One-shot escrito especialmente para los guest llamados "Javier" y "Guest", este one-shot cumple ambos requisitos: Betty y Frisk tienen un hijo, y además, están en modo Genderswap. Lamento la tardanza, espero lo disfruten si algún día lo leen.

Descargo de responsabilidad: Undertale es hecho por Toby "Radiation" Fox, AKA mi dios. Glitchtale es hecho por Camila Cuevas. Historia basada en el fanfic "Namikaze or Uzumaki" escrito por Fluffy-Akamaru.

Agradecimientos especiales a mis amigos: Eien no Hiryu, Hero456 y Insanity-G por haberme ayudado con los jefes de esta historia, las personalidades y múltiples escenas.

Alerta: no confundir "Glitchswap" con "Swapglitch", en Swapglitch, los personajes de Underswap viven la historia de Glitchtale, en Glitchswap, los personajes de Glitchtale más importantes cambian roles, por ende, Frisk, Betty, Amber y Chara tienen posiciones opuestas.

Multiverso.

One-shot

Esposa furiosa.

Au: Glitchswap.

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-[Fragmento 1: Un llamado de dolor]-

WHAM

El silencio de la oficina murió de manera súbita y sin aviso previo cuando las puertas fueron abiertas de una sola patada; una mujer de cabello marrón oscuro, suéter azul y rayas rojas entró hecha una furia al cuarto de la líder del departamento anti monstruos, vapor saliendo por su nariz conforme su pecho subía y bajaba de adelante hacia atrás, producto de su rasgo.

Estaba llena de Ira.

Tanto, que mandó la formalidad al demonio; simplemente clavó los dedos de su mano derecha en la madera del escritorio; los susodichos perdieron toda forma humana, dejando ver unas garras rojas estiradas que tenían similitudes a cuchillas, bajaron lentamente destrozando la madera, dejando cuatro marcas extremadamente profundas y desiguales que daban un aspecto bastante desagradable.

Fuere como fuere, la rubia no se alteró, en su lugar, simplemente movió un poco sus lentes, ajustándoselos mediante un empujo con su dedo índice.

No le tenía miedo, después de todo, sabía tan bien como ella la situación actual.

"¡¿DÓNDE ESTÁ MI MARIDO?!"

Rugió, parte de su forma verdadera había sido liberada, el color carmesí brillante escaló por su cabello, haciéndola pelirroja casi en su totalidad salvo por la coronilla. La usuaria de justicia y perseverancia ni siquiera se inmutó, todo lo contrario: simplemente retiró sus lentes porque desgraciadamente, habían sido ensalivados por aquel grito, sacó un pañuelo del interior de su chaqueta, y comenzó a pasarlo por el cristal derecho mediante el pulgar.

Riley: ¿Realmente quieres que te diga una respuesta, Frisk? -preguntó sarcásticamente la joven, su ceja derecha alzada en un gesto que le quitaba su culpa, efectivamente, Ben Dreemurr, el embajador de los monstruos, había estado perdido desde hacía casi cinco largos meses, y todo el mundo había entrado en caos, claro que en un principio, la primera en ser señalada fue ella.

Solo la culparon porque era la Bestia Negra, pese a ser su esposa, ella era, en efecto, quien más cerca estaba de él.

Pero con el paso de los días, se hizo evidente que Frisk no había sido... ahora la pregunta que hasta el día la gente se hacía era, ¿dónde estaba Ben?, sus hijos lloraban por su padre, la familia Dreemurr lloraba por su hijo, los monstruos desesperaban por su héroe y salvador... mientras que su mujer se mataba a si misma buscándole por cada rincón habido y por haber.

No había que ser un genio para adivinar el estado emocional de la única usuaria del rasgo Ira en el mundo: estaba cansada, frustrada, dolida y desesperada. Frisk no había sido creada por Caroline Lightvale para ser una madre, así que debía aprender sobre la marcha... su rasgo no ayudaba en absoluto, al venir "de fábrica" con un temperamento explosivo.

Ahora... si se le sumaba a la ecuación el estar sola, y buscando sin parar al hombre de su vida mientras tenía que criarlos... era una tortura.

"Frisk, entiendo que estés desesperada. Todos lo estamos, pero cálmate por-"

Se detuvo a si misma cuando vio un par de puntos rojos devolverle la mirada. Su cabello color carmesí emitía unos cuantos destellos, la magia maligna canalizándose por sus venas, llenándola con deseos asesinos. Los orbes amarillos de Rutrow tuvieron una ventana clara al estado emocional de la supuesta "reina roja", pudo ver un mar de fuego, un mar de ira y odio profundos por la situación que el mundo la hacía padecer.

Fue entonces cuando supo que si no fuera porque se lo había prometido al ojirrosado... le habría arrancado la cabeza en el momento que cruzó por esa puerta.

Una gota de sudor descendió por la mejilla derecha de la humana, cosa que Frisk notó. Siguió lentamente aquella pequeña concentración de agua con sal, viéndola bajar a paso de tortuga hasta que llegó a su mentón, cayendo hacia el escritorio, esparciéndose por la madera. Sus colmillos emitieron no una sonrisa, sino una mueca seria. Para nadie era secreto que Frisk solía tener un corazón tan ardiente como el maldito infierno, buscando quemar a todos los monstruos y humanos a su paso para forjarse un reino con las cenizas restantes.

Pero todo cambió cuando se casó con el portador de amor.

Benjamín "Ben" Dreemurr.

Probablemente el solo pensar en su nombre la hería, luego de tanto tiempo, no había pista alguna de donde podría estar. Para un político, el estar perdido ya era peligroso, más aún si se trataba de una posición tan importante como la que Ben ostentaba, era la cara pública de todos los monstruos después de todo. Al final de cuentas, su reemplazo ya había sido escogido.

Simplemente estaban esperando el momento adecuado para declarar al usuario de alma rosa como presunto muerto.

Riley suspiró, esta vez tomando un porte serio, tragándose los nervios y el miedo que provocaba la castaña en ella. Tenía que imponerse, muchas veces lo hizo cuando se estuvo haciendo pasar por la hija de su cuñado, y lo seguiría haciendo, especialmente porque no había nada que temer de una mocosa enojada.

Riley: escúchame, "Charlotte" -el escuchar el nombre humano que solía tener la portadora anterior de su cuerpo hizo a Frisk enfurecer, había costado tiempo, pero finalmente se supo que no eran dos hermanos Lightvale, sino tres. Y vaya que Caroline bajó mucho en opinión pública, la castaña despreciaba ser comparada con aquella chica muerta desde hace más de mil años- Benjamin será declarado como fallecido y reemplazado te guste o no; los Dreemurr, y el consejo político van a ver a Asgore como embajador, la decisión ya está tomada. El único motivo por el cual no se ha efectuado, es porque Asriel realmente tiene mucha influencia en su padre.

"¡NO PUEDEN HACER ESO!"

Exclamó con su melena roja brillando en una intensidad aún más grande, sus mechones comenzaron a temblar incluso. Estaba al borde del estallido, tantas emociones contenidas por cinco meses sumado al hecho de tener el rasgo más peligroso en la tierra generaban una combinación extremadamente nociva, en cualquier momento Frisk iba a explotar y quien sabe lo que pasaría.

Internamente, se culpó a si misma un poquito, pero tenía que enfrentar la verdad.

Se lo dejó bien en claro mediante su silencio, sabiendo que nada más podía hacer para cambiar la forma de pensar de aquella mujer -y también porque Riley no tenía voz o voto alguno pese a estar encargada del D.A.M- optó por irse a casa, había muchas en su cabeza ahora mismo, y no podía darse el lujo de permanecer tanto tiempo afuera, después de todo... tenía niños que cuidar.

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Frisk caminó en silencio hasta su hogar, ignorando por completo las miradas que le daban las familias desde el interior de sus casas, preparándose para dormir. Ya estaba acostumbrada desde hacía años. Sus puños se apretaron conforme empezaba a reconocer los edificios del distrito, estaba próxima a llegar... a un hogar donde no estaba quien amaba.

La idea de estar sola la enfurecía.

Sus ojos se cruzaron con la madera oscura de la puerta, haciéndola suspirar para intentar calmarse: debía entrar en su modo "madre buena" por el bien de sus pequeños retoños. Sonriendo, llevó su mano derecha al interior de su bolsillo, sacando una pequeña llave con el dibujo de un corazón rosado, pintado a mano por la más joven del dúo de hermanos a los que dio a luz.

Cliink~

Las bisagras rechinaron conforme se abría la tan dichosa puerta.

"¡MAMÁ!"

Lo primero que escuchó y vio, fue una pequeña niña de cabello marrón con mechones rojos corriendo hacia ella, rodeándola con sus bracitos. Frisk rió cariñosamente mientras sentía su temperamento bajar, se agachó para poder corresponder como se debía. El cuerpo de la pequeña Olivia se removió como un gusanito conforme se ponía de pie, feliz de ser cargada por ella.

Tanto la amaba, que no le importó las veces que le pegó con sus piernecitas.

Olivia: James y yo te echábamos de menos, mamá -habló su hija, mirándola con una sonrisita dulce, sus labios se estrellaron con la frente de la castaña en un beso cariñoso, para luego mirar hacia abajo, el mayor de los dos pequeños Dreemurr Noire estaba silenciosamente esperando su turno- ¡Jamie, Jamie, mami regresó!

No hubo respuesta. En su lugar, una mirada de reproche con mejillas infladas, junto a unos brazos alzados. Frisk sonrió mientras se agachaba por segunda vez, tomando con su otro brazo al muchacho de cabello marrón, alzándolos a ambos en sus hombros. Tenía la fuerza suficiente como para servir de montura para aquel par de siete y nueve años respectivamente, sin sufrir dolor alguno.

Aunque claro... sus hombros nunca reemplazarían los de Ben...

"Mamá, ¿dónde está papá?"

La voz del pequeño ojirrojo la trajo de regreso a la cruel realidad; ella no era quien debería estar llegando a casa a estas horas para tener una cena caliente con aquellos dos, no. Se suponía que sería su esposo, feliz, contento, lleno de amor y deseos por verlos a los tres luego de un largo día de trabajo. No supo qué responderle al pequeño niño determinado.

Ni ella lo sabía.

James no insistió en sacarle una respuesta a su madre, no. Era más inteligente de lo que aparentaba, y sabía que si tanto su hermana menor como su madre ignoraban el tema, era por algo, dolor, tristeza, o algo más... simplemente no pensaban en él.

Frisk: Vamos a comer queridos, les haré unas tostadas con mermelada y algo de jugo -comentó, caminando hacia la mesa para dejarlos a ambos en el suelo a que se sentaran, Olivia emitió chillidos de alegría por la noticia, adoraba el jugo de naranja después de todo, James le dio las gracias de manera tranquila, Noire se dirijió hasta la alacena, cortando tres panes en dos para comenzar a tostarlos.

Conforme el olor al pan empezando a quemarse entraba en su nariz, su mente divagaba al pasado.

Cinco meses tortuosos para la familia de tres, que hace unos... ciento veinticinco días, eran totalmente distintos: generalmente, los dos estarían jugando y gritando como locos en la mesa, mientras ella intentaba calmarlos y su querido hacía una cena simple, la mayoría de las veces, porque otras era ella. ¿Ahora?, siempre tenía que ser ella, de una manera apagada, robótica.

Casi mecánica o instintiva.

Las tostadas salieron y las dejó en tres platos, minutos después, el cuchillo se pasaba por la superficie dejando la mermelada sabor frambuesa por la misma, el color rosado la hizo sentirse aún peor.

Olivia: Mami, ¿estás bien? -Frisk regresó a la realidad para darse cuenta de que las bocas de sus hijos estaban llenas de migajas y restos del delicioso alimento, con sus vasos medio vacíos. Sus ojos se fijaron en que no había probado bocado alguno, ¿cuánto tiempo había estado divagando?, ni siquiera recordaba haberles servido jugo. La pequeña mano de la ojiverde le tocó uno de sus dedos, encerrándose estos en el mismo- Yo también extraño a papi...

Le dolía ver que su hija no era tan ignorante como aparentaba. Frisk no era fuerte emocionalmente, de hecho ese era uno de sus defectos más grandes como Bete Noire, su única maestría era la ira, y ni siquiera eso podía controlar bien. En estos momentos, agradecía la amabilidad y dulzura naturales que tenía su dulce retoña.

James la tomó de su otra mano, dándole otra mirada de cariño para intentar levantarle los ánimos. Era un buen chico, y realmente lo quería por ser tan comprensivo...

"Déjenme arroparlos, niños. Ya es tarde."

Instantes más tarde, sus manos subieron para que las cobijas pudieran cubrir el cuerpo de James, este cerrando sus ojos para poder dormir. Sus piernas la llevaron a la cama contigua, donde descansaba Olivia, esperando el mismo trato. Sus labios se estrellaron contra aquella pequeña frentecita, moviendo unos cuantos mechones salvajes en el proceso.

La puerta se cerró, y Frisk sintió el frío y la soledad de su hogar azotarla como un camión. Los pasillos perdieron todo el calor que ganaron cuando estaba con los niños, junto a su felicidad. La bestia negra se encaminó lentamente cual caracol a la recámara que antes compartía con su querido esposo, frente a la puerta se dio el tiempo de inhalar, esperanzada en lo imposible: la puerta se abrió... y Ben no estaba.

Dejó ir toda la fe que reunió mediante un suspiro, permitiendo que la agonía emocional entrara por su boca conforme se tiraba en la cama.

Nada más mover un poco la cabeza hacia la derecha, se encontró con un par de ojos rosados que la miraban desde una fotografía cubierta de polvo. Frisk sonrió, estirando su muñeca para alargar su brazo, agarrándola para regresar y verla más de cerca. Había sido una tarde de pareja unos cuantos años en el pasado, tiempo después de que saliera del calabozo en el que la habían confinado.

Habían ido a visitar el Underground por primera vez, pese a que lo conocía por sus historias y recuerdos, experimentarlo en carne propia era muy distinto. Su parte favorita de todo había sido New Home, con aquellas estructuras blancas y esos edificios tan bellos... realmente una ciudad preciosa, con un toque fantasmal que la hacía atrayente.

Como deseaba volver a verle.

Ahora que estaba sola y sus hijos en las tierras de Morfeo, podía darse la libertad de llorar todo lo que quería sin ser juzgada por nadie. Su rostro se arrugó conforme aquella emoción la abrumaba con tal fuerza que acabó con su rasgo natural; parte de su cabello cambió a color gris, el bello color carmesí brillante se había ido, no regresando hasta la noche siguiente. Frisk no se molestó en cambiarse, en su lugar, se abrazó tanto a la fotografía como a la almohada en la que su querido esposo solía recostar su cabeza.

Aún huele a ti, Ben...

Pensó, empapándola con las lágrimas saladas de su corazón.

Poco a poco la oscuridad se tragó la conciencia de la Bete Noire, llevándola a un mundo donde la realidad era mucho mejor que la vivida actualmente.

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"¿Sucede algo, mi manzanita?"

Frisk abrió lentamente sus ojos al escuchar la voz que tanto añoraba; la fémina giró su cabeza hacia la derecha, lágrimas acumulándose en sus ojos cuando efectivamente, vio el rostro de su esposo observándola con preocupación desde su derecha. Las manos le temblaron y la boca se le abrió, sus manos le agarraron la cara, tocándosela mil y un veces. Sus dedos se hundieron sobre sus mejillas, apretándolas sin contemplación alguna.

"¡AY!, ¡Frisk!"

Reclamó el usuario de amor, si bien adoraba el tacto de su mujer, las uñas las tenía irremediablemente duras y afiladas por sus poderes, así que le dolían bastante si no era cuidadosa.

Frisk: eres tú... Ben... oh, por mi madre... -era como un sueño hecho realidad. ¿Acaso todo había sido producto de su retorcida imaginación?, al mirar a su alrededor vio naturaleza, pasto, y árboles. Moviendo su cuello, notó entonces como las piernas le estaban colgando gracias a que estaba sentada en un barranco, la vista comenzó a hacérsele familiar, esos edificios a lo lejos, y la forma en la que el sol estaba "detrás" de los mismos... reconocía este lugar- Esta es... ¿la salida de la barrera?

Extrañado, Benjamín se frotó los cachetes para intentar disipar el dolor, posteriormente tras sentirse mejor, agarró cariñosamente el mentón de su pareja, observando aquellos ojos brillantes llenos de tantas emociones que no podía comprender, miedo, temor, sorpresa, preocupación, asombro, podría haber seguido hasta vaciar su vocabulario, de palabras malas eso si.

"Cariño, ¿estás bien?"

La Bete Noire ignoró totalmente su pregunta.

En su lugar, se puso de pie tras apartarle la mano, buscando explorar aún más los alrededores, más que nada porque un sentimiento de esperanza fusionado con pena la estaban desanimando, "¿qué tal si todo es un sueño?" fue plantado dentro suyo en forma de duda, el recorrido la llevó hasta una camioneta un par de metros lejos, al inspeccionarla más detenidamente, dos bultos estaban acurrucados en los asientos traseros.

James y Olivia.

Mis bebés...

Sonrió notando como los brazos de ambos estaban rodeándose mutuamente, en un gesto inconsciente de protección fraternal. Tranquilidad llegó al corazón de Ira II, conforme se apartaba de la ventana, habiendo marcado las yemas de sus dedos por la cantidad de tiempo que pasó pegada a la misma, al darse la vuelta, el rostro preocupado de su cónyuge la recibió, haciéndola sentirse mal.

"Frisk, ¿qué demonios te sucede?"

Aquella forma tan única para decir su nombre se lo confirmó una vez más, efectivamente, estaba hablando con su esposo.

Más por instinto que otra cosa, le rodeó con sus brazos, sintiendo su calor, su cariño. Las ganas de llorar no le faltaban mientras más se le encogía el corazón, si esto era un sueño, no quería ser despertada nunca más, ¿para qué, si estaban juntos?

Por mis hijos

Recordó entonces al par que arropó esa misma noche, antes de ahogarse en la tristeza, por mucho que quisiera quedarse aquí en esta dulce fantasía, no le era posible. ¿Cómo pudo contemplar aquella posibilidad?, esos pobres niños ya habían perdido a su padre, y ahora quería quitarles a la única familia que les quedaba. Miró fijamente el rosado intenso de Ben, aquel color tan lindo y suave que adoraba.

Todavía lo amaba, y con locura.

Frisk: Lo siento, Ben... pero no puedo quedarme aquí contigo -respondió la duda que jamás fue hecha, la castaña no era estúpida, las cosas eran demasiado perfectas para ser verdad, no eran reales. Le dolía mucho, pero debía enfrentar la realidad- Verte una vez más ha sido maravilloso... pero no puedo quedarme aquí -continuó, tomándole las manos para rodearlas con las suyas, queriendo sentir aún más su calor- te amo, Ben... muchísimo...

El silencio reinó tras la declaración; Frisk estrechó aún más el abrazo, buscando llenar el vacío que dejó su partida súbita. Para ella, esto era una especie de "adiós", una señal de la vida misma de que nunca más podría encontrarse con quien la había salvado, únicamente en sus sueños. Claro, no pensaba volver a casarse ni mucho menos, pero si aprovechar aquel último encuentro.

Un día que jamás se daría.

"Y ahora que he vuelto a verte... creo que puedo seguir adelante..."

Finalizó, frotándose contra su pecho.

Sintió sus manos tocarle la espalda en un movimiento circular, como caricia, tranquilizándola. Suspiró, disfrutando del momento, se sentía aliviada de por fin haberle dicho todo lo que por tanto tiempo estuvo conteniendo, aún si no era el verdadero Ben Dreemurr, era su esposo de cierta manera, ¿quizás su alma había venido a visitarla desde el más allá para darle ánimos?, vaya idea tan romántica.

No podía estar más lejos de la verdad.

"Jejeje... eso era todo lo que necesitaba saber, querida mía..."

Subiendo hasta tomarle los hombros, la separó de él tras usar un agarre firme, obligándola a verle directamente a los ojos. Poco a poco, el lugar comenzó a cambiar: la vegetación se transformó en nada, el pasto en piedra lisa, la luz solar desapareció y el cielo fue cubierto por un techo, un pequeño cuarto oscuro con una única entrada, una enorme puerta de metal.

Frisk: Ben... esto... ¿esto es obra tuya? -tartamudeó, al borde de las lágrimas nuevamente. Esta tenía que ser la magia de su esposo, era el único que podía hacer ilusiones tan perfectas que podían hacerse pasar por sueños o la realidad misma, el que ella creía como fantasma asintió dos veces, quitándole cualquier rastro de duda que pudiera tener- ¿c-como es que tú-

Puso su dedo índice en su boca para callarla. Por mucho que le gustara su voz, no había tiempo para charlar.

Ben: escúchame manzanita: no hay tiempo que explicar, es hora de actuar. Estoy preso en alguna parte del bosque, utilicé la poca magia que me tenía para encontrar el lazo que comparten nuestros rasgos gracias a la leyenda de nuestros predecesores -justo tras terminar, empezó a parpadear. El agarre se hizo más fuerte, arrugándole parte de la ropa a la fémina- Cariño, tienes que venir rápido por favor... lamento haber tardado tanto en comunicarme contigo, pero apenas y puedo mantenerme consciente... mantienen mi magia anulada para imposibilitar cualquier forma de hallarme, he gastado lo último que tenía intentando llamarte.

