Capítulo 31: La primera caída, parte I
Razvan los guió por los fríos y poco amigables pasillos del castillo. Subió unas amplias escaleras y al girar a la derecha caminó por un estrecho corredor iluminado por la tenue luz que todavía irradiaba el sol.
El escenario cambio repentinamente cuando, frente a los ojos de los magos y brujas, un amplio y hermoso patio se presentó ante sus ojos. Unos hermosos arcos de piedra tudor, recorrían lo que quedaba del pasillo y daban la entrada a un cálido y bello patio de flores, pues la belleza de aquel lugar contrastaba con el resto de la estructura medieval.
—Este lugar es hermoso —susurró Ginny sorprendida.
Cuatro bordes de pasto con forma de cuadrado delimitaban los diferentes lugares donde la cuantiosa cantidad de flores descansaba, mientras que en la esquina de al fondo izquierda se encontraba una fuente circular.
Tanto las flores como los bordes de pasto estaban perfectamente cuidado y el resto del piso de piedra estaba pulido, otorgándole aun más encanto al lugar. Sin embargo, lo más llamativo sin duda eran las flores en si. Con una altura de no más de 150 centímetros y tallos delgados, los pétalos de la flores tenían forma lanceolada de un color naranja cubiertas de manchas negras o carmesí, lo que les otorgaba la apariencia de la piel de un felino.
—Este es el patio personal del rey… De hecho aquí fue donde Valerie y Vladimir se conocieron —explicó Razvan observando las flores con la mirada perdida como si estuviera recordando algo—. Nadie los molestará mientras estén aquí, pues su acceso esta limitado a solo unos pocos.
Hermione se acercó a estudiar las flores.
—¿Qué planta es? —preguntó curiosa—. Por la forma que tiene creo suponer que es de la familia liliaceae.
—Es un lirio de tigre, ptichka —le respondió Dolohov—. Es una flor nativa de China, Japón, Corea y el extremo oriente ruso.
Todos giraron sus rostros hacia el mortifago, sorprendidos.
—¿Qué? ¿Acaso un mago no puede saber sobre plantas? —se quejó el ex mortifago al sentirse observado.
—Es algo que no hubiera esperado de ti —señaló con sinceridad Abraxas.
Hermione, en cambio, le regaló una tímida sonrisa y el pecho de Dolohov se apretó, gustoso. Le guiñó un ojo y se alejó de ella dejándola sola.
Repentinamente, Ginny se acercó a su amiga, la tomó del brazo y la apartó del grupo.
—Sabes… Nunca pensé que lo diría, pero ese hombre está para comérselo, literalmente —susurró la pelirroja e inclinó levemente la cabeza hacia Dolohov.
—¡Ginerva! —murmuró Hermione, espantada.
La bruja puso los ojos en blanco y continuó guiando a su amiga por el patio, lejos de los oídos de los demás.
—Oh, vamos… No me lo puedes negar. Aparte he notado como lo miras, así que no me mientas.
El rostro de Hermione se tornó casi tan rojo como el pelo de su amiga.
—Si, pero… Él es, no puedo… Tu sabes —titubeó.
—¿Fue un mortifago? —Ginny alzó una ceja—. En estos momentos ¿a quién le importa? Mira a Valerie ¿de verdad crees que podría juzgarte teniéndola a ella como ejemplo? Y sabes que no lo digo en mala, después de todo Vladimir es… —agitó la cabeza y jadeó—. Ese hombre es la expresión de masculinidad en persona, ¡pero no cambiemos de tema! ¿Cuál es el problema con que haya sido un mortifago? Puede que incluso sea algo bueno, tal vez tenga un lado oscuro sumamente entretenido ¿no lo haz pensado? —y le sonrió con picardía.
—Merlín, eres una mujer casada.
—Casada, pero no ciega —señaló Ginny y le sonrió—. Y se bien que si o si haz pensado lo que sería pasar, aunque sea, una noche con Dolohov —Hermione desvió la vista avergonzada y la pelirroja tuvo que contener la risilla que quiso salir de sus labios—. Está claro que a ese hombre le interesas y con ganas. Solo quiero darte un consejo… Yo no dejaría pasar semejante oportunidad.
