Korsak abrió la puerta al instante que el auto se detuvo en seco con un chirrido de neumáticos. El detective mayor se bajó del auto y se dirigió hacia el hombre en uniforme tan rápido que a Frost no le quedó de otra que intentar alcanzarlo, tropezando con sus propios pies.

-Detectives, por aquí. Soy el oficial Skyer.

-Soy el detective Korsak y él es mi compañero, detective Frost ¿Los forenses han llegado?

-Están en camino. Ustedes son los primeros en llegar.

Korsak asintió en silencio, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Frost y él habían estado durmiendo en el salón de conferencia cuando recibieron la llamada de una nueva escena de crimen. Aquellas palabras se sintieron como si hubiera recibido una inyección de adrenalina directo al corazón. Ni siquiera recordaba cómo llegaron al auto de Frost. De lo único que se dio cuenta -gracias al frío que comenzaba a sentir y la mirada confusa del oficial en un grueso abrigo de invierno- fue que no se puso la chaqueta. Frost tampoco y supuso que, como él, comenzaba a sentir el frío por cómo se frotaba los brazos inconscientemente.

-Hemos perdido el rastro del sospechoso en la calle 9.

-Extiendan el perímetro de búsqueda hasta la 16.

Ambos detectives dirigieron la atención a la radio sobre el hombro del policía.

-¿Sospechoso? -preguntó Frost casi vibrando.

-La vecina llamó hace unos quince minutos reportando una ventana quebrada y diciendo que le pareció escuchar gritos. La patrulla llegó en menos de tres minutos. El policía Méndez siguió al sospechoso a pie y su compañero Harris se quedó con la esposa de la víctima.

-¿Está viva? -preguntó Korsak, siguiendo al joven policía al interior de la casa.

-Sí. Tuvo mucha suerte de que la patrulla estuviera cerca y llegara tan rápido. La llevaron al hospital Grace.

El marido no había tenido tanta suerte. Los técnicos forenses llegaron minutos después y comenzaron a hacer su trabajo. Korsak podía notar que Frost quería salir de ahí, que quería seguir las pistas del sospechoso. Ambos estaban al tanto de todo lo que se decía a través de la radio. Aún no lo habían encontrado, pero seguirán buscando, extendiendo aún más el perímetro y bloqueando varias salidas.

-No puede desaparecer. No otra vez -murmuró Frost y Korsak lo miró de reojo.

-Todo esto está mal. Apresurado.

-¿A qué se refiere, detective? -preguntó el policía.

-No le dio tiempo a terminar -explicó Korsak, tensando la mandíbula. Había temido que esto sería necesario para avanzar con el caso. No podían haber hecho más que esperar a que atacara otra vez y cruzar los dedos para que cometiera algún error. Y lo hizo. Mucho más rápido de lo que ambos habían esperado. Tal vez Cavanaugh tuvo razón al decir que la recuperación de Maura y la desaparición de Jane lo provocaría.

-Creo que es su teléfono, detective Frost.

Frost lo miró como si no hubiera comprendido sus palabras hasta que sintió la vibración y de repente sacó el teléfono del bolsillo del pantalón, respondiendo de forma automática. Korsak lo observó en silencio, entrecerrando los ojos al ver que una sonrisa comenzaba a dibujarse en los labios de su compañero.

-Susie pudo obtener sangre y pelo de las manos de la señora Meyers. Nos avisará de inmediato cuando tenga los resultados.

-Si de algo estoy seguro es que la señora Meyers peleó por su vida. Soy Harris. -Aún tenía las manos cubiertas con sangre seca de cuando presionó la herida en el cuello de la señora Meyers-. Mi compañero aún no ha regresado; es el que ha estado hablando por la radio.

-Skyer, ¿nos muestras por dónde escapó el sospechoso? -preguntó Korsak. antes de dirigirse a Harris-. Necesitaré hablar con Méndez de inmediato. ¿Sabes si logró ver el rostro del sospechoso?

Harris negó con la cabeza.

-Sígame, detective -dijo Skyer.

-Doster, necesitaré unos de tus técnicos conmigo -avisó el detective y el forense asintió, llamando rápidamente a tres de sus técnicos para que los siguieran.


