"Cuando ya de mirarle estuve sacio,

me ofrecí, respondiendo a su deseo,

con las protestas de cordial regacio"

La divina comedia

-Dante Aligheri-


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Capítulo: XXXVIII

La satisfacción venía siendo parte de uno de los tantos apartados en materia de emociones que se encontraba ahora experimentando de la vida allí en su bañera, allí en esa noche clara, noche de figuras oscuras y amantes fluidos en conspiración mutua. La tibieza, como parte de las sensaciones, hacía su gala en medio de aquellos cuerpos mojados y viscosos por el jabón que se acompasaban en sutiles movimientos bajo el agua. Una tranquila conversación se abría paso de entre sus labios, llenando aquel cuarto de baño de un par de voces bajas que hablaban con un cierto toque misterioso.

Por necesidad de proximidad Hanji se vio a sí misma, de manera intencionada, recostándose de espaldas en el pecho de aquel hombre. Escurrió su cuerpo un poco hacia abajo de forma tal que su cabeza podía descansar cerca del corazón ferveroso y latiente de Levi. Cerró ligeramente los ojos al sentir los dedos de él recorriéndole los brazos en suaves caricias que le hacía, formando caminos que destilaban sedosidad en su piel. A continuación, el peso puntiagudo se aposentó en su cabeza debido a la barbilla de él descansando entre la marea de cabello castaño que a juzgar por la oscuridad se acercaba a un tono más oscuro que el real.

Levi podía brevemente aspirar la fragancia que brotaba de aquella cabeza, era una sensación tibia que dejaba rastros del aroma a almendras (propia del shampoo que compró para que Hanji usara estando en su apartamento) y que se volvió exquisito ahora para él. Subió sus manos, delineó con sus dedos las clavículas de Hanji, llevando agua de jabón hacia arriba donde el agua ya no la encerraba. Siguió avanzando hacia arriba a encontrarse con su cuello delgado para mover las manos hacia atrás para aflojar el cabello de la liga que lo llevaba medio sujeto y poder volver a peinarlo en un recogido más alto para así que no interfiriese o se humedeciera.

Teniendo una mayor amplitud ahora de la vista del cuello, llevó de nuevo sus dedos a acariciarla. Cómo consecuencia a sus caricias ella volvió a recostar su cabeza en su pecho y cerrar los ojos, probablemente porque disfrutaba de sus dedos recorriéndole el cuerpo bajo el agua. Dedos rebosados en picor, lujuria y una generosa pizca de dulzura. Sí, una generosa dulzura por la forma en que la estaba acariciando: suave, lento. Reconocía para sí mismo la magnitud de la forma en que la tocaba, sabía que aquello no solo desprendía una lujuria sofocante y voraz. Sonrió brevemente. No, no solo era su lujuria brotando.

Era también el amor retenido en su corazón caminando por su piel que finalmente iba a parar a sus dedos siendo éstos últimos los encargados de llevar a lo tangible ese sentimiento que residía en el fondo de su ser intangible.

La luna se hallaba apacible en el cielo, ese satélite natural que estaba convertido en un guardián omnipotente. La ciudad hacia fuera lo más certero era que estuviese muy ruidosa. Seguramente sí, se repetía Levi al divisar la vida que seguía su camino y a Hanji quien prestaba especial atención a las luces de los edificios de enfrente.

Buena vista, tenían.

La mujer llevó sus manos por debajo del agua, buscaba las manos de Levi también. Tenía la necesidad de encontrarlas y juntarlas con las suyas. Un solo puño formado, fuerte y sostenible. El puño formado por cada mano derecha de ellos emergió del agua burbujeante, la palma de Levi figuraba como soporte para la de Hanji de manera que sería él quien impusiera hasta dónde levantar el puño. Aun así, siguió, flexionó su brazo para llevar el revés de la palma de ella hasta su rostro. A ciencia cierta a Hanji le produciría luego alguna molestia por tener flexionado el brazo hacia atrás. Acarició el revés con su mejilla, una acción que de por sí estaba creyendo que era una muestra de expresionismo muy evidente. Sintiéndose observado por ella, quien giró su cabeza un poco hacia él, decidió cerrar los ojos y soltar la mano de Hanji. Esperó pocos segundos a ver si ella acaso retiraba su mano, obteniendo luego un resultado favorecedor cuando ella no quitó la mano.

Al contrario, se dedicó a acariciarlo con sus dedos.

¿A qué pudiera asemejarse ese momento? El momento exacto en que sus miradas se hallaron de nuevo conectadas en medio del silencio que potenciaba al estrépito de sus corazones latientes, bombeantes de sangre que marcaban la premisa del vivir y el sentir. Muy bien Levi lo sentía así, no podía dejar de mirarla, aunque presentía para él mismo que se estaba impacientando por el exceso de dulzura que demostraba. ¿Por qué no? Se preguntaba una parte de Levi Rivaille. ¿Por qué no dejar al cuerpo para que sea, como las caricias, el medio que permita exteriorizar sus emociones sin necesidad del habla?

Resopló aire tibio de entre sus labios ante el giro intempestivo de Hanji en la bañera removiendo el agua. Como era su costumbre, ella lo comenzó a tocar desde las partes más íntimas de su ser. De repente Hanji tenía una mirada traviesa, aquella de la cual nunca le había dicho que le resultaba apetecible debido a que mayormente ella se presentaba como dulce e ingenua, tomando un rol más bien. Cómo fuera, ella seguía acariciándolo en medio de sus piernas que las mantenía abiertas, sus rodillas se notaban sobrepasando la superficie del agua. Unos instantes luego, las manos de Hanji llegaron hasta su pecho, lo acariciaba casi como si estuviese tocando un esculpido en mármol, así con semejante devoción y divinidad por como llevaba sus manos de un lado a otro. Levi lo sabía ya que antes, años atrás, la había observado manipular bustos de distinguidos hombres en la historia de filósofos como Plutón, Aristóteles, Sócrates de los cuales alguna vez ella le habló y de los cuales alguna vez también estudió.

Usando los dedos índices con dos toques en sus rodillas fácilmente captó la intención de ella: que bajara sus rodillas. Y, una vez sus piernas dejaron de estar flexionadas hasta un poco más unidas debajo del agua, ella tuvo la oportunidad para subirse en sus piernas. Casi podía sentir el vientre de ella rosándose contra el suyo. Alzó un poco la barbilla y la mirada hacia Hanji, al instante también volvió a flexionar un poco sus piernas: así Hanji tenía un mejor soporte para asentar sus glúteos.

Ella rio, él solo la contempló.

No podía no, también, evitar el mirar el cuerpo que se exponía casi y que muy cerca de sus ojos: entonces la lujuria brilló en los ojos de Levi aposentando su mirar en el pecho de ella, escurriendo líquido y algunas pequeñas burbujas de jabón que le adornaban la dermis. Aquel par de senos que se le presentaban un poco caídos, un poco flácidos con un poco también de estrías: resultaban para él bellos, bellos sencillamente.

Llevó sus manos a la cintura de ella, allí apretó un poco y masajeó ligeramente de arriba hacia abajo la piel de la zona con sus pulgares. Luego Hanji colocó las manos en sus hombros de varón, quizás para poder tomar un mejor impulso y poder aproximarse hacia él: ahora sentía los pezones duros de ella aprisionados contra su pecho y el calor de ese cuerpo comenzó a consumirlo también.

De pronto y muy esperado ella sonrió y se acercó con un ritmo natural hacia los labios de él, él quien mantenía su mentón elevado buscando romper la distancia. Lo tan anhelado: la suavidad de sus labios chocando entre sí, distinguió Levi un poco de calor en esa boca que se abría dejando entrar su lengua a danzar con la de ella. A veces parecía como si Hanji le fuese a succionar la lengua porque la tomaba entera con su boca y de repente un sorbo fuerte y Levi sentía un poco de dolor, y se quejaba y murmuraba fingiendo molestia.

Ante ese rostro constreñido por su usual broma, ella no evitó el reír contra sus labios. Pasado el momento, se quedó fija observando a ese hombre unos segundos. Enredó mejor sus brazos en el cuello de él obteniendo así un mayor acercamiento y terminó por volverle a besar los labios. Una parte de su consciencia se dedicó a apreciar las caricias que él le iba propinando en sus caderas, en sus muslos y luego en sus glúteos llenos. Eran caricias circulares y muy lentas que por ratos tocaba puntos sensibles en su piel que la hacían estremecerse por lo cual en el agua se formaban movimientos que la dejaban en mayor evidencia.

Desenredó sus brazos del cuello de él y sin despegarse del cuerpo, usó sus manos para estrujar apenas un poco las mejillas de Levi. Seguían besándose. Tenía ella los ojos un poco abiertos y por eso tenía la facultad de admirar la expresión facial de Levi, él con los ojos cerrados estaba entregado entero a ella, a ese momento. Cerró los ojos por completo, la oscuridad fue mayor. Levi le fue mordiendo el labio inferior y ella comenzó a llevar sus dedos hacia las orejas, acarició, y prosiguió ascendiendo hasta llegar al cuero cabelludo. Con la palma abierta repasó la parte rapada, que a juzgar por la sensación diría que Levi se había rapado ese día.

Levi soltó sus labios, y fue deslizando su boca por el mentón. Allí mordió suave y besó por encima de la mordedura. Apenas Hanji rechistó. Sacó su lengua y empezó a delinear la mandíbula hasta llegar a la oreja izquierda, allí rebuscó con la lengua y ante su acción Hanji comenzó a reírse y a querer arquearse por lo cual la aprisionó con sus brazos en la cintura y así impedir que se moviera. Abrió los ojos cuando le estaba lamiendo el cuello y ella tenía la cabeza echada hacia atrás sin parar de apretarle los cabellos negruzcos.

Un fuerte tirón en su cabellera condujo a que Levi bramara.

—¿Cómo es que todavía tienes tanto pelo? Siempre he querido preguntarte si sigues algún tratamiento capilar—. Inquirió curiosa tirando dos veces más de las hebras. — Mi padre a tu edad ya estaba un poco calvo, ja, ja, ja, ya sabes la calvicie de cura como le suelen decir.

Levi tuvo que tomarle las manos para que dejara de jalonear su cabello.

—Tsk. No hago nada—. Respondió con la voz ronca. — Pero si he notado que está un poco más fino que antes.

—Mm, no noto la diferencia—. Murmuró volviendo a tomar con rudeza un grueso mechón de cabello. Entornó aún más la vista en la cabeza de Levi, como quien examina una momia de su interés. — Me parece fuerte todavía.

Y Levi volvió a tomarle las manos porque le estaba provocando latidos mínimos en el cuero cabelludo a causa de la fuerza ejercida en cada tirón.

—Ya deja—. Inquirió, tenía un rastro de ligera molestia en su voz.

Quizás tenía otra molestia, una relacionada a que su ambiente cargado de erotismo se vio en ruptura a partir de las observaciones de Hanji sobre su cabellera. Silbó algo irritado. Empero, al alzar la cabeza se topó con la ingenuidad de Hanji: esa sonrisa que destacaba en su rostro. Al poco instante se vio a sí mismo también envuelto en ese placer. Se quedó más tranquilo y se dedicó a bajar a Hanji de sus piernas, la hizo recostarse en el lado opuesto de la bañera de manera que quedaron fijos mirándose un par de segundos, uno frente al otro.

Las velas aromáticas hacían un espléndido trabajo.

Estiró su brazo hacia la repisa cercana en dónde tenía algunos productos para el cuidado de la piel, tomó un frasco chato y gordo que era un exfoliante de avena. Se colocó una cantidad generosa en la mano, dejó el frasco de nuevo en la repisa y llamó a Hanji a que elevase un poco la pierna. Seguido, comenzó a colocarle el producto desde la rodilla hacia el tobillo. Usó más producto para colocarle en el pie, removía en círculos los gránulos tal cual aprendió así mejoraría la circulación sanguínea.

Cuando repitió el mismo proceso en la otra pierna, se percató de la historia que reflejaban los ojos de Hanji ante su atención con ella: quizás debiera ser algo nuevo para su compañera que él le brindase tales cuidados; removiendo los gránulos en sus dedos, buscando exfoliar la piel muerta de sus talones. Aunque Hanji asistiera cada dos semanas con un pedicurista profesional, sin que le llegaran a colocar barniz solo la limpieza y el tratamiento (a exigencia de Levi) de igual forma era necesario un poco de exfoliación.

También le colocó exfoliante en sus hombros, recayó en sus axilas, en su pecho y en su espalda. Casi la envolvía toda con aquel producto. Lo más fascinante era que ella se dejaba hacer y de vez en cuando le buscaba los labios para besarlo.

Cerca de un cuarto de hora luego salieron del cuarto de baño habiendo antes secado la mayor cantidad de agua de sus cuerpos. Levi llevaba los cabellos húmedos, pero Hanji mantenía su cabellera seca. Aspiró eternamente la habitación y por su espalda Levi la levantó del suelo para llevarla cargada hasta la cama. Allí la depositó y su toalla se movió un poco dejando entrever sus senos. Flexionó la pierna derecha y estiró sus brazos hacia atrás a colocarlos en la almohada mientras observaba a Levi cerca suyo encender una lámpara de escritorio y rebuscar en un cajón de la mesita al lado de la cama.

Él llevaba su toalla cubriéndole desde la cintura hacia abajo, se le notaba el abdomen que con dedicación y demasiado esfuerzo en intensas rutinas de ejercicio había recuperado su abdomen duro. Rio al recordar cuando en la navidad pasada lo desvistió y le hizo un comentario por su abdomen que empezaba a tener una forma redonda: claro, Levi tendría que obsesionarse con ello.

Y, aunque tuviera el abdomen redondo seguramente lo seguiría viendo con los ojos mismos de amor que no suelen captar imperfectos.

El hombre alzó un frasco en lo que parecía contener aceite y se echó un chorro en las manos para frotarlas entre sí. Se había relamido los labios antes de tomar la toalla desde los senos de Hanji y halarla dejando a exposición de sus ojos libertinos un cuerpo limpio. Ella seguía con los brazos estirados hacia atrás en la almohada, mirándolo con algo de ternura y devoción. Giró el frasco a la altura del abdomen de Hanji, dejó caer un chorro de aceite de almendras, ese mismo olor a almendras. Dejó el frasco a un lado del cuerpo de ella y llevó ambas manos hacia el abdomen para esparcir de arriba a abajo el producto mediante sutiles caricias convertidas en masaje. De igual manera masajeó llevando aceite a otros partes de ese cuerpo que con el pasar de los minutos adquiría su piel un brillo fantasioso. Bastante tiempo la mujer en su cama había mantenido los ojos cerrados y los labios estirados que denotaban el buen humor que tenía en ese momento.

