Durante el año pasado y este, el restaurante para el que trabaja Mello ha tenido mejoras significativas. Ampliación de las instalaciones, área de descanso más cómoda, añadir al menú platillos más sofisticados y tener su propio pastelero profesional. Al señor Karlsson le está yendo de maravilla, y aunque Mello detesta al vejete, le llena de orgullo lo mucho que ha avanzado el restaurante a lo largo de los años. De alguna forma se siente parte de ese avance, no es el trabajo con el que soñaba, pero lo disfruta mucho, es el único lugar donde no le cuesta ser amable sin importarle la remuneración que recibe a cambio.

Es bueno en lo que hace, no cuida su puesto solo por agradar al vejete, sino más bien porque le gusta estar arriba de muchos, aunque sea por un escalón. Puede que el puesto de encargado ocasional se le haya subido a la cabeza como murmuran algunos a espaldas de él. Por ejemplo, a pesar de que Beyond ya superó la primera fase y ya no lo tiene que supervisar, aún sigue detrás de ese ojeroso en casi todo lo que hace para asegurarse que lo haga bien. No sabe en qué estaba pensando Near cuando le sugirió pedir empleo ahí, es más fácil que Matt logre mantener la verga guardada un fin de semana completo a que Beyond sea amable con los clientes.

Está tan familiarizado con las funciones de cada quien que es difícil que algo se le escape. Ya sea que a alguna mesa le falten cubiertos, o como ahora, que sus pupilas azules no pueden dejar de seguir a cierto castaño que toma la orden de una pareja. No tiene ni una hora de haber empezado su turno y le ha bastado para darse cuenta que Yagami no es el mismo de siempre.

—¿Tienes idea de que le pasa?

Lisa aparece de repente al lado de él, sonsacándole un leve respingo. Siempre le pasa lo mismo con ella, sus pasos son demasiado suaves y cuando se da cuenta ya la tiene a la par.

—¿De quién hablas? —Chasquea la lengua y frunce el ceño mientras desvía la mirada, observando el salón en general.

—¡De Light! —Contesta y hace un puchero, un gesto infantil que dista mucho del labial rojo intenso que usa— ¡Ha pasado de mí el día entero! —Se termina de acomodar su oscuro cabello en una coleta alta, luego se pasa las manos sobre el chaleco para alisarlo y asegurarse que está presentable.

—¿Yo qué voy a saber? —Encoge los hombros, fingiendo fastidio.

—Ni siquiera quiso ir a almorzar conmigo... —Suspira desanimada. Los dos entran en el mismo horario por la mañana, así que suelen tomarse la hora de almuerzo juntos o solo con unos minutos de diferencia para no molestar a los demás. A pesar de que se lleva bien con todos, Light es con quien más congenia, quizá porque la diferencia de edad es mínima.

Mello voltea a verla, le queda claro que son buenos compañeros, los ha visto en el área de descanso chismoseando, riendo o viendo vídeos en el celular. Sin embargo no le interesa nada de lo que le está contando, más bien con su mirada le exige que vuelva a sus labores y ella acata tras un respingo.

El rubio también da media vuelta cuando ve que el castaño camina en dirección a él. Empuja la puerta oscilante y se adentra al pasillo que divide las áreas para personal autorizado. Si piensa llamarle la atención, lo hará ahí y no donde los comensales puedan oírlo.

—Escuché quejas de la mesa tres —Mello logra sujetarlo del brazo cuando Light pasa a su lado—. Les llevaste la bebida incorrecta dos veces.

—No volverá a pasar... —Murmura, apartando la mirada de forma indiferente, aunque la verdad le afecta. Servir mal unas bebidas no es tan grave a comparación del suplicio que ha vivido el día entero, no es capaz de hacer las cosas bien por más que lo intenta y puede notar en el rostro de los clientes que no quedan satisfechos con su servicio.

—Lisa. —La chica voltea cuando escucha que Mello la llama, tenía intenciones de ir al baño, pero regresa y camina hacia ellos.

