Agotada, se sentía agotada y sin saber porque, hacía varios días que ocultaba su cansancio a los demás integrantes de la casa, pero no podía hacerlo más.

-Buenos días...- susurró la voz de Gojo sobre su mejilla -Despierta, hermosa- le regaló un pequeño beso -Es hora de abrir los ojos- la acarició con sus nudillos -Y yo tengo que ir a trabajar, aunque no quiera-

-Estoy muy cansada- volteó y se refugio en su pecho -Quiero quedarme aquí, un rato más- abrió un ojo para verlo con suplica -¿No te molesta?-

-Hace días que estás así- la apartó para verla a la cara -¿Qué te ocurre?- descansó una mano en su mejilla -¿Estás enferma?- negó.

Sus seis ojos, no podían revelar nada de ella, ya que al carecer de energía maldita, no podía ver más allá. Era un misterio para él su potencial mágico.

-No lo sé, Gojo- cerró sus ojos -Sólo estoy cansada- inspiró profundo, al ser invadida por mucho sueño -Creo que no tengo energías el día de hoy-

No lo convencieron sus palabras, pero la dejaría descansar unas horas más o al menos, hasta que él regresara de la escuela.

-Muy bien...- besó frente -Me llevaré a Gaudy- salió de la cama y la arropó bien -Dulces sueños, mi universo- murmuró por lo bajo.

Ingresó al hospital después de dejar a su pequeño en el jardín de infantes. Era extraño, Kylar jamás la llamaría sino fuera por alguna emergencia o consulta con respecto a sus pacientes. Golpeó la puerta e ingresó, sabía que estaba esperándola.

-Aquí estoy- caminó hasta él -¿Qué sucede?-

Se encontraba serio, muy serio y su cara, no representaba otra cosa más que, enojo y frustración, mirándola detrás de ese inmaculado escritorio.

-¿¡Puedes explicarme que significa esto!?-

Le arrojó un sobre papel madera, lo abrió un poco consternada y observó su contenido, atónita. Eran fotografías de ella, muy comprometedoras, con un hombre el cual le daba la espalda a la cámara. No podía verse mucho de él, ya que llevaba una gorra y lentes de sol.

-¿Qué es esto?- preguntó, dirigiéndole la mirada.

-Eso es lo que quiero saber- respondió, sin cambiar de actitud -Puse un pie en este lugar- señaló el entorno -Y lo primero que llega a mis manos, desde la recepción, es eso...- apuntó el sobre -¿Y bien?- exigió, impaciente.

-Te voy a decir tres cosas...- formó el número tres con sus dedos -La primera, yo jamás, usaría ese color y mucho menos, un vestido así...- indicó, levantando una de las fotografías, señalándola -La segunda, esto es un parque de diversiones y sabes bien que los odio- aseguró -Y la tercera, son Dea y Gojo- caminó hasta él -¿Ves?-

Acercó la imagen a su rostro y lo que decía, era cierto. ¿Cómo pudo confundirse tanto? Un poco del cabello blanco de su eterno rival, se apreciaba bajo la gorra del hombre allí y además, su esposa poseía un par de aretes engarzados en el cartílago de su oreja izquierda, mientras que, su hermana no, llevaba una barra que atravesaba el mismo, de lado a lado. Eran diferentes en todo y de la cabeza a los pies, ¿Qué diablos pasaba por su mente, en ese momento, para no haberlo notado?

-Lo siento, bonita- se disculpó, sintiéndose un idiota -Es sólo que, me dejé llevar por el impacto de las imágenes y...-

-Está bien, Kylar- lo interrumpió, desparramando todas fotografías sobre el escritorio -Según parece...- las ordenó en secuencia -Alguien intenta sabotear nuestro matrimonio-

-Si, eso parece- miraban las imágenes, consternados -Pero, ¿Quién?- se miraron entre ellos, sin respuestas.

