CAPÍTULO 40 – LA BODA

"Sesshomaru… ¿dónde te has metido?"

La Diosa Irasue se hallaba en sus aposentos, vestida con un largo kimono nupcial rojo bordado con flores de cerezo, símbolo de la casa de sus tierras. Un hermoso tocado repleto de flores y pequeñas lunas cubría su cabello plateado, con un maquillaje sencillo en contraste con la vestimenta.

—Estáis preciosa, mi Lady —dijo el comandante Touma, al entrar en la habitación —pero vuestro rostro de preocupación no acompaña.

—Gracias, Touma.

El comandante la conocía demasiado bien.

—Vuestro hijo aparecerá. Es muy fuerte. Dudo mucho que se haya dejado atrapar por los sureños.

—Es una clara amenaza a las tierras del Este y del Oeste. ¿Qué pretenden? Son una panda de salvajes que quieren sembrar el caos en el reino.

—No todo el mundo está de acuerdo con este enlace —contestó él, con algo de rubor en su rostro.

—Me preocupan Lord Ryokotsu y Lady Hanna. No se acaban de creer que Kirinmaru esté curado para la boda. Además, Lady Hanna afirma que Sesshomaru fue tras la sacerdotisa con la que me vinculé. Se infiltró en el palacio para estar con él, y acabó formando parte de su guardia personal. ¿Cómo lo permitiste, Touma?.

"Hiyori…" pensó Touma.

—Fue su hijo quien insistió en traerla. Nos extrañó a todos porque es humana, pero no podíamos cuestionar su juicio. Él es la máxima autoridad del Palacio de la Luna.

Irasue conocía perfectamente la terquedad de Sesshomaru, por lo que no era justo achacarle a él la culpa de lo sucedido.

—Su hijo debe quererla de verdad.

—Eso me temo… —suspiró Irasue, sin saber qué hacer con la absurda idea de que su hijo se hubiese enamorado realmente de un ser humano.

Se acercó a la ventana para contemplar el soleado paisaje.

— Pensaba que se trataba de un capricho, que se le pasaría con el tiempo… pero cada vez ha ido a peor.

Touma se acercó a ella.

—Con mis debidos respetos, no creo que haya nada malo en quererla. La conozco. Es una buena chica.

—Eso es lo de menos, Touma… Lo importante es juntar todas las tierras para crear un poderoso ejército. Unidos podremos someter a la humanidad. Es cuestión de supervivencia.

—¿Tanto merece la pena? — el comandante empezó a levantar la voz — Vuestro corazón también está en juego. Os vais a casar con alguien a quien no amáis.

—No me importa, Touma. Perdí la fe en el amor hace muchos años.

—¡A mí sí que me importa! — Touma la agarró por los hombros, para sorpresa de ella. La miró intensamente, con sus ojos de color violeta.

—¿Cómo te atreves?

La besó en los labios con rabia, con el ímpetu de haberlo deseado tanto durante años y no atreverse jamás a dar aquel paso. Pero estaba harto de todo. Desde que lo abandonó en el Palacio de la Luna para averiguar la verdad sobre Kirinmaru, se había sentido completamente solo y resentido desde que se alejó de él. ¿Tan poco le importaban sus sentimientos? Se lo merecía, por haberlo planeado todo sola, sin querer que estuviese a su lado.

Irasue lo apartó, sorprendida con su reacción. Touma la observó, con la mirada vacía, como si ya nada le importase.

—¿Sabéis que intimidar a vuestra reina de esta forma se castiga con la muerte?

Touma la miró con ira y resignación.

—Os pediría perdón, mi Lady, pero en realidad no me arrepiento de nada — abrió la puerta de los aposentos — Os he amado desde que os conocí, y para mí no habrá ninguna otra más que vos. Me da igual si tengo que morir por haberos besado.

La Diosa lo miró con rabia.

—¿Tan poco aprecias tu vida?

—¿Qué mejor forma de morir que ésta?

—Estás completamente loco…

—Loco por vos.

Touma cerró la puerta a sus espaldas, ante una atónita Irasue que no lograba reaccionar a su confesión. ¿Cómo había sido capaz de atreverse a tal improperio? Él era un Hanyo, y ella una diosa que se casaría con el único propósito de sobrevivir. El amor no tenía cabida en sus planes, aunque en el fondo, su beso removió algo en ella. Algo que se hallaba enterrado en lo más profundo de su corazón helado. Una grieta minúscula en medio del vendaval que luchaba por salir a flote sin rumbo, cansada de no poder ofrecer más de ella. Ni ahora ni nunca.

