Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.
Capítulo 38
Incluso con todas las ventanas bien abiertas, y un ventilador encendido, el cuarto de Charlie huele fuertemente a pintura. Edward no cree que importe tanto, pero me siento rara y me preocupo al respecto, así que colocamos un colchón inflable donde probablemente será un cuarto de huéspedes. Charlie no está tan desilusionada con su cama temporal cuando ve el tamaño del colchón y todas las mantas que le coloqué.
Dejo caer un oso de felpa y saco a Charlie del cuarto de invitados.
—De acuerdo. Todo listo.
Ella asiente, con el dedo en la boca, sus mejillas y sus brazos manchados con pintura rosa como si fueran pecas.
—Necesitas un baño —mascullo, echándole un vistazo a Edward, que hace que mi corazón se acelere por diferentes razones esta noche—. Los dos.
Él me dedica una pequeña sonrisa torcida.
—Sí, mamá.
Charlie se ríe de eso, envolviendo sus brazos alrededor de mi pierna.
—¡Sí, mamá!
—Deben haber toallas en nuestro cuarto —digo, tocando el cabello rosa de Edward.
—De acuerdo, de acuerdo, ya voy. —Se agacha, besa la mejilla de Charlie, y entonces me guiña el ojo de camino al baño.
Le estoy dando un baño a Charlie, fregando su cuerpo, explicando la diferencia entre una esponja y una esponja vegetal, pero mi mente está atascada en una imagen: Charlie llamando "papá" a Edward. No sé si es algo en lo que ella ha estado pensando por un tiempo, y decidió probarlo hoy, ver si quizás a ella le gustaba la manera en que sonaba... o si fue un desliz. Sin embargo, no creo que haya sido un error. Charlie es pequeña, pero es deliberada. La mayoría de los niños lo son a esta edad.
Honestos. Cero calculadores... bueno, sobre este tipo de cosas, de todas maneras. (Incidentes como robar galletas o crear desastres es otra cosa).
—¿Mamá?
—Sí, cariño.
—Estoy limpia. Pero no tienes que cepillar mi cabello.
—Sabes que sí tengo.
—No, mamá —se queja, tratando de liberarse mientras coloco acondicionador en sus rizos húmedos.
—Sería bueno que no te movieras —digo, sabiendo que es inútil. Puedo recordar a mi madre cepillar mi cabello y lo mucho que lo odiaba de niña.
Después de eso, y un largo rato cepillando los dientes, un vaso de agua y varios libros, Edward y yo la acostamos. Hemos hecho esto como un trío antes, pero esta noche él parece ser extra atento, observándonos compartir besos y susurrar las buenas noches. Él también le da besos, uno en cada mejilla.
—Buenas noches, Charlie... —le digo, acariciándola.
—Buenas noches, mamá. Buenas noches, Edward.
—Terminaremos tu cuarto mañana, ¿de acuerdo? —dice él—. Dulces sueños, Chuck.
—De acuerdo... papá.
Oh, cielos. Tragando el repentino nudo en mi garganta, me enderezo y apago la luz. Encendiendo la luz de noche, salgo hacia el pasillo, donde Edward se encuentra apoyado contra la pared con las manos en de sus bolsillos. Él logra seguir siendo extremadamente apuesto, incluso con manchas de pintura rosa en sus jeans.
Nuestras miradas se encuentran. Él estira una mano, acercándome, y yo me inclino hacia él, envolviendo mis brazos a su alrededor. Por un largo momento, nos quedamos así.
~tbts~
Estamos abajo, duchados, acurrucados en un viejo sofá en una sala de estar nueva. Cajas, cajas por todos lados, y media botella de vino en el suelo entre nuestros pies.
—Ella también lo dijo temprano —dice Edward, bajando la mirada hacia su copa de vino.
—Lo sé —respondo, casi roncamente—. La... escuché.
Él sonríe un poco.
—¿Qué piensas al respecto? —pregunto.