—No lo quería admitir abiertamente Levi, pero sí que eres bueno con las manos—. Hizo aquel comentario con un tono humorístico. — Oh Dios—. Suspiró y apretó fuertemente los ojos por la intempestiva irrupción de un par de dedos en medio de sus piernas.

Jadeó más fuerte al sentir la presión ejercida en forma circular de un dedo en su clítoris.

—¿Cómo te fue en el laboratorio? —. Preguntó sereno como si se olvidase de los gemidos de Hanji sin dejar de trabajar con sus dedos.

Entre balbuceos ella fue soltando un par de oraciones y Levi le iba respondiendo con frases más cortas. A ese momento Hanji abrió los ojos y se topó directamente con la mirada afilada de Levi quien seguramente habría de estar analizando las expresiones faciales que ella hacía. Flexionó la pierna izquierda también para después de unos segundos dejar caer ambas piernas a los lados, de esa manera quedaba aún mayor expuesta a Levi. Usó sus codos como un soporte para erguirse y observar mejor el trabajo y así se quedó un breve instante.

No había nada tan majestuoso como contemplar las reacciones de Levi también. O quizás sí había situaciones mucho más majestuosas: como besarlo o amanecer en la misma cama, en medio de su calor y su protección de hombre. No cualquiera. Sino un hombre que tachaba de increíble. Y sus aflicciones emergieron en segundos, la aflicción constante por la felonía consumida en su matrimonio era un hecho que la asediaba de vez en cuando. Aun cuando Levi le había dicho que no hablarían de ello, aun cuando Levi le había demostrado que estaba tranquilo y en paz o por lo menos era lo que parecía y esperaba fuera verdad absoluta.

Y eso parecía o daba a entender con su proceder.

Anquilosado y detenido de su quehacer manual él se había quedado develando su faz inquieta que lo propulsó a que se acercara más a ella: revelando después su intención por hacerla recostar de nuevo y que cerrara los ojos. Ella siguió sus indicaciones, vuelta recostada pero ya no su cabeza sobre la almohada sencillamente en el colchón. Por la poca luz en la habitación lo único que podía divisar por sus ojos cerrados era igualmente penumbra que era cortada por los movimientos que Levi hiciese, como caminar por la alfombra y rodear la cama. Sin aviso él le había tomado por los tobillos y la haló hacia él unos centímetros. Por lo abrupto de su movimiento ella se sobresaltó un poco, y Levi parecía divertido por su reacción sin dejarse acaparar por esa emoción.

—Gírate—. Le dijo con voz calma Levi.

Ella acaeció la petición y volvió a cerrar los ojos porque Levi se lo recordó. El peso de ese cuerpo en la cama fue notorio, se posicionó al nivel de su pelvis y había colocado su muslo por debajo de su vientre, acción por la cual ahora Hanji mantenía las caderas elevadas. Sonrió de picardía. Se preguntaba sobre lo que Levi pensaría hacer. Sola todavía con los ojos cerrados se dejó tocar los glúteos, sus muslos, sentía las manos de Levi vagando por su piel con mucha premeditación a juzgar por sus movimientos lentos y bien asestados. Él le indicó que abriera un poco más las piernas. Ella se emocionó y concedió el pedido. Más al instante fue soltando suspiros de deseo cuando las palmas de Levi se acercaban sugerentemente por su entrepierna. Se inquietó. Elevaba las caderas cuando Levi volvía a pasar muy cerca de su lugar secreto y deseado. Anhelaba que completase el hombre su acción que al parecer la estaba preparando para aquello. ¿Qué tanto? Tenía la urgencia de que fuera pronto. Sin embargo, aquel hombre parecía muy entretenido con sus glúteos; acariciaba, los estrujaba y en el momento inesperado pegó sus labios en la carne de su glúteo izquierdo. Un corto beso que la propulsó a alzar sus caderas y reírse por el cosquilleo que le produjo.

—Levi—. Pronunció como un pedido manteniéndose con la cara pegada de lado al colchón y sus manos empuñadas en la sábana.

Captó unos sonidos gruesos provenientes de la garganta de él. No le dijo nada, se mantuvo silenciado y dedicado a su acción de masajear su zona íntima que lo hacía con el mismo ritmo lento. Pasaba por sus labios externos a los internos, ponía la yema de su dedo a recorrer toda la forma oblicua de su vulva, rebuscaba con dos dedos dentro suyo: justo ahí empezó a simular embestidas que iban acompañadas con la manipulación de su clítoris. Ella dejó escapar de su boca suspiros que se convirtieron en jadeos y luego en palabras un poco obscenas.

Sentía el cuerpo tibio que empezaba a sudar.

—Mañana compraré el desayuno a domicilio, es un aviso para que duermas un poco más—. Anunció Levi. Tenía el entrecejo fruncido por la presión que estaba sintiendo al querer desprender otros jadeos más sonoros de su compañera, llevándolo a trabajar más duro ahora sí.

Hanji alzó un poco la cabeza, abrió los ojos.

—Mm, Levi—. Pronunció con dificultad. — ¿No te gusta mi pan tostado?

Aquella pregunta hizo que Levi descendiera el ritmo que había marcado.

—Ya te dije que es para que duermas más—. Inquirió recayendo en la mirada vidriosa de ella en medio de sus jadeos. —Vuélvete a recostar.

Rápidamente Levi encorvó su cuerpo, llevando su rostro por entre las piernas de Hanji. Abrió más los glúteos y por la posición pudo alcanzar su centro de gloria tibia dispuesta para él. Abrió la boca y emboscó entera la vulva. Escuchó ahora los más sonoros gemidos de Hanji lo cual le daba el ímpetu para hacerlo mejor. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el tacto y la experiencia de la que gozaba en ese interesante arte de complacerse a sí mismo por la complacencia que le producía a ella. Irremediable, debía tomar como propio el gozo de Hanji, si ella no estaba completa, complacida y saciada: como consecuencia tampoco lo estaría él. Por tanto, se dedicó a mordisquearla sin brusquedad exagerada, solo en un acto de juego erótico por asimilarlo de esa manera. Exhalaba aire tibio de sus fosas nasales, sumando a la tibieza desprendida por su boca y el calor de la piel de ella tenía como resultado un espacio que ardía. Allí, justo allí ardía. Hanji Zoe ardía y él ardía con ella, natural.

Direccionó su lengua, la puso lo más rígida posible y con la punta se abrió paso a esa circunferencia que permitía el camino hacia dentro, hacia el sitio escondido de mayor calor. Simuló embestirla con su órgano del gusto. El ritmo se volvió frenético, tan delirante que ella comenzó a mover sus caderas buscando una mayor profundidad. Probablemente servía, pues, la oía gemir extensamente: dejándose acaparar por completo, gimiendo su nombre, pidiéndole que no se detuviera, arqueando un poco su espalda por el placer que le estaba causando. Sin rendirse, mantuvo su boca abierta mientras la embestía. Se las ingenió para buscar el clítoris con los dedos y presionar allí también.

Un quejido sonoro de ella, sobrevinieron luego las contracciones de sus paredes vaginales que él podía sentir. Se detuvo de embestirla y le pasó una última y muy lenta lamida por toda la vulva palpitante. Ella se había dejado caer en el colchón, respiraba pesadamente. Levi sacó la pierna que tenía por debajo del cuerpo de Hanji para dedicarse mejor a besar sus caderas, tocarla con infinita divinidad presionando las yemas de sus dedos en aquella piel ahora cubierta por una ligera capa de sudor. Muy ligera. Siguió besando, siguió avanzando por su espalda. Llegó al nivel de sus omóplatos, depositó una serie de besos cortos. Sacó su lengua para dar un recorrido sin pausa desde un hombro a otro. «¿Estará bien si lo hago así?». Se preguntó. Observaba las facciones de calma de ella, seguía respirando dificultosamente. Le dio un beso corto en la nuca y se retiró unos segundos hacia la mesita de al lado de su cama, abrió el primero cajón y extrajo un control para presionar un botón en dirección al acondicionador de aire. Se escuchó un pitido, aquel propio que anunciaba que el aparato se encontraba encendido. Dejó de nuevo el control sobre la mesita, buscó en el segundo cajón el lubricante íntimo y terminó apagando la lámpara de escritorio.

La oscuridad nuevamente reinó a medias debido a la luz natural de la noche, gracias a esa maravilla de la naturaleza Hanji podía apreciar la figura de Levi como una sombra que se movía con vida propia rodeando la cama para subirse por el lado izquierdo a ella. Se sostuvo en sus codos unos segundos, no obstante, cuando él estuvo ya muy cerca suyo giró el torso en su dirección para buscarle el pecho con la mano que le picaba por tocarlo. Así lo hizo. Para su comodidad se sentó, y le fue palpando a él el abdomen con una gentileza que sería más salvaje luego. Sentía la boca de Levi muy cerca de la suya que se mantenía con esa corta distancia y que a juzgar por su respiración estaba pensando que estaría él tomándose el tiempo para apreciar sus manos recorrerlo.

Fue impaciente ella, acortó la distancia y le tomó la boca con la suya. Una mano de Levi había ido a parar a su mandíbula, la sujetaba fuerte y no le molestaba era lo contrario porque le fascinaba cuando él ejecutaba acciones más rudas. Y que, de igual forma, apreciaba inmensamente las veces en que sus acciones o caricias dejaban a relucir la ternura, el cariño y la delicadeza que llevaba él guardados en su ser. Su beso se intensificó, volviéndose fiero, desbordando lujuria y fuego con cada movimiento coordinado de sus labios, las lenguas entrelazándose que luego pasaban a invadir la cavidad bucal ajena para rebuscar y terminar de nuevo en un fuerte y demandante apretón de labios que dejaban sonidos entremezclando lo acuoso y breves suspiros.

La habitación pronto fue llenada por aire frío, su cuerpo de mujer madura empezaba a enfriarse lentamente, claro, manteniéndose cerca de Levi podía ser alcanzada por ese calor de hombre que la mantenía con buena temperatura, oscilando entre el frío y el calor.

El cuerpo de su compañero seguía en esa posición, el torso en dirección a ella y el resto que estaba tendido de medio lado. Fue bajando su mano hasta el vientre de Levi, su piel estaba tibia y sedosa que le resultaba un tremendo placer por la sola sensación. Bajó un poco más y se topó con la toalla que cubría todavía esa parte de su cuerpo. La sintió un poco floja por lo cual no le supo ninguna dificultad hacer un poco de lado la tela para insertar su mano y toparse con un cuerpo turgente que anhelaba ser también atendido, que demandaba sus manos, demandaba sus caricias, en fin, la demandaba a ella entera. Al tener contacto con el miembro erecto de Levi, él había dejado caer la cabeza en el hombro de ella. Aprovechando su posición le había besado el hombro, y luego fue acercándose a su cuello, apartando cabellos de la zona. Irguiendo un poco más el tronco pudo ahora tomarle a ella los senos para acariciarlos.

Hanji le susurró algo cerca de su oído. Él respondió con un comentario.

La toalla aquella, ella empezó a sacarla del cuerpo de Levi: quería sentirlo todo desnudo junto a su cuerpo en esa condición tan natural, rupestre y humana que les permitía aproximarse y regocijarse en el calor de sus organismos y la estrechez con la cual demostraban el vínculo que existía entre ambos. Finalmente, la toalla cedió y ella la arrojó por los pies, si se fuera a caer al suelo ya vendría siendo otra cosa. Como ese cuerpo ahora estaba como lo anhelaba llevó sus manos a recorrer su extensión. Iba a parar al pecho, al cuello, bajaba nuevamente hasta su vientre y tocaba su miembro, palpaba lo tibio que estaba y la humedad que brotaba desde su uretra. Usó la yema de su dedo índice para dar pequeños toques ahí encima. Levi se había colocado un poco de saliva. Ella rechistó porque decía que se le adelantó. Pero se dejó hacer, se dejó tomar la mano de la de él para empezar un movimiento rítmico de arriba hacia abajo en su miembro. La velocidad iba aumentada según la necesidad de Levi. Cuando el ritmo estuvo marcado él le soltó la mano y dejó ahora su cuerpo caer y reposar en el colchón, ya que quería dedicarse a contemplar en una mejor posición de las manos de Hanji sobre su cuerpo.

Levi no podía verla con mucha claridad, por tanto, mediante los movimientos podía intuir que ella brevemente acercó su rostro al miembro y dejó caer su saliva en el glande. Incorporando la otra mano al masaje pudo llevar la saliva por toda la extensión de ese miembro. Con el pulgar se detenía a estimular el frenillo, justo allí se quedó haciendo del movimiento un poco más acelerado y sabiendo que lo hacía bien (porque Levi pretendía contener gemidos) y el que pretendiera seguir ocultando sus gemidos a ella le hacía fruncir el entrecejo. Algunas veces le dijo a Levi que se entregue a soltar lo que su garganta quería demostrar, pero el hombre se manejaba cierto pensamiento, quizás, debe ser, como para hacerlo todavía retraerse.

Ella acercó su boca cerca del glande, silbó su aliento tibio encima de este obteniendo el estremecimiento de las piernas de Levi. Sonrió con algo de malicia al saber que era por su acción aquella reacción. No dejaba de lado los movimientos un poco rápidos de arriba hacia abajo que a ella le encantaba hacer. En un momento se estremeció por el frío que a su piel arremetió, quería estar cerca del calor de ese hombre, tan cerca que lo olería con grata facilidad. Se relamió los labios y apenas pasó ligeramente su lengua por el glande para luego dejar el miembro suelto de sus manos y poder buscar a Levi a los labios, besarlo y tenderse encima de él quien la recibió envolviéndola en sus brazos y que segundos antes había emitido un sonido de frustración al no obtener la felación que pensaba sucedería.

