EPÍLOGO

Dos semanas más tarde...

El RAGNARÖK estaba de celebración. Los clanes se habían reunido para celebrar la boda entre el leder del clan berserker, Homura Mitokado, y la sacerdotisa, Koharu Utatane.

Se habían jurado unos votos tan solemnes que todos los allí reunidos sabían que iban a respetar hasta el fin de sus días.

Los niños de los clanes correteaban por toda la discoteca y se lanzaban a las pequeñas piscinas de roca natural que habían cavadas en el suelo. La música sonaba bien alto. El ambiente era alegre y festivo, mezclado con ligeros toques de prevención y alerta.

Temari sabía que eso era lo que se sentía al estar cerca de aquellos hombres mágicos, inmortales, como ella. El poder de la vida y la alegría que eso conllevaba, pero también, la presión del acecho y de la guerra.

A su lado, Obito no dejaba de enrollar sus dedos en su pelo y de vez en cuando inhalaba su aroma, hundiendo la cara en su cuello. ¿Podía ser más feliz? Sus sobrinos estaban encantados con Temari, él era una hombre enamorado que por fin había aceptado su sino. La sacó a bailar y chocaron a propósito con Sasuke y Sakura, que ya se mecían siguiendo el compás de la canción.

—Buscad un motel —les dijo Temari sonriendo.

—Ignóralos, Sasu —contestó Sakura poniendo los ojos en blanco—. Desde que Obito le construye sitios como el RAGNARÖK para que ella se desmelene, se cree la reina del mundo.

—Eso es porque no ves las diferencias, cielo. —Temari le guiñó un ojo—. Sasuke te monta un sitio para que trabajes, y a mí, mi pareja me construye uno para que me lo pase bien. El vanirio, como siempre, en su línea de explotador.

Los cuatro se echaron a reír.

—Bruja —le dijo Sakura enseñándole los colmillos.

Temari le sacó la lengua.

Por el rabillo del ojo, vio que Homura iba a buscar unas bebidas para Koharu, y Temari no dejó pasar la ocasión.

—Ahora vengo, lobito. —Besó en los labios a Obito y lo dejó allí, hablando con sus amigos.

Temari sorteó a Kakashi y a Konan, que estaban bailando juntos. Kakashi estaba calmando la ansiedad de su amiga. Desde el semientierro de Naruto, nadie sabía nada ni de Itachi ni de Shisui. Habían desaparecido, como si los hubieran borrado del mapa. Y Konan, la elegante e inalcanzable Konan, se estaba marchitando como una flor a la que no regaban ni le daba el sol. Sintió compasión por ella. Querían ayudarla, Sasuke estaba muy preocupado, todo el clan lo estaba, pero Konan no hablaba. No hablaba de nada con nadie.

Homura se detuvo en cuanto vio a la Cazadora acercarse.

—¿Puedo bailar con el novio? —preguntó ella.

Homura sonrió y levantó una ceja. Cada día que pasaba estaba más guapo. Le ofreció la mano y ella la tomó. Bailaron un vals. El líder se movía muy bien.

—Dispara, Cazadora. —La urgió él divertido.

—¿Por qué escondes que tienes contacto con los dioses? Freyja me dijo que hasta cuatro veces habían contactado contigo.

—No te andas con rodeos, Temari.

—Los rodeos para los vaqueros, Homura. Cuéntame.

—Mi relación con Odín es... complicada. No puedo explicarla tan fácilmente.

—Dime al menos si hay posibilidades de que nos salvemos.

—Obito ha recibido una profecía de Skuld. ¿Tú qué crees?

—Creo que sí. Es una profecía muy condicional, podemos salvarnos «si» hacemos tal o cual cosa. Dependemos de esas personas que nombró la völva.