La Diosa suspiró profundamente. Con o sin su hijo, la boda debía celebrarse.

—Estáis deslumbrante, mi Lady —dijo Ryukotsu, que había entrado en la sala para ver a Irasue vestida de novia.

—Nadie os ha invitado a mis aposentos. ¿Qué queréis? —La Diosa siempre se había caracterizado por ser una mujer directa.

—Me he reunido con Lord Kirinmaru, y la verdad es que me siento extrañado.

—¿A dónde queréis llegar?

—Me alegra que se haya recuperado de su enfermedad. Pero no paro de preguntarme qué ha causado tal mejora.

—No sé de qué me habláis, mi Lord.

Ryukotsu se acercó a la Diosa.

—No puede haber secretos entre nosotros, mi Lady. Al fin y al cabo, en breve seremos familia.

A Irasue se le erizó la piel con sus palabras. La estaba acusando de ocultarle cosas, y aquello no era bueno. Aquel demonio era extremadamente peligroso como para estar a solas con él y las alarmas saltaron en su cabeza.

—¿Qué pretendéis, mi Lord?

Ryukotsu sonrió.

—¿Os habéis puesto a la defensiva, mi Lady? Eso no es propio de vos.

Irasue retrocedió para separarse de él. De pronto, una silueta apareció de la nada, situándose tras ella.

—¿Lady Hanna?

La hermosa mujer la miró de arriba a abajo.

—Hola, madre. Así os debo llamar a partir de ahora porque en breve me casaré con vuestro hijo. El problema es que Lord Sesshomaru ha desaparecido, huyendo vilmente con otra mujer. Imaginad mi decepción.

—¿Cómo osáis aparecer ante mí sin mi permiso?

Irasue se puso en posición de ataque. Hanna creó un lazo mágico con sus poderes que usó para atar sus muñecas.

—Eres una maga…. —dijo Irasue, sorprendida, que intentaba convertirse en demonio-perro para deshacerse del lazo —Desatadme u os arrepentiréis. Mi hijo vendrá a buscarme.

—Es inútil, madre. Este lazo impide que podáis transformaros. Dudo que vuestro hijo mueva un dedo por vos, pero sí que lo hará por ella —dijo Hanna.

Irasue la miró con odio. Estaba atrapada sin posibilidad de deshacerse de aquel lazo mágico.

Hanna le tocó la luna de la frente, y murmuró unas palabras que le resultaron ininteligibles.

—Lo que me imaginaba —afirmó Hanna — Padre… acabo de descubrir por qué Lord Sesshomaru accedió a casarse conmigo. Estaba coaccionado por un hechizo de vinculación con la sacerdotisa.

—No sabéis lo que decís, niña estúpida —gruñó Irasue con despecho.

—Esto se pone interesante —dijo Ryukotsu — Nuestros planes iban encaminados a que Lord Kirinmaru no sobreviviese a la boda, y desconocemos el motivo de que todavía esté vivo. Pero eso ya no importa. Querida Hanna, ¿puedes enviarle un mensaje a Lord Sesshomaru?

—Por supuesto, padre.


Sesshomaru besó la frente de Kagome para comprobar la temperatura. La fiebre parecía haber cesado, pero seguía profundamente dormida. Había permanecido abrazado junto a ella todo el tiempo, acompañándola en sus sueños y deseando que las cosas hubiesen sido de otra manera. Quería mantenerla alejada de todos los peligros, pero cada vez era más complicado, dado que los sureños también iban tras ella. Sabía que Inuyasha había sido apresado junto con el alma de la sacerdotisa Kikyo, y posiblemente ella podría orientarle sobre cómo romper aquel peligroso vínculo que la mantenía unida a su madre.

Durante mucho tiempo, Sesshomaru había querido ser el Daiyokai más poderoso de todas las tierras, renunciando al trono de su padre para ser libre. Nada más le importaba que la ambición por luchar derramando la sangre de sus enemigos. Las batallas ganadas le llenaban el ego hasta límites insospechados. La victoria le hacía sentirse completamente vivo y ávido por seguir mejorando en sus artes de lucha. Todas aquellas ansias de poder se habían quedado enterradas en el mismo instante que se reencontró con ella. A partir de entonces ya nada le llenaba tanto como su esencia, sus riñas o sus momentos en los que emprendieron aquel largo viaje para sobrevivir.