Frisk: ¿Qué? -Era comprensible, había hablado tan rápido y soltado tanta información que Frisk apenas y pudo entenderlo, ¿entonces estaba secuestrado en alguna parte de las afueras de Ebott?, ¿desde cuándo?, ¿todo este tiempo?, ¿por qué?, tenía tantas cosas que quería decirle, pero efectivamente, no había tiempo. Todo estaba siendo sumido en oscuridad, incluido el cuarto en el que estaban- B-Ben... ¡espera!, ¡no te vayas!

Intentó alcanzarlo, agarrarle de la mano otra vez, pero no.

Su esposo se hizo trizas como si fuera cristal, junto a todo lo que había creado.

Poco a poco, la bestia negra comenzó a despertar, sintiendo el retumbar de los gallos en sus oídos, tan fuerte que llegaba a lastimarle.

"Estoy atrapado en un cuarto como este, Frisk... ¡recuerda, busca una cueva, mi dulce manzanita!"

Lo último que vio Bete Noire fue un destello de luz, cegándola y quitándola a la fuerza de las tierras gobernadas por Morfeo, que hasta ese momento habían sido moldeadas por el hijo de los reyes.

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KIII KIRI KIIII, KIII KIRI KIIII~

El sonido de los gallos retumbando en sus oídos fue lo que la recibió de regreso a la tierra de los vivos. La bestia negra, cansada, abrió lentamente sus párpados al sentir la luz del sol sobre ellos nuevamente, con gran pereza y algo de ligera dificultad comenzó a incorporarse en la cama. Sus ojos no pesaban como ya era costumbre todas las mañanas, de hecho si era valiente podría decirse que este era el mejor sueño que había tenido en mucho tiempo.

Sueño...

Sus ojos se abrieron en ese instante.

Busca una cueva, mi dulce manzanita

Y su voz resonó en sus memorias como si se tratara de una orden divina.

Frisk: ¡Ben! -llamó a su marido, todas las revelaciones que le había contado estallando en su mente como globos, subiendo su adrenalina a niveles estratosféricos. Lo primero que hizo fue ir a buscar ropa nueva, no había tiempo que perder; ahora sabía donde podía estar su marido y tenía que llegar rápido, esta era la única señal que iba a recibir.

Abriendo la puerta del baño, se desvistió y comenzó a darse una ducha para quitar los últimos restos de sueño en su ser, cerrando los ojos mientras intentaba contener la ira natural de su ser por quienes sean los captores que casi destruyeron su familia.

Necesitaba... pensar.

Ugh, como odiaba esa palabra.

¿Podría ir sola... ?

Pensó, ella era fuerte, sin mencionar que no era un ser humano en su totalidad, tenía un bonus extra en cuanto a resistencia y poder se referían sobre tanto los monstruos como por los humanos.

Pero he allí su gran debilidad; Frisk no estaba ni nunca estaría a plena capacidad sin consumir almas, y desgraciadamente esa era una alternativa que ya no estaba dispuesta a tomar tras todos esos años.

Fácilmente pudo verse a si misma siendo abrumada en número, enemigos que sin tentarse el corazón iban a liquidarla, si consiguieron resistirse a las ilusiones soñadoras que creaba su cónyuge, eso solo podía significar que estaba enfrentándose con el peor tipo de calaña que había parido la tierra, tal vez fanáticos, terroristas, religiosos o asesinos.

Diablos, por todo lo que sabía, podían ser simples enfermos mentales incapaces de sentir amor propio o hacia otros.

Una buena teoría.

Descartado... necesito números, ¿pero quién querría ayudarme?, todos me odian

Un hecho innegable. No había ser vivo en Ebott más allá de su esposo, sus retoños y quizás Riley -aunque hasta el día de hoy dudaba de lo contrario, después de todo había matado a Jessie Grey, su cuñado- por lo que buscar ayuda sería un verdadero reto.

¿Qué humano o monstruo en su sano juicio querría emparejarse en una "búsqueda" de fantasmas con la tan temible bestia negra, que logró poner en jaque toda una ciudad hace unos años atrás?, ¿quién podía ser tan estúpido para acompañarla solo porque tuvo un "sueño profético" donde hablaba con su marido?, lo más sensato era pensar que era una trampa para conseguir un alma.

Si, probablemente pensaría que ahora sin Amor para detenerla, Ira sería libre de quitarse la máscara de niña buena redimida para asestar un golpe definitivo a todo el mundo.

Era deprimente... pero realista, estaba totalmente sola en esto.

O eso creía, hasta que su parte "malvada" le habló a ella en esos momentos, sacando del baúl de las artimañas crueles una forma de chantaje perfecta para engrosar su ejército de una sola persona.

"Tal vez no me quieran a mi... pero si a él..."

Los monstruos amaban a Ben Dreemurr, eso era innegable.

Nadie iba a ayudar a su esposa, eso era una verdad irrefutable.

¿Pero si sacaba su nombre, cómo no iban a apoyarle? especialmente la familia real, que justo como la suya, parecía estarse desmoronando a pedazos sin el pegamento que los había juntado otra vez.

Todo hizo click en su mente en ese momento. Era el plan perfecto; probablemente Asgore, Toriel y Asriel estarían sumergidos en la penuria lo suficiente como para ayudarla, incluso si solo se trataba de una mísera pista como lo era aquella fantasía nocturna.

Alegre, motivada y con las energías renovadas, Ira se vistió tras haberse secado completamente, normalmente a estas horas de la mañana ni siquiera habría pensado en levantarse, o al menos no tan temprano, ya había acostumbrado a sus dos niños a tomar desayuno más tarde... aunque no es como si tuvieran problemas, Olivia y James ya habían perdido un poco el apetito sin su padre.

Pero las cosas van a cambiar

Pensó, determinada, caminando en dirección a la cocina. Abriendo una de las bolsas donde almacenaba el pan, cortó dos rebanadas y comenzó a aplicarles mantequilla, iba a dejarles la acomida hecha para cuando despertaran, porque muy probablemente no iba a estar para cuando lo hicieran, el tiempo era oro, mientras más segundos desperdiciara... más sufriría su esposo.

Una cueva... ¿dónde mierda voy a encontrar una cueva en un bosque tan grande?...

Las afueras de la ciudad había dicho su querido. Ahora la pregunta era, ¿en qué parte exactamente?, ¿cerca del subsuelo, o a la salida de la ciudad?, maldita sea, por lo que sabía, podía estar incluso detrás de su casa en estos momentos, haber elegido un escondite en el bosque de una ciudad completamente rodeada por la naturaleza había sido un plan maestro.

Con razón no lo había encontrado hasta ese día.

No importa dónde... ese esqueleto podría ayudar, con su teletransportación, quizás-

"¿Mamá?... ¿qué haces despierta?"

El filo del cuchillo dejó de frotarse por la masa en ese mismo momento. Volteando la cabeza hacia atrás, de manera mecánica y lenta como si fuera un caracol, rogó a sus adentros mientras maldecía su suerte, que hubiera sido solo una alucinación suya.

Parada detrás suyo, estaba su pequeña Olivia, sosteniendo en una de sus manos un peluche de oso azul, descalza como siempre, sus pequeñas cejas arqueadas en una mueca de preocupación pura.

Frisk: (¡Carajo!) -terminó enfureciéndose consigo misma, probablemente fue la bolsa, debió haberla agarrado demasiado fuerte y rápido, no fijándose en cuanto ruido había hecho al abrirla, eso debió haberla despertado. Intentando contener el color rojo que escalaba peligrosamente por su melena, la bestia negra se agachó frente a su vástago, sonriéndole tan dulce como pudo- buenos días tesorito... ¿cómo estás?, ¿qué haces aquí?

Olivia se cruzó de brazos. Para ser una pequeña de siete años, era casi tan astuta como su hermano mayor, en múltiples ocasiones Frisk se había preguntado a si misma, ¿de qué hablaban sus hijos a sus espaldas cuando no estaba en la casa?, la cantidad de independencia que habían desarrollado sus crías por la falta de su padre la aterraba, James había influenciado a su hermanita más de lo que debía.

He allí, que fuera tan astuta.

"Yo te pregunté primero, mamá"

Insistió.

Frisk en ese momento supo que debía calmarse. Bajando el carmesí de su melena, se agachó para estar a su altura. Como toda niña pequeña, en el momento en el que comenzó a ser tratada como una igual, cambió la forma con la que estaba mirándola. Frisk había aprendido muchas cosas a lo largo de estos siete años sobre como leer a las personas, sobre conocer a sus hijos.

Y si bien, ambos tenían toda una vida por delante, y Ben no estaba aquí para hacer que pensara fríamente... eso no le quitaba el hecho de que seguía siendo una madre.

Su madre.

Frisk: Voy a estar afuera el día de hoy, cariño -habló la castaña, observando seriamente a su niñita. Normalmente, y por ser el mayor, hablaría de estos temas con James, pero probablemente debería de estar durmiendo. De todos modos, esto le ayudaría a madurar, algún día sus hijos iban a abandonarla para encontrar sus propios destinos, era mejor empezar pronto, por mucho que le doliera. Sus ojos carmesíes contrastaban con los de la infante, su pequeña mandíbula se separó un poco, abriendo la boca por la sorpresa- Así que necesitaré un favor de tu parte... debes ser valiente y esperarme, ¿si?

Olivia se mantuvo callada.

Bete Noire fue víctima de los ojos acusadores, silenciosos e imperturbables de su vástago. Fijamente, observándola, Ira fue capaz de llegar a ver su rostro reflejado en sus pupilas, cual espejo. Estaba esperando múltiples reacciones: que le preguntara a donde iba, querer acompañarla, o incluso nuevamente incordiar respecto al paradero de su padre.

Cualquier cosa...

En su lugar, tuvo la respuesta que menos deseaba.

Poco a poco, el rostro infantil comenzó a cambiar de expresión: en lugar de una carita seria o expectante, cerró los ojos y mostró la dentadura. Una mueca de alegría, inocencia, que brillaba como si fuera el sol mañanero. Olivia volvió a tomar su oso de peluche con una mano, usando la otra para agarrar el índice izquierdo de su madre, rodeándolo y apretándolo en un gesto de confianza ciega.

"Está bien mamá."

Contestó de una manera cortante, breve. Para Frisk, esa manera de dirigirse a ella era irregular. Tal vez sabía que iba a ir a buscar a su padre el día de hoy, o simplemente aquella niña estaba asumiendo que iba a perderla también, una vez saliera por esa puerta. Fuera cual fuera la respuesta, la bestia negra se tragó su tristeza, sumiéndola en lo profundo de su herida alma.

"Bien"

Dijo colocándose de pie, dándole la espalda para continuar preparándoles el desayuno.

Los pasos que le siguieron fueron en dirección al cuarto donde dormía. Con el cuchillo dejando los últimos restos de mantequilla en la masa, volvió a cubrirlo con la sustancia amarillenta, jurándose internamente que este no iba a ser el día donde sus dos hijos quedarían huérfanos.

Antes de que saliera el sol del día siguiente, iba a cruzar por esa puerta al lado de su marido.

Eso era algo de lo cual sus dos hijos podían estar seguros.

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-[Fragmento 2: Malas semillas, pésima cosecha]-

Chaca chak... chaca chak... chaca chak

Los dedos de Gaster chocaban insistentemente contra la mesa, en un gesto de exasperación. Sus ojos brillaban como si fueran dos luceros en miniatura, a su lado, sentados, sus hijos. Sans tenía una expresión similar, aunque en su caso su sonrisa estaba ligeramente más pequeña, con su cráneo apoyado en la mano derecha. Del trío esquelético, Papyrus era el único que parecía estar más tranquilo, la expresión que tenía era una de nerviosismo.

Movió la cabeza hacia la derecha de la mesa, en un gesto de curiosidad.

Toriel, Asgore y Asriel estaban sentados también. Asgore en lugar de sus clásicas ropas de días libres traía puesta su armadura, algo que realmente extrañó al más pequeño de la familia. El rostro del monarca estaba serio, y parte de sus negros ojos estaban iluminados en sus colores característicos. Discretamente bajó la mirada, confirmando sus sospechas.

Tenía su tridente debajo de la mesa, apretándolo como si la vida le dependiera de ello.

Incapaz de aguantar la presión de aquel ambiente tan pesado, decidió hablar, por muy imprudente que fuera.

"EH... ¿REY ASGORE?... ¿POR QUÉ TRAE SU TRIDENTE AFUERA?"

El rey alzó la mirada para ver a su súbdito, su rostro aún manteniendo aquella expresión fría, nunca cambiante, como si fuera una piedra. Por supuesto, no importa cuantos años pasaran, ni que haya vivido en carne propia lo que esa mujer era capaz de hacer, Papyrus siempre sería Papyrus, así que usando toda la paciencia que tenía, enterró sus deseos de darle un coscorrón por haber hecho una pregunta tan, pero tan estúpida.

Asgore: para protegernos -respondió rápida y fríamente, observando la única puerta que había como entrada y salida a aquella habitación, hecha especialmente para reuniones. Cuando Papyrus preguntó por qué, Undyne estrujó aún más fuerte sus puños, por mucho cariño que le tuviera, realmente su imprudencia superaba con creces la inocencia contenida dentro de esos huesos.

Y eso ya era decir mucho para alguien como Papyrus.

"Guarda silencio, Papyrus"

Él tuvo que intervenir con tal de controlar la situación. Si bien, no tenía los recuerdos de toda su vida junto a él, Papyrus había aprendido a conocer lo suficiente a su padre en este último tiempo como para identificar aquel tono de voz. Era el tono paternal, no de petición, sino de orden. Cubriendo su cabeza dentro de su bufanda, el esqueleto observó hacia adelante igual que todos los demás, debía obedecer.

¿Pero como podían culparlo, si no entendía nada de lo que estaba pasando?, a su parecer, esto no tenía sentido. Para él, la "Humana no humana" había probado hace muchísimo tiempo ya que su cambio era real, auténtico, todo gracias a Ben. ¿Por qué tenían que mirar con malos ojos el que quisiera reunirse con ellos?, ¿por qué creer que era una trama en lugar de un gesto de verdadera amistad?

Incluso su hermano estaba actuado así, no molestándose en ocultarlo pese a estar presente.

Cliiink~

Finalmente la puerta se abrió, matando el suspenso que a todos había estado incordiando desde el primer momento en el que recibieron la petición de reunión. Bete Noire fue inmediatamente fusilada por las miradas frías y serias de quienes alguna vez habitaron el monte Ebott, salvo Papyrus. Él, de todos, fue el único que demostró preocupación por ella, no habían compartido demasiado a decir verdad...

Pero hasta él pudo notar el aire de melancolía que ocultaba ese rostro tranquilo y esos párpados a medio cerrar.

Dando unas pisadas al frente, lo primero que hizo fue darse la vuelta para cerrar la puerta tras de si, casi pudo sentir el tridente de Asgore ensartándose en su espalda junto a la lanza de Undyne, lo cual la hizo sonreír. Ninguno de los dos era bueno ocultando el obvio odio que tenían por ella. Nuevamente les miró, caminando hasta la mesa donde esperaban, tomando el único asiento restante.

Gaster cruzó miradas con la fémina, rojo y carmesí/azulado, uno inmutable, el otro lleno de desprecio incalculable.

Gaster: Creo que hablo por todos cuando digo que queremos saber... ¿qué quieres? -Demandó, directo al grano como siempre. Para él, eternamente sería una abominación, la causa de la muerte de tantos inocentes, no importando si pasaban cien años o mil vidas. La odiaría para siempre. Y como tal, estaba preparado, cualquier cosa que intentara iba a ser anulada, mil y un planes junto a contingencias formulados en todo el tiempo que tuvo ahí con sus compañeros, aguardando a ser desempaquetados, empleados.

Podía incluso sentir como le ardían las manos, deseosas de arrancarle el alma para hacerla pedazos.

Si, el científico real era un hombre de acción y planificación... y sin embargo, ni él ni nadie pudo prever lo que iba a salir de esos labios amarillentos.

"Tengo una pista para encontrar a Ben"

...

Silencio.

Todos se quedaron callados en ese preciso momento, justo como pensaba. Analizándolo detenidamente, Frisk encontró el sentido a su estupefacción grupal: todos amaban a Ben Dreemurr, su embajador, su héroe. El hombre que salvó toda la ciudad de ella, tras liberar una civilización milenaria y convertirse en su representante. El hombre que se había perdido y nunca más regresó.

Toriel fue la primera en reaccionar.

Snif... snif...

Su nariz se movió ligeramente. Dolor tomó control del corazón de la ex-reina una vez más. Había estado aguantándose por ser esta una reunión hecha por la madre de sus nietos, tal vez una posible emboscada. Pero el solo oír el nombre de aquel pequeño que había criado hasta transformarlo en un hombre de bien, su hijo adoptivo cuya ausencia lloraba en soledad... le destrozaba el corazón.

Toriel: ¿cómo puedes ser tan cruel? -musitó con una voz temblorosa. La ex-reina apoyó el codo de su brazo izquierdo en la mesa, cargando su cabeza en su mano. Las lágrimas que caían por sus ojos carmesíes se secaban al entrar en contacto con su pelaje, aún con los dedos en su rostro había dejado espacio suficiente para que Frisk pudiera verla directamente a los ojos- Después de todo el sufrimiento por el que estamos pasando... por el que yo estoy pasando... ¡¿ahora te atreves a darme esperanzas?!, ¡¿TÚ, DE TODAS LAS PERSONAS?!

El hechizo hecho hembra abrió los ojos cuando escuchó la intensidad con la que Toriel le había hablado. Incapaz de aguantarlo más, empezó a llorar libremente, no importándole que su ex-esposo hubiera puesto su brazo derecho alrededor de sus hombros. Frisk se mantuvo callada, bajando la mirada con evidente duda, de una madre a otra, podía entender exactamente como se sentía su cuñada Toriel.

Ben era su esposo, y si bien ella no había perdido a ninguno de sus hijos, sin duda alguna estaría igual o peor intentando encontrarlos.

Mientras la ex-esposa de Asgore Dreemurr pasaba por todo ese dolor, su único primogénito biológico fue llevado al límite cuando vio a su madre en aquel estado: repitiendo constantemente el nombre de su hermano adoptivo, con ambas manos en la cara, quebrada totalmente. La ardiente ira que sintió en esos momentos fue perfectamente ocultada bajo una expresión seria, cosa que Asriel no pudo hacer: sus labios se torcieron en una mueca de ira, mostrando sus dientes.

Sus escleróticas se ennegrecieron y, antes de que alguien pudiera hacer algo para detenerle, brincó de su asiento, manifestando uno de sus Chaos Saber en pleno aire.

SWING

El príncipe aterrizó justo en frente de su cuñada, con su arma en frente suyo. La punta del arma blanquecina entró en contacto con la piel de Bete Noire, si empujaba solo un poco, iba a rompérsela. Mientras que él estaba furioso, la expresión siempre tranquila en el rostro femenino seguía allí, lo cual era irónico teniendo en cuenta su rasgo. Frisk plantó su vista en el hermano de su esposo.

Necesitaba ganarse su confianza.

Asriel: ¡MENTIRAS! -gritó con todas sus fuerzas, no queriendo creer nada de lo que tuviera que decir. Ben era su amigo, casi su hermano. Le quería casi tanto como alguna vez quiso a Amber, aún si esa cosa era legalmente su cuñada... había tocado un tema tabú. Los llantos de su madre por no saber el bienestar del ojirrosado seguían resonando dentro de su cabeza cada noche, y ahora al mencionarlo, había hecho que llorara otra vez- ¡ESTÁS MINTIENDO!, ¡ES LO ÚNICO QUE SABES HACER BIEN!

Su dolor era palpable, y evidente por la forma en la que estaba hablando. Con su vista afilada, la usuaria del rasgo carmesí consiguió ver un detalle que había pasado por alto hasta ese momento; marcas de lágrimas. El pelaje debajo de sus ojos tenía dos pequeñas líneas oscurecidas, y ojeras inducidas por falta de sueño. Una situación similar a la que ella había estado pasando, pero de nuevo, Ben era familia, no llorar su desaparición sería impensable. Fuere como fuere, la castaña mantuvo su expresión imperturbable.

Iba a demostrárselo.

"No te estoy mintiendo, Asriel Dreemurr. A ninguno de ustedes."

Sans, desde atrás, empezó a escanearla con la mirada. Su espalda estaba erguida en una postura de confianza, el tener al príncipe en frente suyo listo para rebanarle la cabeza no la intimidó en absoluto, estaba verdaderamente segura de lo que decía. ¿Pero cómo confiar en ella, que tanto dolor les había causado, que tantas mentiras había dicho?, pero era la mujer del niño, había visto en incontables ocasiones una mirada amorosa en esos horribles ojos color sangre, con el usuario de Amor como su objetivo.

Era una situación difícil. Por un lado, quería creerle, por el otro deseaba matarla tanto como su padre.

Undyne: Bien... -Undyne fue la siguiente en hablar, ganándose las miradas de sus amigos. Su ceja se alzó con intriga, puede que no lo pareciera, pero ella estaba entre los que más querían matar a esa mocosa, pues si no fuera por ella, Alphys aún estaría aquí con ella- supongamos que es cierto, que dices la verdad y sabes donde está el muchacho... -sonrió, creyendo tenerla sujetada del pescuezo. Si su teoría era correcta, esta no era nada más que una trampa, sin Ben aquí, ¿quién podría detenerla?, quería humillarla y hacerla sentir como un criminal atrapado con las manos en la masa- ¿cómo lo sabes?

