Saint Seiya: Siguiente Generación.

Fanfic escrito por: Andrómeda

Primera Fecha de publicación: 3 de junio del 2011; para la página de Facebook: Yuna De Águila (Saint Seiya Omega Ω)

Edición: Rankakiu

Disclaimer: Saint Seiya es propiedad de su autor Masami Kurumada; así como de TOEI Animation LTD.

Nota del editor: Muy buenas a los lectores de este Fanfic. Es un gusto dejarles el trigésimo septimo capítulo de Siguiente Generación, escrito por la autora Andrómeda. Sin más que agregar, los dejo con la lectura, esperando sea de su completo agrado. Saludos.

Rankakiu


En el capítulo anterior de Siguiente Generación: Las batallas tan cruentas y sangrientas que se han desarrollado, aun no parecen tener fin. Selenia enfrentó valientemente a Belerofonte; no obstante, el Héroe Mítico se impuso ante su adversaria de bronce. Lo mismo sucedió con Helena en su pelea contra Ícaro, y de los santos dorados contra Belerofonte y de Kimiko de Casiopea e Idalia de Fénix contra el dios Deimos. En medio de la batalla, se revelan varias verdades y misterios, en especial el homicidio de los Héroes Míticos contra la descendencia de los cinco santos de bronce legendarios. A pesar de la ira en sus corazones, los santos de Athena mantienen un temple inquebrantable ante la adversidad que se cierne sobre ellos…


Siguiente Generación

Capítulo 37: Corriendo contra el viento.

En las cercanías del templo de Acuario, se escuchaban los gritos de guerra encarnizados por los combatientes de los dioses Ares y Athena. Cada facción peleando con toda su pasión y corazón, en pos de defender los ideales de sus respectivos dioses.

Podría considerarse, incluso, de que los combatientes eran ellos mismos dioses sobre la tierra, dando un combate que nunca se repetiría en la historia.

El Héroe Mítico Ícaro seguía defendiéndose formidablemente de los ataques de Aarón de Piscis, de Selenia de Pegaso y de Helena de Cisne. Seguía esquivando diversas rosas, puños contándose en millares y corrientes de viento helado, con una precisión aterradora.

Las dos amazonas de bronce y el santo dorado se miraron mutuamente y con ello se entendieron mutuamente, desarrollando una estrategia, determinados a vencer definitivamente a Ícaro. Los tres asintieron y Selenia, en respuesta, encendió su cosmos, con la esperanza de lograr una vez más un milagro.

La santa de bronce de Pegaso, entonces corrió directo hacia su enemigo. Ícaro, sin tomarse la molestia, se elevó al cielo, usando su habilidad para ello. Selenia, que esperaba esa acción, sonrió y tras dar un par de vueltas de carrusel, dirigió toda su fuerza muscular en sus piernas y de un gran salto se propulsó hacia donde estaba Ícaro.

En medio del aire, Selenia giró sobre sí misma para darse aún más impulso y fuerza a su técnica. Si bien rebasó a Ícaro por unos metros más de altura, eso era parte del plan de Selenia. Una vez lograda la altura deseada, Selenia dio una vuelta más y preparó su cosmos, descendiendo en picada hasta Ícaro. La velocidad de descenso era tan enorme, que apenas Ícaro tuvo tiempo de reaccionar.

—¡DEPLOYMENT OF PEGASUS! —Exclamó Selenia, y su pie adquirió una llamarada de luz azulada. Ícaro logró bloquear la patada con ambos brazos y el choque generó chispas, semejantes a las que se generan cuando se corta el metal.

El impacto fue más brutal de lo que esperaba Ícaro, puesto que la patada logró cuartear la armadura que protegía sus brazos, además de que también se dirigían hacia tierra firme. No obstante, llegó el punto en que Ícaro logró mantenerse aun en el aire, frenando por completo la fuerza de la patada de Selenia.

—Buen intento mocosa. Pero al final fue inútil. —Dijo Ícaro. Y agregó: —No seas tonta niña, tus fuerzas son muy pequeñas comparadas con las mías; en mi pasado pude vencer a hombres que median 3 veces más que yo. —dijo.

