Haz como los roma-NOs - Parte 3
20 de septiembre (China)
Taiwán se mordió los labios conteniendo su risa mientras veía por su celular el nuevo estado de Seychelles, estaba muy segura que los onigiris normalmente no tenían esa forma. Se aseguro de felicitarla por su intento de igual manera, invitandola a cocinar con ella y transmitirle un par de trucos la próxima vez que se encuentren.
- Ya casi es hora de comer, ¿qué deberíamos pedir? -Murmuró para sí levantándose y dirigiéndose a la habitación de Hong Kong, quien era la única otra persona en la casa a parte de ella. No se molestó en tocar, era infructuoso cuando el hongkonés siempre llevaba los auriculares y nunca respondía; probablemente recibiría un regaño por invadir su privacidad pero estaba acostumbrada.
Pero no había nadie en la habitación, quizás el hongkonés se escabullo en algún momento aprovechando la ausencia de China una vez más. La computadora estaba encendida y en medio de lo que parecía un video-llamada, así que dedujo que no se fue demasiado lejos.
- ¡Hola! -Saludo llamando la atención de la persona al otro lado, quien parecía estar distraído leyendo un libro un poco fuera de la visión de la cámara.
La taiwanesa sonrió, después de todo, disfrutaba mucho hablar con Islandia.
Quince minutos más tarde Hong Kong regresó a su habitación, cargando una bolsa del mercado llena de frituras y refrescos, se detuvo en la puerta cuando vio a la taiwanesa en su lugar riendo jocosamente.
- ¡Ya se! Deberías visitarnos, nos encantaría recibirte, especialmente Li. ¡Podrían ir a Mongkok o la Cumbre Victoria, ya sabes, los dos solos, como una cit-.. ! -Antes de que pudiera terminar la pantalla se oscureció y sólo entonces notó en el reflejo del monitor la sombra detrás de ella.- Uhm.. ¿hola?
Hong Kong levantó las compras que habían terminado en el suelo, las colocó en la cama y se giró para verla con una expresión bastante seria, apretando los labios como si estuviera conteniendo un montón de palabras.
- Xiao Mei. -Soltó con aspereza y Taiwán sabía que estaba en problemas.- Te lo prohíbo. -La joven abrió la boca para protestar pero Hong Kong la cubrió con su mano.- Se como eres, se cual es tu intención, pero no te perdonaré si por casualidad le dices una palabra a Emil sobre.. "eso".
Taiwán inflo las mejillas no apreciando el tono, ni que el hongkonés le haya dado la espalda y fuera a ordenar sus compras como si nada hubiera pasado.
- ¡Ni siquiera puedes decirlo! Es tan obvio, y yo.. yo solo quería ayudar, ¿no es mejor si él lo sabe de una vez?
Hong Kong no se molestó en voltear, pero replicó con un tono firme:
- Quiero ser yo quien lo diga.
La joven bufo incrédula y respondió:
- Pues, ¡te estás tardando! Verte actuar raro por el dejo de ser divertido hace mucho tiempo.
- No hago esto para tu diversión. -Respondió secamente, antes de soltar un suspiro y finalmente voltearse. Su expresión una vez más estaba plana y libre de cualquier rastro de molestia.- Estoy buscando el momento adecuado.
Taiwán no insistió por mucho que quería, sabía que no iba a poder convencer al terco hongkonés.
- No diré nada, ¿bien? -Cedió y procedió a señalar para expresar lo siguiente.- ¡Pero quiero estar al tanto de cualquier progreso! Y si necesitas ayuda, quiero que vengas a mi, ¿entendido? No quiero que arruines la oportunidad de tener a Emi en la familia por actuar como un tonto.
- ¿Cuándo actúe como uno?
- Créeme, no quieres saberlo. -Respondió decidiendo que es mejor ahorrarle la vergüenza de saber sobre su torpeza cada vez que Islandia estaba involucrado.
23 de septiembre (Canadá)
Canadá se despidió de Prusia e hizo su camino a pie hasta la oficina, no estaba muy cerca pero tampoco muy lejos, como nación podía recorrer tal distancia sin hacer el menor esfuerzo.
Era un hermoso día y su humor mejoró en cuanto su mejor amigo devolvió su llamada, con una disculpa a medias desde el otro lado de la línea que sonó bastante genuina a pesar de todo y declarando que podría entretener sus "divagaciones" por la siguiente hora si quería.
