"Enhorabuena, Sherry."
Su piel se erizó cuando escuchó el alago de Gin mientras lo notaba observarle por el retrovisor. Ella asintió desde el asiento trasero, con el brazo apoyado en la ventana, observando como las estrellas empezaban a desaparecer al acercarse la hora el amanecer.
"No voy a mentirte, me ha sorprendido la rapidez en la que has convencido a esos dos para invertir en nuestra compañía." Le comentó parando en un semáforo. "El laboratorio estará completamente equipado a partir de la semana que viene. Mañana te presentaremos al equipo que hemos preparado para que puedas empezar con la investigación cuanto antes."
Shiho arrugó la nariz poco convencida. No le gustaba compartir su trabajo en el laboratorio. Ya había trabajado anteriormente en un laboratorio de investigación bastante importante de Tokio, pero lo dejó al poco tiempo. Sus compañeros solo querían sabotearla e infravalorarla por el mero hecho de ser mujer. Prefería trabajar por su cuenta, de todas maneras, la mayoría de gente con la que había trabajado, eran bastante incompetentes.
"No necesito un ejercito de ratas. Puedo hacer el trabajo por mi cuenta" Espetó ella cruzando los brazos.
Gin rió brevemente. Le gustaba la manera que tenía la pelirroja de contestarle y quejarse, sus compañeros no solían atreverse a poner en duda sus palabras. " Desgraciadamente, tenemos menos tiempo del que pensábamos para este trabajo. El equipo solo te quitará el trabajo de las cosas más sencillas." Dijo acelerando al ver que el semáforo volvía a cambiar.
Continuaron el camino en silencio hasta que frenó en la entrada del local, donde Shiho tenía aparcada su moto. Bajó del coche sin decirle nada al rubio y sacó las llaves mientras se dirigía a su moto.
"Espera." Le frenó Gin a la vez que salía del coche.
Ella paró el paso delante de la moto y cogió el casco. "¿Qué pasa?"
"Toma." Le dijo entregándole una pequeña libreta. "Esto es todo lo que tenemos sobre la investigación. Prepara todo lo que necesites para mañana."
Shiho asintió y observó la libreta detenidamente antes de guardarla. Era un pequeño cuaderno negro, bastante desgastado por el tiempo y con las hojas medio amarillentas.
"¿De dónde has sacado ese libro? Es una lectura difícil para una niña de tu edad." Le dijo su abuelo mientras la observaba leer en el jardín.
"Estaba en la estantería del salón." Comentó la pequeña de seis años sin despegar la mirada del libro. Entendiendo a la perfección cada palabra que leía.
"¿No deberías ir un rato con tu hermana y jugar con tus amigos?" Le preguntó observando a Akemi de fondo entretenerse y reír junto a la orilla del río con un par de compañeros de clase.
La pequeña Shiho les miró de reojo y volvió su atención al libro de sus manos, mil veces más interesante que todo eso. "Yo no tengo amigos como Akemi."
Su abuelo suspiró y se acercó a ella para sentarse a su lado. "A tu madre también le gustaba leer ese libro cuando era pequeña. Era igual de deslumbrante e inteligente que tú a tu edad." Le explicó recordando. "Pero también sabía divertirse y pasárselo bien."
Su abuelo y su hermana eran un gran apoyo desde que sus padres habían muerto años atrás. Se había esforzado en darles la mejor educación que podía permitirse, pero su degradada salud, las dejó solas cuando Akemi apenas tenía dieciséis años. Después de eso, su relación con su hermana solo hizo que enfriarse y ella se volcó completamente en sus estudios.
La pasión por la ciencia estaba en sus venas y sus trabajos, eran asombrosamente perfectos.
"La ciencia está echa de errores, de errores útiles de cometer, que poco a poco, te llevan a la verdad." Le dijo su madre mientras cargaba a su pequeña hija de dos años, que la miraba con cara de confusión, mientras agarraba uno de los libros de su madre sin ni siquiera saber leer.