—Supongo que eran la mayoría. —Dijo Selenia, soltando una risita que molestó a Ícaro. Toda su atención ahora estaba concentrada en la castaña, ignorando por completo a sus otros dos rivales, lo que probaría ser uno de sus últimos errores.

Mientras ambos seguían su forcejeo en pleno aire, Helena hablaba con Aarón sobre el siguiente paso de su estrategia.

—Selenia no lo detendrá por mucho, —dijo Helena, mirando el forcejeo, —¿crees que en verdad funcione?

—Es la única forma, —respondió seguro Aarón, —mis rosas por si solas no lo tocan, y tú con tu hielo tampoco te le acercas; la única solución es combinar ambas. —Dijo, tomando una rosa roja entre sus dedos.

—De acuerdo. —Dijo Helena y concentró su cosmos, al igual que Aarón concentraba el suyo.

Tras haber concentrado sus cosmos por unos segundos, Helena y Aarón supieron que su estrategia estaba lista para ser ejecutada, tenían la fe en que funcionaria y que obtendrían una victoria más en esta cruenta guerra.

—¡Selenia, ahora! —Gritó Helena. Ahora el plan se pondría en marcha para no detenerse.

Aquella exclamación alarmó a Ícaro, quien se dio cuenta que había ignorado a los otros dos santos. Volteó su cabeza y vio como Aarón y Helena encendían sus cosmos, y estos se mezclaban en una aura dorada y azulada, una especie de aurora cálida y congelante al mismo tiempo.

—¿¡Qué!? ¿¡Que están planeando…!?—Exclamó Ícaro, cometiendo otro error, ahora al prestar toda su atención en Aarón y Helena. Antes de que pudiera siquiera reaccionar, Selenia, usando su otra pierna, les da una patada a sus antebrazos, logrando deshacer su defensa; instantes después, la santa de Pegaso se impulsó con una voltereta más y se ubicó para asestar con sumo éxito otra patada más por la espalda del Héroe Mítico, encimando su peso sobre él y provocando que ambos cayeran en picada.

—¡Maldita mocosa! —Exclamó Ícaro.

—¡Ahora! —Exclamó Aarón, y Helena, haciendo uso de su cosmos, congeló la rosa en un instante, muy cerca del cero absoluto. Después, Aarón lanzó la rosa congelada contra el héroe, bañada en los cosmos del santo de Piscis y de la santa de Cisne. —¡Selenia, apártate! —Dijo.

—¡Entendido! —Selenia se impulsó nuevamente hacia las alturas, usando el cuerpo del Héroe Mítico de impulso, como si de un trampolín se tratase.

La fuerza de la patada, junto con el impulso de último momento de Selenia, hizo que Ícaro estuviera atrapado entre la fuerza cinética, el tiempo suficiente para que no se moviera y que aquella rosa congelada le diera de lleno en el pecho; el tallo penetró su armadura y la energía congelante trepó por su cuerpo, cubriendo de hielo todo su torso y sus brazos, hasta los codos.

Finalmente, Ícaro cayó pesadamente al suelo, creando un enorme agujero en el suelo del templo de Acuario; el hielo que cubría su torso terminó por partirse por el impacto, excepto el tempano que seguía cubriendo la rosa. Segundos después, Selenia aterrizaba con algo de torpeza, pero sana y salva. Pasaron otros segundos, muy inquietantes, puesto que el Héroe Mítico no daba respuesta de levantarse.

Sin embargo, la incertidumbre no duró mucho, ya que Ícaro se volvió a poner de pie, estando visiblemente molesto. Habían logrado herirlo y eso lo puso de malas. Con desdén removió el polvo que cubría su armadura. Dio unos pasos más y se preparó para continuar el combate. Les daría una lección sangrienta a esos tres santos malnacidos.

—Esas flores no me hacen nada, —Dijo Ícaro, dando otros pasos más y apretando los puños, —eres un idiota, Kawai. Voy a hacer que… —antes de terminar su frase, el hielo que cubría la rosa se partió por completo y el tallo se incrustó firmemente en su corazón, sorprendiendo al Héroe Mítico, que terminó cayendo bruscamente de rodillas.