-No lo sé- pensó un momento -Mi círculo de amistades, es cada vez más reducido- él asintió -Al igual que el tuyo-

-Si, esto es estúpido y me siento como uno, además- la miró a los ojos -En serio, lo lamento-

-No pasa nada, sé como eres- le golpeó el pecho con un dedo -¿Estás solo hoy?- asintió -¿Y Rei?-

Ella era su nueva secretaria desde que regresaron al país. Le hubiera encantado seguir trabajando con él pero, su hijo era muy pequeño y la necesitaba en casa.

-Se reportó enferma- volvió a su escritorio -¿Quieres reemplazarla?, Sería sólo por hoy y por unas horas- miró la lista de pacientes -Esto es un desastre y no entiendo nada- mencionó, frustrado.

-¡Claro!- corrió hacia un perchero, quitando una bata de allí -¡Esto es enorme!- rió al ponérsela, le colgaba de todos lados -Mira esto...- juntó sus manos, tocó la prenda sobre ella, volviéndola entallada y corta, en un instante -Amo ser una alquimista- volvió hacía él, besándolo -¡Gracias, doctor!-

Tomó la lista de pacientes y salió de allí como una bala, estaba feliz de volver a trabajar. Esperó que cerrara la puerta y tomó el teléfono en su escritorio, marcado a recepción.

-Loki- habló serio -¿Averiguaste quién dejó el sobre esta mañana?- escuchó su respuesta -Bien, gracias- cortó con mala cara y presionó el botón del intercomunicador -Gaia, amor...- rió, cuando ella habló -Siempre serás mi esposa, no me importa que ahora seas mi secretaria temporal- volvió va reír cuando refutó, mientas escribía un texto -Dile al primer paciente que pase- guardó su teléfono y esperó.

-Así que...- zurcía peluches en su lugar de siempre -¿Este pequeño es un vidente?- miró al niño sentado sobre las piernas cruzadas de su padre -¿Te das cuenta de lo raro que es eso, Satoru?-

-Si- respondió, orgulloso -Él no heredó los seis ojos de mi clan- el pequeño jugaba con uno de los tantos muñecos que había allí -Pero es un hechicero como su madre, tiene potencial mágico- lo levantó en sus manos, enfrentado sus ojos al juntar sus frentes -Es prefecto, al igual que ella-

Le regaló un beso sonoro en una de sus gordas mejillas, haciéndolo reír. Tenía tres años, era un muñequito gordo, de cabello blanco y enormes ojos azules.

-Pero no sirve de nada aquí- dejó su labor, mirando a ambos -No tiene energía maldita, no podrá realizar exorcismos sin eso-

-Puede ser un hechicero blanco como Dea y tampoco me importa si lo es o no- contestó, bajándolo al suelo -Mi hijo no llevará la carga de ser el más fuerte- el pequeño caminó hacía un oso boxeador que se movió un poco -Será un niño feliz, no nos importa nada más-

Bajó la venda de sus ojos, observándolo en alerta, esa criatura semi-animada, era muy peligrosa. Había entrenado a Yuuji una vez con ella.

-Veamos-

Agregó y ese muñeco, lo atacó, tirándole un golpe.

-¡Papi!-

Gritó, muerto de miedo, pero su atacante estalló en pedazos. Corrió hasta él, cargándolo en pánico. Era muy pequeño, como para que un cuerpo maldito lo atacara así.

-No tendrías que haber intervenido, Satoru-

-Yo no fui- respondió serio y con ganas de hacerlo trizas -Está bien, amiguito- mecía a su hijo de un lado a otro -Lo lamento, no volverá a pasar, no llores- intentó calmarlo.

-Entonces, fue él- asintió a su afirmación -Es muy poderoso a pesar de su edad- volvió a su labor -Se parece a ti-

-Es mi hijo- volvió a hablar con obviedad -Es poderoso, como su madre y yo- salió de allí a pasado molesto -Nos vamos a casa- por suerte, dejó de llorar -Papá no volverá a traerte nunca más a este lugar, Gaudy-

Era una promesa que iba a cumplir con su vida, su hijo no cargaría con todo aquello que él llevaba sobre sus hombros, no lo permitiría.

