Chapter 36

Finalmente, el día había llegado. Ross observó la sonrisa de Demelza que cabalgaba a su lado e intentó reciprocarla, pero su sonrisa no era sincera. La idea de pasar la víspera de Año Nuevo en Trenwith no le había gustado desde un principio, pero hacia allí iban. No es que no quisiera llevar a su esposa a una fiesta o celebrar su matrimonio, como Francis le había dicho. Lo que no le gustaba era que su primo se tomara esas libertades con Demelza sin consultarle, ni a él ni a Elizabeth. Ella era otro de los motivos de su aprensión. Sería la primera vez que la vería luego de aquel, ahora fatídico, encuentro. El verla y la reacción que había generado en él, había ocasionado muchos problemas. Demelza no la mencionaba, aunque de seguro ella también sentía cierta inquietud por la perspectiva de encontrarse con ella. Sería la primera vez que se verían de igual a igual, como miembros de una misma familia. Y aunque Demelza no estuviera acostumbrada a este tipo de reuniones familiares, confiaba en que Elizabeth y su educada cordialidad la haría sentir bienvenida.

Y había otra razón más por la que Ross hubiera preferido quedarse en casa, solo con Demelza. Ella le había confesado que lo amaba.

La distancia que había mantenido luego del rescate había desaparecido. Los últimos días habían compartido una intimidad como la que nunca habían tenido, y Ross se sentía más cercano a ella que nunca. Durante el día, mientras conversaban o salían a caminar, o en la cama... en la cama o en donde fuera que estuvieran. Había comprendido que la deseaba hacía muchos meses, que la quería y quería protegerla. Meses desde que se había convertido en su compañera. Y la pasión de estas últimas noches, su comportamiento, su entrega total, él quería igualarla. Darle todo lo que tenía. Jamás había tenido tanto sexo en tan pocos días. A veces pensaba que había despertado una bestia que estaba dormida, una diosa sensual que le demandaba y le exigía que estuviera a su altura y él le entregaba todo. Y la verdad era que sí, preferiría pasar la noche haciendo el amor con Demelza que en una estúpida fiesta. Más aun después de lo que le había dicho. No lo había vuelto a repetir. Ni durante la noche cuando volvieron a unirse ni durante el transcurso del día. Ella le había dicho que no lo volvería a repetir, que sólo quería que lo supiera. Pero la verdad era que le gustaría escucharlo de nuevo. Aun ahora, mientras iba montada en Rosie, le gustaría que se volviera y además de regalarle una sonrisa también le dijera "Te amo, Ross." Y quisiera estar en casa para poder en orden sus propios sentimientos.

En su declaración, Demelza le dijo que sabía que él no podía decirle lo mismo, y por eso no lo volvería a decir. ¿Era eso cierto? ¿Qué era el amor después de todo? ¿Qué era lo que sentía por ella, si no era amor?

Cuando se dio cuenta ya estaban en el portal de la antigua casa de su familia. Entraron lado a lado y despacio para que Demelza admirará el esplendor de la antigua mansión. Ross la ayudó a desmontar.

"No te preocupes, llevarán el equipaje a nuestra habitación." - le dijo cuando la vio observar al criado que se llevaba a Rosie y a Darkie.

"Oh, claro."

"¿Lista?" - Para ser que había esperado este día con ansias durante tanto tiempo, ahora se la veía bastante nerviosa.

Jamás había estado en un lugar como ese. Ross le había hablado muchas veces de Trenwith y de la época que solía pasar tiempo allí cuando era niño, pero había fallado en describir la grandeza del lugar. Demelza asintió, agarrándose del brazo de Ross mientras él llamaba a la puerta golpeado un peculiar llamador de metal con forma de cabeza de león que ella se quedó mirando.

Un momento después el mayordomo les abrió. "Joven Ross." - dijo a modo de saludo, su mandíbula hacia arriba y sin mirarlos.

"¿Cómo estas Tabb?"

