Elle se humedece el rostro y luego cierra el grifo, acto seguido descuelga una toalla y retira el exceso de agua. Al erguirse, observa su aspecto deplorable: ojeras casi tan pronunciadas como las de Beyond, el cabello enmarañado, labios resecos y su piel dos tonos más pálida, cosa que ni siquiera sabía que era posible. Apenas ha dormido y lo único que quiere es volver a la cama, así que solo se cepilla los dientes para deshacerse de la sensación pastosa en su lengua y sale del baño, debe aprovechar a descansar en estos momentos de calma en los que su estómago no se retuerce como si fuera una soga formando un nudo.

Sin embargo, tan pronto como abre la puerta, debe retroceder un paso al toparse de imprevisto con la silueta del castaño.

—Te hablan— es lo único que dice y le extiende el celular.

Light no luce mejor que él, aunque por razones diferentes. Elle está tan cansado, que ni siquiera se le ocurre revisar la pantalla para ver de quién se trata.

—¿Hola? —Carraspea la garganta para deshacerse de la sensación áspera, pero solo empeora.

—Buena jugada la de tu noviecito, ¿eh? Llamarme desde tu celular —la voz adormilada de su hermano se escucha del otro lado, un poco amortiguada como si la boca estuviera obstruida, probablemente por la almohada—. De haber sabido que era él ni contestaba, luego no digas que no te quiero.

—¿Qué quieres, Beyond? —Toma asiento en la cama, no aguantaba un segundo más en pie. Se encuentra en modo avión, a tal punto que ni siquiera termina de procesar lo que le acaban de decir.

—Te dije que fue tu noviecito el que llamó —corrige—. Mírate, hasta ya tiene la contraseña de tu celular —Elle se recuesta mientras lo escucha. Sabe que le dio la clave de su móvil a Light hace mucho aunque en este instante no recuerda exactamente cuando—. Como sea, me llamó para decirme que estás enfermo y no quieres llamar a tu doctor.

—¿Sabes qué día es hoy? Domingo, me va a costar un ojo de la cara hacerlo venir y solo por un dolor de estómago. —Susurra mientras se echa las cobijas encima, Light sigue al pie de la cama y no quiere que lo escuche.

—¿Y sabes qué hora es? —Responde tras un bostezo— ¡Las ocho de la madrugada! No es justo que me despierten tan temprano dos días seguidos.

—Sí, pero...

—Yo te creo. —Interrumpe— Puede que solo sea un dolor de estómago, el cual te mereces por todos los dulces que te hartaste ayer, pero Light me llamó casi llorando —evita usar sobrenombres porque habla en serio, lo más serio que puede cuando tiene baba seca en la comisura de los labios—. Has gastado dinero en pendejadas, ¿o crees que una lámpara que refleja tu nombre en las superficies al encenderla es una buena inversión? —Hay silencio y luego un gruñido por parte de Beyond—. Tal vez sí lo sea, pero no me vengas conque ahora te duele pagarle a tu doctor de cabecera una visita a domicilio.

—Tengo que colgar... —Es lo único que dice antes de desconectar la llamada. Deja caer el teléfono y se retira las sábanas de forma apresurada, saliendo de la cama lo más rápido que puede.

Light no tarda en reaccionar, lo sigue y es capaz de detener la puerta antes que el pelinegro se encierre en el baño de nuevo. Lo ve encorvarse frente al excusado y tras una violenta arcada, Elle devuelve lo poco y nada que tiene en el estómago. Light no duda en acercarse y rodearlo de la cintura con un brazo y sostenerlo de la frente con la otra mano, dándole soporte a la cabeza. No le preocupa ensuciarse, ni siquiera le provoca asco, de alguna manera está acostumbrado, ha lidiado con escenarios peores con su madre. Sin embargo, algo que nunca ha podido controlar son sus emociones, temblaba de miedo cada vez que veía enferma a su mamá y esta vez no ha sido la excepción, ha tenido un nudo en la garganta desde que Lawliet comenzó a quejarse en la madrugada.

—Elle... por favor... —suplica cuando el pelinegro se sostiene de él al terminar de regurgitar.

—Ya, ya... llamaré a mi doctor —le dice con la voz demasiado carrasposa—. Pero ahora, necesito sentarme...

—¿Quieres hacer del dos?

Elle se limita a asentir con los dientes apretados mientras se lleva una mano al estómago, todo su cuerpo tiembla cuando un nuevo retorcijón ataca.

—Ok, ok, espera... —Light descarga el tanque del baño y sin perder tiempo arranca un pedazo de papel higiénico para limpiar un poco la tapa del sanitario— ¿Necesitas ayuda?

Elle toma asiento en la taza con una cara de no poder con su propia vida, no recuerda sufrir un dolor tan insoportable en toda su existencia. Sin embargo menea la cabeza y le dice que puede solo. Todavía siente un poco de vergüenza, no hace mucho Light tuvo que ayudarlo a cambiarse porque se hizo encima. Pero si le pide que lo deje solo es por el hecho de que está seguro que debe lucir miserable en este momento y no quiere que el castaño lo siga viendo así, porque aún en su agonía puede notar por el rostro de Light que él tampoco la está pasando bien.

—Entonces te espero afuera... —murmura no muy convencido, sintiendo que el nudo en la garganta solo va en aumento.

Cierra la puerta del baño y tan pronto lo hace, un leve aroma a quemado le invade las fosas nasales, obligándolo a correr rumbo a la cocina.

—Mierda, mierda, mierda... —susurra todo el trayecto, hasta que empuja la puerta de la cocina y ve una pequeña nube de humo que sale de una olla. Uno de estos días Elle lo va a terminar echando antes de que queme todo el apartamento—. Nononono.. —repite como un mantra, como si así fuera a evitar lo inevitable. Llega hasta la estufa y la apaga, con miedo pero rápidamente retira la tapa de la olla—. Uf, no se ve tan mal... creo. —Dice aliviado mientras busca una cuchara en las gavetas para remover el arroz.

Puso un poco de arroz a hervir con una pizca de sal, es lo único que se le ocurrió. Avena, leche, manzana y yogurt no son una opción cuando Elle está tan mal del estómago. El problema es que lo olvidó y el agua se consumió en su totalidad. Aún así remueve con cuidado, dándose cuenta que la parte de abajo está quemada, pero lo de encima se ve... al menos comestible.

Regresa a la habitación, encontrándose con Elle hecho un burrito en las sábanas.

—Te traje algo de comer... —deja el plato sobre la mesita de noche y al lado pone un vaso con agua—. También te traje agua, debes hidratarte.

—Light, no tengo estómago para nada... —susurra, encogiéndose más en la cama.

—No puedes estar sin comer... —toma asiento en el colchón y como acto reflejo lleva una mano a la frente del pelinegro—. Tienes temperatura... —en otra ocasión evitaría mostrarse tan preocupado para no lidiar con sentimientos que no quiere afrontar, pero no puede, a cada minuto que pasa las ganas de llorar solo crecen. No sabe qué hacer para aliviarlo. Es muy diferente a cualquier situación vivida con su madre, pero el miedo es el mismo— Elle...

—Ya llamé al doctor. —Interrumpe mientras se sienta despacio, está seguro que no es nada grave, aún así la llamada de su hermano lo terminó por convencer. Beyond ni siquiera lo llamó de nuevo, de seguro se quedó dormido, sin embargo seguir ese consejo fue lo mejor. En su padecimiento no había prestado atención a Light, pero ahora es más notorio que el castaño tampoco luce bien.

—¿En cuánto viene? —Pregunta, soltando un suspiro imperceptible, un poco aliviado a la vez que toma algo de arroz con la cuchara.

—No tardará. —Sonríe y con la intención de subirle el ánimo le pellizca una mejilla. Ya no quiere verlo así, por lo que hace su mejor esfuerzo por mantener el mismo semblante cuando un retorcijón se hace presente.

Light se acomoda en la cama sin decir nada, porque la opresión en la garganta no se lo permite, y comienza a darle de comer. Elle siente que hasta algo tan suave como ese arroz masoso le cae horrible en el estómago, ni hablar de la falta de sabor, pero sabe que el castaño tiene razón al decirle que debe comer algo.

Hay tanta ternura implicada en una acción tan simple como lo es darle de comer; Elle no sabe si Light es consciente de eso, pero él no puede ignorarlo, menos después del beso que ocurrió entre ellos ayer. A pesar de la sensación agradable no deja de sentirse algo incómodo, porque no quiere molestarlo y menos que se siga preocupando, sin embargo no puede evitar esa sensación cálida en su pecho que lo hace sentir que lo de ellos es especial. Hay también una especie de déjà vu, el cual lo remonta unos meses atrás a una habitación de hospital, donde vio por primera vez un atisbo de la dulzura que se escondía bajo una fachada de indiferencia. Ha pasado tanto tiempo y han ocurrido tantas cosas que es difícil imaginar que esa persona que conoció es el mismo Light que ahora tiene enfrente, el cual se nota que está al borde del llanto por algo que él no considera grave.

—Estaré bien... —Le asegura mientras le acaricia la mejilla.

Light asiente y se muerde los labios. Supone que un dolor de estómago no debe ser tan grave, pero saberlo no es suficiente para calmar los latidos de su corazón. De forma inconsciente una pesadilla en específico se implanta en su cabeza, es esa vez que su madre no retenía nada en el estómago hasta que de repente comenzó a vomitar sangre. La ropa de ella, la suya, las paredes, el retrete... todo tenía rastros de lo ocurrido, como si le quisieran decir que ella se estaba acabando de a poco y esas manchas eran la prueba de ello. Las imágenes grabadas en su memoria aún lo atormentan y aunque la situación no es similar, el miedo si lo es.