—No lo sé. Quiero decir, en algunas maneras ella es como mi pequeña amiga, pero en otras... ella se siente... mucho más que eso. Como...
—¿Tuya?
Resoplando suavemente, echa su cabeza hacia atrás.
—No es como si no me hubiera preguntado si alguna vez llegaríamos a este punto. Porque sí.
—Pero te tomó de sorpresa.
—Algo así. —Le da un apretón a mi rodilla—. Esto es grande para mí, Bella. Antes de ustedes, nunca había pensado mucho en ser padre. Siempre fue un concepto abstracto... pero ahora... no lo sé. Es... fuerte, pero en vez de hacerme sentir atascado, me hace sentir conectado. Ahora no puedo imaginar estar sin Chuck. Escucharla decir eso... me gustó. Mucho.
Cerrando mis ojos, pienso en cómo se sintió temprano.
—Me gustó escucharlo.
~tbts~
En la mañana, Edward sale de casa después de desayunar para hacer mandados.
—Volveré para el almuerzo —dice, besándome.
Charlie arruga la nariz, solo para obtener un beso.
—Sé buena, Chuck. Cuida la casa mientras no estoy.
—Sí.
La puerta se cierra y entonces estamos solo nosotras, en nuestra cocina nueva iluminada por el sol.
—Cielos, tengo mucho por hacer hoy...
—Quiero ir afuera, mamá. Afuera. ¿Por favor?
—Charlie...
—Mamá. ¿Por favor? Por un rato.
Realmente quiero quedarme adentro y seguir mi maniática organización, pero está dichosamente soleado afuera y supongo que sería una lástima desperdiciar eso.
—De acuerdo —digo, con pocas ganas.
—¡Sí! —Ella comienza a bajarse de su silla, pero la detengo con una mirada.
—Pero primero, termina tu cereal.
Ella come el resto con una rapidez admirable y se apresura hacia afuera, gritando algo sobre zapatillas y medias. Enjuago los platos del desayuno y los meto en el lavavajillas, echándole un vistazo al reloj. Le daré una hora afuera. Y eso es todo.
Tres horas después, me siento sobre un tronco cerca del borde del jardín, mirando a Charlie bailar, girar y trepar árboles. No puedo recordar la última vez que holgazaneé así, y a pesar que mi lista de quehaceres sigue en mi mente, el día es demasiado agradable como para ignorar.
Incluso traje mi libro, y botellas de agua para saciar la inevitable sed. Charlie finalmente trota en mi dirección y se recuesta en el césped.
—Quiero dormir en mi cuarto rosa.
Doblo la esquina de mi página y cierro el libro.
—Terminemos de pintarlo... y dejemos que seque. Luego puedes dormir allí. Lo prometo.
—De acuerdo —dice ella, con tristeza, como si fuera a tomar una eternidad.
Mi teléfono suena con un mensaje entrante: Edward se encuentra de camino a casa. ¿Queremos sándwiches?
Sí, escribo. Pavo y queso de Boar's Head, por favor.
—Quiero llevar las flores, mamá.
—¿Qué flores?
Ella se ha quitado sus zapatillas, y ahora señala al cielo con los dedos de sus pies.
—En la nueva boda.
Ay. Varias veces pensamos que estuvimos cerca de ser descubiertos.
—Cariño, ¿sabes que solo hay una boda, no?
—Pero... ustedes... —dice, frunciendo el ceño hacia el cielo—. Tuvimos una boda.
—Fue una ceremonia especial. Y me siento muy casada con Edward. Pero la boda de verdad será en unos meses y por supuesto que puedes llevar las flores. Eres la niña de las flores.
—De acuerdo. Podemos tener un pastel rosa. Y mamá.
Me pongo de pie, me estiro, y luego me tiro al lado de mi hija.
—¿Qué.
—Amo a Edward.
—Sé que lo amas, cariño. —Ruedo y beso su mejilla—. Yo también.
*suspira* Es tan hermosa esta historia. En el próximo, la ansiada boda :)
¡Hasta el próximo!