—Bueno. Entonces ya me has contestado. Los dioses no nos abandonan, Cazadora. Nos dan las herramientas y los medios para que seamos nosotros quienes acabemos con Loki y su intento de Armageddon. Sólo hay que despertarse a tiempo y hacer los sacrificios que señala, y puede que sólo entonces tengamos una oportunidad de detener toda esta locura.

—¿Sabes cuál es el siguiente paso? ¿Para qué te contactaron?

Homura apretó la mandíbula. Temari sabía interrogar.

—Es el día de mi boda, señorita. No deberías molestarme.

Temari asintió avergonzada, pero no se rindió.

—Freyja me dio un mensaje para ti. Dijo que debías unir a los ejércitos, y que tú ya sabías lo que tenías que hacer para ello. Dijo que tú sabías quien debía despertarse para lograr tal hazaña. ¿Acaso sabes dónde están todos?

—No —contestó Homura pensativo—. Yo sólo tengo los interruptores, los que dan el pistoletazo de salida, Temari. No puedo lograr nada solo.

—¿Entonces? ¡Háblame Homura!

—Está bien, Cazadora. La primera vez, Odín me entregó algo para que yo me hiciera responsable de ello.

—El bastón —asintió Temari concentrada.

—Sí. La segunda vez, siglos atrás, me otorgó el honor de custodiar algo preciado y muy poderoso para él. Sigo teniéndolo conmigo, pero no puedo descubrirlo hasta que sea el momento.

—¿Qué te dio?

—No puedo decírtelo, Temari. La tercera vez. Me dieron unas directrices. Un secreto.

—Cuéntamelo.

—Me dijo algo sobre la velge.

—¿Sabes quién es? ¿Qué es? —preguntó asombrada.

Homura miró hacia otro lado y asintió.

—¿Y la cuarta vez?

—Odín me dijo que esperara a que tú me dieras el mensaje de Freyja. Me dijo que guardara la vara de los espectros conmigo hasta que tú la destruyeras. Y me dio información para que la velge tuviera su incentivo y despertara.

—Dime quién es. No puedo con las intrigas.

—Yo tampoco —dijo él. Se inclinó al oído de Temari y le contó todo lo que sabía.

Temari ya no movía los pies. Tenía los ojos como platos y abría y cerraba la boca como si fuera un pez.

—¿Guardarás el secreto?

Temari recordó lo que le dijo Freyja. La promesa de una sacerdotisa era irrompible. Pero aquello era demasiado grande. Sin embargo, se trataba de su código de honor, y no lo iba a quebrantar.

—Sí —prometió.

—¿Me ayudarás?

—En lo que sea necesario.

—Koharu no sabe nada de esto. Nunca hables con ella sobre lo que te he dicho.

—Soy una sacerdotisa e hice un juramento a Freyja. Si abro la boca, ella me matará. No diré nada. Lo prometo.

Homura asintió solemne.

—Bien. Al menos me he sacado un peso de encima.

—Gracias por pasármelo, líder —dijo sarcástica.

—¿Hubieras preferido no saberlo?

—No. Puede que ahora sepa cómo ayudar.

—Fantástico. Me voy con mi mujer.

Temari se dio la vuelta, perpleja y aturdida por las revelaciones, y se encontró con el pecho de su compañero.

—¿Qué hablabas con Homura?

—Lo felicitaba por su boda. Y le pedía que cuidara mucho de Koharu.

No era una mentira completa. Para sentirse mejor, tomó de la cara a su impresionante lobito y lo besó en los labios.

Jeg elskar deg, ulv.

Jeg elskar deg, ulv: en noruego significa "Te amo, lobo".

Obito sonrió. Ella y Homura habían hablado de algo más, pero, respetaba a su compañera. Cuando tuviera ganas de decírselo se lo diría. Él tenía sus propias armas para sacarle sus secretos. Sonrió como sólo un hombre seguro del amor de su mujer podría hacerlo.

—Te amo, kone.

FIN


Continuará en: LA ELEGIDA 3

DEIKARIN, OBITEMA & ITASAKU