Aquella tarde, la pasamos en familia, comiendo alegremente.
Terminado el café, miré la hora.
- Tengo que irme, a Rosie's. Helsa, muévete.
- ¿Qué?
- ¿Quieres ser la dama de honor o no? - Le solté.
Mis suegros la miraron.
- ¡Claro, maldita sea, no hagas preguntas tontas! - Gritó.
- Menudo vocabulario, luego hablas de mí- Respondí divertida, los demás se rieron.
-Sres. Von Eldritch, lamento irme, pero debo atender a todo este asunto.
- No te disculpes, querida, ve, con mi hija.
- Vamos, anda.
- Espera, cielo que te acompaño- Me dijo Harold.
Nos movimos a la entrada, Helsa entró a la limusina.
- Evelyn, cielo, me alegra que hayas arreglado las cosas- Me tomó por la barbilla.
- Y yo, ahora voy a elegir vestido, cocodrilo.
- ¿Me lo mostrarás? - respondió.
- No, eso es sorpresa…
- Al menos…dime que usaras lencería de encaje…- Me tomó por la cintura, pegándome a él-
- Travieso…chico malo…eso sí puedo adelantarte algo- Chasqueé los dedos, y mostré una bolsa de Rosie's. Abrí lo justo para que pudiera ver un poco, pero cerré cuando iba a ver más.
- Me vas a volver loco…no seas mala- Sonrió. -
- Esa es la cuestión- besé sus labios, y me tomó de las mejillas, ahondando el beso.
- Te espero, luego, en mi habitación en palacio…- Lo solté y me fui a la limusina.
- Ahí estaré, Evelyn Magne.
Cerré la puerta, lanzándole un beso mientras se iba la limusina.
Me recosté en la limusina, mientras casi me quedo dormida.
- Evelyn.
- Dime.
- ¿Enserio te gusta mi hermano por cómo es él?
-Ya te lo dije.
- ¿Quién no dice que mientes? Estamos en el infierno.
- Soy parte de ángel. No puedo mentir.
- Je. ¿Qué clase de ángel?
- Caído.
- Ja. A todo esto, ¿Quién era ese tipo con el que hablabas en la boda?
- Pues…un brujo, ¿Por qué?
- No le quitabas ojo de encima…
- Era amigo de mi padre Amenadiel, Helsa. Nunca conocí nadie aparte de Lucifer y Lilith que lo hubiera conocido.
- Vaya, vaya, ¿Y está soltero?
Abrí los ojos, giré la cabeza y la miré, riéndome.
- ¿Qué te hace tanta gracia?
- Olvídate, no es de mujeres, además, ¿Quieres a un tipo que se la pasa todo el día matando monstruos de toda clase? No está fijo en ningún lado.
- Un cazador de monstruos…qué tipo tan duro…va, Evelyn, no seas mala, preséntamelo…
Arqueé la ceja, y sonreí. Esta era mi oportunidad de devolvérsela.
- Él no es de hablar mucho, pero podría…aprovechar esta boda…para presentártelo a cambio de algo…
- ¿De qué?
- De Que dejes de molestar con el asunto de Harold. Sabes que quiero a tu hermano. No soy Charlie y lo sabes.
Helsa respiró hondo, y agachó la mirada.
- A pesar de ser un idiota, lo quiero mucho, y me duele ver que sufra…
- Tranquilízate, pequeña idiota. No voy a dejar que sufra.
- La otra noche, llegó llorando, destrozado, creía que te perdía.
- Pero no lo hizo, si yo me arriesgué fue para no perderlo a él, ¿Entiendes? Mi juramento es de proteger.
- Te lo tomas muy enserio, enana.
- Es lo único que tengo, mi familia.
-Ya lo veo, Evelyn, ¿Sabes lo que te llaman por ahí?
- Ni lo sé ni me importa.
- "La que mató a Miguel"
- Buen nombre…-Dije mirando por la ventanilla.
-Bueno, ¿hay trato? ¿Me presentarás al Brujo?
- Sólo si me respetas de una vez delante de los demás- Dije cortante.
- Si eso te hace feliz…- susurró.
- Estupendo, ya llegamos.
Bajamos de La limusina, y entramos a la tienda. Lilith había llegado antes de tiempo.
-Majestad- Dije besando su mano.
- Evelyn querida mía, ¿lista?
- Claro, nací lista.
- Helsa Von Eldritch…
- Majestad, un honor- Dijo inclinándose.
- ¡Evelyn querida! ¡Pasa, pasa, tenemos mucho de qué hablar!
Rose me llevó a la trastienda.
- ¿Tienes lo que te pedí?
- Claro cielo, una vez más, tu diseño rompe moldes. Este vestido está a tu altura, debemos pensar, que no eres una dama refinada, ni eres la típica Magne. Eres algo fuera de lo común, eres-
- Un híbrido…- respondí.
- Claro está. Ahora, te mostraré los adornos, arreglos y demás, que le hemos hecho.
Me enseñó el vestido.
Tuve que sentarme del Shock. No había vestido en el infierno que superase eso.
- Oh…mierda…-Me pasé la mano por la cara.
-Ni la princesa va a superarte con este vestido, Evelyn Magne, eres la guardiana del infierno, y vas a lucir como tal, ¿Entiendes?
- Entiendo… ¿Y eso de la espalda…oh…Cómo?
- Cariño, Lilith vino a pedírmelo expreso.
- Joder…Rosie…más adelante…oye, por aquí no se oye nada, ¿Verdad?
- Claro que no, pero acércate si es confidencial.
Me acerqué a ella.
- (Tendré que pedirte ropa premamá)
Rosie se tapó la boca, ahogando el grito de emoción, dando saltitos, abrazándome.
- (¿¿Cómo es posible?? ¿Harold? ¿Enserio? ¡No te veía siendo mamá!)
- Yo tampoco, pero surgió, así que…sé discreta, ¿Eh?
- Claro cariño, ahora, probémoste este vestido, para que tu madre pueda darte el visto bueno.
- Ya sabes, eh…
- Claro, cielo, ella misma vino feliz. Da las gracias de tenerla como madre adoptiva, aunque sea así.
- Si…
Ella me ayudó a ponerme el vestido, me vi al espejo, y ni me reconocía.
