Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es completamente mía, queda prohibida cualquier adaptación. Todos los medios de contacto se encuentran en mi perfil.
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Sam Smith – Fire on fire
Tanya apretó sus labios en una suave línea, evidentemente aguantando una sonrisa. Kate la fulmino con la mirada, enganchada a mi brazo como si se le fuera la vida. Todos los demás estaban en silencio, mirando la situación con incomodidad.
¿Yo? Yo me encontraba sorprendido, con una sola pregunta en mi mente: ¿Qué demonios hace Tanya aquí?
Di gracias a cualquier fuerza que Bella se encontrara en la cocina todavía, de todos modos, James aprovecho mi distracción y había escapado por la vía fácil. Mi madre. Esta vez, acepto enseñarle a hacer piñas coladas.
—Tanya. —ayude a sentarse a Kate sobre el borde del sofá y luego fui para donde Tanya. Ella equilibro su peso de un pie a otro, evidentemente incomoda— Que sorpresa.
—Sí. —Tanya dejo salir una sonrisita— Esme me invito.
—Solo fue una estúpida invitación de cortesía. —gruño Kate por lo bajo.
Sonreí tenso.
Rosalie debió sentir mi tensión, porque se estiro sobre el respaldo del sofá y le tendió la mano a Tanya.
—Así que tú eres Tanya Smith. —Tanya se apresuró, tomando su mano— Mucho gusto, chica. Gracias por aguantar a la gruñona aquí.
—Esa soy yo. —Tanya sacudido su mano y dio un paso atrás.
Su hombro toco el mío. Tanya tomo un mechón de su pelo y lo puso tras su oreja.
Emmett no dijo mucho, así que decidí tomar yo el mando. De todos modos, no los había presentado oficialmente. Aunque a la mayoría les hable sobre Tanya y que significo en la vida de Clarie, para evitar situaciones incomodas tanto para ella, como para mi familia, y sobre todo: Bella.
—Él es mi hermano. Emmett.
Emmett hizo un gesto, levantando dos dedos sobre su frente y alzándolos.
Tanya levanto una mano, dándole un simple hola.
—Mucho gusto también, Emmett.
No diré que la situación no era muy extraña.
Tanya se balanceo sobre sus pies, volviendo a tocar su hombro con el mio. Levante una ceja y la mire, sus mejillas estaban un poco sonrojadas, con los ojos azules llenos de extrañas emociones.
—¿Sera mejor si me marcho? No quiero incomodar.
—Hasta que dice algo coherente. —siseo Kate, detrás de la revista que otra vez fingía leer.
Evidentemente la ignore.
—Puedes quedarte, de todos modos, si mi madre te invito, seguro es porque te quiere aquí. Así es Esme, le gusta la casa llena.
—Tu madre es muy linda, Edward. Y… —repaso con la mirada toda la estancia— Tienen una casa espectacular.
Seguí su mirada. Seguro. Mi madre siempre había sido la mejor en cualquier coda que hiciera.
—Es una estupenda decoradora.
—Oh, ¿en serio? —pregunto sorprendida— Es bueno saberlo. Lo tomare en cuenta.
Antes de que pudiera responderle, una pequeño cuerpecito impacto contra mis piernas. Tome a Thomas de los brazos, alzándole.
Él me regreso la mirada, sacando la lengua para intentar lamer un poco del helado que tenía embarrado por todo alrededor de la boca.
—¿Qué tan el helado, campeón?
—Fue bueno.
—¿Qué tan bueno? —pique sus costillas.
Thomas dejo salir una risotada, aventando la cabeza para atrás y riendo, mostrándonos el nacimiento de su primer diente. Apenas y era visible, pero ahí estaba, el pequeño diente, saliendo poco a poco.
—¡Muy bueno! —chillo.
Sentí la mirada de Tanya sobre nosotros. En sus azules ojos pude identificar la curiosidad. Me preocupo que pudiera preguntar algo incorrecto enfrente de Thomas. Así que bese la coronilla de mi hijo y lo deje en el suelo.
Él me regalo una sonrisa, corriendo de vuelta a la cocina.
Tanya le siguió con la mirada.