Maura tomó distraídamente un mordisco de la uva que sostenía entre sus dedos, sin dejar de mirar a la morena que caminaba en círculos al otro lado de la puerta de cristal, hablando con James por el walkie-talkie. Maura mordió otra uva y sonrió cuando Jane se detuvo de repente y la miró haciendo una mueca al señalar el aparato que sostenía en una mano. A pesar de que había sonreído, una voz en su cabeza no dejaba de preguntarse por qué Jane había salido para hablar. ¿Acaso no quería que escuchara algo?

-James vendrá en como una hora para traer el paquete que envió mi madre. -Dejó el aparato sobre la mesa y caminó hasta Maura, rodeando su cintura.

-Perfecto.

La sonrisa de Jane se amplió antes de abrir la boca, aceptando la uva que Maura colocó entre sus labios.

-Dulce -susurró inclinándose para besarla en los labios.

-Estás fría.

Jane cerró los ojos al sentir cálidas manos sostener su rostro, seguido por una caricia de pulgares sobre sus mejillas.

-¿Todo bien? Con James -preguntó y Jane abrió los ojos para mirarla directamente.

-Sí -dijo después de unos segundos y pestañeó rápidamente al perder la calidez de aquellas manos. La mirada de Maura hablaba por sí sola-. Le pedí algo... -comenzó a explicarse.

Maura se apoyó en la encimera, mordiendo otra uva, esperando.

-Quiero que sea una sorpresa. No me hagas decirte, por favor -rogó al tomar un paso para acercarse a ella otra vez. Con el tiempo se había dado cuenta que Maura era muy buena para sorprenderla, en cambio ella apenas podía mantener la boca cerrada cuando se trataba de una sorpresa. Era consciente que le contaría todo su plan con la mínima insistencia.

-No te gustan las sorpresas -le recordó con una sonrisilla y Jane soltó una carcajada.

-No, pero es una sorpresa para ti y... esas sí me gustan.

-¿Supongo que tendré que esperar a que llegue James para saber?

Jane asintió quitándole la uva que justo había agarrado y le guiñó un ojo a la vez que la mordía.


Cavanaugh quedó boquiabierto cuando abrió la puerta del salón de conferencias y se encontró a sus dos detectives en el suelo en bolsas de dormir.

-¿Detectives?

Era muy temprano. La única razón por la cual él estaba ahí en ese momento era porque no podía dormir y prefería estar ayudando en algo. Lo que fuera. Korsak fue el primero en despertarse, incorporándose lentamente haciendo una señal para que guardara silencio.

El teniente siguió a Korsak que salió del salón y se dirigió hasta el escritorio de Frost, donde habían dejado conectada una cafetera eléctrica. Cavanaugh siguió la mirada del detective que se quedó mirando por varios segundos el reloj en la pared.

-Voy a necesitar más de esto -se dijo más a sí mismo mientras esperaba que el café colara.

-Tienen que descansar. En una cama -especificó-. Tenemos a todos los policías disponibles y varios detectives ayudando en el caso y con la búsqueda.

-Hmm. -Su teniente no le estaba diciendo algo que no supiera.

-¿Cuánto has dormido?

-Casi dos horas. Estamos esperando por los resultados del laboratorio -dijo y volvió a mirar el reloj en la pared.

Korsak entendía la preocupación del teniente. Imaginaba que era lo mismo que sintió cuando vio que Barry ya no podía mantener los ojos abiertos mientras revisaba las grabaciones de todas las cámaras de seguridad disponibles alrededor de la casa de los Meyers.

-Tengo un buen presentimiento esta vez, Sean -dijo con seguridad después de haber degustado el café recién hecho-. En un par de horas podremos hablar con la señora Meyers y las pruebas obtenidas por los forenses parecen prometedoras -sonrió por primera vez desde que abrió los ojos y el teniente no hizo más que suspirar.

-Pueden esperar en una cama. Siempre le he dicho esto a Jane y no puedo creer que te lo vaya a decir a ti, pero prefiero a mis mejores detectives lo más atentos posible y eso no será posible si apenas pueden funcionar por el agotamiento.