-Muy bien, amiguito- una carcajada salió de él, al verlo al rostro -Tu mami se reirá mucho cuando vea tu cara, hijo- bajó del auto con él en brazos -Además, le encantará su helado-

-Mi mami está dormida- respondió, al ingresar a la casa -Duerme mucho-

-Pero son las seis de la tarde- dijo extrañado, encaminando sus pies a la cocina -Señora, Hiori- la sirvienta, volteó -¿Dea no ha despertado?- ella hizo una reverencia.

-No, señor- contestó inclinada -Fui a verla por si necesitaba algo, pero no logré despertarla-

Eso no era normal, su esposa dormía desde hace horas y él partió de allí en la mañana, algo debía estar mal.

-Cuídelo-

Le entregó a su hijo en brazos y corrió a la habitación, abriendo la puerta de golpe.

-¡Dea!- se acercó a la cama, incorporándola con un brazo -¡Despierta!- tocó su rostro y estaba helada -¡Despierta, hermosa!- la agitó un poco y escuchó su respiración, era muy tranquila y pausada -¡Abre los ojos Dea, por favor!-

No sabía que hacer, la recostó de nuevo y marcó un número de teléfono, era la única persona que podía ayudarlo en ese momento.

-Toma-

Le entregó un sobre a la mujer delante de él.

-¿Qué es esto, doctor?-

Lo miró con ojos brillosos. Ella amaba a ese hombre, lo veneraba con una febril locura y lo anhelaba con toda su alma. Lo conocía de toda la vida, incluso fueron grandes amigos en la escuela de medicina, ya que ella estudio enfermería allí, antes de convertirse en su secretaria y haría cualquier cosa por él, cualquier cosa.

-Tu liquidación de despido- ella abrió sus ojos por la sorpresa de oírlo -Ya no son necesarios tus servicios aquí-

-Pero, doctor...- estaba inerte -¿Por qué?, Creo que merezco una explicación a este exabrupto-

-Claro y la tendrás- le acercó su teléfono a la cara -¿Qué puedes decirme de esto?- esperó su respuesta.

-Yo...Yo...-

Balbuceó y él, lo volteó para ver la pantalla.

-Aquí se ve claramente y según las cámaras de seguridad...- guardó las pruebas en el bolsillo de su bata, para luego, mirarla -Como dejas esto, en el casillero de la recepción y destinado para mí- lo arrojó sobre el escritorio -Te quiero fuera de este lugar- apuntó a la puerta con su mano extendida -Te quiero fuera-

No le dio tiempo de asimilar su despido e intentó justificarse como pudo.

-Ella lo engañó, doctor y usted tenía que saberlo-

-Esta mujer...- quitó una fotografía del sobre y apuntó a la misma -Es la hermana de Gaia y su esposo- la arrojó de nuevo a su lugar inicial -Te quiero fuera de nuestras vidas- repitió.

-Pero, doctor yo...-

No entendía el porque estaba tan cegado por esa mujer insignificante y poco agraciada. Era simple, mundana, corriente y vulgar, todo lo contrario a ella que, era una típica belleza oriental, con una excelente educación, porte y gracia. No comprendía que tenía de especial para que la amara tanto, pero estaba hipnotizado por su exótico encanto rumano.

-Ahórrate los comentarios, te quiero lejos de este hospital a partir de hoy-

Señaló de nuevo hacia la puerta y esta, se abrió de golpe.

-¡Kylar!- exclamó con su hijo en brazos -Lo siento, no sabía que estabas ocupado...-

Hizo un gesto extraño al ingresar y mirar a ambos, ya que un ambiente turbio y espeso podía apreciarse allí.

-No hay problema, Rei ya se iba- hizo un ademán a la otra mujer allí -Adiós-

La miró fijo, para que se fuera de allí, en silencio y sin hacer escándalo.