—Pero yo… —Hermione no sabía como quitarse de encima a su amiga y dejar aquella conversación tan fuera de lugar.
—Ah, ya sé, estas indecisa —le cortó la bruja.
—¿Indecisa?
—Te gusta Draco ¿verdad?
—¡Ginny!
—Merlín, que golosa eres Granger. Los hombres no son como los libros, no puedes acapararlos todos —se mofó.
Hermione negó con la cabeza y sus mejillas volvieron a tornarse rojas.
—Tampoco te voy a negar que Draco tiene lo suyo, pero… ¿Qué quieres que te diga? Creo que me inclino más por Dolohov, tiene ese lado oscura que igual llama ¿o no, ptichka? —se burló y sin más soltó a su amiga y caminó de regreso hacia donde estaba Harry.
Ofuscada y avergonzada, Hermione le siguió el paso, pero de manera más lenta. Rogó al cielo para que su amiga se quedara con la boca cerrada.
Inesperadamente el ambiente del lugar cambió y las conversaciones murieron abruptamente. Una presión aguda se apoderó de sus pechos y rodillas, seguido de un escalofrío que recorrió sus espaldas haciendo temblar sus manos y piernas.
El castillo tembló, como si tuviera vida propia, y fuertes ráfagas de viento mecieron el patio de flores mientras una sensación de furor y poder pareció emerger de las paredes de piedra.
—¿Qué está ocurriendo? —preguntó asombrado Dumbledore.
—¿Qué es esto? —Greyback agitó las manos en el aire, como si intentara agarrar algo invisible que flotaba en él—. Puedo olerlo, hay algo diferente en el ambiente, pero… No logro entender qué es.
—Es…Es magia y poder —replicó Riddle anonadado e inhaló profundamente—. Es asombroso, jamás había sentido algo así… Es como si proviniera de la tierra misma.
Una tonalidad roja comenzó a cubrir el cielo y una nueva oleada los azotó, haciendo que varios ahogaron exclamaciones de sorpresa.
Un gemido ahogado de dolor y éxtasis alertó a los magos y brujas, ante lo cual repararon en Razvan que se apretó el pecho con fuerza y apoyó una rodilla en el suelo con la respiración agitada.
—¿Estás bien? —le preguntó Ron, acercándose.
El vampiro, que tenía el rostro escondido entre su brazo, levantó el rostro y le dedicó una sonrisa tan siniestra que el joven mago pegó un salto hacia atrás.
—El rey y la reina… —gruñió, respiró un par de veces y volvió a hablar—. El rey y la reina han vuelto a ser uno.
Nuevamente una oleada de poder arremetió contra ellos y Razvan apoyó las manos contra el suelo mientras una carcajada maniaca escapó de sus labios. Su sangre bailó en su interior y sintió como su lazo con la reina volvía a la vida, pero sobre todo percibió como su poder regresó. Era el llamado, aquel tenebroso, pero adictivo llamado que por tanto tiempo no había sentido y ahora remeció sus entrañas con fuerzas. Su cuerpo vibró de placer, pues él era un hijo de la noche y aceptó el llamado de sus creadores con gusto.
No obstante, un grito desgarrador de dolor rompió el silencio e hizo temblar hasta los huesos de todos los presentes.
Razvan se sujetó la cabeza con rapidez y gimió de dolor, desesperado.
—¡Razvan! —gritó Harry—. ¡Razvan!
—La reina… Le reina.. —habló el vampiro con la mirada perdida y se puso de pie automáticamente—. Algo… Algo ocurrió. Mi señora me necesita. Su dolor, puedo sentirlo, puedo sentirlo —su cuerpo se desplomó contra el piso y se retorció mientras un gruñido de dolor brotó de su garganta.
Estudió a los recién llegados con atención y apretó el agarre de su varita, irritada.
—Y yo que pensé que estaríamos solos —replicó Walburga sarcásticamente volviendo a posar sus ojos sobre Azriel.
El vampiro ojeó a la mujer y hombre lobo con asco y agitó sus dedos, ansioso, para luego entrelazar sus manos.
—También me hubiera gustado… Pero mi visita está por acabarse —se le acercó y, para sorpresa de la bruja, acarició su mejilla con suavidad.