—Lo siento... —murmura, cubriéndose los labios al ser consciente que dejó escapar un gimoteo. Deja el plato vacío a un lado e intenta respirar para calmarse.

—Hey... ¿qué pasa? —Le habla con toda la ternura que puede y lo toma del mentón para que lo vea a los ojos.

El castaño menea la cabeza, de nuevo mordiéndose los labios para retener cualquier otro sollozo. Una parte de él le dice que está exagerando, lo sabe, entonces ¿por qué tiene tantas ganas de llorar?

—Ven aquí... —Lawliet se recuesta de nuevo, trayendo a Light consigo.

El rostro del castaño queda sobre su pecho, comienza a acariciarle el cabello mientras le dice que a la noche podrían ver una película, eso a manera de hacerle saber de que para esa hora ya estará mejor. El castaño se deja hacer por un momento, sintiendo que una pizca de tranquilidad se instala en su pecho, sin embargo reacciona y se endereza.

—Tú eres el enfermo. —Dice, como si fuera un recordatorio para sí mismo.

Se pone de pie y se pasa los puños por las mejillas antes de tomar el plato vacío, diciendo que irá a lavarlo. En la cocina, abre el grifo y así como el agua corre, un húmedo hilo le baja desde los ojos. ¿Está exagerando? Probablemente, pero se iba a terminar ahogando si no las dejaba salir. Se limpia las lágrimas y respira, siente que está comenzando a hiperventilar. Debería sentirse más tranquilo, el doctor está en camino, pero los recuerdos lo siguen acosando, y ni hablar de la sensación de impotencia que lo invade. Nunca pudo hacer nada por su madre, solo limpiar el desastre y llamar a todos los vecinos con la esperanza que alguien estuviera disponible para acompañarlo al hospital. En esos momentos de desesperación es cuando recuerda la religión que le inculcaron, y era a Dios a quien le rogaba mientras apretujaba entre sus manos el rosario de su mamá, pidiéndole que no se la llevara. Con Elle le ocurre lo mismo, no puede quitarle el dolor por más que quisiera, y de forma inconsciente ha comenzado a pedirle a ese ser superior que no se lo lleve. Su desesperación llega a tal punto que de forma involuntaria su cabeza ha comenzado a crear posibles escenarios, donde uno es más grave que el anterior.

Se dirige al refrigerador en busca de algo para masticar, se ha dado cuenta que cuando está nervioso suele comer más. Para su alivio, en ese momento el timbre resuena por toda la casa.

Abre la puerta sin poder disimular su angustia. Un hombre de baja estatura le sonríe, acentuando más sus arrugas. Se presenta levantando un maletín de cuero negro.

—Pase, pase —Light se hace un lado y guía el camino de prisa hacia la habitación.

—Hola, Elle. —Saluda el señor Ribeiro con una sonrisa que grita «esto te pasa por no hacerme caso».

—Leandro... —Gruñe, sacando la cabeza de las cobijas. Hace mucho se refería a él solo como doctor Ribeiro o señor Ribeiro, pero luego de tantos regaños prefirió dejar los formalismos de lado.

—Me llamaste por un dolor de estómago —coloca el maletín sobre la mesita de noche y lo abre—. Ayer comiste tostadas con mermelada al desayuno, lasaña en el almuerzo —comienza a repetir lo que el pelinegro le dijo por teléfono para asegurarse de no perder ningún detalle—... ¿y muchos dulces? —Concluye, viéndolo de reojo.

—Intoxicación. —Él tiene claro el diagnóstico, solo es de esperar que su cuerpo deseche lo que sea que le haya caído mal, si lo llamó fue solo para dejar tranquilo a cierto castaño que se ha quedado parado al pie de la cama con un semblante inquieto—. Algo que comí me hizo daño. —Se retira las sábanas y se sienta con cuidado cuando su médico se lo requiere.

—Creo que tú y yo sabemos qué es lo que te hizo daño. —Opina con una sonrisa ladina, luego le pide que abra la boca y comienza la revisión con un depresor lingual; una persona con vómito y diarrea puede deshidratarse fácilmente si no tiene cuidado.

Lawliet siempre ha sido alguien pendiente de su salud, limpiezas dentales, exámenes de sangre, orina y todo con tal de resguardar su bienestar. Trata de ser lo más saludable que puede, pero es demasiado difícil cuando le dicen que debe reducir el azúcar.

—Recuéstate y levántate la camisa.

Elle se descubre el estómago, evitando hacer contacto visual porque predice un regaño. Leandro hunde los dedos en ciertas zonas del abdomen, preguntándole si la presión le resulta molesta. A decir verdad, el dolor no es como el de hace unas horas, ha disminuido aunque tampoco ha desaparecido. Es por eso que no quería llamar a su doctor.

El señor Ribeiro tampoco considera que sea algo demasiado grave, sino le hubiera sugerido visitar una unidad de salud de inmediato, aún así continúa con la revisión. Da ciertos golpecitos mientras le pregunta la textura y color de las heces.

—¿Cuántas veces has vomitado?

—¡Dos! —Se adelanta a responder Light, dando un paso hacia adelante como acto reflejo.

El médico voltea a verlo y asiente con una sonrisa, agradeciéndole la información.

—Bien, parece ser que se trata de una intoxicación —dictamina a la vez que baja la camisa de Elle—. Los excesos siempre son malos, además en esas ferias todo lo frito lo preparan con aceite viejo y al aire libre, algo puede haber estado contaminado.

Lawliet forma un puchero, entiende que comió algo que le hizo daño, pero también puede descifrar el mensaje que va entre esas palabras.

—Yo sé que no te gusta que te lo diga —dice Leandro tras soltar una risita, como si hubiera leído todo lo que engloba ese puchero—, pero debes reducir tu ingesta de azúcar. Solo debes consumirla de manera moderada —cierra el maletín, luego de haber guardado sus cosas—. Eres joven, Elle. Piensa que si no cambias tus hábitos, en unos años no podrás ni probarla.

—Gracias por la visita. —Es lo único que dice mientras se vuelve a echar las cobijas encima. Le echa menos azúcar a su café, compra menos postres, a su manera está intentando reducirla. Sin embargo cuando lo llamó le explicó que tal vez se excedió un poquitín, pero solo fue porque era la celebración de su cumpleaños, ¿es tan difícil de entender?

Leandro se inclina hacia adelante y coloca dos papeles sobre la mesita de noche, escribe en uno de ellos las recomendaciones y los horarios de lo que debe tomar. Aunque no sea grave, considera necesario recetar algunos fármacos para aliviar los malestares. Trajo con él algunas medicinas, no se decidió solo por una al pasar por su consultorio, pero ahora que tiene un panorama más amplio de la situación ya tiene en mente qué tratamiento sería el ideal, así que escribe el precio de las pastillas junto al precio de la visita en el otro papel.

—Te llamaré en la tarde para ver cómo sigues —se endereza y guarda su bolígrafo en el bolsillo frontal de la camisa—, esperaría que durante el día te vayas sintiendo mejor, pero si empeoras llámame, ¿está bien?

Elle asiente apretando la mandíbula al mismo tiempo que se encoge en el colchón y se sostiene el estómago, intentando soportar un nuevo retorcijón.

El médico toma su maletín y da media vuelta, dirigiéndose a Light.

—Es importante que se mantenga hidratado —dice, viendo al compungido castaño—. El agua está bien, pero en este caso recomendaría que le compraras suero. En las tiendas, farmacias o supermercados venden unos con sabores, hay de fresa, kiwi... alguno de seguro puede gustarle al niño.

—¡No soy niño! —Gruñe un burrito de cobijas del cual se asoma una mata de cabellos azabaches.

El médico ríe, su comentario fue con el fin de aliviar la pesadumbre de ese muchacho, sin embargo el castaño sigue con el mismo semblante pálido.

—También es importante que descanse. —Continúa tras carraspear la garganta, luego le extiende ambos papeles al castaño. Ha sido el médico de Elle por años, por lo que no piensa cobrarle en este momento que está en cama, pero es necesario que le deje una copia de la factura.

Light toma los papeles, no obstante siente como su mano derecha pierde fuerza de la nada, haciendo que las hojas dancen por el aire hasta llegar al suelo.

—Lo-Lo siento.

Leandro se agacha para recogerlos en un acto reflejo y Light también lo hace tras sus disculpas. Sin embargo, el movimiento brusco provoca que la visión se le nuble, obligándolo a quedarse de cuclillas por unos segundos.

—¿Estás bien? —El señor Ribeiro le extiende una mano para ayudarlo a levantarse.

Light hace un esfuerzo sobrehumano para ponerse de pie y sonreír como si no hubiera pasado nada. Quiere creer que es debido al cansancio y no por algo más como ha ocurrido anteriormente. No es momento para que él se ponga mal.

—Gracias. —Dice cuando el médico le vuelve a entregar los papeles, tomándolos esta vez con la mano izquierda.

—Elle no es el único que necesita descansar. —Añade con una sonrisa.

Light lo acompaña a la salida y luego revisa la receta. Se talla el ojo izquierdo mientras bosteza por el cansancio, dándose cuenta que apenas y puede leer algo. Parpadea, creyendo que se debe a las típicas lágrimas que se acumulan tras un bostezo, pero el resultado es el mismo. Tiene la sensación que cada vez ve menos con su ojo derecho, pero se rehúsa a usar sus anteojos con esa espantosa graduación en el lente derecho que lo hacen lucir extraño. Además, está comenzando a pensar que aunque los use, en algún momento no servirán de nada.

oOo


Mello desliza el dedo sobre el scroll del mouse, descendiendo por la página web que visita. Se estira en la silla para desentumecerse, lleva más de dos horas sentado frente a esa pantalla y la luz ya comienza a molestarle la retina, por lo que parpadea repetidas veces para deshacerse del escozor.