Escéptica, burlesca y hostil, Undyne usó un tono evidentemente ofensivo para con la escudera, queriendo sacarla de quicio. Teniendo información la hizo sentirse poderosa ante la capitana. ¿Cómo podía olvidar uno de los poderes principales de su esposo, cuando había peleado contra él?, a veces realmente pensaba que eran solo un grupo de idiotas. Optando por sincerarse, apartó ligeramente el sable de Asriel de su cuello.

Mientras más rápido concluyera todo esto, mejor. Su marido estaba esperándola, sus hijos esperaban a su padre y estos tontos a su representante, a su amigo... no podía decepcionar a ninguno. No quería a los monstruos, la hostilidad entre ella y ellos nunca se acabaría, pero si había algo que prometió nunca repetir, era lastimar al castaño.

Debía empezar por la verdad.

Frisk: Ben tiene el poder de las ilusiones, ¿o ya lo olvidaste? -saboreó enormemente el como la pelirroja se quedó callada, juntando sus labios para perder su sonrisa. Asriel lentamente volvió a su asiento, caminando de forma pesada y con la espalda encorvada. Viéndose libre para continuar, ira señaló sus ojos- me fui a dormir ayer en la noche, y me contactó mediante mis sueños, me dijo que está atrapado en alguna cueva dentro de un cuarto metálico.

"Dices que te mostró una cueva... ¿mediante tus sueños?"

Preguntó Gaster nuevamente, ahora con un visible tono de duda, no necesitó alzar los dedos para hacer el gesto de entrecomillas, con solo oírlo se notaba que no le creía. Estaba escéptico, ¿y cómo no? si esa mujer había nacido para matarlos. Aún con todos los años que habían pasado desde aquella época, no podía simplemente fingir que confiaba en ella plenamente, ninguno de ellos.

Porque Frisk estuvo a un pelo de matarlos a todos.

Finalmente el rey de los monstruos decidió hablar, dándole su espacio en cuestión a su ex-mujer. Él también pasaba por un gran dolor, ya había cometido muchos errores, y sin duda alguna, el haber tenido a su familia lo más junta posible en tiempos modernos, para que ahora se estuviera cayendo a pedazos, era otro de ellos. Odiaba a la bestia negra con todas sus fuerzas, pero no podía matarla porque a parte de no haber hecho nada malo, era la esposa de su hijo.

Así que, si nadie iba a hacerlo, iba a decirlo él mismo.

Asgore: Escucha... Frisk -decir su nombre costó más de lo que aparentaba. Aunque había entrado a este cuarto con deseos en un principio de hacerla picadillo en cuanto intentara algo, había terminado ablandado por el pequeño quiebre que Toriel había tenido, este era el mejor trato que la castaña podía esperarse por parte suya- Lamento decirlo, pero incluso si dijeras la verdad, no podemos creerte... no luego de todo lo que nos hiciste, aún si fue hace tanto tiempo... nada cambiará el hecho de que el daño que le hiciste a esta ciudad es irreparable.

Ira, por su lado, llegó a su límite una vez el rey de la montaña le respondió. Si bien, tenía ganas de reventarle la cabeza de un zarpazo, debía contenerse.

Había que ser directa, por Ben, sus hijos... y este grupo de idiotas también.

Frisk: Ahora escúchenme a mí... ya ha pasado mucho tiempo desde que desapareció. Sé que no les agrado, y nunca van a perdonarme... -era la primera vez que usaba un tono relativamente triste en público. Por como Toriel y Papyrus cambiaron sus expresiones, fuese cual fuese su rostro, estaba funcionando. No es como si quisiera manipularlos para hacer algo malo después de todo, solo requería su ayuda... no dudaría en usar todos sus trucos- pero ahora hay algo más importante en juego que su odio hacia mi: Ben... yo lo necesito, ustedes lo necesitan, mis hijos lo necesitan... si quieren creer en mi está bien, sino... igual iré.

Dando su patético intento como finalizado, la castaña hizo una ligera reverencia, volteando hacia la puerta por la que había entrado hacia casi una eternidad. No miró hacia atrás para causar lástima, ya se había rebajado al máximo para sus muy altos estándares, prácticamente les había rogado de rodillas que hicieran su odio a un lado para venir a rescatar al hombre que los unía a todos ellos, su estandarte.

Y terminó fracasando estrepitosamente. Suspirando con una mano en el marco de la puerta, observó los pocos árboles del bosque que mostraba la ventana del pasillo que llevaba a la sala, mentalmente se preparó a si misma para pasarse horas buscando en diferentes puntos, quizás usar sus masas para cubrir más terreno sería buena idea.

"Tal vez sea una bestia... pero al final del día, soy también una madre"

WHAM

Casi de inmediato salió y cerró la puerta con tanta fuerza como le fue posible, en una clara señal de frustración. Frisk suspiró, descartando casi de inmediato la idea de recargarse en la pared, pues el tiempo era escaso y ya había desperdiciado mucho en lágrimas de cocodrilo inútiles e inservibles.

Lo que había dicho al final no fue para que sintieran lástima por ella o compasión, era la pura verdad. ¿Qué ganaba ella estando sin su esposo, cuando la vida de sus hijos se hacía más desdichada con cada día que pasaba?, no podía ser madre y padre al mismo tiempo, Ben era irremplazable en la vida de todos.

Si no querían acompañarla, pues muy bien.

Ella, Bete "Frisk" Noire, la mujer que trató de hacerlos polvo a todos, iría a buscarles a su embajador.

"Tranquilo mi algodón de azúcar... yo voy a ir a por ti"

Sonrió, sintiendo la adrenalina y el deseo de pelear empezar a cursarle por las venas; el destino la llamaba a pelear otra vez como en los viejos tiempos, ¿así que había sido raptado?, fantástico. Iba a tener la oportunidad de lucirse y cargar al usuario de Amor entre sus brazos como en esos cuentos de hadas ridículos que le gustaban a su hija.

Por primera vez, usaría su ira para algo bueno... ¿y qué mejor motivo que rescatar a su cónyuge?

.


.

El primero en ponerse de pie fue Gaster, dejando salir un suspiro al ver que por fin estaban todos solos, lejos de aquella criatura. Aguantar sus ganas de partirla a la mitad había sido una proeza de la que podía estar orgulloso. Cambiando su expresión seria por una más tranquila y amigable, negó con la cabeza orgulloso por haber negado la propuesta.

"Al final todo esto fue una pérdida de tiempo... ¿no lo crees G?"

Asintió casi al instante, Sans alzó los hombros mientras cerraba los ojos, él había sido una de las personas que más pronto se rindieron respecto al paradero del rosadito. Muy probablemente aún guardaba algo de rencor no solo porque gracias a los errores podía recordar todas las líneas temporales antes de esta, sino porque pese a que esa maldita le había matado...

Él la dejó vivir.

Eso si que no lo hacía un amigo, era algo en lo que padre e hijo podían estar de acuerdo.

Dispuestos a salir de allí, Sans y Gaster fueron los siguientes en aproximarse a la salida, más el comediante de Snowdin detuvo su paso al notar que faltaba su hermano menor: volteando a verle con un rostro extrañado, se encontró con la cara ensombrecida del ex-aspirante a guardia real.

"¿Papyrus?"

El amante del spaghetti se puso de pie cuando escuchó su nombre, pero no para seguir a sus familiares, sino para llamar la atención de Undyne y los Dreemurr. Aún cuando no golpeó la mesa, la determinación que irradiaban sus cuencas fruncidas era remarcable, lo suficiente para hacer que el cuenta-chistes perdiera los puntos blancos en las suyas propias.

Esa mirada no podía traer nada bueno.

Papyrus: YO VOY A IR -exclamó con su voz potente que tanto le caracterizaba, pero el tono era diferente. Era uno que denotaba fuerza, decisión. Características que si bien, ya definían a Papyrus, ahora había reunido fuerzas necesarias para incluso plantarle cara a su padre y hermano mayor, cosa que justo como intuía, iba a tener que hacer.

Porque Gaster inmediatamente se molestó, volteando por completo para tapar la entrada.

"No. Tú no vas a ir a ninguna parte: mucho menos cerca de esa cosa."

Su voz tenía ahora la autoridad paternal que pocas veces utilizaba, pues Gaster era un padre bastante permisivo, después de todo ambos esqueletos estaban en su época de adultos y eran libres de hacer lo que querían... pero su seguridad era otra historia. A ojos del científico real, la personalidad de su hijo más pequeño era un problema con el cual ya había comprendido que no podría exterminar.

Detenerlo era la mejor solución.

El príncipe, preocupado por su amigo huesudo, se puso por parte de Gaster y Sans al ver las miradas entre los tres.

Asriel: Papyrus, por favor... no vayas -pidió el ojiverde, colocando su mano en el hombro del esqueleto con bufanda carmesí, pero sus súplicas cayeron en oídos sordos. Papyrus tomó la mano de Asriel y la retiró de su hombro, saliendo de la mesa donde habían estado sentados hasta ese momento, para ponerse en frente justo en medio de Undyne y los Dreemurrs, encarando a sus familiares.

Su ojo derecho ya estaba tomando matices rubíes, al mismo tiempo que su padre hacía rechinar sus dientes en frustración.

Pese a que se estaba preparando para luchar, Papyrus verdaderamente no quería hacerlo. Su rostro cambió de expresión por una más suave y tranquila, pese a que esperaba convencer al resto -o tantos como pudiera- de ir a acompañarle para salvar al de orbes rosados, sabía bien que sus esfuerzos serían en vano por más que lo intentara. Pero nada perdía tratando.

"YA NO PODEMOS VIVIR EN EL PASADO, PAPÁ... HA PASADO MUCHO TIEMPO, Y CREO QUE LA HUMANA NO HUMANA YA HA DEMOSTRADO QUE ES OTRA PERSONA"

Gaster: cállate -una gota de sudor apareció inmediatamente en el cráneo del cocinero. Aún habiendo detenido el movimiento de su mandíbula, Gaster seguía imponiendo miedo y terror con su sola presencia. Papyrus observó a su hermano mayor en busca de apoyo, si bien su expresión se había normalizado, por su lenguaje corporal... era obvio que no tomaría bando en esta discusión- Tú. te. quedas. aquí. Capisci?

Sorpresivamente, Toriel fue la que se puso de pie. Aún en el estado tan delicado en el que se encontraba, seguía siendo una mujer fuerte. Sus piernas la llevaron a terminar al lado del aspirante a guardia real, que se sorprendió bastante, ni qué decir de su ex-marido e hijo. La misma reina había criticado a Frisk por haber dado aquel atisbo de luz cuando recién llegó.

El rostro serio del científico se torció a uno de sorpresa, viendo el brillo carmesí que tenían las pupilas de su antigua gobernante.

Toriel: Lo siento Gaster, pero... aún si tengo resentimientos contra ella... no puedo decirle que no a una oportunidad para encontrar a mi hijo -respondió a la pregunta general sin siquiera tener que haber sido cuestionada al respecto. La anterior determinación en el esqueleto se debilitó bastante, podía ejercer algo de control sobre las acciones de Papyrus, pero la mujer cabra era otra cosa- Ya no puedo vivir en el pasado: quiero que mi familia esté junta... Frisk también es familia.

"¡OH, SERÁ UN GRAN ALIVIO TENERLA CONMIGO SEÑORA TORIEL!"

Inmediatamente el ambiente pesado se hizo pedazos gracias al tono jovial del menor, como era costumbre. Toriel rió un poco, asintiendo con un ligero bochorno en sus mejillas. Aún cuando no lo parecía, Papyrus era extremadamente astuto. Sus memorias le trajeron de regreso a Waterfall, más específicamente a cuando trató de hacer que el usuario de Amor y su por aquel entonces mentora fueran amigos.

Llevando su mano hasta su pecho en una de sus poses valerosas que aún hacía, se preparó para usar la única debilidad de Undyne: la psicología inversa.

"SUPONGO QUE SOLO SEREMOS USTED Y YO, ES UNA LÁSTIMA QUE UNDYNE NO QUIERA ACOMPAÑARNOS, AL PARECER NO LE IMPORTA EL HUMANO LO SUFICIENTE Y DEBE DE TENERLE MIEDO A LA HUMANA NO HUMANA"

WHAM

La mesa salió volando cuando en un arrebato de ira, la pelirroja la sujetó desde abajo para tirarla tan lejos como fuera posible. Undyne, teniendo vía libre, caminó pesadamente hasta quedar justo frente al ex-cocinero, que mantenía su expresión y pose sin titubear, aunque entreabrió ligeramente una de sus cuencas para poder ver más fijamente a la determinada.

Colocando un dedo en frente suyo, empezó a golpearle constantemente.

Undyne: TÚ, RETRÁCTATE AHORA -rugió cual fiera, una vena latiendo en su cerebro, Papyrus solo rió, no una risa con malicia ni maldad sino una que indicaba su evidente molestia, la monstruo oriunda de Waterfall gruñó aún más fuerte, manifestando una de sus lanzas y cargándosela al hombro, pegando un pisotón no mucho después- ¡YO NO LE TEMO A NADA!, ¡MUY BIEN, SI ES VERDAD ENTONCES YO MISMA IRÉ A RESCATAR AL MOCOSO, SI NO LO ES VOY A DARLE UNA PALIZA PARA DEMOSTRARTE QUE ELLA NO ME ASUSTA!, ¡FUHUHUHU!

Alegre de ver que sus palabras funcionaron, Papyrus retomó su postura natural, no prestándole la más mínima atención a su padre, de hecho, inmediatamente se puso a caminar en dirección a la puerta, siendo seguido por ambas féminas, con un paso ligeramente apresurado.

"¡BIEN, ENTONCES NO HAY TIEMPO QUE PERDER, LO MÁS PROBABLE ES QUE LA HUMANA NO HUMANA YA ESTÉ YENDO HACIA ÉL BOSQUE, DEBEMOS APURARNOS PARA ALCANZARLA!"

Sans se quedó viendo la espalda de su hermano alejarse en el pasillo siendo seguido de cerca por la reina y la capitana de la guardia real. A su lado, Gaster ahora tenía un rostro triste, mezclado con dudas, expresión que era compartida ligeramente también por el dúo padre/hijo que seguían sentados en sus sillas respectivas.

La cuestión era obvia... ¿realmente estaban haciendo lo correcto al dejarles marchar?, ¿valía la pena seguir odiando a Frisk pese a todos los años que habían transcurrido?

.


.

-[Fragmento 3: Unidos bajo una misma bandera]-

Los ojos carmesíes de la segunda usuaria de Ira se posaron en el pequeño grupo de masas que había desplegado desde sus palmas, reposando frente a ella como si se tratasen de perros amaestrados. Si bien esto reduciría considerablemente sus reservas mágicas, este iba a ser un único viaje, un todo o nada. Si no podía encontrar a Ben, lo más probable es que lo mataran, sea quienes fuesen sus captores.

Ellos servirían como su sustento.

El bosque de Ebott era enorme, lo que más resaltaba de todo era, obviamente, la enorme montaña que alguna vez sirvió como prisión para la raza que tanto detestaba, ahora convertida en un enorme centro de atracciones. Por supuesto que no iba a revisar allí, era uno de los lugares más visitados las 24 horas del día, jamás cerrando ni siquiera en días festivos.

Era imposible que su esposo estuviera allí.

Suspirando, la fémina sintió como parte de su magia desaparecía, evidenciado en como la zona roja de su cabello disminuía. Era hora de iniciar su búsqueda.

"¡HUMANA NO HUMANA, ESPERA!"

Grande fue su sorpresa al verse detenida por la inconfundible voz de Papyrus. El esqueleto venía acompañado por nadie más ni nada menos que la reina, entre la cabra y él la alguna vez capitana de la guardia real. Más pronto que tarde Frisk cambió su expresión sorprendida por una seria, el que algo de orgullo y su característica prepotencia heredadas por el alma de su madre se manifestaran era inevitable.

Frisk: ¿qué están haciendo aquí?, ¿en serio luego de todo, ahora van a confiar en mi? -insistió cruzándose de brazos, carmesí escalando por su melena marrón en señal de molestia y ligera frustración, una sonrisa pequeña se hizo presente entre sus labios, especialmente cuando observó la mirada asesina que le daba la única monstruo con determinación.

Era una verdadera suerte que Papyrus haya venido.

Undyne: No te confundas mocosa, no estamos aquí por ti -inmediatamente colocó su dedo en el pecho de la bestia, empujándola hacia atrás sin temor alguno. Bien presente estaba en su mente la batalla que habían tenido hacía años, si no fuera por odio, Ira segunda habría sido brutalmente liquidada bajo una tormenta de determinación. Odio que, a día de hoy no tenía, y Undyne lo tenía muy en cuenta- así que si esto es solo una mentira tuya, te mato.

Lo normal a ojos de Undyne, hubiera sido que Bete Noire le contestara con un "Inténtalo", pero en su lugar se mantuvo serena, no recuperando la sonrisa que su dedo le arrebató.

Toriel, viendo su oportunidad para alivianar un poco más el ambiente, se acercó hasta su nuera. El comportamiento de la ojirroja se alivianó inmediatamente tras tener frente a si a la madre de su esposo, la mirada que le otorgaba era diferente a la acostumbrada de resentimiento: esa sonrisa, esos ojos entrecerrados acompañando aquella aura cálida que irradiaba...

Como si leyera sus pensamientos, colocó su mano derecha en su hombro, no apretándola, más bien, como un gesto que denotaba la confianza que le tenía.

"Se que no hemos tenido la mejor de las relaciones... pero encontremos a mi hijo o no... quisiera empezar de nuevo contigo desde este punto, mi niña"

...

Sin duda alguna las sorpresas no iban a dejarla tranquila.

¿Toriel, queriendo hacer las paces?, no había que ser muy brillante para entender que estaba incluso ofreciéndose a ayudarla a criar a sus dos hijos en caso de que su padre no pudiera ser recuperado. Olivia y James siempre habían amado a los abuelos y al tío Asriel, pero por cuestión de las relaciones entre ella y las tres cabras, muy pocas eran las veces en que ella estaba presente.

Pero ahora las cosas iban a cambiar, para bien o mal.

Con o sin su esposo.

Determinada y con las energías renovadas, asintió sin mediar palabra, dándoles la espalda. Claro indicio de que sería la líder.

"Muy bien entonces. Síganme; trataré de aprovechar el hecho de que somos opuestos para localizarlo como un radar."

El "si" que vino a continuación fue unánime. La esposa de Benjamín Dreemurr comenzó a correr a toda velocidad, siendo seguida por los únicos tres monstruos que habían decidido acompañarla en aquella travesía. Sus esbirros se dispersaron, tanto estos como ella concentrándose todo lo posible para detectar cualquier síntoma de debilidad.

Ira y Amor eran opuestos que no debían de coexistir, así que mientras más débil se sintiera, más cerca estaría de encontrarlo.

E iba a hacerlo.

.


.

Tomó más tiempo del esperado.

"¡AQUÍ!"

Evidentemente cansada, Frisk aterrizó en donde se sentía peor tras haber pegado un salto unos cuantos metros atrás. Todas sus masas se habían acumulado en frente de un grupo de arbustos demasiado altos, desapareciendo inmediatamente tras ella haber llegado con los otros tres. Undyne entrecerró su único ojo bueno, claramente viendo como aquellas malezas ocultaban una cueva, desde lejos no se notaba.

Pero si se afilaba la vista lo suficiente, podía verse una pequeña abertura oscura: Toriel envió una ligera chispa de fuego para quemar la naturaleza, confirmando las indicaciones de su nuera.

Papyrus: BUENO, SUPONGO QUE AQUÍ ES DONDE ESTÁ ENCERRADO EL HUMANO -exclamó el esqueleto, transitando por la cueva no mucho después, su gobernante mantenía fuego encendido en su mano izquierda, iluminando aquél pasadizo, sus cuencas viajaron hasta la bestia, quien iba varios metros adelantada. Era obvio que estaba nerviosa y ligeramente alterada, preocupando al amante del spaghetti- ¿HUMANA NO HUMANA?, ¿ESTÁS BIEN?

No le contestó.

Ninguno lo sabía, pero la castaña estaba en su mejor momento.

Su esposo estaba aquí; ahora que no estaba enfocándose en sentirlo se daba cuenta de lo tenue de su rasgo. ¿Cómo no pudo haber encontrado este lugar tras tanto tiempo?, claro, no tenía pistas sobre como buscar, no un área de perímetro, simplemente había explorado sin pensar durante días y semanas enteras, pensando que lo encontraría en cualquier momento.

Carecía de una mente estratégica y calculadora.

Observando la pequeña compuerta de metal, su rasgo se apoderó casi inmediatamente de ella. Entrecerrando los ojos, Frisk gruñó mientras parte de su carne se desprendía de sus palmas; su espada se hizo presente, emitiendo un brillo carmesí que opacó casi al instante el fuego de la reina. Ninguno pudo detenerla cuando en un solo tajo, destrozó la barrera.

El elemento sorpresa se había ido al diablo.

BOOOOOM

Aún sin haber usado mucha magia para aquel ataque, el aire comprimido y lo poco que destrozó fue suficiente para causar un pequeño temblor. Casi al instante, una lluvia de ataques de distintos tipos recayó sobre el grupo, obligando a Papyrus a repelerlos todos usando unos cuantos huesos; conversar con aquellas personas encapuchadas no era una opción.