—Ícaro, —expresó Aarón con tristeza, — ya déjalo así… todo termino…—Dijo, mientras veía como el Héroe Mítico trataba de reincorporarse con sumo esfuerzo.

—No… una rosa diabólica no te servirá… —Ícaro terminó por vomitar sangre, — ¿Pero ¿qué?

Al parecer Aarón le leyó la mente, y se tomó la molestia de contestar su pregunta.

—Hace tiempo un antecesor de la armadura de Piscis usó una rosa sangrienta bañada con su propia sangre…—dijo, mientras su rostro refleja dolor, e Ícaro se sorprendió por la respuesta. —Yo hice lo mismo. —Dijo.

Ícaro terminó por desplomarse para no volverse a levantar nunca. Con sus últimas fuerzas, se quedó boca arriba, mirando el cielo nublado. Un paraje desolador y que hizo que una tristeza insoportable se sintiera en él. El héroe Mítico, por instinto, levantó su mano hacia el cielo. Lo que no se esperó es que el santo de Piscis tomara su mano, en un intento de reconfortarlo ante su inminente muerte.

—Perdónanos… —dijo quedamente Ícaro, mirando aquel rostro, tan lleno de tristeza como el suyo, —nosotros lo hicimos por ti… —dijo, soltando una pequeña risa lastimera, —debíamos esperarte… fue tan sencillo…

—Ishimatsu… ahora descansa en paz amigo, será mi turno…—Dijo Aarón, con las lágrimas asomándose en sus ojos.

—¿Y tú? Has perdido mucha sangre… —Tosió, escupiendo un poco más de sangre, —¿cómo sigues en pie…?

—Yo… —Aarón bajó la mirada levemente, lo suficiente para que Ícaro no viera sus ojos, —dejé de ser humano… para mantener mi promesa. Tomé una decisión muy difícil…—Dijo, volviendo a levantar la mirada.

—Kawai… tu…—Dijo Ícaro, atónito. Al Héroe moribundo solo le quedó derramar lágrimas por su antiguo compañero. —perdónanos… nosotros… te estaremos… —Ícaro no pudo terminar la frase. Sus fuerzas de vida terminaron por desvanecerse. Cerró involuntariamente sus ojos, lentamente, siendo que lo último que vio fue el rostro de Aarón, con lágrimas dedicadas a él.

Ícaro, el cuarto Héroe Mítico, acababa de caer.

Aarón, en un acto de respeto, juntó los brazos de Ícaro en posición mortuoria. Era lo menos que podía hacer.


Mientras tanto, en los bosques de alrededor, se seguía llevando a cabo la batalla de Idalia de Fénix y Kimiko de Casiopea en contra del dios Deimos; Una batalla difícil para ambas amazonas, ya que procuraban no causar un daño masivo al cuerpo de Sharon. Ambas estaban determinadas en rescatar a su hermana menor y discípula.

La batalla era álgida y no menos despiadada, ya que el dios Deimos no ponía las cosas sencillas. En medio de un intercambio de puños, Deimos logró asestar uno en el abdomen de Idalia, mandándola lejos por un par de metros, quien terminó por caer al suelo. Seguidamente, el dios asestó, esta vez una patada, a uno de los costados de Kimiko, haciendo que la santa de plata tambaleara un poco. Sin dar oportunidad de recuperación, Deimos le dio un puñetazo en pleno rostro que acabó por tumbar a Kimiko.

Deimos hizo un gesto de desdén por lo débiles que estaban resultando sus oponentes. Sin perder más tiempo, preparó su cosmos y se encaminó directo hacia Idalia de Fénix, con la intención de rematarla. Estando a unos centímetros, Deimos alzó su brazo derecho, concentrando al máximo su cosmos y listo para desencadenarlo en una explosión que mataría a la santa de Fénix.