"Muy bien, señor. Mi sentido pésame por la muerte de su padre."

"Gracias. Ella es Demelza, mi esposa."

"Señora Poldark." - Tabb le dijo y movió la cabeza haciendo una leve reverencia.

"Ho-hola." Tartamudeó Demelza, mientras el mayordomo tomaba el sobretodo, tricornio y guantes de Ross y él le ayudaba a quitarse la capa y se la daba al Señor Tabb también.

"¡Demelza!" Verity apareció junto a ellos antes de que pudieran decir otra cosa. "¡Me alegra tanto verte! Estuvimos tan preocupados por ti ¿Cómo te encuentras?" - Dijo abrazándola.

"Bien, mucho mejor. Ya estoy completamente recuperada."

"Aunque tiene que seguir cuidándose." - agregó Ross.

"Hola primo." Ross dio un beso en cada una de las mejillas de su pequeña prima.

"¿No te alegras de verme a mí también?" dijo irónicamente.

"Siempre, pero esta velada es para Demelza. Tú eres un cascarrabias en las fiestas, así que ya perdí mis esperanzas contigo."

"¿Ah sí? ¿Y por qué es eso?" - preguntó con intriga Demelza.

"Ohhh... ya conoces como es Ross." Verity comentó riendo y dirigiendo su mirada a su primo. Demelza comprendió al instante e intentó disimular su sonrisa también.

"Bueno, bueno... así empieza la noche ¿Y quieren que me gusten las fiestas? ¿Somos los primeros en llegar?" - preguntó para cambiar de tema.

Verity miró a Demelza con complicidad.

"No, ya están todos aquí. Bueno, solo falta Francis, pero debe estar por llegar en cualquier momento. Y después de comer vendrán unos amigos de la familia."

"Oh... ¿invitaron a mucha gente?" - Preguntó Demelza algo intimidada.

"Para cenar solo la familia. Papá, la tía Agatha, Francis, Elizabeth y sus padres y el primo William." Ross miró al techo al escuchar que la madre de Elizabeth estaba allí. Nunca se habían tenido mucha estima. - "Y luego vendrán el Dr Choake y su esposa, la señora Teague y dos de sus hijas que son intimas amigas de Elizabeth, George Warleggan y su tío, la familia treneglos, el Capitán Blamey y algunos otros conocidos... Pero tú quédate tranquila Demelza, que esta noche es para agasajarte a ti."

"O lo sé. Gracias Verity, es sólo que ahora que estoy aquí... me da un poco de vergüenza."

Por un instante Ross tuvo la esperanza que Demelza se arrepintiera de haber ido y quisiera volver a Nampara. Pero Verity insistió en que se despreocupara y la convenció que disfrutaría mucho de la velada.

Los tres entraron por fin a la sala. El fuego estaba encendido en la ornamentado chimenea y velas titilaban en todos los candelabros creando un aura casi de ensueño en la habitación. Demelza volvió a vacilar, su paso se detuvo por un instante y su mirada se paseó por toda la habitación. Desde el techo, descendiendo por las paredes vestidas de retratos de sus antepasados, las altas ventanas y sus vidrios de colores y los antiguos muebles. Ross colocó la palma de su mano sobre su espalda baja para darle coraje. Demelza torció la cabeza para mirarlo por un segundo y él le sonrió para darle valor. Ella le sonrió también y entró en la sala.

Elizabeth y su madre se volvieron al escuchar a Verity decir: "Llegaron." La tía Agatha que estaba sentada cerca del fuego con una manta cubriendo sus piernas abrió sus ojos vidriosos para inspeccionar a los recién llegados y estiró su mano para llamarlos. "¡Muchacho! Bendito los ojos que te ven."

Ross se adelantó un paso para saludar a su tía besando su mano. "Es un placer verte, tía."

"¡Bah! No me vengas con cumplidos. Podrías haber venido a verme alguna vez en todos estos meses, pero para que molestarse en visitar a una vieja ¿verdad?"