BUM BUM BUM BUM

Undyne: ¡NECESITAMOS UN PLAN! -exclamó, por suerte había traído su armadura. Ahora todas sus dudas habían desparecido, aquel lugar era un recinto; metal cubriendo techos y paredes, luces encendidas, un lugar enorme que de seguro cubría toda la maldita montaña. Undyne observó a sus amigos, preocupada por Papyrus, aún si él era extremadamente duro, había enemigos por todas partes.

"¡SON ELLOS, SON LOS MONSTRUOS DEL EMBAJADOR!, ¡LA BESTIA NEGRA LOS TRAJO AQUÍ!"

Exclamó uno de los tantos hombres que atacaban al menor de los hijos de Gaster, entre sus manos un par de pistolas electrónicas que ayudaban a manifestar su magia, si bien se había previsto que tarde o temprano serían encontrados, la verdad es que sus expectativas habían bajado. No en balde, ese idiota ya estaba casi seco, y ellos tenían poder más que suficiente.

"¡ENTONCES MATEN AL CHICO!, ¡YA NO LO NECESITAMOS MÁ-"

SPLASH

La voz del pobre desgraciado con capucha que dijo eso no se concretó; porque un disco rodeado de puntas afiladas le partió en pedazos por la mitad, regresando no mucho después a la barrera de huesos gracias al pequeño hilo carmesí uniéndolo a la palma de su dueña. Entrando en su forma verdadera, Frisk salió corriendo a toda velocidad, Toriel siguiéndola casi al instante.

Undyne: ¡OIGAN, IDIOTAS!, ¿QUÉ HAY DE NOSOTROS? -gruñó molesta, girando una de sus lanzas para defenderse tanto ella como Papyrus de los ataques venideros, al parecer era una operación grande. Lo más probable, es que fuesen uno de los grupos terroristas que aún a día de hoy estaban en contra de los monstruos- AGHHHH

Una ráfaga de energía morada con tintes negros hizo retroceder a la pelirroja. Undyne, no obstante, logró imponerse ante el ataque gracias a su alta defensa. Su mirada se alzó hacia arriba, observando a lo que parecía ser una mujer sosteniendo un libro, emanando obscuridad además de Perseverancia.

La señal indiscutible del potenciador odio.

Dispuesta a luchar, apuntó a su aparente rival con su arma, preparándose para invocar otras copias. Sin embargo, la espalda de Papyrus se puso en frente de ella y su contrincante, casi como queriendo protegerla.

"¡UNDYNE, TÚ VE CON ELLAS, YO ME ENCARGARÉ DE ESTA ZONA!"

. . .

"¿Qué fue lo que dijiste, Papyrus?"

Invocando más de sus armas características, el esqueleto hizo brillar su ojo derecho en color rojo. De igual manera, aquella mujer alzó su mano apuntándole, el brillo morado en su libro intercalando aún más con negro, su rostro estaba ensombrecido, permitiendo a sus ojos brillar de forma intensa, dándole un aire intimidante que a él no le afectó ni un poco.

Papyrus: ¡YA OÍSTE LO QUE QUIEREN HACERLE AL HUMANO, UNDYNE!, ¡TIENES QUE APURARTE PARA ALCANZAR A LA HUMANA NO HUMANA Y A TORIEL, ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE! -contestó rápidamente. Podía sentir la abrumadora preocupación irradiando de su mentora, negó usando su cabeza, izquierda a derecha tres veces y luego un pisotón, marcando su decisión- NO TE PREOCUPES POR MI, ESTARÉ BIEN. ¡YA VETE!

Tal vez fue la lógica aplastante a la que la sometió, tal vez fue el hecho de que le habló con una brusquedad impropia de si, pero consiguió que su amiga partiera sin duda alguna, más que un simple "ten cuidado"... no podía culparla: la situación ameritaba que todos pusieran de su parte.

El resto de figuras blancas se prepararon para reanudar su tanda de disparos, era obvio que les estaban subestimando si les dieron chance para separarse. "Divide y vencerás" como decía el viejo dicho, pero ellos eran todo menos débiles.

Además, él era el gran Papyrus.

"No interfieran. Vayan tras la oficial; ¡esta basura es mía!"

Nadie le atacó cuando ella lo ordenó. Viendo que serían más útiles siguiendo a Undyne, poco a poco, cada uno de los "esbirros" se retiró hasta dejar solo al esqueleto junto a la pelimorada, quien retiró su capucha, mostrando una cicatriz en su rostro y las escleróticas negras, características de los usuarios del potenciador oscuro.

Él, por su lado, invocó dos huesos, listo para la defensa, suspirando.

Papyrus: NO QUISIERA LASTIMARTE, ¿LO SABES, HUMANA?... -dijo, tomando nota de como todos le habían obedecido sin chistar; claro indicio de que tenía un rango alto. No obstante, Perseverancia observó al alguna vez aspirante a guardia real a través de las flamas negras de su libro con un rostro frío, contrastando muy bien con el aire de peligro que tenía.

"Si recuerdo bien... ¿tú eres uno de los hijos del científico en jefe de Ebott, verdad?"

Él asintió, brillante su cuenca al igual que su magia, poco a poco los labios femeninos se encorvaron hasta formar una pequeña sonrisa espeluznante, la idea de pelear contra uno de los amigos más cercanos de la rata que tenían ahí atrás era especialmente atrayente.

"Puedes llamarme Luane, asegúrate de recordarlo... ¡porque quiero que lo grites mientras te parto los huesos!, ¡¿Vale?!"

Moviendo su mano libre hacia atrás, Luane pareció atraer el fuego de su libro hasta la susodicha, guiándolo con sus dedos para que la llamarada se extendiera en dirección al esqueleto. Papyrus entrecerró las cuencas, haciendo surgir del piso unos cuantos huesos que fungieron como barrera, aprovechando esos momentos para saltar. En pleno aire, con su bufanda moviéndose de arriba a abajo, lanzó un hueso de color azul en dirección a la maga.

La pelimorada movió ligeramente su índice hacia ella misma; una pequeña figura de fuego se extendió del ataque que ya había terminado de quemar la magia del más joven.

Cual látigo, consiguió sostener el hueso azul para luego cubrirlo con su elemento, regresándoselo. Rápidamente Papyrus invocó uno de sus Blasters antes de caer al suelo, retrocediendo en el momento justo para esquivar su propio ataque; aquel inofensivo poder se incrustó en el techo, la terrorista observó con una ceja alzada la técnica.

CRASHHHH

Sorpresivamente, una gran cantidad de copias surgieron de los alrededores, provocando enormes grietas y destrozos por igual, obligando al par a esquivar los escombros. Papyrus, viendo su ventaja al estar volando, hizo que su actual montura disparara uno rayo desde su boca directo hacia su enemiga.

Luane: ¡Interesante!, ¡pero ni siquiera hemos empezado a pelear! -exclamó la portadora de Odio, moviendo el brazo donde sostenía su libro hacia arriba: más fuego salió desde en frente suyo conforme aterrizaba, Papyrus esperaba que su blaster atravesara aquella protección, pero se equivocaba. Agarrando la página siguiente de su libro, cambió esta rápidamente- ¡¿cómo lidiarás con esto?!

Bajo la atenta mirada del cocinero, la muralla ardiente supuestamente invocada para protegerla se comprimió en dos siluetas humanoides; esbirros hechos con llamas. El rayo color carmesí chocó directamente con los mismos, creando una pequeña explosión y una nube de humo. Como era de esperarse, Luane tuvo que saltar para evadir el impacto, pero él esperaba al menos haber destruido sus nuevos secuaces.

No fue así.

Dos estelas moradas se dirigían hacia él, gracias a su velocidad. Aún desde tan lejos, Papyrus podía sentir como el aire empezaba a calentarse mientras más se reducía la distancia entre él y aquellas criaturas.

Invocando dos huesos como armas cuerpo a cuerpo, se lanzó directamente para poder interceptarlos. El ser de fuego a su izquierda fue el primero en recibirlo, deteniendo su ataque con una sola mano. El guante carmesí cubriendo su mano empezó a quemarse inmediatamente por la cercanía, mientras el enemigo de su derecha se abalanzaba por su espalda, Papyrus cambió las propiedades de su hueso restante al modo Azul.

Los ataques celeste que hizo surgir del piso conforme alzaba su brazo le sirvió de protección, bajando el mismo como un martillo, lo incrustó directamente en el cuerpo del que forcejeaba con él, encajándolo en el suelo no sin antes regresar sus propiedades a las normales, terminando por empalarlo en una hilera de huesos comunes.

Viendo su oportunidad para tomar distancia, volvió a saltar al mismo tiempo que su blaster abría la boca, juntando energía para emitir un disparo ligeramente más poderoso que el anterior, sudor comenzó a bajar por la estructura ósea del monstruo.

Respirar comenzaba a ser más complicado.

BOGAAAAAAAAAH

La figura encerrada en la barrera celeste brincó mientras cambiaba de forma, las cuencas se le abrieron en sorpresa cuando vio como tras transformarse en un disco, empezó a cortar su ataque por la mitad mientras giraba, nuevamente acercándose a su blaster, Papyrus vio anonadado como su arma fue partida verticalmente, desintegrándose mientras caía al vacío.

El disco giró cual boomerang, yendo a por él.

Brincando con una voltereta, esquivó el corte y aterrizó justo a tiempo para moverse hacia la derecha, parte de su bufanda se desprendió gracias a la rapidez. El disco se dirigió hacia él nuevamente, tomando ahora una ruta directa. Alzando su mano en frente de si, notando además como el que anteriormente estaba empalado venía corriendo detrás en un ataque combinado, el aura roja de sus dedos indicaba magia concentrada.

Si lo hacía muy rápido, su táctica sería flanqueada. Si era muy lento, iba a ser reducido a cenizas.

El momento justo era...

Ahora.

SCRATCH

El suelo se partió en pedazos cuando una gran cantidad de huesos comunes y corrientes emergieron debajo de las técnicas de la terrorista, empalándolas. Conforme las susodichas subían, aquella transformada en disco regresaba a su forma humanoide, quemando mediante sus cuerpos los ataques del monstruo. Papyrus, no obstante, previendo esta situación, invocó dos blasters justo en frente de los mismos, accionándoles.

Incapaces de defenderse, la pelimorada vio con una ceja alzada como sus esbirros fueron aniquilados bajo los disparos de las calaveras flotantes.

Luane: debo... darte crédito, sabes moverte bien -comentó, viendo todos los ataques del amigo de Ben desaparecer. Papyrus dejó de mirar hacia arriba tras asegurarse de haber acabado con ambos, volteando a verla. Solo entonces la fémina se percató del sudor que recorría su cuerpo- ¿Oh?... te estás cansando... eres poderoso, pero no creo que puedas seguir así por mucho tiempo, ¿me equivoco?

Retomó su postura de combate, no contestando su pregunta, casi podía escuchar las palabras de su padre resonar dentro de su cabeza.

En un combate, tu enemigo tratará de desmoralizarte. No prestes atención a nada de lo que te diga, Papyrus. Concéntrate en atacar y defenderte, no en conversar

Viendo sus tácticas no surtir efecto, perseverancia volvió a ganar una sonrisa.

"¿No me vas a contestar?, ¡bueno, me gusta este tipo de peleas!"

Ahora fue él quien tomó la iniciativa de atacar: Papyrus hizo surgir del suelo dos huesos gigantes seguidos de unos cuantos más pequeños, enviándolos como si se tratasen de proyectiles, el tamaño sumado a la velocidad según él, podrían darle la ventaja.

Las páginas en el libro de Luane brillaron aún más, esta vez los pocos restos de flamas moradas cambiando por completo a negro, sus pupilas brillaron de manera intensa mientras ahora sus esbirros resurgían, círculos morados como único vestigio de perseverancia restante, de los cuatro que salieron dos se acercaron para interceptar sus ataques.

BOOOOOM

Usando sus manos para agarrar los masivos proyectiles, la potencia que hicieron estos al chocar generó un estruendo. Papyrus vio su oportunidad cuando sus huesos se detuvieron abruptamente, llegando incluso a levantarse. Arrodillándose un poco, se impulsó a si mismo en el aire utilizando una plataforma: cuatro Gaster Blasters aparecieron a su alrededor.

"¡NO TE FUNCIONÓ LA PRIMERA VEZ!, ¿QUÉ TE HACE PENSAR QUE LO HARÁ EN ESTA?"

La pelimorada envió a los últimos dos esbirros que le quedaban a interceptar lo disparos que, estaba segura, iba a lanzarle. El cocinero sonrió ligeramente, moviendo su brazo derecho hacia arriba: un aura de color azul cubrió los huesos que disparó en primer lugar, haciendo presión gravitacional sobre los mismos, ahora descendiendo como si se tratasen de martillos.

Luane: ¡MALDITO! -gritó, observando como ambos al caer destrozaban el piso. Aprovechando el polvo, Papyrus se había ocultado aún cuando ella terminó cayendo. Ni siquiera podía comandar a sus heraldos de fuego al no saber donde estaban, incluso algo de tierra se había colado en los mismos- ¡solo porque no pueda verte, no significa que me vayas a ganar!, ¡¿me oíste?!

BOGAAAAAH

El sonido de los Gaster Blasters disparando hizo que pegara un grito de dolor.

Había atacado por la espalda, quemando parte de su capucha e hiriendo su espalda. Luane rodó unas cuantas veces por el suelo, sus dedos aún agarrando fuertemente el libro por el cual canalizaba su magia. Una vez su cuerpo se detuvo, miró hacia adelante: Papyrus tenía solo uno de sus calaveras flotantes activada, las otras dos habían sido un engaño.

Incluso sus huesos habían desaparecido.

El hijo del ex-científico real curvó sus cuencas en un rostro de preocupación, notando como algo de vapor salía de la espalda de la chica, si no fuera por esa armadura que traía puesta, su ataque hubiera sido peor.

Papyrus: HUMANA, POR FAVOR... YA BASTA. REALMENTE NO QUIERO PELEAR CONTIGO; SOLO HEMOS VENIDO A SALVAR AL HUMANO -su tono de voz reflejaba la pena que sentía en esos momentos. Aún algo cansado, aún habiendo sido entrenado, Papyrus nunca había deseado pelear cuando había una opción, eso era algo en lo que tanto él como Benjamín compartían, por eso habían conectado tan bien. Sonrió, extendiendo su brazo hacia ella, en un gesto de amistad- POR FAVOR, PERMÍTEME AYUDARTE, ¡NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR!

...

Guardó silencio.

Con la mirada fija en el rostro de Luane, el ser hecho de magia mantuvo su mano cerca de su rostro. Bien sabía él sobre lo que odio podía hacerle a sus usuarios, pero aún así, aún así... tenía que intentarlo. Después de todo, nadie nacía malvado.

Ella, callada como estaba, con la vista al suelo, apretó los puños. La piel en sus manos tomó un tono más claro, y no tardó en sollozar. Aquellas lágrimas hicieron que se le encogiera el corazón. Agachándose para finalmente colocar una mano sobre su hombro, sonrió.

Tal vez, solo necesitaba algo de apoyo.

"TODO ESTARÁ BIEN, HUMANA. ESTOY SEGURO QUE BEN TE PERDONARÁ, ÉL NO ES ALGUIEN QUE SIENTA RENCO-"

FWOOOOOOMP

Un estallido de poder lo obligó a perder su sonrisa, deteniendo su monólogo para protegerse. El aire de alrededor comenzó a agitarse: el libro de la terrorista empezó a brillar aún más junto a sus ojos; su cuerpo estaba siendo cubierto por el color negro del potenciador oscuro. Colocándose de pie, las lágrimas transparentes que tenía pasaron a negro.

Una vena palpitaba en su frente, y Papyrus sintió como le asesinaba con la mirada.

Luane: TÚ... ¡¿ME ESTÁS SUBESTIMANDO?! -más que un grito, parecía un rugido. Con su ceño fruncido, alzó su única mano libre, casi clavando sus uñas en su instrumento mágico, la presión que ejercía empezaba a ser tanta que destruía el suelo bajo sus pies- ¡ARDE Y GRITA HASTA LA MUERTE!

Fue tan rápida que no le dio tiempo a reaccionar.

Los siguientes cuerpos negros que aparecieron salieron directamente desde el aura que estaba rodeándola, disparándose hacia él como proyectiles. Papyrus no fue capaz de protegerse, sintiendo como la primer silueta se estrellaba contra él directamente como si se tratara de un kamikaze; la segunda pareció haber ganado velocidad sobrehumana, consiguiendo sobrepasarlo para quedar detrás suyo, repitiendo el proceso.

Su armadura ya agrietada por el primer impacto, finalmente se hizo trizas con el segundo, haciéndole emitir un quejido de dolor.

Incrustando sus dedos en las páginas de su libro, cuatro más salieron para continuar con el asalto: ahora en esta ocasión el primero en llegar hasta él le propinó una patada tan fuerte que lo alzó en el aire; con parte de su rostro quemado, Papyrus se impuso hasta el dolor para poder ver hacia abajo, intentando contraatacar mediante un hueso o un blaster.

"¡ES INÚTIL!"

La segunda silueta brincó con todas sus fuerzas, destrozando el suelo y cambiando de forma hasta ser una lanza, incrustándose de lleno en la mano del cocinero, desintegrando el ataque que estaba preparando y de paso perforándole su palma, quemando su guante por completo. Ahora si, el grito de agonía que pegó al sentir como era quemado fue audible.

Con un ojo más cerrado que el otro en una expresión maniática, la terrorista envió a sus últimos dos esbirros al mismo tiempo: esta vez iban a estrellarse contra él de forma simultánea, sin ni un tipo de descanso.

La explosión que ocurrió fue suficiente para obligarla a proteger su vista.

BWOOOMP

Cayó en picada, estrellándose contra el suelo como si fuera un meteorito. Una sonrisa pequeña apareció en sus labios, sintiendo como la adrenalina desaparecía junto al pequeño aumento de poder que cursaba por su alma, el color negro retrocedía de igual manera que el sadismo. Pegó un suspiro, satisfecha con su trabajo.

Ahora solo faltaba cumplir su promesa.

.


.

El cuerpo del más pequeño del trío esqueleto se estrelló de lleno contra el suelo, no habiéndose movido ni un poco pese al dolor que sentía. Su cabeza le dolía, y múltiples zonas de su cuerpo ardían como el demonio, probablemente producto de las quemaduras que los esbirros de la terrorista le habían dejado.

Ahí, clavado en el suelo como estaba, Papyrus sentía a la oscuridad tratando de llevárselo. Más por instinto que otra cosa intentó cerrar los dedos de su mano para comprobar su estado, pero desistió inmediatamente cuando el dolor punzante del agujero que había recibido sobrepasó lo que podía soportar.

Se sentía mareado, mal y muy cansado.

¿Cómo había terminado así?

Aún con todo el tiempo que había llevado en la superficie, no comprendía muchas cosas. Entre ellas, el por qué los humanos buscaban hacer el mal hiriéndose unos a otros: ¿por qué esta gente quería el poder de odio?, ¿para eso simplemente habían secuestrado a su amigo, por su rasgo?...

Casi sintió ganas de llorar, pero no era porque estuviese pasando por un gran dolor físico, sino gracias a los sentimientos que tenía dentro suyo: impotencia por no haber podido hacer nada, tristeza por haberle fallado a Undyne luego de haberle dicho que estaría bien, por no poder volver a ver al humano y prepararle uno de sus ricos platos mientras charlaban o hacían Puzzles.

Pero sobre todas las cosas, ahora mismo... en lo único que podía pensar, era en Sans y su padre.

En como Gaster había tratado desesperadamente de impedirle salir y acompañar a la humana-no-humana a rescatar al ojirrosado, en como Sans, si bien no se puso de parte de nadie, internamente le dio su apoyo.

Y aún así, fracasó.

TAL VEZ... UNDYNE TENÍA RAZÓN...

Claro que la tenía, pues... las cosas serían muy diferentes si en lugar de ofrecerle su amistad o una oportunidad de redención a aquella horrible mujer, simplemente le hubiese perforado las extremidades para asegurarse de que no volviera a usar su magia.

Mirando hacia adelante, lo último que vio fue la suela del zapato de Luane encima de su mano... ahora sería un buen momento para invocar algunos huesos, destrozarle la pierna o simplemente matarla, pero él no era ese tipo de personas, ni tampoco podía encontrar dentro de si los deseos para vengarse de ella.

Simplemente... era un fracaso como guerrero... y todo por su corazón.

.


.

"Eres... patético..."

Ronroneó con un tono alegre la ganadora de la pelea, observando el estado deplorable en el que dejó a quien hace unos minutos era su rival. Su estructura poseía algunas leves grietas, por las cuales algo de sangre se asomaba, al parecer no había logrado calcinar del todo sus heridas.

Alzando un poco su pie para colocarlo encima de la mano que tenía extendida hacia afuera, se percató además de que aún estaba consciente pese a todo.

Bien, eso haría las cosas más interesantes.

"Hagas lo que hagas... no dejes de gritar"

Musitó, sintiendo un cosquilleo en su barriga conforme aplicaba presión. El sonido crujiente de su mano haciéndose pedazos aún por debajo de la tela roja era similar a una galleta, comparación que casi la hizo reír.

CRACK

Al parecer, no le quedaban fuerzas para gritar, porque lo único que obtuvo fue un sollozo acompañado de un gimoteo similar al de un perro herido. La poca paciencia que tenía desapareció inmediatamente; ¿cómo podía disfrutar una tortura decente de esta manera?, mejor simplemente hacerlo de una buena vez; su pie subió un poco más, buscando quebrarle la mano por completo.

