La vuelta a casa no fue diferente, Rick salió ese día muy temprano, debía hacer un par de compras de último minuto, mi madre y Martha estaban en la habitación conmigo, mientras Martha cuidaba del bebé, mi madre me ayudaba a vestirme, aun sentía que perdía el equilibrio, era extraño no estar embarazada, me dolía la espalda pero ahora la razón era diferente, mi vientre lucia extraño, había piel extra, mis pies aun se sentían hinchados y lo último que queria hacer era sentarme, me pregunté cuanto tiempo tardaría en sanar, la enfermera había dicho que serian algunas semanas, lo mismo repitió mi madre, pero a mi me parecía un largo camino, por un momento sentí una enorme tristeza, me preocupaba cometer errores, quería tener a mi bebé en mis brazos y al mismo tiempo tenia miedo de no sostenerlo como debía, pensaba en que tan normal era todo eso que estaba sintiendo, no quería que nadie se diese cuenta de mis pensamientos.
Rick y mi padre llegaron entonces, después de cambiar el pañal y vestirlo adecuadamente, salimos, en la planta baja Rick firmó un par de documentos y luego llegamos al auto, nuestros padres estuvieron con nosotros el resto de la tarde, pero en un momento se despidieron, mis padres fueron los primeros en irse no sin antes prometer que volverían al día siguiente, Martha también nos dio un par de consejos y luego salió.
Rick había colocado todo lo necesario al alcance, se había recostado y dormido una hora mientras yo cuidaba del bebé, escuchaba los pequeños sonidos que hacia, miré el reloj, pronto exigiría comer y de nuevo me sentí frustrada, había logrado que comiera pero muy poco antes de que todos se fueran, ahora, sola, temí de nuevo no poder hacerlo, las frases en mi cabeza de como debía hacerlo o como no hacerlo, daban vueltas, me sentí abrumada, imaginé que yo era la única madre en el mundo que no podía hacerlo, las lágrimas inundaron mis ojos, lo que fuese que pasara conmigo me hacia sentir terrible.
Los brazos de Rick rodearon mi cintura, no quería mirarle, no quería que viera lo que ocurría pero olvidé que era Rick, el hombre del que me enamoré después de un viaje en autobús, el hombre que cuidó de mi desde que era pequeña y quien ahora conocía mas de mi que cualquier otra persona.
-no sufras Kate.
-es que no puedo.
-y eso no es malo, yo lo haría pero… mírame, no eres una mala madre, te aseguro que miles de mujeres pasan por lo que tu pasas ahora, estoy aquí contigo, haremos lo que sea necesario y si eso no funciona, no amamantarlo no te hace una mala madre.
-pero…
-no quiero que sufras por eso, lo entiendes.
Rick besó suavemente mis labios, luego tomó al bebé en sus brazos y caminó con él hasta la cama donde yo le esperaba, de nuevo me lo entregó, lo miré unos segundos, descubrí mi pecho y con cierto temor lo acerqué a mi, Rick se sentó a mi lado, ambos suspiramos y esperamos pacientemente mientras el bebé lloraba en mis brazos.
No sabia cuanto había comido realmente en ese tiempo, me parecía que nada, Rick se levantó entonces, dio un par de vueltas por la habitación, lo vi rascarse la cabeza y luego salir apurado, unos segundos mas tarde volvió.
-no puedo más.- dijo acercándome la botella con la leche dentro.
-pero…
-pero nada, me importa muy poco lo que todos digan, mi hijo no se va a quedar con hambre y tu no vas a pensar mas en eso, seguiremos intentando, pero ahora mismo no discutiremos más, él come, tu descansas y todos felices.
Tomé la botella y la acerqué a su boca, le tomó solo unos segundos succionar la leche hasta que por fin sacio su hambre, lo vimos quedarse dormido un par de minutos mas tarde.
-lo ves, el mundo no se ha acabado.- dijo Rick sonriente.- ahora duerme un poco, yo cuidaré de él.
Sonreí aunque no muy convencida, quizá Rick tenia razón.
