Capítulo 34
:
:
:
Boruto corría entre todo el caos, debía encontrar a Sarada, dejarla en un lugar seguro y después limpiar el lugar infestado de aquellos muertos vivientes.
Revisó los cuartos y el que pertenecía a ambos también obteniendo el mismo resultado:
Ella no estaba.
Mientras se guiaba entre los desastrosos pasillos y camarotes, hizo aparecer su espada y comenzaba a deshacerse de todas aquellas creaturas. De pronto el barco comenzó a de ladearse producto de las explosiones y avisando que estaba próximo a hundirse. Concentró su energía logrando mantenerse pegado a la superficie sin dejarse afectar por la inestabilidad del barco. Y caminó hasta llegar al área de comida.
Un ruido en uno el área de cocina llamó su atención y se dirigió al lugar solo para encontrarse con Sarada luchando contra una de aquellas cosas mientras la golpeaba una y otra vez con un palo de golf, tras ella había un par más y este no dudó en eliminarlos. Ella le miró jadeando y sin dudarlo corrió a los brazos de este, quien la recibió con todas sus fuerzas.
—¿Estás bien? —preguntó el rubio una vez la apartó.
Sarada asintió mientras jadeaba producto del esfuerzo y Boruto pudo apreciar esta vez que estaba cubierta de sangre —¿¡Estás herida!?
—No, estoy bien, he estado defendiéndome de estas personas… —dijo mientras miraba con confusión a su alrededor.
—Escucha, esto es de lo que te hablaba.
—Me doy una idea… aunque esto es…
—¿Irreal? —el rubio asintió —tienes razón.
—¿Qué piensas hacer?
—Por ahora, llevarte a un lugar seguro, o mejor dicho, a que estés a salvo en un bote, este barco se hundirá en menos de una hora.
—¡Pero debemos encontrar a Sumire!
—¿Sumire? —Boruto le miró confundido.
—Ella está en este barco, apenas nos habíamos encontrado cuando todo esto empezó, nos separamos por el caos y ella fue arrastrada por la gente, estoy preocupada Boruto.
Boruto asintió y pareció pensar en algo, luego la miró —Esta bien, vamos a buscarla.
Ella sonrió y dejó que Boruto la tomara de la mano y la guiara entre los cuerpos y algunos más que se dirigían a ellos. Observó como Boruto se abría paso entre ellos con su espada sin permitirle defenderse, pues él solo parecía controlar la situación mientras la mantenía protegida tras él.
Una nueva sacudida y Boruto hizo gala de su habilidad para sostener a la pelinegra en sus brazos y aferrarse a una columna para que no fueran a dar al otro lado del barco. Después continuaron corriendo por los pasillos hasta que lograron ver a Sumire a lado de otro tipo. En cuanto Boruto lo vio, frunció el ceño, ese tipo causaba una extraña sensación en él, algo oscuro y casi tenebroso, así como Sebástian.
—Sarada! ¡Boruto! —llamó ella mientras los cuatros se detenían de frente, no sin antes abrazarse las dos chicas.
—Sumire! Qué bueno que está bien, cuando vi como te arrastraban lejos de mí yo…
Ella negó —Pero una de esas cosas te atacó ¿Tú estás bien?
Sarada asintió.
—Chicas, las llevaré a un bote —intervino Boruto.
Sumire vio la espada en su mano y elevó la ceja —¿Ahora eres una especie de guerrero o algo así?
—Cualquier cosa para mantenerlas a salvo.
—Mejor cuida de tu mujer que yo cuidaré de la mía —dijo por primea vez aquel pelinegro.
Sarada le miró sorprendida y Sumire boqueó cuando este la aferró hacia él de la cintura.
¿Qué estaba sucediendo?
Inconscientemente Boruto atrajo a Sarada hacia él.
—¿Lo conoces Sumire? —dijo con notoria seriedad, comenzó a prepararse para cualquier cosa que aquél extraño pudiera estar planeando hacer.
—Es un amigo… —Sumire miró a Yakumo —Buruto y Sarada, son mis amigos.
El demonio desvió la mirada con fastidio y tampoco Boruto y Sarada quisieron saludar. Sumire solo soltó un suspiro.
—Bien, entonces vamos por ahora —dijo el rubio sin más mientras comenzaban a correr por los pasillos.
Antes de girar hacia otro pasillo tanto Boruto como Yákumo las detuvieron para evitar que una gran cantidad de agua los arrastrara, después de aquello continuaron con su camino hasta que finalmente llegaron a uno afuera donde las personas que quedaban se amontonaban para alcanzar algún bote.