Podría estar echado en el sofá, viendo alguna de esas películas viejas que pasan los domingos mientras engulle chocolates, o también podría estar en la habitación con Beyond y Matt, haciendo lo que sea que estén haciendo. Si no estuviera tan concentrado ya hubiera comenzado a sospechar de esos dos, llevan un buen rato encerrados y ninguno ha salido aunque sea por agua.

Chasquea la lengua cuando lo que lee en la pantalla no es de su agrado, cierra la pestaña y escoge otro de los resultados que arrojó la búsqueda. La página web termina de cargar y lo primero que hace es buscar el precio de la inscripción y las mensualidades, luego se entretiene viendo fotos del campus. El próximo mes será su cumpleaños, luego navidad y como si nada llegará el treinta y uno de diciembre... de nuevo. Las inscripciones a las universidades estarán abiertas otra vez y se niega a pasar otro año sin estudiar.

El problema es que todas las universidades están mínimo a treinta minutos, y aunque eligiera llevar las clases en línea, no se imagina en qué momento podrá estudiar con el trabajo que tiene. Ha acomodado horarios y movido días en su cabeza, pero no logra ajustarlo a sus posibles clases, y no quiere ceder a la idea de llevar pocas materias, quisiera graduarse antes que le salgan canas.

Lo único que se le ocurre es optar por trabajar medio tiempo, de hecho el viernes habló al respecto con el señor Karlsson, el vejete le dijo que le llevara toda la documentación para realizar los ajustes necesarios. Cualquiera creería que es un hombre considerado, y quizá si alguno de sus otros compañeros hicieran dicha solicitud, a lo mejor los ayudaría. Pero ellos dos saben que con él no será así. El único motivo por el que no lo despide es porque es un buen empleado,sin embargo no se pueden ver ni en pintura desde lo ocurrido con Near.

Nate... pensar en el enano lo hace llevarse la mano al pecho, sujetando el collar que ha comenzado a usar desde hace unos días, ese con el dije del corazón a la mitad y una N en él. Ha comenzado a usarlo por decisión propia y no porque algo haya cambiado entre ellos. Solo son amigos que se envían un par de mensajes de texto durante el día y que en contadas ocasiones coinciden para una videollamada.

Los últimos meses sin él han sido difíciles, bien dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Aún no se acostumbra a su ausencia en la casa, tampoco soporta los recuerdos, debe lidiar con ellos a diario. En ocasiones recuerda cosas que pueden parecer insignificantes, como que Near era el único que le preguntaba a diario si había dormido bien, si algo le dolía, cómo había estado su día; también se preocupaba por guardarle comida, por ejemplo si cocinaba y él no estaba, Near siempre le apartaba un poco antes de que las termitas con las que viven lo devoraran todo. Detalles que enternecerían a cualquiera, pero a los que nunca les dio el valor que tenían. Otros días vienen a su mente gritos y discusiones, hay una en específico que quisiera poder borrar. Fue hace un par de años, no recuerda cómo empezó, solo que había un tercero involucrado; nunca había escuchado a Near gritar a tal punto que se le saltaran todas las venas del cuello. Le reclamó por ser un desordenado y por no haber pasado por la panadería como le había encargado, cosas que no ameritaban el nivel de enojo que se reflejaba en ese rostro. Él sabía el motivo de la molestia, pero en ese momento no quiso aceptarlo porque eso sería como reconocer algo que siempre negó para no arruinar lo que tenían: Near estaba celoso. Tal vez las cosas no hubieran escalado más si él fuese alguien sereno, sin embargo no es el caso. Harto del griterío, gritó más fuerte, hasta que en un impulso lo empujó, haciéndolo chocar contra la pared, recibiendo a cambio un puñetazo, un golpe que jamás hubiera esperado por parte de Near. Inmediatamente Matt se interpuso entre ellos, un acto innecesario ya que él no hubiera sido capaz de responder cuando se encontraba anonadado. En esa ocasión hasta Elle tuvo que llegar para hacer de padre y reprenderlos, cruzaron una línea que no debían. Ahora que lo piensa, quizá ese día se rompió algo entre ellos, porque desde entonces los altibajos fueron más frecuentes. A lo mejor la relación entre ellos comenzó a deteriorarse porque vivían en el mundo real y no dentro de la burbuja de ingenuidad que los rodeaba en sus años en el orfanato.

El problema es que hace semanas se convenció de que quiere a Near a su lado, todavía encuentra difícil la palabra amor y todo lo que conlleva, pero se ha dado cuenta que puede imaginarse lo que le resta de vida al lado Near siendo felices, quizá siempre fue así y no lo quiso ver. Es por eso que ha dado pequeños pasos, sin forzar nada porque no quiere jugar con él de nuevo, se lo ha prometido a sí mismo, y como símbolo de esa promesa decidió comenzar a usar el collar que el enano le regaló.

Sin embargo, cuando ve hacia atrás sus ánimos decaen. Si los papeles hubieran sido al revés, duda mucho que pudiera comenzar de nuevo con alguien que le hizo tanto daño. Y si bien Near es una persona bondadosa e indulgente nadie le asegura que pueda perdonarlo por todo el mal que le hizo e intentarlo otra vez... o mejor dicho empezar finalmente una verdadera relación.

oOo


Beyond se muerde la punta de la lengua, como usualmente ocurre cuando está concentrado. Acostado panza abajo y balanceando las piernas en el aire, usa los codos como apoyo mientras en sus manos sostiene el control remoto de la play. Frunce el ceño cuando su personaje recibe un golpe, sus dedos se mueven presionando varias teclas para formar una combinación y contraatacar.

—¿¡Cómo mierda hiciste eso!? —Vocifera el pelinegro cuando su ataque es esquivado fácilmente.

—¿Se te olvida con quién estás jugando? —Matt sonríe de lado y luego extiende un brazo para tomar un puñado de las palomitas que han dejado en medio de ambos, esto sin dejar de manipular el control con la otra mano. Los videojuegos de lucha no representan una dificultad para él, tampoco son sus favoritos, pero siempre es divertido vencer a Beyond.

—Eres un cerdo... —Frunce el ceño mientras sacude el edredón, tirando las migajas de palomitas fuera de la cama, después de todo es él quien duerme ahí.

Si Near estuviera, ya los hubiera regañado a los dos por el miguero, diciéndoles que eso atrae insectos. Tampoco estaría de acuerdo con que hayan llevado la tele a la habitación que está usando Beyond, porque es la única televisión en todo el apartamento. El día que ese enano regrese deberán dejar todo en su sitio y hacer una limpieza profunda si no quieren ser reprendidos. Así que más le vale a Near avisar antes que su culito blanco vuelva a casa.

—Ya me aburrí de esto. —Beyond forma un mohín con los labios y deja caer el control antes de usar ambas manos como soporte para su mentón. No es divertido perder diez veces seguidas.

—Estamos jugando solo a las cosas que a ti te gustan y ¿aun así te aburres? —Se acomoda en la cama dando media vuelta hasta quedar boca arriba. Se están quedando sin opciones de juego.

—Bueno, juguemos algo que a ti te guste. —Pone los ojos en blanco y suelta un bufido, luego hunde el rostro en sus manos. Se siente cansado, aún no se recupera de haber madrugado ayer.

Matt voltea hacia su amigo, sonriendo de lado. Beyond sigue en la misma posición, panza abajo y con las manos cubriéndose el rostro, por lo que no se percata de ese gesto. Es entonces cuando a Matt se le ocurre la idea de aprovechar el momento, en un rápido movimiento se trepa sobre el pelinegro, quedando encima de su espalda baja como si fuera un caballo.

—Podríamos poner en práctica lo que acordamos ayer. —Le susurra al oído tras inclinarse hacia adelante, acompañando sus palabras con un sugerente movimiento de cadera.

Beyond se remueve al instante, es una reacción que el pelirrojo esperaba. Sin embargo, no tomó en cuenta la fuerza de su amigo, por lo que en un abrir y cerrar de ojos termina cayendo sobre su trasero en el suelo, soltando un «¡auch!»

—¡Aleja esa cosa de mi culo! —Beyond también salta fuera de la cama en un acto reflejo, manteniendo distancia del otro.

—Ya te echaste para atrás, ¿no? —Se pone de pie con una mueca de dolor mientras se masajea la parte baja de la espalda.

El pelinegro se muerde los labios nervioso y traga saliva. Responder no es tan fácil cuando se tiene dos cabezas pensando tan diferente. Por una parte su cabeza de arriba le grita que es una locura, mientras la que tiene entre las piernas le dice que solo es sexo.

—No. —Responde sacando valor de quién sabe dónde—. Pero recuerda que no he tenido mucha experiencia con hombres, diría que es nula, pero me mencionarías tipos que ni siquiera recuerdo.

—Tú solo te tienes que abrir de piernas —en un movimiento fugaz, lo toma de la muñeca y lo jala hacia él—, yo me ocupo del resto. — Concluye con un tono coqueto y muy cerca del rostro del pelinegro, queriendo ver el efecto de sus palabras.

Recibe a cambio la reacción que esperaba: un sonrojo. Sin embargo, a dicha reacción se le suma una sonora carcajada.

—Estás mal si crees que me la vas a meter. —Se cruza de brazos, reafirmando su postura.

—No voy a dejar que un inexperto me joda el culo —pone los ojos en blanco y se echa el cabello hacia atrás—. ¿Has escuchado del placer provocado por el dolor? Se refieren a otro tipo de dolor, no al de un imbécil que no sabe lo que hace.

