Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. Este fanfic no tiene ánimo de lucro.
Beta: Usura-tialmant, Funeral-Of-The Humanity, Noin no Nogitsune & akasha-bennington
Advertencias: Shonen ai, Pov Sasuke. Este fanfic tiene todos los derechos reservados © solochely (2019). La distribución del mismo, parcial o total, en cualquier otro medio -físico o digital- no autorizado será motivo de las acciones oportunas.
SASUKE
Domingo, 19 de octubre
09:10
Cuando comenzó a recuperar la consciencia, sintió todo su cuerpo terriblemente pesado. Tanto, que le pareció un esfuerzo sobrehumano abrir los ojos y comenzar a enfocar la vista en lo que sabía que era su habitación en el hospital. Reconocería esas paredes blancas en cualquier sitio, así como el pitido de la máquina que tenía a su lado, marcando cada uno de los latidos de su corazón.
—Hey, buenos días.
Al igual que reconoció al instante la voz que le saludó, y giró la cabeza para poder mirarle a los ojos. Esos ojos que siempre le hacían sentir en calma, y en los que podía ver todo lo que le quería, a pesar de todo.
—Buenos días —le sonrió levemente.
Y es que no sentía fuerzas para hacer nada más. A duras penas podía mantenerse despierto.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó al tiempo que le apartaba el flequillo de la cara.
Cerró los ojos al sentir el tacto de su mano acariciarle la mejilla, ladeando un tanto más la cara. Y aunque se sentía totalmente exhausto, encontró la energía para sujetar la mano de Naruto ahí, para que no la apartara, y le dio un beso en la palma. Quería alzarse para poder abrazarle, y besarle en los labios, pero simplemente estaba agotado.
—Cansado —le respondió tras unos segundos.
—Bueno, entonces duerme un rato más —le dijo al tiempo que se inclinaba sobre él, dándole un beso en la frente. —Yo me tengo que ir ya, voy a llegar tarde al aeropuerto.
—¿Dónde te vas? —preguntó desconcertado.
—A Melbourne, ¿no te acuerdas?
—¿Por qué?
—Voy a estudiar allí, Sasuke.
¿Naruto… se marchaba de nuevo? ¿A Melbourne? ¿Australia?
Su pulso comenzó a acelerarse al procesar aquellas palabras. ¿Por qué se iba tan lejos? ¿Es que no había escuelas en Japón? ¿Por qué se marchaba a dónde no podía seguirle?
—No te vayas —le suplicó. —Naruto, no te vayas.
—Sasuke, si quiero triunfar como fotógrafo, tengo que ir allí. Es una de las mejores universidades y al menos no está tan lejos como Francia. Ya hemos hablado de eso.
—No…
Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada más, el nudo que se le formó en el pecho comenzó a ser tan doloroso que tan sólo pudo cerrar los ojos con fuerza, perdiendo el aliento por un momento.
Y durante unos segundos pensó que pronto se pasaría… Pero el dolor sólo iba a más. Se llevó la mano al pecho, estrujando la camiseta con fuerza. Fue cuando escuchó resonar los pitidos de la máquina que fue consciente de que… muy seguramente… le estaba dando un infarto.
En la lejanía podía escuchar la voz de Naruto, llamándole una y otra vez, pero lo único en lo que podía concentrarse era en respirar ese aire que no le llegaba a los pulmones, sintiendo el potente palpitar de su corazón contra su pecho.
Todo terminaba ahí, era consciente de ello. Pero alguna parte de su mente no paraba de rogar por que aquello no sucediera. No quería morir. Quería seguir viviendo, y quizás convencer a Naruto de que no se marchara. O quizás, tal vez, llegaría ese riñón que le permitiría ir con él donde quisiera que fuera a marcharse. Le daba igual. Pero no quería morir.
Pero por más que se retorcía y le rogaba a los Dioses que su vida no terminara así, aquella agonía parecía no tener fin.
Hasta que, de repente, cesó el dolor. Lentamente volvió a coger aire, y aún con el susto en el cuerpo, abrió los ojos sintiéndose más liviano. Sin embargo, la tranquilidad le duró lo que tardó en procesar lo que estaba viendo.
Era él mismo. No le cabía duda. Se veía como si fuera su reflejo en un espejo, solo que él estaba bien despierto y su otro yo seguía tumbado en la camilla del hospital, un pitido continuo invadiendo la instancia. Su rostro estaba totalmente desencajado, los labios ligeramente entreabiertos.
¿Estaba… muerto…?