—¿Sí?

—Lleva esta charola a la cocina. —Mihael arrebata la bandeja con platos sucios de las manos de Light y se la entrega a Lisa.

La pelinegra asiente y acata la orden, no sin antes mirar al castaño y sonreír, esperando obtener el mismo gesto, y a pesar de que recibe una sonrisa, ésta luce apagada.

—Y tú —voltea hacia el castaño—, vete a tu lunch.

—Aún no tengo hambre.

—¿Acaso hablo chino, Yagami? —Se sitúa frente a él, enarcando una ceja—. Te vas a tomar quince minutos extra, comes algo, descansas un rato y cuando vuelvas no quiero verte con esa cara de muerto, ¿entendiste?

Light pone los ojos en blanco y suelta un bufido, no le queda de otra que murmurar un «está bien» antes de aflojarse el corbatín y caminar hacia él área de descanso.

Mello lo ve empujar la puerta con notable fastidio, en otra ocasión ese gesto le molestaría, hoy no. Sabe que Elle estuvo enfermo el día de ayer, así que asumió que el castaño debía estar cansado por haberlo cuidado, nada más. Sin embargo, al tenerlo cerca fue más notable la hinchazón de los párpados, coloreados de un leve tono rojizo. Puede ser que sea cansancio, pero no puede evitar recordar la vez del hospital cuando se quedó en el apartamento, tenía los ojos igual después de tanto llorar.

Yagami no es su mejor amigo, de hecho tampoco lo considera un amigo, al menos aún no. No obstante es un hecho que se está volviendo parte de ellos, así que se convence que preocuparse por él es normal. El problema es que nunca ha sabido cómo expresarse, no es solo con el castaño, es en general. Alguien en la casa puede estar enfermo y él con toda la buena voluntad lo ayudará a comer, pero es muy probable que sea poco delicado y le termine llenando la boca por demás debido a su poca paciencia.

Para su buena suerte, Beyond aparece— Te tengo un trabajo. —Indica Mello, corriendo hacia su amigo antes de que se le escape.

La aparición del pelinegro significa que no tendrá que seguir lidiando con su drama mental él solo.

—Ay, no. Ya te dije que a lavar baños yo no le entro. —Responde poniendo los ojos en blanco.

—No seas idiota. ¿Cómo te voy a mandar a lavar baños si estás sirviendo mesas?

—Bueno, entonces ¿qué quieres? —Hace una cara de fastidio, mostrándose apurado. Tenía planeado ir a ver a Louis, aprovechando que el restaurante está tranquilo, pero si hace rápido lo que sea que el rubio le pida, aún puede escabullirse después al área de repostería.

Mihael lo toma del brazo, llevándolo con él hasta llegar a la puerta del área de descanso. En ella se encuentra un vidrio circular, a través del cual Mello ubica al castaño dentro de la habitación.

—¿Qué le pasa a Yagami?

Beyond frunce el ceño, luego sus ojos siguen la misma dirección que los del rubio, encontrándose a Light acostando en uno de los cojines gigantes, con la mirada ida puesta en el techo.

—¿Y yo qué voy a saber? —Encoge los hombros e intenta dar media vuelta, pero Mello lo detiene.

—Si algo le pasó a Yagami, quizá Elle lo sepa y si Elle lo sabe, tú también deberías saberlo.

Oh, es que se me olvidó activar nuestro poder de gemelos —Beyond se lleva los dedos índices y medios de ambas manos a las sienes—. Espera, espera... creo que Elle está intentando decirme algo... —aprieta los ojos, como si estuviera invirtiendo todo su esfuerzo en ello— ¿Elle? ¿Sí? Sí, sí... ya le digo. Dice que dejes de hablar pendejadas. —Y tras eso, baja las manos.

Mello pone los ojos en blanco y debe reprimir el deseo de golpearlo.

—Serás imbécil... Me refiero que a pesar de que eres un idiota, eres la primera persona a la que Elle le cuenta todo.

