- ¿Que has hecho qué?- exclamó Bucky desde el sillón.
Estábamos en el comedor principal, algunos almorzaban y otros acababan de llegar después de que yo les llamara para contarles las buenas nuevas con la Natasha que teníamos cautiva.
Tenía narices tener que explicar a qué Natasha me refería.
- Le he prometido la libertad a cambio de que me dijera el paradero de Peter.- volví a explicar impaciente.
Sabía cómo se lo iban a tomar, seguramente como lo hubiera hecho yo en otras circunstancias, pero no era el momento. Tocaba salir de la sede a toda prisa para ir a buscar a Queens, y no entendía por qué no lo habíamos hecho todavía.
- ¿Estás loco?- escuché a Rhodey decir desde la mesa.
La respuesta de forma bastante certera era un grandioso "SÍ". Pero la verdadera cuestión era, ¿me arrepentiría de mi decisión más adelante? Y solo de imaginarme a Peter otra vez entre mis brazos sabía que la respuesta de forma bastante certera era un grandioso "NO".
- ¿Has comprobado que no mienta?- habló Tony ignorando las preguntas anteriores.
Por fin alguien que hablaba mi idioma.
- No he podido, acabo de subir, y tampoco hay tiempo para ello.- declaré muy seguro.
Noté durante unos infernales segundos todas las miradas sobre mí. Lo más seguro es que estuvieran analizando mi cordura, y no les culpaba.
No les culpaba pero necesitaba que se dieran prisa.
Me empezaba a poner nervioso, ¿y si ya habían cambiado de localización?, ¿y si llegábamos y Peter no…?
Pero no, no pensaría así. Tenía que tener la vista al frente y no desviarla. No ahora que estaba tan cerca.
- Pues no sé a qué estamos esperando.- respondió Tony al final, logrando que exhalara un audible suspiro con el que expulsé una gran parte del estrés que me llevaba carcomiendo semanas.
- Deberíamos…- empezó a hablar Rhodey, pero fue interrumpido por Clint.
- Ahora no deberíamos nada. Lo primero es usar esa información, luego ya nos encargaremos del resto.
Podría haberle besado allí mismo.
Bueno, puede que besado no, pero sí haberle dado un abrazo gigante.
En menos de quince minutos estábamos todo el equipo en el hangar preparados para montar en los jets y largarnos. No teníamos un plan definido. Sabíamos quiénes actuaban mejor cara a cara, como Bucky, y quiénes eran mejor escabulléndose, como Scott. Ambos igual de útiles a mi parecer. Así que esa era más o menos la base de nuestro plan. Seguramente el peor plan de la historia. Pero funcionaría, lo sabía. O eso esperaba.
A veces era muy fácil distinguir lo que querías y lo que sabías.
Estaba a punto de subir la rampa del jet cuando una voz me paró en seco.
- ¿Dónde creéis que vais?
Sin girarme pude distinguir la voz. Era John Walker junto a su agobiantemente inseparable compañero Lemar Hoskins.
- Tenemos una ubicación, vamos a comprobarla.- hablé girándome para encararle.
- Vais muy preparados para ir solo a comprobar.- replicó Hoskins entornando los ojos.
En ese momento no pude odiarles más.
Cada segundo contaba, cada maldito segundo.
- Toda precaución es poca.- contesté esperando que no se notara la impaciencia en mi voz. Si la notaban sería peor.
- Sabéis que sin la autorización de…- intentó continuar Walker.
- Me da igual.- contesté sin más, mirándole tan fijamente que esperaba que captara rápido la indirecta. Me daban igual ellos y el maldito Gobierno, no habría nada que me impidiera en aquel momento subirle a ese jet.
- No hay nada que me enorgulleciera más que ayudarle, Capitán Rogers, pero esta no es la forma.- trató de convencerme.
- Mira, sé que tienes buenas intenciones, pero tenemos prisa.- corté rápidamente.- Informa a quien debas informar, no nos importa, pero nos vamos.
Me giré para comenzar a subir la rampa sin dedicarles una segunda mirada. Tampoco había tiempo para eso.
- Capitán.- escuché la voz de Walker llamarme por segunda vez.
Me di la vuelta sin intentar disimular esa vez el sentimiento de hastío que me provocaba perder el tiempo en esa conversación de besugos. Pero si lo notó, lo disimuló muy bien.
- No comunicaré nada.- habló tranquilo.- Pero si me preguntan, no os hemos visto.