"Tía…"

"Mmm… tu padre era igual. Dios lo tenga en la gloria. Pobre Joshua, se fue muy joven. Aún recuerdo cuando era un niño regordete al que le gustaba jugar con las ranas del estanque. Las metía en la casa, la hacía morir del susto a mi pobre hermana… ¿cuántos años han pasado desde entonces?" – la mujer levantó la vista hacia atrás de su sobrino, observando a la joven de pie detrás de él que jugueteaba con sus dedos. – "Ahh… pero veo que tú ya no tienes que preocuparte por el pasado. Presentarme a tu esposa, sobrino. Ven florecita, ven. No tengas miedo, no creas en nada de lo que esté te haya dicho sobre mí."

Demelza se vio haciendo reverencias a las tres mujeres a quienes la presentaron. Se sentó junto a la tía de Ross, que irónicamente era la que menos miedo le daba. Sentía la mirada de las otras dos clavada en ella, observando cada movimiento que hacía.

"Ross, hace mucho tiempo que no te veía. Cuando te fuiste creímos que no te volveríamos a ver." – dijo la Sra. Chynoweth, Elizabeth murmurándole algo por lo bajo.

"Siento decepcionarla señora."

"En lo más mínimo. Me alegra verte y felizmente casado, además."

"¿Por qué no vas a reunirte con los hombres, Ross? Charles está con William y su consuegro en su estudio." - Dijo su tía, que tenía las manos de Demelza en las suyas.

"Uhm…" Ross miró a Demelza. "No te preocupes por tu florecilla, aquí la cuidaremos.""Si, Ross. Ve tranquilo." Le aseguró Verity también.

Si que era un personaje la tía Agatha. Le hizo un par de preguntas, de donde era y hacía cuánto que se había casado. Varias veces se quejó que nadie le contaba nada en esa casa o ella habría ido a la boda. "Solo fue una pequeña ceremonia, no había nadie más que nuestros padres."

"Pues es una pena que no te haya conocido antes. Siempre me gusta dar la bienvenida a los nuevos integrantes de la familia. Los Poldark son muy peculiares, florecita. Ya te habrás dado cuenta de ello."

"Especialmente los Poldark de Nampara." – agregó la madre de Elizabeth con una ceja levantada. – "Siempre han tenido gustos… excéntricos."

"Mamá…"

Demelza miró al piso. Esa mujer no le gustaba nada. Y Elizabeth, el amor de Ross, pues ella no le había dicho nada y Demelza casi ni se atrevía a mirarla. Era hermosa. Con un vestido color rosa que se ajustaba sobre su panza redondeada.

"¿De cuánto estás?" – se atrevió a preguntar en un momento.

Elizabeth la miró vacilante, como si no esperara que le dirigiera la palabra. "De cinco meses." Dijo secamente.

"¡Oh! Que hermoso… Felicitaciones." Le dijo sinceramente. Elizabeth seguía sin saber dónde mirar.

"Creo que ya es hora de que nos cambiemos. La cena estará lista pronto."

Verity guiaba a Demelza del brazo mientras salían de la sala, conversando con ella. Elizabeth y su madre iban adelante, hablando también. "¿Crees que la mocosa tenga algo que ponerse?" – "No entiendo cómo Ross pudo caer tan bajo." - Las escuchó decir.

Demelza si tenía que ponerse. Aún no había utilizado el vestido de noche que la Señora Trelask había hecho exclusivamente para ella. En el momento había pensado que era un lujo sin propósito, ¿para qué necesitaba un vestido así? - había pensado. Aunque entonces era solo una fina tela, una mezcla entre verde y azul. Ahora era un hermoso traje que se ceñía a su figura, demasiado quizás. Demelza había llevado un pañuelo con un bonito encaje en el borde para tapar un poco sus pechos, pero Verity le dijo que no hacía falta, que así era la última moda en la aristocracia. El vestido de su prima también era muy bonito. Verity la había ayudado a peinarse y vestirse, Ross solo se había cambiado el chaleco y saco y había bajado antes que ellas para darles espacio a que se alistaran. Solo había tenido tiempo de verse a solas un momento en la habitación que les habían preparado en Trenwith. Demelza jamás había visto una habitación tan elegante. Ross no estaba de muy buen humor, al parecer el encuentro con su tío no había sido muy agradable, pero aun así se había sentado junto a ella en el borde de la cama y había tomado su mano al preguntarle cómo estaba. Demelza no le había dicho nada de lo que había escuchado.

