Disclaimer: nada de esto me pertenece, los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Rochelle Allison, yo solo la traduzco.


APPEASE

Capítulo treinta y cincoManguera

6 meses después

―Daos prisa o llegaremos tarde ―digo desde el umbral de la puerta de la habitación de Irina. Ella corretea por todas partes, buscando bajo mantas y detrás de almohadas.

―¡Acabo de tenerlo en la mano! ―se lamenta―. ¡Lo necesito!

―No lo necesitas ―digo, suspirando―. Voy a dejarte aquí con la Sra. Cope.

Desde que Irina y Alistair recibieron iPhones último modelo por su cumpleaños, se han vuelto adictos al maldito cacharro. Temple Run, Angry Birds, blah, blah, blah. Sigo pensando que es ridículo que los tengan pero, ¿qué voy a saber yo? Solo soy la niñera.

Alistair sale de su habitación con su amigo, un niño llamado Avery. Se han hecho muy amigos durante el año escolar y, ahora que están de vacaciones de verano, no han hecho más que suplicar pasar tiempo juntos. Superviso citas de juegos – o como sea que se llame cuando dos niños de nueve años pasan el rato- varias veces a la semana.

En cuanto a Irina, a ella le sigue gustando mucho ir a nadar a la piscina de su amiga, pero también trae amigos nuevos a casa. Ella es la sociable donde Alistair es más tranquilo. Él tiene uno o dos amigos principales, ella tiene unos diez.

―Chicos, ¿estáis listos? ―pregunto.

―Sí. ―Alistair asiente, dándose una palmadita en el bolsillo en el que tiene el móvil. Me esfuerzo por no rodar los ojos. De verdad. ¿A quién van a llamar además de a sus padres, sus hermanos y a mí? Da igual.

―¡Lo he encontrado! ―exclama Irina triunfal, saliendo corriendo de su habitación con el teléfono con la funda rosa en la mano―. Ya podemos irnos.

Fuera hace tanto calor como en el Hades. Les meto prisa a los niños para que se suban a la parte de atrás del coche, dónde Eleazar espera con la puerta abierta.

―¿Qué hay, Sr. El? ―le tomo el pelo.

Él sonríe satisfecho.

―Nada, Bella. Nada. Emepezaba a pensar que habíais cambiado de opinión.

―Irina ―digo con un resoplido―. Y su teléfono.

Él asiente comprensivo y cierra la puerta. Siempre es igual. Me doy cuenta de que Avery está sentado entre Irina y Alistair y que, aunque está escuchando atentamente a su amigo, su mano y la de Irina se tocan en el asiento entre ellos. Le echo un vistazo a Irina y, ciertamente, sus mejillas están rosas mientras mira por la ventana.

Interesante. Tendré que tener vigilados a estos dos, sobre todo porque Avery va a quedarse con nosotros en los Hamptons este año por el cuatro de julio.

Mi teléfono vibra

¿Dónde estáis, chicos?

Llegando. Vamos tarde, lo siento xoxo

Ok. Cogeré los snacks.

Ok.

¿Mike n ikes?

Contengo una risa. Sabes lo que me gusta.

Llegamos al cine diez minutos después. Le doy las gracias a Eleazar mientras bajamos del coche, dejándole saber que seguramente volvamos a casa en taxi.

Edward sonríe ampliamente cuando nos ve con los brazos llenos de refrescos, chucherías y palomitas.

―Me has cogido chocolate, ¿verdad? ―susurro, besándole.

Él asiente, dándoles a los niños sus snacks.

―Por supuesto.

Entramos en la sala oscura justo a tiempo para ver los últimos trailers. Cuando me siento, el brazo de Edward me rodea y no es difícil recordar la última vez que vinimos a este cine en particular, cuando todavía estábamos empezando.

* . *

Edward y yo terminamos nuestros años escolares con días de diferencia. Yo había conseguido mantener una buena media de 3.5, resultado de infinitas horas de estudio y concentración. También ayudó tener un trabajo estable ―con el que no tenía que preocuparme por el alojamiento, el dinero o la comida― y un novio que estaba tan dedicado a los estudios como yo. Para mí, se trataba de hacer lo que debía para alcanzar mis metas, para mejorar mis perspectivas de futuro. Para Edward se trataba de no decepcionar a su padre, pero eso no era todo. Al principio me había preocupado que Edward solo estuviera siguiendo los pasos del Sr. Masen porque era lo que se esperaba de él pero, con el paso del tiempo, me di cuenta de que realmente quería trabajar en el mundo de las finanzas. El concepto de seguir con el legado de su padre le entusiasmaba y quería prepararse para el día en que fuera un empleado y... finalmente, el director ejecutivo de Masen Financial.