Luane: He dicho que grites, criatura repugnante -Cruel y fríamente dejó caer su pie con toda la intención de hacerle polvo cada uno de sus huesos, tal vez si tenía suerte le dejaría sin la mano por completo, haciéndola desaparecer en un charco de sangre y polvo.

Estaba ansiosa por ver el resultado, pues sería la primera vez que lastimaba a un monstruo a tal grado, pero las cosas tomarían un rumbo totalmente diferente.

WASHHHH

Quien terminó gritando fue ella.

"¡AHHHHHHHHHH!"

Todo su cuerpo fue golpeado con una fuerza bestial, en nada comparada a la que usaba ella para con sus esbirros. Justo como hizo ella en múltiples ocasiones con Papyrus, su cuerpo se estrelló contra la pared como un muñeco de trapo, si bien no se encajó en la misma al ser paredes metálicas, el hueco que hizo fue una evidencia clara de aquella potencia.

Su cerebro parecía haber retumbado dentro de su cráneo.

¿Pero qué cara-

PING

Antes de siquiera poder pensar, su cuerpo fue rodeado por un aura azul, y sus pies dejaron de sentir el suelo. Perseverancia había sido cubierta bajo el control gravitacional, al su alma haberse teñido de azul; y fue alzada en el aire cual marioneta. Arriba, la esperaba una de las calaveras flotantes que había visto utilizar al cocinero, pero esta era diferente.

Tenía unos ojos azules.

El dolor que sintió cuando el rayo entró en contacto con ella fue indescriptible. No solo porque su rostro estaba sufriendo los daños, sino porque parecía estarle partiendo la cabeza con cada segundo. Fue regresada cual misil hacia el piso, haciéndolo pedazos mientras la intensidad no disminuía en lo absoluto. Canalizando algo de odio, Luane trató de imponer su voluntad ante el dolor que la plagaba y canalizar algo de magia.

"Mis disculpas, pero no puedo permitirlo"

Lo siguiente que sintió, fueron dedos. Dedos esqueléticos en sus muñecas, agarrándolas con una fuerza impropia de cualquier ser vivo. Las manos agujereadas estrujaron sus propios huesos y músculos, haciéndola desistir. El pulgar se movió de izquierda a derecha, los otros cuatro dedos parecieron comportarse como serpientes.

Uno, dos, tres...

CRACK

"AHHHHHHHHHHH, ¡AHHHHHHAAAAAA!"

Viendo que no se movería más, Sans por fin detuvo el disparo de su Blaster, suspirando. Manteniendo su típica sonrisa, alzó la cabeza para ver a su padre: Gaster mantenía un tono serio, habiéndose asegurado de inutilizar por completo a aquella mujer. Posteriormente caminó hasta donde estaba su hijo menor, arrodillándose justo como aquella vez en la que Frisk le estrujó como si fuera una esponja.

Aunque ahora estaba mil veces peor.

Empleando el rasgo de amabilidad, comenzó a sanarle inmediatamente, con Sans a su lado.

Lo suficientemente sano como para poder hablar y ver bien, no tardó en percatarse de la presencia de sus dos familiares, sonriendo al ver lo típicas que se habían vuelto aquellas situaciones.

"SI... VINIERON..."

La mano de Sans se posó en su cabeza, dándole una pequeña caricia para indicarle que se callara.

Gaster: Por este tipo de cosas no me gusta que vayas por tu cuenta -refunfuñó, concentrando más poder en las quemaduras y grietas. No muchas partes de su cuerpo estaban en mal estado, pero las que si rebasaba el límite. Si no fuera por la conexión que compartían sus almas, encontrarle hubiera sido algo imposible- Ahora solo cállate, ¿quieres?, nos aseguraremos de salir de aquí y rescatar al niño, luego... tendremos una charla.

"SI... GRACIAS... PAPÁ..."

El juez observó la pequeña sonrisa que ganó su progenitor, su cabeza por el otro lado ya había ideado una buena manera para bajarle la presión al ambiente, y el estado en el que estaba su hermano era perfecto para ello. Así que, arriesgándose, tomó su clásica pose con los brazos a los lados y un ojo cerrado.

"Hey hermano... parece que ya no necesitarás ningún bronceado, estás quemado hasta los huesos"

Si hubiera podido pararse, muy seguramente hubiera dado unos cuantos pisotones, pero en su lugar, solo rió como él sabía.

Tenía una buena familia, y ahora sabía que las cosas regresarían a la normalidad muy pronto.

.


.

"¡PÚDRANSE MALDITOS!, ¿ME ESCUCHAN?, ¡VAYANCE AL DIABLO!"

Unos cuantos cuartos más adelante, se encontraba haciendo tiempo. Ni Toriel ni Frisk juntas podrían enfrentarse a la enorme cantidad de esbirros que habían en aquel lugar, pero ella gracias a sus lanzas, obviamente, había decidido quedarse aquí para impedir que pudiesen ir tras su reina y la bestia. Con un ligero movimiento de su mano, una gran cantidad de lanzas cayó desde el cielo, pese a que algunos usuarios de amabilidad trataron de bloquearla...

CRASH

"AHHHHH"

Se quebraban como papel, aún teniendo odio en su poder, ni siquiera podían acercarse al nivel de la pelirroja.

Un rayo de color anaranjado se dirigió hacia ella, pero la capitana se dio la vuelta y envió la lanza que tenía en su mano directo a colisionar con el ataque: el encapuchado que había sido lo suficientemente valiente y cobarde para atacarla por atrás vio sorprendido como su magia era literalmente atravesada, la puntería que tenía era impecable.

Lo suficiente como para que se incrustara en su mano, llegando incluso a meterse adentro de su brazo.

Observando a otra escoria más fuera de combate, no pudo evitar levarse las manos a la cintura, riendo fuertemente orgullosa de si misma.

Undyne: ¡FUHUHUHU!, realmente son solo un grupo de patéticos renacuajos buscando la salida fácil -dijo en voz alta, no importándole en absoluto los quejidos de dolor que estaban a su alrededor. Aún si tenía ganas de matarlos a todos por lo que le habían hecho a su amigo de cabello bicolor, sería más satisfactorio verlos pudrirse en la cárcel con ella como testigo- Un grupo de lombrices como ustedes no tiene esperanza luchando contra un dinosaurio como yo.

Volteando a mirar hacia arriba, se topó con unos cuantos tiradores posicionados estratégicamente en una barandilla, cerca de la puerta. El pensamiento de atacarlos cruzó por su mente brevemente, pero desistió al percatarse como temblaban cual gallinas; ni siquiera tenían odio completamente dentro de sus almas, pues sus escleróticas aún tenían color blanco.

Estaban muertos de miedo, lo suficiente como para no atacarla.

Tap... tap... tap...

Los gimoteos de aquellos pobres diablos se callaron cuando miraron hacia la entrada que estaba en medio de ellos. Los pasos se hicieron más fuertes, y la monstruo nativa de Waterfall alzó una ceja, habían dejado de temblar. No pasaron ni dos segundos para que un hombre castaño de gran estatura saliera de entre las penumbras, sosteniendo una botella medio vacía.

"¡C-C-Capitán Gregor!"

Exclamó con un tono de esperanza el tirador con ojos azules. El recién llegado volteó a verle y luego sonrió, para después colocar una mano en su cabeza y revolverle el pelo como si de un chamaco se tratase.

Gregor: ¡Haha haha!, ¿qué es todo este alboroto?... ¿están peleándose otra vez? -por su tono de voz algo distorsionado y lo rojo de su nariz, no había que ser muy inteligente para notar que estaba borracho. Acercándose a la barandilla, se agarró de la misma para ver todo el desastre que había abajo, desde sus compañeros ensangrentados y dolidos, junto a la luz roja a un lado de la pared- ... ¿de qué diablos me estuve perdiendo?

Las manos de su subordinado le agarraron la capucha fuertemente, llamándole la atención. A parte del desastre que había abajo, ambos estaban repletos de rasguños, con los uniformes dañados. No había que ser un genio para entender la obvia invasión que sufrían ahora mismo.

"F-Fue ella capitán, ¡nos ha estado masacrando!, ¡l-la maestra Luane nos envió tras la bestia y la reina, pero esta mujer consiguió acabar con casi todos nosotros!"

Por fin pareció captar su atención, sacándolo de su estupor. ¿Había escuchado bien?, al parecer finalmente dieron con ellos, y si aquella sádica no estaba aquí enfrentándose a la pelirroja, es que había sido derrotada o aún estaba peleando contra quien sea que estuviera más cerca de la entrada.

No obstante, simplemente sonrió, dándole dos palmadas tanto al chico como a la fémina que estaban a sus costados, riendo.

Gregor: ¡tranquilos, tontos!, ustedes vayan a buscar al escuadrón médico, yo me encargaré de atrapar a este pez -contestó, observándoles con una sonrisa que mostraba toda su dentadura. Pareció haberles calmado lo suficiente, porque por fin se quedaron quietos. Asintiendo, ambos jóvenes se retiraron por donde había venido, en busca de los sanadores del grupo, dejándolos solos- Hmm...

Pegando un salto, cayó justo en frente de Undyne.

Mientras que ella le devolvía una mirada atenta y algo fría, su rostro seguía con aquella sonrisa. El tono rojo de su nariz junto a sus ojos amarillos le recordaron un poco a Asgore, aunque no fuera rubio, esa barba mezclada con esa actitud tan bonachona no dejaba de parecerse demasiado a su antiguo rey y entrenador: casi la hacía sentirse mal.

Alzando la mano derecha donde aún estaba su licor, sonrió.

"¿Te gustaría un trago, preciosa?"

La informalidad y simpleza con la que le hizo esa pregunta casi la hizo irse de espaldas como en los ánimes que solía ver su ex-novia.

Undyne: ... ¿sabes que somos enemigos, verdad? -respondió ignorando su pregunta con la suya propia. Aún si estaba aquí para rescatar a su amigo rosado, este tipo no era como los que había conocido, era más amable, amigable incluso. Titubeó lo suficiente para dejar de sujetar su lanza con la firmeza que debería- No voy a mentirte... realmente no quiero hacer esto...

Gregor, por su parte, cerró los ojos mientras miraba al piso. Sus labios se encontraron con el vidrio de su querida botella, bebiéndose su contenido por completo él solo. Había tardado un par de horas, pero lo consiguió. Suspirando, volvió a separar sus párpados con evidente pesadez y lentitud.

"Si... yo tampoco quiero..."

Con esas palabras como inicio del combate, sus pupilas emitieron un precioso brillo color dorado: su botella fue cubierta por el color de justicia, como si tentáculos se extendieran del aura al piso, pequeños trozos de roca salieron del mismo para rodearla hasta cubrirla por completo, lanzándola una vez estuvo terminada.

Una botella cubierta de rocas como proyectil, ¿quién lo hubiera imaginado? ciertamente no ella.

CRASH

Usando su lanza para repelerla, inmediatamente la movió hacia arriba para desviarla o partirla a la mitad: pero en su lugar la obligó a retroceder, sorprendiéndola en el acto. Aún teniendo un pie detrás del otro para hacer fricción con el suelo, consiguió moverse unos centímetros hacia atrás. El movimiento se detuvo, y el proyectil cayó al suelo creando un cráter pequeño.

No le había hecho un rasguño. Una gota de sudor descendió por su nuca mientras volvía a ver al de ojos amarillos.

"¿Qué clase de magia es esa?"

Gregor alzó los hombros, no contestando su pregunta. Una burla simple que consiguió cabrearla lo suficiente como para lanzarse en dirección a él con toda la velocidad que tenía: posicionando su arma en frente suyo, se dispuso a intentar atravesar el estómago del terrorista Justicia, por supuesto, el humano bajó la mirada para verla sin perder su rostro tranquilo.

Cursshhh~

Su mano izquierda volvió a emitir un brillo color dorado. Justo como sucedió con la botella, pero a mayor velocidad, fragmentos del suelo fueron volando a su palma para cubrirla con tierra y rocas; Undyne se dirigió con todas sus fuerzas dispuesta a empalarle y terminar el combate lo más rápido posible, pero su ataque fue bloqueado no por un escudo.

Más bien, contenido.

Gregor tenía los dedos extendidos, protegiendo su cuerpo y el resto de su carne con la capa que había invocado mientras ella se acercaba. Más, una gota de sangre comenzó a descender de entre las separaciones de cada fragmento. Aprovechando esos segundos para atacar, ahora usó magia en su mano restante, repitiendo el proceso: dirigiéndola como un puño al torso de la pelirroja, la oficial de policía pudo prevenir su ataque.

Justo tenía una buena posición para defenderse.

Cambiando el orden de sus manos, sostuvo ahora su lanza desde la base y un poco más abajo de la punta, interponiéndola justo en medio del puñetazo que iba a recibir: los nudillos del bebedor se encontraron con su escudo improvisado, generando una onda de choque y de paso provocando que retrocediera una vez más. Parte de su manto terrenal se desprendió al mismo tiempo que la empujaba hacia atrás.

Su brazo tembló, y Undyne sintió como los protectores que llevaba en los brazos de igual manera se movían por la presión.

Pero el resultado ya estaba decidido.

Undyne: Tienes una gran fuerza, lo admito. -sonriendo de manera desafiante, la habitante de Waterfall se llevó su lanza al hombro, pedazo a pedazo los trozos de tierra caían de los dedos de su enemigo, no obstante, inmediatamente recuperó su rostro serio, volviendo a tomar una pose de ataque- Pero sabes que no puedes derrotarme, ¿verdad?

"Ciertamente"

Contestó sin dudar, perdiendo por completo la capa protectora de su mano. Acercó su puño a su cara, observando las cortadas que había recibido aún estando de esa manera, con un pequeño escalofrío. Eso demostraba una clara diferencia, sus rocas no eran lo suficientemente gruesas para poder protegerle de Undyne, pese a que era capaz de empujarla.

Pero no podía rendirse.

Su mano volvió a brillar, y un fuego negro emanó de sus cortadas, cerrándolas mientras detenía el sangrado. El color normalmente blanco de sus escleróticas cubriéndose por una capa negra, trayendo consigo la potencia suficiente para hacer al ambiente más pesado.

"Así que solo debo ser un muro impenetrable"

Su expresión amable por fin desapareció, y la heroína de los monstruos supo entonces que ahora si había empezado la pelea.

CRASH

Pegando un salto con un único pie, Gregor se impulsó a si mismo en dirección a Undyne, habiendo usado la tierra debajo de sus pies para impulsarse, la pelirroja fue incapaz de poder seguirle con la vista, para su mala suerte: el puñetazo que sintió en su rostro fue una clara señal de que ahora los papeles se habían invertido.

Casi pudo sentir su cerebro retumbar adentro de su cabeza. Tratando de imponerse ante el dolor, además de tener la nariz rota, se obligó a si misma a abrir su único ojo bueno, pero ya era demasiado tarde: los gruesos dedos del castaño junto a su palma le taparon la vista, tomándola como un muñeco de trapo.

Gregor, corriendo a toda velocidad gracias a estar manipulando el suelo debajo de sus pies, apretó la cabeza de su contrincante con todas sus fuerzas, aplicando presión para aturdirla mientras llegaba hacia la pared.

"¡GRRRAAAAAAAGG!"

Y obtuvo el resultado esperado cuando comenzó a gritar, más él no se detuvo: usando su brazo por completo, la estrelló contra el metal que conformaba los muros de su base con tanta brutalidad que consiguió un cráter, más no se detuvo ahí; sacó a Undyne del lugar en el que la había metido, notando sangre y polvo emanándole de su espalda, y posteriormente la lanzó en el aire, pegándole una patada en la herida.

WHAM

Undyne: (¡M-Malnacido!) -pensó la usuaria de determinación, sintiendo como si sus huesos se hubieran hecho pedazos. Los desagradables recuerdos de estar peleando contra Frisk en su forma poseída le llegaron a la cabeza, incluida la muerte de Alphys. Necesitaba transformarse, lo más rápido posible antes de que la moliera a golpes.

"¡TOMA!"

El usuario de justicia apareció justo encima de ella, juntando sus puños como si se tratara de un martillo, lo dirigió directo a su estómago con toda la potencia que podían suministrarle sus músculos, no solo iba a golpearla con las rocas que cubría su piel sino también con la capa mágica oscura que su potenciador le estaba dando.

En esta ocasión, no hubo ningún grito.

Solo el sonido de la capitana de la guardia real quedándose sin aire, y polvo entremezclado con su sangre saliéndole de la boca. Su cuerpo impactó contra el suelo cual proyectil, levantando una polvareda. Gregor aterrizó lo suficientemente cerca para seguir teniendo una vista clara de su cuerpo y el daño que le había hecho: había partido por completo su armadura en la zona del abdomen, dejando al descubierto la ensangrentada camiseta negra que siempre tenía, con ligeros rastros blancos de su cuerpo deshaciéndose.

Llevando una mano a su mandíbula, se limpió el hilillo negro que descendió de su interior, un vestigio de Odio tratando de tomar control de su mente, pero él no caería tan fácilmente, ni ante ella ni ante nadie.

Su expresión fría cambió a una de tristeza, pues sabía lo que tenía que hacer.

Gregor: Tenías razón... tal vez no posea técnica como tú... pero el poder puede sobrepasar cualquier ventaja cuando es tan abrumador como el mío -pesadamente se arrastró hasta quedar a su lado. Efectivamente, estaba inconsciente. Según los rumores, aquella mujer tenía una fuerza y poder bestial, especialmente al ser capaz de utilizar determinación, así que era bueno haberla derrotado antes de que pudiera darle vuelta a la balanza- Adiós, colega...

Su brazo se alzó pesada y lentamente, los sentimientos amargos plagándole su alma se evidenciaron gracias a la zona gris en sus ojos, perdiendo su rasgo poco a poco.

Sin más, hizo lo que tenía que hacer.

Golpeó la cabeza de Undyne con todas sus fuerzas, buscando reventársela para asegurar una muerte digna.

WHAM

SPLASH

Sus ojos se cerraron para evitar ver su obra.

Cansado, desmotivado y para nada feliz, el terrorista deshizo su magia y se dio la vuelta, mirando a las escaleras que llevaban al segundo piso. Su mano derecha fue a parar a su pecho, el dolor punzante que le plagaba era una clara señal de que necesitaba atención médica, descanso... y tal vez unas cuantas botellas de bebida, un Vodka iría muy bien ahora mismo.

En momentos como este, con el silencio y la muerte a su alrededor -pues todos los heridos por Undyne habían callado, desangrados durante el breve combate- no podía evitar preguntarse si realmente hacía lo correcto.

Pero cambiaremos el mundo... debemos hacerlo

Su propósito, y el de todos ellos, estaba más que claro. Sacrificios deberían ser hechos, y el camino sería arduo: siempre lo había sido. Pero seguirían adelante, porque ya no había vuelta atrás.

Y porque si no lo hacían ellos, ¿quién más?

. . .

Algo estaba mal.

Su alma no había recibido ningún subidón de poder repentino.

Viendo sus propias estadísticas para confirmar su propia teoría, se encontró con la cruda realidad: su nivel de LOVE, 13, no había aumentado en nada. Seguía con el mismo número con el que se había levantado esta mañana.

Un escalofrío le recorrió la columna en esos momentos, entendiendo lo que significaba conforme miraba hacia atrás.

Ella aún estaba con vida.

¡MALDICIÓN!

Entendiendo el peligro que significaba, corrió tan rápido como pudo de regreso al cráter en donde la había dejado: su puño izquierdo volvió a cubrirse con el color dorado de su rasgo, Odio una vez más se apoderó de sus escleróticas: tenía que asegurarse, reventarle la cabeza por completo en esta segunda ocasión. Alzando su brazo nuevamente, lo dirigió como si se tratara de un misil, en esta ocasión al centro del rostro femenino.

WHAM

Pero lo único que encontró, fue la palma desnuda de la de tez azul.

Undyne se había puesto de pie, su cabeza gacha mirándolo no a él, sino al suelo. Su cabello empapado con sangre y polvo le tapaba el rostro: aún con parte de su cráneo destrozado, parecía no inmutarse en absoluto.

Un segundo, dos segundos, tres segundos...

Y entonces ocurrió.

BOOOOOOM

Un estallido de poder proveniente de la silueta en frente suyo: el terrorista tenía ahora una expresión nada de acorde a cuando inició su pelea: furia, espanto, sorpresa... frustración. Los dedos azules poco a poco empezaron a ser cubiertos por una textura de latex verde con un corazón, su mano enguantada apretó fuertemente la suya, no dejándole ir.

Casi sentía como se le quemaban los ojos al mismo tiempo que ella ejercía presión en su capa rocosa, tratando de hacerla pedazos.

"Maldita... ¡¿QUÉ DIABLOS ERES?!"

Refunfuñó, tratando de darle un golpe ahora con su puño izquierdo, tampoco teniendo éxito. Un par de ojos color carmesí le devolvieron la mirada desde aquel pilar de luz, poco a poco extinguiéndose. Su apariencia había cambiado por completo, y también su aura. Si no fuera por el odio nublando gran parte de sus emociones, sin duda alguna estaría rogando por piedad ahora mismo.

La capitana no contestó, en su lugar, en un rápido movimiento, destrozó por completo el guante que la había lastimado, tocando por fin la carne del bebedor.

Aún cuando no podía ver su cara a través de esa espeluznante forma, era obvio que sonreía, lo sentía dentro de si.

"Soy la lanza de la justicia... ¡Y VAS A TENER QUE INTENTAR MÁS FUERTE QUE ESO!"