- A ver, extiéndelas.
- ¿Eh? -
- Vamos, Evelyn, sabes de qué hablo.
- Ok…
Hice lo que me pidió, y se quedó en shock.
- De verdad…el rey tenía razón…Bien, ahora guárdalas, y sal a que te miren.
-Estupendo.
Salí a que me miraran la reina y Helsa.
- guau…¡¡¡Evelyn, no pareces ni tú!!!- Helsa se paró a mirarme.
La reina se levantó, y dio unas cuantas vueltas a mi alrededor.
- ¿Y este vestido, Evelyn? ¿Rosie?
- Un vestido de categoría para una Magne de categoría, alteza- Sonrió.
- Es bellísimo. Evelyn, estás estupenda, pequeña Nefilim…Tu espalda…estás marcada, cariño…
- No pregunte. Es una larga historia.
- ¡Evelyn! ¿Cómo vas a ir así? ¡Estás toda marcada! - Helsa se asustó.
- Mis marcas son mi historia, parte de mi vida. No tengo porqué esconderme.
- ¡A todo esto, el adorno del brazo te queda genial!
- Gracias Helsa, la verdad es que si
- Evelyn, cariño, lo siento, pero no puedes ir con esas marcas al altar.
- ¿Porqué? ¿Hay algún problema? - Respondí indignada.
- Esas marcas, cielo. ¿No crees que le quitan clase a tu cuerpo? Las esconderemos.
- ¿Por qué tengo que esconderme? ¿Por qué ocultarme tras telas, trajes, o falsas apariencias? Sólo necesito que me apoyen, y ser feliz. No pido nada del otro mundo.
Lilith pensó en silencio.
- Evelyn, su alteza lo dice por estética, más que nada- Helsa aflojaba el ambiente.
- A la mierda la estética, a la mierda los demás. Creo que tengo derecho a elegir, a ser cómo soy, a elegir cómo ir, ya decidieron demasiado por mí, y menos en el día más importante de mi vida. Tan solo quiero estar feliz, ¿Es mucho pedir por una maldita vez? - Mi hartazgo se notaba. Me dolía la garganta de aguantar.
El tenso silencio se rompió con unas palmadas de Rosie.
- Bravo, querida Evelyn, alteza, creo, que Evelyn se ha ganado el derecho a Elegir.
Lilith sonrió, y me tomó de los mofletes.
-Pequeña Nefilim, decididamente, mi esposo tenía razón acerca de ti. Eres dura de pelar, pero valiente. Te permitiré que vayas así, pero con una condición.
- Adelante, madre- La miré a los ojos.
-Llevarás esto- Chasqueó los dedos, y entre sus manos, apareció la corona de anticristos que me clavó Lucifer aquella vez.
Me dio pánico.
Pavor.
Miedo.
Terror.
Corrí tras el mostrador, tras Rosie.
- ¿¿Pero ¿qué pasa, niña??- Rosie se sorprendió.
- ¡No pienso llevar esa mierda! ¡Alejad esa mierda de mi vista!
- ¿Te volviste loca, Evelyn? - Helsa me miraba sorprendida.
- Evelyn Magne…Ven aquí ahora mismo…- La voz de la reina sonaba seria.
- ¡No, ni muerta, no voy a llevar esa mierda jamás en mi puta vida! - Dije agarrándome a Rosie.
- No me hagas ir por ti, ven.
- ¿Es que me perdí algo, Evy?
- Rosie, la última vez que llevé eso me lo clavaron en la frente! ¡Dolió como el infierno en sí!
Rosie miró a Lilith, asombrada.
- Cariño, eso era otro asunto, pero hoy, es la corona que te corresponde como infanta. No seas idiota, no voy a lastimarte.
- ¿Enserio? - Dije aterrada.
- Claro, pequeña. ¿Alguna vez lo hice?
- Es que…aquella vez…el dolor era espantoso…- Se dio cuenta que temblaba.
- No, cariño, no te dijo nada mi esposo, ¿Verdad?
Negué con la cabeza.
- Esto, es una corona Real. Por eso se clava. Si quien la tiene, se la quita y sobrevive, es que es de la sangre Magne, ¿Entiendes? Pruébatela. No te haré nada, mi pequeña Nefilim.
Salí del mostrador, y me acerqué temerosa a Lilith, que, con cuidado, me puso la corona. Cerré los ojos, esperando el dolor, los clavos, o a saber qué, pero para mi sorpresa, la corona se ajustó por sí sola a mi cabeza.
- ¿Ves? No pasa nada, cariño.
-Ufff. Pensé que…
En ese momento, la reina, me soltó una bofetada.
Todos, se quedaron pálidos.
Yo aún más. Me palpé la cara, estupefacta.
- Esto, para que cuides tu lenguaje en mi presencia. Eres una Magne. No olvides, que ahora soy quien te educa, aceptarme como madre, aunque sea ahora, implica que yo debo velar por ti, por tu integridad, bienestar, y educación. ¿Entendido?
- Entendido, madre de todos…
No terminaba de reponerme, y me soltó otra.
- ¿¿Y esa por qué, si puede saberse??- Dije alterada.
- para que no lo olvides.
- Me da a mí que estas dos bofetadas se las tendría que haber soltado a alguien aparte en palacio, hace tiempo- Dije resignada.
- ¿qué insinúas? - Me tomó por la oreja.
- ¡Ay, ay, ay! ¡Vamos, suéltame ya, me lastimas! - Dije quejándome.
- ¿Vas a decirme cómo educar a mi hija? - Estaba dando la nota delante de las demás.
- ¡Vamos, suéltame! - Me soltó, tomándome de la mejilla.
- Eres más rebelde de lo que pensaba. Hablaremos en palacio.
la miré desafiante, me saqué la corona, y me retiré al probador, a sacarme el vestido, calmada, pero por dentro me ardía el pecho.
Rosie entró a ayudarme.
- Evelyn, ¿Estás bien?
- Si, Rosie, sólo ayúdame a sacarme esto.
- Claro, cariño.
Me dio un papel
-Es mi número privado. Por si necesitas hablar con alguien.
- Gracias, Rosie. Luego hablamos.