Comenzó a respirar por la boca contemplando aquella idea. ¿Había muerto realmente, y se estaba viendo a sí mismo desde fuera? Porque otra explicación no podía encontrar. Igualmente era incapaz de pensar en nada más, viendo su propio cuerpo inerte. Y sintiendo una punzada en el pecho, se irguió, percatándose de nuevo ahora de la otra presencia en esa habitación…
—Naruto… —lo llamó con un nudo en la garganta.
Pero aquel no reaccionó a su llamado, sus ojos clavados en el cuerpo que seguía tumbado en la camilla, completamente inmóvil.
—Naruto —volvió a llamarle.
Quiso ponerle las manos en los hombros para zarandearle y que le devolviera la mirada, pero le traspasó, como si no fuera más que aire, cayendo él al suelo. Fue entonces que el rubio pareció reaccionar, comenzando a respirar a bocanadas.
—Sasuke… —le llamó en un murmullo. —Sasuke, despierta.
—Naruto, estoy aquí.
El miedo comenzó a invadirle por entero al ver que, realmente, Naruto parecía no poder verle. Ni escucharle.
—Sasuke, no me jodas —comenzó a zarandearle. —No tiene gracia.
Pero obviamente… su cuerpo no reaccionó. ¿Cómo iba a reaccionar si él estaba ahí, tirado en el suelo tras él?
—¡Sasuke, para de una puta vez! ¡No tiene gracia! —gritó con desesperación.
Pero por más que quisiera… Por más que aquel suplicara… Su cuerpo no se movía. Y la misma desesperación de Naruto comenzó a engullirle a él.
Se había muerto.
Y por más que quisiera llamarle, Naruto no podía oírle.
Y cuando aquel comenzó a llorar en completa agonía, abrazando su cuerpo inerte, su pecho comenzó a dolerle de nuevo de forma inhumana. Era tal el dolor que quería gritar él también. Quería que Naruto dejase de llorar. Él seguía ahí, aunque no pudiera verle. Pero el llanto desconsolado del rubio no cesaba, perforando cada rincón de su ser.
De golpe abrió los ojos, respirando frenéticamente por la boca y con la mano aferrada a la camiseta sobre su pecho.
¿Realmente se había muerto? ¿O había sido un sueño?
¿Había estado Naruto ahí? Podía sentir como si así fuera; como si su presencia estuviera a su lado. Aunque no se atrevía a girar la cabeza para confirmarlo. No quería girarse y verle ahí, sufriendo por él, ni que le repitiera de nuevo que se marchaba. Lejos.
Pero, ¿cuándo era que habían hablado sobre que Naruto se iba a ir a estudiar fuera? Ahora no recordaba haber tenido nunca una conversación así con él.
Debía de haber sido un sueño, de otra manera no podía explicárselo.
Sólo eso fue lo que le dio las fuerzas suficientes para girarse a corroborar que realmente Naruto no estaba ahí, reconociendo ahora su habitación al ver el escritorio, pudiendo así comenzar a controlar el ritmo de su respiración.
Le llevó largos minutos de respirar a conciencia, procesando lo que acababa de suceder, para poder terminar de creer que en verdad seguía entre los vivos.
Relajó la mano, en plano sobre su pecho, sintiendo sus propios latidos para acabar de convencerse a sí mismo, para luego pasársela por la frente y apartarse el sudor frío que le empezaba a brotar.
Si aquello había sido una pesadilla, había sido excesivamente vívida.
"Naruto…", se cubrió los ojos con el brazo, dejando escapar las lágrimas.
No quería morir. No ahora que le tenía a él. Y tampoco quería dejarle solo con todo aquel dolor. Si verdaderamente muriese…
"Naruto…", ahogó un gemido, mordiéndose el labio.
No quería dejarle solo. Aunque quizá, de entre ellos dos, Naruto sería el único capaz de volver a rehacer su vida. En cambio él, si no tuviese a Naruto… Si le ocurriese algo…
Con contenida calma, dejó escapar el aire por la boca, sintiendo el sabor salado de sus lágrimas. Si Naruto desapareciera ahora de su vida, sería entonces cuando ya sí que no podría encontrar de nuevo una razón para levantarse de la cama.
Tomando una profunda bocanada de aire, se secó la cara con la manga. Y, como de costumbre, alzó su brazo izquierdo para llevarlo cerca de su oído. Gracias a los Dioses que todo estaba normal, y no escuchó ningún sonido proveniente de aquellos bultos.
Necesitaba tomar un trago de agua para quitarse toda esa sequedad de la boca. Pero antes de hacer nada, alargó la mano hacia su mesita para coger el móvil. Tenía que cerciorarse de que Naruto estaba bien. Aquella pesadilla había conseguido asustarle.