Se encontraban envueltos en un abrazo sin dejar de besarse y suspirar. Hanji le acarició la frente y volvió a enredar sus dedos en las hebras todavía húmedas. Sintió como Levi tomaba la liga que tenía su cabello recogido, sabrá él en qué lugar la arrojó. Volvió a centrarse a encerrarla con su brazo por la cintura, mientras que la otra mano se encontraba vagando por la espalda de ella. De nuevo tenía ese ritmo lento y suave que arrebataba bonitos suspiros de su compañera. Los sonidos de sus besos acuosos y demandantes se fueron entremezclando con gemidos y el olvidado pitido del aromatizador automático cada que hacía una expulsión de fragancia, aquella de canela que encendía aún más los sentidos de ambos. Hanji le soltó los labios para ahora sentarse en el vientre de Levi, llevó las manos a recorrer el abdomen masculino. Ella se mordía los labios imaginando los gemidos de Levi en un par de segundos. Fue rápida, alzó un poco sus caderas y descendió unos centímetros buscando posicionarse encima del miembro erecto que estaba agolpado contra sus glúteos. Lo tomó con la mano y lo direccionó a su entrada, pero Levi le impidió entrar en ese segundo, pues no tenía lubricante colocado y para no causar molestias de fricción a ninguno de los dos tomó el frasco y dejó caer un chorro encima. Ahora listo todo no hubo nada que la detuviese de completarse, de unirse con él en esa sola carne.

Ella gimió de placer. Acostumbrándose a ese cuerpo túrgido comenzó a mover sus caderas en movimientos ascendentes y descendentes. Levi la tomó con las manos en los glúteos e iba apretando su carne allí, buscaba más fricción. Lo escuchaba respirar con pesadez, le encantaba. Lo escuchaba querer guardarse sus gemidos, aquel minúsculo sonido que lograba captar, le encantaba. Lo que Levi pudiera ofrecerle, le encantaba.

Sin embargo, quería hacerlo jadear por completo, que la nombrase a ella.

Tanto fue su deseo que sus movimientos comenzaron a ser cada vez más fuertes, sentía sus propios músculos duros que pensaba llegarían al punto de doler, pero no quería hacer caso al dolor. Quiso cambiar de posición, una parecida, por lo cual inclinó brevemente su torso hacia atrás y se apoyó con las manos en los muslos de Levi. Ahora le tocaba alzar las caderas y continuar moviéndose a su ritmo alocado y fuerte. Dejó escapar un sonoro gemido cuando sintió que ese hombre manipulaba su clítoris en demanda. A ella de nuevo se le escaparon unas obscenidades de los labios, sabía que Levi no le diría nada por eso, hasta creía que a él le gustaba escuchar eso cuando venía de su boca, podría ser.

Aunque la posición le encantaba, debía admitir que la estaba desgastando muchísimo a nivel físico que incluso su ritmo desenfrenado comenzó a disminuir, sus piernas también querían traicionarla, pero ella quería y necesitaba continuar. Pero el sujeto aquel debió percatarse de su cansancio ya que se sentó y ella ahora quedó sentada sobre él, unidos por sus órganos genitales palpitantes. Colocó Hanji los brazos sobre esos hombros y se encerró en ellos asemejando un soporte para continuar moviendo sus caderas como necesitaba.

—Si tomas tu pastilla de la presión a diario ¿No? —. Preguntó ella con la voz agitada.

—Soy responsable—, respondió y le fue mordiendo el cuello— siempre ha tiempo como indica el médico.

Y Hanji también lo fue mordiendo, aunque más despacio. Se exaltó porque Levi la giró con rudeza en la cama, le tomó las piernas y las elevó a colocarlas en sus hombros para de esa manera tener las caderas de Hanji poco alzadas del colchón y poder penetrarla con mayor profundidad. Dio un par de estocadas, la última trató que fuera muy profunda quedándose allí por segundos. Su garganta emitió un sonido ronco. Terminó dando una palmada algo fuerte en el glúteo haciendo que ella se quejara un poco pero que sabía que su molestia era fingida. Empezó de nuevo a embestirla con la misma rudeza que las manos de ella le pedían: le agarraba los brazos y lo apretaba con sus dedos, esa señal, esa petición que quería concederle. Depositó un beso en la piel de la pantorrilla de Hanji que estaba más próxima a su rostro. Después de aquello se dedicó a acelerar sus embestidas por un tiempo bueno.

Para la siguiente posición solo bajó las piernas de Hanji de sus hombros y giró sus caderas de lado, abrió los glúteos para acercar su miembro a su cavidad y rozarla suavemente con su glande. Respiraban ambos muy rápido. Terminó de introducir su miembro y continuo con su tarea que él dictaba de maravillosa. Por el calor que sus cuerpos desprendían daba la sensación de que el acondicionador de aire no era suficiente para saciar el calor que los rodeaba, porque llegó un punto en que el sudor empapaba por completo sus cuerpos, ellos lo sabían por lo resbaladizos que se volvieron entre sí. Cuando volvían a una posición que los mantenía más unidos se sentían enteros, el sudor que se mezclaba y que Hanji sintió unas cuantas gotas que le cayeron a ella desde el cuerpo de Levi.

Unidos, mezclados, como quisieran ellos decirse: la cuestión al final es que estaban más compenetrados que antes, incluso en el sexo y aquello era una premisa muy palpable para Hanji y también para Levi.

Una vez más Hanji se posicionó encima de Levi, esta vez dándole a él la espalda, abrió las piernas y colocó sus pies en cada muslo de él que al contacto los sintió fuertes como los recordaba siempre. Con sus manos se apoyó en el colchón, ella empezó a mover sus caderas de arriba hacia abajo, recaía en cambiar la secuencia a un movimiento circular regresando al anterior movimiento. En respuesta a un movimiento más rudo de ella el pene se salió de su cavidad generando molestia que inmediato volvió su mano para tratar de insertarlo. Levi le estaba dando besos en su espalda, la tomó con sus brazos encerrándola por la cintura. Por el movimiento de él, supo que quería llevar el ritmo porque sus piernas se volvieron rígidas y las caderas de Levi comenzaron a moverse.

Fue como Hanji sopesó.

A causa de las fuertes, rítmicas y profundas estocadas ella perdió la fuerza para mantener sus piernas elevadas por lo tanto las dejó caer, pero Levi no aflojaba el ritmo, parecía que a cada segundo incrementaba la velocidad y la potencia para mover sus caderas. Hanji jadeaba demasiado alto, echaba la cabeza hacia atrás, dejó caer todo su peso en el cuerpo de Levi y él se mantenía embistiéndola. De repente sentía que no podía soportarlo por más tiempo, el ritmo se volvió un completo caos que nublaba su mente y su rendido cuerpo.

Casi gritó su nombre en medio de la llegada al orgasmo que al parecer les ocurrió a ambos.

Las piernas de Levi se estremecieron, Hanji lo sentía, sentía como él también alcanzaba la gloria junto a ella que incluso dejó escapar un gemido sonoro que a ella la llenó de buen encanto a su corazón de mujer deseada. Estaba respirando con ritmo errático, necesitaba un poco de aire y algo de agua. Sentía los besos de Levi en su hombro y el líquido tibio que era su esperma encima de su vulva, de manera que él terminó eyaculando fuera.

Se mantuvieron esa posición alrededor de un minuto mientras recobraban el aliento y su respiración se normalizaba.

El torso Hanji comenzó a moverlo hacia atrás para caer en el colchón, todavía sin bajarse completamente le tomó a él rostro con la mano, que no lograba vérselo por la oscuridad, y sin necesidad de luz o palabras de pedido él se fue acercando a sus labios y la besó. Ese beso era suave y dulce, gentil y cándido, era tierno y angelical, con esas palabras lo podía definir Hanji a ese beso tan lento que les duró mucho.

Cuando separaron sus bocas, sus rostros igualmente se quedaron juntos a sentir el calor y la respiración de cada uno. Entonces Levi la besó en la frente y se giró a encender la lámpara de la mesita, también rebuscó en un cajón por los pañitos húmedos. Sin despegarse demasiado de ella, la comenzó a limpiar empezando por el rostro y el cuello. Agarró otro pañito para terminar limpiándole dónde tenía semen en la entrepierna y un poco en el abdomen de Hanji que brillaban unas gotitas. Él también se limpió mientras ella se quedaba a su lado recostada y observándolo en esa luz baja y amarilla.

Brevemente Hanji cerró los ojos, se sentía tan cansada y feliz.

—Dijiste que tomaríamos el baño y veríamos el vestuario de Dave y no lo cumpliste—. Dijo ella con un tono simpático.

—Debiste hacerme acuerdo—. Respondió muy tranquilo y siguiendo el tono que Hanji tenía— Aquí está tu teléfono.

Ella estiró la mano y tomó el artefacto de la mano de él. Levi se recostó a su lado y los tapó con la frazada ya que sus cuerpos empezaban a enfriarse. Hanji se aproximó más a él, colocando su cabeza en el pecho. Encendió el teléfono y buscó en su galería la fotografía de la que tanto quería ver junto a Levi: estaba Dave parado y haciendo un mohín a su hermana, llevaba puesto el uniforme de jinete que era una prueba pero que si lo veía muy bien creía una sola cosa, o dos, o tres.

—Ha crecido mucho, creo que está guapísimo y lo veo muy entusiasmado por usarlo en la presentación. ¿No crees Levi? —. Entrecerró sus ojos esperando una respuesta de él. —Gracias, me diste un hijo maravilloso.

Levi se volteó a mirarla a ella, estaba un poco sorprendido y más conmovido.

—Fuiste tú la embarazada, quien lo parió y sufrió mucho con él. ¿No crees que soy yo el que te debe un gracias? —. Dejó escapar sus palabras, se sentía así. Por un momento fue consciente de aquello que logró, su exposición emocional en palabras. — No me quedes viendo así, ya tienes mucho sueño.

Ella rio un poco.

—Pues, digamos que acepto tu gracias disimulado. Aún así la persona que es Dave también tiene mucho de ti.

Hanji dejó el teléfono en el colchón. Se abrazó un poco a Levi, y él la recibió también.

—Hace poco descubrí algo—. Inquirió Levi y observó que Hanji abría sus ojos. — Quizás la razón del por qué Dave se volvió arisco y, no solamente era porque perdía tiempo de no estar con él, también creo que es esto.

Levi empezó a narrar que, a raíz de que Gretchen revelara en la navidad pasada sobre las cintas de video que tenía guardadas, él había tomado algunas al azar y se los llevó consigo cuando iba fuera del país. Una noche tomó un disco de las cintas digitalizadas y se dispuso a mirar, encontrándose con un detalle interesante y que sin duda lo puso a pensar. Era una cinta del año dos mil seis, una grabación casera que con el pasar de los pocos segundos descubrió que era Mikasa quien grababa, simplemente ella caminaba por la casa, haciendo tomas del jardín, de la sala y lo que pudiese encontrar a su paso; como aquel gato que murió en ese mismo año. Contaba Levi que en la grabación que realizó Mikasa aparecía ella, es decir Hanji, y se puso a conversar con Mikasa sobre la Academia policial que al final la joven no se percató que estuviera grabando al aire lo siguiente: aunque el cuadro de la grabación era un poco chueco se podía apreciar a Dave correr alegremente hacia él en el pasillo, es decir hacia Levi, quien estaba hablando por teléfono y a juzgar por su expresión facial y los ademanes que hacía con las manos se concluía que estaba enojado. Cuando el niño —Dave tendría siete u ocho años— se acercó a él buscando un abrazo, Levi lo apartó rudamente y lo ignoró por completo, continuando con su disputa tras el teléfono. Al parecer Dave volvió a buscarlo y Levi lo volvió a aparatar, en la segunda ocasión cerró el teléfono y se fue de allí volviendo a ignorar a su hijo.

Hanji escuchó su relato atentamente.

— Ahora, lo que sucedió me parece el resultado de algo que puede pasar siempre, no es entero tu culpa porque creo que, lo que sea por lo que estabas enojado, te acaparó que no te fijaste en tu entorno. También puede ser en parte mi culpa, no recuerdo haber visto eso, quizás pude haber hecho algo—. Agregó Hanji con voz comprensora. — Dave siempre ha sido afectuoso, desde chiquito, lo sabes muy bien. Abrazos, besos, puedo decir que es un poco meloso y así ha sido hasta ahora, incluso contigo, pero cuando era más pequeño.

Levi recordó los besos que le daba su hijo en la mejilla y los comparó con su comportamiento en la actualidad de besarlo en la frente.

—Claro que lo sé. Solo que no entendía su cambio de conducta antes de los diez. Ya. Sé que también no soy afectuoso con él.

—Dave te comprende.

—Sé que tienes razón—. Dijo y besó los dedos de la mano de ella. — Dime si alguna vez le prometí algo y que no se lo hubiera cumplido.

Hanji hizo un sonido que daba a entender que estaba pensando. Aquella acción hizo a Levi inquietarse un poco por lo cual comenzó a mover las piernas bajo la frazada.

—No estoy muy segura de cómo fue. Creo que él tendría nueve o diez años, pero recuerdo que él te esperaba, pero tú me habías dicho que no podrías llegar a casa por el mal tiempo y los vuelos fueron cancelados, algo así me parece que era y, eh, bueno yo se lo dije y al final él te siguió esperando—. Hizo una ligera pausa. — cuando se lo dije fue después de cenar, cuando fui a verlo para hacerlo dormir, él ya estaba dormido en el alfeizar de su ventana, desde allí miraba tu auto llegar y… aja tenía puesta su mochila para los paseos al parque.

—¿No me lo dijiste en esos días?

—No, no lo hice. Creo que lo olvidé o le dejé pasar. Al final no hicieron lo que querían, fue otra cosa, pero no es como si no hubieras cumplido con él. ¿Te preocupa eso ahora?

Levi exhaló fuerte aire.

—No debería preocuparme porque ya Dave no se comporta como cuando tenía trece. Sin embargo, quería decírtelo y tener otra perspectiva del tema.

Comprendió entonces Hanji de su miedo, sus inquietudes de padre.

—Eres un buen padre, Levi.

Al despertar la habitación lucía oscura a diferencia de la mañana anterior en que la luz podía filtrase por la cortina diáfana. Inspiró aire fuertemente y se giró boca arriba, estiró sus brazos para quitarse la pereza hacia el nuevo día. Se sonrió al reconocer la ausencia de Levi allí. Habría él cambiado las cortinas por aquellas que se apreciaban pesadas, tinturadas en ese color verde oscuro que impedía la filtración de los rayos solares a esa hora de la mañana. Se volvió a girar de lado, acomodó mejor su cabeza en la almohada y estiró la frazada hasta llegarle al cuello. El acondicionador de aire estaba encendido, no hacía demasiado frío por lo cual suponía también que Levi tuvo que haberlo dejado equilibrado para que solo se mantuviera fresca la habitación.

Probablemente habría transcurrido otra media hora más, pensaba Hanji mientras volvía a estirar su cuerpo por debajo de la frazada. Se volteó hacia el lado izquierdo de la cama que ocupaba Levi. No había presencia suya, pero, en el ambiente podía denotar muchos puntos como objetos, pertenencias, olores, orden que le recordaba a él. De esa manera daba a entender que su presencia era simbólica. Tomó la almohada que olía a sus cabellos negruzcos, se llenó los pulmones de ese aroma y se levantó.