-No voy a irme, Kylar-

Se olvidó de todos los honoríficos que podían existir o pronunciar, metió una mano en su pequeño bolso colgado de su hombro y extrajo un arma, apuntándola a ella que, bajó a su pequeño al suelo ocultándolo detrás.

-Kylar...- susurró con sus ojos al tope, dando un paso atrás -¿Qué está pasando?-

-Rei- habló él, levantando sus manos cuando la apuntó -Dame el arma...- extendió una mano sin temor alguno -No hagas una estupidez de la que podrías arrepentirte-

-Yo no hago estupideces- volvió a apuntarla -Tú me lo quitaste...-

-¿Qué?- mencionó, impactada -¿Hablas de Kylar?- miró de uno a otro -¿Acaso ustedes?- los apuntó.

-¡No!- gritó, histérica -¡Claro que no!- sus manos temblaban -¡Estuve esperando por años, a que terminara su relación con Leiri, para confesarle mi amor por él!- sus ojos se llenaron fe lágrimas -¡Pero un día, llegaste tú, con tu linda sonrisa, tu estúpida actitud y aires de rumana, cegándolo por completo!- metió un dedo en el gatillo -¡No sabes cuanto te odio!- exclamó de nuevo.

-Mami...-

Susurró el niño detrás de sus piernas, paralizado por el miedo y ella, lo apuntó.

-¡No!- gritó, abrazándolo y dándole la espalda -¡No, por favor! ¡A él no!-

Rogó, como nunca lo había hecho antes y una detonación, se escuchó. Todo era silencio, el impacto fue brutal y desolador. Volteó, levemente, encontrando a su esposo con un arma en mano, recién disparada y humeante, apuntado a un cuerpo en el suelo desde su escritorio.

-Loki- habló sombrío al teléfono -Envía a un equipo de emergencias y paramédicos a mi oficina, hay un herido de arma de fuego aquí- cortó y saltó sobre el escritorio para ir con su familia -Por todos los dioses...- suspiró, dándoles un abrazo -Lo siento tanto- besó a cada uno con desesperación -Lo siento-

-Kylar...- murmuró -Esa mujer...- tragó las palabras que la asfixiaban -Esa mujer...- repitió -Apuntó a nuestro hijo con un arma- temblaba con el pequeño entre sus brazos -Está loca- sus ojos estaban perdidos en el terror -Quiso matarnos-

-Lo sé, amor- le aferró el rostro con ambas manos -Lo sé y te juro que lo lamento- la besó por un instante -Estoy aquí y nadie los lastimará, mientras yo esté con ustedes- los rodeó de nuevo entre sus brazos -Son mi vida-

-¿Doctor?-

Habló uno de los paramédicos, ingresando con un equipo de enfermeros.

-No quiero papeleos del asunto-

Apuntó al cuerpo inconsciente que, estaba siendo atendido por una herida en su hombro, luego de incorporarse.

-Pero, doctor...- lo interrumpió, levantando una mano.

-Soy el director aquí...- parecía un gigante dando órdenes en ese tono -La quiero internada en aislamiento, bajo vigilancia las veinticuatro horas del día, hasta que se recupere y la entregue a las autoridades- todos asintieron, saliendo de allí en silencio.

-Vámonos- ordenó su esposa al pasar junto a él -Gojo nos necesita- intentó ignorar la angustia que sentía, después del shock del momento -Surgió una crisis familiar con Dea-

Guardó su arma en uno de los cajones ocultos de su escritorio y se encaminaron a la salida los tres juntos, hablarían en el camino sobre eso.

-Despierta...-

Murmuró, con los labios sobre su cabello, meciéndose de un lado a otro y abrazado a ella.

-Despierta, mi amor- cerró sus ojos, esperando que despertara por el sonido de su voz -Hace horas que estás durmiendo- ocultó su rostro en ella -¿A dónde fuiste?- la puerta de la habitación, se abrió -Gaudy, ¿Qué haces aquí, hijo?-

Subió a la cama y con mucho esfuerzo, era pequeño igual que su madre, todo lo contrario a su fuerte y alto padre.