Lo siguiente que sintió, fue una probada de su propia medicina: el puño de la heroína de Waterfall se estrelló contra su rostro, imitando su actuar para con ella anteriormente. El dolor se esparció con su nariz como punto de partida, sangre le salió incluso de la boca, pues en un combo doble antes de dejarlo ir, le sujetó de la pierna con su mano derecha y le golpeó con la izquierda en el pecho, solo entonces dejándolo ir.

El humano no obstante, logró recuperar su compostura, las capacidades regenerativas de odio nublando casi totalmente su dolor, deteniendo el sangrado. Algo mareado y con el dolor en sus costillas había regresado otra vez, siendo lo único de lo cual no podría librarse para su desagrado. Al alzar la cabeza, lo único que plagó su vista fue el color verde.

PING

Ya no podía moverse.

El color azul resplandeció en frente suyo: Undyne había alzado su mano, invocando una gran cantidad de copias de su arma característica, Gregor reconoció de inmediato la el modo escudo, por suerte, no tenía que preocuparse: volviendo a recuperar sus guantes de tierra, se puso en posición defensiva al llevar sus manos cerca de a rostro, no perdiendo de vista los proyectiles en ningún momento.

"BIEN ENTONCES, ¡VAMOS A PELEAR!"

Declaró, sintiendo la adrenalina y el poder recorrerle las venas otra vez, acompañado del sudor gracias al sobre-esfuerzo y la explotación de su potenciador. Los ojos carmesíes brillaron como gatillante, la lluvia de ataques se dirigió a él, aún con determinación dentro suyo y un aumento de poder, con los años, había aprendido a nunca subestimar a su oponente. En especial uno que la superaba físicamente.

La primer lanza entró en contacto. Golpeando hacia adelante, hizo una maniobra sabia al haber recubierto su elemento con una capa de flamas oscuras, pues parte del mismo salió volando mientras el arma celeste se quebraba en pedazos. Inmediatamente cubrió la zona afectada, y se preparó para continuar golpeando, esta vez a su derecha con el puño izquierdo, habiendo bajado ligeramente su brazo para seguir protegiendo su delantera.

Cuatro lanzas se dirigieron hacia él, apuntando probablemente a los puntos vitales. Justicia afiló la vista, dejando las rocas del suelo cubrir aún más sus brazos, como si ahora siendo una armadura que terminaba en sus hombros. Uniéndolos en una equis en frente suyo, dejó que emitieran el brillo característico del sol, para luego separarlos.

Logró contener ambos pares en cada brazos, ahora siendo una batalla para intentar impedir que traspasaran su protección y se los agujerearan. Una vena palpitaba en su frente, casi podía escuchar el sonido que hacían las armas de la fémina al avanzar como si fueran taladros, haciéndole temblar por completo sus extremidades. Gritando, exigió aún más poder.

Lágrimas negras empezaron a surgir de sus ojos, manchándole las mejillas, y su cabellera ganaba un tinte rubio.

CRASH

Todas terminaron haciéndose pedazos.

Alzando la mirada, el descanso no llegaba: una lanza se dirigía hacia él a toda velocidad, obligándole a ponerse nuevamente en posición de combate. El color característico sin embargo, cambió a amarillo, y el ataque estando solo a milímetros de llegar a él cambió su trayectoria. Intentó darse la vuelta para poder defenderse, pero fue tarde, y lo siguiente que sintió fue como su pierna izquierda había sido perforada.

"ARGHHHHHH"

Satisfecha, Undyne volvió a agitar su lanza, removiendo el modo escudo de su alma. En su lugar, alzó su mano libre mientras canalizaba su magia por el suelo, ahora que le había incapacitado el moverse era su oportunidad perfecta para derrotarlo. Arrodillado en una sola pierna, el rubio miró como círculos celestes comenzaban a formarse bajo sus pies.

Gregor: (Un ataque en área) -pensó, con un ojo entrecerrado y ahora goteando odio también por la boca. Necesitaba moverse, o sino iba a morir. Al pasar los segundos, el dolor desaparecía, también la sangre que escurría del agujero, finalmente permitiéndole moverse aún si sentía un ligero malestar- (¡AHORA!)

Usando otra vez la tierra debajo de sus pies para impulsarse a sí mismo, comenzó a pegar volteretas hacia atrás, esquivando por los pelos un grupo de lanzas que buscaban empalarlo, parte de su uniforme fue desgarrado en el proceso. Mientras giraba en el aire constantemente, cayendo sobre sus pies y manos una y otra vez, podía ver como aquellas armas puntiagudas le seguían.

Una vuelta.

Dos vueltas.

Tres vueltas.

Y finalmente, se detuvo.

Tenía un rostro lamentable ante sus ojos, nada de acuerdo a lo amable que se veía cuando iniciaron el combate. Pero era astuta: una vez se tranquilizó, Gregor la miró con odio, no. Tenía un rostro tranquilo, pese a que sus ojos se habían ahogado por completo en la oscuridad, mostrando solo dos pequeños puntos dorados, aún no había caído por completo.

Un temple de acero, ni más ni menos. Eso era algo que podía admirar.

Undyne: creo que es hora de terminar esto, ¿no crees? -era una pregunta retórica, por supuesto. Colocando su lanza apuntando hacia arriba, empezó a canalizar su determinación a través de la misma, cambiando su color poco a poco. Había sido un combate interesante, ambos sabían que él no podría seguir el paso mucho más tiempo: estaba cansándose.

Esa era la diferencia entre Odio y Determinación, sin importar el rasgo que potenciara, no podía restaurar las energías, mientras que el carmesí si.

Justicia cerró los ojos, desapareciendo las rocas que cubrían todo su brazo izquierdo. Aún con su mente en batalla constante, oyendo la horrible voz que le rogaba la destrucción del mundo, con el incesante dolor de su hígado atormentándolo y el cansancio del que era víctima su cuerpo en esos momentos, no podía evitar sentirse agradecido.

Así que, justo como antes de pelear, estalló en unas carcajadas amigables, sonriendo mientras sus rasgos humanos se restablecían levemente, disminuyendo su poder.

Gregor: ¡Muy bien, colega!... ¡entonces déjame darte las gracias terminado esto con mi mejor técnica! -contestó, empezando a canalizar todo su poder en el único brazo que aún estaba usando para pelear. Las rocas empezaron a removerse como si se tratasen de una colmena, sacudiéndose cada vez más rápido. El color negro desaparecía, y también lo hacían las flamas, siendo reemplazadas por el bello color de justicia- ¡Apostaré todo en este golpe!

La tierra normalmente marrón se hizo dorada, emitiendo un resplandor en extremo poderoso. Undyne llevó su mano libre a su cabeza, retirándose su casco. Su cabeza en efecto se había reconstruido por completo, no dejando ni siquiera una cicatriz. Ella con una sonrisa idéntica a la de él, no parecían enemigos, sino más bien guerreros que se respetaban mutuamente.

Sin más que decir, la luz roja pegó el primer paso, acercándose a toda velocidad contra su contraparte color oro, quien también hizo lo mismo.

Y entónces, chocaron.

"[SPEAR OF JUSTICE]/[GOD'S SMASH]"

Ambos chocaron tras gritar sus ataques.

La lanza roja de Undyne se estrelló contra los nudillos dorados de Gregor, haciendo temblar el área en el que peleaban. Las piernas de ambos combatientes estaban firmes en el suelo, anclándolos para no retroceder ante la fuerza que ejercían entre si. El hombre tenía sus ojos fijos en los de la monstruo, observando aquel vacío del cual de vez en cuando emergía una luz destellante, de igual manera su pupila dorada como las suyas.

CRASH

El piso debajo de ellos empezó a hacerse pedazos.

Undyne emitió una pequeña risa, notando el rostro pacífico de su rival. El brillo dorado que emanaba el brazo del terrorista blanco empezaba a disminuir en compañía de sus fuerzas. Sin nada más que hacer que aceptar la muerte, Justicia cerró sus dos ojos mientras todas las fuerzas que tenían abandonaban su cuerpo, al igual que la oscuridad.

BOOOOM

Su técnica explotó en pedazos, y él salió volando, sus piernas no pudiendo aguantar más.

Ya fuera suerte o la ironía, su cuerpo dejó de arrastrarse por el suelo justo antes de chocar contra la pared, muy cerca de donde él la había clavado anteriormente. Cansado, exhausto, sudado y derrotado, notó que aún tenía su brazo completo, no perforado ni explotado. Sangre salió de su boca, no causada por ninguna herida que ella le hubiera causado.

Ahora fue Undyne la que se sentó al lado suyo, regresando a la normalidad.

"Así que te diste cuenta, ¿no es así?..."

Musitó, teniendo ganas de dormir. Probablemente cuando despertara tendría que ir al hospital nuevamente, luego a la cárcel por obvias razones, secuestrar al embajador no era un crimen que pudiera pasarse por alto.

Undyne: Lo sospechaba cuando llegaste con esa botella -replicó sin más, sintiendo un ligero dolor en su espalda aún estando curada, los dolores al haberse clavado metal ahí atrás no la dejarían en paz por un buen rato, pero no estaba preocupada ni por su gobernante ni la bestia- Solo tenía que alargar el combate lo suficiente, no era necesario matarte... además, me agradas.

Otra vez, soltó una de sus características carcajadas.

"Bueno... supongo que cuando salga de la cárcel, ¿me dejarías invitarte un trago?"

No era necesario conocer la respuesta. La usuaria de determinación asintió, recostándose para poder tomar un descanso de igual manera, con un ligero interés por conocer la historia de como un hombre tan parecido a su rey había terminado de aquella triste manera.

Una bonita plática iba a venir acompañada de esas botellas, de eso estaba segura.

.


.

"¡Mi niña, por favor, espérame!"

La alguna vez monarca corría desesperada, su nuera se le había aventajado bastante, sumado a la desesperación que sentía por estar tan cerca de su media naranja, era obvio que terminaría superándola tarde o temprano. La de orbes carmesíes en más de una ocasión volteó al escuchar los estruendos detrás suyo, preocupada por Papyrus y Undyne. Pero ahora no era tiempo de dudar.

Tenía que estar cerca de Frisk, antes de que cometiera una locura, porque de las 2, ella era la única que estaba atenta. Era imposible que un lugar tan grande solo tuviera dos al mando, habían sido recibidos por demasiadas personas.

El presentimiento del peligro no se iba aún cuando la esperanza ahora estaba a flor de piel.

Frisk, por supuesto, no le respondió. Parte de su piel y uñas se había estado desprendiendo de sus manos en el trayecto poco a poco, junto al rojo carmesí brillante de su pelo, su cordura estaba nublada lo suficiente como para que su forma verdadera empezara a manifestarse de la mera frustración y emoción, aún con un trayecto relativamente "tranquilo"

Desgraciadamente, tenía razón.

"¡FRISK, APÁRTATE!"

La usuaria de Ira abrió sus ojos justo a tiempo para brincar hacia atrás, esquivando una enorme estalactita de lo que parecía ser hielo. Al estallar una vez impactó contra el suelo, se dividió en múltiples pedazos que, como si fueran abejas, fueron hacia la castaña obligándola a cubrirse su rostro con ambos brazos para protegerse. Bete Noire cayó de rodillas, viendo con furia como la tela de su suéter había sido dañada.

Su suegra llegó a su lado no mucho después.

Toriel: ¿estás bien, mi niña? -pegó sus palmas para intentar usar magia sanadora por instinto, pero desistió de inmediato, su fisionomía no era algo que pudiera sanar sin algún alma o comida de por medio, era una pena no haber empacado provisiones. Noire asintió con la cabeza, observando hacia adelante: constantes "cracks" resonando con intensidad, provenientes del hielo que la había atacado.

Parecía estar vivo, pues se reconstruía solo, formando una pequeña escalera que impedía su paso, yendo hacia arriba.

"Tienes buen ojo, gobernante... Esperaba poder aplastar a esa criatura como a una cucaracha, pero veo que no podrá ser"

La dueña de aquella voz descendía de una manera elegante y lenta por sus recién hechos peldaños, mechones celestes escapando por su capucha moviéndose con cada paso dado, hasta que finalmente terminó en frente del par. Una vez sus pies tocaron tierra firme, la misma comenzó a congelarse e inmediatamente la cabra humanoide sintió un escalofrío recorriéndole su ser.

Roja pegó un rugido cuando cruzó la mirada con su nueva contrincante, parte de su piel también sufría por el hielo, obligándola a destrozarlo de un solo corte.

Frisk: ¡APÁRTATE DE MI CAMINO, ESCORIA! -Extendiendo su mano izquierda adelante suyo, concentró magia lo suficiente como para liberar una vez más su escudo en modo cierra, enviándolo a toda velocidad con el objetivo de partirla en pedazos, pero un pequeño muro cristalino se interpuso en su ataque, desviándolo como si se tratara de un mísero frisbee para perros.

Paciencia sonrió, degustando como la forma humana de aquella abominación se perdía más y más ante su presencia.

"Lo siento, pero han llegado demasiado lejos. No permitiré que ninguna de ustedes se acerque a nuestra batería, mucho menos al líder"

Fúrica, Frisk se preparó para entrar en combate. ¿Cómo se atrevía aquella arpía a tratar a su esposo como si fuera ganado?, para cuando su pierna se puso adelante con el objetivo de impulsarla contra esa miserable, su cabello casi estaba totalmente pelirrojo, pero el suave tacto de Toriel en su mejilla la trajo a la realidad, haciéndola mirar hacia atrás.

Era el mismo rostro que le había mostrado cuando peleó contra ella y Asgore en el estadio en su juventud: no una madre, sino una guerrera que participó y sobrevivió a una guerra.

Toriel: Ve con él -No era una petición, sino una orden. Aún con su rasgo comiéndosela por completo, el hechizo sentía preocupación, los ojos serios de la cabra contrastaban muy bien con los nada lindos orbes demoníacos de la ojirroja, teniendo una única respuesta para sus sentimientos- mi hijo te necesita. Yo cubriré tu escape.

Por supuesto, su pequeña conversación no pasó desapercibida para la usuaria de Cryokinesis. Alzando su mano en dirección a las dos, el aire empezó a enfriarse aún más, las dos voltearon a verla casi al unísono.

"No. Ninguna de ustedes va a colarse."

Su voz era tan fría como su magia.

Con un ligero movimiento de su mano izquierda, una gran cantidad de copos de nieve hechos con hielo fueron creados y enviados a ellas como si se trataran de cierras. Toriel por el contrario usó velocidad para manifestar unas llamas pequeñas, enviándolas para contrarrestarlos, Vapor salió del choque, cegándolas a todas por un breve instante.

Esa era su oportunidad para correr.

Alzando sus manos al escuchar los pasos, la peliceleste trató de hacer un muro de hielo detrás suyo, impidiendo a cualquiera de las dos huir, fue solo entonces cuando la vio: Frisk venía corriendo con dos esferas de fuego a sus costados, enviadas por la misma Toriel para asistirla. La de suéter azul sonrió mirándole directamente a los ojos, mientras se cubría su rostro.

BSHHHH

Su barrera se derritió sin problema alguno, liberando tal cantidad de aire caliente que de igual manera tuvo que proteger sus ojos con sus manos.

Para cuando pudo ver nuevamente, Frisk ya se había ido, dejando un enorme agujero como punto de escape. Ahora solo eran ellas y la cabra que alguna vez estuvo casada con el rey.

Por supuesto, la monstruo había tomado una posición de combate muy distante a lo habitual: su brazo izquierdo estaba adelante de su misma, palma abierta y con una llama emanándole de los dedos, el derecho estaba ligeramente más cerca de su cuerpo en una posición defensiva. Las dos tenían un rostro similar, aunque Toriel estaba tomándose la situación como debía, su enemiga natural se llevó el índice y el pulgar al puente de su nariz, en un gesto de exasperación.

"Maldita sea... que fastidio. Bueno, no importa. El Líder se encargará de aplastar a esa insignificante destruye vidas, por todo lo que ha hecho y todos los que mató. Llámame Mitsuri, Toriel Dreemurr: aquella que apagará tu llama de una vez por todas"

Alzando sus manos hacia arriba, la humana hizo surgir del hielo bajo sus pies una estructura rectangular; el reflejo de Toriel encaró a la susodicha, casi al instante el cristal se hizo pedazos, cambiando de forma hasta imitar la suya, aún si no era capaz de imitar su fuego al ser su opuesto natural, con un ligero movimiento de sus manos envió al doble a por la cabra.

La de ojos rojos se mantuvo quieta, observando a su contraparte generar pequeñas ventiscas en sus manos como respuesta a su elemento, dirigiendo su palma extendida a su cara para tratar de congelarla; la madre de Asriel se agachó y pasó rápidamente por el costado derecho de su copia, dando dos ligeros toques a la zona de las costillas, antes de que su homónimo helado se girara para volver a atacarla, ya estaba derretida por la mitad.

Mitsuri entrecerró sus párpados con molestia, ocultando la sorpresa que le plagaba sus entrañas.

Ahora fue turno de la ex-reina: extendiendo su mano derecha en dirección a Paciencia, apuntó con un único dedo a su persona; las llamas blancas cambiaron de color, y una ligera bala azul salió disparada de su índice como si se tratara de un proyectil. La rapidez que poseía fue suficiente para sorprender a la usuaria de hielo, obligándola a levantar otra barrera por puro instinto.

FSHHHHH

Sin embargo, empezó a derretirse de inmediato, generando otro pequeño agujero: Toriel ya no estaba allí.

La repentina ola de calor a su costado la hizo reaccionar en el último segundo, esquivando una llamarada gracias al haberse tirado al suelo: su cuerpo empezó a ser cubierto por su elemento, cambiándola de posición. Toriel detuvo su ataque gracias a sus oídos, mirando hacia arriba: la mitad del cuerpo de Mitsuri salía del techo, sus brazos fueron los siguientes, extendidos a ambos lados.

"Eres rápida, sin mi extrema sensibilidad al calor no te hubiera detectado... ¿pero qué puedes hacer contra esto?"

Finalizado su reto, más hielo comenzó a esparcirse esta vez por el techo, gracias a su piel tocándolo. No pasó mucho tiempo para que en lugar de una zona perfecta, todo estuviera cubierto por la capa transparente, el detalle siendo que ahora había estalactitas emergiendo de forma organizada, moviendo sus manos nuevamente, la terrorista azul ordenó a su ejército ir a por su contrincante.

Agachándose para tomar impulso, la cabra humanoide brincó justo en el momento justo para poder esquivar la primera estalactita que es estrelló en el suelo, empezando a correr por la misma como si fuera un puente para llegar hasta Paciencia. Otra estalactita se dirigió para atacarla por su costado, y ella como contestación envió una bala azul para derretirla, consiguiendo evitar el ataque.

"¡No me alcanzarás!"

Exclamó, enviando dos para atacarla por sus costados.

Moviendo sus brazos en círculos, las llamas de sus dedos comenzaron a tomar la forma en cuestión, pasando a ser discos. Extendiendo los brazos, disparó ambos con el objetivo de contrarrestar la táctica de la usuaria de odio: su hielo aún potenciado se derretía como si se tratara de mantequilla, las piernas de la monstruo se movían incansablemente.

No podía pararla.

FWUMP FWUMP

Los discos cambiaron su dirección con el mínimo de los movimientos, dirigiéndose a su zona de resguardo. Mitsuri hizo crujir sus dientes, apresurándose a ser consumida por su hielo para aparecer en una zona segura, consiguiendo escapar del impacto. Cubriéndose los ojos, la cabra empezó a buscar a su enemiga con la mirada, no sin antes lanzar unas cuantas esferas hacia las alturas, derritiendo el hielo y posibles nuevas estalactitas.

"¡Detrás de ti!"

Saliendo a través de la pared, la peliceleste pegó un brinco, cayendo en el suelo: sus manos empezaron a expulsar ventisca, creando un camino por el cual estaba deslizándose. Toriel se dio la vuelta, no alcanzando a repeler el golpe que recibió producto de la embestida helada. Sonriente, Mitsuri apuntó a la ojirroja su mano izquierda, no sin dejar de generar su camino, esta vez hacia arriba.

Unos cuantos copos cierra salieron disparados de su palma, buscando cortarla en pedazos. La cabra no obstante volvió a recuperar la compostura, colocando sus brazos en frente suyo para ejecutar un contraataque: una bola de fuego de tamaño moderado se dirigía al trío, los dedos de la terrorista se movieron a los lados, consiguiendo evitar que dos fueran derretidas: la tercera, sorpresivamente, estaba tardando más de lo normal.

Entre sudor y llamas, la ex-esposa de Asgore consiguió ver un tono negro: el hielo se había fortificado con odio, haciendo que quedara desprotegida. Su enemiga captó esto al instante, cerrando su puño para ordenar a las dos sobrevivientes atacarla por los costados, mientras ella conducía su pequeña ruta hacia arriba, la zona delantera de su hielo deslizador llenándose de picos.

No podría esquivar esto: si trataba de defenderse, el copo de nieve en frente suyo la cortaría y ella daría el golpe final, de igual manera si no se defendía los discos a sus costados le cortarían los brazos, ni que decir del hecho de estar descendiendo rápidamente hacia el suelo.

La madre de Asriel y Benjamín seguía con sus ojos cerrados. La posición de sus dedos empezó a cambiar, casi como si estuviera agarrando el fuego en frente suyo, el esfuerzo que hacía se notaba en su rostro. Finalmente los frutos se vieron recompensados, ganando una pose T, pudo transformar su ataque en una esfera protectora. Las tres cierras heladas se acercaron a ella, derritiéndose justo a tiempo para que pudiese aterrizar en tierra firme.