Afortunadamente, justo en el momento que Deimos bajó su brazo para dar el golpe final, Kimiko de Casiopea reaccionó con grandes reflejos, interponiendo su escudo de diamante, tan reflejante como un espejo, para salvar la vida de Idalia.

El choque de energía de cosmos en contra del escudo de Casiopea generó un gran ruido ensordecedor, semejante al metal chirriante, junto con ráfagas ardientes de luz, capaces de crear pequeñas flamas en el suelo, en el aire y en cualquier cosa material en el que se posaran.

—¡Deimos, antes de matar a Idalia tendrás que matarme primero! —Exclamó, usando todas sus fuerzas para no ceder ante la masa cósmica de su enemigo.

Deimos solo atinó a reír.

—¡Maldita anciana, eso será muy sencillo! —Respondió.

A Deimos solo le bastó dar unos pasos más para empezar a vencer la resistencia de Kimiko. La santa de plata no se iba a rendir tan fácilmente, así que, en un último intento, elevó su cosmos y lo expandió en una explosión que deshizo la energía malévola de Deimos. Por supuesto, tras esta explosión, ambos contendientes salieron volando en direcciones opuestas. Kimiko le bastó con dar un par de piruetas para aterrizar bien sobre sus dos pies, mientras que Deimos, usando su cosmos divino, levitó un par de centímetros a ras del suelo y luego se reincorporó sin mayor dificultad. Deimos se cruzó de brazos, y sonrió con maldad, en una clara muestra de superioridad y desprecio.

Idalia, tras escuchar el estruendo de la explosión, había recuperado la conciencia de golpe. Y tras unos segundos de confusión, observó que Kimiko estaba frente a ella. Con eso entendió rápidamente las intenciones de su superiora.

—¡Kimiko-sama, no haga esto! ¡si algo le pasara… no sé qué le diré a Sharon! —Exclamó Idalia.

—No digas tonterías Idalia, —respondió Kimiko, sin molestarse a verla, — Lo que vayas a hacer, pon todo tu empeño y concéntrate solo en ello; —continuó, —Athena-sama me dijo lo que planeas para vencer a este Dios, y mi misión es cuidarte a toda costa… ¡por eso y por Sharon concéntrate y logra tu objetivo! —Ordenó.

—Kimiko-sama…—Musitó del asombro. Sacudió su cabeza para aclarar su mente y con una nueva resolución, Idalia pondría su fe en Kimiko y puso en marcha su plan, cerrando los ojos. —Está bien. —La santa de bronce se sentó en posición de loto y con ello empezó a bajar el nivel de su cosmos.

—No sé qué planeas Fénix, —Dijo Deimos, arqueando una ceja, intrigado, —¡pero esto se acaba!

—¡No lo creo! —Bramó Kimiko, corriendo en dirección al dios y lanzando una patada llena de su cólera. Sin embargo, el dios la detuvo sin mayor esfuerzo. —¿Qué…? —La santa quedó atónita; al observar su pierna, entendió rápidamente que esta había sido detenida por el cosmos del dios. —¿Pero por qué? Hace unos momentos se te dificultaba oponerte a mí, ¿Por qué ahora…?

—Mientras más tiempo pase, mas controlo el cuerpo de esta niña, —Una respuesta precisa por parte del dios, — y ahora me es más beneficioso; antes solo era una humana, y ahora es una santa, con un cosmos que sobrepasa lo que alguna vez imaginé. —Dijo, riendo siniestramente.

Deimos entonces procedió a usar su cosmos, y con un ademán de su mano, hizo que Kimiko cayera al suelo y lejos de su presencia divina.

—El antiguo Patriarca alguna vez me dijo que tu tomarías el cuerpo del futuro Fénix, —expresó Kimiko, mientras se volvía a levantar, —¿por qué al final elegiste a Sharon? —preguntó, retrocediendo unos pasos para posteriormente ponerse en guardia.

—Es cierto que podría haber tomado el cuerpo de Fénix, —dijo, —aun así, esta niña tiene más utilidad para mí por sus habilidades. No importa cuántas heridas reciba, mi cuerpo se cura; ¡soy inmortal, es como si hubiera recuperado el cuerpo que alguna vez tuve! —Concluyó, riendo maniáticamente.