Recordaba como su madre le enseñaba las cosas más básicas sobre la ciencia que tanto le llamaba la atención y le hacía divertirse con esos experimentos que dejaban siempre a la pelirroja con ganas de más. Pero el trabajo del matrimonio, empezó a distanciar a la familia poco a poco.
Que pena que se diese cuenta de todo demasiado tarde.
Guardó el pequeño cuaderno que Gin le había entregado en el bolsillo e su bata de laboratorio, reconociendo a la perfección la tipografía de sus padre escrita en él, a la vez que aparcaba esos recuerdos que ahora se volvían amargos.
Respiró hondo, borró sus expresiones faciales y se arregló el flequillo antes de salir de su escritorio y dirigirse a la sala de al lado. Las veinte personas que habían allí sentadas se callaron y se levantaron en cuanto la puerta se abrió. Se dirigió a la mesa que había en el centro y dejó la carpeta que llevaba para encender el proyector que había detrás suyo.
"Me llamo Sherry y hoy estoy aquí para dirigir y explicaros esta nueva investigación." Explicó poniéndose a un lado, pulsando un botón del mando para empezar con las diapositivas.
Notaba la mirada penetrante de Gin en su nuca. Estaba en un rincón de la sala, apoyado en la pared mientras la escuchaba detenidamente.
"Trabajaremos con la apoteosis de las células neuronales, creando un cortafuegos polímeros que borrará el camino de compuestos tóxicos, sin borrar sus efectos." Explicó, observando como la mayoría de los presentes arrugaban el ceño. "¿Quién entiende de que estoy hablando?" Siete u ocho manos se levantaron entre todos los presentes, la mano de Gin incluida. "Los demás, podéis marcharos." Dijo señalando a la puerta, dejando la sala casi vacía después de eso. "La investigación apenas está iniciada, así que he reconstruido unas muestras con diferentes praxis. Tendremos que hacer diferentes pruebas antes de tirar por un único camino."
El rubio sonrió sin dejar de escuchar. Era como volver a tener a Elena frente a sus ojos. La frialdad, la inteligencia, la elegancia. Tenía curiosidad por ver la magia que podían hacer sus manos.
Su trabajo ocupado, le obligó salir del laboratorio al recibir una llamada, dejando atrás a la pelirroja con su nuevo equipo reducido.
"Dime." Contestó.
"Por fin contestas. Últimamente estás muy ocupado con esa nueva científica." Contestó su compañera con un tono inmaduro.
"¿Qué quieres, Vermouth?" Le preguntó directo.
"Ron me acaba de llamar, quiere que vayamos a Shibukawa. Parece que la policía también va detrás del cuaderno." Le informó. "Ese estúpido detective lo escondió retorcidamente."
"Lo encontraremos antes que ellos. Voy por ti."
"Me alegra volver a verte, amigo." Le saludó con una sonrisa mientras se hacía a un lado y le invitaba a entrar.
"Siento no haberte ido a ver al hospital, el trabajo no me ha dejado ni un minuto libre." Se disculpó Heiji, aprovechando esa mañana libre para hacerle una visita a su amigo.
"No te preocupes, no es muy divertido estar en el hospital." Contestó riendo. "¿Quieres tomar algo?"
"Sí, gracias."
Ran se había ido a comprar, con la excusa de que dos viejos amigos como ellos, debían ponerse al día como es debido. Shinichi le besó los labios antes de dejarla marchar y ella le sonrió cuando se separó de él. Era demasiado dulce como para poder negarse a todas esos gestos que tenía, siempre conseguía hacerle cosquillas en el estómago con solo mirarle.
"Ran es demasiado buena para ti." Le dijo Heiji una vez la morena cerró la puerta.
"Lo sé." Contestó Kudo observando la puerta de la entrada cerrada. "No me la merezco."
Heiji y Kudo se acomodaron en el salón, donde el ex detective tenía su expediente esparcido por toda la mesa. "Parece que la falta de memoria no ha afectado a tu curiosidad natural por investigarlo todo. No deberías forzarte de esta manera." Le comentó mientras ojeaba la carpeta de todos los casos que había resuelto, era bastante abultada.