—Quizás sea mejor que hablemos. —le hice un gesto hacia el pasillo, guiándola hasta donde hace un rato había estado hablando con James.
Tanya asintió lentamente, caminando por delante de mi cuando nos dirigimos a la terraza.
Le señale la mesa redonda con sillas.
Ella tomo asiento primero y luego yo.
—Así que… —dejo la frase incompleta.
—Puedes preguntar.
—Kate parece odiarme. —dijo divertida.
Lo deje pasar. Seguro solo intentaba aligerar el momento al no preguntar por Thomas tan precipitadamente.
—Es sobreprotectora. —apoye mis codos sobre la mesa.
—Quizás debas mencionarle que no soy el enemigo. En realidad, soy bastante amigable, o eso me han dicho. —bromeo.
—Ya lo he hecho. —reí— No lo tomes personal, no suele ser de esa forma.
—Ah, no… ¿entonces? Dijiste que no tenían ninguna relación, y a pesar de eso, no puede evitar destrozarme con la mirada cada vez que me acerco a menos de dos metros de ti.
—Es mi mejor amiga. —me encogí de hombros— Solo es un poco sobreprotectora.
Tanya imito mi postura, poniendo los codos sobre la mesa. Solo que puso su mano derecha bajo su cara, sosteniendo su barbilla.
—Admito que yo también lo seria.
Entrecerré los ojos.
—¿Esta coqueteando conmigo, doctora Smith?
Ella dejo salir una risa risueña.
—¿Y que si lo hago?
Resople, dejando salir una carcajada de mis labios.
—Buena esa, Tanya. —dije.
Admiraba su capacidad. Lo juro. Esta chica podía engañar a cualquiera. Su rostro se desencajo por un momento, antes de volver a su expresión de antes. Me miro y batió las pestañas exageradamente.
—¿A que fue buena?
—Clarie siempre sobrevaloro tus dotes.
—Lo hacía. —dijo con un extraño tono, demasiado tintineante— Realmente lo hacía.
Una sensación de tristeza me invadió. Ojala Clarie hubiera tenido más oportunidades.
Tanya hizo un mohín y se puso recta sobre su silla, echando una ojeada atrás de su espalda.
—Ese niño…
—Thomas.
—Thomas. —repitió el nombre, regresando su atención a mí— Es un lindo niño. ¿Es hijo de Emmett y Rosalie?
No negaría a mi hijo, jamás lo haría. Así que simplemente me dedique a responder. De todos modos, Tanya se terminaría enterando tarde o temprano. Forks era un pueblo chico, donde las pequeñas noticias eran grandes noticias que se sabían más rápido en lo que yo o cualquiera duraba en el baño.
—No. En realidad. —rasque mi cuelo en la parte inferior— Es mi hijo. Thomas.
Tanya se vio claramente descolocada.
—¿Qué quieres decir con que es tu hijo?
—En una larga historia, pero para no hacer le cuento un poco más largo o entrar en detalles, es hijo de Bella y mio.
Su rostro fue de evidente sorpresa. Se dejó caer sobre el respaldo de su silla, sin quitarme los ojos de encima. De nuevo estaba poniendo esa mirada, donde parecía que se esforzaba por ocultar todo detrás del velo azul de su iris.
Luego de un rato, su expresión se volvió impasible.
—Es… increíble. Clarie siempre se sintió culpable de que Bella y tú terminaran, supongo que ahora esa cuenta queda saldada. —menciono tentativamente.
Desee con todas mis fuerzas que fuera cierto. Pero no lo era, y por otro lado, era algo que cada día se me daba mejor asumir. Si Bella es feliz, yo soy feliz.
—No. Las cosas siguen igual. Cada uno por su camino, pero ella sabe que quiero tomar un lugar activo en la vida de Thomas, así que lo estamos intentando.
Tanya se pasó la lengua por los labios, luego me dio una sonrisa.
—Me alegra saber que tienes la posibilidad de estar con tu hijo. Y agradezco la confianza. No tenías por qué darme explicaciones y aun así lo has hecho.
Baje mis manos sobre la mesa.
—No tienes por qué sentirte avergonzada de estar aquí o preguntar cosas, Tanya. Si mi madre te invito, yo estoy encantado de tenerte aquí, después de todo lo que hiciste por Kate.
