La vie en rose
Summary: Ichigo y Orihime comparten un momento íntimo.
Ichigo y Orihime estaban solos en casa. Kazui estaba en una pijamada en casa de sus amigos y no volvería hasta el día siguiente. Inicialmente habían pensado en ver una película y comer unas palomitas, pero esos planes rápidamente pasaron al olvido. Un roce accidental, una caricia discreta y un beso furtivo, todo ello fue escalando hasta convertirse en algo más.
Ichigo lentamente se deshizo de la blusa de Orihime. Sus dedos acariciaban con infinita ternura la piel que se encontraba expuesta. Notó un leve rubor aparecer en la mejilla de Orihime y, aunque al principio tuvo sus dudas, no tardó en el motivo, la había escuchado quejarse con Rukia y Matsumoto de ello, algo que en teoría no debió escuchar.
Ichigo besó las estrías de su esposa. Quería que se sintiera amada, orgullosa. Esas marcas eran la prueba del milagro que se había formado en su vientre, pero ese no era el único motivo por el que lo hacía. Amaba a Orihime y todo en ella le parecía perfecto.
Los sonidos que Orihime emitía lo motivaban a continuar. Sus gemidos le parecían la más bella melodía y quería seguir escuchándola durante toda su vida. Ichigo quería despertar a su lado todos los días, que fueran sus ojos lo primero que viera al despertar y que su sonrisa lo acompañara por el resto de su vida.
Orihime colocó sus manos en las mejillas de Ichigo y guió su rostro hasta el suyo. Sus labios se encontraron, dando inicio a un beso apasionado. Las manos de Ichigo se posaron sobre la cintura de Orihime, estrechandola contra su cuerpo, sujetándola con mucho cuidado y algo de adoración. Orihime posó sus manos sobre el cabello de Ichigo, enterrando sus dedos sobre estos. Orihime adoraba la cabellera de su esposo, era algo que había disfrutado hacer desde que se habían besado por primera vez una tarde lluviosa.
Ambos se separaron por un periodo muy corto. Se desvistieron con calma, explorandose mutuamente. Habían estado casados durante años, pero seguían disfrutando del cuerpo del otro como si fuera la primera vez, seguían deleitándose ante cada parte del cuerpo del otro y enamorándose cada vez más. Ambos habían encontrado en el otro una cura para la tristeza que los había embargado durante tanto tiempo.
Sus miradas se cruzaron por unos instantes y una pregunta silenciosa surgió entre ellos. No necesitaron de palabras para saber cuál era la respuesta. El deseo estaba impregnado en el cuerpo y rostro de ambos.
Ichigo se posó entre las piernas de Orihime y la besó una vez más antes de adentrarse en ella. La calidez y lo estrecho de su cuerpo hacían que se sintiera en casa, estando con Orihime sentía que todo estaba bien.
Orihime enterró sus uñas en su espalda y lo tomó como una invitación para continuar. Sus embestidas se hicieron cada vez más veloces y los gemidos de Orihime más sonoros. Estaban solos en casa por lo que sabía que no había nada de lo que tuviera que preocuparse. No obstante la besó, disfrutando del olor de su piel y de la calidez de sus labios.
—Te amo.
—Te amo.