Cualquier aventura, palabra o su mera sonrisa había provocado que su afán de poder quedara a la sombra de lo que alguna vez fue. Y ahora que se encontraba en sus brazos, apaciguándola durante el transcurso de su enfermedad, no era capaz de expresarle lo que realmente sentía. Sus acciones diferían peligrosamente de sus palabras. En el fondo, ella había actuado con más valentía al brindarle su confesión, dispuesta a todo por permanecer a su lado y él, con el orgullo herido al recordar a Inuyasha besándola, no hacía más que alejarla de su lado.

Era un maldito cobarde. No podía ser merecedor de su amor.

Sesshomaru salió afuera para husmear el ambiente. No había rastro de ningún enemigo.

El sonido de un grito desgarrador que provenía de la cabaña le hizo regresar a la velocidad del rayo.

—¡Kagome!

La sacerdotisa se había levantado de la cama, con sus manos sobre el cuello y con signos de ahogamiento. El Daiyokai la agarró por la cintura, intentando calmarla mientras gritaba de dolor. Le apartó las manos, dejando al descubierto una herida de la que brotaba un reguero de sangre. Se la intentó taponar con la cinta del kimono que usaba para la cintura, pero la joven estaba cada vez más pálida.

—Irasue… —murmuraba Kagome mientras él, desesperado, no sabía cómo evitar que se desangrara.

—¡Mierda! ¡Madre, déjala en paz! —gritó abrazándola con su cuerpo cada vez más rígido. ¿Acaso la Diosa se estaba vengando por no haber acudido a la boda? ¿Tan poco le importaba que su hijo le odiase para siempre?

—¡Como le pase algo a ella, te mataré! ¡Juro que lo haré! —amenazó tajantemente dentro de su desesperación. Las manos de Kagome se posaron en sus mejillas y un destello cálido surgió de su interior, provocando que se elevase en el aire a la vez que la herida dejaba de sangrar.

Sesshomaru observó como luchaba con su aura intentando sobrevivir al supuesto ataque. Su poder espiritual era realmente potente, más fuerte incluso que el de la sacerdotisa Kikyo.

¿Era posible que Kagome hubiese superado con creces a su antecesora?

El aura se disipó a la vez que volvió a aterrizar en el suelo, ante el asombro del Daiyokai. Se fijó en que la herida del cuello había desaparecido.

—¿Qué ha pasado, Kagome? ¿Qué te ha hecho mi madre?

La joven lo miró mientras caía al suelo cansada después de haber usado tal poder.

—No ha sido tu madre, Sesshomaru. Era Lady Hanna…

—¡Maldita sea! ¿Cómo es posible?

—Antes me tienes que dar explicaciones sobre mi vinculación con Irasue. ¿Tú lo sabías?

Sesshomaru cerró los puños al ver que Kagome había descubierto la verdad por sí misma.

—Quería protegerte de todo esto.

—¿Tú crees que ocultándome algo que me concierne servirá para protegerme? Pensaba que habías aprendido la lección. Ya veo que sigues sin confiar en mí.

—¿Cómo esperas que confíe en ti de la noche a la mañana, Kagome? Recuerda que hemos estado mucho tiempo separados y no he sabido cuáles eran tus verdaderas intenciones hasta…

—Hasta ayer —interrumpió ella — Pero ya no importa. No vas a creer nada de lo que te diga.

—Ahora no hay tiempo para hablar de esto ¿Qué quiere Hanna? ¿Por qué ha contactado contigo?

—Tiene a tu madre. Me ha dicho que se dirigen hacia el Norte. La van a matar si no acudimos en su rescate.

Sesshomaru, preso de la rabia, dio un puñetazo en la pared que hizo volar la cabaña.

—Tú también morirás, Kagome. Si mi madre muere, tú también lo harás.

—¿Y a qué esperamos? Necesito un arco y flechas. Vayamos al Norte a enfrentarnos a ellos.

—No quería involucrarte en esta pelea.

—Me involucré en el momento que decidí no separarme de ti, Sesshomaru. Ahora soy poderosa. Puedes estar seguro de que derrotaremos a esos monstruos.