Boruto paseó sus ojos entre las personas y los botes para ver en donde podría meter a las chicas pero debido al caos todo parecía imposible.
—Maldición… —murmuró Boruto.
Un estruendo más se escuchó a lo lejos y más de aquellas cosas salieron provocando que las personas ahí enloquecieran aún más. El rubio frunció el ceño cuando miró a una gran cantidad que rebasaba ya incluso el número dicho por aquél sujeto, y eso que todavía no llegaba a los otros ataúdes.
Por su parte Yakumo observaba con calma aquél hermoso espectáculo que se desarrollaba para él en aquellos momentos. Entre su divertida observación, logró dar con un bote, un par de tipos que corrían desesperados a ese bote que hasta el momento no había sido observado por nadie más, fueron lanzados por algo invisible hacia el mar. Había sido él, quien no había tenido miramientos para deshacerse de ellos y dejar ese bote libre para las dos chicas. Por ahora se había dado cuento que era divertido aquél suceso, podía sentir la muerte y la sangre y ahora solo quería ver que haría ese humano que estaba seguro que sospechaba que él no era normal.
—Oye —llamó a Boruto y este le miró.
Yakumo señaló en la dirección de aquél barco —Hay uno par ahí.
Boruto miró algo sorprendido lo que aquél le mostraba y pronto ambos se dirigieron hacia allá pasando entre las personas que extrañamente se hacían a un lado para cederles el paso. Boruto decidió ignorar aquello.
Una vez en el bote, Sarada sostuvo a Boruto del brazo y le miró con decisión —Ten cuidado y vuelve a mí.
El rubio sonrió y la besó con intensidad.
Yakumo en cambio no dejaba de mirar la sonrisa de Sumire al observar al par que se demostraba cariño. Al parecer ella les tenía cariño así que no podía intentar algo ahora. Si Sebastián no había podido convencerlo de no atacar a Boruto por diversión, el ver aquello ya no le daba más opciones. Ahora sentía la necesidad de no dañar de ninguna forma a su mujer.
Boruto se separó y le dedico una sonrisa —Terminaré con esto y nos veremos en un rato, descuida.
La pelinegra asintió con más seguridad y le regaló una sonrisa.
—Chicas, no se separen.
—Descuida, ahora es mi turno cuidar de Sara-chan —dijo mientras le abrazaba.
Boruto asintió y miró al pelinegro —¿No subirás?
Este sonrió y sus ojos se volvieron rojos. Sarada llevó una mano a su boca con evidente sorpresa mientras que Sumire le miró con preocupación ¿Por qué se mostraba así ante Boruto?
—¿Acaso quieres algo de mí? —Boruto no se había inmutado. Ya sospechaba que no era normal.
—Iré contigo —dijo sin más.
—Oye no le causes problemas a Boruto, aún no entiendo que está pasando pero confío en que él sabe lo que debe hacer —habló Sumire en tono de advertencia. Boruto elevó una ceja, ahora tenía muchas preguntas en la cabeza pero no era el momento.
Yakumo sonrió mientras colocaba sus manos en el bote —Cuídate hermosa, volveré por ti — y finalmente la impulsó hacia adelante para que el bote se alejara a una buena distancia y lejos de los otros botes que comenzaban a apartarse del barco.
:
:
:
:
"Búscame…"
Naruto despertó con la respiración agitada, otra vez su voz, su voz a través de la oscuridad. Se incorporó en la cama y comenzó a respirar con normalidad. Tomó un vaso de agua de la mesita de noche y bebió de ella completamente.
Miró a la ventana en donde podía apreciarse la noche aún, luego volteó a ver su mano, específicamente su meñique y observó el hilo rojo que pendía de él y como venía siendo de costumbre en los últimos meses, siguió el hilo hasta perderlo de su rango de visión y sonrió al ver que este mismo en algún momento terminaría llevándole a ella. Su amada Hinata.
Por medio de los sueños, sabía lo que tenía que hacer en el momento en que llegara a casi el final del hilo, porque cuando de verdad llegara a su final, ella estaría ahí.
Suspiró y caminó hacia el escritorio, tomó asiento y comenzó a escribir una carta. Necesitaba despedirse de sus hijos y recordarles cuanto los amaba pues aún cuando no estaba seguro de lo que pasaría en realidad más adelante, tenía el sentimiento de despedirse.
Hinata era el amor de su vida, lo había sabido en cuanto la conoció. Al haber crecido sin el amor de una familia le había hecho anhelar eso y ella se lo había dado. Hinata era la única en su vida como mujer y aún cuando murió, supo que eso no cambiaría nunca ¿Cómo era posible aquello?