En la mesita del lado izquierdo de la cama, notó una hoja que estaba pisada por un porta retrato de Dave y Gretchen de niños. Curiosa, alzó ligeramente el porta retrato y sacó la hoja. Sonrió al ver a sus pequeños también, la imagen de la edad congelada por un flash. La hoja tenía una caligrafía que conocía muy bien, cursiva, limpia, sobria. En ella decía: "He salido temprano a la Corporación. Tu desayuno se encuentra en la cocina, el jugo en la nevera. Te llamaré luego". Se colocó los lentes para volver a leer esas palabras que le estrujaban el corazón.

Cómo Levi no se encontraba, no sería necesario hacerse un cambio de vestimenta solo se cepillo los dientes y salió hacia la cocina en busca de su desayuno. El apartamento lucía, como casi siempre, ordenando, limpio. Todo en su sitio, nada fuera de lugar. Esa imagen que tenía del lugar era similar a la imagen que tenía de Levi. Era un apartamento muy espacioso, y decorado con colores blancos, azul marino y plomo: los muebles, las paredes mantenían un equilibrio entre esos colores.

Halló en el mesón de mármol un waffle de espinaca y tocino recubierto por film de cocina, tenía encima el logo comercial de la cafetería en el que se compró. Cerca del waffle un frasco de cristal pequeño que contenía cereal, yogurt y fresas troceadas, todo en capas de cada ingrediente. Sacó el jugo que estaba en la nevera, calentó el waffle en el microondas y se preparó una taza de café para tomarla primero. Se sentó en uno de los bancos altos del mesón para disfrutar de ese desayuno, que si bien no fue preparado por Levi podía guardar buenas emociones.

Mientras desayunaba en silencio colocó un poco de música para no sentirse tan sola. Cuando terminó de desayunar se apresuró a tomar su teléfono móvil, quería llamar a Dave para saber de él y conversar. Antes de hacerlo le llegó un mensaje a su WhatsApp por parte de él dónde le decía que estaban viajando a la comunidad, que los acompañaba Marco porque al parecer ese día harían algo especial. Adjuntó también Dave una fotografía de la carretera y ella le respondió inmediatamente. A Dave los mensajes ya no llegaron.

Como todavía no eran las nueve de la mañana pensó que tenía mucho tiempo mientras Levi regresará, así que se dedicó a su trabajo, a revisar los apuntes de su diario de campo, a revisar libros antiguos (con los que había cargado durante todo el viaje de exploración) y planificar su agenda para la semana entrante. Tenían durante los siguientes meses con su equipo de trabajo una ardua labor que les tomaría meses, restaurar piezas arqueológicas que serían llevadas al museo de historia.

Se dedicó parte de la mañana a realizar informes en su laptop, quería aprovechar el tiempo en lo que pudiera concerniente a su trabajo para poder extender a Levi un espacio de tiempo para sí, para invertirlo en él tanto como sabía que él se esforzaba para, luego, compartir de su compañía de mujer. Completamente dedicada a su trabajo estaba que se sintió molesta cuando el teléfono móvil suyo no dejaba de sonar y contestó y Levi habló tras la línea.

¿Quieres que te envíe comida a domicilio?

—No, no. Puedo cocinar algo para mí. ¿Es que no quieres que ensucie la cocina? —. Inquirió manteniendo un tono humorístico.

Solo tengo unas piezas de pavo en la nevera. Lo decía porque no tengo variedad de abastos en esa alacena.

Hanji mordió un poco el lápiz.

—¡Pavo y vegetales! Vi que tienes eso, creo que puedo hacer una comida para mí. ¿Quieres que te deje pavo? —. Preguntó y regresó su mirada a la pantalla de la laptop.

¿Estás segura? —. Lo preguntó todo cansino.

—¡Sí! Igual te voy a dejar pavo, puedo hacer dos piezas en el horno—. Inquirió, guardándose los suspiros de Levi tras la bocina.

De acuerdo. Es probable que regrese luego del almuerzo con los ejecutivos.

—Te espero—. Agregó de inmediato.

Como Hanji le había dicho, cocinó algo súper ligero que terminó satisfaciéndola. Su hijo siempre le decía que su comida era buena. Alguna vez Levi le había dicho que en realidad nada que preparara de comida podría tener un mal sabor. Que su sazón quizás podría compensar su desaseada forma de ser, solo como equivalentes. Porque ahí se ponía a equiparse con ella, en el sentido de que él gozaba de hábitos y ritos rígidos de limpieza, pero carecía de encanto para lo culinario.

Cómo fuera, al final Hanji creía que ambos mantenían contradicciones el uno sobre el otro. Cómo, por ejemplo, que en el algún momento Levi le habría dicho lo anterior, cuando a veces se molestaba o fastidiaba por encontrar la habitación desordenada.

Pensó un rato pensando en aquello. «¿Cómo puede ser que aun así yo estoy aquí en su apartamento y él no me ha hecho mala cara cuando ha visto su cocina sucia y que a mí se me olvida limpiar?» Se preguntó Hanji. La idea de la etapa de la luna de miel en las parejas fue la respuesta a su propia interrogante. Quizás estuvieran atravesando esa etapa dónde muchas situaciones se dejan pasar por el mismo hecho de que el enamoramiento puede cegar lo objetivo.

Agitó la cabeza, no quería pensar demasiado en la dichosa etapa.

Se levantó y caminó por la habitación de Levi como curiosa y buscando pequeños indicios de que él fuera el dueño y habitante del lugar: se distrajo con su algo y extenso clóset, allí tenía las camisas ordenadas por tonalidad de color empezando por el lado izquierdo por la negra, avanzando hacia el azul marino, las camisas plomas, el color crema para terminar con las blancas inmaculadas. Estuvo tentada a oler cada pieza de ropa, quiso hacerlo y se fue acercando al armador de madera del cual cada camisa estaba alzada. Repasó con sus dedos la tela, olió el suavizante y el ligero rastro de colonia que todavía guardaban de él.

Estaba deseosa de volver a posarse tranquila sobre el pecho de Levi, cerrar los ojos y escuchar los latidos de su corazón, escucharlo, además, hablar de su línea de productos de limpieza (su preferida) y sobre los cambios que pretendía hacer en ellos. En este punto, ambos se pondrían a hablar sobre los compuestos químicos, Levi desde lo que sabía por experiencia y Hanji desde sus conocimientos como Ingeniera Química.

¡Ahí estaba! Ella abrió sus ojos ante notar lo evidente con más precisión: esos puntos con los cuales convergía con Levi.

Sonrió para sí misma, tomó la manga de una camisa al azar y la elevó llevando el puño hasta su rostro enmudecido, quieto y sereno. Se mantuvo así poco menos de un minuto ordenando sus ideas, sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos respecto a él, a aquel hombre. Y la culpa que la noche anterior la había acorralado, ahora parecía un poco lejana, deseaba dejarla escondida y enterrada en un lugar del cual no fuera escapar nunca para vivir en paz con su propia consciencia. ¿Era que debía hacerlo así? Tendría que trabajar en esa parte suya que todavía se recriminaba por sus acciones del pasado. Admiró también el calzado de Levi, sus pantalones, sus medias y sus relojes para finalmente dejar descansar el clóset.

Anduvo un rato observando todo a su alrededor, esto más bien por su naturaleza de observadora sobre los objetos y la historia o relación tras la persona que es dueña de aquellos. Descorrió las cortinas de la habitación de Levi, el sol pasado de medio día se apropiaba de medio metro hacia dentro desde el ventanal. La tranquilidad y el silencio, sumado a ese estado de sosiego le produjo la necesidad de querer recostarse y cerrar los ojos. Se sentó en la cama reparando en la mesita del lado izquierdo y una idea traviesa vino de nuevo a inundarla. Abrió el cajón superior, allí Levi tenía algunos libros de su lectura predilecta. Revisó algunos libros percatándose de por dónde iba Levi en sus lecturas. Tenía cerca de dos libritos que recién los empezaba a leer. Repasó los títulos y le parecieron interesantes, esperable en Levi y sus decisiones.

Abrió el segundo cajón y se topó con una agenda algo gruesa, un bolígrafo reposaba cerca de ésta. Aparte de aquella agenda, tenía unos dulces encriptados en un frasco de vidrio. Tomó el frasco y sacó un bombón pequeño, se lo comió. Devolvió el frasco a su sitio y tomó ahora la agenda. Al dar una revisada rápida, solo corriendo las hojas de principio a fin, supo que no estaba tan usada. Por lo cual empezó a leerlo por el inicio, tenía la curiosidad por descubrir los apuntes elegantes y ejecutivos de Levi.

Empezó a leer, pero su curiosidad pronto fue derrumbada al tener ahora la precisión para determinar de que allí estaban escritas algunas memorias de Levi. También hacía una introspección: "El padre perfecto, estoy lejos de serlo. Todavía no soy capaz de mostrarme más abierto con ellos". Y así iba narrando un poco sobre su vida de padre, no demasiado. Llegó a la siguiente página dónde Levi tenía hecho un esquema de comparación, había escrito "negativo" y "positivo" como variables y debajo fue escribiendo en esos dos apartados.

Al llegar a ese punto se dio cuenta de que ella no debía seguir leyendo aquello, muy seguramente era algo que Levi escribiría solo para él y si continuaba entonces estaría invadiendo la privacidad que necesitaba. Su pensamiento fue correcto, cuando en páginas siguientes, encontró un título que dictaminaba: "Frases que necesito practicar para decir". Tenía un apartado que respondía solo a Gretchen y otro para Dave. En el caso de la primera; "Eres mi niña", "Está bien si usas color melón o una blusa con un conejo estampado, te verías bella", "Siempre podrás hablar conmigo de lo que sea que te moleste o afecte", "Háblame o llámame, estaré para ti". No estaba segura si en algún momento Levi le habría dicho alguna de esas frases a su hija.

Al encontrar aquello llegó a sentir admiración por Levi, por darse la tarea de escribir sus pensamientos, y permitirse explorar su afectividad además de que, como lo decía el título, querer practicar algunas frases. Entonces, se lo imaginó a él hablando frente al espejo y repitiendo lo que tenía escrito. No sería tan difícil de analizar, pues, sabía lo dificultoso que era para Levi expresarse mediante palabras. Repasó con las yemas de sus dedos por sobre la tinta de las palabras de Levi. Ahora tenía mayor curiosidad por seguir leyendo y pasó la página que era dedicada al hijo de ellos en común; "No importa lo que decidas hacer, te apoyaré", "Me enorgulleces", "A pesar de que eres un revoltoso sabes que puedes contarme alguna inquietud tuya, no importa qué".

Tenía la sensación de que su curiosidad la estaba llevando demasiado lejos al explorar aquella agenda que sobre seguro Levi se había olvidado de que la dejó allí y con ella en casa. Claro, ella no tendría que estar mirando con detenimiento sus cajones. Pensó en dejar la agenda, pero quiso saber si había algo más. Unas páginas más adelante, Levi tenía escrito al principio de la página: "Jamás he podido hablar abiertamente de mis emociones con palabras concretas. Creo que aquello me ha traído algún inconveniente de vez en cuando. Algunos dicen comprender y que tampoco se sienten cómodos escuchando los sentimientos de quien es tu pareja. Mierda. Estos temas, estas emociones son complicadas. Quiero decirlas. No solo es el habla o las palabras, la expresión tampoco me acompaña".

Y Hanji sopesó la posibilidad por ende iba la razón de la existencia de dicha agenda: aquella era un ejercicio para Levi en términos de expresión emocional. Ella sabía que Levi era una persona de escasas palabras de afecto, si acaso no es nulo. Se planteó la gran probabilidad de alexitimia y, que, sin embargo, estaba haciendo un gran esfuerzo que minimizar aquel descontento consigo mismo: el no poder ser capaz de exteriorizar.

Quería saber algo más, quería saber si al girar la página él también podría ha de escrito sobre ella. Sus manos empezaron a temblar y a humedecerse. De repente recordó el bombón que se comió, lo más seguro sería que Levi tuviera sus dulces contados y si llegaba ahora a contarlos se percataría de uno que faltaba y se alarmaría porque era muy seguro que pensaría que alguien habría tomado su libreta y abrirla.

Empezó a ponerse nerviosa por aquello. Giró la página y se encontró con su nombre Hanji Zöe como título. Cerró la agenda y la guardó inmediatamente en el cajón tratando de dejar lo más posible como en su posición original. No sabía cómo reponer el bombón antes de que Levi se percatara.

Aunque se quedó con la duda del porqué Levi todavía no había escrito nada en relación a ella en su agenda, porque después del nombre no había palabras.

...

Llevaba amabas manos ocupadas que necesitó colocar un peso extra en el brazo izquierdo para poder sacar las llaves de su bolsillo y abrir la puerta de su apartamento. Hace unos instantes estuvo tratando de escuchar si Hanji andaba por ahí, pues, tenía esas bolsas que no quería que ella las viera. No en ese momento. Una vez asegurado de que ella no estaría en la sala abrió la puerta y se topó con mucho silencio. Ni Zoe, ni siquiera escuchaba su voz a lo lejos o ya fuera que hablara con ella misma sobre sus cosas. No podía distinguir ni siquiera algún minúsculo ruido que le indicara sobre ella. Cerró la puerta con suma paciencia para que no sonara demasiado y se quedó unos segundos en el recibidor para cambiarse unas pantuflas que tenía allí mismo y dejar los zapatos de charol en la entrada. Avanzó con despacio el corto trayecto del pasillo hasta llegar a la espaciosa sala. Nada, no se escuchaba nada.

Excelente para él. Caminó apresurado hacia el baño de las visitas y allí dentro, dejó una bolsa que contenía dos cajas. Sabía que Hanji casi no lo tomaba atención a ese baño por lo cual creía que ahí estaría bien escondido. Dejó una bolsa de papel encima del mesón en la cocina, y dos vasos translúcidos con avena en la nevera. Como todavía no escuchaba ningún ruido suponía claramente que Hanji debiera estar muy entretenida en lo que sea que estuviese leyendo, conociéndola.

