Aome parecía atareada, corría de un lado al otro, poniéndose las medias del uniforme, con una tostada en su mano, que comía aprisa, mientras repetía religiosamente los problemas del examen que tendría.
—Si x es igual a 39 —murmuró terminando de calzarse, casi cayéndose al suelo de un tropezón —Entonces el valor de x es...
Inuyasha la observó tranquilo desde el sofá, vio como terminó de vestirse, desayunar y estudiar, en menos de 5 minutos —Impresionante... —dijo mientras la chica se cepillaba los dientes y se colocaba uno de sus abrigos.
—¡Ay, ya voy tarde...! ¡No puede ser, y estudie tanto! —se fijó una última vez revisando que nada le faltara y se dirigió a la puerta, fue interrumpida por la voz del híbrido.
—¿No se te olvida algo?
—Ah, si... —Regresó rápidamente dando un pequeño beso en la cabeza del chico —Te veo más tarde, Inuyasha.
El rostro de este se puso totalmente rojo —¡Eso no, tonta! ¡Tu tarjeta de admisión al examen! —señaló la mesa.
—Oh, bueno debiste ser más especifico... ¿Cómo sabría yo a que te refieres? Creí que querías que me despidiera.
—¡¿Por qué carajo querría eso?!
Aome lo miró con una ceja enarcada —¿Significa que lo odiaste?
—Yo... Yo... —se cruzó de brazos —No lo odie...
—¿Te gusto entonces?
—Eso no es asunto tuyo... —desvió la mirada, a poco de hacer un puchero.
La chica rodó los ojos —Ugh... Eres tan difícil de tratar, Inuyasha.
