Capítulo 33
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Parte II
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Luego de que anunciaran su llegada, la puerta emitió el sonido habitual, pero Karin no pudo evitar sobresaltarse y a Shikamaru le fue imposible ocultar la sonrisa al notar la manera en que ella lo evadía, avergonzada. Posó con cuidado la mano en la espalda de la muchacha, frustrándole, sin querer, el intento de retrasar ligeramente el encuentro al caminar un poco más despacio de lo normal.
Yoshino los esperaba al otro lado del pequeño jardín frontal, con la puerta abierta de par en par a pesar del frío que hacía aquel día, una sonrisa gentil en su rostro.
—Hola, ma —saludo Shikamaru.
—Los esperaba un poco más tarde —declaró, siguiéndolos con la mirada, sin soltar la puerta y cerrándola una vez estuvieron adentro.
—¿Llegamos antes? —murmuró, mirando su reloj, pero olvidándose pronto de ello. —Ella es Karin.
—Nara Yoshino —pronunció, haciendo una pequeña reverencia.
Karin imitó el gesto, asintiendo como si su cabeza de pronto estuviese suelta sobre su cuello. —Mucho gusto.
Una vez la puerta estuvo cerrada y se alejaron del genkan, sintieron la plácida calidez que reinaba ahí adentro y el olor de la comida que Yoshino había estado preparando les había golpeado la nariz casi de inmediato. Karin los había seguido hacia la sala casi en completo silencio, donde se sentaron cómodamente, pero la mirada oscura de Yoshino se había posado en ella y pronto se vio bombardeada por preguntas que giraban en torno a su dieta vegetariana.
—Espero te guste la comida, Shikamaru no me dijo que eras vegetariana hasta hace poco y tuve que ingeniármelas —murmuró, mirando al muchacho con reproche.
Shikamaru se rascó la nuca y miró a Karin unos momentos, sonriendo ligeramente.
—Puedo comer arroz —murmuró, apretado las manos sobre sus muslos.
—¿Cómo crees?
Extendió la sonrisa nerviosa que había en sus labios y tomó la taza de té, que le había servido de consuelo y de salvavidas. Dio un diminuto sorbo, apenas humedeciéndose los labios con el líquido, permitiendo que aquel extraño interrogatorio continuara. Miró apenas a Shikamaru, rápido y sin transformar demasiado su gesto, se notaba una mezcla de nerviosismo y ligero alivio en la mirada del muchacho, que logró tranquilizarla, aunque solo un poco.
—¿Dónde se conocieron?
Parpadeó ante aquella pregunta y el pánico volvió a asentarse en su estómago.
—En una fiesta —respondió Shikamaru, salvándola —, es prima lejana de Naruto…
—Ah, ese niño conoce a todo el mundo —sonrió, palmeando sus muslos suavemente. —Bueno, imagino que tienen hambre, iré a terminar con la comida.
—¿Necesita ayuda? —apresuró, impulsándose para ponerse en pie.
Yoshino negó una sola vez y con un gesto de la mano interrumpió el movimiento brusco de la pelirroja. —Ya casi está todo listo, ¿por qué no le muestras la casa, Shikamaru?
Se frotó el cuello y asintió. —¿También quieres que le enseñe la loza?
—Que gracioso —le regañó, poniéndose en pie y sonriéndole a Karin antes de girarse y caminar a la cocina.
El silencio los rodeó cuando Yoshino salió de ahí, pero Karin no se atrevió a abandonar su postura y agradeció que hubiese un pino de navidad en la esquina, bellamente decorado y con las luces encendidas, así tenía una razón para ensimismarse sin obviar demasiado el estado de ansiedad en el que se encontraba.
Shikamaru se estiró unos momentos y al dejar caer la mano, lentamente, sobre los hombros de Karin y sentir que ella lo sacudía con disimulo, no pudo evitar reír unos momentos. Había intentado rosarle la mano antes, mientras hablaban, y ella se había negado a dejarle tocarla o siquiera a mirarlo. Se puso en pie y al mirarla volvió a sonreír.
Seguía tan tensa que le dolía el cuello de solo verla.
—¿De qué te ríes, Nara?
—De ti —apresuró, extendiendo la mano hacia ella. —Vamos al jardín…
—Está haciendo frío —renegó, poniéndose en pie.
Afuera el sol seguía brillando con la misma pereza; sus pasos crujieron ligeramente sobre las tablas que recubrían el pasillo exterior y se detuvieron en el área abierta. Karin había agradecido que el frío le aliviara un poco las mejillas, pero pronto se volvió en una ligera incomodidad de la que no se podía librar aunque se parara debajo del sol. Cruzada de brazos, levantó la mirada y la clavó en Shikamaru.
—¿Por qué estás tan nerviosa?
—Hm… —miró a otro lado, pero no contestó.
Shikamaru se recargó en el poste, las manos clavadas en los bolsillos, y los ojos fijos en ella. La había estado observando todo lo que duraron en la sala y a pesar de sus intentos por tranquilizarla no podía ayudarla a deshacerse de sus ansiedades de ninguna manera.
