"Este fic participa en el minirreto de abril para La Copa de la Casa 20/21 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Personaje: Sirius Black
Época: Segunda Guerra Mundial 1939-1945
Beta: Nea La Mejor Poulain
He usado el extra de 100 palabras
"Nuevas inversiones"
18 de julio de 1941
Sirius considera que ha pasado por alto muchos defectos de su familia. Como el hecho de que le recriminen que haya ido a Gryffindor y no a Slytherin; el hecho de que odien a sus amigos mestizos; el detallito de que su hermano apoye a ese Grindewall. Para Sirius era una losa que cargaba con resignación; al fin y al cabo, eran su sangre, quienes lo habían alimentado, criado y protegido; los quería. No son realmente malos, se decía, hasta este momento.
Llevaba unos días escamándose del buen humor de sus padres, cuchicheando y leyendo la prensa internacional, hablaban de sus "nuevas inversiones". Con casi dieciséis años poco conocía realmente de los negocios de la familia; sabía que padre viajaba mucho e invertía en posibles empresas. Entonces, preguntó por primera vez a en qué consistían esas inversiones. Orion lo llevó al despacho con una gran sonrisa puesto que Sirius bien podría heredar eso algún día, que se interesase era primordial
Después de una hora de explicaciones, tablas y números, Sirius siente ganas de vomitar, no tiene palabras. Su padre sonríe con suficiencia:
—Y bien, hijo, te has quedado sin palabras. Muchos colegas no se atrevieron a invertir en ese muggle alemán. Un loco, me decían, no llegará a nada y perderás tus galeones. Fui el único que firmó el acuerdo con los magos alemanes que vinieron hace años. Me prometieron devolverme la inversión con intereses y ahora he duplicado nuestra fortuna. Los Malfoy están que se suben por las paredes. Solo nos superarán en Europa las familias alemanas que se decidieron al principio a ayudarle a llegar al poder. Sin embargo, seremos la familia más importante del país, hijo.
Sirius se levanta y temblando se sirve una copa de whiskey, se lo toma de un trago y empieza a hablar:
—¿Creéis que seremos los más envidiados cuando se sepa la verdad cuando se sepa que ganamos nuestra fortuna financiando eso, padre? ¡Lo qué describes son fábricas de esclavos! La muerte de miles de personas al día.
—Pero, hijo, son muggles, no cuentan.
Sirius tira el vaso al suelo y su padre se aparta escandalizado.
—¡Qué no cuentan! Ellos son humanos, padre. Si no hubiese visto los papeles ni me creería que eso pudiese existir. Encima has dicho que lo viste, que viste como los meten en cámaras y los matan con un gas. ¿Cómo puedes dormir por las noches?
Orion se intenta acercar a su hijo y palmearle la espalda, está llorando desconsolado, pero él se aleja. Sirius levanta la varita y le mira con odio. Con los gritos su madre y su hermano han entrado. Madre levanta la varita nada más verle y apunta a Sirius:
—Te dije que no le dijeras nada a ese amante de los muggles y mestizos. Es demasiado débil para entenderlo y demasiado egoísta para mirar por la familia.
Sirius se fija en su madre: no hay duda o pena en sus ojos. Lo sabía, siempre supo que terminaría así, desde que le dijo que había ido a Gryffindor. Regulus le mira con sorpresa y miedo, parece un animal asustado, pero Sirius casi no se fija en él. Sube las escaleras casi volando y empaqueta sus cosas, las de verdad, lo que guarda de sus amigos y ropas muggles. Ya no quiere nada que haya sido comprado con ese dinero. Escribe tres cartas a su verdadera familia, solo ellos se merecen saber a dónde va. Coge un mapa, la moto y reza para que la gasolina aguante hasta cruzar el mar. Tiene que ir a acabar con los nazis.