Korsak abrió la boca a punto de quejarse, pero fue interrumpido cuando la puerta de la escalera se abrió con fuerza y una Susie salió corriendo hacia ellos con un pedazo de papel en la mano.

-Les tengo buenas noticias -dijo con la sonrisa más grande que ambos habían visto en la mujer.


James llegó a la casa de la playa y tocó ligeramente la puerta.

-¡Por Dios! Déjame ayudarte, James -exclamó Maura cuando notó que el hombre apenas podía asomar la cabeza detrás de la caja que sostenía.

-No te preocupes, Maura. Estará bien si me sostienes la puerta. Puedes ayudarme con el resto si deseas.

-¿Resto? -preguntó confusa. ¿Cuántas cosas había enviado Ángela? La caja que James colocaba sobre la mesa era mucho más grande de lo que había esperado.

-¡Ya bajo! -avisó Jane desde el segundo piso al escuchar sus voces.

-Se estaba bañando -explicó Maura y lo siguió hasta la parte trasera del auto.

-¿Todo bien?

Maura sonrió nerviosa y metió una de sus manos en el bolsillo del abrigo, sacando un pedazo de papel.

-Quería pedirte un favor antes de que te marches para Año Nuevo. -El hombre pareció sorprendido-. Por eso estás tan sonriente ¿no?

-Pensaba decirte una vez que estuviéramos adentro. Mark estuvo de acuerdo con reemplazarme por esos dos días y cuando llegue nos reuniremos para que esté al tanto de todo.

-Me alegro, James. ¿Imagino que Rob ha de estar muy emocionado con la noticia?

El hombre asintió con una sonrisa que rara vez había tenido la suerte de ver en él.

-¿Entonces? ¿Qué favor necesitas?

Maura le entregó el pedazo de papel, pidiéndole en un susurro que no le dijera nada a Jane. El hombre asintió y leyó la nota. De verdad intentó no reír, pero no se pudo contener y la rubia lo miró extrañada y, para ser honesta, un poco ofendida ante esa reacción.

-¿Hay algún problema?

El hombre se aclaró la garganta y se puso serio al recordar con quién estaba hablando. A pesar de las circunstancias Maura seguía siendo su jefa.

-Perdona. No me estoy burlando. Es solo que... se me hace sorprendente lo...

-!James! Qué es esa caja que... -Se calló al ver que el hombre agarraba otra caja y cerraba el maletero, siguiendo a Maura-. ¿Pero cuántas cosas ha enviado mi madre?

Maura dejó las bolsas sobre la mesa, mirando de reojo a James que colocaba la segunda caja al lado de la otra, antes de sacudirse de hombros.

-Pude hablar con la señora Angela e insistió en que les dijera que Jo Friday te extrañaba y que Bass se encontraba muy bien, también -pasó el mensaje y por su expresión ambas mujeres se dieron cuenta de que no tenía idea de qué hablaba-. Aquí está lo que me pediste. -Señaló una de las bolsas que Maura había cargado y Jane sonrió agradecida-. Hay algo más... les prometí que les diría...

-¿Es algo sobre el caso? -Se apresuró a decir Jane y su cuerpo se tensó de repente.

-Hubo otro ataque. El marido murió en la escena y la esposa se está recuperando exitosamente. Parte de la ciudad fue cerrada...

-¿¡Qué!? -exclamó la morena cerrando los puños con fuerza.

Maura se mordió el labio inferior para no decir nada y mantuvo la mirada en el hombre, esperando a que continuara.

-Estuvieron persiguiendo al sospechoso ayer en la noche, pero no pudieron encontrarlo.

-¿Lo han identificado?

-No, pero Cavanaugh está convencido de que los resultados del laboratorio serán prometedores. Sé que es difícil estar aquí sin poder ayudar o sin estar al tanto de lo que está ocurriendo, pero les vuelvo asegurar que cualquier noticia les avisaré de inmediato.

-¿Sabías cuando hablamos en la mañana?

-No, Jane. Hablé con Cavanaugh en el camino antes de llegar aquí.

-Gracias por todo, James.

Maura lo acompañó hasta la salida porque Jane aún no se había movido del lugar, perdida en sus pensamientos.