- Entonces, Arthur dijo que me enviara sus libros de cuidados del jardín y uno de botánica, ¿no es muy amable de su parte? Estaba pensando en devolverle el favor, Prusia dijo que era mucho problema pero luego insistió en que le envíe libros con recetas para principiantes que serían útiles pero no quisiera que se ofendiera por eso, es muy sensible en cuanto a su cocina. Y no quisiera.. -El canadiense suelta un suspiro suave, por un momento su mente se llenó de los mismos pensamientos que había intentado evitar desde esta mañana.
- "¿Hm? ¿Qué sucede?" -Cuestionó Romano desde el otro lado, sonando confundido.
- Eh, ¡n-nada! -Respondió y procedió a hablar en el mismo tono de antes.- ¿Crees que debería tejerle algo? Estoy un poco fuera de práctica, pero estoy seguro de que si me esfuerzo mucho puedo hacer algo decente que él podría usar. Ah, pero qué vergonzoso sería si viera que he descuidado mis habilidades de tejido luego de que él se tomara el tiempo para enseñarme y..
- "Oye." -Le interrumpió el italiano, en un tono serio.- "Si sabes que no tienes que desvivirte solo para devolver cada maldita cosa buena que él o alguien más haga por ti, ¿cierto?"
- P-Por supuesto que se eso. -Replicó rápidamente, haciendo una mueca por lo poco convincente que sonó hasta para sus oídos.
- "¿De verdad?" -Cuestiono transmitiendo su incredulidad en cada sílaba.- "Porque te oyes realmente, realmente estresado por esto. Así que volveré a preguntarte una vez más y espero que me respondas con la verdad, ¿qué es lo que sucede contigo?"
Canadá se detuvo un momento, a su alrededor su gente pasaba rumbo a sus propios destinos sin prestarle atención pero de igual modo se sintió cohibido, no quería molestar ni llamar la atención de nadie por lo que se limitó a bajar aún más la voz.
- Estaba pensando.. -Y el canadiense podría oír como Romano se contuvo de interrumpir.- Que al final de todo, ¿no era yo el problema? Quiero decir, ¿no es extraño que en todos estos años no pudiera relacionarme con mi familia y las demás naciones a menos que alguien intervenga por mi primero? Lo hacen parecer tan fácil,.. ¿no significa eso que soy yo quien no ha hecho un mejor esfuerzo?
- "¿A qué carajo te refieres con eso? ¿un mejor esfuerzo?" -Preguntó el italiano y sonaba irritado, lo que solo causó que el canadiense se pusiera más nervioso tratando de explicarse.
- ¡Q-Quiero decir tal vez si hubiera sido un poco más carismático como Gil podría haber sido yo quien convenza a los demás de tener nuestros partidos de hockey, talvez si fuera más directo como tu podría hacerle entender mejor mis sentimientos a mi familia y si fuera más extrovertido como Alfred.. !
- "¡¿Qué tontería estás diciendo, estúpido?!" -Gruño Romano del otro lado y Canadá pasó una mano por su frente sudorosa, sintiéndose agotado y exhausto por alguna razón. Había hecho enojar a su amigo, nuevamente lo había molestado con sus problemas, se dijo el canadiense a sí mismo, debería aprender a manejarlos el mismo en vez de ser tan egoísta.- "¡Tu eres-.. ugh! ¿Estás.. ? ¿estás todavía de camino a la oficina?"
El canadiense parpadeo, deteniéndose así mismo de cruzar la calle, por alguna razón sus piernas temblaban así como sus manos y podía sentir que había un ardor pellizcando en sus ojos.
- ¿S-Si?.. -Respondió confundido.
- "Solo detente y busca un lugar para sentarte, puedo oír que estás a punto de llorar desde aquí." -Ordenó en un tono firme pero suave a la vez.
- No.. estoy llorando... -Objeto con un tono más agudo del que pretendía, pero de igual forma obedeció y se sentó en el banco de una parada de autobús vacía.
- "Aja, lo que digas, solo cálmate ¿si? Lo último que quieres es llegar a tu oficina en tal estado y hacer que los humanos otra vez se preocupen de que te hayan asaltado o algo así." -Dijo el italiano haciendo que el canadiense trajera a su mente el recuerdo de esa incómoda situación.
- Odio que me recuerdes eso, fue todo un malentendido.. -Murmuró permitiendo respirar durante los siguientes segundos en donde el italiano guardó silencio.