Mantuvo sus pisadas lo más silenciadas posibles hasta llegar a la puerta de madera de su habitación. Se quedó segundos tratando de escucharlo algo. Nada. Empujó la puerta ligeramente, Hanji la había dejado abierta. Entró y la divisó dormida en la mitad de la cama en una posición que una de sus piernas guindaba al suelo. Tenía libros y apuntes aposentados por toda la cama. Enarcó una ceja por ver tanto revuelo, pero dejó de prestarle atención a ello cuando recordó que lo que menos quería era despertarla por tanto siguió de largo hasta el baño para depositar aquella última bolsa en el anaquel bajo el lavamos y ya que estaba ahí se lavó el rostro y las manos. Salió del baño observando de nuevo la bolsa aquella que dejó allí tras el anaquel con toda la intención. Regresó a la cama, empezó a recoger algunos libros y lápices para hacer espacio y poder acostarse también. Notó desde rato atrás que Hanji llevaba puestos los lentes, quería quitárselos, pero temía despertarla y que luego no se durmiera. Claro que sería magnífico que despertara, así podrían hacer juntos un par de cosas. Sin embargo, al verla dormir tan tranquila deseaba que ella pudiera estar así algún tiempo más, hasta cuando ella misma se sintiera sacia.

Haciendo uso de cuidadosos movimientos logró recostarse junto a ella, colocó su brazo derecho detrás de su almohada y se aflojó los dos primeros botones de su camisa blanca. Cruzó sus piernas, sus pies se tocaron y empezó a frotarlos entre sí con la interrupción de la tela de sus calcetines negros. Miró hacia la losa blanca sobre su cabeza, tan lisa y limpia que le generaba buen humor. La respiración tranquila de Hanji a su lado y ese ruidillo del acondicionador de aire le produjeron una sensación apaciguadora que lo invitó a querer cerrar sus ojos. En realidad, estaba siendo contagiado del sueño de su compañera. Finalmente cedió a cerrar los ojos y disponerse a dejarse envolver por todo sonido que pudiera captar allí, entre ellos, el murmullo inopinado de Hanji al despertar brevemente. Él abrió los ojos y giró su cabeza hacia ella quien abrió también sus ojos un poco para volverlos a cerra y estirar su cuerpo. La tela de su ropa ante los movimientos emitía ligeros sonidos que se acentuaban con el manipuleo de las manos sobre la sábana. Ella al percatarse de su presencia comenzó a moverse como un gusano hacia él sin abrir los ojos, se acomodó en su pecho y lo abrazó con un brazo. Al instante fue bien recibida puesto que él la rodeó con sus brazos.

—Levi, estás aquí—. Emitió aquella corta oración con esa voz rasposa y bajita de recién levantada y que comunicaba también emoción.

—Estoy aquí—. Respondió con el mismo tono de voz bajo casi susurrándole. Le propinaba caricias con sus dedos en la espalda de ella y colocó su mentón en el cráneo.

Ambos respiraban tranquilamente, los ojos cerrados también. El marco de los lentes lo estaba hincando un poco en el pecho por lo cual se los sacó a ella y los dejó de lado. Ante su acción Hanji alzó un poco la cabeza para mirarlo, tenía los ojos todavía somnolientos y brillosos. Tenía ese atractivo color de canela en el iris, podía apreciar sus pupilas que empezaba a expandirse no negándose a su naturaleza.

Ella parpadeó y volvió a recostar la cabeza en el pecho de su compañero.

—Me comí tu parte de pavo—. Inquirió, tenía pena figurada en la voz. — ¡No quería hacerlo, pero no pude no comérmelo!

Levi resopló por su boca y unos cabellos de Hanji flotaron.

—No importa—. Solo dijo Levi, usó una inflexión baja para decirlo.

—¿No estás molesto?

—¿Por qué?

—Me comí todo tu pavo—. Inquirió, estaba atestada por culpa.

—Ya te dije que no importa, si lo comiste todo no tengo problema con eso—. Inspiró aire, tenía una fosa nasal obstruida. — Te traje avena y galletas. Lo dejé todo en la cocina para cuando quieras comer.

Ella se removió de entre los brazos de Levi visiblemente emocionada a lo que escuchaba, murmuró unas palabras de agradecimiento y se acurrucó más en él con la cabeza descansando en ese pecho. Irónicamente, en esa posición se sentía más pequeña que él, era una sensación agradable que cada cierto tiempo buscaba experimentar. El perfume de Levi se instaló en su nariz provocándole otro refulgido de amor, cerró los ojos y esperó algunos minutos más. Quería levantarse e ir por las galletas, lo haría si no fuera porque quería estar así un mayor tiempo posible: respirar el mismo aire que Levi.

Tanta fue la tranquilidad que se quedaron media hora en silencio, oscilando entre el sueño y un filo hilo todavía de consciencia. Mucho silencio hasta cuando Hanji movió el pie con fuerza —porque experimentó comezón en el tobillo— ocasionando con su fuerte movimiento que su laptop cayera al suelo. Ante esto ella abrió los ojos asustada y se abalanzó a buscar su instrumento.

A ese momento Levi se sentó y rechistó para sí mismo, recriminándose por no haber puesto aquella laptop en otro lugar.

—¡Oh! Parece que funciona bien—. Comentó Hanji con la vista súper cerca a la pantalla ya que no lograba distinguir ciertas cosas porque no portaba sus lentes. Colocó la laptop en el colchón y ella quedó arrodillada examinando su instrumento. — Menos mal, menos mal. No he hecho copias en Dropbox de mis informes.

—Sería bueno que comiences a hacerlo—. Inquirió Levi, desviando la mirada de ella. Respiraba tranquilo ya que, aparentemente, la laptop estaba bien.

...

Después de realizar muchos respaldos de su trabajo en la nube de internet, el deseo por consumir un pequeño aperitivo de media tarde se hizo presente en sus antojos. Recordó que Levi le dijo lo que compró, por tanto, salió de la habitación principal y se dirigió a la cocina. Podía escuchar la aspiradora de Levi trabajando en la sala. Ya de por sí todo el ambiente se estaba llenando de un fresco aroma de ambiental para el piso. Se acomodó el short, lo bajó un poco ya que lo llevaba desacomodado y recogido. En la cocina lo primero que encontró fue una bolsa de papel que llevaba el sello de una pastelería, se acercó al mesón y tomó la bolsa para sacar otra caja de cartón blanco muy fina con el mismo sello comercial. La caja estaba sellada con unas cintas en forma de cruz, retiró las cintas y por fin abrió dicha caja. Encontró alrededor de una docena de galletas de forma redondeada y que tenían chocolates de colores como adorno. Tomó una. Imposible no olerlas, ese olorcito a panadería y galletas. Se mojó los labios y mordió la galleta. Tenía en el centro crema de avellana, esa textura suave que contrastaba con la corteza dura. Emitió un sonido de gusto y buscó leche en la nevera siendo que para su mala suerte no había. Frunció el entrecejo ante aquello, solo le tocaba tomar un poco de agua. Le dio una mirada a la avena, pensó en dejarla para después. También pensó en que quería guardar unas galletas para su hijo, probablemente también le encantarían.

¿Qué sería de ellos? Probablemente ya estuvieran de regreso a la casa. Llamaría luego para saber de los niños y sus actividades del día.

Se volteó hacia la entrada de la cocina, ella tenía en su boca una segunda galleta cuando Levi entró y fue directo a sacarse los guantes que usaba para limpiar para arrojarlos a un tacho de basura que estaba dentro del anaquel inferior.

—¿Terminaste? Vaya, realmente yo veo todo tu apartamento muy limpio y ordenado—. Hizo aquel comentario con trozos de galleta en la boca. — ¿Será que con la limpieza diaria al final se ahorra más tiempo que al hacerlo de golpe una solo vez por semana? —. Arrojó al aire aquella pregunta.

Levi la observó y meditó una respuesta.

—Cuando no se limpia un día se acumula mucho polvo, para mí es más fácil así mantener la sanidad—. Puntualizó lavándose las manos en el lavadero.

Hanji le observaba la espalda, todo vestido él con ropa ligera pero limpia para realizar su tarea de limpieza. Ella lo observaba mientras él le daba la espalda, no estaba segura exactamente de cómo agregar algo más a la conversación o dirigir a otro tema. Entrecerró sus ojos y sonrió levemente. Levi se dio la vuelta secándose las manos con toallas de cocina. Si lo pensaba con más ligereza, convenía que sí tenía algo que decirle. Se quedó con el cuarto de galleta cerca a los labios, tenía la boca abierta para recibir la galleta, sin embargo, fueron palabras las que se le escaparon como voces del alma:

—Tengo la creencia de que estoy conociéndote de nuevo—. Pronunció Hanji casi sin ser capaz de callarse y en sus cachetes sintió calor inundarla.

A su diagonal Levi mostraba ligeros indicios de asombro, como ya lo sabía sus expresiones faciales eran muy sutiles y recónditas. Muchas veces había que mirarlo bien para captar su gestualidad y analizar su sentir: que ahora era genuino. Se introdujo el último cuarto de galleta en la boca, sentía los cachetes todavía calientes y el corazón que empezó a acelerar el bombeo de sangre. Levi se le acercó en segundos, la tomó por la cintura y buscó a besarle los labios. Ella se sorprendió por esa acción que él hizo: buscarle la boca con la lengua cuando todavía tenía rastros de la masa de galleta suavizada con saliva. Parecía que a él no le importaba aquello, no le molestaba. Sería lo contrario porque cada que pasaban los segundos intensificaba los besos al punto que se volvió el necesario respirar separándose un poco de su boca.

Levi no perdió mucho tiempo y continúo besándole el cuello, sintió las manos de Hanji en su nuca, sus dedos caminaban bajando por el cuello. La agarró de la cintura, ejerció presión con sus dedos y la elevó lo suficiente como para sentarla en el mesón.

La cocina estaba llena de luz solar, todo se veía limpio y blanco desde los ojos de Hanji.

En un acto muy rápido le sacó esos pantaloncillos cortos cuadriculados con tonos cálidos, fue también arrastrando la prenda íntima y deslizó todo por esas piernas. Alzó los ojos entrecerrados hacia ella, llenándose completo de lujuria. Apenas Hanji lo único que llevaba de ropa ahora esa camisa de dormir blanca con mangas cortas y que tenía en el pecho izquierdo bordado un perro durmiendo y una pequeña luna encima. Buscó a besarle los labios mientras se bajaba el pantalón y el bóxer para liberar su espacio que estaba deseando libertar.

Sonidos acuosos, suspiros, jadeos, susurros y nombres era todo lo que se oía en ese espacio del apartamento durante menos de quince minutos. Luego, la había ayudado a bajarse del mesón. Para dejarla ahí mismo mientras él caminaba apresurado a su habitación por un baño con agua fría. Hanji le propuso hacerlo juntos, pero él desistió, ella insistió y él se mantuvo firme en su postura de querer tomar solo la ducha que incluso cerró con seguro la puerta. Pocos minutos le tomó ducharse y salió de la habitación con su salida de baño bien puesta en dirección a su clóset. De refilón miró a Hanji acostada en la cama sin siquiera cubrirse la pelvis que todavía la llevaba desnuda. Ella pareció desinteresada en él, solo mantenía su atención en el libro que tenía en sus manos.

Levi se vistió ahí mismo, y salió de la habitación diciéndole a Hanji que se bañara.

Al escuchar la puerta cerrarse Hanji bajó el libro y frunció las cejas. Se cruzó de brazos sobre el pecho e hizo un mohín en su boca. Miró el reloj, casi eran las tres de la tarde. Mientras Levi estuvo en la ducha ella llamó a su hijo, él le había dicho estaban en la comunidad terminando una fiesta de cumpleaños de un niño. Dave le había preguntado cómo estaba ella y a qué hora regresaría al día siguiente, como respuesta le dijo una hora de la tarde, aunque aún no estaba segura.

Cómo fuera, al día siguiente culminaría su pequeña escapada con Levi, y al pensar en el tiempo que restaba solo podía pensar en consumirlo. Eso era lo que quería, y se lo haría saber a él, porque el encuentro en la cocina no fue suficiente.

Claro, un suceso diferente pero que tenía deseos por más.

Se levantó dejando su libro ahí como estaba en la cama. De repente recordó la agenda de Levi del segundo cajón, solo esperaba que Levi no se diera cuenta que ella se le comió un dulce ya que así sabría que alguien estuvo rebuscando sus cajones, y justo ése. Se mordió el labio, ya nada podía hacer. Se sacó la blusa y la dejó en una canasta para la ropa sucia. Entró desnuda al baño. Se sorprendió de ver en el mesón del lavamos una prenda doblada. Arrugó los labios y se acercó, se percató que encima de la prenda color piel había un papel con una caligrafía que reconocía bien y que dictaba: "Úsalo y ven a mí". Estiró los labios en una sonrisa muy amplia por la picardía que aquella nota le había transmitido. Dejó el papel de lado y tomó la prenda, la alzó: era de tirantes finos y encaje en los senos, a partir de allí la tela estaba muy suelta, casi translúcida y delicada que creía podía dañarla si la agarraba mal. Lo observó segundos en sus manos y de ahí recayó en la otra prenda diminuta, la tanga que estaba hecha con tela de encaje.

Se lavó el cuerpo y se precipitó a vestirse con aquello que era destinado para ella, salió a la habitación y le puso seguro a la puerta. Se plantó frente al espejo de cuerpo entero y examinó su imagen proyectada, decidió soltarse el cabello y peinarlo un poco con sus dedos. Buscó el frasco fino y rojo de perfume, aquel Osadía por nombre y se echó debajo de las orejas y un poco también por sobre la tela del pecho. Nuevamente volvió a posarse frente al espejo, se giraba y el baby doll se movía con ella. Sonrió ante ello, pues, como era holgada la prenda disimulaba la flacidez de su vientre. Un pensamiento extraño irrumpió en su mente. Quiso no prestarle atención y siguió contemplando su imagen, se daba vueltas y practicaba algunas poses que al final no sabía si en verdad podía ser sensual frente a Levi.

Sopesó la idea de que el obsequio tenía un propósito muy firme, y aunque llevara tanto tiempo con Levi había pequeños detalles que quizás no hubieran experimentando en la intimidad. ¿Cómo podría ser posible? Sucede. Y más aún con la notoria renuencia de Levi por ese tipo de lencería.

Abrupto, también, se incorporó la imagen fantasmagórica de Smith cuando en su tiempo también le había permitido a ella que explore y explote sus potenciales de sensualidad. Con pensamientos fríos podría afirmar que en aquello aquel individuo la ayudó. Hasta ahí. Se dio una ligera palmada en las mejillas y salió de la habitación, llevaba puestas sus pantuflas felpudas, sus pasos casi resonaban en todo ese silencio, pero creía que exageraba en su observación solamente puesto que estaba muy nerviosa. ¿Por qué? Pronto hallaría la respuesta.

