlo.
- Por supuesto. No le faltará de nada, se lo juro.
- Así me gusta. Y Ahora, despierta, Harold, despierta, cocodrilo.
-Despierta, cocodrilo, eh, despierta- La voz de Evelyn me sacó del sueño.
- Hola, mi vida- La besé con ternura, y con lágrimas en los ojos.
- ¿Por qué lloras, tonto? - respondió con voz débil, al notar mis lágrimas, que retiró con suavidad de mi cara.
- Tienes razón, cariño, ahora verás, te tengo que decir dos cosas, la primera; que la boda hay que prepararla ya, aunque nos adelantemos unas semanas. Y la segunda, ve buscando nombres- Sonreí, con el pecho botando de los nervios, y de felicidad.