Me sorprendí dedicándole una leve inclinación de cabeza en reconocimiento antes de volver a continuar mi camino. La verdad era que no tener a los personajes del Gobierno intentando detenernos nada más arrancar ese bicho suponía tanto una ventaja tanto como un alivio.
- Ya está todo listo.- se escuchó a Clint desde la zona de mandos.- Cerramos puertas y nos vamos.
Me senté al lado de Sam, quien me miraba con arrugas en el ceño escondiendo una discreta curiosidad.
- ¿Qué querían esos dos?
- Nada importante.- dije intentando olvidarme de ellos para centrarme solo en una cosa: sacar a Peter de ese maldito lugar.
- Eso está bien.- contestó calmado.
Y en ese momento no pude hacer otra cosa que desear que me pasara un poco de esa tranquilidad.
BOOM
BOOM
El sonido de dos disparos llenó mis oídos.
Me quedé quieto. Completamente paralizado.
Esperaba sentir algo, ¿dolor? No sabía lo que se sentía cuando te disparaban directamente a la cabeza. ¿Daba tiempo a sentir algo o solo desaparecía todo sin más?
El negro bañaba mi visión. ¿Eso significaba que estaba muerto?, ¿qué se suponía que veías cuando morías?
Entonces dos golpes fuertes se escucharon muy cerca. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que había tenido los ojos cerrados todo el rato.
Al abrirlos ni siquiera sentí pánico por lo que me encontraría. Creo que en ese momento estaba tan agotado que ya no poseía la habilidad de sentir nada.
Lo primero que vi fue el suelo gris. En todas las semanas que llevaba en ese lugar nunca me había fijado bien en él. Tampoco es que hiciera falta. Era gris. Y punto. Pero en ese momento me pareció bonito.
Levanté la mirada. ¿Era yo el que había pensado solo unos instantes antes que estaba demasiado cansado como para sentir algo? Porque dejadme que me autocorrija, ya que la vista que tenía enfrente logró que volviera a notar una sensación de opresión en el tórax que sabía que a mi edad no era sano tener.
Ned estaba arrodillado, justo como lo había visto antes de que mi alrededor se hiciera oscuro. Tenía los ojos cerrados y si te fijabas bien le podías ver temblar. Pero temblar estaba bien, porque temblar significaba seguir con vida. Con eso pude empezar a sentir cómo entraba el aire en mis pulmones.
Pero la opresión en el pecho no se iba, porque Natasha Romanoff estaba tumbada detrás de Ned con los pelos tapándole gran parte del rostro y mucha sangre alrededor de su cabeza. Muerta.
Estaba muerta.
Muerta.
Muerta.
Estaba jodidamente muerta.
¿Qué narices había…?
- Tenemos que irnos. Ya.
Miré un poco más al fondo. Al lado de la puerta. Traté de obviar el pequeño mareo que advertí con ese gesto para fijarme en la persona que me había hablado.
Yelena Belova.
Estaba junto a la salida y sujetaba un revólver en la mano. Un revólver idéntico al que hace solo unos segundos usaban Romanoff y el otro matón de Hydra para apuntarnos a Ned y a mí a la cabeza.
Parecía tranquila. Como si no acabara de matar a dos personas. Como si no acabara de matar a la persona más importante de su vida. ¿Cómo podía hacerlo? Creo que si alguna vez hubiera tenido que apuntar a Steve, habría ido detrás de él sin dudarlo.
Pero todo era una fachada, y el evidente temblor en sus manos la delataba, ¿pero por qué…?
- ¿Queréis que nos maten o qué?- volvió a insistir.
Vi a Ned reaccionar abriendo los ojos (abriendo el ojo que no tenía hinchado) y escaneando la habitación.
- ¿Estamos vivos?- preguntó con la voz ronca.
- Como no nos movamos, no lo estaremos por mucho tiempo.- repitió Belova mirándome a los ojos.
No había apartado la mirada de mí desde que la había mirado.
Tampoco me extrañaba, era mirarme a mí o a Natasha.
Y entonces reaccioné yo, porque no podíamos perder esa oportunidad. El por qué ya lo respondería cuando saliéramos de ese maldito infierno.
Obligué a mis piernas a levantarse. Las sentía como si fueran gelatina, pero torpemente seguí avanzando sin girarme a mirar el cadáver que sabía que tenía detrás.
Me acerqué a Ned notando como con cada paso mi centro de gravedad se distorsionaba un poco más. Pero debía llegar a él, porque parecía todavía más desorientado que yo, y no le podía culpar, como poco debía tener una contusión cerebral.