-No hay de qué.
Salí, poniéndome las gafas de Rosie.
-Me sonó el teléfono. Era un mensaje de la misma Rosie.
"Tranquila, estoy contigo, hablaré con la reina"
- Vaya, el rey, me reclama, vuelvo a palacio. Si me disculpan.
Salí a por la limusina. Ordené al Chófer que me llevara sola.
Me bajé en palacio, y me encerré, en mi habitación. Me llegó otro mensaje de Rosie.
- "¿Estás bien, cariño?"
- Pues no sé, Rosie. Esto me empieza a hartar.
- "cálmate. He hablado con la reina, cuando te fuiste, se sentó, y mandó a Helsa a casa. Está preocupada"
- No lo aparenta.
- La conozco desde hace décadas. Soy su confidente, y ella se ve diferente a siempre. Dale tiempo. Charlie es una nubecita de algodón, y tú una mano negra, ¿entiendes?
- Ajá. Voy a desconectar, Rosie.
- Estupendo, relájate, cariño.
- Gracias Rosie.
Apagué el teléfono. Me tumbé. Y me dormí. No sé ni qué hora era, pero llamaron a la puerta.
- Evelyn Magne.
No respondí. No quería.
- Evelyn Magne, sé que estás ahí.
Con un chasquido de dedos, puse música. Bien alta.
"War! Inside my head…."
Aporrearon la puerta, pero pasé de escuchar a nadie.
- Evelyn Magne, te aviso. Es mi última advertencia.
Me harté, y abrí la puerta. Era la reina.
- ¿Qué se le ofrece, alteza? - Dije molesta, apoyándome en la puerta.
- Ven conmigo.
Cerré la puerta. Y la seguí.
Me llevó a lo que parecía ser la habitación de Charlie.
- ¿Para qué me traéis aquí, majestad?
- Esta, era la habitación de mi hija, Charlie. Teníamos todas las esperanzas puestas en ella. El día que nació, te puedo asegurar que no hubo ser más hermoso. La criamos entre algodones, como ves. Ella no decía ni un taco, ni era rebelde. Era un ángel, como su padre, cuando era joven, ¿Entiendes?
-Ajá.
- Sé perfectamente, que debí ser más dura con ella. Y sé, que no es el angelito que aparenta ser. Sé, que hizo daño a todos con sus decisiones. Pero es mi hija, mi bebé, ¿sabes?
- Ajá- Repetí. Seca.
- Evelyn, sé que fui demasiado dura contigo en la tienda de Rosie, pero, fracasé una vez, con una hija, no puedo fracasar con otra, ¿Entiendes?
Afirmé con la cabeza. Estaba tan dolida, que no quería hablar.
- Sé lo duro que es estar sola, para todo. Déjame, que haga lo que no tuve de hacer valor con Charlie, déjame ser una buena madre.
Resoplé, me crucé de brazos, y miré a otro lado, enfadada.
- Sé que fui brusca, nunca puse la mano encima nadie de mi familia, y te aseguro que aún me duele haberlo hecho. Eres, dura de pelar, como una brasa, ese fuego arde dentro de ti, cariño. Si no me hago respetar esta vez, ¿Qué pasará? Charlie necesitó de ti, y de Alastor, para hacerse respetar, ¿Pero tú? No necesitas a ningún hombre. Eres como yo, Evelyn. Eso demuestra…que éste es tu sitio…No quise tratarte como a una niña, pero por favor, déjame que sea tu madre, que todos vean, que puedo hacerlo bien. Déjame ser tu madre, dame una oportunidad.
La miré. Estaba arrepentida.
Miré la habitación. Toda adornada, pomposa, cursi. Enserio se esmeraron con Charlie, para que saliera medio idiota. No era mala chica, para nada, pero salió boba. Estaba claro, que la reina quería enmendarse conmigo. Quería decir "Mirad, esta es mi hija" "Ella no es Charlie" "Os arrancará la lengua si os pasáis de la raya" "Quería que fuera su orgullo" Pero el mío estaba herido.
Me senté en una de las sillas.
- Yo…yo nunca tuve, todos estos lujos, ni mimos, ni caprichos. Sólo tuve golpes. Mientras otros jugaban, tenían de todo, yo apenas tenía la mitad.
Mientras otros Salían a divertirse, yo me quedaba dando vueltas por la calle, sin un céntimo. Mantuve el orgullo, a pesar de todo, y hoy me lo hirieron.
La reina me tomó de las manos.
- Cariño. Cuando Charlie anunció lo del hotel, Lucifer la echó de palacio. Estuvo encerrado, por días. Luego la pelea con la reportera de la tv, y él, se encerró por semanas. Sé lo que es tener tu orgullo herido.
- Majestad…yo…sé que soy difícil…pero…
-Pero mereces la pena. No quise herirte, ni lastimarte, ni hacerte quedar mal, Evelyn. Me trataste de una forma incorrecta, y ya llevo mucho a mis espaldas, te trato como a una hija, porque sé que lo eres. Por favor, la gente se da cuenta del respeto que me guardas, te admiran por eso, me admiran por ti, por favor, Evelyn, no me falles.
Por primera vez, la figura de la reina, no me parecía intimidante. Casi lloraba.
- Lo siento, majestad. Me dejé llevar por las emociones, me pareció injusto…
- Lo sé, cariño, lo sé, lo fue, y te pido perdón por eso, no me odies, por ser tu madre.
Me pasé la mano por el pelo, y tragué saliva.
- No lo haré, no lo haré.
- Ven aquí, pequeña.
Me abrazó, con ternura, suspirando, sollozando.
- No te preocupes, no te fallaré. Además, mi hijo, o hija, necesitará una madrina. No puedo hacerlo sola, madre.
La reina se separó de mí, y me tomó por los hombros.
- Estaré encantada, pequeña mía. Ahora, te diré una cosa, que no me dejaste hacer en la tienda.
Hizo aparecer esa corona, y me la puso.
- Evelyn Magne, centinela del infierno, guardiana de mi linaje. Eres el orgullo, de los Magne. Charlie, es su estrella, pero tú haces que reluzca el apellido. Sangre de mi sangre.
Miré la corona, se ajustó a mi cabeza. Brillaba.