Sin embargo, no encontró nada ahí y se quedó ladeado en la cama, buscando con la mirada por encima de la mesita, y luego por su escritorio. Pero no veía nada por allí encima.
"Espera… ¿Qué hago aquí?", se preguntó.
Lo último que podía recordar era que…
… había vomitado en la cocina la noche anterior.
"Viva yo…".
La había cagado.
Otra vez.
Lo último que podía recordar era la sensación de haber estado en el salón. No recordaba en ningún momento haber subido las escaleras. Al menos no por su propio pie. Itachi debía de haberle traído a cuestas…
"Viva yo…", se repitió.
Aún así la horrible sensación que le había dejado aquel sueño hizo que se sentara en el borde de la cama, dejando de lado el malestar que sentía, y cuando se vio seguro de poder levantarse sin marearse, se alzó y encaminó sus pasos hacia la puerta.
No recordaba exactamente cuándo fue la última vez que usó el móvil, pero tenía que encontrarlo.
—Sasuke, hijo —le llamó su madre desde el fondo del pasillo.
Justo parecía que fuese a venir a despertarle.
—El desayuno está listo.
—Ahora voy —desvió su trayecto hacia el baño.
Si su madre no se había enterado de lo que ocurrió la noche anterior, y si Itachi no le había contado nada —como esperaba por los dioses que hubiera hecho—, no quería preocuparla de nuevo. Debía de tener un aspecto terrible. Cosa que confirmó al mirarse al espejo, antes de lavarse la cara. Estuvo ahí echándose agua fría durante un buen rato. Esperaba poder disimular aunque fuera un poco la rojez de sus ojos. Tal vez con el frío se le fueran las tonterías de la cabeza. También se peinó bien, y se echó la crema hidratante por la cara y los brazos antes de bajar.
No sabía si sería capaz de ocultar la desazón que le recorría el cuerpo, pero debía bajar a comer algo para poder tomarse las pastillas. Y buscar el móvil.
«¿Por qué yo… Itachi? ¿Por qué yo…?», le llegó el retumbo de sus propias palabras.
Le dolía la cabeza sólo de empezar a recordar todo lo que había ocurrido por la noche. ¿Por qué había vuelto a sumirse en aquel estado? Estaba agotado de esa situación, y estaba agotado de sí mismo.
—Va, Sasuke, que se enfría la comida —le llamó de nuevo su madre desde la cocina.
—Voooy.
Pero necesitaba encontrar el teléfono antes.
"Naruto…"
Sabía que era infundado. El miedo que sentía no era más que fruto de aquella pesadilla. Pero tenía que comprobarlo por sí mismo.
Por eso no pudo más que comenzar a desesperarse cuando estuvo unos minutos rebuscando entre los cojines del sofá, sin encontrar el dichoso aparato.
—¿Qué buscas, hijo? —le preguntó su madre al entrar al salón.
—Mi móvil.
Exasperado, se quedó de rodillas tirando de los mechones de su flequillo tras inspeccionar con la mirada bajo el sofá. Y no encontrar nada.
—¿Has mirado en tu escritorio?
—Sí, mamá, sí —contestó algo irritado.
—¿Y detrás de la cama?
De un respingo, se levantó de ahí y a prisa volvió a subir a su cuarto. Cierto era que a veces, cuando se quedaba dormido, el teléfono aparecía a la mañana siguiente tras el pequeño hueco que había entre el colchón y la pared.
Pero nada.
Nada de nada.
Y ya no sabía dónde más buscar. ¿Tal vez en el baño?
"Piensa, Sasuke, piensa…", se instigó.
¿Cuándo fue la última vez que lo tuvo en las manos?
"¡Ah!", recordó al fin.
Estuvo chateando con Naruto antes de quedarse dormido en el cuarto de su hermano. Debía de estar ahí en alguna parte.
¿Se habría levantado Itachi ya? No sabría decir, pues no se había percatado de si estaba en la cocina desayunando o no, o si tan siquiera estaba en casa. Así que, cuando llegó frente a su puerta, y al encontrarla cerrada, dio unos tenues golpes, no queriendo despertarlo si es que seguía dormido. Por eso no pudo evitar dar un respingo cuando, ni dos segundos después, la puerta se abrió justo cuando iba a poner la oreja.
—Buenos días —le saludó aquél, sin moverse de ahí.
—Buenos días —le contestó enseguida.
Ambos se quedaron mirando fijamente durante unos segundos, Sasuke empezando a escuchar sus propias pulsaciones resonarle en los oídos. ¿Por qué no se apartaba?