—Pues ya te lo dije, no sé nada. —Intenta irse de nuevo, y otra vez es retenido.

—¡Entonces ve y pregúntale! —Exige, sujetándolo del brazo.

—Ni lo sueñes, estuve toda la mañana del sábado con él y fue tu culpa, por no saber mantener esa boca cerrada —le da una palmada en la mano para que lo suelte, lo que menos quiere es que le vaya a manchar la camisa blanca de su uniforme—. Así que mejor ve tú y averigua qué le pasa a mi cuñis.

—Parece que hasta ya lo aceptaste y todo. —Enarca una ceja, viéndolo a los ojos.

—Ocurrirá tarde o temprano, es mejor comenzar a asimilar la idea, y si te soy sincero ya no me molesta la presencia de Light —lo dice sin dejar de ver al castaño a través del vidrio. Ha notado a su hermano más feliz y eso le basta, así que más le vale que no esté jugando con él—. Por lo que solo faltas tú —voltea hacia Mihael, sonriendo de manera siniestra—, ve y forma lazos con tu nuevo hermanito. —Tras eso, gira la perilla y le da una palmada en la espalda al rubio, que más bien es un empujón.

Mello da media vuelta de inmediato, pero Beyond jala la puerta dejándolo adentro. Suelta un gruñido y empuña las manos, luego se yergue y alza el mentón para fingir que no ocurrió nada. Incluso voltea a ver con disimulo sobre uno de sus hombros para saber si Light notó algo extraño, sigue en la misma posición, a decir verdad ninguno de los empleados que está en la habitación parece haberse inmutado ante su repentina presencia, lo cual es una buena señal.

Ahora el dilema está en que no sabe qué hacer. Para alguien que empieza su turno casi al mediodía aún es muy temprano para almorzar, tampoco está en sus quince minutos de descanso como para ir a acostarse a uno de los sofás. Sabe que podría hacerlo, al menos unos cinco minutos y nadie le diría nada, pero eso sería aceptar que tiene tiempo para hablar con Light y no quiere hacerlo, más bien no sabe cómo.

Por el momento camina hasta la máquina dispensadora mientras piensa en algo. Mete unas monedas y selecciona el número sesenta y dos, viendo como una barra de chocolate comienza a girar hasta caer. Cuando se agacha para sacarla, escucha unas risas detrás de él, son unos compañeros que comen en una mesa, aún así voltea, el castaño sigue en ese cojín enorme. Esta vez no puede evitar sentirse molesto, y tras tomar la barra de chocolate, se endereza para dirigirse con pasos firmes hasta él.

—¿¡Acaso no te dije que comieras algo!? —Se sitúa frente al castaño, llevándose las manos a la cintura.

—¿Y yo no te dije que no tenía hambre? —Responde, cubriéndose los ojos con el antebrazo.

Mello frunce el ceño, pero no responde al instante. Muy pocas veces se detiene a pensar antes de hablar y esta ocasión es una de ellas. Las preguntas «¿estás bien?» «¿necesitas hablar?» se forman en su cabeza, ahora solo debe decirlas. Sin embargo, lo que termina saliendo de su boca es:

—¡Comete esto mientras tanto! —Casi le avienta el chocolate, haciendo que Light se retire el brazo de los ojos al sentir que algo le cae en el pecho— ¡Iré a ver qué puedo sacar de la cocina y más te vale comertelo todo! ¿¡Entendiste, Yagami!?

Ni siquiera le da tiempo de responder, tan solo da media vuelta. No sabe qué acaba de ocurrir y lo único que quiere es salir de ahí.

Light se endereza en el cojín hasta quedar sentado. Al principio no puede evitar ver el chocolate con algo de desconfianza, pero de pronto las palabras de Elle vienen a su mente, haciéndolo sonreír... «Mello no comparte su chocolate con cualquiera»

De alguna forma el rubio logró calmar un poco su tormenta interna con algo tan tonto como aventarle un chocolate. Pese a la amenaza, no quiere comerlo, así que lo guarda en la parte interna del chaleco.