- ¿Por qué brilla?
- Porque es tuya, cielo. Se guardaba, porque Lucifer la talló, tras haber muerto Amenadiel.
- Interesante…madre, necesito tu ayuda, ¿Cómo las hago funcionar?
- Fácil, pequeña, sólo deja que actúen por sí solas, como una extensión de tu cuerpo, y todo irá bien.
- Entendido, ahora, necesito dormir, madre.
- Necesitamos dormir.
Me llevó a mi cuarto, donde me paré a la entrada, a despedirme de ella.
- Buenas noches, madre de todos- Besé su mano, y ella mi coronilla.
Encendí el teléfono, no sé cuántos mensajes de Harold.
- ¿Estás bien Evelyn?
- Sí- Respondí.
- Qué susto…me preocupabas, no respondías y Helsa me contó lo que ha pasado.
-Tranquilo está todo solucionado.
- Cariño… ¿Puedo ir a verte?
- Claro, cuando quieras.
A los pocos minutos, apareció en mi cuarto.
- Mi vida…- Me besó, alocadamente.
- Harold, Harold, calma…ve más despacio…reserva algo para la boda, chico.
- tienes razón, pero déjame que me divierta un poco…
Me tumbó sobre la cama, se puso sobre mí.
- ¿Sabes que tengo pensado hacerte la noche de bodas?
- ¿Enserio te gustan esos rollos estúpidos? - me moría de risa.
- ¿Qué? ¿No hay mejor ocasión? - Dijo inocente.
- Me da igual la ocasión, cuéntame…- tiré de él hacia mí, y lo besé.
- ¡Voy a devorarte viva! - Se puso a morderme, me hacía cosquillas.
- Para…Harold para, me haces cosquillas…jajaja….
Se tumbó junto a mí, a tomar aire.
- Bueno, cariño, ¿Todo listo?
- Si, Harold, sólo queda esperar.
- Me alegro mi vida, bueno, vuelvo a casa, nos veremos estos días, ¿Sí?
- Claro, mi amor.
Volví a besarlo, y se transportó.
Pasaron las semanas, y llegó el gran día.
Me levanté bien temprano, a ducharme, a prepararme, para el día más importante de mi vida.
Fui a la suite donde Charlie estaba el día de su boda. Sin decir nada, ni soltar palabra. A las 5 de la madrugada.
Me puse a mirar por la ventana. La hermosa rojiza noche de la ciudad pentagrama, atravesaba las ventanas. A las 6 de la madrugada, entró Rosie.
-Sabía que estarías aquí.
- Buenos días, Rosie.
- Buenos días, Evelyn, ¿Empezamos?
- Ajá.
Me Senté, en la banqueta, ella sacó su bolso, y de un chasquido, trajo el vestido. Entró la reina.
- ¿Empezando sin mí? - me miró fulminante.
-No seríamos capaces, sólo le esperábamos, madre de todos.
- Buena chica, vamos, hay que arreglarte.
Me ayudaron con el vestido, a ponérmelo adecuadamente, el brazo, los adornos. Era todo un tremendo lío. Luego llegó la parte del pelo.
- Calma, cielo, sé que es muy importante para ti, ya hablé con Rosie- Añadió la reina.
Estuvieron una hora para hacerme el mismo peinado que mi padre Amenadiel, pero más meticulosamente, luego al maquillaje.
- Me estáis poniendo demasiado, pareceré un payaso…
Las dos tuvieron que parar, riéndose.
- Señor del infierno, eres igualita a Amenadiel, tranquila Evelyn, confía en mí.
- Eso es lo que me preocupa…- Seguían riéndose.
- A todo esto…Evelyn…
- ¿Sí?
- ¿Qué hay de la noche de bodas? - Rosie fue al ataque.
- No lo sé, te lo juro…
- ¿Entonces para qué el encaje?
- Para…no lo sé…ahora no sé nada…
Estaba paralizada, y se dieron cuenta.
- Evelyn, mírame- La reina me miró con determinación,
- Ya estás lista, querida, esto son sólo adornos, lo que importa, eres tú. Siempre lo estuviste. Tu destino, empieza ahora, Evelyn Magne…
- Centinela del infierno, guardiana del linaje Magne…Hija de Amenadiel, hija de Lucifer, hija de Lilith…
- Así me gusta, pequeña. Bueno, ya estás, iré delante de ti, tu padre te esperará fuera, junto a Harold y su madre.
- Estupendo…
- Evelyn, algo muy fuerte debe estar pasando dentro de tu cabeza, para estar así…
- Necesito…estar sola, por favor…
Ambas se miraron.
- Bien, cariño, te dejaremos un rato a solas, mientras el novio llega- Dijo Rosie, y se llevó a la reina.
Cerraron la puerta, y respiré hondo.
- Sé, qué no debería verte…pero tu palabra me reconfortaría, señor del infierno…
Una voz vino a mi mente.
- "Evelyn, mi niña ¿Qué te pasa?"
- "Estoy aterrada, padre"
- "¿Aterrada tú?" "Mi niña. No hay miedo para ti"
- "Temo no dar la talla ahí fuera"
- "Mi niña, mi Evelyn, mataste a Miguel, y encandilaste al niño bonito del infierno, Ya lo hiciste. Eres mi orgullo. Charlie es mi pequeña, tú eres mi orgullo, ahora, sal, levanta esa cabecita tan dura que tienes, y demuéstrame de qué estas hecha"
Reí suavemente, y me levanté.
- "Te quiero por todo lo que hiciste por mí, padre"
Llamaron a la puerta.
- ¡Evelyn! ¡Tú turno!
Abrieron la puerta, y salí.
Mi padre, iba elegantísimo, traje de color negro, sombrero negro con ribete rojo, su serpiente, su manzana, bordados rojos en la chaqueta, pajarita escarlata, me dejó muda.
- Papá… ¿Porqué de negro?
- Cariño, el negro es tu color, es tu belleza. Estás…espléndida, vamos, el novio nos espera, Evy.
Me puso el brazo, y caminé junto a su lado, la reina caminaba junto a mí, al llegar al tramo donde me esperaba Harold, se quedó de piedra al verme. La reina dio relevo a Harold, que iba con su madre.
