Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.


Capítulo 39

—Mami —dice Charlie, examinando sus uñas rosas. Normalmente, no me gusta que los niños se pinten las uñas, pero hoy es un día especial.

Me acerco más hacia el espejo, inspeccionando mi maquillaje.

—¿Mami?* ¿Acaso estamos en Inglaterra?

—Mami, ¿qué es un portafolio? —pregunta, sonando sospechosamente como Peppa Pig.

—Un portafolio es como una mochila —digo, sonando muy británica—. De hecho, ¿por qué no le preguntas a tu papi? ¡Estoy segura que él sabe todo sobre portafolios al haber estado del otro lado del charco!

Alice se asoma, mirándome como si estuviera loca.

—¿Por qué hablas como Harry Potter?

—¿Qué es del otro lado del charco, mamá? —Charlie vuelve a su tono americano.

—Eh, es Inglaterra. Alice, ¿dónde está mi papá? Dijo que estaría aquí en estos momentos...

—Hablando con Edward para que no siga con esto probablemente.

La miro a través del espejo, horrorizada.

—No.

—No, no lo hace. —Se ríe.

—Eres una verdadera... —Articulo la palabra «perra»—, malvada.

—Lo siento, no pude resistirme. Honestamente, jamás he visto a un novio tan relajado como Edward. Él está completamente feliz con esto.

Pienso en nuestra pequeña ceremonia de compromiso en Las Vegas. Por supuesto que está feliz. Ambos lo estamos.

—Bells. —Entra mi padre, su rostro sonrojado por el esfuerzo.

—Tus orejas deben estar ardiendo; estábamos preguntándonos dónde estabas —digo, girando hacia él—. ¿Está todo bien? —Mil escenarios desagradables pasan por mi mente; me he encargado del catering de muchas bodas... sé cuántas cosas pueden salir mal.

—No, no. Todo está bien. Tu, eh, madre estaba siendo un poco exigente con los encargados del catering.

La ironía.

—Agh, ¿en serio? ¿Dónde se encuentra ahora?

—Aquí —dice Renée, uniéndose a nosotros—. Y no estaba siendo exigente, Charlie. —Pone los ojos en blanco, mirándome al fin—. Estaba sugiriendo. El pastel lucía...

—¿Le estabas diciendo qué hacer a los encargados de la mesa dulce? Genial, mamá. —Me río. Mi madre, amigos. Es complicada.

Suspirando, ella se acerca a mi lado. Observamos mi reflexión en el espejo, yo, la novia sonrojada, y Renée, la madre sentimental. Muy de película romántica. Qué venga el montaje de la boda.

—Como sea —dice señaladamente—. He esperado este día por mucho tiempo.

—Creo que esa es mi frase.

—Shh, cariño. Escucha. He esperado este día por mucho tiempo y simplemente quiero que sea perfecto. Y lo es. ¡Lo es! Esme es encantadora. Y solo... estoy tan feliz. Tan feliz por ti. Edward es un hombre bueno. Y apuesto también. —Me mira insinuante, lo cual, junto con el pequeño discurso errante, me hace preguntar cuánta champaña ha bebido ya.

—Sí, lo es —concuerdo.

Ella sonríe, girándose así me mira directamente, y besa mi mejilla.

—Felicitaciones, cariño. Estoy orgullosa de ti.

—Gracias, mamá —susurro, sonriendo—. Te amo.

Y es verdad. Ella es excéntrica y poco fiable, y la mitad del tiempo no tengo idea de hacia dónde va, pero es mi mamá.

—También te amo. —Ella jala a Charlie hacia nuestra imagen frente al espejo, abrazándolo fuerte.

Alice se aclara la garganta.

—De acuerdo, damas. Y caballero. Estamos listos cuando ustedes lo estén.

~tbts~

Cuando pienso en el día en que me casé con Edward, recuerdos y momentos vuelven en pequeños destellos. No porque haya bebido demasiado, sino porque hubo demasiados de ellos. Pienso mayormente en el pasillo de flores y en el hombre apuesto parado al final.

Veo los rostros sonrientes, y a veces emocionados, de las personas que amo... y luego otros cientos que no conozco en absoluto. Es abrumador al principio, más invitados de lo que hubiera planeado o imaginado para mi boda, pero no es malo. Simplemente diferente. Ellas son las personas de Edward —viejos amigos, compañeros de equipo y familia— y para el final de la noche, siento que también son míos.

Recuerdo la mesa dulce, llena de ricuras azucaradas. La prueba de mi pastel fue tan divino como parecía. Pequeñas galletas rosas en forma de cerdo para los niños presentes, ante la insistencia de mi hija.

Ver a Edward a través de los ojos de las personas que siempre lo han conocido, solo con escuchar los brindis.

Charlie bailando con Edward... y luego con el abuelo Charlie. A mí... bailando con Edward. Canciones lentas entre nosotros dos, canciones rápidas en el medio de todos los demás.

A veces cuando miro a Edward, veo al chico sexy en la entrada de Rose de hace casi un año. Él se ríe de algo que alguien dice, o me mira del otro lado del salón y mi corazón se acelera porque vaya. Atrapé a uno bueno. Pero entonces él vuelve a mí, y esos ojos se suavizan, y lo siento en mi interior... él es mucho más que un futbolista sexy y tatuado. De hecho, la manera en que luce palidece en comparación a lo increíble que es debajo de todo.