"Así que, ¿vendrá esta noche?"

"Sí." - Verity asintió entusiasmada. "Viene para hablar con papá."

"¡Oh, Verity! Estoy tan feliz por ti." - Demelza sabía que su prima política estaba enamorada de un capitán. También le había dicho que no estaba segura que su padre fuera a aceptar la unión, ya que el hombre era de baja cuna, así que estaba un poco ansiosa esa noche.

Cuando bajaron la mesa ya estaba servida y todos estaban charlando de pie alrededor. Dos personas captaron su atención. La mirada de Ross al verla entrar. Como sus ojos la recorrieron de pies a cabeza desde detrás de la copa de vino que sostenía suspendida frente a su rostro. Creyó ver que se detuvieron en el sector de su pecho y sintió acalorarse sus mejillas. Luego notó a alguien sonriendo junto a él. Era Francis.

"¡Demelza!" - Exclamó su primo. Pero antes de que llegara a moverse Ross dio un paso al frente y se acercó a ella con ojos apreciativos.

"Demeza..." dijo en voz baja para que solo ella pudiera oírla. "Te ves preciosa. Déjame presentarte."

Y así se había visto de nuevo introducida al tío de Ross, Charles quien seguía sin hablarle demasiado, y al Sr. Chynoweth quien no le dirigió la palabra en absoluto, aunque parecía que se comportaba igual con todo el mundo.

La cena estuvo pronto en la mesa y Demelza había quedado sentada junto al tío Charles, que estaba en la cabecera de la mesa, y al primo William, con Francis y Verity en frente. Ross había protestado por lo bajo al ver que quedó en la otra punta de la mesa, pero Elizabeth se sentó a su lado y la tía Agatha comenzó a preguntarle sobre los últimos días de Joshua, así que ya no hubo nada que hacer. Aunque no parecía que a Demelza le molestara demasiado.

"Esta jovencita es toda una intrépida, William." - dijo Francis con la boca media llena. - "Sabes que intentó escalar la escalera de los mineros ella sola?"

"¿En serio?" - Preguntó William a su lado.

"Y llegó más lejos de lo que tú, Ross o yo jamás llegamos. Llegó hasta el viejo desaguadero."

"¿Bromeas?"

"Lo difícil fue bajar, no la subida." - Acotó Demelza.

"¡Ja!" - los tres hombres se rieron a su lado, hasta el tío Charles.

"¿Qué es todo el alboroto de aquel lado? ¿Qué es lo que dicen?" - Preguntó la tía Agatha junto a Ross.

"Francis debe estar contando alguna de sus anécdotas." - Respondió Elizabeth. - "Es tan bueno que estés aquí de vuelta, Ross. Tú tía te extrañaba, todos lo hacemos. Quizás ahora puedas venir más seguido." Le dijo dulcemente.

"Quizás, aunque hay mucho trabajo en Wheal Leisure."

"¿Ya encontraron cobre?"

"No, no en realidad."

"Entonces no veo porque debes pasar tanto tiempo en la mina..."

"Tu esposa se ve muy elegante, Ross. De seguro no es nada fácil para ella asistir a esta clase de eventos sociales." - le dijo la Señora Chynoweth.

"Es solo una reunión familiar."

"Por supuesto, Ross. Demelza es parte de la familia, mamá. Y se la ve muy relajada, de seguro es una joven que está acostumbrada a adaptarse a los cambios rápidamente."