Él no era un hombre fuerte, por eso cuando su esposa murió él hubiera preferido quitarse la vida, claro que lo había pensado pero sus hijos eran su fortaleza porque si él no era fuerte por sí mismo ellos le darían aquella fuerza. Sin embargo su vida se volvió monótona.
De casa al trabajo y en ocasiones vigilar los movimientos de Boruto mientras se encontraba fuera de casa cuando se dedicaba a sus giras y promociones.
Sin embargo no soportaba que ella no estuviera ahí, no soportaba no poder tocarla otra vez y hacerla suya. Ver su sonrisa y sus palabras de aliento cada vez que tenía uno de esos días de bajón emocional.
Se había mantenido hasta el momento por sus hijos pero ahora que ellos ya tenían un rumbo en su vida sabía que podía arriesgarse a su anhelo.
:
:
:
:
Boruto le observó con el ceño fruncido —¿Quién eres?
—Estoy aquí por diversión.
—¿Eso incluye a Sumire?
—¿Qué te importa? —cortó Yakumo.
—Es una preciada amiga, no permitiré que juegues con ella.
—¿Por qué no te concentras en tu mujer y a mí me dejas con la mía?
Boruto frunció el ceño —Te lo advierto.
—Tú no me adviertes nada mocoso yo soy un demonio que ha vivido siglos y no unos cuantos años como tú. Soy poderoso y muy temido, no sabes a quien te estás dirigiendo.
Un estruendo seguido de más gritos evitó que Boruto le contestara y solo resopló —Primero me haré cargo de esto y luego vamos a hablar.
Sin dejar que el demonio contestara, Boruto corrió de nuevo al interior del lugar y entre esquivar cuerpos y matar a algunos Boruto seguido de Yakumo llegaron al salón principal del barco, el cual estaba un poco inundado, pues el agua llegaba a los tobillos de Boruto y pronto terminaría por inundarse por completo.
Un hombre de cabellos rojos apareció frente a él; a su lado había otro de cabellos negros, algo bajito y que llevaba consigo una máquina extraña.
—Supongo que ustedes hicieron esto ¿No? —murmuró Boruto.
El pelirojo sonrió —¿No es hermoso? El espectáculo de la vida después de la muerte.
Boruto frunció el ceño mientras que Yakumo se limitaba a tomar una copa de vino y se apoyaba al otro lado de la barra solo para observar con diversión. Boruto frunció el seño.
—¿Por qué? —preguntó mientras se acercaba lentamente hacia ellos con la espada en la mano derecha.
—Quería ser quien diera la vida pero en lugar de eso… terminé creando algo distinto. Estas cosas ya no tienen emociones o racionalidad, sentí que había creado algo abominable pero… —sonrió mientras negaba —Alguien vino a decirme algo en lo que no había pensado antes… ¡Yo soy un salvador!
—¡Estás loco! —Boruto se alteró, solo podía escuchar estupideces —Solo eres un asesino!
—¡Callate! ¿Qué sabes tú? El mundo no está más que lleno de gente con peores intenciones que las mías, hay psicópatas y asesinos, las personas se están matando entre sí, las tierra está sobrepoblada ¡Somos demasiados! Asi que ¿Por qué no que se mueran gran parte de ellos?
—Las personas en su mayoría son las buenas, ellas merecen vivir —siseó Boruto —tú no tienes derecho a alterar la vida… no eres un ser divino, eres ordinario como cualquiera de nosotros.
—A mí no me incluyas mocoso —dijo sin más Yakumo mientras balanceaba su copa.
El pelirojo frunció su ceño —¿Quién eres tú? Me dijeron de me encargara del rubio.
—¿Encargarte de mí?
Yakumo dejó su copa en la barra y le miró con burla —Soy quien te asesinará si "el rubio" no termina contigo.
—¿Estás de mi lado? —Boruto le miró con confusión
—No estoy de lado de nadie, solo del mío.
Boruto se encogió de hombros —Mientras no me ataques me da igual lo que hagas.
—No lo voy a hacer porque al parecer eres del agrado de Sumire.
Boruto asintió sin quitarle la vista al pelirojo, mismo que miró a su acompañante —Encárgate de dispararles a los dos.
Boruto esquivó los rayos lanzados de aquella máquina y se dispuso a perseguir al pelirojo que estaba dispuesto a huir.
Pero todo había pasado tan rápido.