-¿Estará bien? -preguntó al bajar la ventanilla, ya sentado en el auto.

-No estoy segura... -Se permitió un instante de honestidad con él-, pero lo estará. Es fuerte.

-De eso no me queda duda. -James no dijo más, pero Maura dedujo que había investigado un poco sobre Jane cuando lo contrató para que la protegiera de lejos-. ¿Está bien si mañana te traigo lo que me pediste en la lista? Lo puedo hacer cuando venga con Mark.

-Mañana es perfecto. Gracias otra vez por todo, James. Por esto y por todo lo que has hecho.

-Es mi trabajo -contestó, aunque ambos sabían que hacía mucho más de lo que su trabajo demandaba.


Cuando Maura volvió a entrar en la casa, Jane ya se había recogido el pelo húmedo en un moño y se movía de un lado a otro en la cocina, abriendo gaveta tras gaveta con desesperación. Maura se acercó vacilante, colocando una mano sobre su brazo, deteniéndola en seco.

-¿Deseas hablar o necesitas espacio? -preguntó en voz baja, alzando una mano para colocar un mechón de pelo detrás de la oreja de Jane-. Lo que necesites estará bien, cariño.

Jane miró el suelo y luego a los ojos claros que la miraban con tanta comprensión que la estremeció.

-Es el no saber qué está ocurriendo, no poder ayudar en algo -pausó y negó con la cabeza-. Sé... sé que esto es lo mejor para todos... -Suspiró y apoyó su frente en la de Maura, cerrando los ojos al sentir brazos alrededor de su cintura-. Confío en ellos, solo... solo necesito un momento para que se me pase este sentir.

-¿Quieres abrir los paquetes que envió tu madre? Estoy segura que eso te distraerá.

Jane rio a la vez que rodeaba el cuello de Maura. ¿Cómo sabía exactamente qué decir para sacarle una sonrisa?

-¿Qué haría sin ti?

-Prefiero no averiguar. -La estrechó con más fuerza y ambas acercaron sus rostros al mismo tiempo, uniendo sus labios.

-Creo que nunca me acostumbrare a esto... a poder besarte -suspiró feliz y abrió los ojos. Tampoco cesaba de sorprenderse siempre que Maura la miraba con tanta adoración que hacía que su corazón latiera con más fuerza.

-Por qué no lo abres tú mientras yo me ocupo de esto.

Maura se separó un poco y arqueó una ceja.

-¿Qué sería "esto"?

-La cena, claro. Te haré algo especial.

-¿Acaso esa era mi sorpresa? -Había notado que la bolsa que James había señalado antes había desaparecido y solo quedaban dos apartes de los paquetes de Angela.

-Hmm. No, pero sí le pedí unos ingredientes que nos faltaban para lo que quiero cocinar.

-¿Al menos puedo saber qué planeas hacer?

-Haré un risotto alla carbonara y un tiramisú italiano -dijo con orgullo y las manos sobre las caderas.

-¿Sabes hacer tiramisú? -preguntó sin poder disimular su sorpresa.

-Soy hija de Angela Rizzoli, claro que puedo -dijo con convicción. No le diría que eran dos de las únicas cinco recetas que había memorizado en su vida.

-Comienzo a sentirme un poco mimada.

-Es lo que te mereces y más. -Jane besó su mejilla antes de girarse para seguir buscando las cosas que necesitaría para cocinar. Maura no se movió por varios segundos, sintiendo el calor del rubor en sus mejillas y el corazón palpitar con más fuerza. A pesar de todo lo que estaba ocurriendo en sus vidas, no podía dejar de sentirse afortunada de tener a Jane con ella. Aquel momento se sintió como un sueño: el beso en su mejilla y la misma sonrisa de Jane que la había enamorado hace tanto tiempo...

Maura suspiró con una sonrisa y le dio la vuelta a la mesa para comenzar a abrir las cajas. El contenido era lo que esperaban: pijamas, blusas, varios shorts de pijamas que reconoció y unas blusas que eran claramente de Jane. La nota que James mencionó no estaba en esa, así que supuso que estaría en la otra.

-¡Aquí está la nota¡

-La puedes leer por mí, por favor -pidió porque estaba cortando tocino en ese momento.