- Evelyn Magne, si alguien duda de tu linaje, habría que arrancarle la lengua, porque tu belleza sólo es superada por el Lucero de la mañana, por nuestro señor Lucifer- Se sacó el sombrero, y me besó. Me puse colorada, sonriendo tímidamente.
Harold me dejó sin poder hablar, durante un rato. Si hubo una descripción viviente de "galán" era él, aquel día. Chaqueta verde oscura, con escamas enormes, parecían de dragón, pero eran hermosas, brillaban cuando la luz les daba, y adquirían un tono de color distinto. Cada una tenía un bordeado en negro, sus hombros los coronaban borlas, terminadas en afilados colmillos. Los puños de su americana tenían bordados de oro, con ojos en los botones. Los pantalones le sentaban como un guante, del mismo color que la chaqueta, y me permitía ver esa figura que me volvía loca. Sus zapatos, de piel de cocodrilo, puntiagudos, elegantes.
El remate era su sombrero: de copa, aterciopelado, de color verde claro, con detalles de piel de serpiente, con ojos en los laterales, y colmillos en los extremos superiores. La comitiva, al vernos, susurraba, sonreía.
Helsa me ayudaba con el traje, detrás de mí, mientras que Charlie, abría paso ante mí, tirando pétalos de flores con su magia.
- Estás fabulosa, Evelyn- Dijo con su sonrisa cálida, vino a besarme en la mejilla, abrazándome, rompiendo el protocolo.
- Gracias, Charlie. Ya hablamos luego, ¿Sí? Tengo que contarte…
Ella sonrió, y siguió adelante.
Los invitados nos miraban, me sentía intimidada, pero recordé las palabras de mi padre. Subimos al altar.
Lucifer, se posicionó a la izquierda, yo junto a él, a mi derecha Harold, y a la suya, su madre.
Mi padre carraspeó ligeramente, y se acercó al micro.
- Bueno, hace unas semanas, casábamos a mi hija Charlie, luego vino un exterminio, en el que las criaturas del cielo osaron acercarse a mi familia, pero se metieron con la familia equivocada.
-Los Magne, tienen guardián. Tienen Centinela. Alguien que se encarga, de proteger no sólo su linaje, si no el reino de Satanás. Alguien, que cuida, vela, protege a su familia, una hija para los reyes, una hermana para la princesa, y una esposa para Seviathán.
- Es bien sabido, que Evelyn, no es una delicada flor. Es bien sabido, que es dura, como piedra, ni el fuego del infierno, ni la luz del cielo pueden con ella.
No hay voz aquí, ni en el cielo, ni en otro mundo, que pueda reprochar la conducta de Evelyn.
Harold se acercó a mí y mi se susurró
- "Como le diga lo de tus tatuajes ocultos…"
- Eres un cabrón, Harold…- dije aguantándome la risa.
Tuve que carraspear ligeramente, mordiéndome el labio para aguantarme la risa.
-Hoy, el descendiente del Leviatán, la bestia de las aguas, señor de los abismos profundos que sólo su linaje conoce, viene a unirse, en profano matrimonio, Seviathán Von Eldritch, Barón del Infierno, eres el vivo ejemplo de cómo un joven debe seguir con la tradición familiar. Espero que esta unión sirva de ejemplo, para las generaciones futuras.
Harold aprovechó para hablarme de nuevo.
- (Evelyn…guapa…)
Sonreí, y noté el color subiéndose a mis mejillas.
- Mis queridos invitados, hoy, asistimos a un evento de crucial importancia en el infierno. Algo, que decidirá el futuro no sólo de un linaje, si no de dos. Los Magne, y los Von Eldritch. Ahora, sin más dilación, pasemos a la acción- Los invitados rieron suavemente.
- Los anillos, por favor- pidió mi madre.
Apareció Alastor. ¿Él era el encargado de los anillos? Maldita sea. Negué riéndome con la cabeza.
- Maestro Alastor- sonreí, mientras inclinaba levemente mi cabeza en señal de respeto, y él hizo lo mismo.
- Me alegra verte feliz, querida.
- Gracias, le estoy muy agradecida.
Le dio la caja con los anillos, al rey.
-Bien, Es la segunda vez que hago esto en tan poco tiempo- Me miró feliz.
Harold me puso el anillo
- "Evelyn Magne…con este anillo, te tomo como mi esposa…"- Estaba nervioso, temblaba como un flan.
- tu turno, fierecilla- Susurró mi padre.
Tomé el anillo, y se lo puse.
- Seviathán Von Eldritch, con este anillo, te tomo como esposo- mis pequeñas manos era un contraste, con las suyas.
Harold tomó mis manos, tembloroso, las tomé con cuidado, calmándolo con la mirada.
- Bueno, fierecilla, no hay más que decir, tú misma.
- ¿Puedo ahora? - Pregunté, sonriendo.
- Claro, ¿Por qué no? Para eso te hice ese regalo.
- Gracias, papá- besé su mano, y él me besó de la mejilla
- Puedes besar a la novia, Seviathán.
Me giré, y antes de que nadie lo esperase, abrí las alas.
Unas alas negras, que mi padre me había concedido como regalo por haberme arriesgado a salvar a Charlie, por haber matado a ese bastardo de Miguel, por los servicios a mi linaje, por vengar a Amenadiel. Por todo
Un "Oooh" de asombro recorrió la sala. Harold miró maravillado a las alas.
Negras como la noche, hermosas como las de mi padre.
- ¿Y esto? - dijo divertido.
- Un regalo de bodas de mi padre.
Abrí las alas, envolviendo a mi esposo con ellas.
Harold no dijo nada, sólo me tomó por la cintura, miró mis alas, y susurró con los ojos llorosos.
-Puedo acostumbrarme a esto.
Me besó, y justo cuando lo hizo, la gente se puso de pie a aplaudir, mientras cerré mis alas, envolviendo nuestro abrazo, nuestro beso. Aprovechó esa intimidad momentánea, para decirme algo.
- Evelyn, cada día veo más porqué te elegí.
Volvió a besarme, y al separarnos, abrí las alas. Mi madre, la reina, venía acompañada de Charlie, y De Lord Seviathán.