Tanya estiro su mano, poniéndola sobre las mías.
—Solo hice mi trabajo.
Ambos nos sonreímos, hasta que entro Alice por la puerta de la terraza. Traía a Max en brazos. Los suaves dedos de mi hijo agarraban con fuerza su sonaja, batiéndola de arriba a abajo.
Me encantaba verlo así.
Alice frunció el ceño cuando se dio cuenta de quien estaba sentada frente a mí.
Tanya debió ver mi gesto, porque se giró y le dio una sonrisa amable a Alice.
—Tanya.
—Alice.
Alice camino más cerca de nosotros, hasta llegar a mi lado.
—¿Puedes tomar a Max? Mama está ocupada, y ocupa que Emmett, Rosalie y yo vayamos por una par de cosas que hacen falta.
Estuve a punto de tomar a mi pequeño en brazos, hasta que la voz de Tanya nos interrumpió.
—En realidad. —dijo nerviosa— Me preguntaba si podía… ¿si podía sostenerlo un poco?
El rostro de mi hermana era un poema.
Yo por otro lado me sentí un idiota, ni siquiera había pensado en el impacto que provocaría en Tanya ver a Max. Ella y Clarie eran tan unidas durante el embarazo. Tanya se había encargado los primeros meses del chequeo prenatal.
—Eh… —Alice hizo un extraño ruido cuando vio que yo no dije nada.
Tanya debió malentender mi expresión y mi silencio, porque comenzó a retractarse.
—Oh quizás en otra ocasión. No tiene que ser precisamente ahorita. Perdón si traspase un poco la línea, Edw…
—Ninguna línea. —la corte yo. Tome a Max entre mis brazos cuando me puse de pie, besando su frente. Alice dio un paso atrás, con expresión contenida cuando vio lo que pretendía.
Me incline sobre Tanya, dejando con mucho cuidado a mi pequeño entre sus brazos.
Max sintió el cambio. Sus manitos dejaron de jugar con la sonaja y miro a su alrededor. Primero a Alice, luego a mí, y por último, a Tanya.
Tanya levanto su mano y la paso por su suave cabecita con cabello cobrizo. Dejo salir una sonrisa cariñosa y le hizo cosquillas en la nariz, con la punta de su dedo.
Max gorgoteo, intentando agarrar su dedo.
—Ten cuidado. —me puse en cuclillas frente a ellos y bese la mejilla de Max— Como encuentre tu dedo, seguro se lo mete a la boca y lo muerde.
Tanya miro con ternura a Max.
—Tal vez deje que lo haga.
Alice seguía atrás de nosotros. Le di una mirada, solo que mi hermana no tenía su atención sobre nosotros, sino atrás. Seguí la dirección de su mirada, Bella estaba parada, mirándonos con una expresión indescifrable en el rostro.
Me puse de pie inmediatamente.
Thomas tomo eso como su señal, porque se soltó de la mano de su madre y corrió a mi encuentro. Detrás de él, Ares pensó que era un juego y ladro divertido, correteando tras las piernas de Thomas.
Bella agacho la mirada, persiguiendo al perro y tomándolo entre sus brazos. Tanya noto su presencia entonces.
—Oh. Hola, Isabella.
Bella ni siquiera la miro cuando contesto.
—Doctora Smith.
Me acerque a Bella, mientras ella caminaba hacia la puerta. Una sensación de malestar se instaló en mi estómago, como si algo estuviera mal y yo no pudiera averiguar exactamente que era.
Thomas se fue directo hacia el columpio que había detrás de Tanya, entre los sillones.
Jalo a Alice con él, aun si mi hermana protesto.
—Bella. —la intercepte antes de que pudiera salir de la terraza.
Siguió con la mirada gacha, ni siquiera miraba algo fijamente. Intente inclinarme un poco, solo para mirar sus ojos. Recordé su molestia la vez de la cafetería, cuando me dijo que Tanya venia tras de mí. ¿Era eso lo que la tenía así?
—Lamento interrumpir. —de alguna manera, logro meterse entre mi cuerpo y la puerta, saliendo por mi costado antes de que pudiera procesar lo que dijo.