-"Espero que esta ropa sea suficiente para ambas. Recuerden apoyarse la una en la otra. Sus hijos están bien. -Maura pausó al leer aquello y alzó la mirada cuando Jane se rio-. "Jane, recuerda tener un poco de paciencia. Estar sin hacer nada te inquieta demasiado así que intenta "relajarte". -Maura hizo una pausa larga-. Amm... ¿dibujó una carita haciendo un guiño? ¿Qué quiere decir eso?

Jane se quedó boquiabierta y dejó de cortar. ¿Cómo se atrevió su madre a insinuar semejante cosa?

-No es nada.

-Jane...

Los hombros de la morena se doblaron y soltó el cuchillo antes de girarse para mirarla.

-¿Dice algo más?

-"Protégela y apóyate en ella. Las quiero". La nota no decía a quién se estaba refiriendo con aquello.

-Qué bueno saber que mi madre es igual de peculiar por escrito. ¿Ya entendiste a qué se refería? Relajarnos, Maur -dijo con un tono insinuante y un guiño.

-¡No! -exclamó escandalizada.

-Supongo que eso es bueno -Se dijo a sí misma, volviendo a cortar el tocino-. No haría ese tipo de bromas si de verdad no se sintiera cómoda con nosotras.

-Oh... Entonces creo que eso explica esto.

Jane se giró y casi deja caer el cuchillo cuando reconoció al instante la lencería que Maura sacaba de la caja. Tendría una seria conversación con su madre al regresar. Jane iba a quejarse, pero se mordió el labio al ver cómo Maura continuó sacando ropa y varios conjuntos que aún estaban sellados en los paquetes en que lo había comprado. La verdad es que le gustaba, pero nunca se había sentido lo suficientemente cómoda para usarlo.

-Me gusta el sentido de humor de tu madre -confesó mientras examinaba una pieza que Jane reconoció como el babydoll azul marino de encaje que ni siquiera recordaba cuándo lo había comprado.

-¿Te gusta? -preguntó Jane.

-He usado...

Jane se mordió el labio inferior para contenerse y no actuar como un adolescente que no puede controlar sus hormonas. Sabía muy bien que Maura usaba porque ella misma se lo había quitado (y arruinado) con los dientes.

-No, me refiero a si te gustaría en mí...

Maura ladeó la cabeza al escuchar un tono casi tímido.

-Me encantaría -admitió y tomó varios pasos hacia Jane que aún sostenía el cuchillo en una mano-. De solo imaginarte usando uno de esos -susurró arrastrando las palabras desde la mejilla de Jane hasta llegar a la oreja- ...me pongo bien caliente.

Jane ahogó un gemido y si no fuera por la encimera detrás de ella, estaba segura que se hubiera caído por la forma en que sus piernas flaquearon. Maura se apartó con un roce de labios por su mejilla y un beso tan breve que apenas le dio tiempo a procesar el sentir de sus labios. Con una sonrisa pícara miró por encima del hombro de Jane, notando que ya había comenzado a hacer la carbonara.

-Es una pena que ya tengas que estar al pendiente de esa carbonara. Creo que aprovecharé para bañarme -susurró pausadamente-. Mi imaginación se está volviendo loca -terminó con un guiño.

-Está bien -musitó y se maldijo mentalmente cuando tartamudeó.

La sonrisa de Maura se amplió al notarlo y dio varios pasos hacia atrás sin dejar de mirarla a los ojos hasta que se giró para subir las escaleras.

Jane soltó el cuchillo, apoyándose con ambas manos de la encimera porque las palabras de Maura no dejaban de repetirse en su cabeza. Maura no tenía idea del efecto que tenía en ella cuando le hablaba de esa forma... ¿o tal vez sí? Si se basaba en la sonrisa de la rubia, entonces definitivamente era consciente.

"Esa mujer me enloquecerá" susurró, mirando la carbonara y considerando la idea de apagar todo y subir por aquellas escaleras "No, no... contrólate, Jane" -se dijo y aun así se giró hacia las escaleras-. "Harás el mejor plato y postre de tu vida y seguirás con el plan. Eso" -volvió a agarrar el cuchillo y siguió cortando.