- Ned, hay que irse.- dije arrodilándome a su lado.
- Peter. Estamos vivos.- repitió.
Antes de poder contestarle noté sus brazos a mi alrededor. Los dos estábamos hechos un asco y con tan pocas fuerzas que apenas podíamos notar la presión que el otro ejercía sobre nuestro cuerpo, pero estaba seguro que era el abrazo que más falta me había hecho en mi vida.
- Te quiero, tío.- escuché su voz cerca de mi oreja, consiguiendo aliviar toda la presión que había acumulado en el cuerpo desde que había abierto los ojos.
- Y yo a ti.- respondí en el mismo tono, sonriendo de verdad por primera vez en semanas.
- Esto es precioso,- dijo una voz femenina detrás nuestra.- pero si no os levantáis ya me voy y os dejo a vuestra suerte.
Me alejé un poco de los brazos de Ned sabiendo que Belova tenía razón. No había tiempo que perder, y menos en las condiciones en las que nos encontrábamos.
Le miré a los ojos queriendo transmitirle toda las fuerzas que me quedaban para que se ubicara y se levantara conmigo.
Más lento de lo que le hubiera gustado a la espía rubia nos levantamos y caminamos hacia ella. Nos miraba con una mezcla de pena, asco e impaciencia.
- Esto va a ser más complicado de lo que pensaba.- dijo más para ella misma que para nosotros.- Estáis hechos una mierda.
- ¿Y eso gracias a quién es?- pregunté con rencor.
Nos había salvado, sí, pero no implicaba que no recordara quién nos había metido en ese lugar en primer lugar. Y secuestrarme solo a mí se lo podía comprar, pero en el momento en el que fueron a por Ned cruzaron una línea demasiado sagrada.
- Démonos prisa.- continúo como si no hubiera escuchado nada.- Sus pulseras no tardarán en avisar que han muerto.
Comenzamos a caminar por unos pasillos tan fríos como lo era la habitación en la que había estado metido. Belova andaba deprisa, evidenciándose que conocía muy bien los pasillos. Yo trataba de seguirla lo más rápido que mis piernas me permitían a la vez que trataba de vigilar a Ned, que más de una vez había tenido que parar a apoyarse contra la pared de lo mareado y cansado que se encontraba.
- Está todo muy vacío.- hablé en voz baja. No necesitábamos atraer atenciones innecesarias.
- Es casi la hora de la comida.- respondió sin girarse a mirarme.- Durante media hora solo está la guardia indispensable. Tampoco es que se necesite más, sois los únicos prisioneros que teníamos aquí.
- ¿Qué era lo que me han estado inyectando?- me animé a preguntar cuando vi que estaba dispuesta a contestar.
- No trabajo en los laboratorios, no sé qué le echaban a eso.- habló sin detener el camino ni un momento.- Solo sé que era un sedante que te tenía que quitar las fuerzas y que al parecer lo ha conseguido muy bien. Los efectos tardan día y medio en irse.
"Y tan bien lo han conseguido", pensé con algo de rencor. La última vez que recordaba haberme sentido tan débil era cuando con seis años un niño dos años mayor y una cabeza más grande que yo me empujó a la arena para quitarme la pelota.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Belova se paró en seco, consiguiendo que Ned se chocara contra mi espalda con tan poca fuerza que ni me balanceó.
- Ya se han enterado.- declaró Yelena con voz muy grave, lo que solo podía significar que estábamos muy jodidos.
- ¿Y ahora qué?- preguntó Ned detrás mío tratando de reunir todo el aliento que podía.
- ¿Hay alguna posibilidad de que podáis luchar?- preguntó sabiendo la respuesta.
- Ned no sabe y a mí me está costando la mitad de mi energía mantenerme en pie.
- Pues la otra mitad la tendrás que invertir en esto.- dijo sacando una pistola y extendiéndomela junto a su revólver y un paquete de balas.
Los cogí con duda. En la sede me habían enseñado a usar un arma, una lección a la que en ese momento me daba cuenta de que le hice menos caso del que debería. Cuando saliera de aquí le debía a Rhodey una disculpa y una súplica para que volviera a enseñarme.
- ¿Sabes usarla?- me preguntó sacando dos cuchillos de su pernera.
- Sí.- respondí no muy convencido. La teoría por lo menos sí me la sabía.