Los cuatro la miraron al mismo tiempo, justo cuando todos en el otro extremo de la mesa se reían por algo que Demelza había dicho.

"¿Lo ves?" - La señora Chynoweth frunció el ceño.

Luego de la cena, Demelza se disculpó un momento para utilizar el cuarto privado. No había comido mucho, pero aun así tenía el estómago revuelto. Los nervios, pensó. Cuando volvió al salón ya habían comenzado a llegar algunos invitados. La vio a Verity conversando con un hombre en uniforme. Demelza sonrió, debería ser su Capitán Blamey. Elizabeth, su madre y otras dos mujeres estaban con las cabezas casi pegadas hablando en un rincón. La tía Agatha estaba sentada en un sillón de respaldo alto con una copa en su mano mirando a cada persona en el salón. Demelza ubicó a Ross concentrado, charlando con el primo William y hacia allí se dirigió mientras otro grupo estaba entrando por la puerta. Reconoció al Doctor Choake junto a Charles y a una mujer pequeñita que debería ser su esposa.

"Ah, aquí estás Demelza. Creo que ya no falta nadie... ¡Atención! ¡Su atención por favor! No los distraeré más que un momento." - Francis comenzó a decir en voz alta. "Señora Tabb, por favor asegúrese de que todos tengan una copa. Queridos amigos, antes de comenzar la velada y recibir el nuevo año quería en primer lugar agradecerles a todos por venir a compartir esta noche con nosotros. Pero no es solo el comienzo del nuevo año lo que estamos celebrando, también le damos la bienvenida a una persona muy especial a nuestra familia y festejamos su recuperación luego de un accidente que podría haberle costado la vida. Pero por fortuna está aquí con nosotros para darle belleza a nuestra familia." Francis miró fijamente a Ross, quién estaba tan atónito como todos los demás en el salón, y se fue a ubicar junto a Demelza quien parecía a punto de morir de vergüenza. "La esposa de mi querido primo Ross, Demelza Poldark. ¡Por Demelza!"

"¡Por Demelza!" - Todos dijeron al unísono levantando las copas al aire. O casi todos.

¿Qué demonios estaba haciendo? - Pensó Ross al tiempo que levantaba su copa de pie junto a Demelza. Quería matarlo ¿Qué pretendía con todo esto? Ross hizo lo que mejor que pudo para simular una sonrisa en su tribulado rostro mientras todos los observaban y a su vez veía el rostro compungido de Elizabeth que no alzó su copa como los demás ni dijo nada y aprovechó el alboroto para escabullirse hacia la otra habitación. Ross sabía muy bien lo que debería estar pensando. En ningún momento Francis siquiera había mencionado el hecho de que él también tenía algo por lo que celebrar, el nacimiento de su hijo. Así que comprendió el enfado de Elizabeth.

Pronto se vio rodeado de invitados queriendo estrechar su mano y felicitarlo por sus nupcias y por escuchar la aventura de Demelza y como la había rescatado. Y Ross detestaba recordar ese día.

Demelza se sentía abrumada. De repente todos estaban centrados en ella y ella no sabía que hacer más que sonreír cortésmente. También se había dado cuenta que Ross se había puesto tenso junto a ella, después de todo él no estaba muy entusiasmado en venir y ella sabía que todo el tema de la Escalera de los Mineros no era algo de lo que le gustara hablar y era todo sobre lo que le preguntaban.

Para no se descortés, se quedó junto a Francis hablando con un grupo de invitados entre los que estaba el Doctor Choake que pareció regocijarse en formar parte de la historia y aportaba sus propias anécdotas. No que a ella le gustara mucho que sus problemas de salud fueran discutidos frente a extraños. Algo molesto, Ross también se había escabullido a buscar otra copa. Al menos el licor era bueno. Verity tenía razón, de verdad detestaba ese tipo de reuniones.

"Ross." - Elizabeth lo llamó al verlo pasar frente al umbral. Estaba sentada junto a la hoguera, sola.