El Daiyokai se preguntó sobre las intenciones de Ryukotsu y de su hija. Habían descubierto su punto débil y no dudarían en utilizarlo para arrastrarlo hacia las tierras del Norte. ¿Cuál era el propósito de Hanna?

Kagome miró a Sesshomaru mientras se equipaba con su armadura. Todavía se encontraba débil, pero la fiebre había desaparecido. Tenía que digerir lo que estaba sucediendo en aquel momento. Al parecer, Hanna y su padre tenían a Irasue, por lo que la boda no se había celebrado. Aquello eran buenas noticias debido a que las Tierras del Este y Oeste tardarían en unir sus ejércitos. Por otro lado, escuchar a Lady Hanna a través de su cabeza fue estremecedor. La bella Daiyokai aún tenía la intención de casarse con Sesshomaru, y él estaba dispuesto a reunirse con ella para salvar su vida.

Kagome se sonrojó al pensar por un instante que quizás, gran parte de las acciones de Sesshomaru iban encaminadas a mantenerla con vida.

"Qué estúpida eres. No seas tan egocéntrica"

¿Pero por qué motivo Irasue se había vinculado con ella? Lo más probable es que utilizase el hechizo para coaccionarla más adelante sabiendo que en un futuro acabarían siendo enemigas. Y Sesshomaru, después de todo, seguía siendo el mismo Daiyokai con la diferencia de que ahora se había unido a la guerra con su madre. Después de todo, si partían hacia el Norte, aún había posibilidades de que la boda se celebrase a pesar de los recientes acontecimientos.

¿Por qué Sesshomaru era tan hermético respecto a sus sentimientos?

—Te he lavado la cinta. Estaba llena de sangre —dijo el Daiyokai una vez vestido y preparado. Su apariencia le recordaba tanto al demonio del pasado… tan majestuoso y dotado de aquella fría belleza como cuando se conocieron.

"Por qué me tuve que enamorar de él?"

Por alguna razón, le vino a la memoria la sensación de sus labios besándole suavemente el cuello mientras dormía, sintiendo cómo la abrazaba para darle calor en su estado febril. Todos aquellos recuerdos podían ser fruto de su imaginación, ahora que volvía a ver al gélido y estoico Daiyokai que la rechazó sin miramiento alguno.

Sesshomaru le rozó los cabellos con sus manos hasta llegar a la cintura.

—Agárrate fuerte, Kagome. Volaremos hacia el Norte.

La joven asintió con la mirada, abrazándole para no caerse.

—Tendremos mucho cuidado. Los sureños te están buscando y debemos ser precavidos.

Despegaron del suelo juntos, rumbo a las tierras del Norte.


—¿Oyes eso? —Inuyasha se concentró en sentir la algarabía que se escuchaba tras las celdas en las que él y Kyoko se encontraban encerrados.

—No tengo el sentido del oído tan desarrollado como el tuyo —contestó Kyoko. —Cuando acabe la boda, nos dejarán salir de aquí.

—¡Ssshhh! Se acerca alguien.

El comandante Touma apareció a través de los barrotes.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó Inuyasha al verle aparecer.

—He venido a llevaros ante Lord Kirinmaru —dijo Touma.

Inuyasha y Kyoko se miraron, sorprendidos.

—La boda no se ha podido celebrar porque Lady Irasue ha desaparecido. Creemos que el Lord de los norteños, Ryukotsu, y su hija, Lady Hanna, tienen algo que ver, pues tampoco hemos logrado encontrarles por ninguna parte.

—¿Y a mí qué me importa si esa perra ha desaparecido? —dijo Inuyasha. Estaba indignado por haber permanecido encerrado en aquella oscura celda desde hace días.

—Lord Kirinmaru quiere asegurarse de que vosotros no tenéis nada que ver con la desaparición.

—Kirin… —murmuró Kyoko.

Al fin y al cabo era normal que desconfiase de ella, ya que para él, se trataba de una desconocida.

—Iremos —dijo la joven. Algo raro estaba ocurriendo, y debían averiguar la verdad.


Kirinmaru recibió a Inuyasha y Kyoko en el gran salón. Aún llevaba el kimono nupcial, de color rojo con pétalos de cerezo a juego con el de Irasue. Su rostro se encontraba plagado de ira.

