Inuyasha bostezó sentándose a un lado de la reja, aquella tarde había ido junto a Sota y Aome a un parque de la zona, llevaban bastante tiempo jugando hasta que el híbrido decidió descansar un poco, miró a su alrededor verificando que no hubiera nadie cerca y retiró la gorra de su cabeza.
—Uh, así está mejor... —Dijo moviendo las orejas un poco, llevarla por tanto tiempo puesta se le hace incómodo, y un poco sofocante, por eso muchas veces prefiere estar en casa que afuera. Siempre debe taparlas, así sea con las manos, Aome jamás deja que alguien que no sea parte de su familia las vea, por seguridad.
—¡Perrito! —Escuchó una voz y de inmediato volteó su vista, una niña con su madre pasaban por allí y por supuesto se fijaron en él. Se congeló de inmediato al sentir los ojos de la mujer, definitivamente Aome lo matará si esto se vuelve un problema.
—¿Cosplay? —Murmuró la chica, tomando la mano de la menor —Vamos, vamos...
—Mami, cómpramelo... —exclamó alegremente, a lo que Inuyasha frunció el ceño.
—No puedo comprarte esa cosa, vamos... —él gruñó, estaba totalmente indignado "cosa" ¿esa mujer le dijo "cosa"?
—¡Pero dijiste que me comprarías lo que quisiera! ¡Quiero al perrito! —la escena continuó un poco más frente a los ojos del muchacho, se puso de nuevo su gorra dispuesto a irse, pero antes de levantarse, la niña que pareció ceder a "no comprarlo" se acercó a la reja y le ofreció un pedazo de sándwich —Toma, toma perrito...
Levantó una ceja, literalmente no paraba de tratarlo como si de un perro se tratara, solo por notar sus orejas, acercó su rostro a la mano como si fuera a recibir la comida pero terminó mordiéndola.
—¡AHHHHHHHHHHHH! —Y de repente todos enloquecieron, la mujer tratando de que soltara la mano de su hija, ella llorando, Inuyasha gruñendo y Aome acercándose junto a Sota.
—¿Qué demonios te pasa, Inuyasha? suéltala —El híbrido negó con la cabeza, apretando un poco más. Estaba decidido a hacerlo por un largo tiempo, es que, no es un jodido perro, no entiende porque siempre lo molestan con esas cosas.
—¡ABAJO! —no tuvo más opción que soltarla, pues como era costumbre se fue de lleno al suelo. Una vez que la mano de su hija fue liberada, la mujer salió corriendo rápidamente.
—¡¿SE PUEDE SABER QUE TE PASA?!
—Ella me dijo perro.
—¡¿Y crees que morderla hace que dejes de parecerlo?!
—Mmm... Tienes un punto.
Aome suspiró —Mejor no vengamos a este parque por un par de semanas.
Un niño se acercó a Inuyasha y sonrió —Señor... ¿sus orejas son de gato?
—O meses, quizás...