—¿Ocurre algo? —alzó una ceja.
—Mi móvil —respondió en el acto. —Me lo olvidé anoche.
—Ah…
Y por fin le dejó entrar. ¿Qué se había pensado? ¿Que quería espiarle o qué?
Pero no quiso darle más pensamientos, acercándose apresurado hasta la cama —ya hecha— y comenzando a buscar alrededor. Parecía no haberlo encontrado entre las sábanas pues lo habría dejado sobre la mesita de haberlo hecho, y algo en el fondo de su mente le empezaba a decir que no lo iba a encontrar cuando no vio nada ni bajo el escritorio, ni en ningún sitio a la vista. Ni tampoco entre el colchón y la pared. Ni debajo de la cama.
Simplemente quería llorar.
Ese maldito aparato era lo único que le unía ahora a Naruto y si le había ocurrido algo, no iba a poder contactarle. Si le había pasado algo…
—¡Joder! —golpeó el suelo con los puños con rabia.
—Sasuke, ¿se puede saber qué te pasa?
—Mi móvil… —dijo entre dientes conteniendo su tono de voz. —Necesito mi móvil…
—¿Tenía el volumen puesto?
—No.
Si no fuera porque la mayor parte del tiempo lo tenía en silencio, llamar a su número sería lo primero que hubiera hecho.
Con un suspiro de resignación, su hermano comenzó a moverse por el cuarto también, en busca del teléfono. Y estaba a punto de que se le saltaran las lágrimas, cuando aquel tiró de las mantas de su cama, deshaciéndola por completo… y lo encontró ahí. Se había quedado atrapado al pie, entre los pliegues de la manta.
—Toma, anda —le tendió el aparato.
Y ahora que lo tenía entre las manos, se sentía ridículo, viendo a Itachi suspirar de nuevo.
—Vamos a desayunar ya que se va a enfriar.
—Unn… Ahora bajo.
Pero a cada segundo que pasaba sin que su hermano se moviera de ahí, sin apartarle la mirada siquiera, hacía que todo su cuerpo se tensara. ¿Iba a echarle la bronca por haberse comportado como un histérico? ¿Iba... a contarle a su madre lo que ocurrió por la noche…?
—Vamos a desayunar —le repitió otra vez.
—Sólo es un momento, Ita-
—Sasuke —levantó un dedo en advertencia. —Vamos a desayunar he dicho. Sea lo que sea puede esperar. ¿Te has tomado ya las pastillas?
"Ah… Claro…", sintió como si le colgaran de los hombros una tonelada.
Había muy pocas cosas que hicieran que Itachi le hablara con severidad: una era su dieta; otra, su falta de atención en todo lo que respectaba a su medicación; y la última y peor de todas, la forma en la que le hablaba a veces a su madre.
No es que pudiera cuestionarle, pues sabía que tenía razón en todo ello. Aún así no quería ver cómo la decepción cruzaba su cara...
—No —contestó seco, clavando la mirada en el suelo.
—Anda, tira —le puso una mano en la espalda, empujándole para que saliera.
Y no es que quisiera discutir con él, mucho menos con todo lo que había tenido que soportarle últimamente… Menos aún después de que se hubiera visto forzado a cuidarle como si no tuviera más de cinco años la noche anterior… Pero necesitaba llamarle. Necesitaba escuchar la voz de Naruto y cerciorarse de que estaba bien.
Por eso, cuando llegó a borde del primer escalón, con Itachi pisándole los talones, se detuvo en seco, apretando el aparato en su mano.
—Sólo un minuto —le pidió en un murmullo, no atreviéndose a mirarle a la cara pues sabía que estaba colmando su paciencia.
—Uno sólo —le concedió al pasar por su lado para bajar.
Y casi se le saltan las lágrimas.
Si Itachi supiera por qué se sentía tan desesperado, seguramente no estaría siendo tan inflexible… Pero no quería contárselo. Bastante lastre había sido ya.
Sin embargo, ahora en lo único que podía pensar era en escuchar la voz de Naruto, y a prisa dirigió sus pasos hacia su habitación para cerrar la puerta y que no le escucharan. Y en cuanto se vio a salvo, marcó su número.
Naruto solía salir disparado en cuanto escuchaba su teléfono sonar. Así que esperó con paciencia durante los primeros tonos. Pero después de que saltara el contestador automático la primera vez, sintió como si se le helase el cuerpo. De nuevo, volvió a llamar. Haciendo que la sensación se acrecentara a cada pitido que escuchaba.
—¡Sasuke! —escuchó la voz amortiguada de su hermano.