Beyond forma un mohín con los labios, luciendo bastante infantil. A pesar de que Matt tiene razón al llamarlo inexperto, lo hace sentir como uno de esos personajes de mangas BL que el pelirrojo leía en el orfanato a escondidas, según él era la mejor fuente para aprender sobre sexo. Ahora se da cuenta que siempre tuvo de amigo a uno bastante pervertido. En esas historietas el llamado "uke" siempre era un asustadizo virginal.

—Pues de los dos, tú te ves más pasivo. —Dice volteando hacia otro lado y levantando el mentón. No es su mejor argumento, pero es lo único que se le ocurrió para defender su postura.

—¿Basado en qué? —Enarca una ceja y él también se cruza de brazos, dando un paso hacia el frente.

—En que tengo más fuerza que tú. —No va a mostrarse intimidado, así que no retrocede.

—Eso es un estereotipo, no tiene nada que ver. ¿O ya se te olvidó la chica que te dejó la cara como un colador?

Las mejillas de Beyond se tornan de un rojizo parecido al cabello de Matt. Infla los mofletes, indignado mientras piensa en una respuesta eficaz.

—¡Yo la tengo más grande! —No es lo que esperaba responder, de hecho le recrimina a su cerebro por esa selección de palabras.

Sin embargo Matt asiente despacio, como si estuviera aún pensando al respecto. No piensa llevarle la contraria cuando tiene razón, se las midieron hace un tiempo.

—¿Muy orgulloso del tamaño? —Le guiña un ojo, acortando aún más la distancia—. Pero si no sabes usarla no me sirve de mucho.

—¡No voy a dejar que me la metas! —Vocifera, dando media vuelta— ¡No lo harás!

—Ok, ok, ya... —lo toma del brazo, impidiéndole irse— ¿Por qué no solucionamos esto como personas civilizadas?

—¿Cómo?

—¡Lanzando una moneda al aire!

Beyond pone los ojos en blanco y otra vez da media vuelta, pero Matt lo intercepta antes de llegar a la puerta.

—¡Hey! ¿A dónde vas?

—No voy a ser el pasivo, Mail. —Responde mucho más sereno, queriendo dar por finalizada la conversación.

—Dejemos que la moneda decida —le acaricia los brazos, intentando animarlo—. Mira, si te toca serlo, yo me voy a asegurar de que te sientas cómodo, y si en algún momento ya no quieres seguir, me voy a detener. —Le sujeta el mentón con demasiada delicadeza y sella su promesa con una sonrisa galante, que luego acompaña con un beso en la mejilla.

El pelinegro se queda inerte, tanto por el beso como por esas palabras. A este punto le queda claro que existe una tensión sexual bastante palpable entre ellos, la cual podría solo seguir aumentando. Sin embargo, se pregunta si vale la pena que le rompan el culo solo para saciar su curiosidad por saber cómo sería hacerlo con Matt. No le llama para nada la atención, una vez comió un ramen coreano demasiado picante que lo hizo sufrir al momento de evacuar, no se quiere imaginar el dolor que debe ser una verga atravesandote el culo. Aunque... ¿y si le gusta? Si realmente fuera tan doloroso como piensa, no habría tantos gays, ¿verdad?

—Está bien. —Responde sin hacer contacto visual y resoplando, dando a entender que sigue en contra de la idea de ser él quien dé las nalgas—. ¡Y evita hablarme como a una de tus conquistas! —Le advierte, limpiándose la mejilla al recordar el beso.

Matt asiente al instante, le importa poco o nada lo que Beyond acaba de decir, está más concentrado en buscar alguna moneda en los bolsillos de su pantalón.

—Si sale cara soy el activo y si sale cruz tú eres el pasivo, ¿de acuerdo?

Beyond se encoge de hombros y voltea hacia otro lado, como si no le importara, pero se muerde el labio y mira de reojo cuando el pelirrojo lanza la moneda al aire.

—¡Cruz! —Exclama con una enorme sonrisa mientras muestra la moneda en la palma de su mano.

Los ojos de Beyond se abren de par en par, sin dar crédito a lo que ve. En segundos su cerebro reproduce cientos de imágenes de él en diferentes posiciones, con las mejillas sonrojadas como esos estúpidos mangas que el estúpido de su amigo solía leer. Intenta refutar en vano, su boca solo reproduce balbuceos. Sin embargo, dos de sus neuronas parecen conectar de repente, haciéndolo repasar las palabras del pelirrojo.

—¡Hiciste trampa! –Lo acusa señalándolo con el dedo.

—¡Claro que no! ¡Tú estuviste de acuerdo!

Esta vez Matt no reacciona a tiempo y en un súbito movimiento Beyond sale de la habitación.

—¡No huyas, cobarde! —Lo alcanza al instante y se aferra a él como si fuera una garrapata para intentar detenerlo, sin mucho éxito.

Que sea capaz de arrastrar a Matt no significa que no sea difícil y mucho menos que no sea una molestia. Así que decide pedir ayuda.

—¡Mello! ¡Mello! —Grita con todas sus fuerzas, como si el apartamento no fuera pequeño. Preferiría a Near, él sí que sería de ayuda, pero no tiene otra opción.

El aludido chasquea la lengua y se pasa la mano por la cara. Hubiera querido que esos gritos se dirigieran para alguna otra habitación y no para la sala cuando está tan ocupado. Voltea hacia el pasillo, viendo una mata de cabello azabache aparecer por el umbral, trayendo a rastras al pecoso de Mail.

—¡Mello! ¡Matt me está molestando!

—¡No es cierto! ¡Beyond no cumple sus promesas!

El griterío se intensifica, Mello ni siquiera entiende lo que dicen, no sabe por qué discuten y tampoco le interesa. Pero están alterando su paz y eso es grave. Suelta el mouse y toma el vaso con agua que trajo de la cocina unos minutos atrás. Se pone de pie y sin pensar o cuestionar si lo que está a punto de hacer es correcto, arroja el contenido del mismo sobre ellos, él solo quiere parar los gritos.

Matt y Beyond sueltan un jadeo al sentir el rostro empapado, por acto reflejo se limpian de inmediato con las manos o con la manga de la camisa.

—¿¡Por qué hiciste eso!? —Reprocha el pelinegro, terminando de secarse.

—Ahora sí, ¿qué les pasa? —Mello regresa con cara de fastidio a la silla del escritorio.

—¡Sí! —Exclama Mail cuando una idea atraviesa su cabeza— ¡Digámosle a Mello y que nos diga qué piensa!

Beyond se tensa cuando recuerda el motivo por el cual discutían.

—¿Decirme qué? —Enarca una ceja, sin poder evitar notar que el pelinegro está más pálido.

—¿Se lo dices tú o se lo digo yo? —Matt le da un golpecito en el brazo, animándolo a hablar. Él no tiene problema en hacerlo, pero preferiría que lo haga su amigo.

—Yo... —carraspea la garganta y se yergue, queriendo aparentar que no le afecta. De hecho no debería afectarle—. Solo es un caso hipotético, ok? —El que lo haya hablado con Matt no significa que quiera o que esté listo para que los demás lo sepan—. Imagina que... este tipo y yo pues... ya sabes... cogiéramos... —susurra lo último, como si las paredes no debieran escuchar.

—Uhh, ¡chisme del bueno! —interrumpe, cambiando su molesto semblante por una sonrisa—. Dame un minuto. —Se pone de pie y va a la cocina, de donde vuelve al poco tiempo con una barra de chocolate—. Ok, continúa. —Toma asiento y abre el envoltorio, dándole un buen mordisco a la tableta de cacao—. Y solo para que lo sepan, escuché sus gritos, es solo que con lo raros que son pensé que hablaban de otra cosa. La próxima vez confiaré más en mí instinto.

—¿Escuchaste todo? —Siente las mejillas mucho más calientes, ¡qué vergüenza!

—El apartamento es pequeño, Beyond, y ustedes estaban gritando, ¿qué esperabas? Pero anda, sigue, sigue.

—Bueno, solo que recuerda que es un caso hipotético, ¿está bien? —Mello asiente y agita una mano de arriba a abajo, como pidiéndole que no se detenga—. Te decía... ya sabes... si Mail y yo... bueno, cuando la gente está caliente... —se rasca la nuca, viendo hacia el suelo, ¿qué es lo que debería decir exactamente?

—Si ojitos falsos y yo tuviéramos sexo, ¿quién debería ser el que muerde la almohada? —Interviene Matt tras convencerse que su amigo no sería capaz de decir algo.

—Esperen, esperen... ¿todavía no han cogido? —Pregunta con notable confusión.

—¡No! ¿Cómo crees? —Beyond suelta una risilla para aligerar el ambiente—. Te dije que todo era una suposición. ¿Quién creería que entre este fosforito y yo podría pasar algo?

—¡Qué estafa! —Refunfuña Mello, envolviendo de nuevo su chocolate. De haberlo sabido hubiera escogido cualquier otro, no uno de los que guarda para ocasiones especiales—. Pero bueno, ¿su pleito es solo porque no saben quién pondría el culo?

—Hipotéticamente, sí. —Responde el pelinegro.

—Creo que se disfruta más cuando no estás pensando en los roles. —Cruza una pierna y se encoge de hombros. Matt y él son versátiles, por lo que nunca se han preocupado por eso, de hecho le sorprende que Mail esté preguntando algo así.

—Ya, pero tienes que tomar en cuenta que Beyond ha estado mayormente con mujeres —Matt se lleva las manos a la cintura al brindar ese pequeño detalle—. ¿Alguna vez has estado con alguien que no la sabe meter?

