Dolor abdominal

Cuando se trata de salud, la señora Ackerman es la que más resalta en la familia de Mikasa. La mujer a lo largo de su vida ha sufrido numerosos problemas médicos: desde migraña por la mañana, intoxicaciones hasta estár casi al filo de la muerte por una complicación en el apéndice.

En toda ocasión y antes de que unieran sus vidas, el señor Ackerman siempre ha sido un gran soporte tanto para su esposa como para su única hija. Un ejemplo digno para Mikasa, no sabría qué hacer si su padre no estuviera presente o eso tenía grabado en su cabeza hasta que llegó esa noche.

Apenas regresando de su cita con Levi y tras dar un suspiro enamorado mientras cerraba la puerta de la entrada, su madre corrió a recibirla preocupada.

Mikasa tardó en procesar lo que ocurría, el enamoramiento últimamente suele doparla. Seguramente ocurrió algo en su cena con los Jaeger.

La señora Ackerman le señaló a su esposo recostado en un sillón de la sala mientras este se quejaba de un malestar.

Mikasa corrió hacia su padre y se agachó para mirarlo asustada.

–Lleva días quejándose, pero hoy no ha podido soportarlo– explicó asustada la señora Ackerman–. Hemos creído que era falta de hidratación, pero...

Rápidamente recuerda ver varias veces a su padre tocar la parte inferior derecha de su abdomen durante las últimas semanas, pero nunca le surgió la curiosidad de la situación. Nunca le oyó quejarse ni mucho menos algún comentario.

Está tan sumergida en sus pensamientos egoístas que cerró su mente de su alrededor.

– ¡¿Falta de hidratación?!– Mikasa preguntó furiosa–, ¡Por dios, mamá! ¡¿Por qué demonios pensaron en esa estupidez?!

– ¡No lo sé, Mikasa! ¡Pensamos que era algo de los riñones y que sería pasajero! – por fin se permitió llorar.

Le sorprende la actitud de parte de su madre, ella no es quien se toma las cosas a la ligera. Algo no anda bien y ambas lo saben.

Probablemente su madre se negó a creerle al instinto y prefirió seguirle la corriente a su esposo.

–No–No es nada grave, Mikasa– interfirió su padre.

Sabe que no estuvo bien lo que acaba de hacer, ver llorar a alguno de sus padres es lo peor que puede apreciar. Exhala y abraza a su madre para tratar de calmarla.

–Lo siento, no quise gritarte. ¿Llamaste a emergencias? – pregunta aun con su madre entre sus brazos.

–Llamé minutos antes de que llegaras. Grisha también nos acompañará– le corresponde y minutos después la deja libre.

Ambas féminas guardaron silencio y se acercaron con el señor Ackerman. Mikasa busca la mano de su padre y se aferra a ella con fuerza. Respira profundamente, no quiere que la vea llorar. Tiene que ser fuerte, por él y por su madre.

"No es nada grave, saldrá de ello rápido" se repite varias veces en su cabeza.

Otro gemido de dolor hace que se sienta aún más culpable por no haberlo notado, puede sentir como la sangre se va a sus pies y se ata un nudo en la garganta.

Por dios, si tan solo Levi estuviera ahí para apoyarla o al menos le diera unas palabras de aliento.

La señora Ackerman posa su mano en el hombro de su hija. Siente el temor y la ansiedad en su tacto, pero lo mejor es actuar para no preocupar a su padre.

–Sea lo que sea, estaré bien. Lo prometo– susurra el hombre.

–Pero que cosas dices– renegó su esposa con ironía.

Mikasa respira hondo y busca las palabras adecuadas.

–Tranquilo papá, estarás bien. Saldremos de esta como siempre. Juntos– susurra nerviosa y a lo lejos se escucha la sirena de la ambulancia.