Repasó con sus dedos la tela que se espolvoreaba del baby doll, veía sus pies caminar con soltura sin estar totalmente consiente por dónde los ponía, sencillamente dejó correr a su intuición: apenas se asomó a la amplitud en la sala divisó a aquel hombre parado observando tras esa gran ventana la ciudad y los edificios. ¿Qué tanto pensaría cada que vez que estaba en esa posición frente a una ventana? A veces creía que esa postura la tomaba para parecer algo interesante o misterioso. Seguido, había otro detalle a tomar en cuenta y eso era que no tenía Levi la misma ropa sencilla con la que salió de la habitación. Ahora vestía más formal, con esa camisa gris que llevaba remangada y pantalones negros. Seguro se habría cambiado en otra habitación, muy seguro. Irrefutable. Caminó dos pasos hacia el frente ella, justamente también recayó en la mesita de cristal que estaba en medio de los muebles: reposaban dos copas de cristal y al lado de éstas una cubeta con hielo que contenía a la botella de vino.

Levi se percató de su presencia, movió los ojos y luego se giró hacia ella. Llegaba el ansiado momento, Hanji dio un respingo al sentir la mirada examinadora de Levi sobre ella, escrutándola de pies a cabeza solo moviendo los ojos. Él relajó su expresión facial, caminó hasta la mesa de centro, tomó el sacacorchos y la botella para destaparla. No le quitaba la mirada de encima. Tenía ganas de decirle que él no debería tomar más que una copa. Respiró tranquila a pesar de todo, a pesar de su instaurado nerviosismo. Observó a Levi servir el vino en las copas, una le extendió a ella y la otra pues, que la mantenía en su mano.

A escasos centímetros separados se podían oler el uno al otro.

Hanji bebió dos sorbos mientras iba acercándose para acortar la distancia. Reparó en los ojos de Levi que sus pupilas empezaban a expandirse como las de un gato mirando un ratón en movimiento. Realmente le fascinaba que eso ocurriese en los ojos de él, claro, era más perceptible la dilatación de la pupila en ojos claros.

Él bebió también un poco de aquel líquido fermentado de uvas italianas, lo hizo todavía sin perderse los detalles de Hanji a su frente, acercándose a él tan tranquila. Ella colocó un brazo por sobre su hombro, lo rodeó y llevó su mano hasta su cuello. Sabía que se venía un beso dulce en licor. La gloria. Sus labios tenían ese perfecto toque entre lo fuerte y dulce del vino. Cerró sus ojos para poder tener un mejor experimentar y poder captar todo lo que fuera que sucediese con ella durante el beso. Ella se despegó, se quedó a centímetros de sus labios sonriéndole. Volvió Hanji a tomar un trago del vino y dejó la copa en la mesa de centro, Levi la imitó, antes habiendo bebido también un trago más.

Ahora Hanji colocó ambos brazos por encima de sus hombros para rodearlo y él que también quería cercanía la envolvió con sus brazos por la cintura.

La sentía fresca, la sentía cerca y apetecible que la besó siendo ahora un poco más brusco. Un par de besos fuertes y profundos y se separó de ella de golpe. Tomó su copa de vino y fue a sentarse al mueble, se acomodó y habló:

—Baila—. Pidió, tenía un tono de voz tranquilo y la cara seria que fuese imposible que solo bromeara.

Observó las reacciones de contradicción en Hanji.

—¿Ah? Ja, ja, ja—. Empezó a tener un estado más nervioso.

—De repente, viéndote así, me imagino cosas que creo podrías hacer—. Comentó, sus ojos brillaban en deseo.

Hanji tomó su copa y se bebió el contenido que restaba, realmente creía que no podía realizar algún tipo de baile erótico para él que se ajustará a sus expectativas. ¿Cuáles serían sus expectativas? Por lo cual pensó en otra alternativa. Caminó hasta el mueble contrario, aquel que estaba frente a Levi. Se sentó y quedaron mirándose con lujuria.

—Creo que pudiera hacerlo en otra ocasión—. Dijo, entrecerró los ojos y se acomodó mejor en el mueble. — Te ofrezco esto de mí.

Ella empezó a acariciarse la piel, pasó sus manos por encima del encaje que cubría los senos, masajeó en forma circular y los apretó entre sí. Elevó la vista a él, aquel hombrecito que tenía los ojos bien abiertos sin despegarse la copa de los labios. Siguió acariciándose los senos, respiró hondamente, y luego se interesó por ocuparse de sus pezones que estaban endureciéndose. Se mostró juguetona con las caricias a su cuerpo, se divertía observando a Levi derretirse por los ojos, quería observarlo muy bien y por mucho tiempo. Llevó sus manos ahora hacia su abdomen por debajo de la tela. Alzó ambas piernas y colocó los talones en el borde del mueble. Se mostraba entera hacia él. Se acarició los muslos, se acarició el vientre, volvía a sus senos y los estrujaba. Observó como Levi se tendía hacia el respaldar del mueble, tenía en sus ojos el fulgor de media noche, tenía en sus labios una disimulada y muy corta sonrisa de éxtasis al verla a ella acariciarse entre las piernas por sobre el encaje de la tanga.

Se llevó dos dedos hacia la boca, los humedeció con saliva para volverlos a llevar hasta su intimidad. Ágilmente introdujo los dedos bajo la tela y rebuscó su propia entrada para insertar ambos dedos. Gimió. Creyó haber visto a Levi echar un resoplido de entre sus labios rosados. Ella se sintió triunfante, no solo por provocar aquello en Levi sino también por permitirse a sí misma de explorar aquella sensación. Se echó el cabello hacia atrás con un movimiento de su cabeza y se insertó nuevamente los dedos en la boca buscando llevar más saliva a su puerto. Empezó a maniobrar embestidas con su mano derecha, mientras que la otra la ocupada para acariciarse los senos o acomodarse los lentes que se le descolocaban. No quería perderse ninguna de las reacciones de Levi. Sus gemidos se convirtieron en más altos y rítmicos. Sin dejar de lado las embestidas hizo hacia un lado la tanga, ahora estaba expuesta entera a los ojos de Levi.

El hombre dejó caer su cabeza en el respaldar del mueble. Hanji lo vio con las intenciones de querer frotarse también frente a ella, con esa distancia, pero se detuvo. Solo se rozó la tela por encima de su entrepierna, que a juzgar por lo abultado que lucía sabía que lo estaba impacientando a él con su bien llamado espectáculo. A menos de un metro y medio de distancia se miraban, la distancia entre un mueble con el otro. La luz abundante natural era buena aliada para captar todos aquellos minúsculos detalles que Hanji quería apreciar de Levi, y que Levi también se aprovechaba de ello afilando sus pupilas en cada movimiento sopesado que ella hacía sobre su cuerpo.

Apretó fuertemente los labios al contemplar a Hanji en una nueva postura: se reclinó en el mueble boca abajo dejando sus caderas alzadas y su centro de gloria dispuesto para que él lo viera. Ella mantenía su cabeza descansando de lado, sus cabellos se le habían caído en la frente y el rostro tapándoselo. Meneó brevemente sus caderas, pensó que sería una invitación para él, pero quiso esperar por más. La vio que se llevó una mano a frotarse y la otra que vagaba por sus glúteos. Levi se mordisqueó los labios y bebió vino pausadamente, jamás le quitaba los ojos encima mientras bebía. Tragó un poco fuerte ante escuchar esos sonoros gemidos que de cierta forma le inquietaba que no fuera él quien ejecutara la acción de su existencia. Sin embargo, podía hacer una excepción por comprender la dinámica del asunto que era ya suficiente para él. Dejó la copa de vino en la mesita, sirvió un poco en la de Hanji y se aproximó al mueble dónde yacía ella con las piernas temblorosas por los espasmos musculares que experimentó, seguramente. Él le tocó los glúteos, aún en esa posición, se los acarició lentamente llevando su mano por la espalda estrecha hasta más arriba. Mantenía la copa de vino bien agarrada. Se planteó entonces que tenía que dejar esa copa en dónde estaba para hacer lo que quería hacer. Habiendo dejado de nuevo la copa en la mesita se volvió a Hanji que para esos segundos dejó su cuerpo caer completamente en el mueble. Tenía una sonrisa cansada y satisfactoria en los labios escondidos por el cabello revoltoso. Y Levi fue directo a besarle la mejilla con esos cabellos ahí, le besó también la frente y luego le separó el cabello del rostro para poder mirarla bien. Ni se quitaba los lentes, lo más seguro era que los fuera a dañar por esa posición.

Levi se levantó, antes que estuvo arrodillado. Tomó la cintura de Hanji, ejerció presión para levantarla, ella cooperó irguiendo su cuerpo hacia él, colocando los brazos en los hombros de Levi y enrollando las piernas en su cintura. Dio dos giros Levi cargando con ella, al tiempo Hanji llevó sus manos al rostro de él y lo besó con más ternura que pasión. Hubiera deseado que la distancia entre los muebles fuera más grande, ciertamente le hallaba buena fascinación a ser llevada en peso por él y aun cuando era ella la más alta, era él el de mayor masa y fuerza.

Levi se sentó en el mueble con ella en su regazo. Antes de olvidarse le sacó los lentes y los dejó en un extremo del mueble. Ahora tenía el rostro maduro y dulce de Hanji sin nada encima, ni aretes u otra cosa, solo ella en su estado más puro: la pureza de verle la sonrisa que se traía en los labios. La tomó por detrás de las orejas para aproximarla a él, para acortar la distancia y besarla nuevamente, siempre y siempre besarla era lo que necesitaba.

Con el ritmo marcado, bajó sus manos por los hombros, por la espalda y regresó sus manos hacia los senos de ella estrujándolos y buscando bajo la tela sus pezones. Una vez que pudo estirar hacia abajo aquella tela y que sus senos quedaran desnudos se decidió a bajar la cabeza dando suaves besos en el recorrido desde su cuello hasta llegar ahí dónde quería. Hanji suspiraba haciendo la cabeza hacia atrás. Levi besó su pecho y luego se direccionó a tomar uno de los pezones entero en su tibia boca. Hanji le estrujaba lo cabellos, se los revolvía y eso le gustaba, por supuesto, porque era ella. Dejó suelto el pezón y empezó a besar la carne, dio cortos besos que dejaban ese sonido hermoso que delataba su acción. Besó y lamió en la línea que dividía ambos senos, con las manos tomó ambos y los comenzó a aprisionar entre sí de manera que su cabeza estaba siendo apretada muy a gusto y muy al calor que desprendía esa parte del cuerpo de su Hanji.

Su Hanji.

Abrió los ojos. Ella se había vuelto hacia él, besándole la frente mientras él se mantenía recorriendo la lengua sobre la piel del otro seno. Sin ser consciente de lo que hacía, al despegarse fue que observó los ligeros círculos rosados que se volverían rojos con el pesar de minutos. «Mierda» masculló en su mente. A Levi le molestaba ver ese tipo de huellas en la piel porque asemejaban las consecuencias de golpes. Y aunque él jamás le haría ese tipo de daño a Hanji, es decir golpearla, no quería que tuviera esas marcas en su cuerpo y que sin embargo ahora las tenía porque se dejó llevar.

Cerró los ojos y respiró hondamente.

—Pensé que este tipo de lencería, ropa o lo que sea eran para ti algo innecesario—. Comentó Hanji sin saber muy bien la dirección que podría tomar aquello.

Levi se había quedado quieto, la tomó de la cintura y la acercó más a su cuerpo y dejó descansar la cabeza en su pecho unos segundos. Tomó aire y buscó la mirada de Hanji.

—Parece ser que muy a menudo las personas van arrastrando sus problemas de pareja en pareja, esto no tiene que ver con la pareja nueva sino con el hecho de que no se sabe resolver asuntos y estos asuntos no resueltos con la anterior pareja pasan a formar parte de la nueva relación—. Observó a Hanji parpadear varias veces. — Fue lo que me pasó a mí.

—¿Puedes explicarte un poco más? —. Preguntó y se hizo un poco hacia atrás para mirar mejor a Levi.

El hombre desvió su mirada, tenía las manos bien fijas en la cintura de Hanji.

—¿Puedo?

—Por favor—. Se mostró compresora.

Levi volvió los ojos hacia ella.

—Es de tu conocimiento el cómo terminó mi relación con Petra. A lo que voy es que ella solía comprar y usar este tipo de lencería y por razones que ya sabes, cuando veía en algún escaparate o en algún maniquí algo similar, me causaba repulsión.

—Vaya.

—Me he dado cuenta muy tarde que dejé aquello traspasar a mi matrimonio. ¿Es muy tarde? Creo que sí. Eso hizo algo aburrido—. Se detuvo a observar a Hanji vestida con aquel baby doll. — Es sencillo, creo que a ti te sienta muy bien.

Hanji se movió ligeramente haciendo que se moviera un poco.

—Oh, realmente es muy bonito. ¿De verdad crees que lo luzco bien? —. Tenía mucha emoción en la voz.

Su interlocutor alzó de nuevo la mirada hacia ella, le tomó la mejilla con una mano y le acarició dicha mejilla con suma delicadeza que Hanji quería dormir en su mano.

—Mejor de lo que pensé—. Dijo y se relajó. Tenía los ojos entrecerrados pues sintió el movimiento de caderas que Hanji ejercía encima de su miembro.

—¿Aún sin maquillaje? No he traído ni un labial—. Inquirió y se esforzó por aumentar el ritmo circular con sus caderas.

—Esa mierda no importa ahora—. Inquirió, tenía los ojos envilecidos en placer.

Respiró Levi tan hondo que su pecho se hinchó en aire. Exhaló y fue directo a zafarse los dos primeros botones de su camisa y para su comodidad no tenía puesta la bividi. El hecho de que se vistiera con camisa y pantalón de tela era porque buscaba ese contraste entre su formalidad y la sensualidad que proyectaría Hanji. Al final tenía todo bien asestado, el vino aportaba también un punto más. Hanji le buscó la boca, él se mostró disponible para lo que sea que quisiese de él: si quería su boca y sus labios se los daría sin escatimar nada. Muchos besos ardientes, el fuego empezaba a subir en sus cuerpos que se empeñaban en estar casa vez más cerca del otro; aquellos suaves senos que se apretaban contra sus pectorales, su abdomen igual suave y delicado contra la rudeza del suyo, sus caderas anchas de mujer que se movían en ondas sin llegar a aprisionar con rudeza por sobre su miembro erecto. Lo más seguro fuera que Hanji supiera con exactitud hasta dónde ejercer presión para no lastimarlo. Colocó sus manos fuertes por la espalda baja de Hanji, por debajo de la tela ondeante del baby doll hacia sus lindos glúteos. Repasaba suavemente con la yema de sus dedos sobre la piel de esa zona, al hacerlo tan lento y con su sentido del tacto agudizado podía identificar unas cuantas estrías, por la textura que tenían era más fácil. Sin dureza fue arañando por encima de aquellas estrías, después acariciaba y volvía sus manos hacia el vientre de ella. Fue bajando la mano hasta dar con la prenda íntima que cubría su vulva.