Se deja caer de nuevo y su cabeza se ve invadida por recuerdos, pero esta vez son muy diferentes a los que hasta hace un momento lo atormentaban. Se ve siendo arrullado por Near, seguido por un Beyond quejándose porque es un pésimo ayudante de cocina, pero aún así ayudándolo con la lasaña, luego está Mihael poniéndole las cobijas encima cuando volvieron del hospital y por último Matt dándole de comer esa vez que se quedó en el apartamento. Después está Elle, el corazón le late diferente cuando se trata de él, pero la comodidad que siente estando con cualquiera de ellos es la misma. Siente que por primera vez tiene verdaderos amigos y eso le gusta.

Lleva años imaginando una vida donde solo están él y su madre, y todo esto desbarata sus planes. Sin embargo, las palabras de Near resuenan en su cabeza. Es cierto que no va a dejar de amarla por querer a otras personas, eso sería imposible, ella es lo más importante. Pero a pesar de saberlo, no puede evitar torturarse, siente que la está traicionando. No tendría porqué soportar este sufrimiento, si tan solo estuviera dispuesto a dar un paso atrás y volver al camino que trazó hace años. Y ahí está el problema: ya no quiere esa vida, la ama, pero también quiere tener amigos.

Desde el día que aceptó ese deseo y comenzó a imaginar un futuro diferente al planeado, una voz se instaló en su cabeza acusándolo de mentiroso. Son sus miedos hablando, haciéndole creer que está destrozando el futuro que siempre soñó y está aterrado porque él quiere ser todo lo que ella necesita, lo que significa que ella también debería ser todo lo que él necesita.

oOo


Diane observa a Sachiko, quien desde su asiento mueve la pierna de arriba a abajo mientras se frota las manos con notable nerviosismo. El silencio se ha prolongado por casi dos minutos en los que no ha hecho contacto visual. Este día la nota tensa y con menos deseos de charlar de lo habitual, de hecho su expresión corporal le remarca lo incómoda que esta.

—Supe que tu hijo vino el sábado y te trajo un kit de crochet —continúa con la sesión, la cual hasta el momento ha sido a base de monosílabos como respuestas— ¿Te unirás al taller de costura?

—Hoy fue la primera clase. —Pese a que la respuesta es inmediata, también es tajante.

—¿Y qué te pareció?

—No me gustó. —Se cruza de brazos y se reclina contra el sofá, una acción que inconscientemente hace para tomar distancia.

—¿Y qué fue lo que no te gustó?

—Me dijeron que debería iniciar con algo más fácil que un par de guantes. —Masculla, apretando demasiado los dientes.

Sachiko ha lucido molesta y ansiosa desde que entró en la habitación, por lo que Diane duda que esa furia sea a causa de unos guantes, y si lo es, debe haber un motivo adicional.

—¿No crees que es una sugerencia razonable? Tengo entendido que tejer guantes es muy difícil...

—¡Pero tienen que ser guantes! —Exalta, empuñando las manos.

—¿Y por qué guantes, Sachiko? —Hace la pregunta despacio y manteniendo la voz serena mientras la ve temblar y frotarse las manos en los muslos.

—Porque se lo prometí... —solloza un poco— ¿si no le puedo tejer unos simples guantes, qué puedo hacer por él? —No son solo los guantes, en clases le fue muy difícil controlar la aguja y la lana porque las manos le temblaban demasiado, ¿cómo se supone que será una buena madre si es una inútil? —Y si yo no puedo, seguro se los va a comprar él...

Sachiko no es tonta, su hijo no puede estar pagando ese centro solo. Así que si la estancia ya le era difícil, se ha vuelto un infierno desde el sábado que Light se fue, después de llegar a la conclusión que lo más lógico es que Elle sigue presente y que quizá nunca dejó de estarlo.

—¿Quién es él... ? —Pregunta luego de unos segundos, se tomó su tiempo para observar con detenimiento los gestos que realizó luego de esa última declaración; porque a veces las expresiones corporales dicen mucho más que las palabras.

