36 - DELICIOSO CHOCOLATE... CALIENTE?

Me estaba aburriendo de mi vida. Siempre era lo mismo. Las mismas personas, las mismas fiestas, las mismas poses de familia feliz y con ello las sonrisas fingidas.

Lo único bueno y autentico era Inuyasha.

Ah, ese chico, hacía que mi corazón saltara cada noche, con cada beso que me daba.

Cuando se iba a su habitación, no sé por qué, le pedía perdón al cielo. Era algo extraño, pero, aun así, lo hacía.

Cada vez que la mano de Inuyasha, subía más arriba de mis costillas o bajaba de mi cintura, le daba un manotazo.

¿Qué te he dicho?

No puedo evitarlo, Gomy. Mis manos tienen vida propia. - movió los dedos juguetonamente.

Si, claro - entrecerré los ojos. - Ya son tres veces esta noche. - lo reprendí.

¡No! ¡No me digas eso! - refunfuño.

Siéntate sobre las manos. - me obedeció.

Eres una mala mujer, Kagome Higurashi.

Cállate y bésame.

Si, señorita.

Esto sucedía todas las noches, luego de que regrese de los Alpes Suizos. Incluida la noche antes de su cumpleaños, pero a la tercera vez no lo reprendí.

Lo siento, ya es la tercera vez, ¿verdad?

Si, pero... - mire el reloj - Ya son las doce con cinco. ¡Feliz cumpleaños!

Hundí mis manos en su cabello negro y lo besé de la manera que él siempre había querido: salvaje y lujuriosamente.

Lo deje que tocara mis senos -sobre la blusa claro- y sus manos recorrieran mi cuerpo como él siempre había quirido.

Tu tiempo se acabó. - murmure jadeando cinco minutos después.

Gracias por mi regalo - musito acostándose a mi lado.

De nada. Debo irme - me levante de la cama.

¡No! - me tomo de la mano - No te vayas. Quédate.

No podía resistirme, cuando me lo pedía con esa carita tan tierna, pero si me quedaba, las cosas se saldrían de control.

Hasta mañana, Yeti.

Hasta mañana, Bicho.

La noche siguiente, me puse una pijama que había comprado para ese día. No era muy especial, pero era azul. Consistía de un shortcito azul oscuro y una blusa de algodón, pero los tirantes eran de encaje. Era muy femenino y coqueto el conjunto de Victoria's Secret. ¿Me puse perfume y el brillo de labios favorito de mí... novio? No, novio no. ¿Amante? No aun no. ¿Amigo secreto con derechos? o Amigo con derechos secretos? Bueno...Por ahí va.

Cuando entre a su habitación, ya me estaba esperando. Impaciente como siempre.

¿Porque te tardaste tanto? - cuestiono enfadado, abrazándome.

Inu, son las diez y cinco. ¿Que son cinco minutitos?

Son...una eternidad... ¿Eso es para mí? - enarco una ceja viendo mi pijama tan coqueta.

Asentí sonrojada.

Paso su mano por mi cintura y pronto me vi envuelta en sus brazos y siendo arrastrada hacia su cama.

Inu... si sabes que hoy no... es decir... tú y yo no... - balbucee. No sabía cómo decirle que no tendría sexo con él. Esa noche.

Si, lo sé. Solo quiero abrazarte, sentirte entre mis brazos, es todo lo que te pido.

Esa noche, casi ni me beso. Solo me contemplo por dos horas. A veces besaba mis parpados, mis mejillas... Eso sí, sus manos recorrieron toda la longitud de mis piernas, mis caderas, mi cintura y mis senos. No de una manera soez, sino delicada. Solo con la punta de sus dedos.

Al final de la velada, lo bese igual que la noche anterior; pero esta vez, por más tiempo. Ahora era yo la que no se podía controlar, no le podía quitar las manos de encima.

Tengo que irme - me levante de su regazo - Necesito irme.

Retrocedí hasta la puerta sin dejar de mirarlo.

Adiós - fue lo último que le dije antes de cerrar la puerta.

Me acosté en mi cama, con la respiración agitada y el corazón a toda marcha. Una vez que se me bajo el calor, comencé a titiritar de frío. Me puse mi pijama calientita y me acurruqué bajo las cobijas, abrazando una almohada, pretendiendo que era Inu.