Mihael arruga la nariz cuando un par de encuentros se hacen presentes en su cabeza.

—Iugh, un desastre. Bueno... que Beyond haya estado con mujeres no significa que no se las haya podido coger por detrás, ¿no?

El pelinegro se tensa de nuevo al sentir cuatro ojos encima de él, por lo que tímidamente menea la cabeza.

—Solo por adelante...

—¿Ves? Si el culito pálido de Beyond se va a pasar al lado del arcoíris...

—¡Hipotéticamente! —Interrumpe el pelinegro, levantando el índice.

—Sí, ajá, hipotéticamente. —Continúa Matt, sin voltear a verlo— ¿No crees que lo lógico sería que la meta el que tiene experiencia?

Mihael se toma el mentón, como si la situación realmente ameritara ser analizada a profundidad.

—Ummm a ver, Matt... tú tienes un buen culo —es algo que puede afirmar debido a todos los encuentros que tuvieron—, también sé que sabes usar la verga... —carraspea la garganta, cuando lo pensó no sonaba tan mal en su mente, pero tras decirlo se sintió incómodo porque recordó a Near— ¡En cambio Beyond! —Continúa, intentando restarle importancia a lo que dijo—. Se le nota que no tiene mucho atrás, por lo que no sería una vista bonita... así que en el hipotético caso que algo ocurriera entre ustedes, lo cual es imposible ya que nadie cree que vayan a terminar enredados en cualquier momento —Matt pone los ojos en blanco ante el sarcasmo, pero no interrumpe—... Yo opino que Beyond debería ser el activo.

Yes! —El pelinegro empuña las manos en son de celebración y su rostro se ilumina al fin— ¡Te lo dije! ¡Te lo dije!

Matt chasquea la lengua, fingiendo que le molesta. De cierto modo le preocupa que Beyond lo lastime por la falta de experiencia, pero con tal de coger no le importa el rol que sea. Solo quería que lo hablaran para que la charla de ayer en la rueda de la fortuna no quedara en el olvido.

El menor de los Lawliet sigue celebrando, mofándose en la cara del pelirrojo. No obstante, se detiene de pronto.

—¡Hey!

—No, no —interrumpe Mello, apuntándolo con un dedo, sin apartar la mirada de la computadora—. Aquí no hay nada más que hablar, vayan a joder a otro lado.

—¡Me dijiste desculado!

—No, no lo hizo —Matt rodea a su amigo por los hombros y trata de llevarlo con él mientras intenta no reírse. Beyond es fácil de engañar, pero hoy ha andado más distraído de lo normal, le contó que ha dormido mal así que supone debe ser eso.

—Sí, sí lo hizo. ¡Yo lo escuché! —Se revuelve para zafarse y así volver para reclamarle al rubio.

—Tal vez si lo dijo, pero recuerda... —se sitúa frente al otro y junta sus frentes, quedando demasiado cerca—. Fue hipotéticamente.

Beyond pone los ojos en blanco y lo aparta, dirigiéndose luego a su recámara. Matt ríe y se deja caer en el sofá, podría seguirlo, pero por hoy ha sido suficiente. Debe pensar cómo harán. Es cierto que Beyond parece haber aceptado, sin embargo nunca pueden hablar al respecto con la seriedad que amerita. Supone que sus bromas no ayudan, aunque lo hace solo para sacarlo de su zona de confort, para que se familiarice con la idea y deje de verlo como algo extraño cuando no lo es. Desea acostarse con Beyond, se le pone dura de solo pensarlo, pero no quisiera terminar envuelto en las sábanas con un hombre que va de hetero frente a los demás mientras le gusta pasar el rato con alguien de su mismo sexo a escondidas. De esos ya tuvo un par y de todos se ha deshecho.

oOo


Light abre el grifo y cierra los ojos cuando el agua de la regadera se desliza por su rostro. Da media vuelta, permitiendo que el agua tibia golpee sus hombros, dándole la sensación de un masaje relajante.

Ha sido un día agotador pese a que Elle comenzó a sentirse mejor un poco después del mediodía. No sabe si las pastillas que recetó el doctor junto al suero fueron efectivas o si acaso solo exageró. Puede razonar al respecto ahora que una capa de espuma blanca le cubre el cuerpo. Se pasó toda la madrugada al pendiente, no es como si su presencia haya sido de mucha ayuda, no puedes transferir el dolor de otra persona a ti, por más que quieras, no es posible. Por lo que se dedicó a ayudarlo a ponerse de pie, llevarlo al baño, quedarse ahí con él si era necesario, buscar en internet qué podía comer y qué debía evitar; no es bueno cocinando así que opto por cosas sencillas, procuró que siempre tuviera agua a mano, puso una alarma en su celular para no olvidar darle las pastillas y le estuvo midiendo la temperatura cada tanto. Todo esto lo hizo como si estuviera en modo automático, su cabeza solo pensaba en qué hacer después para aliviarlo.

Independientemente de si exageró o no al creer que Lawliet podría morir, no cambia el hecho de que se preocupó por el pelinegro como nunca creyó que lo haría. Junto a esa revelación viene el recuerdo del beso íntimo que compartieron en la rueda de la fortuna, ese que careció de connotaciones sexuales, lleno de ternura y calidez. Pese a que ayer le costó conciliar el sueño debido a ese suceso, hoy no ha tenido tiempo para pensar en ello. No obstante, recordarlo ahora le acelera el corazón de tal forma que podría asegurar que sus latidos resuenan por toda la habitación.

Cierra el grifo y el agua junto a la espuma se arremolinan en el desagüe. Observa esa forma curiosa de remolino que se crea y aparta la mirada hasta que el agua desaparece por completo. Es eso: un remolino, esa sería la mejor manera de describir a la extraña sensación que le invade el pecho, esa que está arrasando con todo a su paso, llevándose también su cordura.

Se rodea la cintura con una toalla y sale de la mampara. Observa su reflejo en el espejo y se acomoda el cabello húmedo, retirándose algunos mechones de la frente. No tiene nada más qué hacer en el baño, pero se niega a salir, no es como si fuera a salir desnudo, aunque solo de pensar que Elle lo vea así lo hace respirar nervioso. El dilema del castaño reside en el beso que se dieron, ese recuerdo hace que las mejillas se le tiñan como un tomate. Aparecer semidesnudo luego de ese beso lo tiene al borde del colapso.

—¿Qué te pasa, Light... ? —Contempla su reflejo y menea la cabeza, sin dejar de sonreír.

Le parece cómico que un beso lo descoloque tanto, él no es ningún inexperto, y mucho menos virgen para estar tan inquieto por algo así. Se muerde los labios y al instante se cubre el rostro con las manos, como si no quisiera que su reflejo lo viera. Si lo piensa con calma, hay muchas sensaciones que son similares a cuando estuvo enamorado de Lucas, sin embargo hay más diferencias que similitudes.

Cree que la mayor diferencia reside en la edad. Tal vez para muchos siga siendo un crío, pero eso es porque no lo conocieron antes que la vida lo obligará a forjar un carácter si quería sobrevivir. Cuando conoció a Lucas no llevaba mucho tiempo recurriendo a la prostitucion, en ese entonces creyó que sería dinero fácil y se atrevió a soñar con una vida que aún tres años después no existe. A su novio nunca le molestó que se acostara con otros, de hecho muchas veces le pidió que usara su apartamento y le permitiera ver, algo que le pareció extraño al principio, no obstante le creyó cuando le dijo que lo hacía para cuidarlo para estar ahí si alguien intentaba lastimarlo, pero no lo hizo, nunca lo cuido. En ese entonces aún no dominaba sus emociones ni su cuerpo, se ponía nervioso ocasionando que muchos encuentros fueran un suplicio, y la excusa de Lucas siempre era que no se percataba que la estaba pasando mal, que creía que todo era parte del espectáculo. Aún así encontró refugio en esos brazos, el calor que no tenía en casa. Eran tiempos difíciles, no se acostumbraba a los novios de turno de su madre, ni a las discusiones constantes. Sentía que no pertenecía a ningún lugar, menos a esa casa que nunca fue un hogar para él, solo estaba a gusto y seguro con Lucas. Quizá la rebeldía de la adolescencia lo hizo soñar con dejar todo y escapar lejos con el que creía era el amor de su vida. Unas cuantas palabras bonitas, una dulce caricia y un sinfín de promesas vacías lo hicieron volar alto.

La sensación de caminar entre nubes la ha experimentado antes, pero esta vez no es gracias a promesas falsas.

Lucas no ha sido el único que lo ha ilusionado con promesas rotas. Quizá por eso son tan importantes para él... o lo eran. Siempre prestó atención a cada cosa que le prometieron, aferrándose a ellas aunque sabía que nunca cumplirían, tal vez lo hacía para decepcionarse cada vez un poco más, esperando acostumbrarse al dolor de las desilusiones que le esperaban.

Estaba tan enfrascado en formar una coraza utilizando el dolor como armadura, que nunca consideró que alguien llegaría y se colaría entre sus defensas sin necesidad de promesas falsas. Elle nunca le ha prometido algo, y aún así ha hecho más que esas personas que deberían haberlo cuidado.

No puede pensar con calma cuando su mente es un revoltijo, pero a pesar de todo ese caos es capaz de discernir que tan solo con su presencia Lawliet le transmite paz y estabilidad. Con su ex, o lo que sea que fueron, las "citas" siempre llevaban sexo, en cambio con Elle... ¿hace cuanto no lo hacen? Solía pensar que el sexo con la persona que amas era la máxima prueba de amor, ahora comienza a pensar diferente.