Puso los ojos en blanco acompañando el gesto con un pequeño suspiro que entendía que quería decir algo similar a "nos van a matar a todos".
- Bien, enséñale a tu amigo mientras me seguís.- dijo comenzando otra vez a andar sin darnos una segunda mirada.- Tendremos que coger otro camino.
Intentando no perderla de vista le enseñé a Ned a quitarle el seguro a las pistolas, a reponer las balas y la mejor técnica que creía recordar que Rhodey me enseñó para apuntar. Esperaba no equivocarme. Y más esperaba no tener que usarlas porque con la ansiedad que notaba en los ojos de Ned, sería capaz de darle un tiro a mi pie.
- Tío, yo soy tu chico de la silla, no entro en el campo de batalla nunca.- habló nervioso, más alto de lo que me hubiera gustado.
- Lo peor ya ha pasado, Ned.- traté de calmarle. O puede que intentara calmarme a mí mismo.- Saldremos de aquí antes de que te des cuenta.
Se escuchó un ruido a nuestra derecha, lo que hizo que Belova reaccionara rápidamente huyendo en la dirección contraria. A mí me daba la sensación de que se le estaban acabando las direcciones.
- ¿Y mi pulsera?- hablé lo suficientemente alto como para que me escuchara.- Si la consigo podríamos…
- Descartado, está en un despacho al que es imposible que podamos llegar.- descartó rápidamente la idea, dejándome muy claro que el salvarnos había sido un plan completamente improvisado.- Esconderos ahí.- mandó señalando una puerta estrecha a nuestra izquierda.
Me metí dentro sin pensarlo dos veces, tirando a Ned detrás de mí.
Fuera se empezaron a escuchar muchos pasos llegando hasta nuestra ubicación. Pude imaginar que si Yelena había decidido pararse era porque se habían acabado las salidas, lo que nos dejaba en muy mal lugar.
No tardó en escucharse el sonido de golpes y disparos. Pero mejor, cuanto más golpes y disparos sonaban era más probabilidad de que Yelena Belova siguiera con vida a pesar de ellos.
- ¿Cuántos crees que son?- escuché a Ned cerca de mi oído.
- Suenan a cuatro por lo menos.
- ¿Crees que podrá con ellos?
- Si es solo la mitad de buena que Natasha, lo hará con los ojos cerrados.- afirmé todo lo seguro que pude.
Debíamos confiar, era nuestra última baza, y la teníamos que jugar muy bien, porque morir en ese lugar no me importaba, pero debía conseguir por lo menos sacar a Ned.
Se escuchó un último golpe contra las paredes solo segundos antes de que la puerta fuera abierta otra vez. Pude volver a llenar mis pulmones de aire cuando vi a la espía rusa al otro lado.
Tenía un golpe en la mejilla y los pelos algo revueltos, pero seguía igual de imponente que siempre.
- Sigamos.- dijo volviendo a retomar el camino.
La seguimos sin discutir, por lo menos durante tres minutos más recorriendo los pasillos y huyendo de los pasos que escuchábamos hasta llegar a una habitación enorme, llena de ordenadores y con unos ventanales tan grandes que se podía ver metros y metros de bosque a través de ellos. Nosotros nos encontrábamos en una plataforma con una gran mesa ovalada por encima de todas las pantallas de ordenadores, enfrente de las cuales se vislumbraban por lo menos diez agentes de Hydra trabajando calmadamente hasta que entramos.
Se giraron rápido todos, dos escondiéndose debajo de las mesas y otros seis se alzaron para apuntarnos con sus armas.
- Yo me acerco a los dos de la derecha, vosotros cubridme y apuntad a los otros cuatro.- habló tranquila, como si la situación estuviera completamente a nuestro favor, lo que admitiré que me dio un poco de calma.
Pero esa calma se fue tan pronto como comenzó a correr hacia la derecha y nosotros tuvimos que apuntar a los demás tiradores, usando la gran mesa para cubrirnos.
- Vamos a morir, vamos a morir…- podía escuchar a Ned repetir a mi izquierda. Esperaba de todo corazón que no le estuviera dando una crisis nerviosa, porque no era para nada el momento más oportuno.
- Ned, tú solo apunta.- le grité esperando que no fuera a mí al que le entrara el ataque de ansiedad.
A la derecha veía cómo Belova se había deshecho de uno e intentaba robar su arma, pero ello le costó una patada del segundo. Nosotros seguimos apuntando, estaba casi seguro de que le había conseguido dar a una en el hombro, pero no logré que la maldita se retirara. Aunque por lo menos estábamos consiguiendo que no apuntaran a la espía que estaba intentando sacarnos de ahí.