-Vine a ver a mi mami- tocó el rostro de ella con su pequeña manito -Papi...- lo miró con esos ojos tan iguales a los suyos -Mi mami está durmiendo muy lejos-

-¿Si?- acomodó su voz cuando vibró al hablar -¿A dónde está?-

- Está en el limbo- respondió otra voz por él -El lugar a donde van los hechiceros a recuperar su potencial mágico, cada cierto tiempo-

-Explícalo en palabras que yo entienda, Gaia-

Ella suspiró y se sentó en la cama, mientras Kylar y su hijo, ingresaban al lugar, con unas cajas de pizza y bebidas para todos.

-En simples palabras- dejó una mano sobre la frente de su hermana, produciendo luz -Está tomando el té con la Dama del Caos-

En otro plano, muy alejado a ese mundo y mucho más cerca del plano celestial, una hermosa mujer de cabello verde, muy largo, ojos pétreos y rostro agraciado, se encontraba disfrutando de una rica taza de té, con una de sus mejores amigas en la tierra de los mortales, Dea Fleming.

-Si, así es, querida- bajó su taza, mirándola, expectante -Yo las envíe allí, para ayudar a mantener equilibrio del cual es parte el heredero del clan Gojo y además, para que controlen a Jashin, ese niño, es un dolor de cabeza- negó de un lado a otro.

-Esto que me ha contado, mi señora...- metió una galleta a su boca -Es increíble, pero por un lado, me lo suponía- masticó despacio -Lai y Eyra, siempre pudieron acceder a este mundo y me supuse que, alguna vez, alguno de los dos habló con usted al respecto- sonrió -Es bueno saber la verdad después de tanto tiempo-

-Tengo que confesarte algo- le palmeó una pierna en confianza -Siempre estuve enamorada de ese vidente- suspiró, embelesada -Es el hombre perfecto para cualquier mujer, fuerte, carismático y sobre todo, exótico- dejó su taza a un lado -Siempre fuiste muy afortunada con los hombres, linda- ella rió con una estridente carcajada -Ahora, el portador se los seis ojos está loco por ti-

Señaló a un espejo, en donde podía apreciarse a él, con ella entre sus brazos y rodeados de la familia de su hermana. Se veía en paz y en calma, una imagen muy lejana a la que observó unas horas atrás, cuando corrió a la habitación a despertarla como un demente. Seguramente, Gaia lo había tranquilizado al contarle sobre el limbo.

-Es un buen hombre y está tan roto como yo- sonrió con nostalgia, observando el amor que él le brindaba -Sólo teníamos que repararnos y juntar nuestro dolor, para ser felices-

-Lo sé y él- señaló al otro hombre allí -Iba a ser la próxima reencarnación del alfa de tu mundo- abrió sus ojos por la sorpresa -Pero no quiso regresar, sólo le entregó su poder y su espíritu- su voz era tan hermosa y dulce que, adormilaba con solo oírla -Ya que su alma descansa en paz en la Tierra de los Recordados- se sirvió otra taza de té -Por esa razón, se parecen tanto, pero está muy lejos de ser él- sorbió un poco.

-Lo sé, Gaia me lo dijo y lo creo, son totalmente diferentes- ella también volvió a servirse un poco más -Sus ojos son idénticos, es cierto, pero todo lo demás, es una versión mejorada de la anterior- aseguró con gracia.

-¿Verdad que si?- asintieron a la par -Es más...- habló por lo bajo, como para compartir un secreto horrible -Es el hijo ilegítimo del difunto líder de los Zenin-

-¡No!- cubrió su boca, anonadada -¿Kylar en un Zenin?- asintió con la taza en su boca -Eso explica muchas cosas- finalizó su té -Bueno, creo ya recupere mi magia-

Inspiró profundo, al percibir la fuente de maná que la rodeaba y al sentir de nuevo su poder en su interior, dejó todo sobre la mesita de junto con una enorme sonrisa.