-Evelyn Magne, yo, tu madre, la reina, te corono, Infanta del Infierno, eterna Centinela. Hija de Lucifer, Hija de Lilith, y descendiente de los Nefilim, guardiana del linaje Magne.
Incliné la cabeza, y me colocó la corona de Amenadiel.
- Felicidades, pequeña mía.
- Gracias, mamá- rompiendo el protocolo, besé la frente de mi madre.
- querida, el protocolo.
- Eres mi madre. Ningún protocolo puede con eso.
Lilith aguantó, estoicamente el llanto.se puso junto a mi lado.
Llegó Lord Seviathán. Se colocó frente a Harold.
- Yo, Fredrick Von Seviathán. Descendiente del Leviatán, señor de las aguas, guardián de los abismos, te nombro, sucesor del linaje Von Eldritch. Estoy orgulloso de ti, hijo mío.
Dio un par de toquecitos en el hombro de su hijo, y me miró.
- Enhorabuena, Evelyn.
- Gracias, mi Lord- incliné mi cabeza.
- Bien, bien, ven conmigo fierecilla, hagamos la foto oficial.
Un rato con la sesión de fotos, con mi padre, con Lilith, Con Helsa, Beth, Charlie, y me pusieron a Alastor al lado.
- ¡Vaya, si son la maestra y el alumno! - Alastor me tomó del hombro, sonriendo. Me estaba poniendo tensa. No lo quería muy cerca, tanto no, lo admiro, lo aprecio, pero ya su presencia rompiendo mi espacio personal me incomoda. Nos hicieron la foto, y se despidió cortésmente, el fotógrafo me pidió una con Harold.
- Use las alas, alteza.
Hice lo que me indicó, y abrí las alas, envolviendo a Harold, con su nariz y frente pegadas a las mías, felices, nos hicieron un par de fotos y ya no pude más.
- Ya basta de fotos, por Satanás.
- Desde luego, mi fierecilla ¡Señores, vayamos a relajarnos!
Me senté en la mesa, junto a Harold, que se puso a hablar conmigo disimuladamente.
- Evelyn…no me esperaba lo de las alas…te quedan estupendas…
- Gracias, te ves magnífico, cielo…
- Oye, nos quieren sacar a bailar luego.
- Pues que no cuenten conmigo…bailar no es lo mío…- dije bebiendo de la copa.
- Lo sé, pero es que a mis padres les hace ilusión, cariño-
- Estupendo, pues si les hace ilusión qué le vamos a hacer.
- Gracias, Evelyn. No necesito más que a ti, para ser feliz.
Me besó en la mejilla, mientras me relajaba en la mesa, hablando con los demás.
-Fierecilla, ¿Qué tienes pensado para la noche de bodas?
Me puse colorada, me llevé la mano a la frente.
- Oh, ya empezamos…-Negué con la cabeza, mientras los demás reían.
- Vamos, ¡No seas mala! ¡Tienes a Seviathán en ascuas!
Más risas, a este ritmo echaría a correr,
- ¿De verdad no puedes sacar otro tema, Luxfer? - Respondí con sarcasmo.
Lucifer se reía con ganas.
Estuvimos comiendo, apenas toqué el plato. Lilith se dirijó a mí.
- Pequeña, no has comido nada.
- No me siento con apetito.
- Deberías, aunque fuese algo.
-No te preocupes, alteza. Ya comeré luego.
Noté una voz a mis espaldas.
- Evelyn Magne, me alegro de verte sana y salvo.
- ¡Geralt de Rivia! - Me levanté, a saludarlo.
- ¡Gracias por venir! ¡Pensé que no venías!
- Lamento, haber llegado tarde, pero mi trabajo es complicado, ya sabes cómo va.
- Claro, sí que lo sé.
Harold se levantó a saludarlo.
- Quiero agradecerte lo que hiciste por Evelyn. Sin esas pociones tuyas, no habría podido con Miguel.
Geralt de Rivia, estrechó la mano de Harold, como un guerrero.
-No hay de qué. Sólo cumplí con el favor que su padre me pidió. Hasta mis oídos llegaron rumores, ¿Con tus propias manos, ¿verdad?
- Así es.
- Así es como lo hace un cazador de monstruos auténtico. Vengo, a darte una cosa.
Abrió su bolsa. Sacó un par de anillos.
- aumenta los poderes, protege del mal. Cuando el ojo brilla, hay un exterminador cerca, o un ser celestial.
- Muchas gracias, brujo. Es un placer tenerte de nuevo aquí- Me abrazó, y me habló en Enoquiano.
- (Que la felicidad, la fuerza y el bienestar se alcen sobre ti, Centinela)
- (Que la fuerza y el coraje te guíen, Brujo)
- Toma asiento, Geralt de Rivia- Dijo mi padre desde su asiento.
- Lo siento alteza, debo irme.
- ¡Vamos, Geralt, eres invitado, come, bebe, y celebra con nosotros, tengo una suite para ti! - Dijo mi padre.
Geralt lo miró. Mientras Vi que Helsa lo miraba.
- Está bien, acepto su invitación, majestad.
Geralt se sentó donde el rey le ordenó, que fue a caer justo enfrente de Helsa.
Helsa me miró colorada, y yo me tuve que reír.
- ¿Qué te pasa, Evelyn? - Harold se reía conmigo.
- Nada, nada, tranquilo.
Los demás comían, pero yo apenas tocaba la comida, los nervios me mataban.
Pedí otra copa. Harold se dio cuenta.
- Cariño, cálmate, sé que estás nerviosa por luego, pero no te preocupes. Me conoces. No hay prisa para que hagamos nada.
- Gracias, Harold, todos presionan con eso…
-No pasa nada, a mí también me tienen harto, mi padre se la ha pasado contándome su noche de bodas con mi madre…
- ¿Enserio? - casi escupo la bebida, empecé a toser.
- fierecilla, ¿Estás bien?
- si papá, es sólo que se me fue por el otro lado.
- A saber, de qué te ríes…no comes nada, fierecilla…
- Es que no tengo hambre…
- Desde que llegaste a palacio pierdes peso, pero ahora debes cuidarte, ¿eh?
- sí, padre, no te preocupes, por eso mis copas no llevan alcohol.