Y sabía que iba a conseguir que Itachi se cabreara… Pero quiso darle un último intento.
En vano.
No era habitual que Naruto dejara escapar una llamada. Y ese hecho estaba consiguiendo encogerle el pecho. ¿Y si realmente le había ocurrido algo?
—¡Sasuke!
"Van dos…", se advirtió a sí mismo, mordiéndose el labio.
Si Itachi tenía que llamarle una tercera vez, iba a estar cabreado por lo que restaba de día. Estaba seguro.
—Vooy —dijo al aire, encaminando sus pasos hacia las escaleras.
De verdad que a veces no parecía más que un crío. Especialmente en momentos como este. Bueno, últimamente en realidad. Parecía haber perdido toda la libertad y el poder de decisión que había ido ganando durante los años en cuestión de unas pocas semanas. Todo por su mala cabeza.
Con fingida calma, se sentó a la mesa junto a su hermano y se tomó la primera pastilla con un corto sorbo de agua. Debería habérsela tomado nada más levantarse… Pero para variar, había antepuesto otras cosas. Por lo que inclinó un tanto la cabeza para dejar que el flequillo le tapara un poco la cara. Si Itachi se había dado cuenta o no, no quería saberlo.
"Ciencuenta mililitros…", contó para sí.
—Madre, hoy no me esperéis para comer —comentó su hermano tras un rato. —Voy a salir con Konan a dar una vuelta.
—Como quieras, cariño. Avísame si vas a llegar tarde.
—Claro.
—¿Y tú, cielo? ¿Vas a salir hoy?
—No creo… —murmuró.
Ciertamente, quería huir de ahí. No quería quedarse encerrado entre esas paredes…
Sin embargo, se sentía totalmente pesado y agotado, y lo único que tenía en mente era poder hablar con Naruto, y quizá empezar de nuevo con aquel cuadro que le encargó Minato, si es que no se echaba un rato más en la cama.
—¿Estás bien, hijo?
—Unn… —asintió levemente, llevándose a la boca un poco de arroz.
—Pareces cansado.
—¿Has podido hablar con él? —le preguntó su hermano sin rodeos.
Y sintió que se le congelara el cuerpo entero.
¿Cómo…? ¿¡Cómo sabía que quería llamar a Naruto!?
"Sólo está tanteando…", siguió masticando con fingida calma, sintiendo ahora que le subiera el rubor.
—¿Ha ocurrido algo? —preguntó su madre con preocupación.
—No —respondió Sasuke en el acto, queriendo dar el tema por zanjado.
Pero al parecer, no era ésa la intención de su hermano.
—Venga ya, Sasuke, ¿por qué tanta desesperación entonces?
"Itachi…", le maldijo en sus adentros, alzando la vista lo suficiente para poder mirarle de reojo.
¿Cómo diantres había adivinado lo que quería hacer con el móvil?
Y supo que le había pillado desde el primer momento cuando vio una sonrisa burlona escurrirse de sus labios. ¿Lo de estar atosigándole antes… ¡había sido para mofarse de él!?
"Te voy a cortar la coleta… Ya lo verás…", le amenazó con la mirada.
Sin embargo, su duelo quedó ahí. Su móvil comenzó a vibrar haciéndole dar un respingo.
"¡Naruto!", rogó porque fuese él.
Pero antes tan siquiera de que pudiera comprobarlo, y bajo su estupor, Itachi se le adelantó alargando la mano y quitándole el teléfono de la vista. No pudo ni reaccionar, quedándose con la boca abierta mientras seguía con la mirada el recorrido del aparato de mano de aquel, hasta que se lo puso frente a la cara.
—Oh, es el dobe —amplió su sonrisa.
—Itachi, hijo.
—¡Itachi! —pudo reaccionar al fin, abalanzándose sobre él.
Pero no consiguió atraparlo, estirando su hermano el brazo hacia el otro extremo.
Sentía que se le fuera a salir el corazón por la boca. Sí. Quería hablar con él. Bueno, más bien dicho, necesitaba hablar con Naruto. Aunque fuera sólo un par de palabras para cerciorarse por su tono de voz que estaba bien.
Y era consciente de que de alguna manera su hermano lo sabía. Por eso no entendía ¡a qué demonios estaba jugando!
—¡Dame el teléfono!
—Shh… —le puso la mano en la boca para callarle.
Y la iba a apartar de un manotazo, y a soltarle las mil pestes. Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada más, pulsó el botón y cogió la llamada ante su incredulidad.
—Buenos días, Naruto-kun.