Seguí sus pasos, justo detrás de sus talones.
—No interrumpiste nada.
Se lo tenía que dejar claro. Oh, por favor. No podía pensar que yo tenía algún interés romántico por Tanya.
—Ya lo creo que sí. —abrió la puerta del balcón que daba al patio trasero de la casa. La puerta de vidrio se deslizo fácilmente, dejando salir a Ares.
Una leve brisa paso por el costado de ella, haciendo que su pelo castaño revoloteara sobre su rostro. Ya no estaba la coleta desde hacía rato.
—Solo vino a hacer una visita amistosa.
—Ya lo creo. —dijo irónicamente, dando un paso afuera.
La tome del brazo, antes de que pudiera seguir alejándose de mí.
—Te lo dije, era la mejor amiga de Clarie en Chicago. No entiendo cuál es tu molestia.
Ella se recargo sobre el filo de la puerta, encarándome.
—¿Qué se supone que tengo que decir? Es tu vida, tú puedes hacer lo que quieras con ella.
—Bella.
—De todos modos. ¿Cuál es el problema? Puedes estar con ella, si estuviste con mi hermana y viceversa. ¿Qué es una mejor amiga para ti? Pan comido, seguramente.
Cerré los ojos por un segundo, por el impactó de sus palabras. Está bien, me las merezco, todo lo que ella quiera tirar sobre mí. Yo lo atraparía. Lo tomaría con gusto. Podíamos estar conviviendo más y más y volvernos más cercanos, pero eso no significaba que me estuviera perdonando.
Eso sería en algo en lo que tendría que trabajar todos los días.
—Jamás. Jamás. —me acerque un par de centímetros a ella— Solo hay una mujer para mí.
—Pues buena suerte con ella. —me empujo un poco, intentando salir de entre su cuerpo y la puerta.
Sus manos en mi pecho provocaron corrientes eléctricas que recorrieron todo mi cuerpo de arriba abajo. Mis ojos detallaron cada uno de sus rasgos. Su rostro a corazón, sus perfiladas cejas, sus largas pestañas, sus chocolates ojos, los cuales me miraban con aprensión. Reconocí cada una de las pecas de su rostro, alguna vez las delineé con mis labios, a todas ellas.
Dios. Soy un pecador. Por querer besar a esta mujer hasta dejarla sin respiración a pesar de todo lo que había pasado. A pesar de todo lo que yo le había hecho.
Nuestros alientos se entrelazaron, cuando ella cerró los ojos porque nuestras narices se tocaron.
Yo no quise hacer lo mismo. No me podía permitir perder ningún detalle.
Sus manos temblaron sobre mi pecho, cuando apenas y rose nuestros labios. Fue un simple rose, pero se sintió como la mejor cosa de mi vida.
Hace tanto que mi corazón había muerto. Y con solo un rose, ella era capaz de devolverme la vida.
Bella dejo salir un suspiro, con su aliento acariciando mi cara.
Absorbí la sensación de piel contra piel, dejándome llevar. Mis manos actuaron con vida propia, levantándose sobre su rostro. Acaricie con mis pulgares sus mejillas. Tome su mentón entre mis pulgares y deje un corto beso en sus labios, esperando su reacción.
Ella no hizo nada más que seguir con los ojos cerrados y suspirar.
Ahora mismo, no me importaba quien nos pudiera ver o lo que pudiera pasar, por una vez en mi vida, no quería pensar más allá de Bella. En ese preciso momento, todo lo que tenía importancia era solo ella.
Antes de que pudiera volver a poner en contacto nuestros labios, un pequeño peso paso sobre mis pies, rompiendo con nuestra burbuja.
Bella abrió los ojos, sorprendida.
Después de la sorpresa vino el miedo, y luego el enojo. Sus manos se pusieron más firmes, insistiéndome para que le alejara de ella. Di un par de pasos atrás y me pegue a la pared, dejándola ir. Una vez más.
Bella miro Ares entrar y salir de casa un par de veces más. Perro loco. E inoportuno. Fue él quien se metió entre mis pies y nos había separado.
Ambos nos mantuvimos en silencio, hasta que el perro termino su jueguecillo y entro a la casa, desapareciendo entre los pasillos.