—¡Maldito, —exclamó Kimiko, con la sangre hirviendo de ira, y sin dudar lanzó su cadena en dirección al dios, —no te lo perdonare! ¡THUNDER WAVE!

La cadena adquirió una velocidad colosal y zigzagueaba en un patrón impredecible.

—¡Eres muy persistente, vieja! —Deimos, con otro ademán de su mano desvió la cadena, estando a unos centímetros de impactar contra su rostro, y la punta triangular de la cadena dio de lleno en un árbol cercano. Después, Deimos se desvaneció, sorprendiendo a Kimiko, e instantes después lanzó una patada que Kimiko logró bloquear con su escudo, ayudada por sus buenos reflejos. —¿Que sucede? —Preguntó. —Dijiste que me harías ver mis temores. —Se burló, en tanto que aplicó un poco más de fuerza en su pierna contra el escudo, resquebrajándolo. Luego de esto, Deimos retrocedió y sonrió burlonamente. —¿O acaso después de todo eres una mujer débil? Estoy entendiendo porque te trataron como lo que eres. — Amplió más su sonrisa.

—¡Maldito! —Kimiko se dejó dominar por la ira y se dirigió contra el dios, sin ninguna cautela.

—¡Vieja tonta! —Exclamó Deimos. El dios esquivó sin ningún problema el puño de la santa plateada, al propulsarse en el aire, usando como punto de apoyo el propio puño de la amazona. En pleno aire, lanzó un rayo de cosmos contra Kimiko, con tan buena puntería que le dio de lleno, provocando cuarteaduras en toda su armadura. Tras el impacto, ella cayó pesadamente, con el humo rodeando su cuerpo.

—Bien, y ahora… —Deimos miró a Idalia, caminando en su dirección, y la susodicha no daba muestras de moverse para preservar su vida. —¿Qué pasa, Fénix? ¿Aceptas tu fin…? —Cuestionó Deimos, preparándose nuevamente para darle el golpe de gracia.

De repente, Deimos siente unos brazos fuertes, sosteniéndolo de los hombros. Era Kimiko, quien miraba con un odio profundo al dios enemigo. Instantes después, y con el hijo de Ares desprevenido, Kimiko hizo un movimiento con toda su fuerza, arqueando su espalda y con ello, estrellando la espalda de Deimos contra el suelo. Kimiko rápidamente se irguió.

—¡Te dije que me tienes que matar primero! —Exclamó, poniéndose en posición de ataque, aumentando su cosmos en el proceso. —¡No soy débil, juré no volver a serlo! —A pesar de mostrar su determinación, su voz empezaba a escucharse cansada; la falta de estamina empezaba a ser un problema para ella.


Tras presentar sus respetos y ultima despedida a su antiguo compañero, Aarón, junto con Selenia y Helena, iniciaron su trayecto hacia el templo de Piscis, subiendo a toda velocidad las interminables escaleras. Unos minutos después, lograron visualizar el templo de Piscis. Pronto llegarían con Athena para hacerle frente al último Héroe Mítico, Belerofonte. Sin duda sería una batalla terrible contra un oponente tan magnifico como él.

Finalmente entraron al décimo segundo templo del zodiaco. Aarón no pudo evitar decir:

—Sólo falta Belerofonte. —Dijo, lo suficientemente audible para que sus dos compañeras de menor rango lo escucharan. En medio de su trayecto, Aarón vio algo que lo hizo detenerse abruptamente.

Caminó hasta encontrarse con una de sus pertenencias más valiosas: el violín que solía tocar, ahora lucía machacado y destruido, la madera de la que estaba hecho el instrumento eran tan solo astillas desperdigadas y las cuerdas estaban enroscadas en sí mismas, de forma lastimera. Aarón sintió tristeza. Poco después, Selenia y Helena se acercaron al santo dorado.

—Aarón-san, esto fue…—Dijo Selenia, sin saber cómo continuar o que decir para confortar a su compañero.