Mitsuri por supuesto pasó de largo, manejando su rumbo para girar antes de chocar contra la pared, yendo a colisionar nuevamente.

Mitsuri: Más que una vela, pareces ser una fogata -refunfuñó, incrementando la velocidad de su tren. El combate estaba durando más de lo que había previsto, todos los informes sobre el grupo central del rosado indicaban que Toriel era la más inútil de todos, pero ahora veía su error. El negro en su rostro comenzaba a desbordarse en forma de lágrimas, y su garganta se sentía caliente- ¡Pero aún no puedes llegarme ni a los talones!

Prediciendo que se prepararía para recibirla con algún golpe físico, brincó de su ataque helado esperando tomarla desprevenida. Toriel rápidamente se adaptó a la situación, extendiendo sus dedos y incrustándolos directamente en el hielo, empezando a derretirlo como si fuera una lanza. Una vez el peligro pasó, volvió a concentrarse en la humana, quien ya estaba preparando otra técnica, pues ahora de sus extremidades salía nieve para cubrir el suelo.

No la dejaría.

Deteniendo su magia al sentir la piel en sus palmas calentarse, la usuaria de odio pegó un brinco por instinto, alcanzando a evadir justo a tiempo un pilar de fuego, rotando mientras derretía todo a su alrededor.

"¿Pero qué demo-?"

Algo más venía incluido junto al calor abrasador. Las flamas parecían estar formando protuberancias además de estarse moviendo de esa forma circular, la forma poco a poco comenzó a concentrarse, y solo entonces pudo darse cuenta de lo que eran. Pájaros, similares a los fénix de los que tanto se hablaba en la literatura, aunque eran pequeños, estaban saliendo muchos.

Era una parvada, que al verla, chilló como si fuera un grito de guerra.

Viéndose en problemas, decidió abandonar por completo su estrategia, no podría crear un océano de nieve con el cual ahogarla con este calor, pero indudablemente tarde o temprano iba a cansarse, no sería capaz de mantener esos pilares eternamente, solo debía ganar tiempo y protegerse. Esparciendo nieve debajo de ella, usando la temperatura bajo cero de sus pies para mantenerla, se preparó para los ataques.

Tres fénix se acercaron por su costado derecho, obligándola a enviar un pequeño látigo de nieve para interceptarlos. Se apagaron como velas, no sin antes volver agua el pequeño muro que les había bloqueado. Frunciendo su ceño, observó otros cuatro que emplearon su táctica de dispersión para poder atacarla por los dos lados. Cerrando los puños, extendió sus brazos, enviando la nieve como si se trataran de chorros.

Estos fénix sin embargo, parecían ser diferentes.

Volvieron a romper la formación, estando cada uno por su cuenta. Mitsuri extendió los pulgares y meñiques, separando los chorros de nieve en cuatro más pequeños, aún estando conectados a la cantidad bajo sus pies, empezó a dirigirlos intentando atrapar a las alimañas voladoras, consiguiendo capturar uno de la derecha. Llevando sus brazos arriba de su cabeza, logró evitar el bombardeo que habían planeado, consiguiendo derribar los otros tres restantes al entrecruzar sus ataques.

Viéndose libre, suspiró, dejando la nieve caer encima suyo, refrescándola.

Tal como pensó, los pilares ya habían desparecido, y Toriel estaba mostrando señales de cansancio, igual que ella.

Una pequeña victoria que marcaba el resultado del combate desde ese momento, sin duda alguna.

"Ya estás empezando a flaquear... es bueno saberlo, mis esfuerzos no son en vano. Yo, por otro lado, me siento fresca como una lechuga"

La pequeña sonrisa que recibió como respuesta la puso en guardia, pero ya fue tarde. El brutal chillido detrás suyo la hizo voltear, encontrándose con un pequeño fénix que había reducido su tamaño, de igual forma su calor, el haber dejado que la nieve estuviera bañándola como recompensa había sido un completo error que benefició aún más las estrategias de la cabra.

Y ahora pagaría por ello.

BOOOOOOOOOOOM

No hubo grito alguno. En su lugar, salió volando como si se tratara de una muñeca de trapo, sin emitir ningún movimiento. Aún cuando parecía una oportunidad idónea para seguir atacando hasta rematarla, nada podía cambiar la naturaleza voluble de la joven madre: internamente seguía esperando que esa pobre chica desistiese de luchar y simplemente cayera derrotada.

La pequeña aura negra emergiendo de su cuerpo conforme se ponía de pie fueron parte de su cruda realidad. Mitsuri, con la mitad izquierda de su rostro quemado, la miraba de una forma bastante intimidante, ignorando por completo el dolor que le producía su ojo en regeneración, el tono rojizo indicaba quemaduras de tercer grado, lentamente siendo sanadas y recubiertas por piel.

Mitsuri: Eres una zorra muy astuta, reina... tu fuego quema como las flamas del infierno -refunfuñó, ahora el odio estaba escurriéndole por la boca como si fuera vómito, pero pronto dejó de caer, para empezar a añadirse a su piel, el celeste de su único ojo empezó a brillar aún más, y por último, se colocó la mano derecha para taparse la zona afectada: el hielo la tapó completamente en forma de máscara, tal cual aislante, impidiendo a odio consumirla totalmente- ¡PERO MI HIELO ES FRÍO COMO EL MISMO NIFLHEIM!

Terminada su treta, se movió hacia ella con tanta rapidez que no pudo seguirla. La cabra trató de localizarla guiándose por el hielo que dejaban sus pies al caminar, pero no hubo resultado: re-apareció atrás suyo cuando miraba a su derecha, golpeándola en el costado derecho de su cuerpo, el dolor y ardor en su piel al empezar a cubrirse por hielo la hicieron reaccionar.

"HRRAAAA"

Sin darle tiempo a descansar, Mitsuri manifestó una espada de hielo y tres copo-cierras en su mano derecha, disparándolas para poder desconcentrar a la reina. Toriel, reconociendo que ahora su enemiga sabía lo inútil del combate a distancia, volvió a tomar rápidamente su posición de ataque, el fuego en su palma derecha derritió sin esfuerzo los proyectiles.

Ahora solo faltaba la espada.

CLANK

Cuando chocaron le sangraron las manos aún con su ventaja en elementos, Paciencia retrocedió inmediatamente, esquivando una patada, sus piernas la movieron hacia la derecha viendo la oportunidad perfecta para rebanarle alguna extremidad, pero no la dejó: en esta ocasión bloqueó usando su antebrazo derecho: polvo y sangre empezaron a mancharle su pelaje.

Inmediatamente cerró los dedos alrededor de la cuchilla y extendió los de su mano libre, dirigiéndola a su esternón. El aura de fuego parecía incrementar en intensidad conforme más se reducía la distancia, no tenía que ser cuidadosa, cualquier daño que le hiciera no sería mortal, mucho menos ahora que estaba completamente protegida por esa sustancia

No pudo hacer nada para defenderse.

El punzante dolor que sintió fue suficiente para dejarla aturdida unos breves segundos y parar el forcejeo. Sangre salió de su boca, pues efectivamente, Toriel había destrozado su hueso, como si la hubiera atravesado sin hacerlo. Aprovechando su oportunidad, dejó de defenderse y se puso a atacar de forma continua, bien memorizados tenía los puntos vitales de todo ser humano, lo que vino ahora fue como si fuera una segunda naturaleza.

"KAAAGHHHHH"

Usando la parte baja de su palma, golpeó fuertemente su garganta para impedirle a hablar. El brillo celeste de sus ojos y cabello comenzaba a disminuir, y de igual manera, Odio también empezaba a caerse de su piel, devolviéndola a una forma normal. Con la vista borrosa al sentir su poder empezar a disminuir, se rehusó a arrodillarse; extendió sus manos hacia atrás, expulsando hielo para tratar de reemplazar su arma ya rota.

Doblando ligeramente su índice y dedo anular, consiguió anular los esfuerzos al abusar del punto de presión cerca de sus hombros. El cuerpo de la humana tembló, deteniendo la canalización como había previsto.

No puede... ser...

Tambaleándose hacia atrás desesperada por algo de aire. El dolor en su cuello, acompañado del que sentía en su pecho lo hacían una tarea verdaderamente atroz. Las gotas cayéndole por la cara pertenecientes a su máscara se confundían con sudor, aún si Odio estaba reparando tanto daño como fuese posible, nada cambiaba el hecho de que estaba siendo superada.

Esa cabra... sabe artes marciales...

Debió haberse quedado atacando a distancia después de todo.

Mientras ella se daba cuenta de sus errores y luchaba por mantenerse de pie, la alguna vez guardiana de las ruinas detuvo sus ataques, observando el estado deplorable en el que se encontraba su opuesto en todos los aspectos. Finalmente su expresión cambió, ahora a una de preocupación con atisbos de tristeza, su mano izquierda se cerró alrededor de su codo derecho, aún sangrando.

Toriel: Ya basta, señora... por favor... no deseo continuar con esto -Como para remarcar aún más sus diferencias, el rostro desesperanzado de la celeste se tornó en uno de sorpresa. Parte de sus ojos estaba tornándose de color grisáceo, como prueba de que su paciencia ya estaba terminando, empezando a perder los estribos por no poder triunfar- Las cosas no tienen que ser así, solo quiero volver a ver a mi hijo.

Aún esperando una resolución pacífica, tuvo fe en que quizás sus palabras llegarían a ablandar el ya quebrado espíritu de su contrincante.

Las pupilas de Mitsuri aprovecharon la buena naturaleza de Toriel, para concentrarse en su brazo. Una idea surgió en su mente; si bien era una guerrera con enormes capacidades, dejaba sus emociones sacar el lado más amable.

Todo lo que tenía que hacer era aprovecharse...

Mitsuri: ¡Lo siento! -gritó, haciendo su mejor esfuerzo para imitar una voz quebrada. Aún si intentaba llorar para hacer su mentira tan realista como fuera posible, no pudo conseguirlo, pero al menos sollozaría- Lo siento mucho, yo... no pensé que estuviéramos hiriéndolos tanto... nosotros creíamos- y-yo creía que... hacíamos lo correcto... lo siento tanto, lo siento tanto...

Lo que siguió fueron una serie de gimoteos, evitando mirarla. Como si el destino quisiera ayudarla, sus piernas finalmente se rindieron y cayó de rodillas, mientras el odio de su cuerpo parecía retroceder aún más. El sonido de los pasos acercándose a su posición. Habiéndose detenido en frente suyo, la mano que antes trataba de derrotarla le tocó el hombro, comenzando a aplicar magia sanadora en ella.

"No te preocupes, jovencita... todos cometemos errores cuando somos jóvenes, ¿no lo crees?"

Era una pregunta irónica, que no buscaba respuesta. Paciencia sonrió, con el cabello cubriéndole su rostro sudoroso junto a una pequeña sombra. Sus fuerzas, si bien estaban bastante disminuidas, aún eran más que suficientes para luchar un poco más.

Solo necesitaba un golpe en el lugar correcto.

"Tiene razón, señora... pero algunos nunca dejan de cometerlos"

Rápidamente, imitándola, extendió el brazo que Toriel no estaba concentrada en sanar: sus dedos se extendieron y fue capaz de acumular hielo suficiente para conseguir generar una cuchilla, apuntó directo al cuello de la albina, buscando cortarle la yugular para finalizar todo con aquel golpe maestro.

No obstante, su mano fue detenida por el brazo libre de la ojirroja, para su gran asombro. Su ánimo cambió de inmediato, volviendo a recuperar la expresión fría que la caracterizó durante todo su combate.

Toriel: Efectivamente, algunos nunca dejan de cometerlos -respondió, estrujándole los dedos con toda la fuerza que podía manifestar. Mitsuri intentó volver a usar el brazo que ella estaba sanando, pero volvió a incrustar sus dedos en su punto débil, haciéndola gritar- Perdóname por lo que te haré, mi niña... pero esto se terminó.

Sin perder tiempo ni un segundo más, sus manos volvieron a encenderse, esta vez, más allá de lo que Mitsuri podría soportar. Casi como si fueran fogatas, empezó a quemarle tanto su hombro como su mano, derritiendo el hielo que generaba la cuchilla que planeó incrustarle, su magia por fin encontrándose con su piel. Los gritos de paciencia la hicieron cerrar los ojos, pero no disminuyó la intensidad de sus flamas.

Todo lo contrario, la aumentó luego de tomar su otra mano, las quemaduras de tercer grado eran su única opción, porque sino destruiría sus terminaciones nerviosas o hasta sus huesos. Con su rasgo tan debilitado y odio empezando a separarse de ella al paso de los segundos, no podría volver a luchar hasta que se recuperara, y mientras más tiempo tardaze mejor.

"AHHHHHHHHHHHHH"

Las lágrimas que cayeron por sus mejillas se calcinaron inmediatamente por la temperatura que el aire tenía a su alrededor. La dentadura blanca de la monstruo se mostró en una expresión de horror absoluto, el agarre perdía intensidad, cada vez estando más debilitada. Al cabo de unos minutos, finalmente dejó ir las manos de la fémina, observando un pequeño charco negro escurrírsele por los pies.

Sin perder tiempo, envió una bola de fuego, destruyéndolo por completo hasta que no quedó nada.

"Maldita... cornuda... ¿qué carajo... eres?"

Seguía consciente.

Suspirando, Toriel se sentó en sus rodillas al lado de la humana. Si bien no usaría su magia en ella para evitar que el combate volviera a retomarse, por lo menos se quedaría con ella hasta que llegasen las autoridades o Frisk regresara. Fuese cual fuera el resultando, todos habían traído sus teléfonos, alguien tarde o temprano tomaría una decisión.

Toriel: Soy Toriel -contestó sin más, luchando por acariciarle el cabello para indicarle que todo estaría bien o simplemente calmarla. Sus impulsos maternales trataban de tomar control, pero debía resistir- Solo Toriel. Me divorcié de Asgore hace mucho tiempo, querida...

Guardando silencio, dirigió su mirada hacia el lugar por el cual Frisk había desparecido, sus cejas se arquearon.

Pronto todo terminaría.

.


.

-[Último fragmento: Rojo y Rosa]-

"¡BEN!"

Ya no estaba pensando.

Simplemente se guiaba por instinto, por su naturaleza maldita, que le decía que estaba cada vez más cerca. No había vuelto a mirar atrás en ningún momento, y a decir verdad, sería hipócrita de su parte: todos ahora mismo estaban peleando precisamente para permitirle llegar a este punto, irse a buscarlos no era una opción, especialmente porque ya habían dado la orden de matar a su marido.

"¡BEN!"

Repitió nuevamente, habiendo olvidado el deplorable estado en el que según él, se encontraba. No podía contestarle, aún si quisiera, pues precisamente habían construido su prisión para impedirle cualquier escape. La puerta de metal al final del camino irradiaba el rasgo de su querido, si no fuera por su forma verdadera no habría sido capaz de llegar hasta aquí.

Solo teniéndolo en frente suyo, supo lo grave de la situación.

Frisk: ¡¿PUEDES ESCUCHARME?! -continuó, hablándole a la puerta. Por suerte sus garras ya estaban descubiertas, así que no tuvo problema alguno en clavarlas en el metal, aunque no tuvo un buen efecto producto del grosor, no importaba. Ya fueran minutos o horas, ella era la única que logró llegar hasta su celda, tenía todo el tiempo del mundo para sacarlo- ¡Soy yo!, ¡Voy a sacarte de aquí!, ¡¿Me oíste?!

Ahora fue turno de su ansiedad.

Parte de su cabello recuperó el tono marrón natural gracias a la felicidad que sentía. Su mano libre hizo surgir de su palma su escudo, cambiándolo por una sierra para intentar apresurar el proceso. Las chispas que saltaron junto al desagradable sonido de metal siendo cortado sirvieron como catalizador para su rasgo natural, aumentando su poder.

Aún cuando no se había tragado ningún alma humana en años, nada cambiaba el hecho de que era más poderosa que cualquier humano o monstruo... sin contar al bastardo de Gaster, por supuesto.

"Quita tus manos de ahí, abominación"

"¿Uh?"

Una presión brutal la golpeó como si fuera la parte frontal de un camión, mandándola a volar. Trozos del metal se quedaron incrustados en sus dedos, pero su escudo fue abandonado justo donde lo había dejado. Su cuerpo se estrelló contra la pared, pero sin detenerse, casi como si fuera el control gravitacional de la familia esqueleto, Frisk sintió como ahora era sacada de la pared, puesta a levitar de nuevo.

Y enviada al suelo.

BWAMP BWAMP BWAMP BWAMP

Sin piedad ni consideración alguna, estaba siendo azotada contra las paredes, el piso y el techo cual muñeca de trapo. Su suéter empezaba a destrozarse junto a su carcasa, exponiendo la sonrisa de tiburón que la caracterizaba al perder los labios, la piel roja, y por supuesto, los ojos gatunos. Viendo que tenía suficiente, como remate, la hizo chocar una última vez más.

BWAAAMP

Fue rápido, cruel e inmisericordioso.

Toda su cabeza le daba vueltas pese a que gran parte de sus órganos no tenían utilidad, se había mareado. Alzando la cabeza, se topó con un hombre de cabello verde con un monóculo en su ojo derecho. Algunas canas ya se estaban haciendo ver en las patillas, curiosamente, su bigote era blanco como si se tratara de un anciano, aunque ni siquiera estaba tan arrugado.

A diferencia de los otros, su uniforme tenía unos ligeros adornos y detalles elegantes, como distinción de su poder.

"Lamento la brusquedad... bueno, no realmente. No puedo permitir que te lleves al sustento de nuestro grupo, secuestrar a este hombre fue un verdadero incordio, ¿sabes?... Puedes llamarme Durian, y soy el fundador de "Ala blanca", conocerte es un honor muy desagradable, Frisk Noire... ¿O debería llamarte Charlotte Lightvale?"

Se puso de pie de inmediato, impulsada por el poder. Alzando su mano derecha, su sierra regresó a ella, tratando de golpear al recién identificado por la espalda, pero este simplemente movió sus piernas a la derecha ligeramente, esquivándolo sin problema. Aún cuanod quería hacerle pedazos, Frisk podía reconocer cuando tenía en frente suyo a un rival poderoso.

Si ese tipo era el líder... entonces esta, efectivamente, era la batalla final.

Frisk: ... voy a matarte, anciano de mierda -gruñó, el tono grave de su voz comenzando a hacerse evidente. Su amenaza vino acompañada de su espada, por fin regresando. Su melena ahora totalmente pelirroja emitía destellos constantes, al igual que sus ojos. Perdió la compostura de inmediato- ¡TE ARRANCARÉ EL ALMA DEL PECHO CON MIS PROPIAS MANOS!

Durian, por supuesto, solo llevó las manos atrás de su espalda, enseñándole sus escleróticas ya ennegrecidas.

"Ya que estás tan confiada... ¿por qué no te acercas de una buena vez, Charlotte?"

No hubo necesidad alguna de provocarla dos veces seguidas.

Rugiendo, la pelirroja se lanzó directo a por el peliverde, Durian por el contrario solo bajó ligeramente su cabeza, enviando con un pequeño asentimiento una ventisca para detenerla, Frisk se congeló en su lugar, incapaz de poder avanzar. Ligeros trozos de su vasija y vestimenta volvieron a destrozarse, rehusándose a simplemente volver a ser apaleada, desprendió de su hombro unas cuantas masas carmesíes.

Aún si no estaba dividida en dos, no había problema.

El pequeño grupo de cuatro abrieron sus bocas, sacando de estas lenguas afiladas para tratar de capturar o desconcentrar al veterano, quien ni se inmutó. Su cabeza ahora se recargó en su hombro izquierdo, y otra ventisca las envió a volar contra la pared, haciéndolas quedar como manchas de pintura. Por supuesto, eso no era suficiente para derrotarla.

Durian, sin siquiera quitarle la vista, bajó su mano derecha.

WHASHHHH

Y la presión sobre el cuarteto de esbirros fue tal que consiguió abrir unas cuantas grietas en el suelo, destrozándolos hasta que no quedasen nada más que partículas pequeñas.

El usuario de amabilidad le dedicó una sonrisa de ojo a la fémina, para luego hacerla chocar contra una maquinaria cercana. Sangre salió de la boca de Frisk, haciéndola levantar la vista, encontrándose con el viejo aún manteniendo su expresión cordial y alegre.

Durian: si me lo preguntas... la leyenda de Amor e Ira está bastante sobrevalorada -comentó a la nada, su cabeza se giró un poco para indicar que miraba hacia la puerta donde Ben estaba encerrado, negó ligeramente, para de nuevo regresar su vista hacia ella- después de todo, a tu marido no le queda mucho tiempo de vida, y tú ni siquiera has conseguido tocarme. Estoy más que seguro que aún si los papeles se invirtieran y los Lightvale estuvieran aquí, el resultado no sería diferente... después de todo, por algo se extinguieron.

La saeta mágica que fue disparada en su dirección le obligó a callarse.

El líder titubeó un poco, sorprendido por el tamaño de aquél disparo. Inmediatamente invocó un escudo de ventiscas para poder protegerse, forzando un poco sus poderes para ejercer presión y destruirla. Volviendo a mirar hacia el lugar donde había estrellado a Frisk, se encontró con que se había puesto de pie y tenía su brazo izquierdo alzado en dirección hacia él.

Obviamente, había sido ella quien le disparó.