—Lo que paso, no puede volver a pesar. —Bella cerró la puerta de vidrio, recargando su frente sobre ella.
—Bella, tú y yo…
—¿Sabes que, Edward? —quito su frente de la puerta y recargo su hombro sobre ella— Tengo una vida. Y no pienso renunciar a ella. Thomas y James son mi vida. No quiero malos entendidos. Somos los padres de Thomas, solo eso. Y tú puedes estar con quien quieras, asi sea la mejor amiga de mi hermana muerta.
Se formó un nudo en mi garganta.
—Hare lo que sea con tal de no lastímate.
—Entonces esto. —señalo entre nosotros— No puede volver a pasar.
Asentí en acuerdo, aun si eso iba contra todo lo que yo verdaderamente quería.
Lo tenía que entender, ella ahora amaba a James. Y no importaba si él le estaba mintiendo o engañando, no se comparaba ni una tercera parte a todo lo que yo le había hecho. Sin duda lo perdonaría y sin duda, seguirían con su relación cuando él decidiera contarle sobre su pasado.
—¿Puedes prometerlo?
Le mire.
—¿Puedes prometerlo tú?
Me separe de la pared, dándole un gesto con las manos, como si quisiera tomarla entre mis brazos y no pudiera. Ella se puso rígida, evidentemente preocupada porque me fuera a acercar de nuevo.
Puse mis labios en una fina línea y me volví al pasillo, directo a la terraza. Si ella quería que tomara mi distancia, pues bien, la tomaría.
Para mi sorpresa, Tanya y Alice platicaban animadamente.
Max se encontraba todavía en los brazos de Tanya, y a decir verdad, se le veía muy a gusto. Mi hijo tenía la cabecita recargada contra su hombro, con sus parados abriéndose y cerrándose cada cierto tiempo. Tanya pasaba una mano arriba y abajo por su pequeña espalda.
Me senté al lado de Alice, tratando de ocultar que hacia menos de un minuto, tenía mi boca pegada a la de Bella, compartiendo el mismo aire.
—Déjame decírtelo, Alice. De verdad tienes mucho talento.
—Lo intento lo mejor que puedo. —Alice quito un mechón de su cara, sonriéndole de vuelta.
—Lo haces mucho mejor que varios diseñadores. ¿La colección que lanzaste el año pasado durante el invierno? ¡Dios! Tengo todos los abrigos.
Alice no oculto su emoción.
—¿En serio? No creí que a alguien le hubiera gustado tanto.
—Pues créetelo, chica. Y no soy la única. —le gruño un ojo.
Puse mi mano sobre los hombros de Alice.
—Mi hermana es la mejor.
—¡No seas ridículo!
—Ya lo creo. —dijo Tanya, haciendo sonrojar a Alice cada vez más.
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Todos comimos animadamente, cada quien charlando con su propio grupo. Charlie y mi padre atinaron por comer en el estudio, avisándole a Esme que tenían unos cuantos asuntos que resolver.
Tanya se integró bien al grupo. A Alice ya la tenía en el bolsillo y era evidente que ahora mismo estaba trabajando sobre Rosalie y Emmett.
Esme solo comía en silencio, mirándonos a todos con cara de ilusión.
Bella hablaba con James, algunas veces intercambiando comentarios con Rosalie o simplemente removía la comida en su plato.
Me dolía verla tan retraída, todo por mi culpa.
Los niños dormían en mi habitación, tomando una siesta de media tarde.
Tanya termino con la blusa arruinada por un poco de leche que Max había vomitado sobre su hombro derecho y parte de su pecho, por lo que Esme le presto una blusa de color morada holgada.
—Me encanto tu lasaña, Esme.
Mi madre le agradeció el gesto encantado.
—Oh, cariño. Muchas gracias, pero no la hice yo. Todo el mérito es de Bella. —le dio una mirada llena de amor— Es una excelente cocinera.
—Oh. —Tanya se dirigió a Bella esta vez— Pues entonces felicidades para ti, Isabella.
Bella dejo de remover su comida y dejo caer el tenedor. Su mano derecha de empuño sobre la mesa, claramente irritada. Abrió la boca y estuvo a punto de decir algo, hasta que el sonido de un teléfono la interrumpió.