El Sr. Masen y Tanya habían terminado su divorcio en abril. No había sido agradable, pero el drama se había mantenido bajo mínimos. Al parecer, antes de casarse Tanya había firmado todo tipo de contratos pre-matrimoniales y papeles que evitaban que armase demasiado escándalo en caso de que rompieran. Los juzgados les dieron custodia compartida pero, tras una serie de entrevistas con los Masen y los niños, se decidió que los gemelos seguirían viviendo en el Dakota y le harían visitas semanales a su madre. A veces iban más a menudo, todo dependía de los horarios de cada uno. No hace falta decir que Tanya no podía ni verme, pero yo hacía todo lo que podía para acomodarme a sus deseos de ver a los niños y a los de ellos de verla a ella. A lo mejor había sido una madre terrible, pero era la única que tenían y la vida es muy corta para guardar rencores.

Se había relajado bastante, por fin, probablemente porque tenía sexo de forma regular con Laurent. La muy guarrilla ya no tenía que hacerlo a escondidas.

Irina volvió a la normalidad con bastante rapidez. Es tan efusiva que hablar de sus sentimientos y recibir consuelo cuando lo necesitaba era natural para ella. A Alistair le costó más y, al final, el Sr. Masen le llevó a sesiones de terapia semanales.

Él también está pasando más tiempo con sus hijos. Con los cuatro. Puede que el tiempo no cure todas las heridas, pero sí que ayuda mucho. Incluso Alice se ha ablandado considerablemente. No me había dado cuenta de cuánto se había estado guardando dentro hasta que empezó a soltarlo.

Me hizo apreciar a mis propios padres. No eran perfectos y se habían separado cuando yo era pequeña, pero siempre habían sido civilizados y nunca había dudado de que me querían.

* . *

El Sr. Masen sonríe como disculpándose, apoyado contra el coche. Se supone que debía venir con nosotros a los Hamptons, pero un problema de último minuto en el trabajo le retiene hasta esta noche.

―Prometo que estaré allí más tarde, ¿vale?

Asiento, mirando a los niños. Parecen estar bien, pero podría ser simplemente que están acostumbrados a estas cosas. Definitivamente, ahora él les da más prioridad de lo que solía, pero estas cosas siguen pasando.

―Está bien ―dice Alistair, asintiendo―. Solo... no te pierdas la cena.

―No lo haré ―le promete él, alborotándole el pelo a su hijo.

Irina le da un beso y luego nos vamos, dejando atrás la caliente humedad de la ciudad por la, con suerte, fresca brisa del océano en Southampton. Le envío un mensaje a Edward para avisarle de que ya salimos. Alice y él van a venir este año; Alice y Jasper se quedan en la casa de invitados al borde de la propiedad, pero Edward estará en la casa principal con nosotros.

No se han quedado en la casa de la playa desde que eran pequeños así que... es algo de tamaño monumental.

Los amigos de Alistair e Irina se unirán a nosotros hacia el final de la semana, pero estos primeros días están dedicados a la familia. Es posible que estuviera yo más entusiasmada por los niños que ellos mismos.

Edward llega antes que nosotros, lo que no me sorprende. Siempre que puede conducir el Aston Martin, sobre todo fuera de la ciudad, se vuelve loco. Los gemelos se lanzan sobre él cuando le ven ―no le habían esperado hasta mañana.

―Está bien no tener que escaparse ―digo más tarde mientras Edward me mira deshacer la maleta. Su habitación está al final del pasillo.

―Oh, haremos igualmente cosas que requieren escaparse ―dice, sonriendo satisfecho.

―Compórtate ―le digo, medio esperando que no lo haga.

―Déjame ayudarte con esto ―dice cuando ve uno de mis bikinis caerse de la maleta.

―Edward. ―Río, apartándome de sus cosquillas.

―¿Podemos ir ya a nadar? ―pregunta Irina desde el otro lado de la puerta.

―Sí, dame un minuto ―contesto.

―¡Date prisa! ―exclama sobre el eco de sus pisadas cuando se va―. Se está haciendo tarde.

Apenas son las dos, pero sé que esto es algo importante para los gemelos. Llevan semanas deseando venir y, honestamente, yo también.

Edward se sienta en la cama, mirándome mientras me cambio. No es nada que no haya visto antes, en repetidas ocasiones, pero su mirada me calienta igualmente. Siento sus dedos dibujar un camino por mi barriga mientras me paso una camiseta por la cabeza.

Él tira de mí para que me ponga entre sus piernas y yo voy de buena gana. Estar cerca de él es... esencial. Nuestro año escolar ha estado repleto de citas a altas horas de la noche y momentos robados entre clases, constantes mensajes de texto y rápidas llamadas, pero todo suma. No puedo imaginar mi vida sin Edward.

Me inclino para besarle, pasando mis dedos por su pelo.

―¿Te das cuenta de que hace casi un año? ―murmura, dejando pequeños besos contra las comisuras de mis labios.

―¿Desde que nos liamos?

―Mhm.

―Me doy cuenta ―digo, sonriendo un poco. A veces todavía hace que se me pare el corazón.

