I.

El mayor Regano observaba el interrogatorio detrás del vidrio.

—Describe a la cámara como fue que te detuvieron.

—Un oficial apareció en mi casa y me dijo "tienes que acompañarnos"

— ¿Te dijo por qué?

—Me preguntó si era el propietario de la camioneta Ford del 86

— ¿Te dijo porque te estaban deteniendo?

—No me dijo que estaba detenido.

—Podría decirle a la cámara si es usted o no el propietario de dicho vehículo.

—Soy el propietario del vehículo. — dijo Carl.

—Eso es todo, adelante oficial.

El joven inspector Roberto Camal se estaba haciendo cargo de un oficial de policía de Montana que había sido detenido en Wisconsin bajo sospechas del asesinato de Polly luego de que la cuota de la fecha para la devolución de un auto con signos de abolladuras por "arrollar a un venado" fuera firmada con su nombre, en febrero de 1980, solo unas semana después de la muerte de la occisa. Así que Sanders había tenido que lidiar con el interrogatorio de Carl Butcher, este era el caso que verdaderamente le importaba al mayor porque aquel tenía relación con el asesinato de su hijo.

—Señor Butcher, las cámaras de seguridad del departamento de motores de IOES grabaron a su camioneta subiendo detrás de las bodegas. ¿Estuvo ahí ese día?

—Si señor. — Carl respondía sin parpadear, como si no necesitara tiempo para pensarse una respuesta.

— ¿Me puede decir a donde se dirigía?

—Al basurero

— ¿A qué hora fue eso?

—Alrededor de las 9:30 pm

— ¿Quién tira a basura por la noche, señor Butcher?

—Trabajo durante el día — explicó Carl— así que debo asegurarme de tirar la basura por la noche. No tengo tiempo en otro momento.

—Y usted trabaja en la PALACEA haciendo muebles y reparando motores ¿no es cierto?

—Así es oficial. Me vine a vivir aquí luego de que mi hermana desapareciera ¿se acuerda? Esa desaparición que ustedes dijeron que investigarían, la misma niña que encontraron asesinada y enterrada en los canales, por un asesino que también dijeron que investigarían pero del que no saben todavía nada.

Sanders estaba orgulloso de ser un policía, tenía un hijo y estaba seguro de que algún día seguiría sus pasos. No se dejaría chantajear por cualquier imbécil.

—No estamos discutiendo el caso de su hermana señor, usted está aquí por su oficio Butcher. Usted admite que trabaja con muebles ¿No es cierto?

—Así es.

— ¿Y utiliza pegamento para esos muebles verdad?

Sanders consiguió que el acusado tragara saliva, la primera señal de nervios de su parte. Tardó en contestar. Estaba seguro de que lo tenía y vio su oportunidad.

—No estabas de acuerdo con la investigación sobre tu hermana así que quisiste dejarle un mensajito al mayor Regano ¿no es cierto? ¡Por eso asesinaste a su hijo y lo pusiste en el bote del pegamento!

De repente la puerta se abrió de golpe.

—Ni una palabra más de mi cliente. — dijo el abogado del señor Peterson y el padre de Carl entró detrás de él.

—Hijo ¿estás bien?

—No le permito la intimidación. — Sanders se echó para atrás — Mi cliente ha cooperado incluso cuando ustedes olvidaron el protocolo y no le informaron porque lo estaban deteniendo. El no hablará más hasta después de haberlo discutido conmigo.

Sanders arrugó la nariz.

—Hijo, aquí estoy. No te asustes. — el señor Peterson no era el padre biológico de Carl, pero él nunca había sentido más alivio de verlo.

Sanders salió de la habitación negando con la cabeza. Le temblaba el mentón cuando se reunió con el mayor.

—Estoy seguro de que es el responsable— admitió. — Usted tenía razón, señor.

El inspector Camal estaba tratando de ser civilizado en la habitación de los dos cabos, que era como le decían a su despacho. No había sitio más cómodo en la comisaria para ser interrogado.

—Entonces, entiendo que la única prueba para detenerme fue una firma en Heinz para recoger un auto — suscitó Kelso sentándose en una pose que él creía que se miraba muy profesional. El inspector camal sonrió y le acercó un plato de nueces.