Escuchamos un ruido a nuestras espaldas, girándonos para ver entrar a tres agentes por la puerta de atrás a la derecha, directos a por Belova.
"Joder, joder, joder"
Por suerte no nos habían visto, así que disparé una, dos y tres veces, consiguiendo apuntar bien al cuello de uno de ellos. Odiaba hacerlo, me sentía sucio, pero en ese momento eran ellos o nosotros, y ellos ya llevaban ganando demasiadas semanas.
Además, en cuanto empezaran a comunicar nuestra ubicación en poco tiempo todo se llenaría de más agentes de Hydra, y entonces sí que estaríamos perdidos.
El verdadero problema llegó cuando se me acabaron las balas, ¿en qué momento mi tonto cerebro había pensado que el revólver tenía reservas ilimitadas de estas? Yelena solo nos había dado un paquete y era para el arma de Ned.
"A por todas. Hemos venido a jugar" pensé intentando reunir las escasas fuerzas que me quedaban.
- Ned, sigue con ellos, yo me encargo de esos.- le dije levantándome sin esperar una contestación.
- Peter, ¿qué narices…
Salí de mi escondite poniéndome a la vista para convertirme en su objetivo. Si era su objetivo sería capaz de saber dónde iban a ir las balas. Mis habilidades de normal eran de gran ayuda, pero en esos momentos eran más bien inexistentes, así que solo quedaba echar mano del entrenamiento cuerpo a cuerpo.
Me acerqué todo lo rápido que pude y sin dudar hacia su dirección. Me di cuenta que solo había uno apuntándome, el otro había llegado ya hasta Yelena, que por suerte acababa de deshacerse del segundo de los dos primeros agentes.
Llegué hasta su altura, consiguiendo que disparara una última vez donde menos de un segundo antes se encontraba mi cabeza justo antes de quitarle el arma de una patada.
Sentí su puño directo a mi estómago a la vez que trataba de recuperar el arma, pero estaba demasiado lejos y yo tenía demasiado que perder como para dejar que llegara a ella. Volví a encararme con él logrando devolverle el golpe y retorcerle el brazo tal y como me enseñó Shuri un día en Wakanda. Tenía que hacerme otra nota mental recordándome agradecerle también por ello.
Una vez lo tuve hincado delante mío le cogí la cabeza para estamparla contra mi rodilla. Una, dos y tres veces, pero antes de alejarme para terminar de noquearle, sentí cómo me cogían de la otra pierna y mi espalda impactaba contra el suelo.
- Chiquillo de mierda.- escuché que decía mi rival encima mío, levantándome cogiéndome del brazo y del pelo, y estampando mi cabeza contra una de las barandillas que daba a la plataforma donde estaba disparando con Ned minutos antes.
Noté cómo un puño impactaba contra mi mejilla. Traté de alejarme, pero me tenía cogido por el pecho, y en esos momentos él tenía más fuerza que yo. Me sentía malditamente impotente.
Volví a notar ese mismo golpe en la otra mejilla. Y otra vez.
Tenía que pensar, tenía que alejarme, tenía que sacar a Ned.
- Esto se acababa aquí, niño.- gruñó sacando lo que parecía un cuchillo de la manga.
¿Por qué todos ahí tenían un cuchillo de reserva?
- Vete al infierno.- le escupí con todo el rencor que pude acumular en tres simples palabras, que no era poco después de los días que me habían tenido escondido.
Solo conseguí una sonrisa llena de dientes mal colocados pero extremadamente blancos, ¿en serio esa sería la última imagen que iba a ver?
- ¡Peter!- escuché a Ned gritar. Pero ya era tarde.
Se había acabado.
Lo habíamos intentado pero se había acabado.
Hasta que sentí cómo un chorro de sangre me ensuciaba la cara.
Pero no era mi sangre.
Abrí los ojos para ver al gilipollas que tenía delante mío con el cuello cortado desangrándose y cayéndose al suelo al instante.
Estaba tan sorprendido que tardé unos segundos en ver a Bucky delante mío con un cuchillo que chorreaba sangre en su mano de metal.
En mi vida pensé que me alegraría tanto de verle.
- ¿Bucky?- pregunté asombrado, temiendo que verle solo fueran las imaginaciones de un moribundo.