Hubo unos meses que se mantuvo en contacto con Lawliet a escondidas, no porque creyera que estaba mal, sino porque quería evitar problemas. Durante ese tiempo comenzó a notar que muchas sensaciones eran distintas a las que había experimentado antes. No era necesario estar sin ropa para que le temblaran las piernas; aún recuerda los nervios que sintió esa vez que decidió regalarle el amigurumi en forma de panda, lo ilusionaba pensar en donde lo colgaría. En ese momento, supo sin lugar a dudas que Elle le gustaba, aunque no hubiese querido aceptarlo, las revoltosas mariposas que lo invadían cada que vez que lo veía se lo confirmaron. Sin embargo, ahora... ¿sigue siendo solo gustar? Dicen que puede gustarte más de una persona, pero él solo piensa en Elle.

Se muerde los labios, es un poco complicado admitir que se está enamorando o en realidad lo difícil es aceptar que ya está enamorado. Es una lucha entre sus emociones y la razón, luego de varios segundos de ensimismamiento se enfoca de nuevo en el espejo, como si su reflejo le fuera a contestar todas las inquietudes. ¿Esta bien si se permite seguir? Es decir... no hay problema si se enamora, ¿verdad?, ¿por qué lo habría? No está haciendo nada malo, ¿cómo puede ser malo sentirse bien? Está seguro que si su mamá le pidió que ya no lo viera es porque ella lo quiere mucho y no le gustaría que alguien lo lastime. Pero ella no conoce a Elle, nunca lo ha tratado mucho, porque si lo hubiera hecho se daría cuenta que es una buena persona. Entonces... ¿está bien si se deja llevar? Él se siente feliz con Lawliet, eso significa que su mamá también lo sería, ¿no? Porque todas las mamás son felices si sus hijos también lo son.

Envalentonado por todas las ideas que le llenan la cabeza; esas que en en un momento de sensatez tal vez no lo acosarían, da media vuelta y camina hasta la puerta. Debe exhalar al poner la mano en la perilla, liberándose un poco de la tensión que lo ahoga, luego abre. Traga saliva debido a la presión que le genera ver a Elle sentado en la cama.

—Pusiste temprano el aire... —Tan pronto pone un pie fuera de la habitación, se le eriza toda la piel. Puede que no esté muy frío, Lawliet es bastante considerado al respecto, pero acaba de ducharse, tiene solo una toalla y de por sí él y el frío no son amigos.

Lawliet se limita a asentir, sin apartar la mirada de su MacBook, está acostumbrado a la presencia de Light, además está concentrado, así que no voltea, de haberlo hecho habría notado que lo mira de una manera diferente a la usual. Light no puede evitar sentirse un poco soso, él casi colapsa en el baño a causa de ese hombre ¿y éste no voltea ni a verlo? Sin embargo, se detiene a observarlo. Sus ojos recorren ese bonito perfil, la nariz respingada y los labios delgados; le fascina como se ve cuando está concentrado, con esos anteojos que solo utiliza para leer; aprecia también ese cuello largo y, el perfecto contraste que hace su pálida piel con el negro de su cabello. ¿Ver a ese hombre cada día más guapo es sinónimo de que se está dirigiendo directo a un camino sin retorno?

Pese a que esa posibilidad debería asustarlo, parece inmune a ello en este momento. Como si se encontrara bajo algún tipo de hechizo, avanza hasta llegar a la cama.

Elle sigue en lo suyo, pero ahora que Light está más cerca, lo capta por su visión periférica. No le molestaría si no fuera porque logra notar que el castaño solo está ahí, a su lado, hincado de tal forma que sus glúteos quedan sobre los talones.

—Deberías ponerte algo—. Voltea hacia él y no puede evitar que su mirada se desvíe a ese pecho desnudo. Se relame los labios disimuladamente, recordando el beso, no obstante prefiere no sacar el tema pese a que le ha dado vueltas por la cabeza desde que ocurrió, el problema es que cómo siempre, teme a la reacción de Light—. No vayas a coger un resfriado. —Y sin más, vuelve la mirada a la pantalla.

—¿Qué haces...? —Pregunta suave, aún sonriendo por el sinfín de mariposas que le revolotean por la panza. Es como si en su cabeza solo existiera un propósito, aplastando cualquier otro impulso que hubiera servido como un freno para lo que está a punto de hacer.

Lawliet traga saliva cuando siente el rostro de Light muy cerca del suyo junto a un par de dedos rozándole los omoplatos. Sin embargo, mantiene la compostura.

—Solo leo unos correos del trabajo. —Encoge los hombros, intentando seguir.

—¿Y no deberías estar descansado? —El tono de voz sigue siendo el mismo, suave, casi seductor.

—Es para que no se me acumule.

Lo que recibe como respuesta es una mano que se posa sobre su laptop, cerrándola lentamente.

—El trabajo puede esperar. —Deja la MacBook a un lado y acomoda las almohadas para el pelinegro.

Lawliet se siente mucho mejor, pero Light ha sido tan atento que sería muy idiota de su parte no dejar que lo siga consintiendo. Se recuesta, agradeciéndole con una sonrisa, acto seguido se retira los anteojos y voltea para dejarlos sobre la mesita de noche, luego los guardará en su estuche. En ese segundo de distracción todo pasa demasiado rápido, el aire escapa de los pulmones de Elle y su cuerpo entero se inmoviliza al sentir un peso adicional en sus piernas, más precisamente el cuerpo de Light a horcajadas sobre el suyo.

—¿Qué... qué haces? —Le es imposible no titubear, más que nada por lo inesperado de la situación. No obstante, al momento que Light se inclina juntando sus frentes, la mente le queda en blanco.

Light ni siquiera responde, solamente se inclina hacia él, quedando sus narices muy cerca. Lo mira directo a los ojos, sintiéndose hechizado por esas pupilas oscuras, las cuales lo invitan a perderse en ellas. Sus labios se juntan, Elle recibe el beso, aún algo tenso, sobre todo cuando en un ligero movimiento de caderas, su entrepierna es presionada.

Es cierto que en los últimos meses, Light se ha dado cuenta que se puede llegar al éxtasis sin quitarse la ropa. Pero eso no significa que no lo desee, que no se muera por tocarle la espalda cuando lo ve sin camisa, ni hablar de cuando anda por la casa con esos flojos pants, los cuales se le bajan de una manera que debería ser considerada pecaminosa, dejando a la vista su pelvis casi por completo.

Elle tampoco es de piedra, por más que quiera ser solo su amigo para no presionarlo, no puede controlar la incipiente erección al tenerlo encima de esa forma tan erótica. Estos meses ha sido difícil compartir la cama con él y no poder buscarlo debajo de las cobijas; despertar cada mañana a su lado, desear besarlo y desistir por miedo a equivocarse.

Si hay algo a lo que Lawliet le teme, es a ese tira y afloje en el que habían estado sumergidos por mucho tiempo. Por eso decidió dar un paso atrás, ser su solo su amigo y apoyarlo incondicionalmente, todo esto a raíz de lo que Near le contó. Su plan era ir poco a poco, conquistarlo con calma para aniquilar las dudas que lo atormentan, demostrarle que lo de él es sincero y no solo para un rato. Estar en la posición que se encuentran no estaba en sus planes, ¿pero quién podría negarse a esos labios? Está demasiado excitado como para pensar en las consecuencias.

Sin embargo, parece que una pizca de sensatez se hace presente en el momento que las manos de Light descienden por su pecho hasta llegar a la toalla.

—¿Es-estás seguro d-de esto...? —Rompe el beso, agitado. Luego lo toma de las muñecas impidiéndole continuar. Se miran directo a los ojos mientras el pecho de ambos se contrae de forma errática a causa de la excitación.

—¿Tú no... no quieres? —Sus pupilas tiemblan llenas de miedo. ¿Acaso Elle ya no lo quiere? No lo culpa... es decir, ¿por qué tendría que seguir queriéndolo...?

—Ey... —Lawliet le enmarca el rostro, haciendo que lo vea a los ojos para detener lo que sea que esté pasando dentro de esa cabecita—. Lo deseo más que nada en el mundo.

Light sonríe nervioso y asiente antes de retirar la toalla. Elle sostiene el aliento cuando sus ojos se desplazan por esa desnudez, llegando hasta la prominente erección. Extasiado, posa las manos en esas piernas turgentes y las estruja un poco antes de besar esos labios de nuevo. Los movimientos de cadera son más descarados, Elle siente cómo ese cuerpo tiembla sobre el suyo cada vez un poco más.

En un repentino movimiento, toma las caderas de Light y lo tumba en la cama, quedando él entre esas piernas.

—Quiero que sea así... —Aclara entre jadeos, pese a que el castaño no ha refutado nada.

La única vez que lo hicieron en esa posición fue la primera noche que se conocieron, en esa ocasión no consideró necesario ni recordar su nombre, además andaba con algunos tragos encima. Las siguientes ocasiones fueron con Light arriba sin hacer contacto visual o de espaldas. Esta noche quiere que sea todo lo contrario, desea tratarlo como nunca lo han tratado.

Vuelve a besarlo, pero esta vez recorre su rostro, bajando lentamente hasta el cuello, donde lo hace reír y retorcerse un poco por momentos debido a las leves cosquillas. Light no se queda atrás, le saca la camisa y acaricia la estrecha espalda de Elle, arañándola un poco mientras desciende, hasta llegar a los pants.

—Esto me estorba... —Junto a sus palabras sale un gemido. Intenta deshacerse de la molesta prenda empujándola con sus pies, pero en su posición es difícil y solo lo logra con ayuda de Elle.

Hay una combinación entre dulzura y erotismo. Las caricias y besos son suaves mientras que el roce entre sus firmes erecciones es necesitado y atrevido.