Una semana después y después de mucho intentarlo, habíamos podido combinar la alimentación aunque seguía siendo difícil, aun sentía incertidumbre, aun me parecía que algo no hacía bien, sin embargo Rick siempre estaba allí, me besaba y abrazaba, me dejaba llorar en su pecho mientras acariciaba mi espalda y me decía lo mucho que me amaba.
Poco a poco la situación fue cambiando, la primera visita al médico se dio sin contratiempos, nuestro pequeño crecía y ganaba peso con regularidad, para entonces Rick había vuelto al trabajo, pero ahora su semana se había reducido a dos o tres días de trabajo, el resto del tiempo lo pasaba en casa.
Pronto celebramos el primer mes de vida de nuestro pequeño, mes que había pasado entre noches de desvelos, visitas al médico y las visitas de nuestros padres que no podían faltar.
Decidí entonces posponer mi vuelta al trabajo, lo había pensado por algunos días, lo había comentado con Rick y aunque no era lo que habíamos planeado decidimos que era lo mejor para todos.
Otro mes pasó, el tiempo corría tan rápido, celebrábamos cada mes que pasaba, Rick compraba pequeños panquecitos a los que poníamos velitas y después apagábamos entre aplausos, para Rick era importante hacer una celebración de cada momento de la vida de nuestro hijo incluso cuando el suceso fuese algo tan simple como que sonriera al despertar por las mañanas.
Unas semanas después recibimos la visita de Kevin, había estado fuera de la ciudad por un seminario y aunque se había disculpado mediante una llamada, se había aparecido unos días después, llevaba en una caja, una serie de objetos que según él era necesario que tuviéramos.
Para el sexto mes iniciamos una nueva lucha, era hora de probar con alimentos sólidos, sorprendí a Rick buscando recetas en paginas web de cocina, su excusa había sido que no confiaba tanto en la comida de los supermercados así que luego de buscar las que le parecieron mejores decidió comprar una serie de aparatos de cocina que según él le darían los mejores resultados, me gustaba sentarme y observarlo dar vueltas por la cocina, midiendo temperaturas, mezclando y triturando frutas y verduras, revisando cada etiqueta con detalle, parecía tener una obsesión con todo lo que tuviera que ver con su hijo.
Los días se hicieron rutinarios, su trabajo, mi trabajo, las vueltas a la casa de los abuelos, las visitas cada mes al médico, las vacunas y uno que otro viaje al parque los fines de semana, era bueno, muy bueno, sin embargo con todo lo que había pasado esos meses olvidé algo muy importante, nuestro aniversario.
Recuerdo llegar esa tarde del trabajo, me sorprendió ver a mi madre sentada en el sillón hablando con Martha, me miraron de la misma manera.
-que haces aquí?.- preguntó mi madre.
-es mi casa.-dije después de poner las llaves del auto sobre la mesa.
-y Richard?.- preguntó Martha esta vez.
-no esta aquí?.
-no se supone que estuvieras aqui.-dijo mi madre.- Rick dijo que irían a cenar y nos ha pedido que cuidemos del bebé un par de horas.
-cenar?... no me ha dicho nada… hay algún motivo especial para eso?, me estoy perdiendo de algo.
-Kate, Rick dijo que hoy era su aniversario, dijo que iría por ti al trabajo y que quizá tardarían un poco en volver.
-aniversario?.- miré la fecha en el reloj que colgaba de la pared.
Lo había olvidado por completo, puse mi mano en mi mejilla pensando en lo obvio, Rick había querido sorprenderme, quizá fue al trabajo, quizá quería sorprenderme y no dijo nada al respecto sin embargo sus planes habían fallado, salí una hora antes, debía llevar una serie de documentos que un cliente nuevo había olvidado firmar , una vez que obtuve la firma decidí ir directo a casa, saqué mi teléfono del maletín donde lo había guardado antes de volver y entonces pude ver las llamadas perdidas que Rick había hecho en por lo menos 3 ocasiones.