—Así es… —Suspiró derrotado. —Fue Belerofonte…—Aarón inspiró hondo. No era tiempo para lamentaciones, así que recuperó su compostura y volvió a correr. —¡Vamos! —Ordenó.

Y los tres prosiguieron con su camino.


De vuelta a los bosques del Santuario, la batalla contra el dios Deimos se ponía cada vez más difícil. El dios esquivaba cada vez más fácil los golpes y técnicas de Kimiko; mientras la amazona iba agotándose cada vez más. Era en esos momentos que Deimos aprovechaba para contraatacar con certeza. Algunas veces daba en su blanco, ya fuera el rostro, el abdomen o los costados, o alguna extremidad de la santa. No importaba. Lo que importaba era torturarla con el constante dolor producido por sus golpes. Aunque afortunadamente para Kimiko, su enemigo también fallaba algunos golpes, debido a sus rápidos reflejos y de que aun podía usar su escudo para defenderse de los brutales ataques.

Justo ahora, Deimos intentó acertar una patada, y Kimiko logró defenderse con éxito, usando su escudo.

—"¡Maldición, pensé que sería más fácil lidiar con este dios, —pensó, un poco arrepentida de su imprudente decisión, —pero no sólo usa su cosmos, también está usando el de Sharon, junto con su cuerpo…!"—Salió de su pensamiento cuando vio al dios sonreír, burlándose de ella claramente. —¡Maldito! —Exclamó, y con la ira renovando sus fuerzas por un instante, Kimiko se quitó bruscamente la pierna de su adversario con el mismo escudo. Aquello dejó desprotegido al dios, y Kimiko alzó su brazo, para posteriormente descargar toda la fuerza de su terrible puño en el suelo.

Deimos, al sentir y presenciar como el suelo se movía y se agrietaba, no dudo en dar un salto, esquivando a duras penas una enorme explosión de cosmos. Sin embargo, eso lo distrajo, por lo que cuando volteo para ver a Kimiko, está ya no se encontraba en ese lugar.

—¿Pero ¿qué…?

—¡Para ser un dios eres un idiota! —Exclamó Kimiko. Deimos reaccionó muy tarde, incapaz de esquivar la pierna izquierda de Kimiko, que se enrosco en su cuello como si fuera una serpiente. Usando su pierna derecha libre, Kimiko asestó un terrible rodillazo en la espalda de su oponente, con tanta brutalidad que terminó por cuartear las piezas que protegían la espalda.

Acto seguido, Kimiko apretó el cuello de Deimos con ambas piernas, sin que estas se enroscaran en su cuello. La santa de Casiopea concentró todo su cosmos, en específico en sus piernas.

—¡Toma mi mayor técnica! ¡GUILLOTINE OF ANTOINETTE! —El cosmos de Kimiko alcanzó su punto álgido, y de un movimiento de deslizamiento entre sus piernas, hizo que el dios girara como una especie de peonza, a una enorme rapidez. Incapaz de escapar del movimiento, Deimos terminó por caer brutalmente contra el suelo.


En la explanada de la estatua de Athena, las cosas no iban mejores. Belerofonte esquivó todos y cada uno de los relámpagos, e instantes después asestó un puñetazo en el estómago de Darío. El impacto lo mandó a volar lejos, hasta que se estrelló contra una columna. Belerofonte miró por el rabillo del ojo y vio como una enorme esfera de energía dorada se dirigía hacia él. El Héroe Mítico, sin mucho esfuerzo terminó por detener esa esfera con una sola mano y luego con un movimiento simple de su muñeca la deshizo sin dejar rastro.

—Admiro su dedicación santos…—sus palabras eran para Elliot y Darío, elogiándolos por su lealtad, —pero esto se acaba ahora; ¡yo busco la victoria absoluta! —Dijo, y rápidamente se dirigió hacia Elliot, tomándolo de los hombros, desprevenido. —¡Debiste hacer lo mismo que tu hermano! —Exclamó.

—¿¡Qué!?—Elliot exclamó sorprendido, pero ello no mermó su esfuerzo en elevar su cosmos.