Parte de su cabello cubría la mitad derecha de su rostro, la única aún humana. Parte de la piel tostada de Charlotte se cayó, revelando aún más los colmillos y la dentadura de la joven. El brillo sangriento en donde debería estar su ojo hizo que una gota de sudor descendiera por la nuca del humano.

"No te metas... con mi madre... mucho menos... ¡CON MI ESPOSO!"

Encendiendo mano derecha ahora, Ira segunda hizo brillar sus palmas de una manera similar a la primera vez que entró en su modo verdadero luego de despertar, la tarde de su combate con los Dreemurr en compañía de Asriel. Moviendo sus brazos ligeramente hacia adelante para disparar sus dos proyectiles super-recargados, cambió rápidamente de posición.

Un ataque frontal no sería de mucha utilidad, pero si su teoría era correcta, entonces debía presionar al viejo en un punto y atacarlo por otro lado.

Desprevenido por el abrupto aumento de fuerza, se vio forzado a extender sus manos para potenciar el escudo que le protegía. Casi como si fuera una barrera invisible, podían verse hilillos provenientes de los ataques colándose a su alrededor. Durian cerró su palma izquierda, empezando a aplicar presión para poder destrozar los ataques de la bestia negra.

Esta, por su lado, se detuvo a sus espaldas, con la idea perfecta: solo debía acercarse e incrustarle su aguja directamente en el pecho.

Llevando la garra izquierda hasta su pecho, el brillo carmesí de su alma pronto se transformó en su arma secundaria, sus piernas catapultándola directamente a su columna. Preparó las manos como si fuera una lanza, ya podía verse a si misma tacleándole y tirándole al suelo sin haberle dado oportunidad alguna.

Pero, estando tan cerca, volvió a detenerse.

Abrió los párpados en asombro, notando como aún tras empujar su aguja para acortar la distancia que le separaba de su cuerpo, no lo conseguía. En un lento y robótico gesto Durian volteó a mirarla, no tardó mucho para que su brazo derecho apuntara hacia ella, el derecho aún conteniendo los disparos.

"Apartar"

Su cuerpo salió volando otra vez, con una brutalidad incluso aún mayor a todas las anteriores. Bete Noire sin embargo, conectó inmediatamente su carne a su aguja, lanzándola al suelo como si se tratara de un soporte, logrando evitar chocar contra algún otro lado nuevamente.

Durian, estando libre de sus ataques, volteó a verla con una mirada diferente a la anterior: seguía manteniendo su elegancia, pero ahora con un atisbo de desprecio similar al de un noble observando un bicho.

"Eres astuta, debo reconocerlo, pero no hay nada que puedas hacer para derrotarme niña tonta, ni siquiera estoy abusando tanto de odio, porque verás... mi poder es nato. Simplemente necesitaba algo para recuperar algo de vitalidad... y el odio salido de tu estúpido novio terminó siendo más gratificante de lo que pensaba"

Justo como había previsto, Frisk volvió a dispararle sus saetas, en esta ocasión con menor poder pero mayor cantidad. Además de eso, la bestia brincó y destrozó parte del barandal que llevaba a los cuartos interiores mediante los puños, lanzándole los escombros como añadido. Ahora si utilizando sus manos, el peliverde por fin comenzó a moverse.

Primero pegó una palmada al frente suyo, deteniendo con un único escudo todos los disparos mágicos de Noire, cerrando los dedos para destruirlos.

Durian: Es inútil -continuó, observando la explosión en partículas rojas en frente suyo. Ahora continuó con detener un pequeño trozo del suelo, notando como las varillas metálicas habían sido separadas del mismo, dirigiéndose a su persona como si fueran lanzas- ¿qué pretendes?

Cual abanico, movió su nueva herramienta recién adquirida para rechazar al proyectil venidero, notando otra lluvia de saetas yendo en su dirección, ahora lo empleó como si se tratara de un escudo. Claro está que destruyeron el metal sin esfuerzo alguno, pero el que fueran anuladas y no le alcanzaran era lo que importaba. Durian no se esperó la cierra que venía oculta en el humo.

Frisk había aprovechado esos segundos para transformar su escudo en su modo sierra, forzándole a protegerse de nuevo, pero también a usar una barrera atrás de si.

La misma táctica no le funcionaría dos veces, aún con el añadido extra.

CRRRSHHH

"¿Q-qué?"

Las garras se asomaron por el suelo, habiendo traspasado por completo su escudo. Frisk había aprovechado su comportamiento, haciéndole creer que empleaba la misma estrategia para atacarle por el único lugar que no podía proteger. Sus dedos brillaron intensamente, recargándose con magia: iba a disparar desde cada uno para explotarlo en pedazos.

Perdiendo la compostura totalmente, Amabilidad ganó un rostro de furia mezclada con desesperación, los dedos en su mano derecha se cerraron alrededor de su palma para poder crear una esfera a presión con tal de alejarla de él.

La bestia negra sonrió, deleitándose con el sabor de la victoria.

"Muere, anciano..."

BOOOOOOM

No alcanzó a defenderse, ella había sido más rápida. Inmediatamente retiró sus manos del suelo, observando con algo de impotencia y molestia como algo de la sangre por haber perforado el suelo a toda velocidad le escurría por las puntas... no importaba, cualquier herida era curable con la suficiente comida preparada por algún monstruo o ordenada por su esposo.

Aunque, quizás, todo su daño desparecería una vez se tragara su alma si es que la conseguía a tiempo.

"Eres... realmente formidable..."

La áspera voz proviniendo del humo que dejó su ataque la sacó de sus pensamientos inmediatamente. Una ventisca se encargó de disiparlo por completo, mostrándole el estado lamentable en el que se encontraba: toda la zona superior había sido despedazada, exceptuando su camisa ensangrentada, había llegado incluso a partirle la cabeza... pero aún seguía con vida.

El humo negro saliéndole de sus heridas, acompañado de lágrimas con el mismo color le decía como sobrevivió.

Frisk: ... ¿cuantas veces tendré que golpearte para que mueras, anciano? -molesta, extendió los brazos cerca de su rostro. La carne de sus palmas pareció pegar un brinco, y ella misma la estrujó: dos versiones de la espada de su madre aparecieron tras unos cuantos movimientos. Mientras que ella estaba furiosa, Durian tenía una mirada que no podía identificar.

Tenía los ojos abiertos, mirándola. Nada más, nada menos. ¿Sorprendido, enojado?, no podía leerlo.

Aún sin su monóculo, el ahora herido líder de Ala Blanca hizo el gesto de acomodárselo de manera automática. Su espalda crujió violentamente cuando se reincorporó. Ahora, por fin, la edad estaba empezando a afectarle.

"No mucho me temo... aún con odio, nada cambia el hecho de que tengo setenta años. Supongo que debo matarte tan pronto como sea posible, a cualquier precio"

Dadas las circunstancias a la que le había obligado, no se sorprendió cuando su piel empezó a ser cubierta por odio, teñida del color de la noche, no dejando ningún rastro de Amabilidad más que su cabello y sus ojos. Una capa de aire pareció salir de su cuerpo, destrozando su alrededor.

Ahora si podía llamar a esto "batalla final"

Corriendo hasta él con sus espadas cortando el suelo a su lado, la bestia negra alzó las mismas en dos cortes verticales ascendentes que liberaron unas cuentas rocas del piso, Durian puso su mano derecha adelante de si, invocando un escudo para bloquear el ataque. No mucho después acercó la izquierda, buscando empujarla contra la pared nuevamente.

La pelirroja sin embargo fue más rápida que él; su espada izquierda emitió un potente brillo carmesí, formulando una pequeña aura para incrementar el poder de su hoja, estrellándola contra él. Amabilidad fue mandado a volar, desde el suelo el hechizo femenino se vio libre, empezando a pegar múltiples cortes, liberando mini-olas en el proceso.

El anciano se detuvo en pleno aire gracias a sus poderes, dirigiéndose cual ave a la derecha para esquivar los ataques de la chica, su cabello se movía en su frente mientras los ataques explotaban detrás suya de manera consecutiva.

BOOOM BOOOM BOOOM BOOOM

Era casi como estar intentando aplastar a una mosca.

Frisk: ¡BASURA! -Gruñó, deteniendo sus ataques producto del cansancio. Clavó su espada en el suelo, enviando energía hacia el mismo. El hombre detuvo su constante escapar, empezando a acumular una esfera de aire comprimida en su mano derecha, cubierta además por las flamas negras del potenciador. No importaba nada, simplemente debía destruirlo- ¡TOMA ESTO!, [INFERNAL RAGE]

Una gran cantidad de magia Ira salió del lugar en el que su arma estuvo clavada toda, con él como blanco. La cabeza del fundador se movió ligeramente hacia la izquierda, su mano también se puso en medio, preparándose para contrarrestar su poder con el suyo propio.

La esfera se dirigió hacia abajo dejando una estela negra a su paso, aún con la diferencia de tamaños, fue capaz de parar aquel muro carmesí sin esfuerzo. Ambos poderes se mantenían en el aire, luchando por la supremacía.

Bete Noire, con la cabeza mirando hacia arriba y su campo de visión plagado del color que más la caracterizaba, no pudo evitar pensar en sus hijos.

"No voy a perder... ¡NO LO HARÉ!"

Exclamó, cogiendo su otra espada para dejarla arriba de su cabeza, usándola con ambas manos. Más magia empezó a ser acumulada, extendiendo la hoja en gran medida, para luego bajarla como un martillo: tanto la esfera como Infernal Rage fueron cortados como mantequilla, acción que tomó desprevenida al humano, forzándole a alzar sus manos para generar un escudo.

Frisk consiguió devolverlo al suelo nuevamente, aún si se protegió del impacto con otra barrera de cuerpo completo, se notaba que estaba haciendo esfuerzo para no ser aplastado por la enorme hoja.

Emitiendo un gruñido y obteniendo un pequeño aumento de poder, Durian alzó sus brazos usando todas sus fuerzas, consiguiendo liberarse del predicamento. Moviendo los dedos de su mano izquierda, ahora su poder empezó a abusar del entorno: sus ventiscas consiguieron destrozar techo, suelo y paredes para crear unos cuantos escombros, flotando a su alrededor similar a meteoritos.

Fueron hacia ella uno por uno.

En lugar de esquivar corrió hacia estos, consiguiendo brincar lo suficiente para poder esquivar al primero, pero los otros dos la estaban esperando arriba para aplastarla mediante un ataque por ambos lados. La bestia para su suerte, extendió su brazo izquierdo como elástico para impulsarse en el último momento, oyendo a ambos colisionar y caer detrás suyo. Aún con el poder de controlar el viento, la masa seguía siendo un impedimento.

Aprovechando que caía encima de él, volvió a ejecutar la misma táctica de antes, recargando su sable.

Durian volvió a convocar su escudo.

SWRSHHHHHHHHH

La magia carmesí se encontró con la barrera invisible, mientras ambos se veían mutuamente: aún con todo su ser cubierto por odio, parecía que sus modales no estaban en absoluto trastocados, ella de igual manera contrastaba muy bien con su seriedad, no dejando de estar cabreada. La mano derecha dejó el mango del arma, desesperada por penetrar aquel campo.

Sus garras se extendieron, tomando una forma similar a su sable, y las incrustó justo en frente de su rostro, tratando de crear una apertura.

Los vientos que le protegían se movían estruendosamente cual mar en plena tormenta, intentando mantenerse para no dejarla pasar. Él muy bien sabía que, como flaquearan sus defensas, no tendría oportunidad alguna para poder defenderse.

CRSSSH~

La segunda espada que había permanecido sola todo este tiempo apareció en frente de sus ojos, habiendo salido del suelo como si de un topo se tratase. Él alzó la cabeza para encontrarse con la sonrisa enfermiza de su enemiga, quien no perdió tiempo en salir del área de impacto con un poderoso salto. Había cometido un error al dejar de prestarle atención a su otra arma.

BOOOOOOOM

El estallido de energía que vino a continuación casi la hizo reír.

Fue como un pilar de luz roja, con su arma como el epicentro. Al pasar los segundos, mientras el daño continuaba, el tono marrón estaba regresando a su cabello: toda su magia se estaba yendo en aquel ataque, dañándole tanto como pudiera. Varios planes ya estaba ideando en caso de que siguiera de pie, pero si no, solo tenía que darle un único golpe para terminarlo todo.

"¡A-Arghhh!"

Efectivamente, seguía con vida.

Ya fuera gracias a su vejez, o por todo el daño que recibió, odio estaba empezando a caerse de su cuerpo a pedazos, retorciéndose como una asquerosa alimaña. Los gusanos negros se arrastraron de regreso a sus pies, tratando de reunirse con el resto para retomar el combate.

No lo dejaría.

BAAAAAM

Su puño derecho se estrelló contra su rostro, consiguiendo doblarle la cabeza y hacerle escupir saliva. Mareado y con la vista borrosa, trató de tomar represalias juntando algo de aire en su mano derecha, pero un izquierdazo le hizo desistir. El cabello castaño de la bestia le cubría parte de su rostro, dejando únicamente sus ojos visibles, brillantes.

Poco a poco, su piel estaba regenerándose.

BAAAM

"AGHHH"

Otro golpe, esta vez a su estómago.

Adentro de su cuerpo, el latido de su corazón comenzaba a aumentar de forma desmesurada. Lo estaba haciendo sufrir adrede: podía simplemente clavarle su aguja, arrancarle el alma e ir a ver a su esposo... pero el dolor, la tristeza, el resentimiento... emociones características de alguien como ella, la motivaban a mantenerlo vivo y seguir moliéndole a golpes.

Esto era por sus hijos

BAAAM

Por las noches de soledad donde abrazaba su almohada y lloraba hasta quedarse dormida.

"¡MALDITO!"

Sus labios se curvaron en una expresión de ira. La mano izquierda dejó de golpearlo, para en su lugar sujetarlo del cuello y arrodillarle. Su derecha volvió a estrellarse contra su rostro, esta vez de frente en lugar de los laterales, queriendo destrozarle la nariz. El "Crack" que escuchó le trajo un sentimiento de placer mezclado con alegría.

Pero aún no era suficiente.

Ahora, en lugar de los brazos, le golpeó con la cabeza.

WHAM

Ya no eran sonidos de dolor, sino quejidos los que soltaba.

Frisk levantó su pierna derecha y plantó la suela de su zapato en su estómago, dejándolo sin el poco aire que aún le quedaba y además tirándolo al suelo. Noire observó al aún vivo pero apaleado mago. Pese a querer matarlo... no iba a manchar sus manos con la sangre de esa basura, ni mucho menos alimentarse de su mugriento rasgo.

"Todo termina aquí, viejo asqueroso..."

Dijo mientras manifestaba su espada, apuntándola a la sustancia negra que se arrastraba lejos de su cuerpo, una ola de energía se descargó con gran potencia, desintegrándolo completamente. Su pecho se movió varias veces conforme tosía, la sangre saliéndole de la nariz le dificultaba respirar. Pero aún así, sonreía.

Durian: Tal vez... este sea el fin de nosotros... pero, déjame preguntarte algo -alzó su ceja derecha, encontrándose con sus ojos nuevamente. La mirada en el ojiverde era suave y hasta cierto punto dulce, realmente se trataba de un viejo que había tratado de morder más de lo que podía masticar, no de una mente criminal ni nada por el estilo, cosa que la hizo plantearse aún más dudas sobre como consiguió armar una operación tan grande como aquella- ¿Realmente crees que los peligros han terminado?... mientras vivan, tú... los monstruos, tu marido... siempre habrá alguien más...

No le respondió.

En su lugar, la de suéter azul le dio la espalda, caminando hasta la puerta del cuarto donde su esposo había estado capturado, separado de ella desde hacía tanto tiempo. Su espada se clavó en la puerta una vez más, y el sonido de la cerradura haciéndose pedazos luego de un corte cargado de magia llegó a los oídos de ambos, indicando que por fin se había abierto.

"Puede que tengas razón... pero los monstruos y los humanos son fuertes, jamás van a rendirse... lo sé mejor de lo que crees"

Con esas últimas palabras, la Bestia negra se adentró en la oscuridad, sonriendo cuando escuchó las cadenas moverse. Una silueta masculina en el suelo cercana a la pared alzó la cabeza para mirarla, arrodillándose para poder disminuir la distancia que les separaba.

Había olvidado lo suave de su piel, y lo hermoso de sus ojos. El color rosado, ahora que podía meditar, lo asimilaba al glaseado sabor frutilla del pastel.

"Hola... mi cerecita..."

Llorar cuando esuchó su voz diciendo su apodo fue inevitable.

.


.

-[Epílogo: Familia]-

"¡Ay-ay-ay-ay!"

Los chillidos del ojirrosado cuando la palma de Undyne se estrelló en su cabeza en un, "supuestamente suave" golpe de amigos, resonaron por toda la habitación en la que se encontraba hospitalizado. Las risas del resto siguieron casi de inmediato, Toriel sin embargo no perdió tiempo en recriminarle a la pelirroja su trato siempre rudo para con su hijo.

Toriel: Undyne, por favor... mi niño no está en condiciones para que te pases con él -recriminó la de ojos rojos, de todos los que habían formado parte del equipo de rescate hace unos días, ella era quien menos daño había recibido, estando Undyne en el segundo lugar únicamente por la determinación, pero aún así los dolores indicaban que requería reposo.

La de tez azul simplemente bufó, restándole importancia para luego soltar una risa.

Asgore: Debo estar de acuerdo con Toriel, Undyne -secundó el rubio, observando con algo de molestia a su antigua capitana. Aún así, ella no cambió su actitud ni tampoco pidió disculpas, en su lugar, el rey de los monstruos volteó a ver a Gaster, el único del cuarto que había mantenido un aura y expresión serias desde que llegaron hacía unos veinte minutos- ¿Cómo se encuentra Papyrus, Doctor Gaster?

El científico real finalmente se movió al oír su nombre y el de su hijo más pequeño, habiendo estado todo el tiempo con los brazos cruzados observando al suelo. Cuando lo hizo, se topó con los rostros preocupados y atentos de todos sus conocidos, aún si no estaba prestando atención, era obvio que querían saber sobre el estado del más herido.

Suspiró, asintiendo con una sonrisa pequeña.

"Se encuentra bien, recuperándose. Aunque está algo molesto porque decidí dejarlo en casa en lugar de traerlo para estar aquí: quiere saber sobre ti, Ben"

Amor sonrió enormemente al escuchar aquello. No por nada Papyrus era uno de sus grandes amigos, ponerse feliz y asentir eran reacciones predecibles.

Ben: Dile que tenga un platillo de Spaghetti preparado para cuando volvamos a vernos -respondió, alzando el pulgar de su mano derecha. Gaster guiñó su cuenca derecha, volviendo a retomar su posición meditabunda. Los ojos rosados del muchacho se movieron hasta encontrarse con los de la cabra más pequeña, sonriendo- Así que... ¿querían reemplazarme y darme por muerto?... me rompe el corazón que no hayan hecho nada por mi.

Asriel, por supuesto, se tomó a bien aquellas preguntas.

"Bueno, si te hubieras muerto habríamos podido reclamar el seguro de vida, seríamos más ricos todavía"

Las risas volvieron a estallar cuando Sans dijo el típico "buena esa", dándole el visto bueno al para nada cariñoso chiste del príncipe de los monstruos. Benjamín, sin embargo, pronto cambió su expresión a una de nostalgia cuando su pulgar tocó la sortija de matrimonio en su dedo.

TOC TOC TOC

Como si el destino estuviera a su favor, dos golpes llegaron a la puerta, seguido de un sentimiento electrizante recorriéndole el pecho, con su alma como epicentro.

"¡PAAAPIIII!"

Dos voces aniñadas hablaron al unísono, entrando como rayos cayendo del cielo. Ben emitió sonidos de dolor cuando los cuerpos de sus dos hijos se estrellaron en su barriga, los brazos de Olivia y James rodeándole con tanta fuerza que casi parecían querer asfixiarlo.

Ben: Hola, tesoros... -si bien le dolían las costillas y estaba algo desnutrido por tantos días sin recibir comida, era un hombre fuerte. Lo suficientemente fuerte como para abrazar a sus dos pequeños, como si se trataran de unos ositos- ¿Dónde está-

"Lamento la tardanza... tuve que detenerme para buscarlos por lo desesperados que estaban por llegar a verte"

La siguiente en entrar fue la invitada estrella. Frisk tenía parte de su rostro completamente cubierto en vendas incluido su ojo, esperando a que su piel se regenerara por completo. Pese a que sus hijos sabían que ella no era humana, prefería ahorrarles las pesadillas que obviamente tendrían cuando vieran su verdadera apariencia.

Marido y mujer compartieron una sonrisa, aún cuando sintieron ganas de besarse, estaban rodeados de gente.

Olivia: Papi, ¡Papi! -habló la más pequeña del dúo, observándole con lagrimitas en sus ojitos, pero con un brillo de emoción que honestamente, le había hecho falta enormemente- Mamá dijo que estuviste de viaje y vivieron una gran aventura, ¡cuéntanos!

El de alma rosada abrió los ojos sorprendido, volteando a ver a su pareja. Ira asintió, tomando una silla para sentarse no mucho después, al lado de su cama. El embajador de los monstruos dejó salir un suspiro, aceptando.

Aunque tendría que pedirle ayuda a su madre, Undyne y su esposa para poder contar la mejor versión con tantos detalles como fuese posible, no había problema alguno.

Realmente había extrañado esto...

Fin.