Sin embargo, Sachiko se percata que habló de más. No quiere hablar de Elle Lawliet en terapia, lo único que quiere es...

—Quiero volver a mi casa... —gimotea, ocultando el rostro entre las manos.

—¿Por qué, Sachiko? Vas muy bien con el tratamiento, ¿no crees que vale la pena continuarlo?

—¡Pero voy a terminar perdiendo a mi hijo si me quedo! —Se larga a llorar, llegando en algún punto a tironearse el cabello.

—Sachiko... —Diane tiene que levantarse para tocarle suavemente el brazo, ya que al parecer Sachiko no la escuchaba y estaba empezando a caer en una espiral de pensamientos negativos.

—Light está mejor sin mí, ¿verdad? —Levanta la cabeza, como si hubiera llegado a una nueva conclusión. —Todos parecen estar mejor lejos de mí, por eso siempre me dejan, ¿no es así? —A su rostro ya empapado se le añaden nuevas lágrimas mientras se abraza a sí misma. —Todos me dejan porque soy un monstruo... — Vuelve a romper en llanto. La manera en la que pasa del enojo a la calma y luego al llanto inquietaría a cualquiera. —Pero yo no quiero ser así... lo juro... lo juro... yo no quiero hacerle a Light lo mismo que le hice a Sayu... —Alza la cabeza otra vez y junta las manos, como si le implorara a su terapeuta que la ayude, que saque de su mente esas imágenes que la torturan.

—¿Qué pasó con Sayu, Sachiko? —Se inclina un poco hacia adelante con cautela, sin invadir su espacio personal, para darle una sensación de confidencialidad y cercanía.

Sachiko agacha la mirada y se muerde los labios. Por mucho tiempo ese recuerdo permaneció dormido gracias al alcohol, encerrado en alguna parte y no habló de él ni una vez en todos estos años, pero ahora debe lidiar con ello a diario, porque la persigue hasta en sus sueños.

—Yo... —llora más fuerte como lo ha hecho muchas noches— Yo... intenté matarla... —Y una vez que lo confiesa, las lágrimas fluyen a borbotones al igual que las palabras— quise asfixiarla... y si mi esposo no hubiera llegado... yo... yo la habría matado... ¡habría matado a mi propia hija...!

oOo


A pesar de que el día entero fue un suplicio, lo más difícil está por comenzar. Observa el número en la puerta, el cual desde hace unas semanas es el número setenta. Tiene la llave de ese apartamento, hace mucho Elle le dio una copia. Sin embargo, no se atreve a abrir.

Durante su hora de almuerzo, llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era dejar de intentar encajar en una vida que no es la suya. Lo que significa que debería regresar a su realidad.

En ese momento le pareció una buena idea, aunque no volvió a pensar en ella durante toda la tarde. Ahora entiende por qué: no quiere hacerlo.

De nuevo se siente estancado, pero no puede seguir huyendo, no cuando un repentino sonido le sonsaca un respingo. La melodía de su celular. Se palpa por todas partes apurado, buscándolo, hasta que recuerda que lo guardó en su maletín. Sin embargo, antes de poder tomarlo, la puerta se abre, apareciendo Elle sin camisa y con el celular pegado a la oreja.

—¿Por qué no habías entrado? —Pregunta enarcando una ceja y desconectando la llamada. Le pareció que ya era muy tarde para que Light aún no volviera, así que decidió llamarlo y fue cuando escuchó que la melodía venía de afuera.

—Justo acabo de llegar. —Se yergue y finge una sonrisa cuando pasa al lado del pelinegro.

—¿Y cómo estuvo tu día? —Lawliet toma un vaso y una botella de whisky de su mini bar. Ha intentado no beber en casa por Light, pero hoy lo necesita, además suele tomar nada más una copa, solo para relajarse.

—Bien.

Elle frunce el ceño, lo ve tirar el maletín al sofá, algo que en otra ocasión le molestaría porque para eso hay un lugar en el vestidor donde podría guardarlo. No obstante, esta vez dicha actitud despierta una alerta en él.