Aprovechando que el Héroe Mítico tenía su atención enfocada en Elliot, Yaro, el santo de Libra, se colocó un par de metros detrás del héroe mítico, elevó su cosmos y desató su técnica a todo su potencial.

—¡ROZAN SHO RYU HA! —Exclamó Yaro, liberando un feroz dragón de cosmos energía. A pesar de la corta distancia, Belerofonte esquivó la técnica simplemente desvaneciéndose y ésta fue a impactar directamente contra el joven de Sagitario. —¡Elliot! —Exclamó, al mismo tiempo que el Héroe Mítico apareció detrás de él. —¿Que?

Belerofonte aplicó sin piedad una llave de restricción en el brazo derecho del santo de la balanza. Poco después, usando su mano libre, Belerofonte ejecutó una técnica contra Yaro.

—¡BOOMERANG! —Exclamó, al tiempo que veía como el santo de Libra salió volando unos metros arriba y cayendo al suelo, de cabeza. El Héroe Mítico volteó ver a Darío, quien se reincorporaba. —¡Apártense y déjenme cumplir con mi misión, santos de Athena! —Exigió.

—Nosotros solo estamos cumpliendo con nuestro deber... —Respondió Darío, elevando su cosmos, como una firme declaración de su disposición de dar su vida por su amada diosa.

—De acuerdo, no me dejas otra opción… —Contestó Belerofonte, haciendo lo mismo, con la diferencia de que su cosmos era superior al de Darío.

El Héroe Mítico alzó su puño, preparado para perforar el corazón de su enemigo y estaba a punto de ponerse a la carga, cuando de repente algo saltó a su vista. Al mirar al suelo, vio unas rosas clavadas en el suelo, a modo de advertencia.

Darío, junto con Elliot y Yaro, quienes recuperaron la conciencia, también miraron con asombro las rosas. Eso significaba que…

—¡Darío-sama! A partir de aquí yo me encargo. —Dijo Aarón, con un aire de seguridad que sorprendió a todos. A su lado estaban Selenia y Helena, también dispuestas a pelear.

Belerofonte miró a Aarón. El momento de su pelea finalmente había llegado.


Kimiko, a diferencia de Deimos, logró aterrizar bien tras la ejecución de su técnica. No obstante, la falta de energía era muy grave en su caso. A la amazona de Casiopea se le dificultaba respirar. Había puesto lo último de sus fuerzas en esa técnica. Por lo mismo, sintió un horror y frustración que volcó su corazón cuando vio al imponente Deimos reincorporarse sin ninguna dificultad.

El dios ladeó su cuello un par de veces y luego miró a Kimiko con odio y aire de suficiencia. Raudo, lanzó otro rayo de cosmos que impactó a Kimiko. La amazona gritó de dolor y finalmente se desplomó boca abajo en el suelo. Deimos esperó unos segundos y tras notar que la amazona ya no daba señales de levantarse, sonrió siniestramente.

—Bruja, me incordiaste demasiado tiempo. —Dijo.

Deimos encaminó sus pasos hacia Idalia de Fénix, quien aún mantenía su postura de loto y su meditación, no moviéndose en lo absoluto. Estando demasiado cerca de la santa de Fénix, Deimos encendió su cosmos. Al parecer ya no habría obstáculos que se interpusieran en su camino para liquidar a Idalia. El Dios levantó su brazo y lo infundió en su cosmos oscuro, listo para decapitar a la santa de bronce.

—¡Ya basta de juegos, Fénix! —Exclamó e Idalia seguía sin moverse. —Es hora de terminar con los lazos del pasado…—Sonrío, con la expectativa de la dulce victoria y sus manos manchadas de sangre.

Continuará…


En el próximo capítulo de Siguiente Generación: ¿Cuál será el movimiento de Idalia de Fénix para rescatar a su hermana Sharon de las garras del dios Deimos? ¡El oscuro pasado de Sharon será revelado, junto con el origen de Aarón! ¡Finalmente Ares, dios de la guerra se verá cara a cara contra Sara, la encarnación de Athena de esta era! ¡La Guerra Santa está cada vez más cerca de su conclusión!