-Varias horas antes-

-Eso no es posible. ¿Cómo es eso posible? -preguntó Frost, mirando a la forense.

-Haz la prueba otra vez. Debe de haber algún error -dijo Cavanaugh igual de sorprendido.

-Ya la hice cuatro veces.

-Era nuestro único sobreviviente... casi muere por sus heridas... esto no tiene sentido.

-La única forma de saber será interrogándolo. Búsquenlo ahora mismo -ordenó Cavanaugh.

-Presente-

Frost entró en la gasolinera, mirando hacia el techo y las esquinas, notando varias cámaras de seguridad.

-¿Puedo ayudarle en algo? -preguntó el hombre barbudo detrás del mostrador.

Frost asintió y le mostró una foto en el celular.

-Soy el detective Frost-preguntó y le mostró su identificación-. ¿Este hombre estuvo aquí?

-Hmm sí, hace como media hora, un poco menos tal vez.

-¿Compró algo? -El hombre arrugó el ceño intentando recordar y Frost comenzaba a perder la paciencia- ¿Esas cámaras graban?

-Sí.

-Voy a necesitar ver la grabación.

Unos diez minutos después, Frost salió por la puerta trasera de la gasolinera y se acercó a Korsak que estaba esperando apoyado en la puerta del pasajero.

-¿Algo?

-Estuvo aquí hace cuarenta minutos. Según el video de seguridad siguió en dirección de la 90 Oeste. Ya me comuniqué con la policía estatal y les di la descripción del auto y la matrícula.

-¿Crees que sabe? Esa autopista...

-No tiene forma de saber... Y no podrá pasar por el peaje.

-Aún no me lo creo.

-Si no fuera culpable no estaría escapando. Creo que sabe que metió la pata.

-Hay que decirse a Jane...

-Aún no. Primero lo capturamos y nos aseguramos de que sea él -dijo Korsak y tiró lo que quedaba de cigarrillo, apagándolo con la suela del zapato, antes de subir al auto.

-¿Desde cuándo fumas?

-Desde que comenzamos con este caso.


Los dedos de Jane temblaron nerviosamente antes de sostener con más fuerza la copa de vino, intentando disimular los nervios. Maura, al otro lado de la mesa, sospechaba de los nervios de Jane por cómo sus ojos se alternaban entre su mirada y el plato sin tocar enfrente de ella. Por un instante consideró alargar la espera, pero tuvo piedad de Jane y agarró el tenedor.

Las palabras no fueron necesarias porque ni siquiera pudo disimular la expresión de sorpresa. Fue inesperado, la verdad. No había dudado de la habilidad de Jane, pero aquello estaba realmente delicioso.

Los hombros de Jane se relajaron visiblemente y tomó un sorbo de vino.

-¿Por qué estabas tan nerviosa? Está excelente, Jane.

-Hace mucho que no lo hacía y el último risotto que me hiciste, pues...

-Me gusta este. Mucho más, de verdad -confesó antes de que pudiera terminar.

Las mejillas de Jane estaban coloradas cuando apartó la mirada, mirando su propio plato.

La combinación del vino tinto y el risotto resultó ser perfecta, aunque al principio Jane estaba dudosa de tomarlo de la colección de Ella. Maura le aseguró que a Ella no le importaría y, si llegara a ser el caso, se lo podría pagar o reemplazar fácilmente.

-Comería otra vez si no fuera por el postre -dijo Maura en un suspiro, limpiándose la comisura de los labios con la servilleta.

Jane sonrió de oreja a oreja y se levantó de inmediato para buscar el postre en el refrigerador.

-¿No nervios con esto?

-Nop porque este postre es mi especialidad.

-Jane... no podré comerme todo eso -advirtió al ver la cantidad que le estaba sirviendo.

Jane se sentó en la silla al lado de ella en vez de volver a su asiento al otro lado de la mesa. El pedazo que se había servido era igual de grande que el de Maura y no pudo esperar un segundo más para probarlo. Los ojos de la rubia se abrieron por la sorpresa al escucharla gemir cuando degustó el tiramisú.

-Sí, sigue siendo mi especialidad. ¿Qué pasó? ¿Me embarré? -preguntó al ver que la miraba boquiabierta.