Si bien el dedo del vampiro estaba frío como el hielo, Walburga quedó perpleja por la suavidad de su tacto y tragó en seco, incomoda.
—Sin embargo— añadió Azriel—, nuestro tiempo juntos puede ser más largo si lo quisieras.
Ella arrugó la nariz y dio un paso hacia atrás.
—Tal como te dije antes ¿qué te hace pensar que estaría dispuesta a traicionar a mi familia y amigos?
—Nunca dije nada sobre traicionarlos. Hay solo uno que debe ser destruido y tu sabes quién es.
—No sé cuales son las razones por las que quieres matar a Vladimir—. Azriel abrió la boca, pero ella continuó—. Tampoco me interesa. Solo se que, si Valerie no está de tu lado es por algo y no tengo intención de ir en su contra.
El vampiro se relamió los labios, fascinado.
—Tanta fidelidad… ¿Estás segura de tu decisión?
Walburga apretó los dientes y sintió con firmeza. Ante su respuesta, Azriel dejó caer los hombros y suspiró largamente.
—Que no se diga que no lo intenté.
Se alejó de ella y le dio la espalda.
—¿Te retiras? —le increpó la bruja con ironía.
El vampiro se detuvo y volteó el rostro.
—Nunca vine a este lugar con la intención de matarte, realmente creí que sería capaz de convencerte, pero ante tu lealtad se que no podré lograrlo—. Se pasó una mano una paso por la mejilla encogiéndose de hombros—. Uno debe saber que batallas pelear, para así ganar la guerra. Lo cual es una lastima, tanto potencial… Lamentablemente no debería dejar que mi enemigo sepa lo que descubriste, pero matarte… —curvó los labios, decepcionado.
Repentinamente, Basilea dio un par de pasos hacia la bruja y Azriel la observó en silencio por unos segundos. Luego chasqueó la lengua y entrecerró los ojos con fuerza.
—Yo no lo haría eso si fuera tu.
La mujer lobo simplemente le gruñió en respuesta.
—Puede que sientas que es una victoria, pero te aseguro que será algo pasajero.
—¿Vas a impedírmelo? —le preguntó Basilea mientras Donovan apareció a su lado silenciosamente.
Él puso los ojos en blanco y negó con la cabeza a lo que Basilea y Donovan sonrieron con malicia.
—¿Dos contra uno? —Azriel sacudió los hombros y se dirigió a la salida refunfuñando —Patéticos.
Walburga posó su muñeca contra sus labios y murmuró varias palabras rápidas. Lo último que escuchó Azriel antes de que Basilea y Donovan se lanzaran contra ella fue: "Recuerden que los amo".
El gemido de dolor y sorpresa alteró a Vladimir de que algo no andaba bien.
Valerie se alejó de su cuerpo y, aun con sus labios bañados en sangre, se sujetó la muñeca y gritó desesperada.
—¡Pequeña! —todo rastro de placer se evaporó de su cuerpo apenas notó sus facciones crispadas por el terror y como su pecho subió bajó con rapidez.
Valerie se levantó de la cama violentamente y angustiada golpeó la pared, una perforación del tamaño de su puño quedó marcada en la piedra.
—¡Qué ocurre! ¿Te hice daño? —Vladimir se le acercó, la dio vuelta para tenerla de frente y le sujetó el rostro, inquieto.
—Pequeña ¿qué…?
—Walburga —balbuceó ella con su mirada fija en el suelo y se volvió a sujetar la muñeca donde descansaba su lazo de Andrómeda—. Algo malo le ocurrió a Walburga.
¡Buen domingo mis querid s!
¿Qué les pareció el capítulo? ¡Espero ansiosa sus comentarios y teorías que tengan en mente!
Tal como prometí, un saludo muy especial para talitaprincip ! Ojalá te haya gustado el capítulo jiji
Ahora, consulta que espero tome vuelo ¿cuant s son #TeamVlad o #TeamTom? Me faltó algun team? ¡Veamos quién tiene más apoyo! Jajajaja
Como siempre, espero tengan una hermosa semana y nos veremossss el próximo capítulo con muchas sorpresassss.
Los quiere,
Florence!