El cuerpo inerte de ambos tipos cayó al agua después de ser atravesados por una especie de ráfaga y se detuvo al ver a Yakumo a su lado con las manos ensangrentadas mientras dejaba ver sus garras. Lo miró sacudirse como si nada y luego lo observó.
—¿Por qué los mataste? —preguntó Boruto.
—¿No te ibas a encargar de ellos?
—Tú mismo lo dijiste, aun tenía cosas que averiguar, esto no ha terminado aquí, hay alguien que ya me esperaba aquí y quería que se encargaran de mí por algo—reclamó.
El demonio rodó los ojos —No me equivoqué cuando pensé que tú no eres capaz de matar —Miró a su alrededor —¿Ya viste que el lugar se está inundando?
Boruto pareció reaccionar y miró bajo sus pies, ahora el agua le llegaba hasta las piernas.
—No me gusta perder el tiempo, vine aquí para tener un tiempo con ella —dijo refiriéndose a Sumire—Pero estas basuras lo arruinaron todo.
—¿De verdad te interesa Sumire?
—Estás divagando, ¿No crees que es mejor salir de aquí? —dijo mientras se disponía a salir del lugar.
—¡Espera! —Boruto se dirigió a él con dificultad debido al agua.
—Aquí no está lo que buscas —dijo Yakumo de pronto y luego bufó con fastidio —Había dicho que no intervendría pero el aburrimiento me venció a demás de que ya estaba molesto por esta estupidez, pero mírame, ahora estoy metiéndome en esto.
Boruto parpadeó —No pareces ordinario ¿Quién eres?
—Un demonio, un con el que no quieres meterte.
—¿Tendría que hacerlo? —dijo con el ceño fruncido.
—No, solo me interesa ella y la quiero conmigo.
—No si ella no quiere —advirtió.
El pelinegro sonrió —¿Crees que no?
Algo proveniente de una bolsa de la bata de aquél tipo pelirrojo llamó la atención de Boruto, de prisa se dirigió a él y tomó un pequeño sobre, lo abrió y miró el contenido, eran las fórmulas de una sustancia y los planos de aquella máquina, además de algunas fotos de una daga que parecía de madera y tenía algunos símbolos en ella, también un ataúd negro en lo que parecía ser una habitación lujosa.
Frunció el ceño mientras su mirada se perdía en las imágenes ¿Qué era aquello?
De pronto las fotos le fueron arrebatadas y observó como el demonio fruncía el ceño.
—Oye…
—Esta daga… es mía… la perdí hace tiempo… —murmuró el demonio.
Boruto observó con sorpresa al demonio —¿Qué puede hacer esa daga? ¿Por qué ellos tienen estas fotos?
—Así que es así como violan las leyes de las almas…. —sonrió mientras sus ojos se volvían rojos —mataré a quien la tenga.
Boruto frunció el ceño —Supongo que… a los dos nos interesa lo de esas fotos, mataste a mis pistas pero ahora supongo que vas a ayudarme con estas.
Yakumo le con notoria seriedad, dejó a relucir sus colmillos —No esperes que pelee tus batallas, tu las tuyas y yo las mías.
Boruto asintió y pronto el lugar comenzó a moverse y el agua comenzó a subir hasta casi cubrir sus cabezas, Boruto tomó aire y se sumergió por completo mientras Yakumo no tenía problemas con aquello y se disponía a nadar a otra sección seguido de Boruto, una vez afuera, se sostuvieron de uno de los barandales, pues el barco se estaba sumergiendo.
Ninguno de los dos dijo nada y ambos se impulsaron para saltar al mar y segundos antes de soltarse, Boruto soltó una especie de energía azul mezclada con rojo, la cual rodeó todo lo que quedaba del barco mientras se sumergía y provocando que explotara en el interior creando grande olas.
Comenzaron a nadar hasta el bote donde estaban las chicas y subieron al bote. Sarada no dudó en abrazarlo y Sumire no pudo evitar sonreír al ver a Yakumo también.
—¿Ha terminado? —preguntó Sarada
Boruto sacó de su bolsillo aquellos papeles que ya estaban mojados (las fórmulas y los planos de la máquina) Los tres presentes le observaron con curiosidad.
El rubio comenzó a romper en mil pedazos aquel papel que debido a que estaba mojado facilitaba el que se batieran, después de aquello, los pedazos fueron a dar a las profundidades del mar para desaparecer por completo.
—Aún falta algo más hermosa —le dijo con una sonrisa.
Sarada simplemente se abrazó a él y Sumire les sonrió a ambos mientras era observada por el demonio.