—¿Te pasa algo?

El castaño voltea al instante y forzando una sonrisa, menea la cabeza.

—No, no, nada.

Sin embargo, en ese momento puede prestar más atención a su rostro. En la mañana tuvo que salir temprano, por lo que hablaron poco o nada.

—¿Estás bien? —Se acerca despacio y le acaricia la mejilla antes de tomarlo de la mano—. Ven, siéntate.

Erróneamente intuye que dicha carita se debe a lo cansino que debió ser cuidar de un enfermo el día previo. Light toma asiento en el sofá, quedándose sin palabras cuando lo ve acuclillarse frente a él.

—De seguro lidiar conmigo fue todo un martirio. Lo siento —menea la cabeza, sintiendo las mejillas calientes. Le retira los zapatos junto con los calcetines y luego se levanta—. Pero hoy yo cuidaré de ti. —Dice tras inclinarse hacia adelante, acompañando sus palabras con un beso en la frente. Acto seguido toma los cojines y los coloca en la espalda de Light—. ¿Estás cómodo? ¿Dime qué te apetece para cenar? Lo que tú quieras.

—No... no tengo mucha hambre... —Logra hilar esas palabras pese a que su mente parece haberse entumecido.

Elle suspira, ha notado que Light puede pasar de comer demasiado a apenas probar la comida, siendo lo último más recurrente que lo primero.

—¿Por qué no lo piensas un rato? —No es alguien que desista fácilmente y está decidido a consentirlo. —Mientras yo voy por una crema, ¿te gustaría un masaje en los pies? —Pregunta sujetándolo del mentón antes de darle otro beso en la frente. No obstante, una mano le sujeta la muñeca antes de poder dar media vuelta.

—Elle... espera...

Si piensa decir algo, este es el momento. Pero de nuevo sus pensamientos no logran ponerse de acuerdo y Elle con todo lo que hizo solo los alborotó aún más. Es increíble que alguien con solo verlo se dio cuenta que no se siente bien y que ese mismo alguien también parece dispuesto a hacer lo que sea para hacerlo sentir mejor. Y es chocante. Es chocante darse cuenta que antes careció de tanta atención, es algo tan obvio y quizás nunca lo notó porque jamás fue parte de su día a día. Eso lo lleva a pensar: ¿por qué esta no puede ser su realidad? ¿Por qué esta no puede ser su vida si es él quien la está viviendo?

Sin embargo, Elle interpreta ese silencio de una manera diferente.

—Estás así por lo de ayer, ¿verdad? —Suspira, lamiéndose los labios nervioso— Por lo que hicimos y por lo que te dije.

Es como si un balde de agua fría le hubiera caído de repente. Pasó gran parte del día rememorando lo ocurrido con una sonrisa en los labios, sin saber qué pasaría, pero queriendo creer que esta vez sería diferente. No sabe si puede pasar por esto de nuevo y el nudo en la garganta amenaza con estallar, no quiere que Light lo vea así. Sin embargo, la tristeza es tan palpable en su semblante que es imposible que Light no lo note.

—¡Elle, espera! —Salta fuera del sofá para tomarlo de la muñeca cuando lo ve dar media vuelta. No soporta verlo así, sobre todo cuando lo de ayer fue lo mejor que le ha pasado últimamente— Espera... —respira un poco agitado al momento que el otro voltea y sus miradas se encuentran— Solo... no me arrepiento... por favor no creas eso... es solo que... es algo difícil de procesar.

Lawliet sonríe por acto reflejo, aún se siente nervioso. Lo vuelve a tomar de las manos mientras suspira, intentando calmar los espasmos de su estómago.

—Lo sé, para mí también lo es, pero quiero todo contigo Light. Dime qué...

—Vayamos despacio... —Interrumpe, cabizbajo y temblando. —Yo también quiero pero... —suelta el aire y levanta la cabeza— vayamos despacio...