- ¡Buena chica!
De la comida, a la tarta, y la cortamos entre los dos, momento que Harold aprovechó para mancharme la nariz de nata.
- Ya te vale, cocodrilo.
Me limpié la nariz con una servilleta, y le di en una cuchara, no sin antes marearlo un poco, jugando como si de un crío se tratara.
- ¿Te estás vengando, ¿eh? - Se reía conmigo, los demás se morían de risa.
Le di a probar, y él me dio a mí.
Joder con la tarta, está exquisita- Pensé.
El rey mandó que sirvieran tarta a los demás, y me mandó sentarme.
- Relájate, cariño, ahora iremos a bailar un poco, ¿Sí?
- está bien- Besé su mano y me senté con Harold.
Me relajé, comiendo tarta, charlando con los demás, Charlie me decía que, en el hotel, estaban murmurando sobre la última vez que fui con Harold, que desde ese día aumentaron las visitas al restaurante.
Llegó la hora del baile.
Me quisieron sacar a bailar con Harold.
-No puedo bailar, vamos, no seáis malos…
- Pero fierecilla, al menos podrás acompañarme cantando, así animamos esto.
- Eso por supuesto.
- ¿Cuál elegiste, papa?
Un chasquido de dedos, y sonó la guitarra.
- Ohm, jajaja, diste en el clavo…
Un micrófono apareció en mi mano.
"Se oye comentar a las gentes del lugar
Los rockeros no son buenos
Si no te portas bien te echarás pronto a perder
Y caerás en el infierno"
Mi padre me seguía, con su voz cantarina.
"Si has de vivir en el valle del Rock
Te alcanzará la maldición
Nunca tendrás reputación
¿Qué más da? Mi rollo es el Rock"
Mi padre me tomó del hombro, cantamos a dúo.
"Vas sin afeitar", dice el sheriff del lugar
Y además con tías buenas
Dice que fumar es pecado y es mortal
Y al infierno me condena"
Me moví entre el público, encontré a Mimzy, que me tomó del hombro, y cantó conmigo. Como dueña del Avernus y buena rockera, conocía la letra
"Si he de escoger entre ellos y el Rock
Elegiré mi perdición
Sé que al final tendré razón
Y ellos no, mi rollo es el Rock"
El solo de guitarra llegó, y Harold se pegó a mí, bailando al ritmo del heavy, sí, bailando conmigo, puso su mano sobre mis hombros, rodeándome.
- "Qué risa me da esa falsa humanidad
De los que se dicen buenos
No perdonarán mi pecado original
De ser joven y rockero"- Canté mirándole a los ojos
Mi padre me volvió a tomar del hombro, estaba entre ellos dos.
"Si he de escoger entre ellos y el Rock
Elegiré mi perdición
Sé que al final tendré razón
Y ellos no, mi rollo es el Rock"
Bailamos al ritmo de los acordes que quedaban, fue una locura, pero quise parar un poco.
- Quiero estar un poco con Harold, ¿Sí?
- Claro mi niña. Luego te comento algo. Ahora disfruta.
Me besó en la frente, y me quedé con Harold, tomándome de la cintura.
La balada sonó de fondo
"La Biblia cuenta una historia
Que un Dios terrible dictó
El drama de dos hermanos
El justo y el traidor…"
-Evelyn…
- Dime cocodrilo…
- Quiero que sepas una cosa, ahora que tengo los poderes del Leviatán, y tú el de los Nefilim, ¿Qué pasará?
- Pues que seguiremos como ahora, pero con más fuerza, cielo. No vamos a decaer, ni a olvidar quienes somos, ni de dónde venimos. Siempre hay por quién luchar, no lo olvides.
- Sin duda…He estado, pensando en un nombre… ¿Sabes?
- Dime cual, mi vida.
- Pues, si es niña, Beth…
- como tu madre- Respondí sonriendo.
- Si es niño…Alexei…
- Me encanta…Yo también pensé los míos, pero ahora, no es tiempo.
Un par de toquecitos en el hombro alertaron a Harold. Era mi padre.
- ¿Me permite, señor del Leviatán?
- Por supuesto, alteza- Con una reverencia me dejó con mi padre
- Evelyn Magne, debo decirte una cosa- Dijo tomándome del hombro.
Se movía lentamente con la música.
-Cuando estabas malherida, Azrael, mi hermano, el ángel de la muerte, me trajo a cambio el alma de Amenadiel. Debía buscarle un cuerpo digno, para que volviese a nacer, aunque no recordaría nada.
- Ajá…-Dije extrañada.
- Y se me ocurrió, que tu hijo, o hija, sería el indicado. Así que…El alma de Amenadiel nacerá como tu descendencia, no tendrá la memoria, será un ser nuevo, pero con su personalidad, y poderes. Tu hijo, lleva la purasangre del linaje Nefilim, mi niña.
No dije nada, sólo bailaba al son de la balada, con mi padre tomándome de la cintura, impactada.
La música me sacó de mi trance. Tomé a mi padre por la cara, y empecé a llorar.
"Quizá los hombres seamos a un tiempo Abel y Caín,
Quizá un día destruya lo oscuro que hay en mi"
Cantaba mi padre en voz baja.
"El destino no está marcado al nacer,
Yo he elegido ser lo que siempre seré". Canté con él, mirándolo a los ojos, los tenía llorosos, como yo.
"¡Hijo de Caín!"
Abrí las alas. Me abrazó, como nunca antes me abrazó nadie.
- Gracias por comprenderme, fierecilla. Sé que puedo confiar en mí.
- Gracias padre, no temas. Estoy aquí. Además, ya morí. El infierno ya es mi sitio- Cerré las alas, un poco, para protegerlo de las miradas, no quería que nadie lo viese llorar.
- Discreción, como la de tu madre. Bien hecho, mi niña.
Se secó las lágrimas, y se retiró.
- Disfruta de la velada, Evelyn.
- Lo mismo te pido, padre.
Llegó Harold, y nos pusimos a hablar, el ambiente era más relajado, la gente bailaba, animada, Charlando.
Llegó el brujo, andaba con la jarra en la mano.
- Felicidades, Evelyn Magne…-
- Gracias por todo, Geralt de Rivia, espero que estés disfrutando de la velada.