Maura negó con la cabeza y probó el tiramisú. Jane la miraba sin respirar, esperando alguna reacción, pero esta vez Maura permaneció con una expresión neutral.

-¿Esta es tu especialidad?

La pregunta tomó a Jane por sorpresa y lo primero que pensó fue que no le había gustado. Aun así, asintió lentamente, mirando cómo Maura agarraba otro trozo con el tenedor y, a diferencia del primer bocado, esta vez cerró los ojos sin medir su reacción.

-Mmm podría casar... -Se calló de repente al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir y sintiendo el pánico nacer en su interior alzó la mirada, solo para encontrarse con una Jane sonriente.

-Tomaré eso como el mejor halago que pude haber recibido.

Maura soltó una risa de alivio.

-Lo siento, no quería...

-No. No te disculpes por eso, Maur. Está bien. De verdad -aseguró y sin dejar de sonreír cubrió una de las manos de Maura

-Ahora entiendo por qué serviste una porción tan generosa.

A pesar de todo y para su sorpresa, Maura pudo terminarse todo el tiramisú. Estaba satisfecha, tanto que no se había quitado las manos del estómago desde que se tumbó en el sofá. Jane se había reído al verla y más aún cuando Maura le lanzó una mirada fingiendo disgusto.

Jane, que aún estaba sentada en la mesa comiéndose una segunda porción del postre, no dejó de sonreír.

-No sé cómo puedes mantener esa figura cuando comes de esa forma.

-Mucha actividad física. Ese es mi secreto -dijo con una sonrisilla y le guiñó un ojo cuando Maura giró la cabeza en su dirección. Jane soltó una carcajada cuando Maura puso los ojos en blanco al entender su insinuación.

-A pesar de tu humor juvenil, me ha encantado tu sorpresa.

El ceño de la morena se arrugó con confusión. Cuando no dijo nada, Maura la siguió con la mirada hasta que Jane se detuvo enfrente de ella y se dobló para dejar un beso en la corona de su cabeza. La acción estremeció a la rubia que no hizo más que separar sus labios, sintiendo un torbellino de sensaciones que aquel simple gesto había provocado.

-Te dije que la cena no era la sorpresa. Espera aquí.

-¿Jane? -llamó cuando la morena se dio vuelta y subió la escalera tan rápido que se tropezó. La curiosidad que sintió hizo que se enderezara, esperando por Jane que regresó en un abrir y cerrar de ojos, sosteniendo algo envuelto en papel de regalo-. ¿Y esto? -preguntó en un susurró cuando se sentó a su lado y le entregó el regalo.

-No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí y quería que tuvieras algo para pasar el tiempo. Te vi dibujando en la servilleta y se me ocurrió esto. No es nada y tal vez ni siquiera te guste. En realidad, no sé qué te gusta; te he visto pintar, aunque no sé si era con óleo o acrílico, de igual forma eso sería más complicado de conseguir... y estoy divagando...

-¿Puedo? -preguntó sin dejar de sonreír. Jane asintió tragando en seco-. Oh, Jane... -susurró al romper la envoltura y ver la cubierta del cuaderno de bocetos.

-Te dije que no era nad... -El dedo índice sobre sus labios la silenció de repente.

-No te atrevas a terminar esa oración, Jane Rizzoli -advirtió y Jane volvió a arrugar el ceño al escuchar su nombre completo. Las palabras sonaban serias, pero Maura no dejaba de sonreír. Era como si no pudiera dejar de hacerlo-. Me gustan tus sorpresas -Rozó el mentón de Jane con sus dedos hasta sostener su mandíbula, acercándola lentamente para rozar sus labios.

-A mí también -respondió Jane sin pensar, sonriendo distraída por la suavidad de los labios que apenas rozaban los suyos.


Notas de Autor: Este cap tuvo muchos brincos entre escenas, espero que se haya podido seguir bien el hilo. No sé si sea necesario decir, pero espero que no estén esperando mucho del caso porque no fue más que una herramienta para unir a nuestras chicas. Aun así, intentaré lo mejor. Aparte de eso, espero que les haya gustado el capítulo! Saludos!