- "Mateo." -Comenzó a decir Romano, y el canadiense casi podía adivinar la expresión de su amigo, con su ceño levemente fruncido, mirándolo de frente con ojos ámbar que dejaban entrever una mezcla de sinfín de sentimientos que aún no era muy bueno descifrando por completo.- "Todos en tu familia son unos bastardos, las demás naciones que te pasan por alto también lo son, y estoy incluyendo a ese bastardo alemán y yo en la misma maldita bolsa." -Dijo probablemente refiriéndose al tiempo antes de que su amistad naciera.- "Admito que.. no tengo una maldita respuesta a porqué es así, es como si tuvieras una especie de maldición sobre ti que hace que los idiotas no puedan verte por quien eres a menos que los golpees lo suficiente, como sea, es una situación de mierda de principio a fin. Pero no tienes que culparte a ti mismo por eso, ¿entiendes? Tampoco tienes que ser Gilbert, Alfred o yo, las personas deberían tratarte bien por quien eres y punto, si quieres hacer un esfuerzo por ser más carismático, directo o extrovertido entonces hazlo por ti mismo no porque crees que eso es lo que los demás quieren de ti". -Hizo una pausa y murmuró de tal forma que Canadá casi no lo escucho.- "Maldita sea, soy terrible en esto."
Una pequeña sonrisa tiró de los labios del canadiense, pero rápidamente se arrugó a una línea apretada mientras debatía consigo mismo que responder.
- Yo solo...
- "¿Qué?"
- Solo no quiero que vuelvan a olvidarse de mi. -Admitió mansamente, frotando su ojo izquierdo en un intento de evitar que las lágrimas contenidas fluyeran.
- "Si lo hacen no te merecen, maldita sea." -Replicó con dureza, pero inmediatamente soltó una breve risa hueca y continuo.- "O eso diría si no supiera que eso te dolería más a ti que a ellos, así que.. encontraremos una manera, ¿bien? Estoy dispuesto a darles una jodida paliza, ¿no es eso una buena idea?" -Preguntó imitando el tono alegre con el que Canadá había iniciado su conversación.- "Cada vez que se olviden o hagan algo estúpido puedo romperles las malditas piernas, seguro que eso hará que jamás vuelvan a cometer ese error."
- "Por favor no le rompas las piernas a nadie, Lovino." -Regañó cariñosamente, como si le estuviera prohibiendo a un niño hacer una travesura.
- "No eres divertido." -Respondió el italiano, soltando un bufido descontento.- "Como sea, cuenta conmigo y.. ugh, supongo que cuenta con tu novio bastardo también, hemos hecho un buen trabajo dándole un poco de sentido a esos bastardos hasta ahora. Así que solo.. sé tú mismo y esas cosas, no has sido más que amable con todo el mundo así que deja que el resto del mundo sea amable contigo por una vez." -Dijo sonando como si sus propias palabras le provocaron vergüenza pero de alguna manera no pudiera evitar pronunciarlas.- "Oye, ¿estás llorando, estúpido?"
- T-Tu también eres muy amable, ¿lo sabes? -Fue la respuesta del canadiense quien de hecho se permitió llorar un poco, más de alivio que otra cosa, después de todo, se sentía muy afortunado de tener a alguien como Romano como su mejor amigo.
- "No es lo que pregunte, tampoco me importa tu opinión." -Dijo Romano indiferente, sin querer aceptar sus palabras.- "¿Por qué mejor no te das un respiro del trabajo y vuelves a casa? Definitivamente creerán que te pasó algo malo de camino a la oficina y volverán a contratar un chofer y guardaespaldas como la última vez."
- Uh, si, no quiero eso. -Acepto Canadá frotándose los ojos con la manga, tratando de eliminar cualquier rastro de humedad a pesar de que sabía que no podía hacer mucho.- Pero Gil...
- "No será la primera ni última vez que vea tu fea cara llorosa, él prácticamente se inscribió para eso cuando te rogó que salieras con él."
- El no rogo.
- "Si, claro, finjamos que yo no estaba allí para verlo."
Canadá regresó a casa, acompañado de la voz del italiano relatando algún que otro suceso de su día como distracción.
A pesar de la tormenta en su interior, el día seguía siendo igual de hermoso.
26 de septiembre (Italia)
Italia soltó un largo suspiro. El teléfono de la cocina había vuelto a sonar como ayer, el día anterior a ese y el anterior, y el anterior.. como un reloj, la persona del otro lado de la línea no parecía tener intenciones de rendirse pronto y si no hubiera recibido la fuerte advertencia de su gemelo mayor de "no atender por ningún motivo", él hubiera levantado el teléfono. Pero su gemelo estaba en ánimos bastante pobres por mucho que intento fingir que no, podía notar que con cada día la presión sobre sus hombros se hacía más grande y el italiano más joven no sabía qué hacer para resolver la situación.
Aparentemente seguir las indicaciones de su hermano al pie de la letra, para evitar que se molestara más no parecía ser la solución más realista.
