Otro día en la Madriguera
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling. "Este fic participa en el minirreto de mayo para La Copa de la Casa 20/21 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Minirreto: Escribir una historia donde dos o varios personajes intercambien de papeles.
Protagonista: Percy Weasley
Agradecimientos a Milenrrama por betear esta historia.
Abrió la puerta sigilosamente y se aseguró de que ambos estuvieran dormidos. En efecto, sus dos hermanos roncaban como un dragón en su cueva.
Contuvo una risita traviesa y entró de puntillas al cuarto, evitando las tablas que, por experiencia, sabía que crujían. Finalmente llegó a la mesita de noche que estaba bajo la ventana, sacó su varita y ojeó en busca de las insignias de los gemelos; sus hermanos eran tan predecibles y ordenados que hasta con los ojos cerrados podría haber encontrado lo que buscaba. Tomó ambas insignias y, con un sencillo hechizo, las modificó para que brillaran con una extraña luz verdosa y dijeran:
«SOY EL TONTO PREFECTO PERFECTO»
Se tapó la boca con una mano para ahogar la risa y emprendió su camino de regreso, pero un objeto bajo la cama de George llamó su atención. Comprobando por milésima vez que no despertaran, se asomó y descubrió un marco plateado con la foto de la cazadora del equipo de Gryffindor. Angelina, si no se equivocaba.
Su cerebro empezó a maquinar ideas rápidamente y, antes de darse cuenta, ya tenía un plan en mente; dejó el marco donde lo había encontrado y salió de la habitación de los gemelos para dirigirse a la suya. Tomó algunos materiales que creyó que necesitaría y empezó a trabajar en su elaborada trampa.
Fred y George habían estado usando sus insignias todo el tiempo desde que las recibieron, junto con la información de que solo por ser excelente estudiantes ambos ostentarían el puesto de prefecto ese año. Percy era el único hasta ahora que no había sido prefecto, Premio Anual o capitán del equipo de quidditch, y parecía que era tiempo de que alguien le bajara los humos a sus hermanos.
Con un par de movimientos de varita, las cosas que había preparado quedaron justo como él deseaba. Regresó al cuarto de sus hermanos y lanzó un par de bombas fétidas antes de salir corriendo, haciendo suficiente ruido para que sus hermanos supieran a dónde iba.
Cuando iba a empezar a bajar las escaleras, supo que su plan había funcionado.
—¡Percy! —gritaron los gemelos simultáneamente, seguidos del ruido característico de pasos corriendo.
—¡¿Qué te he dicho sobre entrar a mi habitación?! —exclamó George.
—Supongo que un par de cosas —admitió el chico apoyándose en la barandilla—, pero el cuadro bajo tu cama me dijo muchas cosas.
George se sonrojó violentamente y ambos chicos se lanzaron tras Percy, que ya bajaba las escaleras. Saltó un par de escalones antes de refugiarse bajo el marco de la cocina para ver el espectáculo.
Fred y George llegaron a la mitad de la escalera antes de que fueran bañados en algo viscoso que parecía baba llenas de brillantina para poco después resbalar y caer en un charco de pintura que apareció de la nada. Percy se dobló de risa mientras veía a sus hermanos levantarse y mirarse asqueados el uno al otro.
Parecía que sería otro buen día en La Madriguera.