—Esto es una deshonra para mis tierras —dijo el monarca, mirando a Inuyasha y a Kyoko —¿Cómo sé que vosotros no tenéis nada que ver con esto?

—¡Menuda tontería! Estábamos encerrados. Es imposible que hayamos tenido algo que ver —exclamó Inuyasha intentando defenderse de aquellas absurdas acusaciones.

—Yo decidiré si habéis tenido algo que ver —dijo el Lord del Este, contundentemente.

Kirinmaru se había tomado el secuestro como una ofensa muy grave hacia su corona. Ahora los invitados de la boda sabían que existía un punto débil en la seguridad de su castillo, y la información correría como la pólvora por los cuatro puntos cardinales.

—Kirin… —dijo Kyoko. —Esto no tiene sentido. Inuyasha dice la verdad, y lo que te dije esta mañana cuando tomaste mi sangre también era cierto. Nosotros no somos los enemigos.

La joven se acercó lentamente hacia él.

—Sé que estás tan confundido como yo. Me has olvidado y por eso no sabes si puedes confiar en mí. Tu cordura no durará mucho tiempo. Necesitas el antídoto para librarte de esta maldición, y he venido a ayudarte.

—Eres humana, Kyoko. ¿Sabes cuáles son nuestras intenciones y aun así pretendes ayudarme?

—Te dije que lo único que quiero es parar esta guerra absurda. Y sé que el verdadero Kirinmaru, aquel que conocí en el futuro, jamás aprobaría esta aberración.

Kirinmaru agarró la mano de Kyoko, y cuando Inuyasha estaba dispuesto a atacar, Touma lo frenó.

—¿Pretendéis que confíe en que me vais a curar? Está bien, pero me llevaréis con vosotros a buscar el antídoto de esta maldición. Kyoko me irá ofreciendo su sangre para mantenerme vivo.

—¿Y Lady Irasue? —dijo Touma — Debemos ir al Norte a rescatarla.

Kirinmaru sonrió.

—Esa mujer es una superviviente. Seguro que se las arreglará muy bien para mantenerse con vida mientras vamos en busca de un antídoto.

—Existe una hechicera en el Sur llamada Neyma que nos ayudará a encontrar el tipo de maldición—dijo Kyoko. —Si logramos curar a Kirin, será más fácil ir en busca de Lady Irasue.

Inuyasha miró a su amiga con pocas ganas de colaborar, pero entendía que la recuperación de los recuerdos de Kirinmaru era una prioridad para frenar la guerra.

—Tenemos un trato —dijo el Lord del Este —Como sospeche en algún momento de vosotros, os juro que acabaré con vuestras vidas.

Kyoko se sorprendió ante tal frialdad. No estaba acostumbrado a lidiar con él en aquel estado. Pero no había perdido la esperanza. Después de todo, era la única salida que tenían.

Al salir hacia los jardines del palacio observaron diferentes criaturas voladoras descansando a la sombra de los árboles. Inuyasha se fijó en una nekomata que le resultaba asombrosamente familiar. Entre su pelaje logró distinguir la pequeña figura de un demonio zorro.

—¿Kirara? ¿Shippo?


Queridos/as lectores/as,

No os olvidéis de dejar algún comentario. Ya sabéis que siempre se agradece.

El capítulo no ha sido de los más largos, pero supera las 3.000 palabras. La verdad es que he ido muy liada con el trabajo, la familia... Lo he colgado hoy porque es festivo en Barcelona :)

Comento algunas reviews:

Annie Perez: ¡Qué bien que te encante la historia! A veces es complicado mantenerla a buen ritmo cuando es tan larga (llevo 108.000 palabras aprox. Woww!).

Mayloren: Gracias por la review. Me alegro que tu mundo haya dado un giro de 360 grados para bien ;)

Estefanía: Los planes de Ryokotsu y Hanna de momento siguen adelante, y han boicoteado la boda de Kirinmaru con Irasue. Gracias por comentar :)

Yami96: Gracias por el comentario, como siempre :)

BitterCandy: Muchas gracias por tu review. Hanna y su padre han resultado ser los auténticos villanos de la historia, jeje. Shippo y Kirara aparecerán más en el próximo capítulo. Los pobres, al desaparecer Kagome, fueron con el resto del grupo hacia el Este. Me encanta que este fic esté en tu lista de los TOP. Es un honor :D

Nos leemos en el próximo!