-Me encantó verla, mi señora-

Se incorporó y le ofreció ambas manos, que fueron tomadas por ella con suma ternura y gratitud.

-A mi también, cariño- se levantó, rogándole dos besos, uno en cada mejilla -Que no pase tanto tiempo sin vernos, eres bienvenidas todas las veces que quieras- le dio un corto abrazo -Cuídate-

-Usted también y prometo volver, antes de que mi potencial mágico llegué al límite, otra vez- se separaron -Por el momento, llegó la hora de despertar-

Después de un intenso brillo, abrió sus ojos, encontrándose con el perfil de Gojo, Kylar y su hermana, devorando unas pizzas sobre la cama, mientras los pequeños, dormían a su lado.

-Yo quiero eso- pidió y él le ofreció su porción, acercándola a su boca -Gracias...- le dio un mordisco.

-¿Cómo estuvo el limbo, hermanita?- levantó un pulgar en respuesta -A mí casi me balearon el día se hoy- dijo como si nada y ella, escupió la soda que estaba bebiendo, al atorarse en su garganta -Que te cuento que...- habló con la boca llena y tragó -Rei, la secretaria y enfermera de Kylar, quiso destruir nuestro matrimonio con unas fotos de ustedes dos- limpió sus dientes con una uña, haciendo chasquidos extraños con la lengua -Bueno, al margen, en un ataque de locura cuando la despidió al descubrir la verdad, nos apuntó a los tres con un arma, pero él, la desarmó de un solo disparo- señaló a su esposo con su pulgar -Fue muy rápido- sonrió, mirándolo.

-¿Tienes un arma en hospital?-

Cuestionó con sus ojos llenos de asombro, descansando sobre el torso y las piernas de Gojo que la rodeaban.

-Si- respondió tranquilo -Trabajo como director en un hospital público, soy un cazador alfa y antes, era un ejecutor- bebió de la cerveza en su mano -Tengo que estar preparado- dio otro sorbo.

-Tu primo Toji te entrenó bien- bebió de la misma soda que su esposa -No se puede esperar menos de un Zenin como tú-

-Soy un Azoth, al igual que mi madre y mi hijo- respondió con orgullo -No siento nada más que desprecio, por ese inmundo clan-

-Quién no, se odian hasta ellos mismos- dijo igual -Pero aún así, ejecutor- levantó sus hombros, indiferente -Eres bueno, mucho mejor que el inútil y débil de tu hermano-

-Eso es cierto- metió más pizza a su boca, tenía mucha hambre -Yo le pateé el trasero a Naoya una vez, ¿Lo recuerdas, Gojo?- él asintió.

-Si, fue cuando amenazaste a los peces gordos- se acercó a los pequeños con cuidado de no despertarlos -Después de eso, te expulsaron del mundo de la hechicería, hasta que empezaste a trabajar en en hotel e hiciste un trató con ellos con respecto a Yuuji- los cubrió con una frazada -Hemos vivido muchas cosas desde entonces y hoy, si mi memoria eidética no falla...- la miró a la cara -Hace tres o cuatro años de eso- acarició los cabellos de los pequeños con adoración.

-Si, creo que si...- estiró el queso de su porción de pizza con ambas manos, mirándolo con detalle -Pero la mejor de todas las cosas que hice aquí, fue cuando destruí uno de los templos de los Zenin, para salvar a Megumi, después de que Gojo fue sellado- rieron como psicópatas, ese día, fue grandioso -Ese viejo podrido y todo su sequito, pedían clemencia de rodillas, cuando vieron la destrucción y magnitud de mi Drag Slave-

-Si, después para que no te quedes sin potencial mágico, si eres una maldita restructura de clanes- la halagó y recostó la cabeza sobre el regazo de su esposo -En fin, ¿Quién quiere helado?-

Ambas levantaron sus manos al aire, haciendo suspirar a los dos hombres allí, ahora tendrían que salir, otra vez.