—Mis disculpas, colega, algunos de nuestros oficiales son nuevos por aquí. Sin embargo, comprenderá que la orden de aprehensión era necesaria para poder conversar con usted. Ya que, de oficial a oficial, conocemos los protocolos de seguridad, y no nos hubiera permitido tan agradable encuentro sin las regulaciones adecuadas. ¿Me equivoco?

—De oficial a oficial, estoy de acuerdo — dijo Kelso— porque no puedo ver como una firma me incrimina por el asesinato de una niña. ¿No le parece un poco injusto suponer que yo, de entre todos los conductores dentro del área de ascensión que arrollan a un venado, soy el responsable?

—Lo de la orden no fue más que un formalismo, oficial. Estará de acuerdo en que la precaución no es sino por cuidados. Me atrevo a aseverar que de entre todos los detenidos para los que se emitió la orden usted es el menor sospechoso. Sin embargo encuentro curioso que, siendo un oficial de policía, haya usted podido olvidar algo tan importante como el reporte de los hechos luego del incidente con el venado. Comprendo que no es más que una casualidad, y de todas formas me veo obligado a llevar a cabo tan insidiosa conversación con uno de mis colegas.

—Lo entiendo, aunque si hay algo que me preocupa. ¿Cómo es que estos archivos llegaron a sus manos? En todos los años de mi servicio como oficial de policía, Heinz no ha emitido un solo permiso para inspecciones. Debe contarme su secreto por favor.

El inspector Camal volvió a sonreír, pero aquella fue una sonrisa sarcástica.

—De oficial a oficial, señor M. Kelso, vamos a pasar esta carpeta al valle en muy poco tiempo, y los familiares quieren saber si la policía está haciendo algún movimiento. Tener su declaración sería una fuerte herramienta para pasar por inspección con sigilo. ¿Si me comprende?

Kelso bajo la cabeza, asintiendo con cuidado, pero ya sin decir nada.

—Bien, entonces comencemos por el principio. —lo miró con un tato de abstención, poniéndole hincapié a la siguiente palabra. — Colega. Dado que usted reside actualmente en el estado de Montana ¿Qué está haciendo en Wisconsin y cuando llegó, planea quedarse mucho tiempo? Voy a suponer que usted no está aquí por trabajo, ya que no vino a vernos en ningún momento.

Kelso se recargó en la silla para parecer más cómodo, en sus años como oficial de policía había aprendido a identificar a los sospechosos por su lenguaje corporal y sabía que el truco estaba en parecer fresco y acertado.

—Bueno, tengo una novia en Wisconsin, y vine a pasar un tiempo con ella, debido a serios problemas matrimoniales. — contestó.

Otro de los buenos trucos que pocos conocían era la intimidación pasivo agresiva que consistía en incomodar a los oficiales con temas exageradamente personales. El oficial Camal desvió la vista temblorosa por un momento y Kelso se dio cuenta de que lo había conseguido. Estaba aliviado porque lo hubieran arrestado a él. Los otros no hubieran podido sobrellevarlo.

— Entonces… ¿tiene alguna manera de comprobarlo?

—Desde luego, mis vecinos y mi novia.

Cuando Kelso salió de ahí estaba seguro de que la policía había perdido el caso hace mucho, que no tenían nada y nunca lo tendrían. Pero tenía que asegurarse de que los otros supieran cómo reaccionar en caso de que comenzaran a hacerles frente, porque tan pronto como dejaran la carpeta en "el valle" el archivo pasaría a la clasificación de "sin determinar" y no volverían a correr riesgos, solo tenían que esperar, mantenerse al margen y mantener a raya al extorsionador mientras ese día llegaba.

Cuando caminaba por el pasillo se cruzó con tres hombres. El señor Peterson, Carl Butcher y su abogado William Nelson. Carl lo miró como si lo conociera. Kelso sostuvo la mirada por un tramo, los dos rozaron los hombros cuando pasaron al lado del otro sin perderse de vista. Kelso hizo un ademán de decir nada y luego chocó con otro oficial de policía, tuvo la sensación de haberlo visto antes.

— ¿Quién eres?— pensó. Y reconoció su rostro del periódico. — ¡No es posible!— saltó. Carl era el extorsionador. El hermano de Polly y el hombre que los estaba persiguiendo.