Elle recorre con sus manos el torso de Light, apretujando con delicadeza mientras sus labios le recorren el pecho, queriendo cubrir con besos cada centímetro de su piel. En algún momento estira una mano para sacar de una gaveta el lubricante y un condón. No es muy difícil saber lo que ocurrirá entre ellos, así que quiere tenerlo cerca. Sin embargo llegar a la penetración no es su prioridad, desea alargar más este momento, quiere disfrutar de esos dedos enredados en su cabeza, de las caricias que recorren su espalda y de esa boca que muerde su hombro intentando ahogar un gemido.

—Avísame si te duele... —Le susurra muy cerca del rostro.

Uno de sus dedos se desliza entre ese par de glúteos. Sabe que tiene que prepararlo, así que lo hace con calma, haciendo uso del lubricante. Light se muerde los labios y frunce el ceño, la intromisión siempre le resulta extraña al principio, pero no duele, sería imposible que tanta delicadeza pudiera hacerle daño. Elle se acomoda mejor entre sus piernas y él lo abraza con ellas, recibiéndolo gustoso, soltando los dos un jadeo que muere en la boca del otro.

Ninguno se mueve, ambos respiran agitados mientras intentan controlar el sinfín de sensaciones que los atraviesan. Él vaivén comienza lento y tembloroso, sin dejar los besos de lado.

Elle... —Echa la cabeza hacia atrás, los labios húmedos y entreabiertos, respirando errático mientras que la mirada se le nubla al igual que la mente. Su cuerpo está sobrecargado de sensaciones, porque a la voz ronca de Elle gimiendo se le sumaron sus dientes arañando la zona expuesta de su cuello y eso sin contar las profundas estocadas que lo están llevando al delirio.

El acto dura más bien poco. Los dos apenas han dormido, no tuvieron el mejor de los días y uno de ellos todavía se está recuperando. Sin embargo los dos respiran y tiemblan satisfechos, la copiosa cantidad de semen en el preservativo y sobre el abdomen de Light también es prueba de ello. Elle se deja caer sobre el pecho del otro sonriendo, cierra los ojos y escucha el incesante latir de ese corazón, como si se tratara de la mejor melodía. Light lo abraza, aún agitado, con una mano le acaricia la espalda mientras la otra se hunde en esos cabellos azabache, los cuales están húmedos a causa del sudor.

Lawliet se siente volando entre nubes, su propio corazón late de tal manera que parece que se le saldrá por la boca. Pero no es su corazón lo que escapa, si no lo que ha guardado con tanto recelo de un tiempo hacia acá.

—Te amo... —Susurra, depositándole un beso en el pecho.

El tiempo se detiene, en la habitación solo se escuchan sus respiraciones, el suave murmullo del aire acondicionado y el sonido de algún reloj.

—¿Qué...? —Pese a que su voz sale débil, debido a la confusión y el temor, también hay una pizca de ilusión en ella.

Lawliet se ve en la obligación de enderezarse un poco, apoyando las manos en el colchón para verlo directo a los ojos.

—Dije que te amo, Light Yagami.

El aludido se muerde los labios, los ojos se le humedecen, todo en él tiembla de nuevo. Lo escudriña con la mirada, intentando encontrar algo en esas pupilas, en esos labios, en sus gestos... pero solo encuentra sinceridad.

—Te... ¿Te sientes mal? —Es lo único que logra decir entre balbuceos, aún sin terminar de procesar lo que acaba de escuchar— ¿Te duele algo? ¿Quieres una pastilla? ¿Llamo al doctor?

Elle sonríe de lado y luego lo calla dándole un beso en los labios. No esperaba recibir ni siquiera un «yo también», porque sabe que todo lo que ha pasado entre ellos y lo que están pasando no es fácil. Sin embargo, una parte de él siente como si se hubiese sacado un peso de encima.

—Espérame aquí... —Elle se incorpora despacio, sin dejar de contemplarlo. Luego se dirige al vestidor, de donde vuelve con un pijama y toallitas húmedas.

—Elle... —carraspea la garganta sonrojado mientras el pelinegro le limpia la pelvis con una de las toallitas. Sin saber cómo continuar, se sienta y toma la camisa del pijama para comenzar a cubrir su desnudez—. Lo que dijiste antes... —aparta la mirada y se muerde los labios.

—Yo no miento, Light. —Le asegura antes de que diga algo más, tomándolo del mentón para que lo vea—. Dime una cosa, ¿crees que te miento?

El castaño trata de sostenerle la mirada aunque es difícil. Aún tiene muchas sensaciones a flor de piel, reprimiendo al torrente de miedos e inseguridades, los cuales pugnan por salir a flote. Sin embargo, logra menear la cabeza, él le cree.

—Pero...

—Shhh, sin peros —lo calla poniéndole suavemente dos dedos sobre los labios—. En vez de dudar de lo que digo, comienza a darte cuenta de que quererte es mucho más fácil de lo que tú piensas. Ahí tienes a Near que te adora, mi hermano... ¿crees que se levantaría temprano por cualquiera? Mello no suele compartir su chocolate ni con nosotros y a Matt siempre le has agradado.

Light sonríe sin refutar esas palabras. A su mente vienen los rostros de todos ellos. Near es su mejor amigo, no puede decir lo mismo del resto, sin embargo siente que por primera vez en mucho tiempo es parte de un grupo. Uno que incluso se siente muy parecido a una familia.

Lawliet se trepa a la cama y se echa las cobijas encima, acercándose a Light como ha querido hacerlo muchas noches. Ninguno dice nada, pero Elle lo abraza de tal manera que sin necesidad de palabras le asegura que todo estará bien. El castaño recuesta la cabeza sobre el pecho del otro, buscando su calor.

Se quedan muy juntos, deseando que esta magia que los envuelve no desaparezca al amanecer. Lawliet le acaricia la espalda y le da besos en la frente hasta que la fatiga es demasiada. No ha sido un día fácil y en poco tiempo cae rendido en los brazos de Morfeo. Light, en cambio, a él le cuesta más conciliar el sueño. Cada suceso del día viene a su cabeza, desde lo mucho que se preocupó hasta lo que acaba de ocurrir entre ellos.

Sonríe mientras sueña despierto, siente que su cuerpo entero está sobre una nube esponjosa, la cual vuela libre en lo más alto. Aún puede sentir las manos de Lawliet sobre su piel, la delicadeza de sus dedos y la suavidad de sus labios. Sin embargo, los segundos se vuelven minutos y los minutos horas, la nube desaparece, las mariposas mueren y la burbuja que los protege explota arrojándolo de vuelta a la realidad. En la cual el repiqueteo de un reloj y la respiración de Lawliet lo reciben en las penumbras.

Aprieta los ojos, intentando dejar la mente en blanco, no quiere sucumbir ante ella. Pero su razonamiento ya no está adormecido y los pensamientos comienzan a apilarse. El peso de sus acciones se vuelve aplastante, y es como si toda esa carga se hubiera instalado sobre su pecho, dificultándole respirar con libertad. ¿Estuvo mal lo que hicieron? No... ¿O sí?

El calor de Elle que antes le parecía cálido ahora le escuece la piel, se aleja despacio, sintiéndose un idiota al darse cuenta en la posición que estaban, abarazados como si fueran dos tortolitos enamorados cuando no son nada. Se hace un ovillo, cubriéndose por completo con las sábanas, como si así fuera a escudarse del enemigo que se avecina, ese enemigo que reside dentro de él. Si antes se sentía en el cielo, ahora le parece que se está hundiendo en un mar tormentoso y las olas lo arrastran al fondo, ahogándolo. Las palabras de hace unas horas inundan su mente, la culpa que siente es asfixiante. Rompió la promesa que le hizo a su madre, ni siquiera fue que Elle lo sedujo, salió de él buscarlo. Todo este tiempo ha evitado pensar en que a ella no le agradaría saber que está viviendo con Lawliet, pero creyó que lo tenía controlado, que solo serían amigos.

Siempre ha mantenido presente su frase de actuar por conveniencia y no por complacencia, aunque últimamente la recuerda cada vez menos. Si es sincero, en un principio evadió el tema de volver a casa porque no quería estar solo en ese lugar, siendo asediado por tantos recuerdos amargos. Sin embargo, ahora cada vez se siente más cómodo en ese apartamento, con la presencia de Elle. Además, lo que acaba de ocurrir entre ellos no fue por conveniencia, fue porque quería hacerlo.

Entonces no solo le falló a su mamá, también se falló a sí mismo. Para él las promesas son importantes, siempre ha guardado cada una de ellas como un recordatorio de todas las veces que le han mentido. Y ahora él no es mejor que ellos, es igual a sus padres, a Lucas e incluso a Liam. Todos rompieron sus promesas y le demostraron que creer y confiar en alguien es un error.

Se arrastra fuera de la cama y por instinto toma su celular, siente el estómago revuelto y unas inmensas ganas de llorar. Necesita estar lejos de esa cama, lejos de Elle, pero ¿a dónde puede ir a esa hora? No tiene un hogar al cual huir y refugiarse cuando el mundo se le viene encima. No sabe qué hacer, pero tampoco se atreve a salir de ese apartamento, porque no se siente tan fuerte como para enfrentar el mundo real que le espera afuera. Así que solo atina a caminar hasta el vestidor, su dedo tiembla al presionar la combinación de números sobre el teclado digital. La puerta se cierra tras su espalda, no se molesta en prender las luces, tan solo se guía con la de su celular para no tropezar con nada. Se dirige hasta uno de los percheros, ese donde Elle cuelga solo los trajes que utiliza para trabajar, se acurruca ahí, abrazándose las piernas, como si así fuese a retener el sinfín de emociones que pugnan por salir y borrar cualquier vestigio de felicidad que le quedan de esa noche.