Simplemente, no se lo podía creer. Realmente le había quitado el móvil para hablar con él. Para hablar con SU rubio. ¿De qué? No tenía ni idea.
Incapaz de creer lo que veían sus ojos, se giró a su madre esperando que aquella hiciera algo en su defensa. Pero la encontró igual de pasmada que él mismo.
—¿Hola? ¿Naruto-kun?
E Itachi le apartó la mano de la boca para alzarla frente a su madre cuando aquella le cogió del otro brazo, pidiéndole de forma muda que le devolviera el teléfono. ¿¡Qué diantres se creía que estaba haciendo!?
—Ah, no, no. No te preocupes —rio suavemente. —Es sólo que el bobo se ha despertado con ganas de escuchar tu voz.
"¿Pero qué…?"
—¡Itachi! —le reprocharon a la vez su madre y él.
—¡Devuélvele el teléfono a tu hermano ahora mismo!
—¡Dame mi móvil!
Su madre sólo se limitó a cogerle del codo y tirar de él… Pero Sasuke no se lo pensó dos veces y se le echó encima, agarrándole la muñeca con fuerza para intentar que lo soltara. Era consciente de que probablemente acabaría tirando algo de la mesa… ¡Pero es que no entendía a qué venía todo eso!
Era la clase de chiquilladas que le hacía su hermano cuando tuvo su primer teléfono y comenzó a recibir llamadas de sus compañeros de clase... ¡Hacía ya más de seis o siete años!
—Cuando termine de desayunar te llama —le dijo con voz ahogada, forcejeando con él. —Ha sido un placer, Naruto-kun.
Y colgó.
El muy…
—¿¡Pero qué te pasa!? ¿¡Eres idiota o qué!?
—¡Esa boca, Sasuke! —le regañó su madre. —¡Suéltale ya!
Y sintiéndose abochornado por la situación —aunque ahora más bien quisiera coger las tijeras y cortarle la coleta— se alejó de su hermano, no sin antes hacerse con su maldito móvil.
"Uno de estos días…", le amenazó con la mirada.
—Ahh… —suspiró aquel cuando se vio libre. —Yo también te quiero…
—¿¡Por qué le has dicho eso!?
—Porque es verdad —respondió con calma, alzando una ceja y sonriendo socarrón.
Sabía que le estaba retando a decir lo contrario, así como también sabía que no iba a poder engañarle ni con la mejor de las mentiras. Lo que hizo que simplemente no pudiera controlar el rubor que empezaba a sentir subirle hasta las orejas.
—¡No es cierto! —quiso defenderse, sentándose de golpe en su sitio.
—¿Ah, no? —pronunció su sonrisa.
—¡No!
—¡Chicos! —alzó la voz su madre. —¡Ya está bien!
—¡Pero si ha empezado él! —acusó a su hermano.
—¡Me da igual quien haya empezado! ¡Tú, siéntate a comer de una vez! —le señaló con el ceño fruncido. —¡Y tú! —se giró a su hermano. —¡Que sea la última vez!
"¡Toma!", se burló en sus adentros de que regañara a Itachi también.
—¡Y nada de sonrisitas! —añadió, desviando la mirada del uno al otro con reproche, haciendo que ambos permanecieran tiesos en sus asientos. —Pero será posible…
—No te enfades, madre —sonrió levemente. —Sólo estábamos jugando.
"¡Tú estabas jugando, cabrón!", le maldijo en su interior.
Sin embargo, no hizo falta que le dijera nada. Sólo bastó la mirada que le dedicó su madre para que se le borrara a Itachi esa sonrisa de autosuficiencia en un instante. Esta vez, se lo había ganado a pulso.
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Domingo, 19 de octubre
09:55
Tras terminar de desayunar y recoger su parte de la vajilla, salió escopeteado de la cocina para encerrarse en su habitación antes de que a Itachi se le ocurriera de nuevo cómo sacarle los colores delante de su madre. No sabía qué mosca le había picado esa mañana, pero tampoco quería quedarse a averiguarlo.
Ninguno había vuelto a abrir la boca después de ese penoso incidente, aunque tampoco se le hizo del todo incómodo. Era la primera en bastante tiempo que podían compartir un silencio los tres juntos sin que quisiera levantarse de la mesa por las ganas de llorar. Ese tipo de silencios que empezaba a echar de menos compartir con Naruto.
Y con el que se moría de ganas por hablar, pero no paraba de preguntarse qué explicación le iba a dar por lo que había ocurrido antes, mirando fijamente la pantalla de su teléfono.
No quería mentirle, pero tampoco se sentía capaz de reconocer en voz alta que lo que le había dicho su hermano era verdad y contarle esa pesadilla que había tenido.