"¿No te unes a los demás? Creo que el baile está por comenzar."

"Estoy un poco cansada. Tanta agitación no me sienta bien."

"Oh, claro. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Una copa de oporto?"

"Te lo agradezco, Ross. Pero no hace falta, solo me quedaré aquí un momento. Si me vendría bien algo de compañía, si eres tan amable." Elizabeth hizo un gesto para que se sentara en el espacio que quedaba junto a ella. Ross se acercó a tomar asiento.

"Soy yo quien debo agradecerte por esta fiesta, Demelza está muy entusiasmada."

"No es a mí a quien debes dar las gracias. Todo fue idea de Francis y Verity organizó todo."

"Ya veo. Espero que no haya sido una imposición para ti. Especialmente en tu condición."

"¡Oh, no!" - Elizabeth dijo dulcemente, borrando el ligero tono de dureza que había aparecido en su voz. "Como te dije, me alegro mucho de que estés aquí... y que, Demelza, esté disfrutando de la velada. Es en su honor después de todo."

En la otra sala, la música estaba comenzado. Demelza observó al Capitán Blamey extender la mano hacia Verity para pedirle un baile y miró hacia alrededor a ver si encontraba a Ross, pero no lo vio.

"De seguro lo está disfrutando mucho."

"Todo esto debe ser muy intimidante y nuevo para ella."

"Supongo que sí. Pero Demelza... ella se aprende rápido, es muy lista."

"Ya lo creo que sí."

El primo William fue el primero que la sacó a bailar. Francis le había guiñado un ojo y le dijo que el sería el siguiente. Demelza no había bailado de esa forma en su vida. Con pasos y aplausos. En su infancia había asistido a algunas fiestas, pero los bailes eran más saltos y risas que otra cosa. Por suerte, cuando Verity había ido a quedarse en Nampara le había enseñado algunos pasos básicos y no tardó en encontrar el ritmo. Sonreía al ritmo de la música, pero cuando una ronda la llevó cerca del umbral que llevaba a la otra habitación y lo vio a Ross sentado junto a Elizabeth, la sonrisa se evaporó de su rostro.

"Francis parece encantado con ella." - agregó Elizabeth. Ross levantó la vista, no se había dado cuenta de que se había acercado tanto a ella para escucharla por sobre la música. En la otra sala la gente estaba bailando. No le costó mucho ubicar a Demelza. Vestido verde y cabello rojo, estaba bailando con William, pero Francis estaba cerca y le decía algo que ella respondía con una sonrisa. Ross terminó el contenido de la copa que aun sostenía en su mano de un solo trago.

"Me ayudó a rescatarla." - dijo secamente.

"Verás, hay algo que no entiendo de esa historia. ¿Qué hacía ella escalando por el acantilado en primer lugar? No me parece un lugar apropiado para una dama. ¿En qué cabeza cabe elegir esa subida imposible, teniendo un camino perfectamente seguro?"

"Estoy de acuerdo contigo, Elizabeth..." Ross seguía con la mirada fija en la otra sala. La canción había cambiado y ahora Demelza bailaba con su primo. "Y... ¿Cómo están las cosas con Francis?"

"¿A qué te refieres?"

"¿Todo está bien entre ustedes? ¿Mejor que la última vez que nos vimos?" Elizabeth, viendo a Ross con la vista clavada en algo más allá de la arcada que dividía las habitaciones, siguió la dirección de su mirada. Si Ross la hubiera estado mirando, hubiera visto la sombra que se ciñó sobre su rostro al ver a su marido bailando con Demelza.

"Todo sigue igual, Ross." - Murmuró. "... Y mi invitación sigue en pie."