Nos besamos de nuevo, lentamente. La luz del sol se filtra por las ventanas al otro lado de la habitación, haciéndolo todo dorado y dulce.

―Creo que James y Victoria van a volver a dar una fiesta en la casa de los padres de ella ―dice un momento después.

Asiento, apartándome para recogerme el pelo en un moño.

―Vale.

―¿Quieres ir?

―Claro. ¿Cuándo es?

―El jueves o el viernes. Todavía no estoy seguro.

Es lunes, así que eso nos da un par de días para relajarnos antes de que comiencen los compromisos sociales. Me he dado cuenta muy pronto de que ser la novia de Edward Masen significa ser vista y aparecer en sitios mucho más de lo que jamás imaginé, pero no esta tan mal. Nunca beberé ni me gustarán las fiestas tanto como a algunos de esos chicos, pero me lo paso bien. Tengo mi propio grupo con el que me siento cómoda ―Alice, Victoria e incluso James. De hecho, esa es la razón por la que no me importa ir a esta fiesta ―la dará gente a la que conozco y que me gusta.

―Suena divertido. ―Muevo la cabeza señalando hacia la puerta―. Pero ahora tenemos que ir con Irina y Alistair.

* . *

El Sr. Masen mantiene su promesa y llega justo cuando el sol empieza a ponerse.

Acabo de pedirles a los gemelos que pongan la mesa cuando él entra, vestido de forma casual con pantalones caqui y un polo.

―Hola, Sr. Masen ―digo, saludándole con un movimiento de la mano. Sue le da la bienvenida con un mojito, lo que se me hace raro, y Carmen anuncia que ha llegado justo a tiempo mientras saca una enorme bandeja de pan de ajo del horno. Creo que, en secreto, se sienten aliviadas porque la "Señora" no esté.

La cena es algo tranquilo que me hace darme cuenta de lo tenso que era todo cuando Tanya estaba por aquí. Por supuesto, odio el hecho de que ahora Irina y Alistair sean estadísticas, igual que yo ―los niños de un matrimonio fracasado. Pero es obvio que las cosas ahora son mejores. Más calmadas.

Incluso el Sr. Masen parece más comprometido, aunque podría ser solo un esfuerzo consciente de su parte de estar presente para los niños y no mentalmente ausente.

―Quiero un tobogán hinchable de agua ―dice Irina, hablando con la boca llena.

No me molesto en regañarla, ya ha tragado y habla a toda velocidad.

―El primo de Regan tiene uno en White Plains y juegan en él todo el rato. El hermano de Regan le echó jabón una vez y voló tan rápido que golpeó un árbol y se hizo un esguince en el dedo...

―Hay una manguera junto a la piscina que el jardinero usa para regar las plantas... a lo mejor podemos usarla ―interrumpe Alistair, mirando a su padre.

―Edward dice que hace mucho tuvisteis uno ―añade Irina.

―Puede que todavía lo tengamos ―dice el Sr. Masen, enrollando spaghetti en su tenedor―. Buscaré mañana en el garaje.

―Tú lo probarás, ¿verdad, Bella? ―pregunta Alistair, sonriendo.

―Uh, a lo mejor... ―Mis pobres tetas.

Después de la cena vemos películas hasta que los niños se duermen, y entonces Edward y yo vamos a dar un paseo por la playa.

Me pone una de sus sudaderas de Dartmouth y me besa en la arena.

―Imagina que estos fuéramos nosotros ―dice, tumbándose boca arriba y mirando a las estrellas.

―Somos nosotros ―digo, acurrucándome contra él.

―Quiero decir...

―Sé lo que quieres decir.

Me tumba boca arriba.

―Listilla.

―Te encanta ―digo con una risita, tirándole de las orejas.

―Mírate. Sabía que te había visto echándote una segunda copa de vino en la cena...

―De todas formas... ―Le beso―. Yo nunca seré una esposa de sociedad, Edward.

―No seas snob.

―¡No lo soy! ―Río, empujándole para tumbarle y poder sentarme sobre él―. Solo lo digo.

―Mi madre es una esposa de sociedad ―dice, dándome un golpecito con la punta del dedo.

―Eso es cierto. Adoro a Esme.

―Sé que sí ―dice―. De todas formas, ¿no tendríamos que estar casados para que fueras una esposa de sociedad?

Frunzo los labios, sabiendo que ahora solo me está tomando el pelo.

―Edward.

―Lo único que he dicho es, "imagina que estos fuéramos nosotros".

Echándome hacia delante, me tumbo completamente encima de él, apoyando la cabeza en su pecho. Él enreda los dedos en mi pelo despeinado por el viento.

―Puedo imaginarlo.


¡Hola!

¿Alguien más nota lo cerca que está el final? Pues sí, solo quedan dos capítulos que subiré el próximo sábado y el domingo.

Hasta entonces, ¿qué os ha parecido este? Estoy deseando leer vuestros pensamientos.

Gracias por estar ahí. Nos leemos el sábado.

-Bells :)