De cualquier modo, y a pesar de que podía deducir que el rubio estaba bien… Quería hablar con él. Así que no volvió a darle más pensamientos y pulsó el botón.
—¿Sasuke?
—Hey...
—¿Va todo bien? —preguntó algo receloso.
—Unn… —mintió.
Nada iba bien. Por unas cosas u otras, nada iba bien. Pero, ¿qué tenía que decirle? ¿Por dónde podría empezar a contarle nada? Sentía las pulsaciones en su cuello cada vez más potentes.
Todo era demasiado caótico.
—¿Por qué me ha cogido el teléfono tu hermano?
Quizá podría empezar por ahí. Sí. Obviamente.
—Porque es un idiota… —dijo en un suspiro, aguantándose la cabeza con la mano.
—A mí empieza a caerme bien —rebatió burlón.
Tsk. Claro. Dos contra uno, ¿no? Esperaba por los dioses que si algún invitaba a Naruto a casa, no se aliara con Itachi. Los dos juntos iban a ser un quebradero de cabeza, lo veía venir.
—Ni se te ocurra acercarte a él.
—O si no, ¿qué?
"¿Cómo que…?"
¿¡Cómo que 'o si no qué'!? ¿¡De qué lado estaba!?
—Hablo en serio, Naruto.
—¿Vas a dejar de hablarme si lo hago?
—Sí.
Y por alguna razón que escapaba a su entendimiento, comenzó a descojonarse él solo aquel pedazo de…
—¡Dobe! —resopló con rencor.
¿¡Es que ahora iba a pasarse al bando de su hermano!?
—Perdona Sas-Sasuke... No era mi int-ención…
—Ya… —murmuró entre dientes, al explotar aquel en una nueva carcajada.
Pero a pesar de que quería enfadarse por estar burlándose de él de esa manera tan descarada, al final no pudo sino contagiarse de su humor al escucharle reír. Lo había echado de menos. Mucho. Tanto que hubo de cerrar los ojos e inspirar profundamente para grabarse ese sonido de nuevo en la memoria, no pudiendo evitar que se le dibujara una sonrisa a él también. Así que decidió esperar a que se le pasara el ataque de risa, echando a un lado las mantas para tumbarse un rato.
"Menos mal que está bien…", suspiró para sus adentros.
Al final, y gracias a los Dioses, el miedo con el que se había despertado había sido realmente infundado.
—Bueno, ¿y? ¿Cuál es el plan de hoy? —le preguntó cuando pareció pasarle la risa.
—Pues… —suspiró profundamente. —Mi abuelo quiere dar una vuelta por el lago que hay más abajo… —dijo con un tono un tanto oscuro.
—¿Y? ¿No quieres ir?
—No es eso… Es que, joder, sólo bajar hasta allí es hora y media o dos, pero sólo de pensar en volver… —dejó escapar otro suspiro. —Sasuke… Me va a dar algo… —gimoteó. —Al viejo parece que le dan cuerda en las patas y a mí me duele todo…
—¿Estás de coña? —parpadeó perplejo.
—¡Ojalá, joder! ¡No hay quien le siga el ritmo, ostras! —gruñó enrabietado.
Y aunque ya había estado leyendo sus quejas… Le dejó estupefacto escuchar la frustración en su voz, sin poder terminar de creerle realmente. ¿Que Naruto no podía con el ritmo de su abuelo? Que vinieran los Dioses para ver eso, porque él no podía creérselo.
—¿Es que te has hecho un esguince o algo? —preguntó algo preocupado.
Sí, debía de ser por algo así. Quizá el dobe se había tropezado con alguna piedra, caminando por la montaña días atrás, y seguramente ésa era la razón de que se quedara atrás. Otra razón no podía encontrar.
—¡No seas cretino! ¡Claro que no! ¡Argh! —gruñó exasperado. —Cuando vengamos y lo veas, me lo cuentas tú.
—Hmmm…
"Otra vez hablando de ir por allí…", suspiró para sus adentros.
No sabía si lo hacía a propósito o no, pero ciertamente empezaban a darle ganas de ir. Aunque fuera a casa de su abuelo, y aunque tuviera que pasarse el día conteniéndose de querer cogerle de la mano tan siquiera. Ya ni que hablar de dormir juntos.