Ross giró su rostro para mirarla, pero Elizabeth estaba observando a la gente que bailaba como si no hubiera dicho nada. Sintió la repentina necesidad de alejarse de ella. Era un sentimiento peculiar en él que siempre se había sentido atraído hacia su persona. De repente se vio allí sentado, solo junto a Elizabeth, separados del resto de los invitados y no quería que Demelza los viera así. Lo que había sucedido en Truro, cuando Demelza los había encontrado solos, y lo que había ocurrido después era algo que no deseaba repetir. Así que después de una leve reverencia volvió al otro salón y se quedó de pie junto a su tía Agatha y Charles contemplando como los demás bailaban.

Cuando Demelza encontró sus ojos, Ross esbozó una sonrisa, pero ella no la reciprocó. No así como cuando Francis dijo algo en su oído y ella rio con ganas. Sabía que esto no era una buena idea. Su corazón latía fuerte en su pecho y tenía calor y deseaba que todo se acabara de una buena vez para poder irse a dormir junto a su esposa y alejarla de su primo y de William y del estúpido George Warleggan que ahora estaba pidiéndole el siguiente baile.

"¿No bailas, sobrino?" - Le preguntó su tía.

"Nunca." Respondió él con la copa de vuelta llena.

"¿Ni siquiera con tu esposa? Es todo un éxito. Una flor salida del hierbal, eres muy afortunado."

Ross no contestó.

La noche se volvió acalorada y Demelza se sentía un poco mareada. No se había perdido ni un baile, aunque Ross no había bailado con ella. Cuando terminó su charla con Elizabeth se había quedado junto a sus tíos y no se había acercado a ella. No quería pensar el motivo, que le podría haber dicho esa mujer. Cuando hubo un intervalo de música por un momento la gente comenzó a dispersarse y muchos pasaron a la otra sala a descansar y refrescarse. Ella necesitaba algo de tomar también. Verity se acercó y la tomó del brazo. "Andrew irá a hablar con papá ahora." - Le dijo discretamente, ambas mirando en dirección al hombre en uniforme que se acercaba a Charles Poldark. "Oh, no puedo mirar."

"Acompáñame a mi habitación, creo que necesito refrescarme un poco."

"Ven, iremos por aquí."

Verity la guio a un cuarto privado que había en la planta baja cerca de la cocina. Demelza se sentía algo mareada y devolvió lo poco que tenía en el estómago. Verity quiso ir a buscar a Ross, pero ella la detuvo. "No. Déjalo, si está presente cuando Andrew hable con tu padre seguro se pondrá de su lado y lo ayudará a convencerlo." Así que Verity no fue por su primo. Se habían quedado sentadas en un banco que estaba en un pasillo detrás de la sala de la chimenea. Oían el murmullo de la gente del otro lado, riendo y el sonido de las copas tintineando en el aire. Demelza intentando calmar los nervios de su prima. Cuando se sintió mejor y ya había pasado un tiempo suficiente para que los hombres hablaran se dispusieron a entrar por la puerta del servicio. Y allí fue cuando las oyeron. A Elizabeth y su madre y a otras dos mujeres que Demelza no conocía.

"¿Has visto a la fregona bailar con cuanto hombre se le presentaba?"

"¡Ruth!"

"Pero si es una fregona, mamá. O una pordiosera, como le dice Elizabeth. ¿Has visto el escote de su vestido? No tiene absolutamente nada de clase, por eso todos los hombres andan como perritos falderos detrás de ella."

"¿Cómo pudo Ross caer tan bajo? ¿Ya ves de lo que te he salvado, hija?" - era la voz de la Señora Chynoweth.

"No es culpa de Ross, madre. Su padre lo obligó a casarse."

"Mhmm... no me imagino de donde Joshua Poldark podría conocer a alguien de tan bajo nivel."

"Eso es porque no lo conocías realmente. A mí nunca me cayó bien, era un libertino."

"Sí. De seguro la mocosa esa tenía una aventura con él, seguro que lo engatusó para que obligara a su hijo a casarse con ella." - Era la voz de Elizabeth.

Demelza creyó desfallecer.

End of Chapter 36


NA: La fiesta continuará... ¡gracias por leer!