Kudo rió mientras recogía un poco el papeleo para dejar espacio a sus tazas de café. "Es inevitable…me aparecen recuerdos que no puedo relacionarlos con las fotografías que he visto. Necesito ir ordenando mi cabeza, de la otra manera, perderé la cabeza."
Hattori le miró sintiéndose triste por él, pese haber llevado esas dos vidas de la mejor manera, las cosas no volverían a ser igual una vez recuperara sus recuerdos. No podía vivir toda la vida en el centro de una balanza.
Ding Dong
El timbre de la puerta les interrumpió la breve conversación y Shinichi se levantó para abrir la puerta. "Ran debe haberse dejado las llaves." Comentó girando el pomo.
Pero no se trataba de su mujer.
"Hola Shinichi." Le saludó un hombre de unos setenta. "Me enteré de que te habían dado el alta y he decidido venir a ver como estabas, ¿Te acuerdas de mi?" Preguntó dudoso.
Shinichi arrugó el ceño y sonrió abriendo más la puerta. "Claro, profesor. Adelante." Le invitó.
Los tres se reunieron en el salón y Heiji saludó amablemente al profesor antes de que se sentarse.
Agasa apenas conocía al amigo del moreno. Sabía que era policía en Hakone y que era amigo de Shinichi, pero tal y como estaban las cosas, debía seguir encubriendo a Shiho y decir lo menos posible delante de él por si acaso. Esperaba que Kudo recordase algo al verle, un pequeño detalle aunque sea. Pero todas las conversaciones que habían tenido, apenas habían salido de sus viejos viajes de secundaria y los casos que habían resuelto con su pareja del oeste. Él apenas intervenía en sus charlas, se bebió la taza de té que Ran le había ofrecido cuando apareció minutos antes (Sorprendida de verle al principio, pero sonriéndole amablemente poco después al recordar la carta que le había entregado semanas atrás) y ojeó la habitación detenidamente. Kudo seguía siendo igual de desordeno en cuanto se trataba del papeleo.
Acercó la mano a una pila cerca de él y hojeó las hojas por encima mientras los jóvenes hablaban. "¿Por qué tienes casos sin resolver entre tu expediente?" Preguntó confuso, cortando sin querer su conversación.
Heiji cortó su sonrisa y le miró igual de confuso que Agasa.
"Bueno, el doctor me dijo que me estoy recuperando bastante rápido. La memoria es algo que tiene que volver gradualmente con el tiempo, pero mis facultades por ser un buen detective no han desaparecido. Así que he pensado en que quiero volver a trabajar. Estoy cansado de quedarme en casa, estar de baja es demasiado aburrido." Comentó sintiéndose pillado. Aún no lo había comentado con nadie.
"Sabes que no puedes volver a la central por el momento." Se interpuso Heiji rotundamente.
"¿Por qué?" Preguntó Kudo un poco molesto. "Estoy bien." Dijo mirando al profesor, buscando apoyo en él.
"Lo siento Kudo, pero estoy con Heiji esta vez. Aún es demasiado pronto." Comentó Agasa. Esos hombres no tardarían en encontrarle si volvía a la central. Debía permanecer en casa por el momento. Era lo más seguro.
"Sois muy molestos cuando queréis."Se quejó.
"Sólo por tu bien." Comentó Heiji, rellenando su taza de té.
El profesor dejó los papeles justo donde los había cogido y ni querer hizo que otra hoja caiese al suelo. Se agachó para cogerla y la observó detenidamente. Era un dibujo de su hija, ¿Cómo había ido a parar ahí?
"Lo encontré entre los archivos de casos que he resuelto." Le comentó Kudo cogiendo el dibujo de sus manos. "Parece que no soy solo popular entre los adultos. No sé ni porqué lo tengo..." Dijo echándole un vistazo al dibujo antes de guardarlo.