Bella se volvió sobre sí misma y saco su teléfono de su bolso.
—Es de trabajo. —dijo fríamente y se levantó— Ahora vuelto. Sí. Hola, Carmen. Tengo todos los documentos en mí…
Pasó por detrás de James y le dio un apretón en el hombro. Yo levante una ceja. James me fulmino con la mirada.
La voz de Tanya me distrajo.
—¿Dije algo malo?
Esta vez volví mi atención a ella, mirando su perfil.
—No. Es mi culpa.
—Si tú lo dices… —canturreó, en un tono ligero.
Sentí la mirada de mi madre sobre nosotros, asi que tome mi distancia y seguí comiendo. No toque mi bebida, realmente no se me antojaba probar algo hecho por James.
Emmett carraspeo, llamando la atención de Tanya. A su lado, Rosalie se inclinó sobre su brazo y tomo un poco de su piña colada.
—El día que quieras, Tanya. Puedes ir con nosotros a Port Angeles. Te mostraremos todo el gimnasio. Tenemos buenas instalaciones y magnificas membrecías.
—Y no lo olvides. —Emmett puso una expresión traviesa— El entrenador más guapo y sexy del mundo.
Kate, quien había estado callada la mayor parte del tiempo, por fin decidió hablar.
—Eso quisieras, cabeza de chorlito.
Todos reímos, incluida Tanya y mi madre.
—Oye. —le dijo Emmett a Esme— Se supone que deberías defenderme, mamá.
—Lo siento, cariño. Código de chicas.
—Eso es trampa. —refunfuño.
Todos dejamos de lado nuestra conversación, cuando un estruendoso ruido vino desde la entrada de la casa. Me puse de pie rápidamente, tirando mi silla en el proceso.
En lo primero que pensé fue en Bella. Jesús. Nunca debí perderla de vista.
Todos corrimos prácticamente a la entrada, solo para ser recibidos por una sorpresa. Bella me regreso la mirada, también bastante sorprendida y con el teléfono todavía en la oreja.
—¿Qué demonios…?
—¡Hola, familia!
—¿Garrett? —pregunte yo, frunciéndole el ceño a mi mejor amigo.
El me guiño un ojo, completamente a gusto.
—¿Qué?¿A ti también te invito Esme? —dijo Kate a mis espaldas.
Garrett le dio una sonrisa torcida. Una de esas donde mostraba todos los dientes y hacía a sus ojos color turquesa brillar más.
—Que alguien me diga quien es esta linda señorita.
Kate gruño.
—Mi nombre es Kate, no linda señorita.
—Un gusto. —se inclinó. Retándola con la mirada— Linda señorita.
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"No digo una palabra, pero aún así me quitas el aliento y robas las cosas que conozco, allí vas, salvándome del frio. Fuego con fuego, normalmente nos mataría"
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Un capítulo más relajado, pero no por eso menos divertido en algunas partes. Se va aligerando el ambiente, pero algunas veces volvemos a retroceder. Primero que nada. ¿Quién invito a Tanya? Ya sé, ya sé, a algunas de ustedes ya las tiene fastidiadas, pero denle una oportunidad, no todo lo den por sentado. Eso sí, algunas que ya crearon sus propias teorías, que les digo, algunas han dado en el punto y otras no. Lo que si les puedo decir es que Tanya si está enamorada de Edward. MUY ENAMORADA. Pero mientras ella le hace morritos (así como dice Kate) él anda tras de Bella, intentando robarle un beso. Hahahaha. Se nos subió a la cabeza, no me digan que no, cuando estos dos se besaron. Claramente a Bella no le sienta bien la cercanía que Edward comienza a tener con Tanya, y mírenla, nada tonta, ya se fue ganando a la familia. Aunque Carlisle… como algunas de ustedes lo notaron, él es harina de otro costal como dicen por ahí. ¡Y ahora Garrett! Ya les había dicho hacia unos meses, que iba a aparecer por esta historia tarde que temprano.
PD: Se adelanto la actualización por ciertas circunstancias que algunas ya saben, gracias por su apoyo. Nos vemos el siguiente sábado.
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—Ariam. R.
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