—¿Tu mamá sabe quién soy? —escupió, casi pálida, no había querido preguntarlo antes, pero en esos momentos se daba cuenta que necesitaba saber, con desesperación, aquello.
—No —murmuró, juntando las cejas un poco confundido.
—¿Crees que se entere algún día?
—Ah… a eso te refieres… Yoshino no sabe nada, no te preocupes.
—¿Entonces no me odia?
Rio de nuevo y negó, enderezándose y acercándose unos cuantos pasos, pero sin cortar del todo la distancia entre ellos.
—No… ella no es así, no te preocupes.
Asintió y se acercó a él, aún con los brazos cruzados, y un gesto de desconfianza en el rostro. —¿Entonces por qué me preguntó tantas cosas?
—Así es ella… pregunta y pregunta para conocerte mejor y hacerte sentir cómodo.
Asintió una sola vez y dejó caer los brazos.
Miró el jardín en completo silencio, prestándole atención por fin, y luego miró a Shikamaru, recordaba las pocas anécdotas que sabía de Shikaku.
—¿Te gustaría tener una casa así de grande… con jardín?
—Quizá no tan grande, pero el jardín está bien…
El frío los rodeó de nuevo y Karin se frotó los brazos.-¿Qué vamos a comer?
—Shabu shabu.
—… nabemono.
El sonido de una ventana deslizándose les anunció la presencia de Yoshino, que llegó a ellos convertida en una voz sin cuerpo que les anunciaba la hora de comer. Volvieron al interior sin perder el tiempo y al pasar por el comedor sorprendieron a Yoshino acomodando los últimos detalles en la mesa. Karin se detuvo y posó las manos sobre una de las sillas, observando las ollas calientes con caldo que esperaban pacientemente los ingredientes que había dispuestos en platos.
—Puse una olla más pequeña para cocinar ahí la carne, así podrás servirte las veces que quieras —indicó Yoshino con su sonrisa gentil y cordial.
—Gracias —respondió, bajando la mirada luego de unos momentos y mirando sus manos frías.
—Me tomé la libertad de asignarles sus asientos —continuó diciendo.
Shikamaru enarcó las cejas y asintió, cuando su madre comenzaba a ordenarlo todo era buena señal.
—Tú vas ahí, hijo y Karin…
Espabiló y asintió, buscando con la mirada el lugar en el que debía sentarse.
—A lado de Shikamaru, en esa silla —terminó de decir, señalando con el dedo.
Los ojos rojos no tardaron en encontrar el lugar. Caminó hacia allá, con la mirada clavada en lo que había dispuesto sobre el mantel… no la esperaba el plato que había dispuesto en los otros dos lugares. El sonido que emitió la silla cuando Shikamaru la arrastró para ayudarla a sentarse le resonó en los oídos y lo miró antes de tomar asiento, luego volvió la mirada a la caja y sin poder evitarlo miró a Yoshino.
La mujer se sentaba en esos momentos y hablaba sobre lo mucho que le gustaba preparar nabemono para esas ocasiones, sus ojos sonrientes miraban en esos momentos a Shikamaru, mientras sus manos señalaban el plato que contenía la carne.
—Tenía mucho tiempo queriendo conocerte Karin… ese niño puede ser muy discreto si se lo propone, me alegra que al fin hayan tenido oportunidad de venir.
Asintió y separó los labios para hablar.
—Ah, olvidé algo… pueden empezar a comer, no tardo…
Asintió y volvió la mirada la caja, Yoshino apenas le había dedicado un vistazo antes de volver a desaparecer. El papel que envolvía aquella caja no era llamativo, ni estaba decorado más allá de un pequeño moño en una esquina; sus manos se atrevieron a salir de debajo de la mesa entonces y tomó la caja, leyendo en completo silencio su nombre sobre la tarjeta.
—… es para mí.
—Sí, hay uno de mi parte debajo del pino, se supone que íbamos a abrirlos después de la comida —murmuró distraído, metiendo algunas verduras en el caldo para cocinarlas —… supongo que no puedo esperar-
Yoshino volvió entonces, con algunos tazones pequeños llenos de salsa y condimentos, y al sentarse los miró, sin poder ocultar cierto brillo infantil en los ojos.
—Es nuestra primera "cena" de Navidad —anunció, con emoción —, espero te guste la comida.
Los ojos rojos parpadearon y sonrieron, antes de posarse de nuevo al frente, nunca había prestado atención a ese tipo de celebraciones. La mano de Shikamaru, dándole un ligero toquecito en el brazo, la sacó de sus pensamientos y la obligó a levantar la mirada.
—¿Por qué lloras? —susurró.
Las lágrimas cayeron entonces de sus pestañas; agachó el rostro de inmediato, sin poder evitar reír. Limpió las lágrimas con disimulo y volvió a mirarlo, sin deshacerse de la sonrisa
—… es nuestra primera cena de navidad —coincidió.
Sigue sin convencerme del todo, pero lo que tenía antes me hacía sentir peor xD
Domingo, 11 de abril de 2021