- Muy emotiva…y bonita…pero lo mejor es la bebida
Geralt dio una palmada en la espalda de Harold.
- Esta chica, desciende de un ser muy poderoso, cuídala o te arranco las pelotas. No olvides que soy cazador de monstruos- guiñó un ojo a Harold, que se echó a reír.
- Soy un caballero, no te sofoques.
- Así me gusta.
Vi que Helsa me miraba, le indiqué que viniera.
- Geralt, permíteme que te presente a Helsa Von Eldritch, mi cuñada.
- Geralt de Rivia, brujo cazador de monstruos, encantado de conocerte- Besó la mano de Helsa.
- Un…un placer, encantada…
- ¿Qué tal eso de ser brujo? Debe de ser peligroso…- Dijo Helsa abrumada por la presencia caballeresca de Geralt.
- Muy peligroso, querida Helsa, todos los días hay alguna aldea, pueblo, reino, que requiere mis servicios…- El brujo andaba algo bebido.
- Vaya, no es muy distinto al infierno- Dijo Helsa.
- Ni que lo imagine, Señorita. ¿Vamos a la barra y le cuento más? Tengo mucho que contar…
- Claro, me encantaría.
Se fueron a la barra, y Harold y yo nos giramos riéndonos.
- Evelyn…menuda has liado…
- Tranquilo, no pasará nada… oh, mira, los del hotel, déjame que los salude.
- ¡Rellenita mía! ¡Qué hermosa te ves! ¿Quién imaginaria que bajo ese trapito que siempre visita el hotel había una chica tan guapa!
- Angel Dust, eres un capullito, pero me alegro de verte.
Lo abracé, y el sacó los otros brazos que escondía.
- Mira, te traigo esto.
Sacó una botellita de un líquido.
- ¿Qué es?
Afrodisíaco nena, un traguito de eso y tu esposo parecerá un semental.
- Gracias, capullito mío- Lo abracé, guardando el frasco con disimulo.
-¡¡Vaggie!!-
Vaggie me abrazó con mucho cariño.
- Esto…felicidades, Evelyn. Me alegro mucho- Dijo con una tímida sonrisa.
Quise verla reír un poco.
- Gracias, oye cariño, entre tú y yo. Hace tiempo, Alastor y yo tuvimos una bronca, y si no llega a ser por el rey…lo golpeé…
- ¿Enserio? - Dijo asombrada. -
- Si, y entre nosotras…le dolió.
- ¿¿Sí??- se le dibujó la sonrisa.
- Y mucho- Le guiñé el ojo.
- Bueno, parece ser, que me reclaman, una vez más, queridos amigos, comed, picad lo que queráis, y bebed hasta hartaros.
- Gracias Evelyn.
Me senté en la mesa reservada, bebiendo lo que tenían para mí.
Seviathán llego, y se sentó junto a mí, colorado hasta arriba
- ¿Qué sucede?
- He entrado… Donde no debía…y me he encontrado a Helsa follando con Geralt…-
Escupí la bebida, me ahogué con ella, estuve riéndome con ganas, mientras Seviathán miraba a no sé dónde, se sacó el sombrero, se pasó la mano por el pelo, intentando asimilar la visión.
- Jajaja...madre mía, no sabía que tu hermana fuera tan directa con esto…jajaja…joder…jajaja, al final abrió la veda…jajaja….
- No me lo recuerdes- Tomó una de las copas que traían los camareros, y se la bebió de un trago.
- ¿Te vieron?
- ¡Qué va! ¡Helsa estaba sobre él, parecían dos animales! ¡Por Satanás, qué forma de…!
Seguí partiéndome de risa. Tuve que taparme la cara, porque no podía más.
- ¡Oye! ¿Y si la deja…?
- No te preocupes…no hay peligros, los brujos son estériles…jajaja….
- ¿Cómo sabes eso?
- Me dio por investigarlo…jajaja….
- Madre mía, creo que tengo suficiente por hoy- Llamó al camarero, y se tomó otra copa.
La noche pasó, sin más complicaciones, pero con muchas anécdotas, llegada la hora, los invitados se fueron. Los Von Eldritch, se despidieron de mí, los Magne de Harold.
Él me miró.
- ¿Nos vamos?
- Adelante pues.
Un chasqueo de dedos, y aparecimos en una suite de hotel, enorme, me dejé caer en la cama.
- Ay…estoy molida…
No dije nada más y se lanzó a mí, a besarme, su mano, subió por mi pierna, acariciando mis muslos. Pero lo paré.
-Eh, para, para.
- ¿Sucede algo?
- ¿Por qué se supone que hacemos esto ahora? -
- ¿Por qué se supone que es la tradición?
- Oh no, ya estoy harta de las tradiciones de mierda. Oye, Harold Von Eldritch.
- Dime, Evelyn Magne.
- Me quitaré esto, y nos iremos de aquí.
- ¿Porqué? ¿Es que hice algo mal?
- Para nada, sólo que… ¿Desde cuándo seguimos el camino trazado nosotros dos?
- Tienes razón, no tenemos por qué hacer esto sólo porque es lo que se espera, ya lo hicimos cuando quisimos.
- Exacto, ahora soy tu esposa, pero nada cambia, te quiero igual que hoy, y más que nada, pero ahora, ¿Qué te apetece?
- Quiero, quitarme esta ropa de mierda, ponerme cómodo, y largarme de aquí.
- ¡Pues hagámoslo! ¡Quiero una hamburguesa enorme, con muchas papas fritas, y un refresco XXL! ¡Quiero escuchar música a todo volumen mientras conduces! ¡Quiero ir a lo alto de la ciudad y mirarla de noche!
Harold chasqueó los dedos, cambió su ropa, y yo hice lo mismo.
- Vamos querida, pasemos la mejor noche de bodas que pudo haber
Fuimos a por un coche, nos trajeron el mejor deportivo, pedimos un menú gigante, y fuimos a la colina, a comer mientras mirábamos las luces de la ciudad.
- Esto es pasarlo bien. Lo demás, son tonterías.
- Estoy de acuerdo, Evelyn. Te quiero en todas, y a todas. Te quiero en tu belleza más oscura.