- Hermanoooo... -Se quejo suavemente, llamando la atención de su gemelo que estaba con su mirada puesta en la televisión. Su gemelo no se volteó a verlo, pero por el mínimo movimiento de una ceja sabía que estaba escuchándolo.- Él no ha dejado de llamar todos los días, ¿no deberías contestar al menos una vez? ¿Solo para ver que quiere, ve..?
El ceño fruncido de Romano se pronunció, pero mantuvo un tono desinteresado.
- Sé exactamente lo que quiere y no estoy de humor para escucharlo.
- ¿Alguna vez estarás de humor? -Replicó el italiano más joven con leve exasperación.- Sabes que si no lo hablan nunca lo resolverán, ¿verdad? -Dijo sabiamente, esperando convencerlo aunque en realidad Italia del Norte aún no tenía certeza de que es lo que había sucedido exactamente entre su gemelo y España.
Su relación era un poco extraña, pero Italia era testigo de los años de mutuo esfuerzo que finalmente los llevó a estar juntos y hacía que al final del día todo encajara y funcionara. La pareja era muy distinta en casi todos los aspectos excepto tal vez la apreciación de la música y la comida, eran polos opuestos que no habían podido evitar enamorarse y amarse por sus diferencias, en vez de a pesar de ellas.
España era alguien muy expresivo con su amor, Romano en cambio devolvía dicho amor a su manera; confiaban entre sí lo suficiente como para confiar su corazón al otro, entonces..
¿Qué había sucedido? Las discusiones no eran algo raro, pero nunca había durado tanto tiempo.
- ¿Quién dijo que quiero resolverlo?
- Tal vez no es algo que quieras, pero si que necesitas. Somos naciones, guardar rencores entre nosotros no nos llevará a nada bueno a la larga. -Respondió el más joven proyectando un poco de su "Alemania interior".
- No me importa. -Contestó mirándolo con cierto disgusto.- No quiero hablar con él, maldita sea, tampoco quiero hablar contigo sobre esto. -El italiano mayor agitó una mano al aire como despidiéndose y preguntó de forma insidiosa.- ¿No puedes solo ignorarlo como haces con todo lo demás y dejarlo ser, estupido?
Italia apretó los labios, sintiéndose dolorido pero resueltamente lo ignoro y dijo:
- Estoy intentando ayudarte.
- No pedí tu jodida ayuda. -Respondió Romano y la irritación se noto en su voz.
- Somos hermanos, lo tienes de todos modos. -Afirmó tercamente.
- Tch. -Artículo de forma desdeñosa, sin molestarse en decir nada más.
Tener la proclamación de su relación tan fácilmente ignorada, encendió la inusual chispa de ira dentro del gemelo más joven.
- ¡Tch! -Repitió Italia con claro disgusto.- ¿Por que no me escuchas por una vez? Esta situación se ha extendido más de lo necesario. Si no hablaras con él, habla con Bella, ella quiere..
- ¡¿Qué hay de lo que yo quiero?! -Interrumpe en un gruñido furioso.
- ¡Lo único que quieres es esconder esto en el closet, tirar la llave y dejar que se pudra para sufrir por ello en silencio! ¡Así que perdóname si no pienso que lo que quieres es lo correcto, ve!
- ¡Urgh, eres desesperante! -Declaro empujando a su hermano quien durante la discusión se había acercado hasta coincidir nariz con nariz.
- ¡Oye!
Romano se levantó, no permitiendo que el brazo extendido de su gemelo lo alcance y detuviera su partida.
- ¡Te lo diré una última jodida vez, nada de esto es tu maldito asunto, deja de preocuparte y de meter tu nariz entrometida en esto o me aseguraré de que te arrepientas!
- ¡Lovino! -Exclamó intentando seguirlo, pero su gemelo lo esquivó hábilmente y salió por la puerta principal.- ¡No puedes solo.. ! -La puerta se cerró en su cara, con llave y todo.- ¡Uhh! ¡¿Por qué lo haces todo tan difícil?! -Cuestiono buscando sus llaves en vano.- ¡Solo intento ayudar! -Grito por la puerta pero nadie respondió del otro lado, probablemente Romano ya se había marchado a quien sabe donde.- Eres un idiota. -Dijo dándole un desquitado golpe a la puerta antes de dirigirse a su habitación, no logró contener las lágrimas por mucho tiempo después de eso.
Definitivamente este capitulo iba a arruinar el ambiente del anterior.
Se agregó en conjunto otro one-shot protagonizado por Islandia y Hong Kong. Pueden buscarlo en mi perfil si quieren.