Se niega a llorar, siente que de hacerlo no podrá detenerse. La única persona con la que no ha tenido que usar máscaras es con Near y lo extraña tanto en este momento. Las letras en la pantalla del celular lucen borrosas, debe tallarse los ojos un par de veces para deshacerse de las lágrimas, hasta dar con el nombre de su amigo. Se lleva el teléfono hasta la oreja, escucha el tono de la llamada, luego de cinco repiqueteos no recibe respuesta, por lo que se muerde los labios temiendo que no le conteste.

—¿¡Light!? —La voz de Near suena agitada, estaba en clases y olvidó silenciar su celular. Alex puede ser su amigo, pero cuando enseñando no perdona a nadie.

—¿Puedes... Puedes ha-blar?

En un principio había pensado contestar solo para decirle que le llamaría después. Alex le dio permiso de atender la llamada solamente si lo hacía fuera del salón. Sin embargo, descarta su plan inicial al escucharlo.

—Light... ¿qué pasa? —Intenta que su tono sea suave. Se da cuenta que si ahí van a ser las nueve de la mañana, allá es aún de madrugada y no puede evitar pensar lo peor.

—Near... Elle y yo... Elle y yo... —se muerde los labios, sin saber cómo continuar. Su cuerpo entero está temblando como hace unas horas atrás, aunque esta vez duele—. Elle y yo... hicimos el amor... —Susurra, sintiéndose un idiota, pero no podía llamar de otra manera a lo que pasó entre ellos.

Near suspira aliviado, había creído que se trataba de algo grave debido a la hora. Sin embargo, no está seguro si debería tranquilizarse ya que del otro lado de la línea escucha que su amigo rompe en llanto, como si fuera la peor tragedia.

—¿Dónde estás?

—En el vestidor...

—Light... ¿por qué lloras? —Se aleja del salón, luego le pedirá disculpas a Alex por la demora. Camina por el pasillo, en busca de la salida.

—Porque no de-debió pasar... y Elle... él dijo que... que me ama... —Se aferra a la manga de uno de los sacos que cuelgan a su lado, apretujándola entre sus dedos.

—¿Y es tan malo que te ame? Recuerdo que tú me dijiste que lo quieres, entonces, ¿por qué lloras? —Toma asiento en un banquito de madera que está bajo un árbol, manteniendo un tono de voz apacible para no alterarlo más. Aunque la verdad es que él se está comenzando a poner bastante nervioso al escucharlo así— ¿O es porque no le crees? Elle no es así, Elle no diría algo...

—Yo sé que no me miente. —Interrumpe, limpiándose las mejillas con el dorso de la mano, intentando recobrar la compostura.

—¿Entonces, Light? ¿Qué hay de malo en que te amen? —Quisiera ser más paciente, pero no puede evitar sentir un poco de coraje porque lo hace recordar a la noche previa de su partida, cuando lo encontró temblando en la calle para luego dejarle entrever ideas poco sanas infundadas seguramente por un tercero.

—Porque no podemos ser nada —sorbe por la nariz, después deja salir el aire por la boca, tratando de calmarse—. No está en mis planes.

—¿En los tuyos o en los de alguien más? —Light frunce el ceño y el silencio que se forma le hace saber a Near que habló de más— ¿Cómo te sentiste cuando hicieron el amor? —Con esa pregunta, intenta desviar la atención de sus palabras anteriores.

—Bien... —Susurra con un poco de miedo.

—¿Solo bien?

De nuevo hay silencio, sin embargo esta vez Near no interrumpe.

—Me sentí... feliz... —Pese a que había logrado calmarse un poco, admitir ese hecho le estruja el pecho otra vez, haciéndolo sollozar—. Pero es que yo no quiero lastimarlo... ¿qué tal si... si se da cuenta que yo no soy lo que esperaba? ¿Y si descubre que con-conmigo no es feliz? ¿Yo qu-qué le puedo o-ofrecer?

—Elle ya es feliz contigo —suspira, detesta la idea de estar tan lejos en un momento como este—. Si Elle te confesó que te ama es porque se ha enamorado de quien eres, no porque espera que seas alguien diferente. Y le puedes ofrecer lo que salga de tu corazón porque sé que también lo quieres, ¿por qué te torturas tanto? ¿Por qué no te das una oportunidad?

Light solloza mientras se rasca con poca delicadeza la muñeca, específicamente sobre el tatuaje, como suele hacerlo cuando el coraje, la impotencia, la tristeza o la decepción lo sobrepasan.

—Yo le prometí a mi mami que...

—¿Por qué dejaste la terapia? —No quería interrumpirlo, pero no pudo retener la pregunta tras la mención de Sachiko, porque sabe que es ella quien de alguna manera está detrás de toda esa inseguridad que lo atormenta.

—Porque no la necesito... —Responde frunciendo el ceño. Solo le bastaron un par de sesiones para darse cuenta que no quería volver— ¿Pero eso qué tiene que ver?

—¿No la necesitas? Light... estás encerrado en un vestidor, a las dos o tres de la madrugada... llorando porque quieres a Elle. Estás llorando porque te sentiste bien, porque te sentiste feliz, ¿crees que eso es normal?

—Es que tú no entiendes... —Gimotea de nuevo al sentirse incomprendido, pero sin atreverse a cortar porque tampoco quiere estar solo.

—Si te entiendo, Light. —Se muerde los labios, su intención no es que sienta que no lo apoya, es solo que ya no sabe cómo hablarle. Quisiera poder entrar en esa cabecita para sacarle ese cassette que tanto le hace daño y después abrazarlo hasta que se duerma—. Entiendo que amas a tu mamá, y yo sé que ella también te ama —no conoce a la señora, sin embargo sabe que hablar mal de ella podría ser contraproducente— ¿pero eso significa que no puedes amar a alguien más? No vas a amarla menos por querer a Elle, ¿o sí?

—Nunca, pero...

—Light... —Lo interrumpe, no quiere darle tiempo de inventar excusas porque teme que se siga hundiendo— ¿Por qué no consideras lo de volver a terapia? No es justo que te estés castigando de esta manera por haber hecho algo que querías hacer.

No hay respuesta. Near se echa el cabello hacia atrás, jalándoselo un poco. Está a nada de llamar a Elle, no soporta la idea de que su amigo esté solo cuando está tan mal, aunque no sabe si eso podría ser peor.

—Light... —Procura llamarlo por su nombre para captar su atención, aunque en este punto no sabe si lo está logrando—. No está bien que te sientas culpable por ser feliz. Tú puedes amar a quien quieras y aún seguir dándolo todo por tu mamá.

El castaño no dice nada, vuelve a llorar sin entender por qué lo hace. Abraza el saco, el mismo que luego de tanto tironearlo, terminó descolgando. De alguna manera las palabras de Near hacen eco, pero no las asimila por completo.

—Near... —balbucea entre gimoteos mientras se acomoda en el rincón, cubriéndose con el saco— cuen-cuéntame algo...

El aludido suspira, no es la primera vez que su amigo le pide algo similar. Es como un patrón, pero no puede pasarse la vida evadiendo cada situación, fingiendo que todo está bien cuando es claro que no lo está. Light no está bien. Sin embargo, se siente impotente debido a la distancia, si insiste en convencerlo de que no hizo nada malo podría ser peor, sabe que no puede hablar de la señora Yagami tan a la ligera, porque un mal comentario podría hacer que su amigo se ponga en contra de él. Así que cede, empieza con relatos que vienen a su mente mientras se acomoda en el asiento.

Nada de lo que dice Near parece tener sentido, la mente de Light está demasiado aturdida para prestar atención a algo más. No obstante, el simple hecho de oír su voz lo reconforta, porque lo hace sentir que no está solo. Inhala, quiere calmarse, le duele la cabeza, es como si en cualquier momento sus sienes fueran a explotar. Un poco de luz entra por alguna de las ranuras, permitiendo que su mirada nublada se encuentre con su tatuaje, el cual luce distorsionado y rojizo no solo a causa de las lágrimas si no también debido a su arrebato anterior. VON. Esas palabras que fueron marcadas en su piel el día que estaba dispuesto a ya no seguir más, es su recordatorio de que no puede rendirse, pero continuar no ha sido fácil y muchas veces solo ha deseado llevar a cabo la idea que pasó por su mente aquella mañana que cumplió dieciséis años.


N/A:

"Guess who's back, back again, drama is back, tell a friend"

A veces quisiera tardarme y al volver poner las mismas líneas de arriba, solo que en vez de drama poner "Girly's back" jajaja. ¿Cuánto debo tardar para volver con esa introducción?

Dato irrelevante: Light le iba a dar plátano sancochado a Elle en vez de arroz, pero mi beta me dijo que nel, porque en muchos países no comen plátano. Un minuto de silencio por lo que no conocen las delicias del plátano.

Oigan pero Elle merece una ovación. Convaleciente pero se le paró, le cumplió a su hombre. Lástima que su amorcito se carga con serios problemas.

Del capítulo no tengo mucho que decir. Todo lo que pasó se veía venir. El que a Elle le diera dolor de panza por comer tanto. Que Mello comenzara a caer en cuenta que la pelusa es importante para él. Que Matt y Beyond cada vez están más cerca de romperse el orto. Que Light en algún momento tuviera un momento de debilidad, no lo culpo, miren a Elle, es bellísimo. Y obvio que Light tuviera un quiebre :c

Ya saben, esta es su sección para teorías, sugerencias, dudas, comentarios, quejas, etc.