La voz se le corta, no porque se arrepienta, sino porque las mariposas que lo invadieron la noche anterior vuelven a aparecer, revoloteando por todas partes.

Y aunque para cualquiera "ir despacio" no significa nada, para Lawliet lo es todo. De alguna forma siente que es el avance más significativo que alguna vez han dado, porque por primera vez Light expresa querer lo mismo, lo que significa que existe una posibilidad. Debe hacer uso de todo su autocontrol para no lanzarse contra él y abrazarlo, porque eso no sería precisamente "ir despacio".

—Iremos a tu ritmo —le asegura, acercándose hasta que el espacio entre ellos es casi nulo—. Yo me encargaré de despejar todas tus dudas. —Sonríe y le aparta con delicadeza algunos mechones de la frente.

—¿Y si te aburres de esperar? —La pregunta sale por sí sola, y se arrepiente de inmediato, porque en ella deja entrever uno de sus tantos miedos.

Sin embargo, Lawliet no se sorprende, ha lidiado con esas inseguridades antes, de hecho son la razón por las que él no ha desistido, porque hace mucho se dio cuenta que Light siempre huye por sus miedos y no porque no lo quiera.

—A esta altura ya deberías saber que yo seguiré a tu lado mientras tú me lo permitas, y espero que eso sea para toda la vida.

Light siente que el corazón le da un vuelco al mismo tiempo que toda la sangre de su cuerpo corre y se concentra en su rostro.

—Dijiste que... —en un acto reflejo da un paso hacia atrás, balbuceando inevitablemente— Dijiste qu-que pedirías co-comida, ¿cierto?

—Sip, ¿ya pensaste en algo? —Pregunta rascándose el abdomen descubierto.

—Pizza —es lo único que dice mientras toma su maletín y se agacha para levantar los zapatos—. Iré a cambiarme.

Elle no intenta detenerlo, necesita estar solo para poder procesar lo que acaba de ocurrir, así que le dice que hará el pedido en la cocina dando la excusa estúpida que ahí tiene mejor señal, al menos así podrá tomar alguna cosa con la cual bailar sin delatarse.

Al igual que el pelinegro, Light mantiene su temple al dirigirse a la habitación, pero una vez que se encierra en el vestidor, deja escapar el aire mientras camina hasta el diván, las piernas le tiemblan y necesita sentarse. Las palabras de Elle se reproducen en su cabeza, haciéndolo sonreír y balancear los pies de arriba a abajo con rapidez para liberar un poco la emoción.

No lo piensa, tan solo toma su maletín y revuelve todo lo que hay adentro hasta dar con una pequeña libreta, la cual ahora lleva siempre con él. Es lo único que rescató de terapia. La terapeuta le pidió que escribiera sobre lo que quisiera, y aunque dejó de ir, conservó la idea. No escribe mucho, ni tampoco a menudo, pero las hojas de esa libreta guardan pequeñas notas de momentos que para él significaron demasiado, como el día que tuvo que presentarse para rendir los exámenes finales o lo último escrito acerca del parque de diversiones.

"Lunes 4 de noviembre:

Estoy feliz. Elle ha dicho que se quedaría conmigo la vida entera. Es la primera vez que siento que alguien de verdad quiere estar conmigo... "


N/A:

¿Cómo que el poder de gemelos no existe? ¡Fuimos timados! (A ver, ¿qué respondería bob esponja aquí?)

Esto fue un capítulo corto, un poco... ummm no diría flojo porque no. Es de esos capítulos que tienen que pasar porque obviamente son parte de un todo, así que aunque haya sido chiquito y con pocas cosas, debía pasar. Creo que vamos a una racha de capítulos "cortos" o bueno, eso digo yo, jaja.

Aaaay, esperen, llamando flojo al capítulo y la Sachiko confesando que quiso matar a la hija. No pos wow, ¿pensamientos al respecto?

No hay mucho que decir, chichis. Más que seguirles agradeciendo por su apoyo. Mi beta y yo les agradecemos 3