Point Place, Wisconsin.

Sábado 22 de febrero de 1992.

Estacionamiento de Grife drive frente a la comisaria.

Eric estaba incómodo. Estar en un auto metido con la mujer que más lo odiaba en todo el mundo y las ventanas arriba era asfixiante. Kelso llevaba una hora metido en la comisaria y no parecía tener intenciones de apresurarse. ¿Y que si Donna no conseguía mover a sus abogados de prisa? ¿O si Kelso no lograba superar el interrogatorio? ¿Qué harían entonces? ¿Quién era el siguiente? Debieron entregar a Hyde cuando se ofreció.

—Ya sé lo que estás pensando. — dijo Jackie mordiendo un pedazo de emparedado de soja. — Kelso está ahí por culpa tuya. Todos estamos en esto por tu culpa. Si tan solo no hubieras hecho ese berrinche ese día. Esa niña estaría viva y Kelso no estaría arrestado.

—No está arrestado, lo interrogan.

—Por tu culpa. — aseguró ella.

—De acuerdo— Eric se giró para verla. — ¿Por qué no me dices lo que de verdad quieres decir?

—Tú la mataste.

—Tú la golpeaste con una roca… los demás la enterraron, no puedes hacerme responsable. Kelso no fue cuidadoso y por eso está ahí adentro.

— ¡ME QUITASTE MI HOGAR!

Eric estalló.

— ¡ESE ERA MI HOGAR! ¡ERA MI PADRE! ¡MIO! ¡NO DE HYDE! ¡MIO!

Jackie observó la vena de la sien de Eric y entrecerró los ojos. El hombre recobro la compostura al darse cuenta de lo mucho que había levantado la voz.

—Lo sé. — Dijo Jackie— necesitabas un responsable por lo de Red y elegiste a Steven pero eso no lo hace responsable. Mi marido no te debe nada, Eric. Amaba a tu padre tanto como tú. Nunca nadie lo quiso tanto como tu familia.

—Red lo quería más a él. Siempre fue así. También mi mamá lo quiere más. Todos lo prefieren a él. Yo me merecía al menos la casa donde crecí.

—Sabes que eso no es verdad.

— ¡Él es una mala persona y de todas formas siempre se sale con la suya! ¡Yo trabajo, me esfuerzo y me esfuerzo mucho en ello y nada me sale bien! ¿Cómo pudiste perdonarle lo de Donna? ¿Cómo pudiste ser tan tonta como para casarte con él?

—Conoces a Steven tan bien que sabes que te engañas, él no es el villano que construiste en tu cabeza. Deja de fantasear, Eric. Crece.

—Eres tú la que necesita crecer, necesitas darte cuenta de la clase de ser humano que estas defendiendo.

—La vida es corta, Eric. La familia se va, no es eterna. Yo no quise arriesgar a la mía por un capricho. Y si van a atraparnos y si todos vamos a pasar el resto de nuestras vidas tras las rejas elijo ser libre ahora. Disfrutar del hombre que amo en este momento antes de que algún rencor viejo y sin sentido nos separe o nos separe la muerte. Estabas tan ocupado siendo estúpido que se te olvidó que fuiste tú quien lo convirtió en parte de tu familia. Que te esta tan agradecido por eso que cuando le culpaste de la muerte de tu padre y decidiste cargarle todo eso nunca te lo discutió. Steven no ha tenido la suerte que dices. Estas muy equivocado. La mayor suerte que tuvo fue encontrar una familia, a ti, a la señora Forman y a Red, el hombre que le dio la oportunidad de tener un padre. No te excuses en lo de Donna cuando bien sabes que no son celos sino envidia. Envidia porque tu padre le mostró cariño a un huérfano que nunca lo había recibido. ¿Alguna vez imaginaste como te sentirías si se hubieran sido tus padres y no los suyos?

—Ya pase por la etapa de la lástima hace mucho tiempo.

— ¿Entonces todo lo que hiciste por él fue siempre lastima? Anda y dime que nunca lo quisiste como un hermano.

—Los hermanos no se acuestan con la novia de sus hermanos.

—Los hermanos no abandonan a sus hermanos en prisión.

Eric se quedó callado reflexionando por un momento.

—No es justo que me pongas como el malo. Hyde no es el bueno, no lo es.

—Nadie dijo que tenía que haber alguien malo. Y si lo hay todos lo somos, recuerda que estamos afuera de una comisaria esperando a que nuestro amigo salga bien librado de un interrogatorio por algo que de hecho es culpa nuestra. Somos asesinos Eric, todos lo somos. Escondernos detrás de la máscara y señalarnos unos a otros no hará que dejemos de serlo. Llegó la hora de afrontar que nos merecemos todo esto.

Eric se quedó callado.

Kelso abrió la puerta de golpe y se subió.

—Vámonos, arranca.

—Kelso. ¿Qué pasó? ¿Cómo te dejaron salir?

—Arranca, tengo que hacer algo. ¡Muévete, palito de regaliz!

Eric y Jackie intercambiaron una mirada de duda y Eric encendió el motor. Mientras se alejaba tuvo la vaga sensación de que el inspector los seguía con la mirada.