La forma en que luce no importa en absoluto. Es la manera en que me mira.

A veces las cosas se desmoronan así pueden volver a unirse de mejor manera, y a veces toma años. Las decepciones —la lesión de Edward, mi fallida relación con Tyler— tienen la posibilidad de transformarse en triunfos si solo somos pacientes.

Le digo esto en nuestra noche de bodas, cuando nos estamos quedando dormidos.

—Lo sé —susurra, besando mi cabello—. Lo sé.

~tbts~

Las noticias de la boda no tardan mucho tiempo en correrse. Quiero decir, fue una gran boda, y Edward es lo suficientemente famoso que a ciertos medios de comunicación les importa lo que él hace. A veces. Es raro ver publicidades sobre él o momentos destacados en los canales de deportes sobre los partidos que él ha jugado.

Es especialmente irreal cuando me mencionan. Estamos en nuestra luna de miel cuando Rose me envía el enlace de un artículo de un semanario deportivo en línea. Hay detalles sobre la lista de invitados y la ubicación junto a una fotografía vieja de nosotros en un partido en Los Ángeles el pasado diciembre. Ser la esposa de un atleta profesional es realmente diferente a ser la novia de uno. Es ocasional, pero en las situaciones más aleatorias, las personas me reconocen, nos reconocen. Pasa mucho más en lugares como Los Ángeles o Nueva York, donde las celebridades importan. Afortunadamente, es mucho más raro en Seattle.

Estoy haciendo palomitas de maíz para una noche de películas cuando suena el timbre. Frunzo el ceño al mirar el reloj; son las ocho treinta. Secándome las manos con un paño, camino hacia la entrada y observo por la mirilla.

Del otro lado, se encuentra una rubia atractiva con un abrigo rojo caro. Perpleja, doy un paso hacia atrás y comienzo a abrir la puerta, justo cuando Edward se acerca.

—¿Quién es?

—No estoy segura... —Abro la puerta—. Hola, ¿puedo ayudarte?

La rubia sonríe, sus ojos moviéndose directamente hacia Edward. Antes que alguno de nosotros pueda decir algo, ella abre su abrigo.

—Hola, Edward.

Por una milésima de segundo, estoy tan atónita que simplemente me quedo allí parada. Entonces, cierro la puerta y giro, mirando a Edward con asombro.

—¿Quién diablos era esa? —suelto justo cuando se ríe—. ¡¿Estaba... desnuda?!

—Completamente. —Checo la mirilla, pero nuestra exhibicionista se ha alejado, corre por la acera.

Comienzo a abrir la puerta así puedo decirle lo que pienso, pero Edward me aferra, deteniendo mis manos.

—Bella...

—No, Edward. ¡Ella obviamente quiere una reacción, así que déjame hacerlo mientras pueda!

Riéndose a carcajadas, él me aleja de la puerta, asegurándose de ponerle llave.

—¿La conoces? —pregunto, mirando por la ventana mientras los faros desaparecen.

—Afortunadamente, no.

—¿Por qué esto no te molesta más? —pregunto, comenzando a reírme. Es tan ridículo y casual—. Obviamente, ella es una fan demente.

—Exactamente. Está loca. —Se ríe, sacudiendo la cabeza, y entonces los dos nos tentamos y nos dejamos caer sobre el sofá.

—¿Alguna vez te ha pasado eso antes? —pregunto, ligeramente indignada a pesar de mi diversión.

—¿Si he tenido exhibicionistas?

—Sí. —Señalo hacia la puerta—. Quiero decir, es ese contexto. Ella, quiero decir... eso fue una propuesta.

—Un par de veces. —Se aclara la garganta—. En hoteles, mayormente.

—Agh.

—Sí.

—¿Cómo saben siquiera en dónde vivimos?

—Archivos públicos, supongo. Las fanáticas pueden ser feroces.

—Agh. Quizás deberíamos invertir en una mejor seguridad.

—¿Más allá de un sistema de alarma? Podríamos invertir en una cerca invisible... quizás un par de pitbulls...

Le lanzo un almohadón, satisfecha cuando le da en el rostro.

—Lo digo en serio.

—De acuerdo, de acuerdo. —Baja el almohadón—. Mañana.

—Bien. —Me pongo de pie—. ¿Palomitas?

—Sí, ¿qué pasó con eso?

—No lo sé, ¿por qué no le preguntas a tu pequeña amiga allí afuera? —Sonriendo, vuelvo a la cocina, donde meto las palomitas, afortunadamente calientes, en un bol. Abro dos cervezas, y entonces, al último minuto, me desnudo.

—¿Qué quieres mirar? —pregunta, pasando los canales de películas.

Bajo sus palomitas y me interpongo entre él y la pantalla.

—No lo sé; ¿qué quieres mirar ?


*En inglés UK, mami es mummy, mientras que en inglés US es mommy. En español no hay diferencia.

Bueno, están casados ya. ¿Y ahora qué? Solo queda un capítulo y luego se viene el outtake en tres partes.

Si están en mi grupo, subí dos summaries de las traducciones que se vienen. Por si quieren echarle un vistazo ;)

Por cierto, ¡feliz cumpleaños Freedom2604! Este cap es para vos :)

¡Qué tengan buen comienzo de semana!