Pero después de todas las fotos que Naruto le había enseñado de aquel paraje, quería poder verlo con sus propios ojos. Quería caminar por esos pastos, sintiendo la fría brisa acariciándole la cara, y sentir el olor de todas aquellas plantas. Caminando junto a él, claro. Y seguramente haciendo el idiota. No necesitaban muchas excusas para inventarse algún juego, así que podía imaginarse fácilmente al bobo corriendo por delante, huyendo para que no le hiciera cosquillas. O escondiéndose entre la maleza. Y quién sabe si tendría que curarle algún rasguño de la ostia que se daría él solo, por andar caminando sin fijarse por dónde pisaba.
—Te echo de menos, Sasuke —le dijo en un murmullo.
Y sintió que se le cortara la respiración por un momento, respirando profundamente cuando le faltó el aire. Y toda aquella congoja que había querido ignorar desde que se despertó, le regresó de golpe, haciendo que se le encogiera el pecho.
—Y yo a ti, dobe —le contestó con la voz ronca tras un largo silencio sin que aquel añadiera nada más.
Quería que volviera ya. Quería que regresara para poder darle un fuerte abrazo. Y quería devolverle toda la paciencia que había tenido con él, y todo el cariño que le había dado. Se había portado fatal con Naruto… Y sin embargo aquél…
«Sasuke, no me jodas. No tiene gracia… ¡Sasuke, para de una puta vez, no tiene gracia!»
Sólo recordar el llanto desconsolado del rubio en su sueño le hacía sentir como si se le encogiera el alma. No quería escucharle llorar así nunca más. No por su culpa.
Pero no quería hablarle sobre esa pesadilla. No quería transmitirle toda esa desesperación que había sentido, y tampoco quería que se asustara… Aunque aquella situación bien podría darse algún día…
Pero no quería pensar en ello. No quería que se repitiera lo que había ocurrido la noche anterior.
Sin embargo, Naruto no decía nada, y no podía quitarse esa sensación de encima. Y cuanto más tiempo pasaba, el nudo que se le hacía en la garganta se tornaba más difícil de controlar. Si bien las lágrimas comenzaron a escaparse solas, pero como no había nadie que pudiera verle tampoco se molestó en secárselas.
—Sasuke, ¿estás bien? —le preguntó en un murmurllo.
—Unn… —mintió otra vez.
—Cuéntame algo, va, que últimamente sólo hablo yo...
Cierto.
Pero tampoco es que tuviera nada que contarle, aparte de todo el tormento que había provocado en casa.
—… y aparte de todos los bichos raros que me ando encontrando por el bosque, no tengo mucho repertorio ya. Casi no llega la señal del teléfono, sólo cuando estoy cerca de la cabaña, así que cuando estamos por ahí tampoco puedo mirar nada en internet.
"Desconectado, ¿eh...?", suspiró para sus adentros.
Ojalá pudiera desconectar él también y poder quedarse sentado en mitad de la nada, simplemente escuchando la naturaleza.
Bueno, por poder, podía. Pero ahora no le resultaba nada atractiva la idea de coger el coche de su madre y subir a la montaña, por donde solía frecuentar Naruto, y quedarse ahí sentado. Solo.
—¿Y qué bichos raros te has encontrado? —le preguntó para distraerse un poco.
—Pffff fliparías, tío —rio ahogado.
O bueno… Quizá sí podría ir. Tal vez no podría escuchar demasiado bien el canturreo de los pájaros, ni las hojas agitándose con la brisa, con todo el alboroto que montarían Karin y Suigetsu. Pero podía invitarlos a ir con él y pasar un rato por ahí arriba.
E intentar que no le vencieran los nervios y poder hablar un poco con todos ellos.
"Todo irá bien, Sasuke", se repitió las palabras que le dedicó Naruto. "Poco a poco".
.
.
.
CONTINUARÁ…
11/04/21
Bueno… Hasta aquí el capítulo de hoy.
La verdad es que no tengo mucho que contar esta vez =/ Sólo que no sé cuánto me llevará volver a actualizar, puesto que el curso termina en poco más de un mes y medio… y ya sabéis lo que eso significa… ;A; exámenes
Oh, Dios mío… TTATT
Espero que todo esté marchando mejor por ahí fuera, aquí en España aún tenemos un montón de restricciones y ya no puedo dar mis paseos nocturnos x_x Con lo que me gusta caminar con el fresquito dándome en la cara… Pero en fin. Qué se le va a hacer.
Y de nuevo… Gracias por seguir aquí TTwTT
¡Nos seguimos leyendo!
genesis
Si, bueno… Hay que tener en cuenta también que en esta historia tengo la "excusa" de la enfermedad de Sasuke, pero el tema de la depresión es bastante más complicado que todo esto… A veces es prácticamente imposible saber a qué se debe y por tanto, muy complicado de solucionar =(