- Admito que no soy el mayor fan de los cuchillos.- comentó como si estuviéramos hablando en el comedor de la sede sin cadáveres a nuestro alrededor.- Pero ojo por ojo, ¿no?
Me quedé unos segundos mirándole sin creerme lo que me acababa de decir.
Y entonces me reí.
Y entonces lloré.
- Creía que no saldríamos.- dije con lágrimas recorriendo mis mejillas.
- Y nosotros que no te encontraríamos.- respondió con una pequeña sonrisa.- Estamos todos aquí, ya nos hemos hecho con la mayor parte del lugar, pero no os encontrábamos.
- Por eso tan pocos agentes estaban llegando hasta aquí.- pensé con lógica.- ¿Y Steve?
- Está aquí. Ha entrado el primero y ha ido corriendo a buscarte. Estaba histérico, creo que se ha llevado él solo por delante a un tercio de todos los agentes, aunque he de decir que Stark no se ha quedado atrás.
- ¿El Sr. Stark también ha venido?- pregunté un poco asombrado. Era la primera misión de verdad a la que salía Tony desde el chasquido.
- ¿Acaso te sorprende?
- No, realm…
- ¡Peter!- escuché que gritaban mi nombre.
Era una voz tan familiar que la podría haber reconocido en cualquier lado de esta galaxia y de las galaxias que fueran. Pero verle en persona consiguió que mi corazón volviera a latir y que los avispones que ya hacía tiempo que no me visitaban volvieran a atacar mi estómago.
Estaba estupendo en su traje, casi parecía que no le habían hecho ni un rasguño. No era de extrañar, podía imaginar que había entrado más enfadado que Hulk antes de mezclarse con Bruce.
Vi cómo se acercaba corriendo desde el otro lado de la habitación, con los ojos muy abiertos, como si no se creyera lo que veía.
- Steve.- lloré acercándome también a él.
No tuve que dar más de cinco pasos antes de que llegara y me atrapara en un abrazo. Y entonces pude confirmar lo que llevaba semanas pensando en la soledad de esa habitación gris, y es que no había otro lugar mejor en el mundo que sus brazos.
- Estás bien, estás bien.- escuchaba que repetía una y otra vez intentando convencerse a él mismo y apretando más el abrazo.
Me apretaba demasiado, pero no podría haberme importado menos. Necesitaba sentirle.
Levanté mis manos para rodear su cuello y esconder la cabeza ahí. Quería olvidarme de mi alrededor y solamente sentirle a él.
Noté una de sus manos en la parte de atrás de mi cabeza, como si estuviera al tanto de mis intenciones y quisiera aislarme más de nuestro entorno.
- Creía que no llegaríamos a tiempo.- murmuró como si compartiera un secreto. Y qué cruel secreto.
- Me alegro de que no haya sido así.- contesté contra su cuello, levantando al momento la mirada dejando de lado mi escondite. Y es que no era yo el único que necesitaba notarle en ese momento.
Le miré a los ojos. Qué ojos tan bonitos tenía. Eran de mi color favorito. Y estaban mojados de lágrimas que seguían cayendo.
- Te amo.- le dije poniendo ambas manos sobre sus mejillas, sin querer que bajara la mirada. Aunque estaba seguro de que no lo hubiera hecho.
Pude notar cómo las manos que tenía sobre mi cintura me apretaban más contra él, porque acercarme más era imposible, ya estábamos todo lo cerca que la física permitía.
- Te amo, Queens.- respondió juntando nuestras frentes antes de besarme.
Fue un beso corto, nada apasionado, únicamente tenía la finalidad de sentirnos, de saber que era verdad lo que pasaba, que estábamos juntos. Y fue perfecto.
- Estoy cansado.- le dije cuando se apartó mientras dejaba otro beso en mi frente.
- Podrás descansar todo lo que quieras, pequeño. Nos vamos de aquí.- respondió mientras volvía a hundir mi cabeza en su cuello. No había mejor lugar que ese.
- ¿Ned está…?
- Está bien, ya ha salido con Sam, los demás están terminando de limpiar esto.- dijo calmado.
- ¿Y cómo…?
- Te lo explicaremos en cuanto descanses y recuperes algo de fuerzas.- volvió a interrumpirme.- Ahora es momento de que descanses.
No contesté a eso, haciéndole saber que estaba de acuerdo con lo que me decía. Noté cómo me cogía por las piernas y me levantaba en sus brazos, pero yo no volví a levantar la cabeza.
Negro era lo que veía antes de perder la consciencia.
