—Aghh... Estoy muy lleno... —dijo el híbrido con una pequeña sonrisa, mientras que la azabache, detrás de él, veía tristemente su monedero.

—Bueno, es mi culpa por comprar tanta ropa —Sonrió —Y de igual forma la pasé muy bien, ¿qué tal tu, Inuyasha?

—¿Qué?

—¿Te divertiste hoy?

—Tsk... ¿Por qué me preguntas eso justo ahora? —murmuró con un pequeño sonrojo —Creo que... Si estoy contigo, todo es divertido.

Aome tomó del brazo al chico aferrándose a él —En realidad eres muy lindo.

—Tú también... —sus orejas se movieron inquietas y de pronto asumió una postura de batalla —Cuidado, Aome.

—¿Qué sucede?

—En esos arbustos, escuché algo.

—Pero puede ser cualquier cosa, esta era no es tan peligrosa como la otra.

—¡¿De qué hablas?! Lo vi en la caja brillante de la sala.

—Caja brillante... ¿Hablas de la tv?

—Había dragones, monstruos e incluso criaturas oscuras... De hecho los humanos de esta era, pueden hacer otras cosas sorprendentes...

—Es ficción Inuyasha, todo eso es mentira... Todo está hecho con efectos especiales —vio como bajó sus orejas y de repente puso una expresión de tristeza —Ah... Perdón, parece que te hice decepcionar...

¿Es normal que se sienta como si le hubiera dicho a un niño que Santa Claus no existe?

—¿Osea que los humanos no pueden expulsar bolas de fuego de sus manos?

—¿Qué clase de programas ves? —Los arbustos volvieron a moverse y de nuevo se puso en guardia, protegiendo en todo momento a la azabache.

—¡Aome! —un pequeño perro salió de los arbustos sacudiendo su cola de un lado al otro —Ah...

—Debes estar cansado, mejor vamos a casa, ¿si?

—Mhm... Bueno.