Inesperadamente Levi alzó su pierna, cuidó de que Hanji no fuera a perder el equilibrio y buscó sacarse el calcetín negro, hizo lo mismo con el otro calcetín y ahora sentía mucho aire en sus pies blancos y bien cuidados.

—Agárrate—. Le dijo en referencia a que se aferrara a su cuello.

—Okey—. Respondió con la voz picarona cerca de la oreja de él.

Volvió a levantarla del mueble, para él Hanji no era tan pesada, podía soportar tenerla así. Llevaba un brazo por debajo de los glúteos y con el otro la rodeaba por la cintura. Se quedó alrededor de un minuto parado con ella rodeándolo con las piernas para besarla y contemplarla en lo alto. Así como la tenía estaba perfecta. Con ese listón melón en medio de los senos que le daba un aspecto muy grácil a su figura de mujer y que más que malsana lujuria: transmitía dulzura y sentimientos de amor.

Finalmente empezó a moverse con Hanji, pasaron por la corriente de la luz del sol que irrumpía por la ventana: en segundos, él le miró a ella los ojos iluminados por ese amarillo de vida y creyó que tenía a su frente una divinidad del cielo. Unos pasos más allá y la aprisionó a ella contra la pared, no lo hizo tan rudo, se tomó la delicadeza de los segundos extendidos para hacerlo. Una vez ahí, hizo a Hanji despegarle las piernas de la cintura y con todo el impulso que pudo la elevó. Hanji se asustó por segundos, Levi le dijo que se agarrara del soporte de la cortina y así lo hizo. Una vez tomó el soporte de la cortina miró hacia abajo: Levi soportaba el peso de su cuerpo en sus hombros y su vagina técnicamente estaba a unos centímetros del rostro de él. Se impacientó por lo que sabía que iba a suceder y respiró hondamente.

Levi le alzó el baby doll y usando sus dedos hizo a un lado la prenda íntima. Él se mantenía parado apoyando un poco su pesó contra la pared, una mano levantada a la altura del pecho que estaba pegada a la pared le daba a Hanji mayor estabilidad. Una vez que estuvo seguro de que ya estaba todo bien, acortó la distancia con el centro de gloria de Hanji. Cerró los ojos y empezó a trabajar allí. De inmediato escuchó los gemidos sutiles de Hanji y las mínimas contracciones en sus piernas que se aprisionaban a los lados de su cabeza. Hanji fue acariciándole los cabellos, enterraba los dedos en sus hebras y halaba brevemente.

Hubo un momento en que la tela del baby doll le estuvo provocando calor por lo cual hizo ademán de volverlo a apartar de su cabeza y al notar aquella acción Hanji tomó la tela para comodidad suya. Ella lo miraba desde su posición en el aire, se aferraba al soporte de la cortina y seguía disfrutando de aquella inesperada pero fogosa posición. Cuidaba de no mover demasiado sus piernas ya que podría ser que Levi perdiera estabilidad. Se mordió los labios. Realmente tener a Levi entre sus piernas y rebuscando en su intimidad con su lengua era uno de los mayores placeres que podría haber experimentado en esos dos días.

Esperaba que hubiera más.

Levi rebuscó con una mano en su bolsillo el frasco pequeño que tenía lubricante íntimo. Por ahí mismo se las ingenió para desabrocharse el único botón y bajarse el cierre. A continuación, sacó la cabeza de entre las piernas de Hanji y empezó a bajarla hasta el nivel de sus caderas. Allí sostuvo a Hanji empleando una rodilla que elevó. Una mano de ayuda se instaló con él, Hanji tomó el frasco del lubricante y le colocó a él una cantidad generosa en el miembro que no escatimó ella en darle unas suaves caricias también.

Rápidamente Hanji le desabotonó la camisa completa y lo instó que hiciese los brazos hacia atrás para sacarle la camisa quedando con el torso desnudo como a ella le agradaba. Sintió la mano de Levi de nuevo hacerle a un lado la prenda íntima suya y con mucho cuidado acercó su miembro hacia su entrada: dando pequeños movimientos de arriba a abajo para finalmente ingresar. Hanji se aferró a Levi, dejó caer su rostro en el hombro derecho de él. Era guiada por las manos fuertes de Levi en movimientos ágiles de vaivén, una gran ayuda para mover sus caderas contra las de él. Estando en esa posición aprovechó para besar el cuello de ese hombre, darle besitos cortos y otros que más bien eran húmedos y toscos sumando las mordidas. Levi se movió unos pasos alejándose de la pared, pero ellos mantenían el mismo ritmo. Si bien requería mucho esfuerzo físico al final lo estaban disfrutando como debía ser. Y gracias a los movimientos ágiles de Hanji todo fluía con naturaleza.

Se encontraron de nuevo a besarse en el silencio grato de sus respiraciones y callados gemidos.

Se escuchó el sonido característico del timbre cuando lo presionaban desde afuera haciendo que ambos pararan de forma abrupta sus acciones.

—¿Esperabas a alguien? —. Preguntó Hanji con la voz muy baja.

Hanji se bajó de Levi.

—No. Le dije a Paris que esta tarde cancelara invitaciones sociales y peor aún cualquier visita. No espero a nadie.

El timbre siguió sonando y luego se escuchó una voz:

—¡Papá! ¡Somos nosotros!

Ante esa voz femenina Levi y Hanji se volvieron a mirar entre alguien y un leve indicio de temblor en las manos apareció en Hanji.

—Dave también tiene que estar ahí afuera—. Dijo Hanji, buscando sus lentes.

El timbre volvió a sonar y Levi se aproximó al pasillo que conducía a la puerta, se quedó ahí abotonándose la camisa mientras miraba a Hanji correr por la sala buscando sus lentes.

—Ah, son ustedes. Espera, no encuentro mis pantuflas—. Articuló Levi tratando de serenar su voz. — La copa, la copa—. Susurró acercándose dónde Hanji.

—Ya, lo tengo—. Dijo y caminó apresurada hacia el pasillo, buscando un escondite.

Antes de ir a abrir la puerta Levi miró la sala entera, las pantuflas de Hanji todavía estaban ahí, así que se acercó rápido y las pateó para que queden debajo del mueble. Ahora sí fue hasta la puerta, antes ya había mascullado por su suerte: por la interrupción que le estaban haciendo y sin antes haber dicho que irían.

Lo más importante: ¿Cómo sabía su hija que él estaba ahí? Si se suponía que ellos no podían saber. Al final abrió la puerta y la sonrisa radiante de su hija fue lo primero que asomó a sus pupilas.

—Papá. ¿Has llegado temprano hoy que no nos has dicho que estabas aquí? —. Preguntó. — Debiste decirme que estabas aquí, así te hubiera traído pastel.

Detrás de ella apareció Dave y Marco. Su hijo enseguida se acercó a él para saludarlo, unas palabras de intercambio y el beso —que era de rigor ahora— en la frente que Dave le daba a él.

—Sí, llegué hoy. Pensaba llamarlos en la noche, como sé de sus actividades de los sábados lo pensé, pero ¿Por qué no me llamaste para decirme que veían? —. Estrechó la mano de Marco y cerró la puerta.

Gretchen se volteó a Levi y le enseñó su teléfono con llamadas no contestadas y mensajes no leídos que tenía respecto a su padre. Y el hombre se mostró sereno, aunque por dentro lo carcomía el fastidio por no haber puesto su teléfono con sonido.

—Marco me dijo que de mañana te había visto en una café y yo le dije: "¿Estás seguro que era él?" Y ahora puedo decir que estaba bien seguro—. A ese momento dio la espalda a Levi. — Llamé a Paris para preguntarle si era cierto que estabas aquí, pero eso fue hace poco ya que Marco recién me lo dice.

Para la mala suerte de Marco, había obtenido una mirada oscura y llena de fastidio por parte de aquel hombre que al percatarse que Gretchen se acercaría a ellos relajó su expresión facial.

—¿Ya sabes que no debes tomar tanto vino? ¿Es así padre? —. Comentó al ver la botella y la copa en la mesita central de la sala. — Enciende el acondicionador si tienes calor—. Hizo aquella observación por una gota de sudor que resbalaba por la sien de su padre.

—Ah... Sí, lo haré.

Estaba poniéndose nervioso de que los tres estuvieran allí, fue a tomar su teléfono móvil y constató de las llamadas de su hija. Chasqueó su lengua un poco y los miró de refilón a los tres sentándose en los muebles. ¿Cuánto pretendían quedarse?

—¿Cómo te fue en tu viaje papá? —. Preguntó Dave tratando de llamar su atención alzando la mano.

Primero debía serenarse para poder actuar con naturalidad, quería sentir y transmitir naturalidad.

—Logré establecer algunas situaciones que necesitaba—. Fue explayándose sobre su agenda cumplida en Madrid.

Marco seguía tan sereno y calmo sentado en su mueble con la cara de inocente. Respiró y volvió la mirada a Gretchen que se levantó e iba hacia el pasillo.

Acción que hizo a Levi inquietar.

Ella tenía la necesidad de cambiarse el tampón que llevaba puesto. Entre buscar quietud y silencio se decidió por el baño de una de las habitaciones. Entró y percibió un buen olor, algo como un rastro. Aquella habitación secundaria tenía algunos muebles como la cama, un sillón y un escritorio, todo estaba ordenado, aunque de todas maneras no había otros objetos allí. Entró al baño, silencioso, tan callado y fresco, ordenado y limpio. Sacó de su pequeño bolso el paquete de tampones y uno de toallas húmedas de la misma marca. Alzó la tapa del inodoro blanco y oblicuo, se alzó un poco su vestido y deslizó la prenda íntima por las piernas y la dejó caer hasta sus zapatos.

Sentada ahora, abrió las piernas y rebuscó la cuerdita del tampón para halarlo, lo arrojó al tacho de la basura y se percató que iba a orinar. Sintió mucho alivio que incluso cerró los ojos.

Un estornudo que al parecer fue tapado con las manos escuchó Gretchen y se asustó, pues, a simple vista en ese baño no había nadie. ¿Verdad? Ella se hizo la pregunta y entonces comenzó a temblar mirando con horror todo el baño.

Empezó a balbucear y dio indicios de querer gritar.

—Sh. No grites, no grites, soy yo, Hanji—. Susurró la mujer saliendo tras la cortina de la ducha.

Gretchen respiró de nuevo con calma, pero su cuerpo aún seguía brevemente temblando.

—¿Hanji? —. Alzó una ceja, y miró el atuendo que la mayor llevaba puesto, al verla casi desnuda por la transparencia del baby doll sus mejillas se calentaron, pero tenía una genuina sonrisa formándose en su boca. — ¿Es en serio posible?

—Termina y te explico un poco—. Dijo y volvió a cerrar la cortina.

Hanji se llevó las manos al rostro caliente, sentía vergüenza de mostrarse de esa manera con Gretchen sabiendo que no tuvo más opción. Esperó, escuchó el tacho de la basura ser abierto, la válvula del inodoro jalada y el agua del grifo que empezó a fluir. Para ese momento decidió volver a salir tras la cortina y caminó hacia la joven, ella iba vestida con uno de sus vestidos sencillos hasta las rodillas y estampado de fresas. La vio guardar el frasco de jabón líquido en su bolsito y se quedó parada junto a ella. Gretchen también se volvió a ella y le tomó de las manos.

—Casi me matas de un susto—. Comentó manteniendo la voz baja como se lo pidió Hanji. — Lo siento, lo siento Hanji, en serio, estamos siendo inoportunos. Yo no sabía.

—Oh querida, tranquila. ¿Cómo podrían saber?

Hanji le vio a Gretchen los ojos que también le sonreían, esa mirada de niña ilusionada.

—¿Qué pasó con papá? ¿Están saliendo? ¿Quieres que te ayude en algo? —. Tenía muchas preguntas en mente, una agolpándose tras otra. — Puedes decirme Hanji.

La mujer se sintió enternecida.

—Creo que esto es un "veremos" de la situación, ahora no te puedo asegurar mucho. Solo que... quisiera que mantuvieras este secreto. ¿Puedes?

Gretchen pestañeó reiteradamente.

—¿Qué significa?

—Significa que aún no es nada. Solo estamos así, no sé cómo decírtelo. Si se da la oportunidad creo que ustedes serían los primeros en saber. No sé qué piensa tu papá todavía, bueno, él casi no habla directamente, pero tiene muchas acciones que me hacen pensar que sí. No quiero decirles nada hasta que nosotros resolvamos algunos asuntos.

—Entiendo, entiendo—. Meneó la cabeza de arriba a abajo. — Puedes contar conmigo, los dos pueden contar conmigo. Si piensan unirse de nuevo quiero que sepas que tienes mi apoyo y estoy segura que Dave y Mikasa pensarían como yo.

Hanji se quedó algunos segundos procesando esas palabras, sentía que escuchaba palabras divinas y su pecho se llenaba de un amor, ese amor cálido de hogar. Sujetó con más fuerza las manos de Gretchen y le agradeció.

—Ahora ve. No puedes demorar mucho o alguien vendrá—. Dijo Hanji.

—¡Ay si! Nos iremos ya mismo. Lo siento, lo siento por interrumpirlos. Dile eso a mi papá. Adiós—. Ella se lanzó y abrazó a Hanji.

—Yo le digo, descuida—. Dijo y le besó la mejilla a Gretchen.

De inmediato, Gretchen salió del baño. Caminó con prisa saliendo de la habitación y se dirigió a la sala. Ahí estaba su hermano buscando una película para ver en el televisor pantalla gigante y su padre que estaba detrás de Dave. Se percató entonces de lo desaliñado que lucía su padre, su camisa algo arrugada y sus cabellos un poco despeinados. Volvió a sentir vergüenza aun así alzó firme la barbilla y dijo:

—¡Recordé que tengo algo que hacer! Y si nos quedamos más tiempo no podré hacerlo. Lo siento padre, pero ya nos vamos—. Dijo Gretchen pasando al lado de Levi y tomando a su novio del brazo para que se levante. — Vamos Dave.

El menor volteó a mirarla.

—Yo me quedo hermana—. Dijo él que se mostraba reacio a irse.

—Dave, quedaste con tus amigos que llevarías algunas botanas para su reunión de esta noche. ¿Ya no recuerdas? Vamos por el supermercado comprando lo que necesitamos.

—Sí, pero puedo comprar también y llevo algo. ¿Me puedo quedar papá? —. Tenía todavía el control remoto en la mano, esperaba que Levi le dijera que sí para poner play a la película.

El hombre nombrado se quedó mudo.

—Quedamos en que llevarías botanas caseras echas por tu hermana porque a tus amiguitos les gusta—. Sonriendo fue a tomarle el brazo a su hermano y comenzó a hacerlo caminar. — Mañana ya veremos a papá de nuevo. ¡Sí! Vamos. ¡Adiós padre!

—No hermana—. Se quejó con esa voz lánguida que hacía cuando no obtenía algo y la cara aguada que llevaba hizo que Marco intentara bromear con él en las escaleras.

Gretchen escuchaba a esos dos discutir sobre chistes, la verdad no les tomaba mucho interés pues llevaba en mente lo que antes había sucedido. Salieron del edificio, ella miró el cielo bien iluminando por el sol y respiró como revitalizada. Aunque Hanji no le aseguró que nada todavía que fuera a suceder con su padre tenía un alto índice de esperanza a que si fuese posible que ellos dos volvieran a estar juntos.

Cuando estuvieron de nuevo en el auto de Marco, ella miró a Dave a través del espejo retrovisor. Lo vio un poco decaído, tal vez estaba cansado por estar todo el día ayudando a las mamás repartiendo dulces y comida a los niños invitados del pequeño Luis. Se colocó el cinturón de seguridad y volvió a mirar a Dave por el retrovisor.

—¿Pasamos recogiendo a Raylee? Estamos no tan lejos y ya antes le dijiste a la señora Nanaba que ella iría contigo.

El menor volvió los ojos a ella por medio del mismo espejo.

—Le voy a mandar un mensaje para que esté lista—. Dijo Dave y se acostó en el asiento.

Gretchen se recostó también, sabía que Dave seguramente se divertiría con Max un rato y con eso se le avivaba el ánimo. Estiró la mano buscando la de Marco que la tenía cerca a la palanca de mano. El hombre giró su mano y tomó la de ella, se la agarró y le besó el dorso. Ya iban saliendo del parqueadero del condominio cuando Gretchen giró la cabeza y volvió a mirar el edificio, en su imaginación tuvo la intrusa imagen de Hanji con su padre en aquel traje que le había visto puesto.

Al solo contemplar la imagen de ellos dos hizo un gesto extraño, quería alejar cualquier imagen indeseada. Superando la imagen, pensó en Dave y en lo bueno que sería para él que sus padres llevarán su relación lo más sana posible.

—Vamos al supermercado más cercano, así ocupamos tiempo hasta que Raylee se vista—. Le dijo Gretchen a Marco.

El hombre empezó a frotarse la piel entre el labio y la nariz con el dedo.

—Ha sido un buen sábado. ¿Me darás tu noche? —. Su rostro relucía un pedido silencioso.

—Tú me has dado todo tu día—. Respondió.

Detrás de ellos, Dave los escuchaba hablar, esas oraciones intercambiadas le parecían un juego por lo encajadas que sonaban muy a su parecer.

...

Ya bien Hanji le explicó cómo fue que Gretchen la descubrió cuando estuvo escondida en el baño. Ciertamente, aunque Levi era un hombre maduro, enterarse de lo que su hija sabía sobre él y lo que estaba haciendo con Hanji lo llenaba de un malestar extraño. Si le buscaba una palabra exacta a su sentir sería la vergüenza pura al saberse expuesto de esa manera. Quizás ahora entendía mejor a Gretchen en ciertos aspectos. Pero le daba tranquilidad saber que tenían, al parecer, un cómplice. Explícitamente Hanji le dijo que Gretchen se mantendría callada respecto a lo que sabía pasaba entre ellos, solamente eso.

Y a mayor profundidad recaía en el papel que tenía su hija, ya sería la segunda ocasión que interrumpía algo y que sabía de algo. En el caso con Frieda, aunque no tenía el mismo peso o importancia, le volvió a ocurrir ahora desde la perspectiva de Hanji.

En fin, todo ocurría y punto.

Tenía sus ojos cerrados, las caricias de Hanji en la piel de su pecho le hacían querer dormirse, o que ella lo haga junto a él. No sabía exactamente la hora que era, que por el sol creería que cerca o pasado de las seis de la tarde. Su compañera y él ya llevaban unos minutos postrados en el mueble y con una sábana encima que cubriera sus cuerpos desnudos y ligeramente todavía húmedos por el sudor que no terminaba de secarse. Hanji estaba recostada parcialmente encima de él, con el brazo izquierdo descansando sobre su abdomen y su mano que vagaba los dedos en su piel. Él también le proporcionó toques a ella en su cuerpo a modo de caricias tiernas. Veía los muebles y las memorias de todo lo que experimentó en ellos, todo le sobrevenía en cámara lenta. Toda la ropa quedó regada por ahí a causa del salvajismo con que Hanji lo desvistió cuando apareció tras la salida de los hijos del apartamento.

Se sentía exhausto y complacido.

Los dedos de Hanji dejaron de moverse sobre su pecho y su respiración tranquila le indicaba que ella seguramente sucumbió a dormitar. Él igualmente quería sucumbir al placer del sueño junto a ella. La televisión seguía encendida desde dónde estaba podía observar los vídeos musicales que quedaron a reproducción automática.

Pocos minutos después Hanji alzó su cabeza, buscó los ojos de Levi: se centró en esa imagen de fragilidad que ella creía que proyectaba, era una fragilidad que quebraba todo rastro de seriedad que antes él tuviera en su faz. Ahora Levi lucía calmo y suave, sus cabellos húmedos por sudor los tenía alborotados y unos cuantos cabellos que se le quedaban en la frente pagados y es que tenía la piel también tan aceitosa —no como antes cuando todavía estaban inmersos en acción y el sudor le caía del cuerpo en gotas— que funcionaba como pegamento o algo que le cayese encima, verbigracia, sus labios de nuevo en la piel de su pecho. Dejó su mentón en ese pecho mirando a Levi, en dirección siempre a su rostro de hombre maduro que quería admirar hasta el cansancio.

De repente Levi empezó a sentarse y ella quería recriminarle por hacerlo, pues él se levantó del mueble y caminó desnudo (exhibiendo su piel, sus músculos, sus glúteos, sus muslos gruesos y fuertes, todo de él) dejando una la impresión de soledad. Ella se sentó y se abrazó a sus rodillas todavía con la sábana cubriéndola hasta el cuello. Al reclinar su espalda entera en el mueble, observó a Levi regresa con su tablet en mano. Lo vio recoger la ropa que estaba en el suelo y dejarla en un mueble. Seguido, alzó la sábana y se insertó debajo de la misma. Sintió Hanji la piel de los brazos de Levi rozarse con la suya y buscó acercarse más a él cuando el hombre le mostró la pantalla encendida.

—Decide uno de estos destinos. ¿Santorini o las Islas Malvinas? —. Le observó los ojos abrirse llenándose de un brillo especial viendo las fotografías populares en la red de ambos destinos. — Si quieres puede ser uno, y el otro destino dejado para otro viaje. O, si no te convence ninguno, puedes decirme a dónde quieras ir.

Se quedó tranquilo, su mirada analizando el rostro tan bonito y lleno de luz que tenía ahora Hanji. Ella divagaba entre ambos destinos, moviendo las pupilas de un lado al otro con la tablet un poco cerca de su rostro. Pensó en extenderle los lentes cuando ella se volvió a él para hablarle.

—Primero quiero conversarlo con Dave, estoy segura que estará muy emocionado por conocer uno de estas islas que se me hace imposible decidir—. Inquirió, tenía bastante emoción en la voz.

Levi sacudió la cabeza en forma de negación.

—Iremos solo nosotros dos—. Anunció y Hanji lo miró sorprendida. — Hasta a nuestra luna de miel fuimos con Mikasa y Dave, creo que sería conveniente ahora ya que están todos grandes.

Ella se había quedado callada, la propuesta de Levi la tomaba muy desprevenida y ciertamente aquello generaba mucha felicidad en su persona que hasta se había quedado muda sin tener una idea de cómo responderle. No tenía muchos viajes que fueran exclusivamente con Levi, viajaron, pero cerca y por poco tiempo.

—¿Qué piensas? Si quieres también podemos hacer después otro viaje familiar—. Prosiguió Levi.

—Oh Levi~ ¡Seguro! A Río de Janeiro como quería Gretchen. Pero, si me decido entre uno de estos destinos ¿Cuándo viajaríamos?

Levi ya tenía la respuesta a su pregunta.

—El aniversario de la Corporación este año está pensado como un evento más grande que en cualquier otro año en que he preferido solo una ceremonia. Todos estos preparativos van a tomar tiempo y voy a estar ocupado, no solo por mis ocupaciones regulares y la preparación del aniversario si no porque estoy ahora mismo en otro proceso.

—¿Qué proceso? — Preguntó dejando la tablet a un lado.

Levi miró al frente, para él ya venía siendo hora de comentarle sus planes a Hanji. Se echó los cabellos hacia atrás y volvió a mirarla: toda sucia y desgarbada por su culpa.

—Estoy vendiendo la mayoría de mis empresas. Me quedaré con los hoteles, servicios de turismo y la Corporación que se manejan a nivel nacional. Lo demás, todo lo que me supone estar de un lado a otro como mierda en marea lo voy a sacar.

—Pero fue todo lo que lograste—. Murmuró.

—Quiero lograr algo más que no tiene que ver con negocios y viejos usando corbata—. Se fijó mejor en los ojos de Hanji. — Para lograr lo que quiero tengo que hacer mucho tiempo.

Hanji había enmudecido ante sus palabras sinceras y que se lo dijera a ella de entre otras personas. Si lo pensaba con cuidado, sabía a qué más o menos era lo que Levi quería lograr u obtener y si ésa era su decisión lo apoyaría como siempre respetó sus decisiones anteriormente. Hanji suavizó la expresión de sorpresa que antes tenía en el rostro, acortó la poca distancia que la separaba de Levi y se le guindó como un mono.

—De acuerdo Levi—. Fue lo que le dijo.

Levi se reclinó en aún en el mueble, teniendo a Hanji casi encima suyo que poco a poco fue acomodándose de lado sin dejar de romper el contacto físico.

—¿Crees que Dave quiera venir a vivir aquí? —. Preguntó él.

—¿A qué te refieres? —. Mostró una mirada inquisidora sentándose de nuevo.

—Bueno, este apartamento es muy espacioso solo para mí. Creo que los tres estaríamos muy bien aquí.

—¿Y dónde dejas a Gretchen?

—Mm, creo que ella muy pronto se irá y solo nos quedará Dave—. Dijo aquello último como un pensamiento que se le cruzó de repente por la mente.

—¿Qué?

—Me refiero a que creo que está muy pronta a querer hacer su propia vida fuera del nido.

Después de aquellas palabras ambos se quedaron analizando todo lo hablado anteriormente. ¿Es así como cambiaría la vida de ellos? Para Hanji eran buenas opciones. Estaba imaginándose viviendo de nuevo con Levi junto al hijo de ambos y aquello le pareció una idea tan disímil pero que podía hacerse realidad con el tiempo.

—Pero no podremos tener tantos animales aquí.

—Si lo pensé. También pienso en la mansión, yo no sé si debo venderla o dejarla dentro de mis patrimonios. Ya de por sí la Villa Riva va ser legalmente de Gretchen cuando se completen los documentos.

—Creo que en ese tema si deberías hablar con los niños y Mikasa. Después de todo ha sido la casa de Mikasa y Dave desde siempre al igual que tuya.

Levi apretó los labios, desvió la mirada de la de Hanji analizando su comentario. Poco segundos después empezó a menear la cabeza dándole a ella la razón. Tenía todavía mucho que pensar respecto a ese último tema, lo hablaría con sus hijos y con Mikasa para llegar a un acuerdo. Aunque también pensó en las chicas del servicio y su empleo, no le sería nada difícil recomendarlas o ayudarles a encontrar un nuevo trabajo. Mientras que la señora Clarisse y el señor Sebastián muy bien podría ya acogerse a su jubilación.

Por debajo de la sábana Hanji le buscó la mano. Él se le quedó mirando por muchos segundos y respiró hondamente.

¿Es así como se sentía la tranquilidad? Se hizo aquella pregunta durante esa tarde de encuentro armónico.

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Bien, oficialmente este capítulo es el más extenso que alguna vez hubiera escrito, tiene aproximadamente 19.600 palabras. El corte de un capítulo no lo determino por el número de palabras sino por la intención que guarda consigo cada entrega. Si bien la frase de presentación te va dando una pizca de lo que se manejará y no se culminará hasta que la intención esté completa, por eso decidí que este capítulo fuera publicado en su total. Así mismo los siguientes capítulos y capítulos anteriores los he manejado con la misma modalidad.

Entrando en materia de Psicología, vamos a explicar la existencia de la agenda de Levi que no debió ser descubierta por Hanji ja, ja, ja. Okey, anteriormente les he presentado a Gary Chapman, consejero matrimonial y escritor del libro "Los cinco lenguajes del amor" Dentro de los lenguajes tenemos Las palabras de afirmación que son aquellas las cuales expresamos a nuestro ser amado, hijo, padre, madre.

El doctor Chapman en su libro nos indica que debemos hacer dos cosas: 1) identificar nuestro lenguaje y 2) identificar el lenguaje del otro. Todas las relaciones son viceversa, no puede ser unilateral o de lo contrario no funciona o es poco llevadera la relación.

Existen los cinco lenguajes expuestos por Chapman en donde uno prevalece más que el resto, puede que tengas dos de preferencia, pero de esos dos el que más te lastima no recibir es tu lenguaje primario de amor.

Aquí no lo vemos objetivamente, Levi se mantiene dentro de un proceso psicológico que le está tomando su tiempo necesario. La libreta se postula como un ayudante, donde escribe lo que escucha que otros padres dicen a sus hijos y así va teniendo referencias. Es lo que aconseja el doctor Chapman para personas que las palabras son un punto difícil de llevar.

Si deseas dale una hojeada al libro, está disponible en internet y es una muy buena herramienta.

20/04/2021